P. Castillo

Safe Creative #1802170294390

sábado, 28 de marzo de 2020


La conquista del fuego (1911). J. H. Rosny Ainé (Bruselas, 1856 – París, 1940)

Seix Barral, tercera edición, 1947. Versión española de A. Ruiz Pablo. Ilustraciones de J. Serra Masana. 297 páginas. Narrativa.




Foto, Paco Castillo.



Cada mañana abro la ventana para reclamar mi porción de libertad, ya que ahora la tenemos racionada, ésta consiste en divisar una extensión de la Sierra de Guadarrama… visión que ahora supone mucho más de lo que pudiera imaginar antaño.

Creo que muy pocas veces había observado sobre sus cumbres, en estos momentos achaparradas bajo las nubes, un cielo tan cristalino, limpio, una brisa tan incontaminada.


Sierra de Guadarrama, estos días, desde mi ventana. Foto, Paco Castillo

Sí, la orientación de mi ventana mitiga algo la reclusión.

Lo aclaro. Ante estas bonitas fotos de libros en el exterior que veréis, puede que alguno se eche las manos a la cabeza, tranquilos. No, no me he saltado el confinamiento, aquí sigo encerrado.

Es más, en mi familia nos confinamos voluntariamente desde el jueves 12 de marzo, al día siguiente de cerrarse los centros escolares en nuestra comunidad, Madrid.

La explicación de estas fotos que iré publicando es bien sencilla. Llevo ya mucho tiempo retratando aquellos libros con intención de leer, así que hay muchos en la recámara fotografiados durante esos paseos previos al confinamiento (en donde voy curioseando párrafos), incluso varios del pasado año, vamos, bastantes más de lo que pueda durar el encierro… o eso espero.

Ignoro como se concentrarán los demás en esta reclusión pandémica, yo ando con la mente inquieta,  muy dispersa, tengo un batiburrillo de lecturas entremezcladas que no hay por donde deshacerlo.

De Eisntein paso a Emily Dickinson, luego la abandono y me lanzo a Goethe y “Las aventuras del joven Werther” que tenía a medio empezar… para después sustituirlo por el Torotumbo de Miguel Angel Asturias, también comenzado y, en medio de este galimatías, acabar leyendo y finalizando (¡por fin uno!) La conquista del fuego de J.H. Rosny, pues así mismo lo había encarado e interrumpido varias veces. 



 Foto, Paco Castillo.

Tal vez mi caos lector sea el resultado de alguna ansiedad recóndita que no sé identificar.

"Las desventuras del joven Werther", Goethe. Aquellos paseos por mi añorado Monte del Pilar (Majadahonda)... supongo que ahora lucirá espectacular, y entregado exclusivamente a la vida animal y vegetal. Foto, Paco Castillo.

Foto, Paco Castillo.


En esta realidad despiadada son muchos los que buscan lecturas para evadirse, yo no soy menos, también ansío ese refugio lector, pero no quiero evadirme de cualquier manera con cualquier lectura, sino aquella que me permita no perder del todo la perspectiva del presente.


Y para no extraviar ese anclaje con el hoy… he viajado al pasado remoto. Es una de esas grandes paradojas cuyos extremos siempre terminan encontrándose, convirtiendo  lo antagónico en un todo coherente.

Bajo el seudónimo de J. H. Rosny se esconden los hermanos belgas Joseph-Henry-Honoré Boex y Sheraphin-Justine-François Boex, autores al alimón de varias obras, aunque esta fascinante narración pertenece a J. H. Rosny Aîné, es decir, el mayor de los hermanos, en donde rememora nuestras andanzas por la Prehistoria con un ritmo trepidante.


  https://es.wikipedia.org/. H. Rosny Aîné


“La muerte del fuego.

Los Hulhamr huían en medio de la noche espantosa. Enloquecidos por los padecimientos y el cansancio, todo les parecía inútil ante la calamidad suprema: el Fuego había muerto.

Lo habían criado en en interior de tres jaulas, desde el origen de la Horda; cuatro mujeres y dos guerreros lo alimentaban día y noche, y aun en los tiempos más duros, recibía el alimento que le daba la vida.

Al abrigo de la lluvia, de las tempestades e inundación, había franqueado ríos y pantanos, azulándose al despertar la aurora y ensangrentándose al anochecer.
Su faz poderosa alejaba al León (…), al Oso de las Cavernas, al Mamut (…); sus rojos dientes protegían al hombre contra el vasto mundo. A su lado habitaba la alegría. Sacaba de los manjares aromas sabrosos (…), daba a los miembros un vigoroso bienestar y aseguraba contra todo peligro a la Horda en el corazón de los bosques poblados de rumores, en el páramo sin fin y en el fondo de las cavernas. Era el Padre, el Guardián, el Salvador; y cuando escapándose de su jaula devoraba los árboles, era más feroz y temible que el mismo Mamut.

¡Y había muerto!”

Este es el comienzo de una sublime narración, bellísima, con el que J.H.Rosney nos ilustra el panorama de la incipiente Humanidad, o al menos el horizonte que avistaban nuestros antiguos congéneres ante la pérdida de su tótem sagrado, de su fuente de poder… El Fuego.


Éste les ha sido arrebatado en una cruenta contienda con otra tribu, pues la llama es un bien precioso y todos la codician. Aún no saben encenderlo.

El clan decide mandar a sus dos mejores guerreros, Naóh y Aghoo, para recuperarlo, pero no partirán unidos, pues el odio que ambos se manifiestan, conocido por todos, haría fracasar la expedición. El jefe, decide que cada uno escoja a dos hombres de su confianza para aumentar las posibilidades de éxito.

Naóh y Aghoo está muy igualados en corpulencia y valentía, pero sus personalidades son opuestas.

Naóh es un guerrero que, aun siendo consciente de su fortaleza, se muestra cauteloso, y no utiliza su poderío para intimidar a los más débiles, más bien los alienta para seguir adelante, aunque es implacable con el enemigo o con las fieras. Aghoo es un ser que despierta temor y recelos en el resto del clan, su desmesurada violencia, su sed de sangre, amedrantan a la mayoría, no así a Naóh y el venerable Faúhm, jefe de la tribu.

Naóh se llevará a dos jóvenes cazadores, Nam y Gau,  no destacan por corpulentos, pero valora en ellos la rapidez y habilidad de sus movimientos.
Aghoo se llevará a sus dos hermanos… tan iracundos y temibles como él.

Naóh se dirigirá hacia el Poniente.

El Oriente será la senda de Aghoo.

Foto, Paco Castillo.


J.H. Rosny fue un hombre de sólida formación científica, era matemático, pero además hizo estudios de física, química y ciencias naturales, eso le permitía escribir con autoridad sobre el mundo vegetal y animal, sin embargo, prevaleciendo su ser literario, otorgó a la novela un evidente carácter mítico y heroico, acaso recogiendo el testigo del ilustre Homero en su Ilíada.

No obstante, es memorable la manera en que J.H. Rosny ha dotado a la Naturaleza con voz propia, hacerla visible con su narrativa particular y percibirla con todos nuestros sentidos mediante unas descripciones soberbias, que son un festín literario, que contienen toda la épica, intensidad, belleza y brutalidad en aquel amanecer de la Humanidad…

Pues lo mismo nos deslumbra la hermosura ante una puesta del Sol, con esos cielos de fuego que cautivaban el alma de nuestros antepasados, que asistimos a una contienda devastadora entre tribus, en donde todo son cráneos machacados, guerreros moribundos con el vientre abierto, o un cazador entre las fauces del gran Oso de la Cavernas, escuchando como el inmenso animal parte el espinazo del cazador como si nada.


Veamos el amanecer de un nuevo día, hace 40.000 años:

“La luz se levantó en todo su poder, invadiendo el páramo, rovolviendo el limo y secando la sabana. La alegría matutina, la pulpa, la carne fresca de las plantas, aparecía con ella.
El agua semejaba más ligera, menos pérfida y turbia. La luz movía argentinos destellos, entre las islas de un verde grisáceo; lanzaba largos temblores de malaquita y perlas, desplegaba pálidos azufres y escamas de mica, y su olor era más grato a través de los sauces y alisos.
Según el juego de las adaptaciones y las circunstancias, triunfaban las algas, relucía el lirio de los estanques o el nenúfar amarillo, surgían el iris acuático, las euforbias palustres, los lisímacos, las sagitarias, desplegábanse las matas de ranúnculos con sus hojas de acónito, de linarias, de epílobes rosados, de mastuerzo amargo, de rosolis, de cañaverales (…) donde pululaban (…) la picudilla negra, las cercetas, el chorlito real, el avefría de reflejos de jade y la pesada avutarda.”


Y aquel tiempo del cobijo  en las cavernas, rugidos del oso gigante, el acecho del león dientes de sable y todo un muestrario de adversidades cuando pierden su fuente de poder, el venerado Fuego, que nuestros protagonistas transportaban en una jaula, es una perfecta alegoría de nuestro panorama hoy, virus mediante.


Pues en el siglo XXI, La Humanidad tiembla viendo doblegado su sistema de bienestar, su status ante una fuerza inusitada de la Naturaleza, cuyo mayor poder es un minúsculo organismo, un virus, que lo convierte en un temible enemigo invisible.

En aquella época de los Mamuts, cuando no existían los comunismos ni los capitalismos, ni el mundo global, ni Standard & Poor´s, ni Trump ni Putin, ni los plásticos ensuciando el mundo, ni el cielo era una autopista para los aviones, ni Internet… El temor de nuestros abuelos nómadas era el mismo que tenemos ahora, para nuestros antepasados era esa llama de fuego extinguida, imposibilitada para alumbrar el espesor de una naturaleza hostil. 

Ahora es la misma simbología con distintos elementos, en el caso de ellos el fuego sacralizado, para nosotros el símbolo de nuestro poder es el dominio ( “APARENTE”, el virus nos lo ha hecho ver)  del entorno, de los recursos naturales como paradigma de nuestro progreso, ese estilo de vida en el que hemos depositado una confianza ciega, al que hemos apostado todo… pero al clan de la caverna se le apagó el fuego sagrado y todo fue oscuridad, y nuestro flamante siglo XXI se ha visto anulado por una fuerza de la Naturaleza, un virus, y vemos como se ciernen las tinieblas en la jungla moderna.

En el mundo pretérito y el actual nos ha ocurrido lo mismo.

En el ayer, la última chispa tililante acaba desapareciendo, mientras afuera no dejan de oírse los rugidos amenazadores de los leones dientes de sable, atemorizando al clan.

En el presente, cunde el pánico mundial ante el enemigo coronado e invisible y, confinados en nuestras cuevas tecnológicas, escuchamos un sonido de fondo inquietante, ya no hay Mamuts, ahora es el fragor de sirenas estridentes, ambulancias con contagiados víricos llegando al hospital.

Y después de apagarse la llama pasada y presente… el desconcierto y una densa oscuridad que llega desde la caverna de Naóh hasta Wall Street, atravesando el ancho mundo que ahora conocemos.


El miedo es universal, atemporal.


No dejéis de leerla, no solo es una de las novelas más bellamente escritas que puedan encontrarse, al servicio de una historia apasionante, sino que la Conquista de fuego también nos habla de aquello que nunca podremos… conquistar.

La conquista del fuego. Foto, Paco Castillo.

Su lectura ha sido un viaje fascinante, situándome (porque me ha incitado a hacer el paralelismo) en dos planos temporales sin solución de continuidad; el pasado y el presente de la Humanidad con un mismo significado ante nuestra vulnerabilidad.


“Naóh, Nam y Gau acamparon, al anochecer, al pie (…) de la llanura. La tierra era (…) uniforme y melancólica. Todos los aspectos del mundo se formaban y se deshacían en las inmensas nubes del crepúsculo. Ante aquellos fuegos innúmeros, Naóh pensaba en la pequeña llama que iba a conquistar. Diríase que no había más que trepar a un pino, a una colina y tender una rama de pino, para coger la chispa de los braseros que devoraban Occidente.
Las nubes se ennegrecieron. Un abismo de púrpura permaneció largo rato en el fondo del espacio; las piedrecitas brillantes de las estrellas surgían una tras otra; el aliento de la noche sopló. “


Una lectura vertiginosa entre esos dos marcos temporales, una montaña rusa en la que el tenso ascenso me llevaba al pasado cavernario para, súbitamente, iniciar un raudo y frenético descenso al presente, con un mensaje claro, la Humanidad de ayer y la de hoy es la misma frente a sus temores, la misma con su impotencia ante el poder devastador de un enemigo agazapado en las entrañas de la Naturaleza, y cuando despierta de su letargo…




Fin de la historia.



Impresionante escena de "La conquista del fuego", 1981, J. Jacques Annaud. Banda sonora (Philippe Sarde)



21 comentarios:

  1. La leí hace tiempo de la mano de la Biblioteca. No recuerdo la editorial, pero no era la que nos ofreces, de eso estoy seguro, porque recuerdo que era de tapa blanda.
    Me gustó.
    Un abrazo y que sigas disfrutando de las vistas tan fantásticas que observas.
    Salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo la he disfrutado especialmente, quizás por el hecho de vivir esta situación excepcional, encerrados en casa, todos esos maravillosos escenarios naturales que nos brinda la historia... me han llegado con mucha intensidad, aparte de estar bellamente escritos.
      Aquí seguiremos, divisando las montañas desde la ventana... que no es poco.
      Gracias, Miquel, un abrazo, salut!

      Eliminar
  2. Vi la película hace mucho tiempo. Incluso se la he puesto a mis alumnos, aunque tiene algunos errores que ya lo eran en 1981 cuando está hecha la película, no así en 1909, cuando se publicó el libro y aún los estudios sobre evolución humana estaban en fases muy primarias.
    Me refiero a que los neandertales ya controlaban el fugo hace 250000 años, como seguramente lo controlaban los Homo ergaster y los Homo antecessor, mucho antes.
    Sobre estos temas prefiero ensayos antes que novelas. Por cierto, que tengo uno que me regaló mi hijo estas navidades. Es de Juan Luis Arsuaga y se titula "Vida, la larga historia". A ver si aprovecho este encierro para leerlo.
    Tienes unas vistas privilegiadas desde tu ventana. Yo tampoco me puedo quejar. Anoche recordábamos cuando llegamos a Santander y vivíamos en un piso dese cuyas ventanas no se veía más que la casa de enfrente... demasiado cerca.
    Cuidarse mucho. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La película tuvo mucha repercusión, ciertamente es una cinta magnífica, y J. J. Annaud es un magnífico director, a mí me encanta su cine.

      Está claro que Rosny no pretendía ser estricto en cuanto a reflejar con exactitud determinados aspectos, al margen de los conocimientos que hoy tenemos y en su época no, de aquellos tiempos, pues confiere a la narración un tono épico, heroico, recordando a obras de la antigua Grecia, como pudieran ser La Ilíada y La Odisea de Homero, pero sí es verdad que despliega un amplio muestrario de nomenclatura referente a la flora y la fauna, ahí se notaba su formación científica, aunque con un estilo muy literario, una prosa muy sugerente, bellamente escrita, eso me ha cautivado.

      Luis Arsuaga con su obra es un lectura siempre fascinante.
      Aprovecharemos esas vistas, desde luego.
      Cuídate mucho, amiga Rosa. Un beso.

      Eliminar
  3. ¡Hola Paco! Es genial la vista que tienes desde tu ventana. Desde la mía, también es chula, pero no tiene nada que ver, se divisa al fondo Madrid, sus luces, sus sombras, el horizonte ahora limpio, pulcro como nunca lo había visto antes. Es abrir la ventana por las mañanas y entra el sol, me asomo, dejo un rato que los rayos me acaricien, me llenen de paz y pienso que ahora la estampa parece que tiene más luz, es como más luminosa.
    La novela..., muy oportuna también para estos tiempos, me han encantado tus similitudes, tu encontrar relación entre los dos marcos temporales, porque sí, es cierto que el miedo es atemporal. Vi la película hace mucho, me gustó mucho, igual la vuelvo a ver
    Yo también ando un poco dispersa en cuanto a lecturas. He abandonado ya dos, pero no pierdo la esperanza de encontrar alguna que me enganche
    ¡Cuídate!!
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una buena vista, sí, aunque no abarco mucha extensión, bueno, la suficiente para aferrarme a ese paisaje. Seguro que tú sacas también partido a tus vistas, ahora con tanto tiempo para observar, y respirar un aire más limpio, qué cosas.

      La historia me dio mucho juego para hacer ese paralelismo, y además es una narración de ritmo vertiginoso y muy bien escrita.

      No es fácil tener la mente centrada con la que está cayendo fuera, bueno... a trancas y barrancas vamos leyendo algo, seguro que darás con alguna, Marian.
      Cuídate!! Besos

      Eliminar
  4. Qué agradables vistas tienes, disfrutalas. Gracias por compartirnos tus reflexiones. En lo esencial igual no nos diferenciamos mucho de nuestros antepasados. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti, Esther. Creo que ahora disfruto las vistas más que nunca. Tienes toda la razón, en lo esencial llevamos mucho de aquellos parientes cavernarios.
      Un abrazo ;)

      Eliminar
  5. Paco, ¡qué maravilla! Leí este libro en la misma edición que fotografías, con la misma tapa azul y las bellísimas ilustraciones, hace muchísimos años, cuando tenía catorce aproximadamente. Lo tenía mi padre que detestaba la literatura por anacrónica pero que tenía algunos libros que yo devoraba. Este era uno de ellos. Han pasado, casi cincuenta años desde que lo leí pero guardo la impresión de maravilla que sentí cuando en plena adolescencia leí esta novela que es uno de los relatos más cautivadores que he leído en mi vida por la impresión de vida en estado puro. No sé si es muy verosímil con los datos que tenemos de la historia primitiva pero como relato es tremendo. Todavía tiemblo al recordar las hazañas de Naoh y sus acompañantes. El comienzo del libro, que nos has traído, es ya como para tenerte encandilado y necesitar seguir. Pocos relatos he conocido tan bien planteados y construidos como para tener el lector prendido totalmente de las aventuras de los héroes. Desafortunadamente, este libro -ignoro por qué- no tuvo reediciones en muchos años -ignoro si ahora- porque si las hubiera habido, se lo habría sugerido a mis alumnos en los años noventa cuando las clases de literatura eran potentes laboratorios de pensamiento aprovechando la rebeldía natural de la adolescencia. Puedo entender que me convirtiera en un enamorado de la literatura habiendo leído este libro.

    Ahora estoy leyendo El mago de Lublin de Isaac Bashevis Singer, que te recomiendo. No sé si has leído algo de Singer. Yo leí a mis veinte años La casa de Jampol que perdí -ahora me gustaría releerla-. Es un autor muy olvidado pero digno de consideración. Desde luego El mago de Lublin es muy buena.

    Tuve que dejar una novela de Dean Koontz titulada La habitación de los suspiros -intentando leer algo ligero- porque me pareció pésima, inverosímil y carente de cualquier tipo de interés.

    Siento intensa añoranza de mis excursiones por la sierra, no tan bonita como la tuya, pero añoro esa sensación de tener el cielo por encima de mí y amplitud de horizontes.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, amigo Joselu. Las ilustraciones son un complemento maravilloso para la narración, la sensación al leerlo junto a esas ilustraciones es más vívida. Los libros que nos han marcado desde muy jóvenes jamás se olvidan, su huella es profunda en nuestro ser, a mí me ha pasado con alguno que otro, por ejemplo, "Tarzán" de Borroughs, recuerdo leerlo con diez u once años embelesado, o David Copperfield de Dickens y algunos más, en colecciones de clásicos juveniles que me compraban mi padre y mi madre... preciosas estampas de mi niñez fascinado con esas lecturas.
      Rosny era científico de formación, pero en el relato prima lo literario sobre la rigurosidad científica, eso sí, la gama de nombres en cuanto a fauna y flora es verídica y extensa. Pues hubo reediciones en los 90, concretamente en el 91 (Ediciones Tridente) y en el 92 (Editorial Edaf), lo he mirado.
      Tengo El mago de Lublin de Isaac Bashevis Singer, y además otro par de libros con relatos; "Un día de placer", y "El Spinoza de la calle Market", de éste estuve leyendo relatos sueltos el verano anterior, paseando por el campo para más señas, maravillosas esa historias sobre el pueblo judío y su vida cotidiana en el este europeo, con un humor magnífico.
      Pues si me cruzo con Dean Koontz y ese libro, le daré esquinazo ;).

      Yo también, Joselu, añoro esos paseos sintiendo la brisa campestre, explorando la sierra. Ahora toca esperar...
      Un abrazo!

      Eliminar
  6. Curiosamente he leído muy recientemente Eugénie Grandet y varios de sus fragmentos me han hecho pensar en la sociedad actual. Tú me has ganado, Paco, y te has retrotraído mucho más lejos en el tiempo.
    Hace algunos años tuve una época en la que gustaba mucho de leer llamémosla novela prehistórica. Me gusta conocer cómo vivían nuestras primeras civilizaciones. Y al final nos separan muchos años pero no tantas cosas. Nos siguen moviendo las mismas emociones, entre ellas, como bien dices, el miedo.
    Desde mi ventana veo un no sé si llamar parque o dejarlo en pequeña zona verde. Más allá hay un supermercado y en el bajo del edificio en dónde vivo, otro. Así que por el parque pasan aquellos que sacan al perro a hacer sus necesidades o que van a comprar, aunque también es zona para paseantes de perros y paseantes de bolsas de la compra (que también los hay). Mi vista se complementa con los edificios colindantes, muchos de ellos con pequeñas terrazas a las que salen sus habitantes con más asiduidad de lo habitual. Me estoy dando cuenta de que me estoy volviendo un poco vieja del visillo, yo que tan poco cotilla era.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Lorena.

      Sí, he visto por tu blog que has traído a Balzac con Eugénie Grandet, lo tengo por mi biblioteca, y por supuesto leeré con atención tu comentario, como siempre hago.

      Pues es verdad, como dice Esther, en lo esencial los primeros humanos y los últimos somos lo mismo, nos asombran y atenazan cuestiones idénticas, el miedo a lo desconocido (como este virus), o nos asombra y deslumbra un imponente arcoíris, como les sucedía a los primitivos de "La conquista del fuego" y a nosotros.

      Últimamente, como no podía ser de otra manera, me asomo bastante a la ventana, de hecho mi mente está inquieta, o saturada, y leer no siempre me resulta fácil, así que prefiero asomarme a la ventana y dejarme acariciar por el sol tibio, respirar un excelente aire, contemplar las montañas, y divagar mi mente con el paisaje, por la noche leo algo, poco, pero leo... es una necesidad, al menos un rato tengo que hacerlo.

      Jaja, buen tanto eso de la vieja del visillo!

      Un abrazo, Lorena.

      Eliminar
  7. yo soy más panorámico, veo montañas, parques, casas, calles, pero son cosas tan comunes que no las miro, o si lo hago, lo hago con músicas, para ser diferentes. El mundo es diferente e igual hayan pasado un siglo o mil, porque la vida, la que conocemos y pensamos o estudiamos, al menos esta vida de la que hablamos, la rigen los hombres y las mujeres, y en realidad somos iguales ahora que milenios, el odio es el mismo, y el amor, y el temor y la envidia, y el rencor, y la amabilidad es la misma, luego somos lo mismos.
    cuídate
    gracias

    ResponderEliminar
  8. Aunque el paisaje frente a nuestra ventana sea inmutable (que tampoco es del todo así... la luz diurna y las nubes lo cambian a su antojo), el estado anímico también lo matiza, unos días puedes tener la sensación de verlo como un cuadro impresionista van Gogh, otro como un cuadro barroco de Rembrandt, abstracto, o naíf... y claro, la música lo transforma también.
    Sí, las grandes cuestiones nos hacen iguales en todos los tiempos.

    Cuídate, Wineruda, gracias a ti.

    ResponderEliminar
  9. Yo creo que la película se llama En busca del fuego ¿no? La he visto infinidad de veces con mis alumnos/as y pese a ser muda, les encanta. Además habla de la posibilidad de cruce entre los Neandertal y Cromagnon que siempre se había descartado pero desde hace poco ya no se descarta.
    Nunca pensé en el libro... y resulta que es bueno!!

    Yo también tengo amagos de ansiedad (me ayuda mucho el yoga a afrontarlos).

    Un abrazo y cuidaos mucho (esa ventana vale un potosí).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, en España tiene ese título. Creo que es una película muy ilustrativa, y además entretenida, para ser vista por los alumnos, como también cuenta Rosa Berros por arriba.
      La novela desde luego es magnífica, una óptima lectura para estos días, bueno para cualquier momento.
      Excelente opción la del yoga, Laura.
      Ay, esa ventana es un lujo.
      Gracias, cuídate mucho también.
      Abrazo!

      Eliminar
  10. Creo que del pasado hay que recordar lo bueno. Hay que vivir el presente con la mayor intensidad posible y ser optimista para afrontar lo que nos legue el futuro siempre incierto.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  11. Como siempre, tomo nota de tus recomendaciones bibliográficas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo con tu postura, amigo Luis Antonio.
      Un fuerte abrazo, cuídate.

      Eliminar
  12. Preciosas vistas, Paco. Las mías son tejados, jaja. Pero bueno, coincido contigo en que el cielo tiene un aspecto extraño estos días, más diáfano y he visto más aves que nunca rondando. La naturaleza vive una tregua.
    En cuanto a la novela de los hermanos Rosny (pensaba que fue escrita por los dos, veo que no), es excepcional y aunque el estudio de la Prehistoria ha avanzado mucho, ha inspirado a generaciones de arqueólogos y paleoantropólogos.
    A mí también me está costando centrarme estos días, pero cuando llegas a una historia que te atrapa de tal manera...Creo que no es tiempo para cualquier lectura. Necesitamos historias que nos trasladen a otro mundo, a otra época, personajes que nos hagan viajar. Me ha pasado con "Guerra y paz" y "Salomé", que he abordado estas semanas de encierro.
    Me alegra leerte y que todo siga bien.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, tengo bonitas vistas, al menos es una vía de escape mirar al paisaje, me suele relajar. Ahora echo terriblemente de menos avistar aves en mis paseos por el campo, ahi veo mogollón, si bien es cierto que ahora pueden verse merodeando tranquilamente por las calles, aprovechan bien la tregua, como bien dices.

      Cierto, esta novela fue escrita por el mayor, al principio la publicaba por entregas, hacia 1909, posteriormente le sugirieron, dado el éxito, presentarla en un único formato, la novela, y la acogida fue clamorosa, un exitazo allá por 1911. Es verdad, la novela fue inspiradora para otras corrientes y autores, Rosny también era científico, aunque en la novela prefirió reflejar un dimensión mítica y heroica de aquellos primitivos, pero la narración es una maravilla, una obra para releer.

      No son días fáciles, Gerardo, yo tengo momentos que me cuesta abrir un libro, ando disperso, y entonces me tomo un té, me asomo al balcón o a la ventana... y me dedcio a la contemplación, sin más. Luego aparecen mis enanas... y se acabó el karma, jaja.
      Guerra y paz es un novela que aún no he leído, pero lo haré.

      Gracias, amigo. Espero que vayáis bien por allí, y se haya calmado un poco el vendaval por Tomelloso.
      Un abrazo!

      Eliminar