La conquista del fuego (1911). J. H. Rosny Ainé (Bruselas,
1856 – París, 1940)
Seix Barral, tercera edición, 1947. Versión
española de A. Ruiz Pablo. Ilustraciones de J. Serra Masana. 297 páginas.
Narrativa.
Foto, Paco Castillo.
Cada mañana abro la ventana para reclamar mi porción
de libertad, ya que ahora la tenemos racionada, ésta consiste en divisar una
extensión de la Sierra de Guadarrama… visión que ahora supone mucho más
de lo que pudiera imaginar antaño.
Creo que muy pocas veces había observado sobre sus
cumbres, en estos momentos achaparradas bajo las nubes, un cielo tan
cristalino, limpio, una brisa tan incontaminada.
Sierra de Guadarrama, estos días, desde mi ventana. Foto, Paco Castillo
Sí, la orientación de mi ventana mitiga algo la
reclusión.
Lo aclaro. Ante estas bonitas fotos de libros en el
exterior que veréis, puede que alguno se eche las manos a la cabeza, tranquilos.
No, no me he saltado el confinamiento, aquí sigo encerrado.
Es más, en mi familia nos confinamos
voluntariamente desde el jueves 12 de marzo, al día siguiente de cerrarse los
centros escolares en nuestra comunidad, Madrid.
La explicación de estas fotos que iré publicando es
bien sencilla. Llevo ya mucho tiempo retratando aquellos libros con intención
de leer, así que hay muchos en la recámara fotografiados durante esos paseos previos al confinamiento (en
donde voy curioseando párrafos), incluso varios del pasado año, vamos,
bastantes más de lo que pueda durar el encierro… o eso espero.
Ignoro como se concentrarán los demás en esta
reclusión pandémica, yo ando con la mente inquieta, muy dispersa, tengo un batiburrillo de
lecturas entremezcladas que no hay por donde deshacerlo.
De Eisntein paso a Emily Dickinson, luego
la abandono y me lanzo a Goethe y “Las aventuras del joven Werther” que tenía
a medio empezar… para después sustituirlo por el Torotumbo de Miguel Angel
Asturias, también comenzado y, en medio de este galimatías, acabar leyendo
y finalizando (¡por fin uno!) La conquista del fuego de J.H. Rosny, pues
así mismo lo había encarado e interrumpido varias veces.
Tal vez mi caos lector sea el resultado de alguna
ansiedad recóndita que no sé identificar.
"Las desventuras del joven Werther", Goethe. Aquellos paseos por mi añorado Monte del Pilar (Majadahonda)... supongo que ahora lucirá espectacular, y entregado exclusivamente a la vida animal y vegetal. Foto, Paco Castillo.
Foto, Paco Castillo.
En esta realidad despiadada son muchos los que buscan
lecturas para evadirse, yo no soy menos, también ansío ese refugio lector, pero
no quiero evadirme de cualquier manera con cualquier lectura, sino aquella que
me permita no perder del todo la perspectiva del presente.
Y para no extraviar ese anclaje con el hoy… he
viajado al pasado remoto. Es una de esas grandes paradojas cuyos extremos
siempre terminan encontrándose, convirtiendo
lo antagónico en un todo coherente.
Bajo el seudónimo de J. H. Rosny se esconden
los hermanos belgas Joseph-Henry-Honoré
Boex y Sheraphin-Justine-François
Boex, autores al alimón de varias obras, aunque esta fascinante narración
pertenece a J. H. Rosny Aîné, es decir, el mayor de los hermanos, en
donde rememora nuestras andanzas por la Prehistoria con un ritmo trepidante.
https://es.wikipedia.org/. H. Rosny Aîné
“La muerte del fuego.
Los Hulhamr huían en medio de la noche espantosa.
Enloquecidos por los padecimientos y el cansancio, todo les parecía inútil ante
la calamidad suprema: el Fuego había muerto.
Lo habían criado en en interior de tres jaulas,
desde el origen de la Horda; cuatro mujeres y dos guerreros lo alimentaban día
y noche, y aun en los tiempos más duros, recibía el alimento que le daba la
vida.
Al abrigo de la lluvia, de las tempestades e
inundación, había franqueado ríos y pantanos, azulándose al despertar la aurora
y ensangrentándose al anochecer.
Su faz poderosa alejaba al León (…), al Oso de las
Cavernas, al Mamut (…); sus rojos dientes protegían al hombre contra el vasto
mundo. A su lado habitaba la alegría. Sacaba de los manjares aromas sabrosos
(…), daba a los miembros un vigoroso bienestar y aseguraba contra todo peligro
a la Horda en el corazón de los bosques poblados de rumores, en el páramo sin
fin y en el fondo de las cavernas. Era el Padre, el Guardián, el Salvador; y
cuando escapándose de su jaula devoraba los árboles, era más feroz y temible
que el mismo Mamut.
¡Y había muerto!”
Este es el comienzo de una sublime narración,
bellísima, con el que J.H.Rosney nos ilustra el
panorama de la incipiente Humanidad, o al menos el horizonte que avistaban
nuestros antiguos congéneres ante la pérdida de su tótem sagrado, de su fuente
de poder… El Fuego.
Éste les ha sido arrebatado en una cruenta
contienda con otra tribu, pues la llama es un bien precioso y todos la
codician. Aún no saben encenderlo.
El clan decide mandar a sus dos mejores guerreros, Naóh
y Aghoo, para recuperarlo, pero no partirán unidos, pues el odio que ambos se
manifiestan, conocido por todos, haría fracasar la expedición. El jefe, decide
que cada uno escoja a dos hombres de su confianza para aumentar las posibilidades
de éxito.
Naóh y
Aghoo está muy igualados en corpulencia y valentía, pero sus
personalidades son opuestas.
Naóh
es un guerrero que, aun siendo consciente de su fortaleza, se muestra cauteloso,
y no utiliza su poderío para intimidar a los más débiles, más bien los alienta
para seguir adelante, aunque es implacable con el enemigo o con las fieras. Aghoo
es un ser que despierta temor y recelos en el resto del clan, su desmesurada
violencia, su sed de sangre, amedrantan a la mayoría, no así a Naóh y el
venerable Faúhm, jefe de la tribu.
Naóh
se llevará a dos jóvenes cazadores, Nam y Gau, no destacan por corpulentos, pero valora en
ellos la rapidez y habilidad de sus movimientos.
Aghoo
se llevará a sus dos hermanos… tan iracundos y temibles como él.
Naóh se dirigirá hacia el Poniente.
El Oriente será la senda de Aghoo.
Foto, Paco Castillo.
J.H. Rosny
fue un hombre de sólida formación científica, era matemático, pero además hizo
estudios de física, química y ciencias naturales, eso le permitía escribir con
autoridad sobre el mundo vegetal y animal, sin embargo, prevaleciendo su ser
literario, otorgó a la novela un evidente carácter mítico y heroico, acaso
recogiendo el testigo del ilustre Homero en su Ilíada.
No obstante, es memorable la manera en que J.H.
Rosny ha dotado a la Naturaleza con voz propia, hacerla visible con su
narrativa particular y percibirla con todos nuestros sentidos mediante unas
descripciones soberbias, que son un festín literario, que contienen toda la
épica, intensidad, belleza y brutalidad en aquel amanecer de la Humanidad…
Pues lo mismo nos deslumbra la hermosura ante una
puesta del Sol, con esos cielos de fuego que cautivaban el alma de nuestros
antepasados, que asistimos a una contienda devastadora entre tribus, en donde
todo son cráneos machacados, guerreros moribundos con el vientre abierto, o un
cazador entre las fauces del gran Oso de la Cavernas, escuchando como el
inmenso animal parte el espinazo del cazador como si nada.
Veamos el amanecer de un nuevo día, hace 40.000
años:
“La luz se levantó en todo su poder, invadiendo el
páramo, rovolviendo el limo y secando la sabana. La alegría matutina, la pulpa,
la carne fresca de las plantas, aparecía con ella.
El agua semejaba más ligera, menos pérfida y
turbia. La luz movía argentinos destellos, entre las islas de un verde
grisáceo; lanzaba largos temblores de malaquita y perlas, desplegaba pálidos
azufres y escamas de mica, y su olor era más grato a través de los sauces y
alisos.
Según el juego de las adaptaciones y las
circunstancias, triunfaban las algas, relucía el lirio de los estanques o el
nenúfar amarillo, surgían el iris acuático, las euforbias palustres, los
lisímacos, las sagitarias, desplegábanse las matas de ranúnculos con sus hojas
de acónito, de linarias, de epílobes rosados, de mastuerzo amargo, de rosolis,
de cañaverales (…) donde pululaban (…) la picudilla negra, las cercetas, el
chorlito real, el avefría de reflejos de jade y la pesada avutarda.”
Y aquel tiempo del cobijo en las cavernas, rugidos del oso gigante, el
acecho del león dientes de sable y todo un muestrario de adversidades cuando
pierden su fuente de poder, el venerado Fuego, que nuestros protagonistas
transportaban en una jaula, es una perfecta alegoría de nuestro panorama hoy,
virus mediante.
Pues en el siglo XXI, La Humanidad tiembla viendo
doblegado su sistema de bienestar, su status ante una fuerza inusitada de la Naturaleza,
cuyo mayor poder es un minúsculo organismo, un virus, que lo convierte en un
temible enemigo invisible.
En aquella época de los Mamuts, cuando no existían
los comunismos ni los capitalismos, ni el mundo global, ni Standard &
Poor´s, ni Trump ni Putin, ni los plásticos ensuciando el mundo, ni el cielo era
una autopista para los aviones, ni Internet… El temor de nuestros abuelos
nómadas era el mismo que tenemos ahora, para nuestros antepasados era esa llama
de fuego extinguida, imposibilitada para alumbrar el espesor de una naturaleza
hostil.
Ahora es la misma simbología con distintos
elementos, en el caso de ellos el fuego sacralizado, para nosotros el símbolo
de nuestro poder es el dominio ( “APARENTE”, el virus nos lo ha hecho ver) del entorno, de los recursos naturales como
paradigma de nuestro progreso, ese estilo de vida en el que hemos depositado
una confianza ciega, al que hemos apostado todo… pero al clan de la caverna se
le apagó el fuego sagrado y todo fue oscuridad, y nuestro flamante siglo XXI se
ha visto anulado por una fuerza de la Naturaleza, un virus, y vemos como se
ciernen las tinieblas en la jungla moderna.
En el mundo pretérito y el actual nos ha ocurrido
lo mismo.
En el ayer, la última chispa tililante acaba
desapareciendo, mientras afuera no dejan de oírse los rugidos amenazadores de
los leones dientes de sable, atemorizando al clan.
En el presente, cunde el pánico mundial ante el
enemigo coronado e invisible y, confinados en nuestras cuevas tecnológicas,
escuchamos un sonido de fondo inquietante, ya no hay Mamuts, ahora es el fragor
de sirenas estridentes, ambulancias con contagiados víricos llegando al
hospital.
Y después de apagarse la llama pasada y presente…
el desconcierto y una densa oscuridad que llega desde la caverna de Naóh hasta
Wall Street, atravesando el ancho mundo que ahora conocemos.
El miedo es universal, atemporal.
No dejéis de leerla, no solo es una de las novelas
más bellamente escritas que puedan encontrarse, al servicio de una historia
apasionante, sino que la Conquista de fuego también nos habla de aquello que nunca
podremos… conquistar.
La conquista del fuego. Foto, Paco Castillo.
Su lectura ha sido un viaje fascinante, situándome
(porque me ha incitado a hacer el paralelismo) en dos planos temporales sin
solución de continuidad; el pasado y el presente de la Humanidad con un mismo
significado ante nuestra vulnerabilidad.
“Naóh, Nam y Gau acamparon, al anochecer, al pie
(…) de la llanura. La tierra era (…) uniforme y melancólica. Todos los aspectos
del mundo se formaban y se deshacían en las inmensas nubes del crepúsculo. Ante
aquellos fuegos innúmeros, Naóh pensaba en la pequeña llama que iba a
conquistar. Diríase que no había más que trepar a un pino, a una colina y
tender una rama de pino, para coger la chispa de los braseros que devoraban
Occidente.
Las nubes se ennegrecieron. Un abismo de púrpura
permaneció largo rato en el fondo del espacio; las piedrecitas brillantes de
las estrellas surgían una tras otra; el aliento de la noche sopló. “
Una lectura vertiginosa entre esos dos marcos
temporales, una montaña rusa en la que el tenso ascenso me llevaba al pasado
cavernario para, súbitamente, iniciar un raudo y frenético descenso al
presente, con un mensaje claro, la Humanidad de ayer y la de hoy es la misma
frente a sus temores, la misma con su impotencia ante el poder devastador de un
enemigo agazapado en las entrañas de la Naturaleza, y cuando despierta de su
letargo…
Fin de la historia.
Impresionante escena de "La conquista del fuego", 1981, J. Jacques Annaud. Banda sonora (Philippe Sarde)
La leí hace tiempo de la mano de la Biblioteca. No recuerdo la editorial, pero no era la que nos ofreces, de eso estoy seguro, porque recuerdo que era de tapa blanda.
ResponderEliminarMe gustó.
Un abrazo y que sigas disfrutando de las vistas tan fantásticas que observas.
Salut
Yo la he disfrutado especialmente, quizás por el hecho de vivir esta situación excepcional, encerrados en casa, todos esos maravillosos escenarios naturales que nos brinda la historia... me han llegado con mucha intensidad, aparte de estar bellamente escritos.
EliminarAquí seguiremos, divisando las montañas desde la ventana... que no es poco.
Gracias, Miquel, un abrazo, salut!
Vi la película hace mucho tiempo. Incluso se la he puesto a mis alumnos, aunque tiene algunos errores que ya lo eran en 1981 cuando está hecha la película, no así en 1909, cuando se publicó el libro y aún los estudios sobre evolución humana estaban en fases muy primarias.
ResponderEliminarMe refiero a que los neandertales ya controlaban el fugo hace 250000 años, como seguramente lo controlaban los Homo ergaster y los Homo antecessor, mucho antes.
Sobre estos temas prefiero ensayos antes que novelas. Por cierto, que tengo uno que me regaló mi hijo estas navidades. Es de Juan Luis Arsuaga y se titula "Vida, la larga historia". A ver si aprovecho este encierro para leerlo.
Tienes unas vistas privilegiadas desde tu ventana. Yo tampoco me puedo quejar. Anoche recordábamos cuando llegamos a Santander y vivíamos en un piso dese cuyas ventanas no se veía más que la casa de enfrente... demasiado cerca.
Cuidarse mucho. Un beso.
La película tuvo mucha repercusión, ciertamente es una cinta magnífica, y J. J. Annaud es un magnífico director, a mí me encanta su cine.
EliminarEstá claro que Rosny no pretendía ser estricto en cuanto a reflejar con exactitud determinados aspectos, al margen de los conocimientos que hoy tenemos y en su época no, de aquellos tiempos, pues confiere a la narración un tono épico, heroico, recordando a obras de la antigua Grecia, como pudieran ser La Ilíada y La Odisea de Homero, pero sí es verdad que despliega un amplio muestrario de nomenclatura referente a la flora y la fauna, ahí se notaba su formación científica, aunque con un estilo muy literario, una prosa muy sugerente, bellamente escrita, eso me ha cautivado.
Luis Arsuaga con su obra es un lectura siempre fascinante.
Aprovecharemos esas vistas, desde luego.
Cuídate mucho, amiga Rosa. Un beso.
¡Hola Paco! Es genial la vista que tienes desde tu ventana. Desde la mía, también es chula, pero no tiene nada que ver, se divisa al fondo Madrid, sus luces, sus sombras, el horizonte ahora limpio, pulcro como nunca lo había visto antes. Es abrir la ventana por las mañanas y entra el sol, me asomo, dejo un rato que los rayos me acaricien, me llenen de paz y pienso que ahora la estampa parece que tiene más luz, es como más luminosa.
ResponderEliminarLa novela..., muy oportuna también para estos tiempos, me han encantado tus similitudes, tu encontrar relación entre los dos marcos temporales, porque sí, es cierto que el miedo es atemporal. Vi la película hace mucho, me gustó mucho, igual la vuelvo a ver
Yo también ando un poco dispersa en cuanto a lecturas. He abandonado ya dos, pero no pierdo la esperanza de encontrar alguna que me enganche
¡Cuídate!!
Besos
Es una buena vista, sí, aunque no abarco mucha extensión, bueno, la suficiente para aferrarme a ese paisaje. Seguro que tú sacas también partido a tus vistas, ahora con tanto tiempo para observar, y respirar un aire más limpio, qué cosas.
EliminarLa historia me dio mucho juego para hacer ese paralelismo, y además es una narración de ritmo vertiginoso y muy bien escrita.
No es fácil tener la mente centrada con la que está cayendo fuera, bueno... a trancas y barrancas vamos leyendo algo, seguro que darás con alguna, Marian.
Cuídate!! Besos
Qué agradables vistas tienes, disfrutalas. Gracias por compartirnos tus reflexiones. En lo esencial igual no nos diferenciamos mucho de nuestros antepasados. Un abrazo
ResponderEliminarGracias a ti, Esther. Creo que ahora disfruto las vistas más que nunca. Tienes toda la razón, en lo esencial llevamos mucho de aquellos parientes cavernarios.
EliminarUn abrazo ;)
Paco, ¡qué maravilla! Leí este libro en la misma edición que fotografías, con la misma tapa azul y las bellísimas ilustraciones, hace muchísimos años, cuando tenía catorce aproximadamente. Lo tenía mi padre que detestaba la literatura por anacrónica pero que tenía algunos libros que yo devoraba. Este era uno de ellos. Han pasado, casi cincuenta años desde que lo leí pero guardo la impresión de maravilla que sentí cuando en plena adolescencia leí esta novela que es uno de los relatos más cautivadores que he leído en mi vida por la impresión de vida en estado puro. No sé si es muy verosímil con los datos que tenemos de la historia primitiva pero como relato es tremendo. Todavía tiemblo al recordar las hazañas de Naoh y sus acompañantes. El comienzo del libro, que nos has traído, es ya como para tenerte encandilado y necesitar seguir. Pocos relatos he conocido tan bien planteados y construidos como para tener el lector prendido totalmente de las aventuras de los héroes. Desafortunadamente, este libro -ignoro por qué- no tuvo reediciones en muchos años -ignoro si ahora- porque si las hubiera habido, se lo habría sugerido a mis alumnos en los años noventa cuando las clases de literatura eran potentes laboratorios de pensamiento aprovechando la rebeldía natural de la adolescencia. Puedo entender que me convirtiera en un enamorado de la literatura habiendo leído este libro.
ResponderEliminarAhora estoy leyendo El mago de Lublin de Isaac Bashevis Singer, que te recomiendo. No sé si has leído algo de Singer. Yo leí a mis veinte años La casa de Jampol que perdí -ahora me gustaría releerla-. Es un autor muy olvidado pero digno de consideración. Desde luego El mago de Lublin es muy buena.
Tuve que dejar una novela de Dean Koontz titulada La habitación de los suspiros -intentando leer algo ligero- porque me pareció pésima, inverosímil y carente de cualquier tipo de interés.
Siento intensa añoranza de mis excursiones por la sierra, no tan bonita como la tuya, pero añoro esa sensación de tener el cielo por encima de mí y amplitud de horizontes.
Un abrazo.
Gracias, amigo Joselu. Las ilustraciones son un complemento maravilloso para la narración, la sensación al leerlo junto a esas ilustraciones es más vívida. Los libros que nos han marcado desde muy jóvenes jamás se olvidan, su huella es profunda en nuestro ser, a mí me ha pasado con alguno que otro, por ejemplo, "Tarzán" de Borroughs, recuerdo leerlo con diez u once años embelesado, o David Copperfield de Dickens y algunos más, en colecciones de clásicos juveniles que me compraban mi padre y mi madre... preciosas estampas de mi niñez fascinado con esas lecturas.
EliminarRosny era científico de formación, pero en el relato prima lo literario sobre la rigurosidad científica, eso sí, la gama de nombres en cuanto a fauna y flora es verídica y extensa. Pues hubo reediciones en los 90, concretamente en el 91 (Ediciones Tridente) y en el 92 (Editorial Edaf), lo he mirado.
Tengo El mago de Lublin de Isaac Bashevis Singer, y además otro par de libros con relatos; "Un día de placer", y "El Spinoza de la calle Market", de éste estuve leyendo relatos sueltos el verano anterior, paseando por el campo para más señas, maravillosas esa historias sobre el pueblo judío y su vida cotidiana en el este europeo, con un humor magnífico.
Pues si me cruzo con Dean Koontz y ese libro, le daré esquinazo ;).
Yo también, Joselu, añoro esos paseos sintiendo la brisa campestre, explorando la sierra. Ahora toca esperar...
Un abrazo!
Curiosamente he leído muy recientemente Eugénie Grandet y varios de sus fragmentos me han hecho pensar en la sociedad actual. Tú me has ganado, Paco, y te has retrotraído mucho más lejos en el tiempo.
ResponderEliminarHace algunos años tuve una época en la que gustaba mucho de leer llamémosla novela prehistórica. Me gusta conocer cómo vivían nuestras primeras civilizaciones. Y al final nos separan muchos años pero no tantas cosas. Nos siguen moviendo las mismas emociones, entre ellas, como bien dices, el miedo.
Desde mi ventana veo un no sé si llamar parque o dejarlo en pequeña zona verde. Más allá hay un supermercado y en el bajo del edificio en dónde vivo, otro. Así que por el parque pasan aquellos que sacan al perro a hacer sus necesidades o que van a comprar, aunque también es zona para paseantes de perros y paseantes de bolsas de la compra (que también los hay). Mi vista se complementa con los edificios colindantes, muchos de ellos con pequeñas terrazas a las que salen sus habitantes con más asiduidad de lo habitual. Me estoy dando cuenta de que me estoy volviendo un poco vieja del visillo, yo que tan poco cotilla era.
Un abrazo
Hola, Lorena.
EliminarSí, he visto por tu blog que has traído a Balzac con Eugénie Grandet, lo tengo por mi biblioteca, y por supuesto leeré con atención tu comentario, como siempre hago.
Pues es verdad, como dice Esther, en lo esencial los primeros humanos y los últimos somos lo mismo, nos asombran y atenazan cuestiones idénticas, el miedo a lo desconocido (como este virus), o nos asombra y deslumbra un imponente arcoíris, como les sucedía a los primitivos de "La conquista del fuego" y a nosotros.
Últimamente, como no podía ser de otra manera, me asomo bastante a la ventana, de hecho mi mente está inquieta, o saturada, y leer no siempre me resulta fácil, así que prefiero asomarme a la ventana y dejarme acariciar por el sol tibio, respirar un excelente aire, contemplar las montañas, y divagar mi mente con el paisaje, por la noche leo algo, poco, pero leo... es una necesidad, al menos un rato tengo que hacerlo.
Jaja, buen tanto eso de la vieja del visillo!
Un abrazo, Lorena.
yo soy más panorámico, veo montañas, parques, casas, calles, pero son cosas tan comunes que no las miro, o si lo hago, lo hago con músicas, para ser diferentes. El mundo es diferente e igual hayan pasado un siglo o mil, porque la vida, la que conocemos y pensamos o estudiamos, al menos esta vida de la que hablamos, la rigen los hombres y las mujeres, y en realidad somos iguales ahora que milenios, el odio es el mismo, y el amor, y el temor y la envidia, y el rencor, y la amabilidad es la misma, luego somos lo mismos.
ResponderEliminarcuídate
gracias
Aunque el paisaje frente a nuestra ventana sea inmutable (que tampoco es del todo así... la luz diurna y las nubes lo cambian a su antojo), el estado anímico también lo matiza, unos días puedes tener la sensación de verlo como un cuadro impresionista van Gogh, otro como un cuadro barroco de Rembrandt, abstracto, o naíf... y claro, la música lo transforma también.
ResponderEliminarSí, las grandes cuestiones nos hacen iguales en todos los tiempos.
Cuídate, Wineruda, gracias a ti.
Yo creo que la película se llama En busca del fuego ¿no? La he visto infinidad de veces con mis alumnos/as y pese a ser muda, les encanta. Además habla de la posibilidad de cruce entre los Neandertal y Cromagnon que siempre se había descartado pero desde hace poco ya no se descarta.
ResponderEliminarNunca pensé en el libro... y resulta que es bueno!!
Yo también tengo amagos de ansiedad (me ayuda mucho el yoga a afrontarlos).
Un abrazo y cuidaos mucho (esa ventana vale un potosí).
Sí, en España tiene ese título. Creo que es una película muy ilustrativa, y además entretenida, para ser vista por los alumnos, como también cuenta Rosa Berros por arriba.
EliminarLa novela desde luego es magnífica, una óptima lectura para estos días, bueno para cualquier momento.
Excelente opción la del yoga, Laura.
Ay, esa ventana es un lujo.
Gracias, cuídate mucho también.
Abrazo!
Creo que del pasado hay que recordar lo bueno. Hay que vivir el presente con la mayor intensidad posible y ser optimista para afrontar lo que nos legue el futuro siempre incierto.
ResponderEliminarAbrazos
Como siempre, tomo nota de tus recomendaciones bibliográficas
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con tu postura, amigo Luis Antonio.
EliminarUn fuerte abrazo, cuídate.
Preciosas vistas, Paco. Las mías son tejados, jaja. Pero bueno, coincido contigo en que el cielo tiene un aspecto extraño estos días, más diáfano y he visto más aves que nunca rondando. La naturaleza vive una tregua.
ResponderEliminarEn cuanto a la novela de los hermanos Rosny (pensaba que fue escrita por los dos, veo que no), es excepcional y aunque el estudio de la Prehistoria ha avanzado mucho, ha inspirado a generaciones de arqueólogos y paleoantropólogos.
A mí también me está costando centrarme estos días, pero cuando llegas a una historia que te atrapa de tal manera...Creo que no es tiempo para cualquier lectura. Necesitamos historias que nos trasladen a otro mundo, a otra época, personajes que nos hagan viajar. Me ha pasado con "Guerra y paz" y "Salomé", que he abordado estas semanas de encierro.
Me alegra leerte y que todo siga bien.
Un abrazo.
Pues sí, tengo bonitas vistas, al menos es una vía de escape mirar al paisaje, me suele relajar. Ahora echo terriblemente de menos avistar aves en mis paseos por el campo, ahi veo mogollón, si bien es cierto que ahora pueden verse merodeando tranquilamente por las calles, aprovechan bien la tregua, como bien dices.
EliminarCierto, esta novela fue escrita por el mayor, al principio la publicaba por entregas, hacia 1909, posteriormente le sugirieron, dado el éxito, presentarla en un único formato, la novela, y la acogida fue clamorosa, un exitazo allá por 1911. Es verdad, la novela fue inspiradora para otras corrientes y autores, Rosny también era científico, aunque en la novela prefirió reflejar un dimensión mítica y heroica de aquellos primitivos, pero la narración es una maravilla, una obra para releer.
No son días fáciles, Gerardo, yo tengo momentos que me cuesta abrir un libro, ando disperso, y entonces me tomo un té, me asomo al balcón o a la ventana... y me dedcio a la contemplación, sin más. Luego aparecen mis enanas... y se acabó el karma, jaja.
Guerra y paz es un novela que aún no he leído, pero lo haré.
Gracias, amigo. Espero que vayáis bien por allí, y se haya calmado un poco el vendaval por Tomelloso.
Un abrazo!