P. Castillo

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miércoles, 5 de mayo de 2021

 

Ayuso



Ayuso ha sido la mejor jugadora de póquer en esta partida por el feudo madrileño, si todos iban con su farol o embuste, el de Ayuso ha sido el mejor, si todos iban con un as en la manga, el de Ayuso ha sido también el mejor.

Cuando salí ayer de mi colegio electoral, voté junto a mi mujer casi a las 19:00 h (exactamente a las 18:50), nos sorprendía gratamente la altísima participación comparada con los comicios anteriores, y muy especialmente la participación en ese sur obrero y humilde de la Comunidad, lo que alentaba mis pronósticos en favor de un resultado ajustado entre el bloque más a la izquierda y el de la derecha, con Ayuso y Vox (excluí a Cs, que ya daba por desaparecidos de Madrid).

Mi mujer y yo no somos votantes de la derecha, nuestros votos se repartieron entre la señora Mónica García, de Más Madrid, y Gabilondo, del Psoe. A ninguno de los dos nos terminaba de convencer Pablo Iglesias, aficionado también al “ruido” como los voceros de las derechas, me cansa eso de estar siempre a la gresca.

Mi desconcierto fue in crescendo al comprobar que ese ansiado voto del sur obrero, los más precarios, el de la población con las rentas más bajas, fue a la derecha, así es, lo acaparó Ayuso como demostración de lo efectivo que ha sido su discurso, magistralmente dirigido al corto plazo, a las sensaciones y emociones del momento, al hartazgo de las restricciones pandémicas, contraponiendo esas restricciones al placer de tomarse unas cañitas en la terraza, salir con los amiguetes de copeo y aperitivos, tomar unos calamares y mover el body en la discoteca, “por que nos da la gana”, y punto, decía Ayuso en un mitin. 

Y eso ha calado en el sufrido y cansado madrileño de la pandemia, sobre todo en los humildes del sur, bastante más sufridos y cansados que los del barrio de Salamanca.

Ayuso sabía muy bien hacia dónde apuntar, no era a las necesidades cruciales de Madrid con la sanidad a la cabeza; tomar unas cañitas y vermout en una terraza no es una necesidad esencial, sino a los deseos inmediatos, más viscerales y primarios, su discurso se ha elaborado apelando a esos sentimientos y emociones que brotan a flor de piel. 

Lo paradójico, siendo el PP un feroz enemigo de los populismos, es haber aupado con Ayuso uno de los discursos más populistas que se recuerdan en una campaña madrileña, y si apelar a la libertad, en plena pandemia y emergencia sanitaria, de tomarse unas cañitas porque me da la gana, reunirme con mis  colegas porque me da la gana y de bailar en la discoteca por que yo lo valgo y que se joda el virus, si eso no es populismo… entonces no sé en qué planeta habito.

Hace días me leí los programas electorales (sí, lo hago) de las formaciones en litigio, puse especial interés en las medidas en Medio Ambiente, las del Psoe estaban casi al principio del programa, eran extensas. Las de Más Madrid eran igualmente muy extensas.

Como ya intuía antes de encararlas, las medidas medioambientales de la derecha eran poco menos que una broma de mal gusto (¿Cuándo carajo le importado a la derecha los árboles, los bosques, ríos, las aves, el aire limpio, etc, etc?), el apartado medioambiental del PP de Ayuso estaba arrinconado al final, creo recordar que la medida estrella, entre lo exiguo de propuestas, era plantar 500.000 árboles, lo anecdótico es que esto ya se planteaba pues Filomena destruyó tropecientos mil.

Pero ahí no acaba la cosa, yo ya me sé eso de los árboles en mi rico y rutilante municipio, Pozuelo, feudo indiscutible de la creme de la creme pepera. Resulta que ahora van a construir la enésima urbanización de lujo en un área de gran valor ecológico, nada menos que Montegancedo, arrasarán miles de Pinos centenarios, encinas y otras especies arbóreas, de hecho lo harán más pronto que tarde pues el proyecto se aprobó. Esto de arrasar grandes masas forestales para levantar urbanizaciones elitistas que solo una minoría puede permitirse ya es practica antigua en mi municipio.

De nuevo el ladrillo, ladrillazo por aquí y ladrillazo por allá, esa manera de enfocar que tiene el pp las políticas municipales, en cuanto ven zonas agrestes y boscosas, campos idílicos, sus ojos los transforman en apabullantes urbanizaciones, complejos turísticos y centros comerciales, por cada pino centenario o encina ven en sus bolsillos  “money” contante y sonante. Eso de observar volar milanos negros, reales, alcaudones, etc, es para cuatro estúpidos románticos, eso no da un euro, a ver si os enteráis, el progreso es otra “cosa”.

He ahí la trampa, Ayuso plantará 500.000 árboles y dentro de unos meses, con el beneplácito de su alcaldesa del PP, se arrasarán  650.000, me salen números rojos medioambientales.

El progreso, (sacrosanta palabra) en la derecha consiste en llenar de cemento y contaminación áreas en donde antes había naturaleza, vida animal y aire más o menos respirable. Se elimina a los productores de oxígeno para sustituirlos por productores de contaminación, eso siempre estuvo en las políticas de la derecha, no me invento nada.

 

El pueblo madrileño ha elegido.

Han considerado que lo primordial ahora es tomarse unas cañitas en la terraza, mientras calienta el solecito primaveral, y luego por la tarde, porque me da la gana, me echo un bailecito.

Y todos gritan Libertaaaad, como el William Wallace de Brave Heart, todo muy cinematográfico.

Respirar veneno en la Gran Vía madrileña ahora no es importante, estamos en otras cosas, los jóvenes franceses que acuden al reclamo de la fiesta madrileña lo saben bien, lo que importa es el ahora, y mañana a otra cosa mariposa.

 ¿Y el medio ambiente?

¡Pero si están los campos verdísimos y llenos de flores!, piensan tantos madrileños con su tapa de calamares y cañita en las manos, qué grande es Ayuso dicen al sol de la terracita primaveral, mientras degustan una ración de patatas bravas.

Por cierto, hoy no hay una sola nube por aquí, parece que han puesto pies en polvorosa…

 





lunes, 3 de mayo de 2021

 

Murallas en el cielo


Viernes 30 de mayo.

 

Ayer escuché en la radio que el día estaría nublado (el viernes pasado), lo cierto es que ha lloviznado por la noche, pero al salir hacia el colegio con mis hijas y mi mujer, teníamos un perfecto cielo primaveral, un azul limpio, aunque se veía amenazado por el avance de unos espectaculares cumulonimbos, unas nubes muy fotogénicas.




Fotos, Paco Castillo

Una vez en casa, ya solo, después de que Araceli saliese a su trabajo, me he tomado un descafeinado, hace un tiempo que lo tomo sin cafeína por una medicación… pero no es lo mismo, he preparado mi cámara de fotos y he cogido un libro, presto a salir fuera.

He regresado hace nada de un paseo campestre.

Suelo ir mucho a unas eras solitarias de gente, que no de vida, son de vegetación humilde, retamas sobre todo, pero a cambio ofrecen ese aspecto primaveral de alfombras multicolores, aunque suene cursi es una veraz comparación, si las miras con ojos entrecerrados, provocando el abigarramiento cromático, parece uno de esos cuadros impresionistas que Vincent Van Gogh pintó en Arlés. Por cierto, tengo una biografía de Van Gogh y me remitiré a su principio más abajo.


Foto, Paco Castillo

Las praderas que frecuento están situadas a sotavento respecto a la sierra madrileña, esto quiere decir (sotavento) que estoy en el lugar opuesto de donde viene el viento, a partir de un enclave determinado, en este caso la sierra de Guadarrama, así que a primeras horas sientes una brisa serrana y fresca sobre el rostro, suavizada por el clima más cálido de esta época. En invierno, paseando por aquí y en un día claro, he visto llegar copos de nieve arrastrados por el viento de barlovento desde la sierra, mientras el cielo estaba azul radiante, extraña visión.

 

No es lo mismo una caminata en el despuntar del día que a últimas horas de la tarde. Por la mañana temprano la luz solar es diferente, aún está desperezándose, los sonidos del campo son diferentes, destacan los trinos de los mirlos, más madrugadores que otros pájaros, o tal vez sea el armonioso poderío de su canto, que parece enmudecer al resto, excepto a las urracas… pero éstas no cantan, solo graznan, del mismo modo que hacen muchos políticos, graznar, fenómeno que nada tiene que ver con Aznar, o igual sí.

Aunque a medida que avanza la mañana van cambiando las tornas y los jilgueros, vencejos o golondrinas acaban imponiéndose.

Foto, Paco Castillo

Esto dice la reconocida compositora finlandesa, Kaija Saariaho (1952) respecto a la música:

“El canto de los pájaros en los bosques finlandeses en mi infancia es la música más bonita que he escuchado.”

El olor campestre también es diferente, todo amanece acariciado por el rocío y te embriaga el aroma a flores frescas.



Fotos, Paco Castillo

Y si además ha llovido verás los espigales engalanados con las gotas de lluvia, como si estuvieran enjoyados con perlas, igual que las telarañas y las gotitas prendidas de los hilos, que vistas a cierta distancia parecen las gargantillas de una vieja condesa… no sé si la condesa también será viuda negra, como la despiadada araña, la única vida social de esta araña tiene lugar en el apareamiento con el macho, y una vez que éste ha “cumplido” será devorado por su amante.

La violencia de género siempre ha existido en la Naturaleza, y lo singular es que se presenta como el reverso de lo acontecido en las sociedades humanas, en el ámbito natural generalmente el macho es quien resulta devorado, sobre todo al realizar el acto sexual.

El macho de la mantis religiosa es despezado por la hembra, a veces incluso cuando está todavía copulando… depende de lo religiosa que en ese momento esté la compañera mantis, no me negaréis que su religiosidad tiene mucho morbo.

Ignoro si estas leyes de la Naturaleza son un acto de justicia poética. 

Todo tiene su anverso y reverso.

Al iniciar la caminata tenía un par de intenciones claras; ver a mi colega, un cernícalo primilla que  además sé donde anida, pero obviamente no lo molesto, y un milano negro, ambos suelen sobrevolarme cuando incursiono por las praderas, ya de un verde intenso salpicado con los colorines de las flores; amapolas, margaritas, verbenas, aguileñas, alisos, arvejas, campanillas, malvas, centellas, genistas, jaras, etc, etc.


Foto, Paco Castillo

Bueno, estaba con mis amigos alados. Los dos llegan cada primavera desde África y, asombrosamente, lo hacen sin la condición de refugiados. Será que tienen permiso divino; “los mensajeros de los dioses” , tal cual señalaba Eurípides a los pájaros.

Me gusta mirar al cielo, lo observo mucho, tal vez engañándome por pensar que ahí arriba no existen refugiados ni murallas… pero murallas hay, no las han construido porque materialmente es imposible, pero han redactado en un documento oficial que ese cielo de arriba tiene propietarios.

Y si no que se lo digan a aquel adolescente alemán, Mathias Rust, que allá por el 87 aterrizó con una destartalada cesna nada más y nada menos que junto a la Plaza Roja de Moscú, burlando todo el espacio de defensa de media Europa, incluida la casi inexpugnable muralla aérea del Kremlin, una inocente aventura de Mathias que le pudo costar la vida. Lo pagó con un año de cárcel en Moscú, poquita cosa para lo que todo el mundo esperaba.

Lo fascinante es que el propio Gorbachov se frotó la manos de satisfacción con esta fanfarronada del adolescente alemán. Lo aprovecharía para deshacerse de un nutrido grupo de militares y funcionarios, culpables directos de este grave descuido, que además eran indisimulados opositores a la Perestroika de Gorbachov y su apertura a la democracia y al mundo… vaya con la broma del mozalbete alemán y lo que esta supuso para la geopolítica mundial, escribió en el cielo con su cesna una nueva realidad.

Somos lo más, como no podíamos construir un muro en el cielo lo hemos levantado sobre un documento que lo representa, somos grotescos a más no poder.

Los pájaros, como mis colegas el cernícalo y el milano, son libres para volar en esos cielos prohibidos, ya dijimos que ellos no tienen condición de refugiados.

Las nubes igualmente tienen libre acceso.


Foto, Paco Castillo

A golpe de talonario se puede vallar el cielo, o incluso comprar la eterna juventud. Michael Jackson lo hizo, se compró una carísima cámara hiperbárica para permanecer “forever young” (joven para siempre), que dice una canción. Y a fe que lo consiguió, murió aún joven. Ya es eternamente joven.

Me llevé también un libro al campo, “La vida de un inútil”, de Joseph von Eichendorff, otro escritor del romanticismo alemán que he estado ojeando después de Novalis.


La novela de Eichendorff arranca con una escena protagonizada por gorriones sobre el tejado de un viejo molino (tengo la impresión de que los molinos siempre fueron viejos), y la nieve deslizándose por el tejado de éste… otro mundo.


A este paso mi blog se va a convertir en un santuario para los gorriones, ya que menciono el molino y los gorriones de Eichendorff, sabed que en el campo la subespecie de gorrión predominante es el gorrión molinero, mira tú por donde.

Los gorriones copan muchas “portadas” y letras por aquí. A veces de tanto observarlos creo que se producirá una transmigración; los gorriones cada vez se parecen más a mí, acabarán leyendo a Delibes (que también los escribe en sus novelas), y yo terminaré siendo uno de ellos, calentándome con un tibio sol invernal sobre un desvencijado molino, y simplemente leyendo las nubes y el cielo.

Una de mis hijas, Izaskun, alimentando a los gorriones en el Parque del Retiro, Madrid. Foto, Paco Castillo.


Ahora es domingo por la tarde (aunque leeréis esto el lunes), el cielo ya está algo ajado, maleado, no tiene esa virginidad matinal. Desde mi ventana se escucha el arrullo de una paloma que no veo, y el piar de unos gorriones, como no.

Las tardes del domingo por aquí son calladas y las calles se ven despejadas, sin gentío. Pero a un kilómetro escaso de mi puerta, está esa campiña que os he contado, ese óleo de Van Gogh, ahora os muestro el comienzo de su biografía que os refería por arriba:

«Si hubiera alzado la voz desde el principio, en vez de callarme en todas las lenguas del mundo», gritaba Van Gogh, de quien no se sabe si fue un pintor, un grito o la soledad misma (…)

Si estoy en lo cierto, los únicos gorriones que pintó Van Gogh fueron unos muertos.


Cuadro gorriones muertos


Por el contrario, en sus últimas semanas con vida, pintó al oleo unos cuervos que volaban sobre un trigal de Arlés al atardecer, cuando la luz del sol ya había muerto, y bajo un violento cielo que presagiaba la inminente tormenta.



Eso sí, no receléis de los cuervos, el dios nórdico Odín portaba dos sobre sus hombros; Hugin (el Pensamiento) y Munin (la Memoria), que volaban por el mundo para traerle noticias. 


Foto, Paco Castillo


Pero siempre temía que no regresasen, especialmente Munin… la Memoria.