Lluvias,
Machado, Azorín… Huir
En los últimos días he asistido
expectante a la lluvia promisoria que ha atenuado la sed del campo.
Una expectación que iba in crescendo ante la ansiada caminata, allende la hostilidad de cementos y asfaltos, sabiendo que el agua del cielo era la catarsis esperada por la tierra exhausta.
Y ese desfallecer de la tierra me
lleva a su encuentro para observar los signos de su renacimiento, y buscar su compañía
silenciosa rememorando aquellas palabras que, tiempo atrás, leyera a Benedetti:
(…) La tierra exasperada
reclama una caricia
que no la olviden
no la olviden nunca
por eso se estremece
de abandono
tan solo si la aman
si la amamos
volverá a concedernos
el perdón del silencio
el amor de la calma
Ahora camino por terreno cubierto del verdoso espesor de la hierba, con ese moteado impresionista de vivos colores amarillos, propio de muchas crucíferas (aquellas cuya flor posee cuatro pétalos), tales como los jaramagos, de las más madrugadoras en primavera, junto a las aún tímidas ¿aguileñas? con su delicado tono malva.
O el lamium (falsa ortiga u ortiga muerta), que se zafa del espesor, impetuosa, a relamer algún rayo de sol despistado…
Pero sé que bajo la belleza
exuberante de las flores silvestres también hay muerte, aunque la muy pérfida se engalane con la hermosura primaveral; “Muerte entre las flores”, rezaba la
magnífica película de los hermanos Coen (la cinta era una libre adaptación de
dos novelas de D. Hammett; “La llave de cristal” y en menor medida, la “Cosecha roja”).
En esta ocasión me acompañó, entre otros, Antonio Machado con el “Caminante”... No había duda.
Tal era mi ansia por salir, por hundir mis huellas en la tierra porosa, que me importó un comino la previsión de lluvia inminente.
El cadalso
La aurora asomaba
lejana y siniestra.
El lienzo de Oriente
sangraba tragedias,
pintarrajeadas
con nubes grotescas.
En la vieja plaza
de una vieja aldea,
erguía su horrible
pavura esquelética
el tosco patíbulo
de fresca madera…
La aurora asomaba lejana y siniestra.
Hastío
por la estancia familiar,
el amplio cuarto sombrío
donde yo empecé a soñar.
Del reloj arrinconado,
que en la penumbra clarea,
el tictac acompasado
odiosamente golpea.
Dice la monotonía
Del agua al caer:
Un día es como otro día;
hoy es lo mismo que ayer.
Cae la tarde. El viento agita
el parque mustio y dorado…
¡Qué largamente he llorado
toda la fronda marchita!
Antonio Machado
Y así ocurrió con el pronóstico, justo cuando sorteaba los charcos del sendero y miraba en ellos el cielo reflejado, advertí que bullían por un frenético repiquetear, señal de una copiosa lluvia.
Bueno, hay maneras y
maneras de que la lluvia se precipite sobre uno. Yo acababa de leer un
prodigioso pasaje de Azorín, así que la lluvia enmarcó de forma sublime aquel
instante lector.
Fijaos que ventana nos abre
Azorín para que nos asomemos al paisaje que contempla(mos).
“A lo lejos, una torrentera rojiza
rasga los montes; la torrentera se ensancha y forma un barranco; el
barranco se abre y forma una amena
cañada. Refulge en la campiña el sol de agosto. Resalta, al frente, en el azul
intenso, el perfil hosco de las Lometas; los altozanos hinchan sus lomos; bajan
las laderas en suave enarcadura hasta las viñas. Y apelotonados, dispersos,
recogidos en los barrancos, resaltantes en las cumbres, los pinos asientan
sobre la tierra negruzca la verdosa mancha de sus copas rotundas. La luz pone
vivo claror en los resaltos; las hondonadas quedan en la penumbra; un haz de
rayos, que resbala por una cima, hiende los aires en franja luminosa, corre en
diagonal por un terreno, llega a esclarecer un bosquecillo. Una senda blanca
serpentea entre las peñas, se pierde tras los pinos, surge, se esconde,
desaparece en las alturas. Aparecen, acá y allá, solitarios cenicientos, los
olivos, las manchas amarillentas de los rastrojos contrastan con la verdura de
los pámpanos. Y las viñas extienden su sedoso tapiz de verde claro en anchos
cuadros, en agudos cornijales, en estrechas bandas que presidían blancos
ribazos por los que desborda la impetuosa verdura de los pámpanos.”
Azorín
Por eso me llevé también
este libro, quería sentir el efecto de esas líneas caminando bajo la llovizna
campestre.
Continúo hacia uno de mis sitios
preferidos, es un enclave de humildes dimensiones pero muy generoso en
tomillos. De tal suerte que al agacharte, los brotes te agasajan con su
deliciosa fragancia.
Eso sí, la omnipresente modernidad
siempre acaba irrumpiendo a empujones donde menos se la espera y se la desea.
Y no renuncia a proclamar su imperio en cualquier lugar, a dejar su impronta allá, donde el aroma de los humildes tomillos no ansía más poder que la mirada serena de un caminante.
No sé si
en esta descarada intromisión de la marca global se encuentra... "La chispa
de la vida". Lo dudo seriamente.
Percibo, sin embargo, que apenas quedan reductos en los que refugiarse, a los que huir (¿la lectura?, ¿escribir?).
Foto, Paco Castillo
Unos literatos escribieron en sus
libros que sí existe refugio; se halla dentro de uno mismo. Otros, como Dostoievski, no se han cansado de reflejar lo opuesto en su literatura, que no existe
presidio más angustioso que nuestro interior, de hecho ese es el núcleo, el conflicto, de toda su obra; léase "Los hermanos Karamazov".
Sumido en estos pensamientos aterrizo bruscamente en el asfalto.
Entonces recuerdo otra huida, aquella que nos mostró Truffaut a través de un chiquillo inquietante en "Los 400 golpes"; Antoine Doinel, jovenzuelo que ante la carencia afectiva de sus progenitores, deviene en un rebelde y díscolo muchacho, que siente en su piel la incomprensión de todos, del mundo.
Es como si esa angustia personificada que retratara Munch; “El grito”...
Imagen obtenida de la Wikipedia
hubiera usurpado el cuerpo de
Antoine, y en el lamento desesperado echase a correr. Pero…
Escapar, ¿de quién?
Huir, ¿a dónde?
Un paseo precioso.
ResponderEliminarGracias, Esther.
EliminarMe alegro que lo hayas disfrutado.
Un abrazo.
Veo que llevas la mochila provista de buenos manjares, Benedetti entre otros. Recuerdo una frase suya que se me ha quedado grabada: "Uno, generalmente, no puede hacer lo que quiere, pero tiene todo el derecho a no hacer lo que no quiere".
ResponderEliminarY a lo que vamos. precioso paseo con lluvia incluida. Y si, la primavera ya está aquí esperando a que los caminantes como tu nos vayan mandando fotos de sus paseos con libros.
Un abrazote y mil gracias
salut
Ya ves, Miquel, poco necesito para disfrutar de lo lindo; cómodo calzado para caminar, mis viejos prismáticos y cámara, el petate con algún libro... y campo a través.
EliminarSoy poco amigo de encerrarme en los bares, aunque un vinito de vez en cuando no digo que no.
Con Benedetti mejor tener una libreta a mano, desde luego.
Está precioso el campo con la recién estrenada primavera, la lluvia de estos días ha sido providencial.
Gracias a ti, querido amigo.
Abrazo y salut
Un paseo con muy buena compañía literaria (Benedetti, Machado, Azorín...), aunque la cinematográfica tampoco está mal, Muerte entre las flores es una de mis películas favoritas de todos los tiempos y, inculta de mí, he de confesar que no sabía que se basaba en dos historias de Hammett. Cosecha roja la he leído y no hubo nada que me recordara la película. La llave de cristal, aun la tengo pendiente. Aprovecharé para ver la película por enésima vez. A ver si me funciona el DVD que hace tiempo que no pongo nada en él.
ResponderEliminarUn beso.
Pues sí, Rosa, el guiño cinematográfico es también muy atractivo. La verdad es que los Coen hicieron una adaptación muy libre en esta estupenda película, tanto que mezclaron ambas novelas de Hammett, si bien la Cosecha roja tiene una proporción mucho menor que La llave de cristal.
EliminarUn gran plan, una tarde de buen cine en casa siempre es un plan ganador, la verdad es que yo hace tiempo que no lo hago... me tengo que animar más pronto que tarde.
Gracias, amiga.
Besos
Las promisorias lluvias últimas me han traído algunos sustos y preocupaciones por haber detectado el local de abajo de mi casa unas filtraciones masivas cuando llueve recio. Por más que he indagado de diversos modos e intervención de albañil, no he logrado saber cuál es el origen de dicha filtración, así que cuando llueve estoy en un ay y me siento devorado por la inquietud. Todavía no he salido a la naturaleza en el último mes para disfrutar de esa apetencia del agua de la tierra. Me han deleitado los textos de Machado y Azorín al que hace mucho que no leo. El último libro que leí suyo fue Los pueblos y hace demasiado que lo leí. ¡Qué bien que escribía! Cuando lo leo siento mi inhabilidad para enhebrar palabra tras palabra con sentido aunque ahora José Martínez Ruiz no esté de moda. Ahora se escribe sin estilo, de hecho, este molesta porque se quiere leer plano, como el agua y el trabajo sobre el lenguaje se considera aburrido o cansino. El otro día recordaba en una caminata a un amigo que en los años ochenta mis alumnos leían sin demasiados problemas La Celestina y la disfrutaban pero al comienzo del nuevo siglo se había convertido en ilegible por completo. La sintaxis se ha convertido en lineal y transparente. El lenguaje se ha hecho tan simple y esquemático que no queda nada a la imaginación. Los poemas de Machado me evocan otro sobre la lluvia en su estancia en Baeza. Antonio siempre tan sugestivo y rítmico. Recuerdo que a mis dieciséis años me iba con mi novia las tardes de domingo a leer sus Poesías completas. Luego he pensado que tal vez ella ansiaba otra cosa. No lo sé. Leíamos Meditaciones rurales, es probablemente el poema que más me ha llegado de Antonio por mi carácter melancólico y secundario. Esa tarde interminable de invierno en que cae la lluvia sin parar...
ResponderEliminarNunca llueve a gusto de todos, dice nuestro proverbial refranero que tanto fascinaba al hispanista Walter Stark. Yo ahora llevo unos días frenéticos con trámites y papeleos varios, de ahí que a penas tenga un momento tranquilo para contestaros. Bueno, ojalá que se resuelva tu contratiempo lo más pronto posible.
EliminarDeleite es una palabra que resume bien la sensación de leer a estos autores, y es cierto, uno los lee constatando cuan lejos está su talento de nuestros humildes intentos por "enhebrar palabra tras palabra", como bien señalas, pero al menos queda el placer de leerlos, que es mucho. Estoy muy de acuerdo con esa idea que reflejas sobre la escasa importancia hacia el buen uso del lenguaje, no ya en el hablante común, algo que ya campa como costumbre, sino incluso entre quienes se dedican a la escritura, como si cuidar el uso de la palabra fuera, del idioma, fuera a contracorriente de la modernidad, un anacronismo, es significativo del nivel cultural de una sociedad.
Conozco ese libro de Azorín; "Pueblo", lo comenté en este blog, un prodigio narrativo.
Conociéndote, Joselu, tengo claro que a la mínima oportunidad te darás una de esas caminatas antológicas que tan bien nos relatabas antes.
Ahora ya no cae la lluvia, pero resopla un viento gélido más propio de principios de enero, eso hace que que los caminantes en el campo sean testimoniales, ya de por sí en parajes más o menos solitarios por los que me muevo, creo que son escenarios muy machadianos, me gustan.
También yo, adolescente, escribía algún que otro poema a alguna novieta, pero yo imitaba más a Bécquer.
Cuídate, amigo.
"Walter Starkey", lo había puesto mal.
EliminarPOEMA DE UN DÍA
ResponderEliminarMeditaciones rurales
Heme aquí ya, profesor
de lenguas vivas (ayer
maestro de gay-saber,
aprendiz de ruiseñor)
en un pueblo húmedo y frío,
destartalado y sombrío,
entre andaluz y manchego.
Invierno. Cerca del fuego.
Fuera llueve un agua fina,
que ora se trueca en neblina,
ora se torna aguanieve.
Fantástico labrador,
pienso en los campos. ¡Señor,
qué bien haces! Llueve, llueve
tu agua constante y menuda
sobre alcaceles y habares,
tu agua muda,
en viñedos y olivares.
Te bendecirán conmigo
los sembradores del trigo;
los que viven de coger
la aceituna;
los que esperan la fortuna
de comer;
los que hogaño
como antaño
tienen toda su moneda
en la rueda,
traidora rueda del año.
¡Llueve, llueve; tu neblina
que se torne en aguanieve,
y otra vez en agua fina!
¡Llueve, Señor; llueve, llueve!
En mi estancia, iluminada
por esta luz invernal
—la tarde gris tamizada
por la lluvia y el cristal—,
sueño y medito.
Clarea
el reloj arrinconado,
y su tic-tic, olvidado
por repetido, golpea.
Tic-tic, tic-tic... Ya te he oído.
Tic-tic, tic-tic... Siempre igual,
monótono y aburrido.
Tic-tic, tic-tic, el latido
de un corazón de metal.
En estos pueblos, ¿se escucha
el latir del tiempo? No.
En estos pueblos se lucha
sin tregua con el relò,
con esa monotonía
que mide un tiempo vacío.
Pero ¿tu hora es la mía?
¿Tu tiempo, reloj, el mío?
(Tic-tic, tic-tic... ) Era un día
(tic-tic, tic-tic) que pasó,
y lo que yo más quería
la muerte se lo llevó.
Lejos suena un clamoreo
De campanas...
Arrecia el repiqueteo
de la lluvia en las ventanas.
Fantástico labrador,
vuelvo a mis campos. ¡Señor,
cuánto te bendecirán
los sembradores del pan!
Señor, ¿no es tu lluvia ley
en los campos que ara el buey
y en los palacios del rey?
¡Oh agua buena, deja vida
en tu huida!
¡Oh tú, que vas gota a gota,
fuente a fuente y río a río,
como este tiempo de hastío
corriendo a la mar remota,
con cuanto quiere nacer,
cuanto espera
florecer
al sol de la primavera,
sé piadosa,
que mañana
serás espiga temprana,
prado verde, carne rosa,
y más: razón y locura
y amargura
del querer y no poder
creer, creer y creer!
Anochece;
el hilo de la bombilla
se enrojece;
luego brilla,
resplandece
poco más que una cerilla.
Dios sabe dónde andarán
mis gafas... Entre librotes,
revistas y papelotes,
¿quién las encuentra?... Aquí están.
Libros nuevos. Abro uno
de Unamuno.
¡Oh el dilecto,
predilecto
de esta España que se agita,
porque nace o resucita!
Siempre te ha sido, ¡oh Rector
de Salamanca!, leal
este humilde profesor
de un instituto rural.
Esa tu filosofía
que llamas diletantesca,
voltaria y funambulesca,
gran Don Miguel, es la mía.
Agua del buen manantial,
siempre viva,
fugitiva;
poesía, cosa cordial.
¿Constructora?
—No hay cimiento
ni en el alma ni en el viento.—
Bogadora,
marinera,
hacia la mar sin ribera.
Enrique Bergson: Los datos
inmediatos
de la conciencia. ¿Esto es
otro embeleco francés?
Este Bergson es un tuno;
¿verdad, maestro Unamuno?
Bergson no da como aquel
Immanuel
el volatín inmortal;
este endiablado judío
ha hallado el libre albedrío
dentro de su mechinal.
No está mal:
cada sabio, su problema,
y cada loco, su tema.
Algo importa
que en la vida mala y corta
que llevamos
libres o siervos seamos;
mas, si vamos
a la mar,
lo mismo nos han de dar.
¡Oh, estos pueblos! Reflexiones,
lecturas y acotaciones
pronto dan en lo que son:
bostezos de Salomón.
¿Todo es
soledad de soledades,
vanidad de vanidades,
que dijo el Eclesiastés?
Mi paraguas, mi sombrero,
mi gabán... El aguacero
amaina... Vámonos, pues.
Es de noche. Se platica
ResponderEliminaral fondo de una botica.
—Yo no sé,
Don José,
cómo son los liberales
tan perros, tan inmorales.
—¡Oh, tranquilícese usté!
Pasados los carnavales,
vendrán los conservadores,
buenos administradores
de su casa.
Todo llega y todo pasa.
Nada eterno:
ni gobierno
que perdure,
ni mal que cien años dure.
—Tras estos tiempos, vendrán
otros tiempos y otros y otros,
y lo mismo que nosotros
otros se jorobarán.
Así es la vida, Don Juan.
—Es verdad, así es la vida.
—La cebada está crecida.
—Con estas lluvias...
Y van
las habas que es un primor.
—Cierto; para marzo, en flor
Pero la escarcha, los hielos...
—Y además, los olivares
están pidiendo a los cielos
agua a torrentes.
—A mares.
¡Las fatigas, los sudores
que pasan los labradores!
En otro tiempo...
—Llovía
también cuando Dios quería.
—Hasta mañana, señores.
Tic-tic, tic-tic... Ya pasó
un día como otro día,
dice la monotonía
del reló.
Sobre mi mesa Los datos
de la conciencia, inmediatos.
No está mal
este yo fundamental,
contingente y libre, a ratos,
creativo, original;
este yo que vive y siente
dentro la carne mortal
¡ay! por saltar impaciente
las bardas de su corral.
"En estos pueblos, ¿se escucha
Eliminarel latir del tiempo? No.
En estos pueblos se lucha
sin tregua con el relò,"
Tras estos tiempos, vendrán
otros tiempos y otros y otros,
y lo mismo que nosotros
otros se jorobarán.
Así es la vida, Don Juan.
—Es verdad, así es la vida.
—La cebada está crecida.
—Con estas lluvias...
Por eso me gusta leer poesía... por la dimensión que adquiere lo leído en la mirada particular de cada uno.
Muchas gracias, Joselu.
¡Hola amigo!
ResponderEliminarte imagino andando por el campo con tu mochila a cuestas llena de libros, o al menso con uno o dos libros, fijándote en todo lo que te rodea, paisaje, árboles, cielo, suelo, plantas, etc. Yo también lo hago, lo de fijarme en lo que me voy encontrando por el camino. Con la bici, estoy más limitada, pero en mis paradas, sí me fijo. Y me suelo tumbar boca arriba en algún banco o mesa de esas que hay en La casa de campo a contemplar el cielo, las nubes, me da una paz tremenda
También una servidora ha estado expectante con las lluvias, ansiando poder salir a hacer mis rutas, el campo está precioso y exuberante tras las lluvias (así como encharcado, jeje)
Por cierto, que fea la huella de la omnipresente modernidad ¿verdad?
Besos
Qué tal, querida Marian.
EliminarPues me imaginas bien, eso sí, a penas llevo un par de libros, y ligeros. Siempre reitero que observar es aprender, pero pienso que es un aprendizaje, no tanto para mostrarlo al exterior como para atesorarlo en el interior, es algo complejo de explicar, ciertamente.
¡Pues ahora, anda que no está el campo bonito para disfrutarlo con tu bici!
Y sí, eso de tumbarse a contemplar el cielo en la Casa de Campo, en uno de esos bancos que hay más escondidos, en silencio, es una maravilla :)
La huella más ingrata de la modernidad campo por doquier, no hay rincón del mundo a salvo.
Beso
Qué mañana más espléndida entre buena lectura y naturaleza. Yo también ignoro las previsiones de lluvia y si deseo salir trato de ir bien preparada para que ni lluvia, ni charcos, me fastidien la caminata ji,ji.
ResponderEliminarHe leído tu relato y tus reflexiones con viva curiosidad y con las fotos que aportas casi puedo oler la tierra mojada y el campo de tomillos, qué buena escapada. Y en cuanto a huidas, nos suele pasar como a Antoine, que llega un momento en el que ya no puedes ir más allá, en esos casos algo te dice que cambies huir por ampliar horizontes.
Ha sido un placer leerte, besos!!
Hola, Ana.
EliminarHay que aprovechar cualquier oportunidad de explayarse por el campo, de "perderse" por ahí entre la incipiente primavera, ese esplendor florido durará poco, sin embargo el secarral de cada verano, al menos por aquí, dura bastante más.
Mis caminares siempre están acompañados de reflexión, el acto de caminar en solitario por el campo es una de las situaciones más productivas para la reflexión, o a mí me ocurre así; observo la vida en rededor y reflexiono a partir de esa experiencia, es una acto un tanto budista, ¿no? jeje.
Tienes mucha razón, hay que ampliar horizontes, amiga Ana.
Muchas gracias, el placer es mío.
Besos
Nuestro interior puede ser refugio pero también en ocasiones puede ser conflicto y muchas veces es de nosotros mismos de quien huimos, empresa estéril, por otra parte.
ResponderEliminarUn hermoso paseo, Paco, y en muy buena compañía. Haces bien en no dejarte disuadir por la lluvia, tan necesaria ella para esa tierra exasperada que reclama una caricia, como dice el poema de Benedetti.
Un abrazo
Así es, nuestro interior es una espada de doble filo, prisión y refugio a la vez. Y huir de nosotros mismos es una escapada a ningún lugar.
EliminarEsta precioso el campo, Lorena, seguro que por los alrededores de la bella Gijón puedes comprobarlo.
Benedetti era persona sensible y sabia, conviene acompañarse de sus palabras.
Un abrazo, gracias Lorena.
Hola Paco,
ResponderEliminaraquí llueve, aún llueve gracias al cielo y lo que sea, así que mis caminatas en la lluvia son habituales, adoro pasear con lluvia, tapado por un chubasquero, oyendo y sintiendo el golpeo de la lluvia. Para mí el paisaje más hermoso de Euskadi en cuando se cruzan lo verde y la niebla, lo gris y lo verde, el reflejo del cielo gris en los charcos me relaja, adoro eso.
Me alegra que coincidamos aunque sea en este momento de falta de lluvia.
PD- Estoy en mi época indie en cuanto lo músical, ha girado la ruleta y ha caído la bolita en esa música. DE los muchos grupos que me gustan destacan dos Manchester ORchestra, y, a lo que iba, un grupo de tu querida Islandia, que no sé si conocerás.Me gustan mucho.;) :) Of Monsters And Men https://www.youtube.com/watch?v=aBlKPLeLU_s
cuídate
gracias por lo que escribes
Me identifico mucho con tu idea del caminar, bajo la llovizna, con ese aroma a tierra mojada y el frescor de la hierba, la vegetación, inundando tus pulmones... ah, qué delicia, entre charcos que reflejan hermosos y dramáticos cielos grisáceos.
EliminarTus fases musicales son de lo más curioso, me fascina ese ser camaleónico que eres moviéndote de una música a otra... ¿responderá eso al ánimo cambiante, amigo Wineruda?
Voy a mirar ese grupo, desde luego.
Muchas gracias, apreciado amigo. Cuídate ;)
Supongo que es el humor, sí. Salgo de mañana me pongo los auriculares y muevo mi música hasta que algo encaja, y lo hace como un guante, como los que no encajan son evidentes. El humor y el color del cielo, supongo, que siempre van unidos.
EliminarCuidate
Esta mañana, temprano, me asomé a la ventana y vi como ciertas nubes se rasgaban con las cumbres cubiertas de nieve de Guadarrama, el efecto era bellísimo, la luz del sol se filtraba un poco, solo un poco, pero el blanco de la nieve resaltaba muchísimo sobre el cielo cubierto, y ahí estaban unas nubes rompiéndose con los picos nevados y cayendo por las laderas como una catarata vaporosa... salí de mi casa con una rara felicidad momentánea, al menos ese momento no me lo quitó nadie, luego ya avanza el día y todo se empieza a "ensuciar".
EliminarCuídate.
Vaya buen paseo Paco, me ha encantado y es que ese salir al campo cuando ha llovido y cuando en cualquier momento puede volver a llover para mi es un placer, el olor y los colores recién lavados es una maravilla, lástima de tanto desaprensivo que no respeta nada. Me gusta pasear con lluvia si no hace mucho frio ;))) y vuelvo a ser una niña si de repente aparece un arcoiris.
ResponderEliminarMe ha gustado la compañía que has elegido para ese paseo lluvioso.
Y qué angustía es ese grito, es como si algo se estrujara por dentro.
un beso y feliz semana
Gracias, querida Conxita. Sé que tu adoras perderte por la naturaleza, por el campo, y sentir con plenitud todo lo que te transmite. Ahora, en primavera tiene mucho atractivo, con toda la vida y el colorido de las flores silvestres, me consta que tú vas a salir muchas veces a caminar, Conxita, y además ya se va acercando ese solecito que te gusta, ya nos conocemos, jiji.
EliminarLa aparición del arcoíris siempre es un momento mágico, sublime, por un momento la existencia se embellece, y el mundo parece un lugar mucho mejor.
El grito y la angustia... qué bien o reflejó Munch, no lo han superado.
Gracias, amiga, beso y buena semana.
https://m.youtube.com/watch?v=H5CJpZGlmFU
ResponderEliminar"Va a escampar" - A contraluz, de La vela puerca, grupo de rock uruguayo muy bueno.
también Jaime Ross - cualquiera de sus tema, uruguayo.
Mis recomendaciones musicales para una lluvia metropolitana, piso de cemento gris, plátanos como árboles ornamentales y poco más, cabeza gacha, enfocados en llegar a/en tiempo. Así es la vida, según gentes, tiempos y lugares. Aún así decimos no toquen nada, se pasa bien, bonitos cielos, buenos vientos, todo el mar.
Ese tejer que cada vez te sale mejor será que es un género?
Sdos.
Gracias Selva por esas recomendaciones musicales.
ResponderEliminarBueno, creo que ese tejer textos no es otra cosa que las idas y venidas de mis pensamientos, o digresiones. Eso sí, intento ser exigente con lo que hago.
Disfruta de esos atractivos que me cuentas de tu ciudad.
Saludos!
Es una gozada leer tus textos y contemplar las imágenes que nos brindas, Paco. Muchas gracias. Tienes buen gusto y una sensibilidad extraordinaria. Afortunadamente tienes activadas estas virtudes para que los que tenemos la fortuna de acceder a tu espacio podamos disfrutar de las mismas y aprender.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Luis Antonio.
EliminarLa fortuna es contar con lectores como tú.
Un abrazo grande.