P. Castillo

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domingo, 28 de julio de 2019

Unidos por el mar…



Moby Dick. Herman Melville.


Me las piro, vampiro. Dicho así, en un arrebato de nostalgia ochentera, rememorando aquella jerga juvenil. Creo que hoy los adolescentes te sueltan: yo me abro, tío; y también escucho eso de… mola mazo, chaval; ¿no?

Pues eso, a mi retiro veraniego me llevo unos libros que molan mazo, chaval. Al menos a mí.

Cumplo mi ritual por estas fechas, me escapo a mi refugio estival en el norte peninsular, algo de nostálgico hay igualmente.

Todos portamos una brújula interna cuya aguja siempre orienta el rumbo a los aromas, olores o fragancias de la infancia, y otras cuestiones afines. Allí me dirijo, al sabor de los sobaos y la leche recién ordeñada del abuelo Pesquera (que no era mi abuelo), cuando le comprábamos  tales manjares, era nuestro vecino de Vidiago, donde pasábamos tantos largos veranos. Sigo yendo a Asturias, pero ya no frecuento Vidiago… alguna vez me dejo caer.


Me apetece mucho releer, no sé si la tercera, ¿o la cuarta vez?, al célebre Herman Melville y su extraordinaria Moby Dick junto al mar.




Y mira por donde, no sabía yo que me econtraría un artículo de Fernando Savater en El País (la edición de ayer) sobre su entusiasta recomendación de leer, precisamente, Moby Dick de Melville. Viene a decir Savater que es el  libro total, compendio de todos los géneros; filosofía, poesía, historia e incluso política. Al margen de su pertinente consejo ya lo tenía a buen recaudo en la mochila viajera.  


La mochila y unos libros. Foto, Paco Castillo. 2016.

Bien,  inmerso de nuevo en esa persecución lunática de la colosal Ballena Blanca, es inevitable llevarme otro libro a propósito del primero. Se trata de Iconografía Romántica del Mar, hermoso ensayo que escribió el poeta W. H. Auden, ¿existe algo suyo que no sea hermoso?


Foto, Paco Castillo, con W. H. Auden.

No es una elección baladí. Estos libros son almas gemelas, siameses si se quiere. La primera obviedad es que están unidos por el mar, pero no solo, pues en las páginas de Auden hay un lugar de honor para H. Melville y Moby Dick.

Más aún, de hecho finaliza el ensayo con "una inquietante analogía entre Don Quijote e Ismael, el narrador de Moby Dick". Tal cual se lee en la contraportada.



"Moby Dick" de H. Melville acompañado de W. H. Auden, con "Iconografía romántica del mar".

No hay dos sin tres. Eugenio Morales Agacino se viene al litoral cantábrico. 


"Eugenio Morales Agacino (1914-2002) Un naturalista español del siglo XX". Foto, Paco Castillo, Ciudad Universitaria, Madrid.

Uno de los últimos naturalistas viajeros que ha habido en España”, leemos en la introducción. 

Estoy deseando encarar esta biografía de un extraordinario científico, cuyo reconocimiento y fama allende nuestras fronteras, gracias a sus descubrimientos, es proporcional al desconocimiento que padece su figura en España. Nada nuevo bajo el sol peninsular.


Ah se me olvida, lo de los autores portugueses de la anterior entrada. Sencillo, regresamos del Cantábrico y casi con lo puesto nos vamos hacia Lisboa, a casa de una “medio prima” de Araceli. Mi mujer ya estuvo hace una par de años, ahora vamos toda la familia. 

Y claro, yo no puedo viajar escindiendo el periplo geográfico del literario, transitar el lugar y su literatura. Es mi manera de observar la vida por los lugares, desde el exterior hacia los libros, y desde los libros hacia el exterior.



David Mourão-Ferreira, Fernando Namora y José Rico Direitinho, un magnífico trío de letras portuguesas.



Hasta aquí hemos llegado, casi a la orilla del marMoby Dick, una bandada de gaviotas, recuerdos ochenteros… lo tengo claro.



A Flock of seagulls (una bandada de gaviotas) en 1984.



Nos vemos



4 comentarios:

  1. Tú te subes al Cantábrico y yo me he bajado a León. Tú buscas la humedad que te salve de los aires recios y secos de Madrid y yo, el aire limpio de León que me seque del ensopamiento invernal y la humedad del aire cántabro.
    Vas bien acompañado, aunque “Moby Dick” me espanta un poco. No soy muy amiga de las historias que transcurren en barcos y rodeado todo por el mar. Me da una cierta claustrofobia. La misma que me produce viajar en barco, cosa que nunca hago.
    Disfruta y carga las pilas con la humedad primigenia. Hasta pronto.
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa, aquí reunidos de nuevo, un placer.
      El mar es un territorio muy fecundo para crear grandes obras literarias, sin embargo uno ha de acercarse a la literatura que más le apetezca. A veces he viajado en barco, nunca en cruceros, sino para acceder a otros lugares, algo muy usual en Noruega o Finlandia, por ahí he tomado varios, bueno y en otros sitios, hace poquito en Lisboa, me gusta.
      Un beso ;)

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  2. Está bien eso de combinar la ambientación geográfica con la literaria. Que disfrutes de la lectura con vistas al Cantábrico.
    Hasta la vuelta.

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    1. Hola, Lorena. Esa combinación te da una perspectiva muy amplia de la lectura, la enriquece considerablemente, hay que hacerlo si se tiene oportunidad.
      Gracias, amiga. Un abrazo.

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