P. Castillo

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domingo, 8 de septiembre de 2019


¡Al carajo con Schopenhauer!


Con Schopenhauer… seguramente escogería estar junto a esa “fiera” que en compañía de sus semejantes. Foto, Paco Castillo.

El arte de conocerse a sí mismo. Arthur Schopenhauer (Gdansk, 1788 - Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, 1860)



Filosofía Alianza Editorial, 2009. Edición, introducción y notas de Franco Volpi. Traduccion de Fabio Morales. 132 páginas.




No, no me he enfadado con Schopenhauer. Es otra cosa, de esas que me pasan en mis caminatas.


A pesar de ser etiquetado como un cascarrabias de tomo y lomo, y más pesimista que Ciorán, a mí no me cae antipático.

Ya he frecuentado otros escritos del autor, somos viejos conocidos. El origen de esa amistad hay que buscarlo en la Facultad de Filosofía, en la  Complutense madrileña.

Aclaro que no me formé en esta disciplina. Sin embargo necesitaba matricularme de asignaturas complementarias para licenciarme de lo mío, Ciencias de la Información, os la muestro.


Allá por enero de 2016, visitando mi antigua "facu", con Adan Kovacsics (Guerra y lenguaje). Foto, Paco Castillo.


Me apetecía hacerlo fuera de mi ámbito. Por comodidad de fechas, dentro de los estudios que barajaba, la primera elección fue un cuatrimestre en el pintarrajeado edificio de Ciencias Políticas, una etapa muy interesante, también enigmática… pues en los pasillos costaba identificar a los rostros estudiantiles, siluetas fantasmales bajo la espesa cortina de humos flotantes, cuya gama de olores era francamente variopinta, si acaso con cierto predominio de las notas herbóreas…  


Paseo con Schopenhauer. Foto, Paco Castillo.

Acabé y raudo acudí a la Facultad de Filosofía (estuve en un tris de estudiarla), encontrando una opción que colmaba mis expectativas. Era un curso que se impartía durante otro cuatrimestre sobre Schopenhauer, dirigido por Carlos Javier González Serrano, joven profesor y persona encantadora, toda una eminencia en el filósofo alemán. Fue un periodo enriquecedor y muy ameno asistiendo a sus clases, las recuerdo con mucho agrado. Carlos tiene un blog excelente (no lo tengo en mi lista por una incidencia técnica), El vuelo de la lechuza.



Foto de Paco Castillo.


Un saludo, amigo Carlos.









Schopenhauer. Fotos, Paco Castillo.

Deberíais probar a leer en el campo si no lo habéis hecho,  paseando sin prisa. Con frecuencia me entrego a ello (no hay más que echar un vistazo por el blog).

Un libro breve como éste te lo ventilas en dos buenas caminatas. Pero es una liturgia que requiere un procedimiento peculiar.

Leo unos pasajes y cierro el libro. Aparto la mirada de las letras y la fijo en lo que me rodea. Esto es especialmente provechoso si lees poesía y filosofía.

Descartes, lo leo con frecuencia, es un buen refugio cuando se avecina la tormenta… Seguro que hubiese suspirado satisfecho ante el rasgado y hermoso horizonte, a Descartes le interesaba mucho la meteorología. Foto, Paco Castillo.

Señalaba que eso de leer al raso tiene su atractivo. Siempre te encuentras con algo precioso y preciso para ser el punto de partida, una lanzadera para divagaciones de lo más peregrinas. Es la manera de filosofar con uno mismo más fructífera que conozco, aunque, ¿quién querría hacer algo así?

Foto, Paco Castillo, 2019

A veces puedo estar 15 minutos sin abrir el libro, observando lo que me encuentro por el camino, pero lo leído sigue levitando en mi mente, hasta que el paisaje y las letras se funden, se abrazan. Se leen entre ellos, el paisaje lee a los poetas, o a los filósofos, y éstos, a su vez, leen al paisaje.


El arte de conocerse a sí mismo. Arthur Schopenhauer. Fotos, Paco Castillo.



Schopenhauer aludía a su complicidad con Chamfort en unas líneas (ver foto superior). Claro, se junta el hambre con las ganas de comer.





"El público está gobernado tal como razona (...)." Sugerente Chamford... Fotos, Paco Castillo.


Decía por arriba que se genera una conversación entre el paisaje y  los poetas y filósofos, un intercambio mutuo de impresiones.

Luego me lo cuentan a mí.


El arte de conocerse a sí mismo, Schopenhauer. Foto, Paco Castillo.

De nuevo abro el libro, al azar, me gusta hacerlo sin orden ni concierto cuando de filosofía y poesía se trata.




Rimbaud me acompañó alguna tarde primaveral. Foto, Paco Castillo.

Miro en los enormes pinos centenarios y las encinas, no tanto en las copas como en los troncos. Esta es la razón.


Caparazones de chicharras. Fotos, Paco Castillo.

Caparazones, parecen divinidades del Antiguo Egipto bañadas en oro.

Caparazones de chicharras que se llevará la lluvia, o el viento. Las vidas van por un lado y aquello que las recubría por otro. Son como nosotros. Lo que otros nos ven por fuera va en una dirección. Lo que llevamos dentro y no se ve va por otra.

Los vientos son unos arqueólogos callados, pues van descubriendo presencias mudas cuando soplan y se las arrancan a la nieve o a la tierra, o a los troncos cubiertos de musgo, y allí quedan las reliquias a la vista. 

Un abrazo más allá del tiempo. Foto, Paco Castillo.



No sé a donde iría a parar esta pareja de novios. Se habrán subido al viento. Por lo visto  han iniciado su luna de miel. Pero olvidaron las maletas de piel, doradas, bonitas. Ahí, en un andén del tronco. Son afortunados, viajar juntos sin equipaje…

Reanudo la marcha. Me acerco y miro con detenimiento a los árboles buscando los destellos de otras “maletas”, cotilleando a ver que recuerdos olvidaron en su interior, esparcidos con bolitas de naftalina.

Abro el libro y miro algo que leer ante dicho descubrimiento. Hallo lo que deseaba.


Con Schopenhauer y una chicharra que sigue estando sin estar. Foto, Paco Castillo.

Continúo por los senderos. Dentro de nada empezarán a esquivarme los murciélagos. Condenados, ¿cómo harán esas acrobacias?


Murciélago. Foto, Paco castillo.

Pero lo mejor estaba por venir.



Había llegado a esta carreterilla, en donde los atascos los provocan las hormigas y algunos sapos que se asoman por ahí en las tormentas estivales, andan algo desorientados, como los borrachines de las verbenas. 

El caso es que caminaba enfrascado en Schopenhauer, y acababa de dejar atrás a dos chiquillos de 8 o 10 años parados con sus bicicletas de montaña (a los que obviamente no hice fotos).

Cual no fue mi asombro al escuchar a uno de ellos que vocifera a un tercero, algo alejado y curioseando por unas retamas, llamado Alonso según gritaba el amigo:

Alooonsooo, Alooonsooo… ¿Por qué no vienes yaaa?

¡No te puedes quedar ahí para siempreee!


-NO TE PUEDES QUEDAR AHÍ PARA SIEMPRE-

¡Joder con el chavalín! Con perdón.

Interrumpí mi lectura ante tal aseveración, impresionado por el aire de solemnidad que brotó de esos pulmones exultantes de vida. Menuda frase se ha marcado el rapaz, musité.

El otro amigo secundó la llamada al díscolo, pero irrumpió en una carcajada al oír la ocurrencia de para siempre, y lo remarcó:

¡Jajaja, No te quedes ahí para siempreee Alooonsooo!

Unos metros más adelante me dispuse a reiniciar la lectura, pero terminé cerrando el libro con un gesto cariacontecido.

¡Maldita sea! 

Qué carajo hago yo aquí con 52 años leyendo a Schopenhauer, qué me importará a mí ese alemán pesimista  pero encantado de conocerse… si lo que yo anhelo es transitar estos senderos PARA SIEMPRE.




Volteé la cabeza para observar a los chiquillos, el descarriado seguía a lo suyo. Sus dos amigos habían optado por sentarse tranquilamente a esperar. Ya se sabe que a esas edades se tiene todo el tiempo del mundo.

Mascullé para mí…

-Por supuesto que puedes quedarte ahí para siempre, Alonso.
Igual que tus amigos, hasta que los dinosaurios vuelvan a resurgir para poblar la Tierra, si os da la real gana.-

Por fin volví al libro, no sin antes echar una última mirada a los críos.

Alonso regresaba de su eternidad.

Me puse a leer a ese pesimista y viejo filósofo con un sentimiento brumoso, entre la envidia y la melancolía a raíz del episodio con los chavales.

"La melancolía es una tristeza hermosa, reflexiva, no destructiva". Se lo escuché a Christina Rosenvinge en una entrevista, enorme frase para enmarcar.




Al cabo de un rato los chicos me rebasaron pletóricos, veloces con sus bicis, entre sus risas y gritos fui yo quien iba quedándose rezagado, atrás, cada vez más pequeño, una silueta cada vez más diminuta… quien sabe si con la vana ilusión de ir achicándome hasta convertirme en uno de esos chavalines, unirme a ellos y gritar al cielo.

Gritar y tirar el libro al viento para que otro viejo recoja su sabiduría.

¿Para qué diantres lo querría un mozalbete como yo, sabiendo que…?

UN NIÑO PUEDE QUEDARSE PARA SIEMPRE EN CUALQUIER LUGAR.


Foto, Paco Castillo.




¡Al carajo! lancémonos las "seriedades", como hace Travis... 








24 comentarios:

  1. Con respecto a Schopenhauer, se lo dije a una amiga que se queda por mi blog; no te fies de un filósofo que dice una cosa y hace otra. Añado que es lo peor que le puede pasar un filósofo, ser mentiroso ya no con el mundo y con lo que escribe sino que consigo mismo: Nunca lo leeré, como no leeré a Heideberg ¿Pará qué si todo es mentira? Mentira porque un pensador no puede ser inconsecuente con su pensamiento, aparte de estúpido es un ejemplo de incongruencia. ¿y cómo puede existir un filósofo incongruente?
    Gracias Paco, por lo hermoso de tus escritos y tus fotos.
    cuídese

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    1. Conocía tu "furia" por Schopenhauer, lo habíamos comentado alguna vez.

      Schopenhauer decía que la vida había que tomarla como “una mentira continua”, de alguna manera quería ilustrar la hipocresía reinante en los estamentos más conservadores de la filosofía, en donde ningún filósofo se atrevía a plantear abiertamente que el mundo también es sufrimiento y dolor, el fue el primer filósofo de su época en hablar con franqueza de esto, y le llovieron palos por todos los lados. Unido a su ateísmo militante (por eso Nietzsche lo veneraba), los enemigos le salían por doquier, pero le iba la marcha…

      Era muy fanfarrón, un “broncas” que diríamos hoy, arrogante y misógino profundo, dados su fracasos amorosos.

      Disfrutaba yendo a contracorriente de todo el mundo. Pero en ello hay más una pose que asumir una doble moral, así fueron también por citar algunos; Julio Camba, Azorín, o Ezra Pound, fíjate que éste coqueteaba con el fascismo y algunos de sus mejores amigos eran comunistas.

      Ten en cuenta que a Schopenhauer le cerraron las puertas de la Cátedra de Filosofía por su oposición intransigente contra el idealismo imperante en su época, en cuestiones fundamentales para su futuro no hizo ningún doble juego, ni se escondió en lo que no era, se mantuvo firme en sus convicciones, hay desde luego no cabría llamarle incongruente, si contradictorio, ¿quién no lo es?, aunque no sé si lo fue en otras cuestiones menos relevantes.

      Era un provocador nato, muchas veces sus escritos tienen su verdadero sentido “entre líneas”. Era un hombre apartado y solitario, extraño y complejo.

      Sé que no cambiarás en absoluto tus ideas sobre él, Wineruda, tampoco hace falta, así podemos seguir con nuestra enriquecedora discusión.

      Gracias amigo, Cuídate.

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  2. Ayyy Paco, tú sí que estás hecho un verdadero filósofo y poeta. Da gusto leer todas las cosas que plasmas cuando se te pasan por la mente. Y es que el campo, la naturaleza, es muy inspiradora y también es un entorno en el que la melancolía sale a flote. Alguna vez practiqué lo de leer rodeada de ella, pero hace mucho de eso, no es fácil para los que vivimos alejados de ella. Es una suerte para ti poder hacerlo a menudo.
    Schopenhauer, en este momento no es lo mío y no porque si lo leyera no fuera a disfrutarlo (seguro que sí lo haría), sino por lo de siempre, poco tiempo y hay que escoger
    ¡¡Una maravilla leerte Paco!
    Un beso

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    1. Jeje, me veo solo como un poeta o filósofo de andar por casa, poca cosa. Lo que si me alegra es ser capaz transmitiros todos los matices de mis experiencias con los libros. Así es, Marian, a mí el campo me parece un entorno lleno de historias, grandes o minúsculas, todas extrapolables a nuestra condición humana.

      El episodio con los niños fue de lo más curioso, es que oír al chavalín soltar tan serio "No te puedes quedar ahí para siempre"... disparó en mi mente múltiples reflexiones, jaja, más que el propio Schopenhauer, la realidad siempre resulta ser lo más sorprendente.
      Por supuesto que hay que escoger las lecturas en función de muchas variables, si no es Schopenhauer pues será otro, otra... el caso es ir a por lo que te apetezca y punto.

      Una maravilla que me leas, Marian!
      Un beso.

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  3. Creo que no sabría leer en el campo. No podría leer mientras camino. Cuando leo no puedo hacer nada más. Mi padre sí que caminaba por León leyendo el periódico y alguna vez se estampó contra un banco o una farola.
    Nunca he leído a Schopenhauer. Aunque tengo como media carrera de lo que era entonces Geografía e Historia y allí se daba Historia de la Filosofía, pero solo estudié la parte antigua y medieval. me quedó a medias la carrera y sin ver todo lo moderno y contemporáneo.
    No sé por qué siempre he tenido la idea de que este era un filósofo muy complicado, pero leyendo las cosas que has puesto en foto, no me lo parece tanto.
    Me encanta como haces las entradas, perdiéndote en mil detalles. Son como un verdadero paseo por el bosque en el que tan pronto te paras con una flor o escuchas el sonido del viento o el canto de un pájaro o te asustas con una culebra.
    El detalle de Alonso (así se llama mi sobrino) es muy interesante. Iban para filósofos los rapazuelos.
    Un beso.
    Un beso.

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    1. Entiendo que no todo el mundo pueda leer cómodamente en el campo, tampoco es que lea siempre caminando al aire libre, también me gusta apoltronarme en el sofá y leer, como a casi todos los lectores, pero aunar libros y paseos campestres es algo especial para mí, lo llevo haciendo tantos años que no sé hasta que punto leo mientras paseo, o paseo mientras leo, es todo uno.

      Schopenhauer tiene su dificultad, hay obras no exentas de complejidad y se hacen algo cuesta arriba, por ejemplo "El mundo como voluntad y representación" tiene su aquel...
      Pero este que os traigo es breve y además aforismos, un formato bastante digerible.

      Pues gracias, Rosa, es curioso ya que son anécdotas reales, lo del chiquillo, el que llamaba al tal Alonso, fue una situación extraña, viendo al chico con esa seriedad me quedé impactado, la verdad. Nunca se como voy a finalizar las entradas, ya digo que se entrelazan mis experiencias reales y los libros... y ahí el asunto cobra vida propia, pero me gusta hacerlo así.
      Un placer tenerte por aquí amiga ;)
      Un beso.

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  4. Un niño puede quedarse para siempre en cualquier lugar... hasta que deja de ser niño. Tal vez crecer consista en asumir que los 'siempres' no existen.
    Yo no podría leer y caminar a la vez, por mucho que digan por ahí que las mujeres somos capaces de hacer dos cosas a la vez. Sí podría caminar, pararme, leer, embelesarme, y proseguir camino. Claro que entonces correría el riesgo de no gestionar bien los tiempos para el regreso porque, como ya he crecido, sería consciente de que no podría quedarme ahí para siempre, por mucho que la lectura muchas veces juegue a detener el tiempo. También es verdad que, a menudo, cuando te leo, obras el milagro y consigues que camine y lea al mismo tiempo. Gracias por ello.
    Un abrazo

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    1. Pues sí, Lorena, hasta que dejamos de ser niños, recuerdo bien "El sentido del asombro", maravilloso librito de Rachel Carson, observadora de la naturaleza que nos anima a caminar por la vida manteniendo el entusiasmo que manifiestan los niños, sin perder su capacidad de asombro.

      Jaja, seguro que puedes hacer dos cosas a la vez, Lorena, y tres si me apuras. Pero, como le digo a Rosa, es una liturgia que llevo haciendo tantos años que para mí es de lo más natural, entiendo que no sea así para todos, claro., pero oye... yo no dejo de animaros a probar.
      Gracias, Lorena, eso es lo que pretendo, haceros caminar un rato por esos paisajes a través de mis líneas.
      Un abrazo.

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  5. Tus entradas son auténticas clases magistrales. Gracias, maestro.

    Tuve un maestro que nos repetía una y otra vez la frase. "La felicidad es solamente la ausencia del dolor". Me ha costado bastante tiempo comprenderla...

    Un abrazo, Paco

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    1. Jolín, Luis Antonio, con ese recibimiento voy a tener que subir mi listón, jaja. Bromas a parte, te agradezco mucho tus palabras, ya te confesé que me resultan muy motivadoras, pues tú has sido todo un maestro de las letras, y de eso sabes más que yo.
      Muy de acuerdo con esa última frase, vivir sin dolor es uno de los sueños de nuestra humanidad.
      Otro abrazo, Luis Antonio, gracias por tu presencia.

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    2. Como bien sabes, la frase esa se le atribuye a Schopenhauer

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    3. Sí, Luis Antonio, se me había pasado remarcarlo, y eso que es una de sus más célebres. Gracias amigo ;)

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  6. No voy a hacer un comentario extenso, solo decir que, tras leer tu post, encargué el libro de Schopenhauer y ya me lo han traído. Me gustan los filósofos pesimistas. Los optimistas son cargantes. Saludos.

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    1. Hola, Joselu.
      Saber que has adquirido el libro tras leer mi entrada, pues que te voy a decir, es una de esas cosas que le alegran a uno la mañana.

      Los filósofos sombríos, por así decirlo, resultan más atrayentes, pero conviene contrarrestar tanta oscuridad con algo de luz, no hay que escorarse hacia un extremo u otro, por salud mental.

      Encantado de recibirte por aquí, Joselu, estás en tu "casa".
      Un abrazo.

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  7. Bueno, supongo que con el temporal habrás interrumpido tus lecturas paseadas. El entorno es acogedor. En mi caso, es tierra de labor (ahora en plena vendimia es todo un espectáculo) y calveros donde gente incívica descarga su basura. La anécdota de los niños me divierte y resulta sorprendente que todavía queden pandillas con sus bicicletas haciendo diabluras por el monte, fíjate que yo vivo en una ciudad pequeña, en un área rural y apenas se ve.
    Un abrazo.

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    1. Cuando arrecia sí, ahí tengo que buscar el refugio de casa, pero si la lluvia no es muy potente... pues he llegado a salir con paraguas, es una sensación increíble, incluso llevo algún libro de poesía en el bolsillo. Por aquí tampoco nos libramos de esos desaprensivos que vierten escombros en el campo. La anécdota con esos chiquillos merecía ser contada, te confieso, Gerardo, que estuve dándole vueltas al asunto buena parte del día... es que soltó la frase con una solemnidad el crío que me impactó, luego se fueron por ahí con su algarabía, tan felices. Es un monte que hace de frontera natural entre localidades vecinas; Pozuelo y Majadahonda, alguna vez se ven pequeñas pandillas de niños con sus bicis, es un entorno espectacular, seguro que los que rodean a tu ciudad también lo son, es otro tipo de belleza.
      Un abrazo.

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  8. Paco. Qué bien encontrarte con esa combinación de árboles, naturaleza, voces de chavales, caminos y palabras rescatadas de los libros que lees.
    Schopenhauer mezclado con tus "ratos personales"...sí...nada como conocer a un escritor y que este nos lleve de vuelta a nosotros mismo. A veces leer un libro te puede invitar a vivir momentos del pasado...y la verdad es que aunque no estudiaras Filosofía como carrera, conectar con esas asignaturas, seguro, hace que uno sea quien es ahora, no??
    Y qué buena frase: "Los vientos son unos arqueólogos callados, pues van descubriendo presencias mudas cuando soplan y se las arrancan a la nieve o a la tierra, o a los troncos cubiertos de musgo, y allí quedan las reliquias a la vista". Qué cierto!!...

    Bueno, la verdad es que tener un libro que abres al azar y te dice cosas tan inesperadas y sorprendentes y en ocasiones, tan en concordancia con la vida que una lleva, que sin duda alguna...estamos ante el paseo de un amigo que con su silencio nos acompaña. Nunca se está solo si lleva un libro. De eso estoy segura.

    En fin...que me lío y solo quería decirte lo mucho que me ha gustado pasear cerca de ese árbol con musgo, con Schopenhauer, tus palabras y algo de té...(siempre).

    Abrazos y feliz Septiembre.

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    1. Hola María, encantado de tenerte por aquí :)

      Bueno, ya sabes, en mi blog siempre se puede pasear entre los árboles, mirar el cielo y acompañarse de libros por los caminos.

      Ayy, Schopenhauer tenía una mala uva "quepaqué", jeje. Pero es un filósofo que me interesa, en la medida de presentar un mundo que también es ingrato, no es que sea masoquista al leerlo, simplemente es un baño de realidad necesario, así lo veo yo.

      Siempre me ha gustado mucho la Filosofía, estuve apuntito de hacer la carrera, pero al final me decidí por la Facultad de Ciencias de la Información, empecé periodismo pero en el tercer año me pasé a Publicidad y Relaciones Públicas (hasta el tercer año, ambas carreras comparten asignaturas, los dos últimos se especializan), me seducía mucho más la formación en esta última, con varias asignaturas de arte, psicología, redacción, Teoría de la Estética, sociología, diseño, marketing (aunque no era de mis preferidas), Derecho, etc. Me pareció una formación muy Humanística, en cierto modo es lo que quería.

      Leo al azar libros de filosofía y poesía, seguro que hay lógica en leerlos en orden... pero yo me la salto.

      María, ayer paseé un rato por el campo, al final me sorprendió la lluvia, era lo esperable, pero iba con paraguas y continúe un rato más, hasta que ya empezó a caer de lo lindo... no si antes hacer alguna foto a un maravilloso arcoíris, ah, y a los musgos, estaba leyendo un libro de Auden, bueno repasando más bien, y creo que iba en consonancia con la atmósfera septembrina, mes también especial para mí.

      Gracias María por tus palabras, puedes pasear todo lo que quieres por estos árboles.
      Abrazos y feliz septiembre para ti ;)

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  9. Sr. Luis Antonio, "La felicidad es solamente la ausencia del dolor" no fue dicho por Arthur Schopenhauer, sino que son palabras de Epicureo de Samos, más precisamente en su carta a Meneceo.

    Arthur lo que sí sostenía es que la felicidad como concepto encuentra su definición por negación. Me explico, la felicidad se produce ante la ausencia de dolor físico, ausencia de perturbación del alma, ausencia de deseo. Baste que repentinamente empecemos a sentir dolor en el dedo gordo del pie izquierdo para que la sensación de plenitud desaparezca. De ahí en más nuestros pensamientos se verán acaparados por ese apéndice de esa extremidad. Baste que suene el timbre de nuestra casa para apartarnos de los mejores pensamientos sobre la longevidad de las tortugas de las islas Galápagos, sumiéndonos en el mayor de los desconciertos. Baste que la televisión anuncie el lanzamiento del nuevo iPhone para que nos gane un deseo impostergable de tenerlo entre nuestros manos.
    Es por eso que Arthur decía que no hay mejor vivienda que un sótano insonoro, comida frugal, cero relacionamiento con el exterior. Algo así como un asceta.
    Borges en cierta forma fue una especie de asceta, miraba al mundo desde/como si fuera una pantalla de televisión. Borges disfrutaba de la lectura de Arthur, la que es llana y simple. Arthur discurría sobre la vanalidad del mundo, para ello necesariamente debía ser vanal.
    Algo así como Shakespeare y la rosa.


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    1. Hola Selva.

      Ingeniosas esas impresiones que nos deja sobre el dolor y otras contrariedades que rompen bruscamente nuestro regocijo. Le confieso que lo del timbre me ha pasado más de una vez y he jurado en arameo…

      Respecto a la autoría de esa frase, de forma literal, tal y como está entrecomillada; "La felicidad es solamente la ausencia del dolor" parece clara la pertenencia a Schopenhauer.
      Prueba a introducirla en la red, verá que la práctica totalidad de referencias se anclan a un nombre; Arthur Schopenhauer. Pudiera ser que todas esas publicaciones incurriesen en un error, pero eso es mucho decir...

      Otra cosa es que usted sugiera en la frase de Schopenhauer la inspiración en las ideas de Epicuro, aunque su pensamiento teñido de optimismo estaba en las antípodas del escéptico y pesimista Schopenhauer.

      El filósofo alemán siempre aludía a su militancia “kantiana” como mayor influencia, junto a Platón (en su forma de contemplación ideal del arte) y también profundizó en las corrientes orientales; los Upanisad y el ascetismo budista.

      Me ha animado su comentario a rebuscar por mi biblioteca las obras de Schopenhauer, y también a consultar mis libros sobre las escuelas filosóficas y hallar los apuntes sobre Epicuro y su doctrina, encontrando también su carta a Meneceo, en donde no aparece explícitamente la sentencia, en sentido literal. Si bien es cierto que toda la carta contiene el germen de esa sentencia que nos a recordado el amigo Luis Antonio, adjudicándola correctamente a Schopenhauer.

      En Epicuro todas las virtudes se expresan en términos de placer, y hacia esa finalidad hay que dirigirse, pero en ocasiones, afirma Epicuro, el grado supremo de placer, sea para el cuerpo o el alma,, puede alcanzarse ELIMINANDO SIMPLEMENTE EL DOLOR.

      El postulado filosófico de Epicuro obtiene su máximo sentido cuando fija la felicidad en el objetivo compartido por todo ser humano y llega a él a través de la tranquilidad del ánimo (la ataraxia) y la autonomía o “autarkeia”. Pero no postula que la felicidad sea SOLO ausencia de dolor. Si refleja en la auterkeia la necesidad de arrinconar todas las barreras que nos impiden llegar a la felicidad; los temores y las preocupaciones, las penas y los dolores.

      Ya sabe; su filosofía del placer individual (físico y espiritual) como meta humana, esbozada en las numerosas sentencias que nos dejara, por ejemplo :

      “No tener dolor en el cuerpo ni turbación en el alma”.

      No hace falta un libro, también puede leerse la carta completa de Epicuro a Meneceo en la red, pues no es extensa, hay varias publicaciones de internet (revistas de filosofía, portales de historia, etc) que la contienen. Y ya le digo que de su contenido se puede colegir la inspiración de Schopenhauer para su frase, algo plausible como gran conocedor que era Schopenhauer de la antigua filosofía griega.

      Hay un párrafo significativo que sintetiza toda su opinión sobre la felicidad:

      “(…) el mayor bien, es la sabiduría. Debemos considerarla superior a la misma filosofía, porque es la fuente de todas las virtudes y nos enseña que NO PUEDE LLEGARSE A LA VIDA FELIZ SIN LA SABIDURÍA, LA HONESTIDAD Y LA JUSTICIA, y que la sabiduría, la honestidad y la justicia no pueden obtenerse sin el placer. En efecto, las virtudes están unidas a la vida feliz, que a su vez es inseparable de las virtudes.”

      Ahí está el epicentro de su idea sobre la felicidad.

      Espero no haberla aburrido con tan larga respuesta, querida Selva. Como dice nuestro común amigo Wineruda, cuídese, y gracias por la visita, espero verla por aquí.

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  10. Estimado Sr. Paco, lamento decir que la sabiduría es función inversa de la felicidad.

    Imagine a dos personas visitando las mejores playas de Rio de Janeiro o de Salvador Bahía o de la península del Yucatán (Cancun, Riviera Maya, Isla de las mujeres, etc. etc.) o de Jamaica o de Santo Domingo e incluso de las baleares o el cantábrico, alojado en un hotel 5 estrellas sobre esas costas, playas privadas. Una maravilla de costas de arenas blancas. Agregue a ese paisaje las piscinas de formas exóticas, bar al centro, invitándonos a beber mojitos, caipirinha, aperol spritz, canilla libre servida en vasos rebosantes de hielo, mucho hielo.

    La primera persona se lanza al mar y a las piscinas, se zambulle, bebe una y otra vez esas mezclas que saben tan bien, qué felicidad.
    La segunda soy yo, sabe que el agua de cualquiera de esas playas contiene 1000 veces más de coliformes fecales que lo admisible a cualquiera de esas normas, sabe que los hoteles no tienen plantas de tratamiento terciario de líquidos residuales, sabe que las descargas sanitarias de los centros poblados contiguos o inmersos en esos paisajes son conducidos al mar u océanos en emisarios submarinos rotos, perforados, que el hielo se hace con el agua que también surte los lavabos de los baños de las habitaciones, solo que allí junto a las piletas aparece una botellita de agua envasada acompañado de un cartelito muy coqueto que dice es gratis, cortesía del hotel (señal inequívoca de no tome agua del grifo si quiere seguir en igual estado de salud).
    La sabiduría permite valorar el resultado de un examen clínico, aseleccionar alimentos saludables, ingresar a un aeropuerto, subterráneos, estaciones de tren, museos, campus de futbol, etc. y antes que nada ubicar los carteles de evacuación forzosa. Estar en una estancia y entender cómo se sustenta el techo y distribuyen las cargas. Mantener la calma y hasta resolver una parada intempestiva de un ascensor. Distinguir un mal vino mientras el resto le bebe contento. Y podría seguir y seguir y seguir dando ejemplos.

    Es exactamente lo contrario a lo que Ud. afirma. Es la ignorancia la que hace feliz al Hombre. Es la que otorga el permiso a un niño de alejarse de sus padres en una zona de perforaciones y luego sorprenderse si se cayó en un pozo.

    La sabiduría aísla y angustia y no dice que no debemos bañarnos en esos mares ni piscinas ni aceptar bebidas con hielo si en la habitación del hotel encontramos una botella de agua envasada "de cortesía", que es mejor pasar de los alimentos ofrecidos en los aviones porque los empaques se vuelven permeables en cabinas presurizadas y probablemente además quizás en algún punto del traslado se rompió la cadena de frío, que por más lindo que sea el paisaje no se debe vacacionar en países tercermundistas, ya vivimos en uno (lo digo por mí e incluso por el Reino, conozco el tema emisarios de la costa cantábrica y mediterránea), escapar de los medicamentos genéricos, que hay que vacunar a los niños porque la probabilidad de enfermar es mayor que la de los efectos adversos, etc., etc., etc.

    No hay como la candidez del ignorante, el avión perdió 2 motores de 3 pero eso solo lo sabe el piloto. El que piensa pierde.
    Sus fotos dejan ver un paisaje muy bonito.
    Be happy!

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    1. Hola Selva, la esperaba, aunque no con esa celeridad.

      Lo que usted llama sabiduría, escenificada en esos parajes playeros tan suntuosos y evocadores, yo lo considero una acumulación enciclopédica de información, o de datos (que no es lo mismo que tener sabiduría), como ese dato tan escalofriante que aporta… “esas playas contiene 1000 veces más de coliformes fecales que lo admisible”.

      No me anima usted a ponerme el bañador y lucir las pantorrillas.

      Desde luego es admirable una mente repleta de información, aunque tal histrionismo informativo, más que en un sabio… le convierte a uno en hipocondríaco, como ese Enfermo imaginario de Molière.

      A lo que voy, esa portentosa capacidad de contener y gestionar tanta información no le otorga a uno la categoría, o no tendría por qué, de sabio. Del mismo que alguien que no posea tal cúmulo de conocimientos e información podría ser sin problemas una persona sabia, conducirse por la vida con sabiduría sabedor de sus limitaciones (al final incidiré en esto) y actuar con la máxima coherencia, desde lo exógeno a lo endógeno. Ese es el tipo de personas a las que Epicuro daba bastantes posibilidades de ser felices. Tiene mayor dominio de la vida en la medida que pretenden mucho menos de ella.

      Cuando usted dice que la sabiduría permite valorar el resultado de un análisis clínico, yo me reitero, es la información, más que la sabiduría, lo que permite valorar el resultado de un análisis clínico, entender la sustentación de un techo, la distribución de cargas o el diseño de la cartelería informativa. La sabiduría está a otras cosas. Pero sí le subrayo como muy sabio lo de mantener la calma… algo que ni con todos los conocimientos, información o datos del mundo pueda uno conseguir fácilmente.

      El sabio no necesita operar en la vida con tal cantidad de información (ese es su privilegio, que no su ignorancia) en su cabeza, todo ese “ruido” le desvía de su finalidad, y por eso es sabio, por que necesita mucho menos para conseguir mucho más.
      Y por eso nosotros, al menos yo, no soy sabio, por que necesito mucho más para conseguir mucho menos.

      Me dice usted, Selva:

      “Es exactamente lo contrario a lo que Ud. afirma. Es la ignorancia la que hace feliz al Hombre”.

      No, Selva. Lea bien mi comentario. Esa afirmación que me atribuye de mi anterior respuesta es un fragmento de Epicuro sobre la sabiduría y la felicidad (con el que podré, o no, estar de acuerdo, que es otra cuestión). Por tanto, “es exactamente lo contrario de lo que afirma… Epicuro”. No yo.

      También recelo de esa frase, un tanto manida… que la ignorancia hace feliz al hombre. Cierto, es así muchas veces. Y otras muchas veces no. Conozco a gente que no brilla por su inteligencia, está bien, llamémoslos ignorantes, y son tan infelices como pueda serlo el más inteligente, por lo cual tiene una doble desgracia, y ya le digo, conozco unos cuantos así.

      Me gusta su final aéreo, en tal tesitura no tengo más remedio que abrazarme a mi ignorancia y caer en picado al mar.

      Por que, como dijo Sócrates: "La verdadera sabiduría es reconocer tu propia ignorancia".

      Después, ya sin dos ni tres motores… ni los sabios ni los ignorantes tendrán que preocuparse por la felicidad.

      La muerte si que es sabia.

      Siga atenta a mis fotos, vendrán más… y tómese un mojito en la playa, sea sabia y disfrute el momento, yo la invito, y si no nos matan las aguas fecales, ya lo hará el estrés neuronal.
      Un abrazo, estimada Selva.

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  11. He leído poca filosofía; y tanto Schopenhauer como Nietzche eran autores marginados en nuestra escuela católica. En el Profesorado, hemos visto ambos autores a vuelo de pájaro y no eran particularmente del agrado del profesor; se inclinaba más por Kant, Hegel o Hume.
    Monumental lo de Chamfort; me recuerda las definiciones de Ambrose Bierce en el 'Diccionario del diablo'.
    Estos paseos literarios que nos brindas, me permite rescatar autores, títulos y áreas que generalmente no visitaría. Veré qué encuentro en la biblioteca de esos mismos autores.
    Gracias por la reseña, las fotos y las reflexiones, Paco.
    Un fuerte abrazo, chaval!

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    1. Siempre me atrajo la filosofía, ya de adolescente me interesaban estas lecturas, aunque lógicamente se me escapaban varios aspectos, pero aún así me entregaba a la filosofía con enorme curiosidad, y estuve apunto de estudiar la carrera. Chamfort y sus aforismos no dejan títere con cabeza, interesante ese "Diccionario del diablo" viniendo de Ambrose Bierce, con esa vena macabra que se gastaba, no me extraña.
      Gracias a ti, Marcelo, ten siempre un buen libro de filosofía a mano ;)
      Un fuerte abrazo pibe!!

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