P. Castillo

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jueves, 19 de septiembre de 2019


Poema del Cid (año 1200, anónimo). Versión y prólogo de Francisco López Estrada (Barcelona, 1918 – Valencia, 2010).
Libro, Castalia Ediciones, 2012. Páginas, 138.


Foto, Paco Castillo, 2019.


Mi intención era venir aquí con Auden y su “Iconografía romántica del mar”. Pero tendrá que esperar al siguiente turno, cuestión de unos detalles.


 Foto, Paco Castillo. Asturias, 2019

No obstante, tengo sentados en el banquillo a una serie de reservas que serían titulares indiscutibles en cualquier equipo, prestos a saltar al terreno de juego y darlo todo. Qué bien me ha venido el fútbol siendo tan poco futbolero.

Me ha gustado volver al Cid, esta vez ha sido con más hondura, pero dudo si con más asombro, seguramente no.

Me explico, lo leí muy jovencito pero no os extrañéis, fue en serie juvenil  de la Colección Historias Selección, editada por Bruguera y que aún conservo junto a otros títulos.


Foto, Paco Castillo,2019



Por aquel entonces me deslumbró ese señor tan valiente, montado a lomos de su caballo blanco, Babieca.


Puesto que en cantares se divide este extraordinario Poema del Cid, vamos a ambientar la época con su música, una preciosa cántiga del trovador portugués João Soares de Paiva (1140).










Y seguro que acabaré por leerlo en estilo teatral, me atrae mucho la idea. Y para ello tengo esta tragicomedia que escribió uno de los grandes dramaturgos que ha tenido Francia, junto con Molière y Racine, no es otro que Pierre Corneille.

Aireo a Corneille de mis estantes. Foto, Paco Castillo

No sé muy bien por qué, pero el ocaso primaveral me incitó a encarar este Poema, a pocos días de ceder su cetro, cuando el calor del inminente verano ya se había hecho amo y señor de la situación, y aliado con la sequía derrotó sin miramientos a los últimos verdores que resistían con más pena que gloria… 


Foto, Paco Castillo, 2019.

Se ve que es la misma épica, el enfrentamiento encarnizado entre la primavera y el verano posee una “narración” que se acopla perfectamente a la historia del Cid, se escenifica el mismo drama de la Naturaleza en el libro. Quizás esa fuera la llamada a leerlo.

Foto, Paco Castillo, 2019.


Así pues, de la exuberancia verdosa en mis paseos por la primavera moribunda apenas hay rastro. Me salen al paso los esqueletos de algunas adormideras (amapolas blancas se las suele llamar). Ahí tenéis sus osamentas.

 Foto, Paco Castillo, 2019.

Abajo en el esplendor de su reinado… viendo lo de arriba, el tiempo siempre acaba ganando la partida, no hay más.


Adormideras (amapolas blancas), foto, Paco Castillo, 2019



Unas flores muy ricas en opio, sustancia que brindaba la evasión del mundo terrenal a Thomas de Quincey , quien sabe desde que “confines” escribiría “Confesiones de un fumador de opio”, siempre buscó la creatividad más libre en esos sueños opiáceos .



Leyendo a Thomas de Quincey, allá por el 2015, foto de Paco Castillo.


Pero ahora solo contemplo de estas amapolas sus tallos hirsutos y carentes de savia, inequívoca señal de la brutal contienda con las avanzadillas estivales… de las milicias lisérgicas no hay más que unos restos marchitos, como aquellos almorávides que caían en la lucha con el Cid y sus aliados.

“Así les hablaba el Cid    como vais a oír contar:

-Todos salgamos afuera,    que nadie se quede atrás,
sino dos peones solos,    para la puerta guardar.
Si morimos en el campo,    en el castillo entrarán;
Si vencemos la batalla,    las riquezas crecerán.

(…)

Tanta lanza allí veríais hundir,    y bien pronto alzar,
Tanta adarga en aquel caso    romper y agujerear;
Tanta loriga desecha    de parte a parte pasar,
Y tanto blanco pendón   rojo de sangre quedar,
Y tantos caballos buenos   sin sus dueños allí andar.
Los moros gritan: ¡Mahoma!   ¡Santiago!, la cristiandad.

En poco espacio allí caen   mil trescientos moros ya.




Incluso en la serenidad del campo resuenan los ecos de mil batallas. Es nuestro sino, llevamos el fragor de las guerras atronando en nuestro ser desde tiempos remotos, nuestra historia está jalonada… no de vencedores y vencidos, nada de eso, solo de perdedores. Los que hubo. Y los que aún hay en los polvorines del mundo. Siempre se pierde.



De aquellos verdores campestres estas "Llanuras de Fuego"

como escribiera el magnífico y entrañable Fernando Namora, un color de oro cegador y engañoso como un espejismo sahariano.

Fotos, Paco Castillo, 2019

No queda otra, hay que acomodar el espíritu a las tonalidades triunfadoras, igual que nos acercamos a éste o aquel libro según el ánimo que nos rige en el momento.


Se palpa la pasión y el cariño de Francisco López Estrada (Barcelona, 1918-Valencia, 2010) por esta literatura tan vigorosa y actual, escrita en el año 1200.

Hay que matizar un dato, Rodrigo Díaz de Vivar, hombre de carne y hueso, pues existió, en el cual se inspira este cantar de gesta nació 150 años antes, los estudiosos sitúan su nacimiento en torno a 1048, parece ser que en Vivar (posteriormente Vivar del Cid), localidad burgalesa, pero sin pruebas concluyentes.

"El Poema o Cantar de Mio Cid se divide en tres cantares, que narran las acciones de guerra y las vicisitudes políticas y familiares de Rodrigo (Ruy) Díaz, en tiempos de la Reconquista, durante el último cuarto del siglo XI. Según datos históricos comprobados, por cotejos de crónicas cristianas y musulmanas, Ruy Díaz, llamado por los moros Cidí o Mío Cid ("mi señor"), y por moros y cristianos el Campeador (de Campis doctor, esto es, excelente en el campo de batalla), nació en Vivar, cerca de Burgos, en 1043, y murió en Valencia en 1099."


                                 Fotos, Paco Castillo, 2019

López Estrada ha hecho un laborioso trabajo adaptando la prosa al lector corriente de hoy, legos como yo, más allá de los filólogos y estudiosos de la materia que rastrean como sabuesos la singladura de una palabra hasta llegar al origen, a veces singular, otras de lo más trivial.

No sé hasta que punto me seduciría leer con la lupa del erudito, puede que sea una experiencia extenuante… pero no nos engañemos, con esta afirmación solo trato de camuflar mi ignorancia al respecto y disimular cierta envidia.

¿Y qué me aporta una obra del año 1200 como lector del S.XXI?
No generalizo la pregunta a un lector general… yo no sé como son los demás, suficiente tengo ya con ir descubriéndome yo.

Me procura conocimiento. Es obvio, es un conocimiento que fecunda con éxito cuando uno asume como propia la conciencia de otra época, de otras gentes, y vislumbras el recorrido ético y moral que atraviesa, lo que me permite vivir la lectura como una experiencia gozosa.

¿Y qué veo?

Lo corta que es la distancia. Por aquel entonces y ahora... siempre hay un enemigo con el que luchar, y si no lo hay haremos lo posible para que surja.

La fuerza del enemigo derrotado da la medida del poder que ostentan los victoriosos.

Pocas cosas entusiasman más al ser humano que exhibir su fortaleza frente al resto. Es así desde que morábamos en las cavernas hasta nuestros días, intrínseco a nuestro ser, como si estuviera determinado genéticamente.

                    Leyendo el Poema del Cid. Fotos, Paco Castillo, 2019

En el Poema del Cid están los enemigos extranjeros, y los que son de casa, de tu misma estirpe.

Los enemigos de casa son aquellos que, siendo cristianos, arremeten contra la virtud cristiana; la lealtad, la fidelidad a tu señor, la obediencia, la dignidad frente a la codicia, todo ello muy presente en el Cid Campeador, el héroe en el que se refleja el buen cristiano.

Hay que castigar a los que pretenden deshonrar este código de conducta, a los que osan faltar al Todopoderoso, que dicen aquellas gentes. Los Infantes de Carrión, con su codicia y cobardía, escenifican su propia  deshonra como cristianos.

Los enemigos de fuera son los infieles, los adoradores de Mahoma, los almorávides, la amenaza a los valores cristianos.

La verdad del cristianismo ha de prevalecer, los impuros  (los moros) han de ser aniquilados, o expulsados a sus lejanos feudos.
Es una visión del mundo en combate contra otra.

Eso está claramente recogido y sintetizado en una línea del fragmento que hay por arriba:

 Los moros gritan: ¡Mahoma!   ¡Santiago!, la cristiandad.


En el Poema del Cid se exhibe este poder de los ganadores. No se ilustra blandiendo las espadas brillantes al aire. Es el triunfo de una moral y sus valores, la Cristiana, frente a otra, la Musulmana, el culto infiel que conviene depurar.

Así que habíamos comenzado por la agonía de la primavera, dejo su cruel destierro para acompañarme de otro no menos angustioso, el sufrido por El Cid, o don Rodrigo Díaz de Vivar, contado en el Poema.

-Oídme mis caballeros, os diré yo la verdad.
A menguar pronto comienza quien se queda en un lugar.
Mañana por la mañana, en seguida a cabalgar;
Dejemos estos lugares y sigamos más allá (…)


¿Y no ha de ser así?

¿No se ve uno empequeñecido cuando se clava en el terruño,  y mira los días pasar desde su almena?

¿No va uno sintiendo que se encoje a medida que el mundo parece expandirse?

Ésta y tantas obras antiguas se prestan gustosas al tamiz si nos apetece extraer un mensaje del presente. Solo hay que saber detectar su potencial entre líneas.

Es obvio que el presente necesita regresar una y otra vez al pasado para afianzar su significado actual, su sentido.



Ignoro por quien tomaría hoy partido el Cid Campeador. Tal vez fuese tentado por los de Vox, y accediese a su propuesta; plantarse frente a la valla… o al muro (dicen que lo construirían) de Ceuta y Melilla, espada en ristre y disuadir a las “hordas extranjeras” que pretenden adentrarse en el reino.




Quizás considerase la oferta de esos que dicen ser socialdemócratas, o de izquierdas, y erigirse en espadín contra esa reminiscencia del feudalismo que es la derechona.

Yo, como soy muy ingenuo, lo contemplaría seguido del pueblo llano, vitoreándolo, todos a una Fuente Ovejuna, hacia el objetivo final, derrocar al Parlamento, ajusticiar a los corruptos y devolver al pueblo lo que nunca debieron robarle, empezando por sus esperanzas.

En cualquier caso, no vengo yo a aconsejar esta lectura, tampoco dejo de hacerlo, pero… ¿Se puede recomendar un color para mirarlo, un estado de ánimo para leer?

Uno no tiene que forzar la alegría si la bruma otoñal le sume en la melancolía, del mismo modo que uno no debe claudicar al desasosiego circundante si en su seno cunde el entusiasmo vital.

Os dejo con unas golondrinas que surcaban el cielo, mientras yo leía las lagrimas del Cid.


También marcharon las golondrinas, a su destierro, dejando el silencio de su ausencia.



No hay nadie que se libre del destierro, desde que abandonamos la infancia estamos condenados a sufrirlo...

19 comentarios:

  1. Me has tocado un punto muy neurálgico en mi pasado como profesor porque El Cantar era lectura en Tercero de Bup, curso que di una quincena de años. Luego desapareció por completo en el nuevo bachillerato, al menos en Cataluña. Nunca fue propuesto nuevamente como lectura de la asignatura de modalidad. Me imagino que son razones políticas. El conde de Barcelona es capturado por el Cid y en cierta manera ridiculizado en el cantar primero. Y el Cid suena demasiado castellano y vade retro. Yo disfrutaba explicando el Cantar y mis alumnos también. Yo les recomendaba la versión de Espasa Calpe con la prosificación de Alfonso Reyes con prólogo de Ramón Menéndez Pidal. El castellano moderno hacía cercana la narración, y de vez en cuando acudíamos al bellísimo castellano antiguo para sentir la vibración de la épica. La versión que tenemos está fechada hacia 1340, ya lejana la historia del Cid que murió hacia finales del siglo XI. Es un relato emocionante, vivísimamente sentimental, y el lector se acerca a los hechos con placer. La infamia de los infantes de Carrión en Corpes era el momento culminante del Cantar y mis alumnos disfrutaban y sufrían esa afrenta física contra las hijas del Cid en el robledal de Corpes. Era la Castilla orgullosa y altiva, mesetaria, de la Edad Media. Sentí mucho dejar de explicar el Cantar, pero así están las cosas y la política en esta región que no aprecia en absoluto al Cid. Otra cosa es Burgos donde hay verdadera devoción por su figura tanto literaria como histórica. Y de hecho sus restos parecen enterrados en la catedral de Burgos. Visité en una reciente visita el monasterio de San Pedro de Cardeña y me gustaría algún día hacer la ruta del Cid hasta Valencia. Por lo que sé, Arturo Pérez Reverte, ha tomado su figura para recrearla en su último libro. No lo leeré pero me alegro de que nuestra historia, tan olvidada, sea revalorizada. Muchas gracias por traernos a este héroe castellano que tuve que dejar de explicar en contra de mi voluntad.

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    1. Tu comentario me suscita una mezcla de alegría y tristeza. Alegría por conocer ese bonito vínculo que tenías con El Cantar como profesor, entusiasmo que tratabas de transmitir a tus alumnos. Y, por la otra parte, es indignante como se pisotea en este país a la cultura, el menosprecio que tiene por ella la clase política en general. No me imagino a Islandia despreciando la lectura de las Sagas, pasajes que la inmensa mayoría de islandeses conocen de memoria, y lo que es mejor, las disfrutan recitándolas.

      En mi libro, el propio Francisco López Estrada señala que se valió de la edición de Ramón Menéndez Pidal, de 1955, para establecer el texto moderno en este trabajo, es un ejemplar muy ameno de leer... hacerlo en castellano antiguo, conociendo los vericuetos de la lengua, tiene que ser una experiencia hermosa, por la capacidad que atesoran esas palabras para atravesar las páginas del libro y penetrar en ti, llevarte a aquellos tiempos, uff, emocionante, como bien señalas.
      No me extraña tu desazón ante la imposición de apartar esta lectura, ante ese menosprecio... no ya a la figura del Cid, sino a un legado literario que está por encima de cualquier regionalismo, una lástima que sea la víctima de ridículas pataletas políticas, nos gobiernan los cafres, eso sí, con la connivencia de quienes les votan, igual de cafres. Otra cosa es Burgos, claro está, su proyección como enclave histórico le debe muchísimo al Cantar del Cid. Tiene que ser una bonita experiencia esa ruta geográfico-literaria siguiendo la estela del Cid... yo muchas veces lo he pensado con la del Quijote, recorrer parte de esos escenarios.

      Sí, ayer por la noche vi esa idea de Reverte, tengo Babelia en el móvil y ahí lo leí, más allá de que uno leo o no los libros de Reverte, su amor por nuestra literatura clásica es indiscutible.

      Muchas gracias a ti, Joselu, por compartir parte de tus vivencias... nada menos que junto al Cid, eso hay que contarlo, amigo ;)

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  2. ¡Hola Paco! No he leído (ni tengo en mente leer) El poema del Cid (anónimo: ¿quién lo escribiría y porqué no se firmaría? ¿sabes algo respecto a eso de que sea anónimo? es curioso...), pero llama mucho la atención que lo que encierra su argumento, los temas de fondo estén tan de actualidad (cómo tú dices): el racismo, la intolerancia, el fanatismo religioso (probablemente sí caería tentado por los de Vox), porque como también comentas, siempre habrá un enemigo y si no, se sacan de donde sea.
    Un beso
    Genial tu reseña

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    1. ¡Hola Marian! Está claro que cada uno tiene sus apetencias y gustos lectores, esa diversidad entre nosotros es lo más atractivo, seguro que tienes un montón de títulos pendientes por leer, y el tiempo siempre es escaso, en cualquier caso sabes que esperaré tus entradas para disfrutar de tu buen hacer.

      Es un clásico de nuestra literatura, eso quiere decir que su legado, su contenido, su mensaje... siempre es vigente, además, como señala Joselu, me atrae la parte estética de la prosa, rica y evocadora en sensaciones y reflexiones.
      Gracias, Marian. Un beso!

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  3. Al leer tu reseña, he sentido lo mismo que sentí al leer el “Poema del Cid”, hace ya muchos años y obligada por la asignatura “Historia de la Literatura antigua y medieval”. Y lo que he sentido en ambas ocasiones es que la obra recoge algo que es universal, que trasciende al tiempo y al espacio y que es, sencillamente, la condición humana. Esa ansia de poder, la necesidad de oponerse al otro para afianzarse y sobresalir uno mismo, la honradez en lucha con la mezquindad y el honor de unos frente a la ruindad de otros.
    Y sí, creo que esa necesidad del ser humano de exhibir su fortaleza frente al resto es genética. Es de lo que se sirve la naturaleza para que las hembras puedan reconocer y escoger al mejor para aparearse con él y hacer que la especie vaya mejorando. ¡Toma romanticismo!
    Me ha encantado como mezclas el paso de las estaciones con esta lectura. Una reseña genial.
    Un beso.

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    1. “Historia de la Literatura antigua y medieval”, uff, hoy pagaría por tener esas clases, me fascina todo lo que pueda encontrar ahí, pero no te creas, que siendo joven también me gustaba mucho la Historia, y era una asignatura que siempre seguía con atención.

      Pues tu sentimiento es fiel reflejo de lo que representa el Poema del Cid, tus palabras lo recogen a la perfección : "algo que es universal, que trasciende al tiempo y al espacio y que es, sencillamente, la condición humana." Yo no lo hubiera expresado mejor.

      Así lo veo yo también, ese afán por exhibir la fuerza frente a otros debe de ser algo que nos viene de la naturaleza.

      Creo que la narración literaria se nutre de la "narración caminante" y viceversa, por eso del combate épico entre la primavera y el verano, y las vicisitudes del Cid, "son lecturas" que se prestan matices entre ellas.

      Gracias Rosa, Un beso.

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  4. Reconozco que me cuesta superar la brecha temporal y que no conecto mucho con las obras anteriores al siglo XIX. Reconozco también que pocos intentos he hecho. Sin embargo tú me has hecho muy cercana esta lectura. Será que los seres humanos nos repetimos mucho.
    Me ha encantado el final de la reseña. Esa imposibilidad de recomendar un color o un estado de ánimo y esa frase final.
    Un abrazo

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    1. Hola Lorena, entiendo que a veces cuesta hacer esa inmersión temporal, sin embargo yo encuentro todo muy actual... y la prosa, como goce estético, es maravillosa, que son cosas que también busco en estos libros.

      Gracias por tus palabras, lo leas o no, eres una magnífica lectora, sin duda.
      Un abrazo.

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  5. Hola Paco, hace muchos años que leí el Mio Cid y me parece muy interesante esa "adaptación". Recuerdo que hace un tiempo una persona me dijo que todos los grandes temas de la literatura ya los habían tratado los griegos y que a partir de ahí solo se hacían versiones, porque ellos hablaban de los humanos, con sus bondades y sus miserias y eso no ha cambiado por muchos años que pasen. He disfrutado con tu análisis y ya sabes que las fotos con las que ilustras tu entrada me parecen siempre de una gran sensibilidad.

    Comentaba Joselu que se había eliminado el cantar del Mio Cid en las escuelas catalanas y quería comentar que mi experiencia en una escuela catalana no ha sido así. Mis hijos no hace tanto que han estudiado, de hecho el menor aún está en la universidad y por mi biblioteca corre una versión del Cid que es la que ellos leyeron en el colegio, evidentemente adaptada y no en el castellano antiguo porque sería muy complicado para ellos, para mí también. Aunque también tengo que reconocer que mis hijos creían que era un rollo pero eso, por desgracia, les pasaba y aún les pasa con muchas lecturas y es algo que me parece muy preocupante.
    Disculparme porque no quiero que mi comentario se malinterprete ni por supuesto polemizar, para nada pero quería explicar que mis hijos sí han leído el Mio Cid y otras obras castellanas que se deben conocer porque la literatura es universal y así debe seguir siéndolo.
    Un beso enorme de vuelta

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    1. Hola Conxita, lecturas como el Cantar del Cid, brotan de momentos, o ramalazos, en los que uno siente la necesidad de buscar el libro y ponerse a leer, como tarea escolar puede estar bien si el alumnado ya tiene cierta edad, sé que en las escuelas islandesas, a las clases de infantil les ensañan las sagas nacionales... representándolas ellos mismos en sesiones teatrales, y luego, más mayores, las leen. No está mal, ¿verdad?

      Conxita no hay nada que disculpar, pues cuentas la experiencia y situación escolar con tus hijos, en su momento, y me alegra saber que el Cid... no fue de nuevo desterrado, jeje, además siempre escribes con una gran educación y respeto (y escribes muy bien).
      Un beso, amiga Conxita ;)

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    2. Conxita, yo no había dicho que el Cantar hubiera sido eliminado en las escuelas catalanas en ningún momento, lo que yo afirmo y sostengo es que ha sido eliminado de la selección de lecturas de selectividad en bachillerato que es cuando se estudian las obras en profundidad. Yo he sido más de veintitantos años profesor en el sistema LOGSE y nunca ha aparecido esta obra como lectura obligatoria. Lo sé a ciencia cierta. Otra cosa es que alguna escuela pueda elegir en la ESO o en la primaria alguna versión adaptada del Cantar de modo selectivo. De eso no hablaba, pero pienso que en todo caso ha sido hecho de modo muy minoritario. La selección oficial de lecturas excluye totalmente esta obra de cara a la universidad, la selectividad. Es a eso a lo que me refería. Un cordial saludo.

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    3. Disculpa Joselu si te entendí mal pero me sorprendió porque recuerdo la lectura y de hecho el libro aún está en mi biblioteca pero es cierto que lo leyeron en la ESO. Y otros libros "clásicos" de la literatura castellana también y por supuesto de la catalana.
      Gracias por el aporte.
      Saludos

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  6. Lo cierto es que no me atrae mucho esta lectura, ni lo hizo antes, ni lo hace ahora. De los libros que citas y ligas en tu comentario sería el último en elegir, eso que tus palabras me hacen dar un paso hacia delante pero no, jaja, No leo esas cosas, además uno que es un descreído de todos y de todo, duda de hasta los mitos de la patria y siempre ha creído que el personaje era un soldado de fortuna que variaba sus amos según el envite y la ganancia.
    EL destino y los versos lo elevaron, la historia...
    cuídate gracias

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    1. Creo que ya me imagina tu poca atracción por el Poema del Cid, no me pilla de sorpresa amigo Wineruda.

      No te equivocas, al menos según los estudiosos de aquel período, parece que Rodrigo Díaz de Vivar, ponía su espada al servicio del mejor postor, y también colaboró con los musulmanes como soldado, pero proceder así era muy usual en la Edad Media, lo hacían muchos caballeros y no se cortaban una cala, que se dice.
      El destino ha sido benévolo con muchos que tal vez no lo mereciesen tanto.
      Cuídate, gracias a ti amigo!

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  7. La historia del Cid conserva toda su épica, no envejece. Aún se lee en los institutos (no en Cataluña, por lo que dice Joselu) y se representa adaptada. Para mí es la raíz, leer algún fragmento en castellano antiguo tiene mucho de evocador, de una lengua que se está gestando y es como viajar en el tiempo. La verdad es que atrapa.
    La película de Anthony Mann se toma sus licencias, pero no hay duda de que Charlton Heston encarna al héroe a la perfección. No sé como se posicionaría el Cid hoy, pero desde luego respetaba a sus enemigos, siempre daba la cara y tenía una escala de valores inquebrantable basada en el honor. Algo difícil de ver en política, no encajaría nuestro héroe en esta época de fariseos.
    Las fotos son tremendas, me ha llamado la atención que en Pozuelo haya adormidera y que aún se puedan ver golondrinas. Yo estoy saliendo este mes al campo con la bici y ni siquiera veo vendimiadores, parece todo un decorado de cartón. Si no fuera por las puestas de sol...
    Un abrazo.

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    1. Los privilegiados que puedan leer el Cantar en castellano antiguo, captarán mucho mejor el espíritu de la época, y eso es un valor añadido importante.

      Recuerdo la película con Charlton Heston, sí, la verdad es que daba el perfil. Es muy posible que sea como dices, hoy sería un ser marginal en la política.
      Hay unas hermosas praderas en Pozuelo (aparte de los montes de pinos y encinas que la rodean), y en primavera florecen muchas adormideras, son muy fotogénicas, sobre todo cuando las sobrevuelan golondrinas y vencejos.
      Aprovecha las soledades de la llanura para devorar kilómetros en la bici... Buena terapia para el cuerpo y la mente.

      Un fuerte abrazo, Gerardo.

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  8. Interesante a portación la que haces, estimado Paco, de un personaje que sigue suscintando interés y controversias.

    También te recomiendo El Cid de José Luis Corral, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza. Este escritor intenta desmitificar la figura del Cid y aproximarnos a la historia real de la figura épica de la mano de Don Diego de Ubierna, narrador que nos cuenta su experiencia con el Campeador y nos muestra un hombre que rompió las reglas y cuya vida fue mucho más fascinante que la que cuenta la tradición épica...

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    1. Muchas gracias, Luis Antonio, tomo nota de tus sugerencias, me parece muy atractivo ese acercamiento a la figura del Cid, es un personaje que tiene mucho que ofrecer, miraré esas obras.
      Un fuerte abrazo!

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  9. Al fin he podido disponer de tiempo para leerte al completo, Paco. Tengo este poema en una versión editada por RBA bajo la colección Literatura Universal. Al igual que muchos de aquí arriba, parece que he de pasar de este libro, aunque sospecho que algo de él he debido leer en mis primeros años del secundario, junto al Lazarillo de Tormes y otros que no recuerdo.
    Yendo a tu reseña, me agrada sobremanera que rescates -como habitualmente- un libro que ha vivido mejores épocas y que, con la excusa del progreso, ha sido descartado de los programas de estudio, como Joselu nos ha hecho saber. Y, por cierto, la has acompañado sabiamente con tus fotografías.
    Gracias por recordarnos la existencia de la noble poesía castellana.
    Un abrazo, chaval!

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