P. Castillo

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viernes, 4 de septiembre de 2020


Morir para nacer

Fotografía de Paco Castillo


Existe un poema de Lorca y cuenta maravillosamente lo que voy a exponer, de hecho me apoyaré en su talento, y en el de otros autores para transmitirlo como deseo.

Y sería magnífico si fuese como el fulgor de un relámpago en la penumbra, es que acabo de experimentarlo mientras escribo, y  el mano a mano entre luz y tiniebla es… bestial. Unos fogonazos alumbraron parte de la sala (al lado de las ventanas), justo donde tengo una de mis librerías con pequeños adornos, a saber; una magnífica caracola que me encontré en la Playa de los Bretones (Asturias) siendo adolescente, dos cajas chinas de té y una figurita con un faro de Kiel… 




Fotografía de Paco Castilllo


¿No sería el faro enviando su señal en un arrebato de nostalgia? 


                                   Fotografía de Paco Castilllo



Ciertamente hay una noche tormentosa por aquí, aporreando el teclado sin decidir aún que día lo publicaré, supongo que en septiembre, o según viajen las nubes...



 Fotografía de Paco Castillo


El poema lorquiano posee una belleza luminosa. Lo de luminosa no es baladí, pues dice que (variando algo el orden), el secreto de la vida lo conoce un ser que sobre el lecho de la tierra muere borracha de luz (...), y va como una estrella sonora en los campos dormidos. Sin embargo iré dando tumbos con mis digresiones, lo habitual.

¿Habéis palpado las cortezas de pino en los días invernales de sol tibio?

                                     Fotografía de Paco Castillo

Yo las toco, retienen el calorcito, se beben el Sol a sorbos. Revitaliza sentir esa cálida caricia en una heladora mañana de diciembre, nuestra sangre circula con más brío al contacto, como si quisiera desperezar a la savia de su sueño invernal, emulando a los erizos.

Pero regresemos a los meses de la canícula, aunque sin prescindir de los pinos, y a un visitante con plaza fija en el estío.

Principios de julio (cuando hice parte de las fotos), irrumpen los acordes de una orquesta infalible a su cita, acomodada en las copas de acículas(la popular pinocha, o tamuja, borrajo… según el lugar). Como estas, tormenta mediante.





Fotografía de Paco Castillo


Esos músicos estridentes son las cigarras, claro está.

Fotografía de Paco Castillo

Si escucháis el Allegro de las chicharras (otra acepción) en algún pinar o encinar os recomiendo observar con ojos insectívoros  los troncos, recorred el puzle de cortezas que revisten al árbol, veréis un elemento singular; sus caparazones abandonados como los coches en un desguace. 



Fotografía de Paco Castillo



Y con suerte, algo más impresionante…








Fotografías de Paco Castillo



Es un hallazgo fascinante, y me sugiere (más allá del guiño a Kafka) una mezcla ideal entre ciencia, poesía y filosofía al contemplarlas, son un filón de haikus, aforismos, o lo que te venga en gana… 






Fotografías de Paco Castillo


Al fin y al cabo las rememoró la mitología griega, Homero en la Ilíada, las Fábulas de Esopo, la mitología china, la japonesa… y seguiríamos, por citar ejemplos, con Lorca (“cigarra” es su poema aludido):


¡Dichosa tú!,
que sobre el lecho de tierra
mueres borracha de luz.

Tú sabes de las campiñas
el secreto de la vida,
y el cuento del hada vieja
que nacer hierba sentía
en ti quedóse guardado.

(…)

Ante el tronco y admirando las cortezas, pienso en un atlas repleto de mapas (las cortezas), antiguos y enigmáticos como los de Piri Reiscartógrafo otomano del siglo XV, nacido en Galípoli (“ciudad hermosa”, en griego).


Fotografía de Paco Castillo

Seguramente la obsesión de Piri Reis por plasmar en una piel de gacela (tal fue su material) varias rutas y tierras inhóspitas se la deba a su célebre tío, el corsario Kemal Re´is, a quien más de una vez acompañó en sus lances.




En cualquier caso, estos mapas de las cortezas nos muestran la vida (o su indicio) dentro de la muerte, y lo exhiben en relieve. Morir para nacer. O para ser más exactos; dejar de ser para ser... que dice el Tao.


Fotografía de Paco Castillo


Tao Te Ching (Lao-Tse). Fotografía de Paco Castillo

Escribía Clarice Lispector:
“Vivir es una especie de locura que la muerte comete. Porque en ella vivimos, vivan los muertos” (“Un soplo de vida”), bien podría haberse inspirado ante un caparazón prendido del árbol, ensimismada en su contraluz, semejante a fíbulas de oro como aquellas de los visigodos, los celtas o los nobles del Imperio Romano, por citar casos.

Fotografía de Paco Castillo


Mapas con mil encrucijadas de caminos entre sus ínsulas aromatizadas de resina.

No hay cultura que prosperase sin encrucijadas por las que transitaron otras maneras (o mentes heróicas, si acudimos a Thomas Carlyle) de entender el mundo,  ensanchando el que ya dábamos por conocido.

Y eso lo ilustra, con un cautivador estilo, T. Carlyle en Los héroes, lectura que he estado disfrutando este verano (aún sigo), en breves abordajes, en instantes de contraluz, ya que estamos. Leo unos párrafos y me detengo, ahí quedan germinando sobre mi mente, y después otro más, semillas de palabras de las que brotan pensamientos. Reflexiones para el camino; a decir verdad el Tao es un libro de caminantes. Bueno, es mi modo de entenderme con Carlyle, y me va muy bien.


“Ese grande arcano del tiempo, (…); esa cosa ilimitada, silenciosa, infatigable, que denominamos tiempo, rondando, lanzándose rápido, callado como las mareas de los océanos que avanzan abarcándolo todo y sobre las cuales nosotros y el universo entero flotamos como exhalaciones, como apariciones fugaces dotadas de un breve instante de vida, esto será siempre un milagro capaz de sellar nuestros labios, llenándonos de terror” (Los héroes, p.37)


Fotografía de Paco Castillo

Sostiene este filósofo e historiador, brillante y polémico a la par, que si la Humanidad continúa a flote, no se debe a sus capacidades como masa o ente uniforme, sino a la genialidad de unas pocas mentes privilegiadas que han remado, reman, contracorriente sobre la mediocridad reinante, y logran que las aguas estancadas recuperen su fluir.

Mis cavilaciones convierten a estos caparazones, detenidos en el tiempo, en reflexiones y metáforas sobre mi propia existencia y el paso por la vida.

Fotografía de Paco Castillo


Por eso suelo decir que no encuentro lectura más estimulante e instructiva que la ofrecida por la Naturaleza. 

Fotografía de Paco Castillo


De ahí las temporadas en las que apenas leo literatura, así fue estas últimas semanas, si acaso algún filósofo, algún poeta, una novela por ahí perdida y para de contar. Pero leer leo siempre… no todo está en los libros.


Fotografía de Paco Castillo

Fijaros donde leer; en unas estalactitas de resina endurecida, el futuro ámbar, que de alguna manera es estar mirando “lo que flota en el mar”; esa es la etimología del nombre ámbar proveniente del árabe.



                

Fotografía de Paco Castillo

Idéntica procedencia que este poema (fragmento) del sirio Nizar Kabanni:


¿Cómo?

Preguntó, 
cariñosamente,
cómo fue nuestro amor,
y cómo en un instante
nos hicimos
ceniza.
Cómo aquella pasión nos transformó
en música
y en luz, 
de forma que la gente,
al vernos, repetía:
«Son humo...
Solo humo»
(...)






Fotografías de Paco Castillo

Que el ámbar vaya surcando océanos tampoco es descabellado en un planeta de paradojas inverosímiles, sabemos de fósiles marinos en el Everest, un ser del mar y sus profundidades sellado en una roca que rasga las nubes a 8000 metros de altitud.

Es asombroso que los enigmas de la profundidad abisal puedan descifrarse tocando el cielo.

Y que dentro de la resina flotaran hace más de cien millones de años algunas abejas, hormigas, o ranas entre otros especímenes… y ahí siguen atrapados ante nuestros ojos.

Ese ámbar nos abre una ventana para asomarnos al panorama de hace 100 millones de años. Los científicos obtendrán su información al respecto, yo solo tengo que imaginar el instante en que una abeja abandonó su flor prehistórica, cuando en la Tierra reinaba el verdor de los helechos, y no el mundo grisáceo y áspero de hoy, inundado de cemento…

Al abandonar esa abeja la flor ocurrió el suceso; se posó en la resina y quedó abrazada eternamente por el ámbar, nunca un gesto de amor ha sido tan... sólido.


Eso sí que es un confinamiento a prueba de todo, hasta de la decrepitud.

Hay una flor que lleva también 100 millones de años unida al ámbar, contándole sus sueños…


El hecho de mostrarse ante nuestra mirada tal cual era hace 100 millones de años, entraña una complejidad sideral por los desafíos sorteados hasta hoy, pero miradla, es una flor tan sencilla en su estado ambarino… ¿no? Tiene sabiduría esa unión, se ha quedado en lo nítido, lo esencial; el ámbar y la flor. Y nosotros empeñados en añadir capas y más capas a las cosas esenciales, así, cuando queremos explicarlas, o conocer sus significados y aprender, ya hace tiempo que nos hemos desorientado. 


Volviendo a los caparazones.

¿Qué clave se esconde en los vestigios de ese ser, que antes era y ya no es?


Fotografía de Paco Castillo

Tal vez el asunto sea menos complicado de lo que consideramos.

Estoy convencido de que los planteamientos más sencillos son la ruta adecuada hacia las revelaciones más complejas.

Contempla el caparazón, seguro que nace un diálogo entre la señal petrificada y tu mente, sigue esos senderos entre los mapas de cortezas, acaso, haciéndonos eco de las paradojas, podrías encontrar el tesoro anhelado por  el corsario Kemal Re´is.



Fotografía de Paco Castillo

¿Y si el tesoro fuese comprobar que el seguimiento de esas bifurcaciones, cartografías de madera, briznas en el tronco, caparazones y resina que jalonan el árbol entero, es en realidad el mapa de nuestra vida?


Fotografía de Paco Castillo

Seguramente los árboles, a su manera, sabrán mucho más de nosotros que al revés.
Su longevidad los convierte en escribanos de nuestras huellas en el camino, saben todo lo que el silencio le has ido revelando acerca de nuestra presencia.



Fotografía de Paco Castillo


Me gusta considerar el asunto desde este panteísmo naturalista que tanto convencía a Spinoza, y que el propio Einstein, desde su admiración por el filósofo, adoptó para sí. 



En buena compañía, con Spinoza y Descartes tiempo atrás. Foto Paco Castillo.

Y con Einstein, claro. Foto, Paco Castillo.


Somos mapas también, pero siempre es el otro quien te cartografía. Sin embargo… habrá islas en nuestros océanos que jamás permitiremos que sean descubiertas. Eso lo sabemos cada uno.

Somos un mapa con un tesoro escondido, pero la mayoría nunca daremos con él. Siempre buscamos fuera lo que atesoramos dentro.
Por eso solo los hallamos en los demás. 
Somos expertos exploradores del otro, y nulos en la lectura de “nuestros mares y continentes”… quizás estén diseñados para ser interpretados por observadores ajenos.

Intentaré aprender con la humildad de un budista tibetanovaciándome de ideas previas, igual que hizo Descartes para su método, y extraer de esa figura exánime una idea diferente de la muerte, como reflejan los tibetanos en el Bardo Thodol (Libro Tibetano de los Muertos).



Fotografía de Paco Castillo

Continuaré mirando a las chicharras, a sus caparazones inertes de los que ha brotado nueva vida.

Sí, los seguiré buscando para contemplar, tengo el presentimiento de que saben algo valioso sobre mí que yo ignoro, aunque lo siento cerca, muy cerca…


Tan próximo como aquel niño que escuchaba a las cigarras y hoy escribe esto mientras duermen sus hijas...






"Morir pero no ser olvidado: ésa es la vida realmente larga."

(Tao Te Ching, Lao - Tse)




Fotografía de Paco Castillo








30 comentarios:

  1. Hola, Paco me alegra que estés de vuelta. Me han impresionado las fotografías de esos caparazones vacíos adheridos a los troncos. Veo en ese renacer una metáfora, un volver a empezar. Septiembre es así, este año más si cabe. Renovemos fuerzas y sigamos asidos a la naturaleza y los buenos libros.
    Un abrazo.

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    1. Y yo me alegro un montón de tu presencia, me alivia comprobar que los viejos rockeros (dada tu afición :) siguen en pie.
      A pesar del bicho... me gusta septiembre, es el mes de mi cumpleaños (el 22), una fecha significativa, cada año es, o bien el último día del verano, o el primero de otoño, este año es el primero del otoño, el pasado fue el último del verano... y así cada temporada, ya ves, lo de renovar, lo cíclico, es consustancial a mí.
      Un abrazo, Gerardo.

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  2. Me quedo fascinado por tu zig zag conceptual que conecta imágenes, libros, poemas, la naturaleza en su vibrar más íntimo, hondas impresiones en tu mente y corazón, y todo transcurre delicadamente con transiciones inadvertidas y que promueven el parpadeo del lector que se pierde una vez, retoma el hilo, vuelve a perderse, y una vez más se ahínca en las fotos prodigiosas de un nacimiento o bucean en libros llenos de sabiduría. Tu renacer como bloguero a punto de tu cumpleaños es fosforescente para los ojos de los lectores que no entienden bien tu capacidad de conectar cosas y llevarnos de aquí para allá en un juego cuyas reglas estableces tú.

    Me quedo con la idea del libro Los héroes de Thomas Carlyle en que se sostiene que la vida y la cultura es obra en realidad de los héroes -mentes privilegiadas- que van a contracorriente de una humanidad estancada y mediocre. Pienso que es un pensamiento muy cierto.

    Por otro lado, me han fascinado las imágenes del ámbar y los insectos atrapados en él. El ámbar es prodigioso, en un reciente viaje a Lituania traje a mi mujer un collar y unos pendientes de ámbar que me resultan maravillosos. Misteriosa sustancia de hace millones de años.

    Bienvenido tras el descanso veraniego en que tus ojos han seguido contemplando maravillas.

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  3. Me resulta muy gratificante tu manera de ver mis entradas, realmente es un zig zag como dices, la verdad es que lo escribo como si yo fuese su único lector, de ahí que alguno pueda perderse, pero luego encontrará la senda, al final todo adquiere armonía y un sentido definido... o a mí me lo parece, jaja.

    He leído poca literatura, Joselu, de un modo algo inconscientemente la situación que vivimos me ha llevado más hacia la filosofía, incluso la poesía, novela apenas he leído, pero tengo algunos títulos en mente que espero afrontar pronto.
    Sí que he caminado por el campo, estuve 10 días por Asturias (todos los años voy allí) y pude explayarme en parajes muy poco frecuentados, pues suelo ir a pueblos pequeños sin tanto jaleo... eso sí, cerca de alguna playa por mis hijas (no tanto por mi mujer), pues no me lo perdonarían, pero son sitios que conozco y no hay mucha gente.

    Carlyle me ha dejado una impresión honda, un intelectual que no conviene ignorar, lúcido y con un estilo cautivador para reflejar su pensamiento, uno no puede estar de acuerdo en todo, pero incluso en el desacuerdo, sus argumentos y forma de exponerlos resulta un pensador estimulante.

    El ámbar ejerce una atracción poderosa, hay algo atávico en su visión que nos conmueve y seduce. Y la metamorfosis de la cigarra... simplemente fascinante, para contemplar y reflexionar sobre nuestro propio devenir.

    Gracias por tu lectura, Joselu.
    Un abrazo.

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  4. Extraordinaria entrada. Me agrada la conexión entre imágenes y textos; por otro lado la sensación de paz que da tu bloc (la Naturaleza se impone) es total.

    No soy una persona que haya leído mucha literatura, "mi oficio" me ha decantado por la Filosofía y la teología, pero he tenido buenos maestros que siempre me han indicado que leer.
    Ahora, por cierto, estoy detrás de Simone Weil (Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social", y he dejado de lado las Estructuras del cristianismo antiguo (C Markschies). Habré de retomar la senda de la narrativa porque intuyo que me estoy perdiendo buenas cosas.

    Bienvenido al mundo pandémico. Un abrazo
    salut

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    1. Gracias, Miquel.
      Me gusta hilvanar esos textos, y libros que leo con mis paseos, la Naturaleza, de tal modo que todo resulte armonioso, hay mucha armonía en la naturaleza (y también "lecturas") y trato de transmitirlo al blog.

      Sé tu querencia por la Filosofía y Teología, de hecho te presto mucha atención pues suele mencionar títulos y autores que despiertan mi interés, me agrada ese trasvase de conocimientos entre los blogs. Yo compagino literatura con filosofía y otros géneros, aunque hubo épocas de mi vida que solo leía filosofía, historia o biología que siempre me atrajo. Retoma las sendas que te apetezcan de veras, sin más, el tiempo sabemos que es escaso.

      Bien hallado en tus palabras.
      Salut!

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  5. Me han encantado tus fotografías, y me ha alegrado verte de nuevo por aquí. La naturaleza tiene mucho que enseñarnos, pero no siempre somos capaces de aprenderlo o de saber verlo. Gracias por compartir esas fotografías.

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    1. Gracias, Esther.
      Es que las fotos son espectaculares, muy sugerentes, ¿verdad?
      Así es, la Naturaleza es una gran maestra a la que solemos ignorar. Yo he obtenido más claves sobre la vida en un día de incursión campestre que en la lectura de varios libros.
      U abrazo.

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  6. Encantada de leer tu texto y tus fotografías. Ciertamente no todo está en los libros.
    Dejar de ser para ser, una muy buena enseñanza que nos suele costar aprender.
    Un abrazo

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  7. Encantado de tu presencia, Lorena.
    Me reitero en lo comentado a Esther sobre la Naturaleza, sentirla y observarla nos enriquece.
    Un abrazo!

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  8. Hola Paco no todo está en los libros, la vida y la naturaleza nos enseñan mucho y a través de tu entrada casi como si fuéramos paseando una va aprendiendo cosas que no sabía. No había visto nunca esos caparazones en los pinos y da que pensar la manera en que la naturaleza es tan sabia y cuando uno acaba la vida, hay otro que la empieza. Deberíamos atender más a sus ciclos y a las enseñanzas que nos traen.
    Estos días de verano recordaba que echaba de menos las luciérnagas, recuerdo que cuando era pequeña me encantaba encontrarlas y ahora visitando los mismos lugares ya no las veo.
    Eres muy afortunado hasta las ardillas posan para la foto.
    Esa resina de los pinos siempre me ha fascinado, me encantaba encontrarla y curioso el nombre del ámbar en árabe, lo que flota en el mar.
    Como siempre un placer pasear entre tus fotos y tus letras.
    Un abrazo

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    1. Así es, Conxita, la Naturaleza siempre nos dispone un texto renovado... ¿Son iguales las nubes de hoy a las de ayer?

      Como ya he dicho, el aprendizaje es la moneda de cambio entre los diferentes blogs, bendito contagio el saber, y no el puñetero bicho. Los caparazones son muy llamativos y evocadores, no me canso cada año de fotografiarlos, pienso en cosas cuando los tengo delante... bueno aquí tienes un ejemplo.

      Luciérnagas... he visto centenares cuando viajo a Perú, a los Andes remotos del interior, es un espectáculo total, me encantan, pero allí los lugareños de las aldeas desconfían... piensan que son espíritus, como lo oyes (lees), yo nos lo contradigo, por supuesto.

      Gracias, Conxita.
      Abrazos.

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  9. ¡Qué alegría tenerte de vuelta, Paco! Y además vuelves con todos los honores. Una entrada preciosa llena de historia, filosofía, poesía, naturaleza... Esa serie de fotos de la cigarra abandonando su camisa son fabulosas. Por aquí no hay cigarras y siempre que voy al Mediterráneo me maravilla la algarabía que pueden llegar a montar.
    Tengo esa misma colección de libros de historiadores. La compré hace siglos, creo que era una colección de kiosko si mal no recuerdo, aunque confieso que me quedan muchos por leer.
    Por cierto, hacía siglos que no escuchaba a Alberto Cortez. Creo que murió el año pasado. Era un hombre curioso.
    Un beso y bienvenido.

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    1. Alegría compartida, estimada Rosa ;)
      La verdad es que me resultan muy inspiradores todos esos caparazones, y la secuencia de la cigarra dejando el caparazón, uff, impresionante, no podía dejar de compartiros algo así. Sii, pueden llegar a ser atronadoras.
      Los libros complementan todas mis reflexiones, siempre encuentro un hilo conductor entre lo que leo y lo que observo, pero a veces no sé ni por donde voy... jaja.
      Esos libros, verás, los encontré hace años en cajas junto a un contenedor, y me los llevé, claro está. Ahora están a salvo en mis estanterías, ha sido un beneficio mutuo.

      Igual que yo... llevaba una eternidad sin escuchar a Alberto Cortez, me gustó la canción como colofón.

      Un beso, y muchas gracias por estar.

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  10. ¡Hola Paco! Que bien poder leerte de nuevo. Veo que has cambiado la foto de tu perfil.
    Tienes razón al decir que no todo está en los libros y que la Naturaleza tiene mucho que contarnos, que hay que ponerse a leerla porque nos puede alucinar lo que encontremos en sus "páginas".
    Siempre me gustaron las chicharras y sé que no son fáciles de ver y menos de fotografiar, así que me has dejado alucinada con tus fotos, sobre todo las que has pillado a la cigarra mudando saliendo de su caparazón, reviviendo. Los caparazones en las cortezas de los árboles sí que las he visto más de alguna vez y siempre me dejan absorta.
    Un placer leerte, Paco, como siempre
    Besos

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    1. Hola, Marian. Pues nada, aquí estamos de nuevo, con mis caminatas y libros a cuestas.
      Cuando me aburro de ver siempre la misma foto de perfil... a cambiarla se ha dicho, esa me gusta porque estoy por el campo, como no.

      Me acuerdo una vez avistar a una bandada de grullas, un grupo que de repente se paró, muy alto sobre mi cabeza, y empezó a dar círculos y círculos... hasta que divisé otro grupo bastante más atrás, se juntaron todas, dieron otra vuelta, y después con una enorme V se fueron todas juntas... eso es una lectura muy potente.

      Las fotos de la chicharra mudando... un golpe de suerte, y caminar horas ;).
      Un placer tu visita, Marian.
      Besos!

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    2. Claro, está genial eso de cambiar cosas (yo soy muy de ideas fijas, con eso de las fotos y el blog)
      Lo de las bandadas de grullas, siempre son lecturas y audiciones maravillosas (se las escucha muy bien sus trompeteos en lo alto, por el cielo de la biblioteca pasan a veces bandadas y me encanta verlas en esa filas formando Vs)
      Es lo que tiene patearse el campo, que a veces hay suerte y se pueden hacer fotos increíbles
      Un placer para mi también visitarte y leerte

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    3. No te creas, Marian, también soy de ideas fijas para muchas cosas, bueno, ya sabes... estamos llenos de contradicciones ;)
      El placer es mío.
      Beso.

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  11. Haces pocas entradas pero muy buenas y muy curradas, con buenas fotografías y buenos textos.
    A mí también me has dejado alucinado, como a Marian, «con tus fotos, sobre todo las que has pillado a la cigarra mudando saliendo de su caparazón, reviviendo». Me encanta el sonido de las cigarras en plena canícula, pero solo las he visto ahogadas en algún charco o en esas preciosas joyas de Lalique o en esas piezas de cerámica tan características de la Provenza. Sí que vi los caparazones en la corteza de los pinos pero nunca supe qué eran, debo reconocerlo.
    Dos anécdotas al respecto:
    Tenía una compañera de trabajo a la que invité a pasar unos días de verano en Ibiza, en pleno campo pero cerca del mar. Pero la señora duró poco allí porque le molestaba ese sonido, y decía cada dos por tres, cada vez más cabreada (traduzco del catalán): «¡Mira que llegan a ser pesadas estas cigarras. No lo soporto!».
    Otros amigos, de San Sebastián, hubo un momento en que preguntaron, al cabo de unos días de estar en Ibiza, «¿qué coño es ese ruido? Creían que era el sonido de la electricidad al pasar por los cables de la luz...

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    1. Gracias por tus palabras, G.U, siempre anima saber que gusta lo que haces.

      Pues sí, admito que no es fácil pillar "in fraganti" esa cigarra mudando, tuve un golpe de suerte, aunque hay que mirar y mirar.
      Es curioso lo de la cerámica de la Provenza, lo desconocía.

      Sí, hay gente que soporta mejor la estridencia de los coches y las obras en la ciudad que el canto de las chicharras. Pues nada, allá cada uno...

      Jaja, lo del cable de la luz me ha molado ;)
      Cuídate!

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  12. Hola Paco,

    Tu texto y tus fotografías son una absoluta delicia. Tu manera de enlazar libros, naturaleza, reflexiones que te inspiran explica mucho sobre ti y es un auténtico regalo para quienes te leemos. Imposible comentar más allá de las sensaciones placenteras que tu viaje me sugieren. Gracias por tu generosidad.

    Un buen abrazo.

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    1. Gracias mil, Laura, veterana compañera de letras blogeras ;)
      Espero seguir caminando por esos campos, con mis libros, y compartirlo contigo, claro que sí.
      Un abrazo, querida Laura.

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  13. Me ha encantado tu paseo por entre la naturaleza y la literatura,es muy curiosa, esa forma de pasear la vida acinado de libros y tratar de sacar conclusiones o meramente sentir.
    Lo de pasear y filosofar yo a veces también lo hago, me atrapa esa vida fugaz en la que voy dejando instantes de la propia.
    Los mapas de tu árbol me han encantado, pasaré más por este tu blog.

    Un abrazo.

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  14. Mukali, bonito nombre, musical al dejarlo escapar de los labios.

    Creo que no hay mejor manera de filosofar que andar (o desandar) el camino, aunque yo soy más de ir por el campo que urbano. Excelente manera de observar la vida fugaz, Mukali.
    Siempre pienso el lo que saben los árboles, su silencio es un misterio maravilloso, para avivar la imaginación.
    Un abrazo, me pasaré por tu blog también. Gracias por tus palabras.

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  15. Muy buen texto. Muy elaborado. Me gusta la relación que estableces entre la estética lorquiana y las chicharras y más aún con la cartografía otomana de Piri Reis. Magnífico.
    "Morir para nacer", aquello que es nacimiento para una mariposa es la muerte de la oruga.
    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. Hay poesía de Lorca muy apegada a la Nataruleza, a pesar de escribir “Un poeta en nueva York” él era muy campestre.
      Yo encuentro muchos giros lorquianos en el campo, como esos caparazones abandonados, cuya observación se presta a lo poético, cuando no a lo filosófico. Y porqué no… ver en un pino majestuoso una cartografía misteriosa, de algún modo reveladora, como los espléndidos mapas de Piri Reis.

      Así pues, es “natural” ver a Lorca a través de un caparazón, solo hay que ser un observador atento, como me consta que eres tú, Francesc, habida cuenta de ese magnífico ejemplo con el que cierras tu comentario.

      Muchas gracias por tu presencia, se bienvenido.
      Un abrazo.

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  16. Gracias por acercarnos a la intimidad de tu espacio y hacernos partícipes de tus gustos. Exquisitos, por cierto. He prestado especial atención a los lomos de los libros que nos muestras.

    Lo de las cortezas me ha provocado evocaciones lejanas y gratas...

    Extraordinarias fotos. Muestras una sensibilidad muy especial. De las que no abundan...

    Lo intento, pero no logro observar con ojos insectívoros. Quizás sea culpa de las gafas...

    Las digresiones existenciales que haces me dan idea de la amplia cultura que te caracteriza y la profundidad de tus pensamientos.

    Muchas gracias, Paco, y un gran abrazo

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    1. Muchas gracias a ti, Luis Antonio.

      Tus palabras siempre son alentadoras. Supongo que observar con ojos insectívoros puede ser complicado según qué circunstancias.

      También aprendo yo de vosotros, no te quepa duda.
      Un gran abrazo, amigo.

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  17. Querido Paco: me encanta cómo sientes y escuchad la naturaleza y cómo lo engarzas con tus libros y cómo luego lo cuentas. Pero no era esto lo que quería decirte (que también), lo que te quería decir es que te aprecio más de lo que te he demostrado y que me has dado siempre más de lo que has recibido (por mi parte).

    Gracias y un abrazo renovado.

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    1. Apreciada Ana.

      Qué decirte... profundamente agradecido por tus palabras, emocionan, sinceramente.

      No estés tan segura de tus últimas líneas, de recibir más de lo que das, me consta que quienes te leemos (sé que son legión), permanezcan en la sombra o se hagan visibles, tienen la idea contraria. Al menos es mi caso, quienes visitamos tu espacio no buscamos tanto el libro (que también, por supuesto), como tu manera de reflejar la vida a través de ellos. Es ahí donde tu blog marca la diferencia.

      Gracias a ti, querida amiga.

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