P. Castillo

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jueves, 25 de julio de 2019


Un miércoles por la mañana...

Ayer.

Sobre las 9:30 am he dejado a mi hija pequeña en la escuela infantil, la guarde de toda la vida, vamos. Solo le quedan dos días más, hasta el viernes… y se acabó. Estrenará el colegio de su hermana mayor. Cambio de ciclo.






Mi hija mayor se ha quedado con la abuela (mi madre), vivimos muy cerca. Mi mujer, Araceli, trabaja hasta las 17:00 h, por lo general me encargo yo de las niñas.

La abuela se la llevará a desayunar a una cafetería del vecindario. Sé lo que pedirá a su abuela, un colacao con la leche fría (dejará un poco menos de la mitad). Una tosta con aceite y tomate que, al ser respetables, comerá buena parte aunque sin acabarla. Seguramente pedirá un zumo de naranja recién exprimido, tampoco lo terminará.


En estos casos siempre la doy 6 euros para que se los de a la abuela y pague su parte. Invariablemente vuelve con el dinero intacto y, además, con algún cachivache que le ha comprado la abuela en un chino

Un día trajo un yoyó de esferas trasparentes verdes, las más grandes,  y naranjas, más pequeñas e insertadas en las verdes. 
En la naranjas ponía Yoyó Super Tornado, esa misma noche las esferas naranjas Super Tornado ya se habían escacharrado, desencajándose de las verdes, era una noche en la que, lejos de haber tornados, solo reinaba el sopor de la calma chicha amenizado por los grillos. Yoyó Super Tornado.

Normalmente Izaskun me acompaña cuando llevo a su hermana, pero hoy tenía que acercarme a Madrid. Nuestra localidad está en la zona noroeste de la comunidad, la “parte pija” dicen, pero nosotros residimos en un piso normal y corriente, el patrimonio no nos da para mudarnos a la Urbanización La Finca, el fortín donde se recluía Cristiano Ronaldo, bastante próxima a nuestro domicilio, eso sí.

Bueno, he dejado a la enana y enfilo el camino de vuelta a paso ligero, son diez minutos andando, pero con leves molestias de espalda, la explicación es que a la pequeña se le antojó salir con el patinete, pero su equilibrio es aún precario, por tanto no me queda otra que sostenerla a fuerza de riñón y empujar el vehículo de cero emisiones contaminantes… pero un sinfín de dolores lumbares.

Me introduzco en el coche y rumbo a Madrid.


En la capital con Las Ciudades invisibles de I. Calvino... creo que se refería a Madrid en agosto. Foto, Paco Castillo.



La verdad es que me pilla cerquita, doce o catorce minutos con tráfico normal.


Foto, Paco Castillo, Madrid.

Con Julio Camba, un genio literario de la crónica humorística. "La Ciudad Automática". Aquí, viendo la foto, se ha vuelto invisible, como la de Calvino.


Me meto en la Ciudad Universitaria, que conozco al dedillo por mi época estudiantil, y podré aparcar en zona libre de pago. La querencia sentimental me empuja hacia mi antigua facultad, la de Ciencias de la Información en la “Complu”. Hay sitio de sobra.


Un otoño cualquiera, aparcando por la Facultad.


Campo de rugby. Ciudad Universitaria, Madrid. Foto, Paco Castillo

Desde allí me iré caminando hacia mi objetivo, a unos cuatro kilómetros, un poquito más lejos del mismo centro capitalino. Rara vez monto en el metro, yo a pata si es posible.

Inicio la caminata, dejo atrás el Faro de Moncloa, el Arco de la Victoria y el Museo de América (hace tiempo que no lo visito, es uno de mis preferidos y suelen mandarme emails con las próximas exposiciones).






Fotos, Paco Castillo. Arco de la Victoria, Faro de Moncloa, Museo de América


Paso junto a una cafetería y en la puerta escucho fugazmente la conversación de dos hombres maduros, ambos con escasa pelambrera, unos sesenta y pico años gastan:

“Buah, y si te descuidas te lo quitan los moros”

Es la frase que he retenido.


Paseando con el tunecino (moro) Mustapha Tlili. Foto, Paco Castillo.



Cerca de La Ciudad Universitaria, acompañado de Van Gogh. Una marquesina con fotografía actual y real... unos padres y sus niños (¿moritos?) de "excursión" por la playa. Los dos "señores" del bar dicen que "si te descuidas te lo quitan los moros"... hay que joderse, lo que sueltan los tipos
¿Y el mar, a cuántos moritos se ha quitado de en medio? Repito; hay que joderse...


Me agrada ver a un abuelo en la terraza de otra cafetería, está con su nieto, es de suponer, un pequeñajo con semblante adormilado.

“Bebe despacito para que no te mojes”. Dice el abuelo.

Foto, Paco Castillo (El Poder de las Palabras... es algo destacable)

Al final acaba sosteniendo él la botella, pues el chavalín apenas podía aguantar el botellón de agua mineral, por lo menos de litro y medio.

Casualidad o no, mi siguiente episodio también involucra a un abuelo y su nieto, en una zona ya distante de la anterior.


Estaban sentados en un parque con buenas sombras por los castaños de indias y unas moreras. Detrás del banco que ocupaban había unas jardineras con lavanda. No han elegido mal sitio, desde luego. 


Andrés Amorós, Introducción a la Literatura, Foto de Paco Castillo.


El abuelo está sonriendo ante el ímprovo esfuerzo del chiquillo por ascender al banco, le anima cariñosamente con unas palabras que no he escuchado con claridad. 

Transcurridos unos metros echo la vista atrás y observo al niño, feliz, subido en el banco. Cima coronada. Le quedan unas cuantas... bueno, ha empezado con buen pie, y un abuelo al lado. 


Retratado por mi mujer, Araceli. En la "cima" del banco, un parque cerca de casa... no me acuerdo que libro tenía.

Prosigo la ruta, satisfecho con estas escenas.

Paso junto a un solar en obras con yerbajos resecados por la canícula, también hay unos tubos de hormigón tumbados en el suelo, y albañiles en una esquina del recinto midiendo unas láminas metálicas. Lo que veo entre material de obra y matojos me deja descolocado, parece un petirrojo, el aspecto es el de un petirrojo, espalda parduzca y pecho anaranjado, y eso no me cuadra en estas fechas.



 Petirrojo. Foto de Paco Castillo.

Soy un apasionado de la ornitología, así que investigaré más esto de las migraciones avícolas, se supone que dicha especie se refugia en el estío más suave del norte europeo.



Fotos Paco Castillo, por ahí con una de mis guías de aves y los prismáticos.


Parada en mi destino. 
El librero, mi librero podría decir (uno de ellos), está atendiendo a un matrimonio, sobrepasan con creces la edad de la jubilación, preguntan por unas obras de Camilo José Cela y Álvaro Cunqueiro… no hay que ser muy lumbreras para saber que ambos autores son dos gallegos de pro. 


Esas viejas librerías madrileñas... Foto, Paco Castillo

Eso barruntaba cuando la esposa comentó algo al marido,  su marcado acento gallego aclaró, en buena medida, el interés por dichos escritores. Por cierto, el verano pasado, aprovechando que nos acercamos a Foz para ver a unos amigos, bajamos hasta la cercana localidad natal de A. Cunqueiro, Mondoñedo, pasamos unas horas, un lugar encantador y, acaso, encantado como Las Crónicas del Sochantre.



Por mis estantes, Paco Castillo.


Detrás del matrimonio hay otro chico esperando, más joven que yo, rondará los treinta y tantos.

Lleva esas sandalias tipo trekking a las tengo una manía terrible (tonterías mías) y mira que pateo el campo, pero nunca me gustaron. Su larga melena acaba recogida en una coleta, usa gafas graduadas y tiene una barba que no es de tres días, se da un aire a J. Lennon. Pienso que el tipo se aplica un "estudiado desaliño". Sus bermudas son casi iguales a las mías, de color beige, o terroso, sin embargo lleva una camiseta técnica de licra, blanca. Yo una de cuadritos estilo leñador, pero de senderismo… no sé si me explico, da igual.

Mi librero me indica con su  mirada los tres libros apilados en un rincón del mostrador, los que he venido a buscar, y me guiña el ojo en un gesto de complicidad.

Es evidente que aún tardará en departir conmigo. Como pretendo deshacer el camino del mismo modo, andando, tengo prisa. 

He de retornar a casa antes de las 13:00 pm, cual Cenicienta, para estar en la guarde y llevarme a la niña. Retiro los libros y me despido dejando a mi consejero con el amigo Lennon… me hubiese gustado saber que libro se llevaría. No me hagáis mucho caso, pero le pegan los Apócrifos de Karel Capek.


Paco Castillo.

A mitad de trayecto me cruzo con una mujer más o menos de mi edad, habla por el móvil:

“A ver, cielo, antes de echar los pimientos mira que el ajo esté doradito pero sin freír mucho”.

Foto, Paco Castillo.

Lo he escuchado bien... la gente habla por el móvil como si estuvieran dando el pregón de unas fiestas. 

Empiezo a salivar… me ha entrado apetito, no para degustar un guisote, no, pero me tomaba un montadito con Pimientos del Piquillo, tan ricamente, oye.


Acelero la marcha.

Ya en la Ciudad Universitaria voy en el mismo sentido que una chica negra, apunto de rebasarla. Es muy alta, metro ochenta y pico. Habla también por el móvil, su castellano es como el mío, ausencia de acentos foráneos, tal vez nacida aquí de padres africanos, quizás:

Venga tía anímate y vamos esta tarde a la piscina, nos damos un chapuzón y nos echamos unas risas (…) mañana tengo que estudiar, es el último examen … (ríe).



Hace un calor del carajo.

Ya estoy en la Facultad. Mi coche está cubierto con innumerables goterones arenosos, debido a la tormenta pasada. Me consuela ver que los vehículos situados junto al mío no están mucho mejor, los inconvenientes compartidos son más llevaderos, que le vamos a hacer, nos han dibujado así…

He visto que en mi matrícula todavía quedan mosquitos e insectos espachurrados de la última excursión. Hemos comprado el coche recientemente, uno de esos bonitos y espaciosos SUV, ni muy caro ni muy barato.

Viendo el potente vehículo que está estacionado junto al mío… me alivia que mi matrícula acabe en KTK. Este coche que refiero, un todo terreno de gran cilindrada, imponente color negro metalizado, tiene algo que me da mal rollo… su matrícula es KKK.

Me imagino dentro a una familia con la cabeza escondida en unos siniestros kukuruchos (cucuruchos, entiéndase capirotes). Las avestruces también esconden la cabeza, si no ven el peligro éste deja de existir… así actúan los nacionalismos.

Los KKK si lo ven, el peligro, poseen dos agujeritos en los capirotes a la altura de los ojos, dos rombos similares a los que aparecían en las películas eróticas de Sylvia Kristel, Emmanuelle. No hay ninguna erótica en el poder de los encapuchados, solo repulsión.


Acabo de llegar a casa.

Voy a leer la primera palabra de cada libro, según los vaya sacando de la mochila. Ya os explicaré, si puedo el domingo, esta elección tan portuguesa.
Entre ellos está mi adorado Fernando Namora, su libro "La llanura de fuego", de lo más entrañable que he leído nunca, maravilloso. Por la derecha del blog tenéis su nombre y enlace.



Primeras Palabras de las novelas, según las he sacado de la mochila.

El ejemplar de David Mourão-Ferreira:

Llegar (...)

El de Fernando Namora:

El 14 de noviembre (...)

El de José Rico Direitinho:

Después (...)


Llegar (...), El 14 de noviembre (...), Después  (...)


¡Joder, la una menos diez! Me voy escopetado a por la enana.


¿Después?


Bueno... ahora solo pienso en acostar un rato a mi hija, el madrugón matinal la predispone a una placentera siesta.

Yo me recostaré a su lado, pues así se duerme antes, y me entregaré al ritual, tumbado a su lado y leyendo algún libro breve, tan corto como la Breve Historia de la Humanidad.



Ocurre que también me quedo roque, la suave respiración de mi hija dormitando me vence lentamente, una dulce derrota. Y el libro termina reposando sobre mi corazón.

Tampoco es mal lugar para un libro…

10 comentarios:

  1. ¡Querido Paco! Yo a veces también me voy fijando y escuchando lo que dice la gente, me resulta curioso. Algunos hablan por el móvil casi gritando, (te permiten conocer todo lo que dicen), yo soy de hablar muy bajito, no me gusta que me escuchen. También soy apasionada de la ornitología (un buen hobby que me ha pegado mi marido), somos de los que cuando salimos al campo vamos con los prismáticos identificando aves (a veces incluso con el telescopio). Yo creo que algunos petirrojos ya no migran y en algunas ciudades se les puede ver durante todo el año (como pasa con las cigüeñas).
    Anda que no dio de sí tu mañana...
    Un beso

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    1. Jaja, si que vocifera más de uno con el móvil. Caramba, que grata sorpresa tu afición a la ornitología, pues por aquí veras fotos de pájaros, eso te lo aseguro, me encanta esta coincidencia, Marian!!
      Sí, sabía que ya hay muchos pájaros que pasan todo el año en la península, por donde vivo suelo ver alguna abubilla todo el año... uff, no sé que pensar, si será un síntoma del calentamiento global, cero que sí... en fin.
      Un beso.

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  2. Me doy cuenta de que hace ya tiempo que ha cambiado el tono de tus entradas. Ya no hablas de un libro como era lo usual hasta hace poco, sino que nos metes en aventuras que mezclan los libros, las reflexiones, las vivencias, los periplos vitales y geográficos.
    O tal vez ha coincidido así y no es más que uno de tus modos habituales que yo aún no había visto lo suficiente.
    Me ha encantado tu paseo desde tus hijas y la manera de sortear sus ocupaciones y ratos libres, hasta los cuatro kilómetros de paseo por Madrid. El fijarse en la gente y escuchar retazos de sus conversaciones puede servir para tomarle pulso al país. Un puso que puede resultar bastante desalentador, por cierto.
    No conozco de nada ni autores ni libros, pero eso de "Llegar ... El 14 de noviembre... Después" promete. Ya nos contarás.
    Un beso.

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    1. Rosa, estas publicaciones son habituales en en mi blog, de vez en cuando me gusta convertir el blog en un río por el que fluyen varias corrientes, lo hago así desde que lo inicié, y en el enlace de la derecha hay varias entradas de este tipo.
      Buen apunte el tuyo, la calle, los viandantes y sus conversaciones son un buen termómetro social.
      Me alegra que te guste.
      Un beso.

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  3. Hay muchas, pero hay dos nombres de animales en euskera que adoro: pinpilinpauxa es la mariposa, y txantxangorri el petirrojo. Supongo que me gustan tanto las palabras como los anímales. EL otro día vi una maravillosa líbélula de color negro las alas y el cuerpo metalizado, me pareció tan maravillosa como un poema. Estuvo mucho rato volando alrededor de donde estaba, allí la dejé como un libro, como, por desgracía con los poemas de CARmen Jodrá que andaba leyendo y hoy noto que ella nos ha dejado. Supongo que la vida costa de viajes en ocho que decían los Situacionistas hablando que repetimos viajes y vidas; creo, también, que lo bello es, como tú haces, adornar y acompañar el viaje con momentos hermosos, sean con tu hija sea con la apreciación de lo bello y memorable hasta en el más ínfimo de los instantes o en el más viejo de los libros o en el más pequeño y hermoso recuerdo del pasado.
    gracias Paco
    cuídate

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    1. Me fascina esa musicalidad de los nombres vascos, que bonitas palabras; pinpilinpauxa y txantxangorri!
      Conozco esas libélulas, es más, las tengo en unas cuantas fotos, sobre todo las he visto por el Cantábrico, son como un poema, preciosa definición, Wineruda. Una lástima lo de Carmen Jodrá, jovencísima y con un inmenso talento, leí la noticia ese mismo fatídico día.
      Siempre busco la belleza, Wineruda, como decía RamóN Trecet en su programa radiofónico Diálogos 3 "Buscad la belleza, es lo único que importa en este asqueroso mundo".
      Gracias, Wineruda. Cuídate.

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  4. Te ha dado de sí mucho la mañana. Las excursiones literarias es lo que tienen, siempre me da la impresión que ese anticipo de felicidad que es ir a conseguir libros nuevos y deseados para nosotros, nos hace más receptivos a lo que ocurre a nuestro alrededor y más proclives a relacionar unas cosas con otras.
    Ya nos contarás de tu elección portuguesa y de ese Llegar... El 14 de noviembre... Después...
    Un abrazo

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    1. Hay mañanas que podrían convertirse en la historia de un libro, sin duda. Pues es muy posible que así sea, Lorena, me parece una impresión muy certera la tuya.
      Pues sí, veremos a donde me llevan estos portugueses, promete la cosa...
      Un abrazo.

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  5. No se bien cuál es tu actividad, Paco, pero... qué envidia! Yo me transporto en bus porque no me gusta conducir -no tengo auto ni registro de conductor-. Y tengo que soportar como tú a esos que hablan a los gritos. ¿Qué sería de toda esa gente, me pregunto, si no existiera el móvil? Además, pueden pasarse una hora hablando sin parar...
    Es llamativo tu amor por los libros, tanto como por tus hijas o por los pájaros. A veces parece que están en un nivel de igualdad...
    Ha sido magnífico compartir contigo una mañana de semana, amigo.
    Gracias por el regalo.
    Un abrazo, pibe.

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    1. Trabajo desde casa, sin horario, el que yo me impongo y sin jefes. Si me apetece librar, pues libro, fundamentalmente me dedico al cuidado de mis hijas, esa es mi principal prioridad, pues estoy siempre con ellas... pero es muy agotador también!!!
      No es que me apasione conducir, tengo carnet de circulación y auto, lo uso con frecuencia para ir al colegio de mis hijas y hacer compras, poca cosa...
      Jaja, veo que esos voceros del móvil (celular) no conocen fronteras, resulta algo incómodo, ciertamente.
      Me gusta entretejer todas esas pasiones... y a ver que sale.
      Muchas gracias, Marcelo, tus palabras siempre son alentadoras.
      Fuerte abrazo, campeón.

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