El
hablador. Mario Vargas Llosa (Perú, 1936).
Seix
Barral. Biblioteca Breve. Primera edición, 1987.
Cubierta.
Paisaje tropical. Indio luchando con mono (fragmento). Henri Rousseau,
1910. Narrativa, 235 páginas.
Por las serranías peruanas, Cesara. Paco Castillo.
Como ya
hice con los otros libros leídos durante mi viaje al Perú, y comentados aquí,
trasladaré, tal cual, los apuntes que escribí allí. Aviso por si os despistáis
entre el antes y el ahora, océano mediante. No obstante, retocaré algún aspecto
si así lo exigiera el momento actual.
El
hablador.
Otro
libro que he acabado en plena ruta andina, acomodado en el bus-cama, justo
cuando atravesamos la región de Cajamarca, de paso hacia nuestro destino, San Ignacio.
Cajamarca, un escenario cuya celebridad
histórica nunca estará exenta de polémica. Aquí se cerró un capítulo decisivo
en la contienda de los incas contra los españoles liderados por Pizarro. Pero
la Plaza de Armas cajamarquina, donde fue emboscado el inca Atahualpa junto a
su séquito, y capturado por los hombres de Pizarro, queda muy lejos de mi vista.
Por la costa peruana, admirando el Océano Pacífico. Paco Castillo.
Ahora
mismo circulamos encajonados por un imponente cordal montañoso, cumbres que,
haciendo honor al libro que os traigo, parecen hablar con las nubes… allasito
en el cerro, arribísima, como dicen los habitantes de la serranía andina.
Admirando las montañas cajamarquinas desde el autobús. Paco Castillo.
Intimida
la visión de esos riscos… y también todas las cruces que se divisan al borde de
los precipicios que caen, a unos pocos metros, del autobús. Circular por aquí
no es asunto que deba tomarse a la ligera.
Veamos
que nos dice la contraportada.
En
efecto, dos voces narrativas que se van alternando en esta historia.
Muchos
pasajes correspondientes a la parte del “hablador”, el contador de sucesos indígena,
no he conseguido leerlos con la misma fluidez que sí he tenido con el otro
protagonista, alter ego de Vargas Llosa.
Lo que relata el hablador está impregnado de un profundo simbolismo, pues aglutina la cosmovisión de las tribus amazónicas en su íntima unión con la naturaleza. Varios de estos fragmentos me llegaron a aturdir. Es un lenguaje que se sitúa en un territorio impreciso, entre lo real y lo fantástico, desdibujando la frontera que separa dichos mundos.
Lo que relata el hablador está impregnado de un profundo simbolismo, pues aglutina la cosmovisión de las tribus amazónicas en su íntima unión con la naturaleza. Varios de estos fragmentos me llegaron a aturdir. Es un lenguaje que se sitúa en un territorio impreciso, entre lo real y lo fantástico, desdibujando la frontera que separa dichos mundos.
Municipalidad de San Ignacio. Al fondo el estadio de fútbol. Paco Castillo.
Te
desenvuelves en la lectura como si pisaras un terreno inestable, camino
desorientado sin tener claro a donde me dirijo.
Entiendo
el propósito de Llosa; reflejar con la mayor fidelidad posible estas
expresiones del hablador, constituyendo la peculiar interpretación de la vida y
la realidad circundante, tal y como se manifiesta en estos grupos amazónicos. No
obstante os dejo con uno de esos fragmentos que me han dejado grogui:
“La vida
transcurría sin ocurrencias. Se sentían serenos. Los que se iban, volvían, y,
mal que mal, no les faltaba la comida. «Fuimos sabios haciendo lo que hicimos»,
decían. Todos se estaban volviendo Kamagarinis, pero no lo sospechaban. Hasta
que empezaron a sucederles ciertas cosas. A Tasurinchi, un buen día, le
amanecieron escamas y una cola donde tenía los pies. Parecía un enorme
carachama. Sí, ese pez que vive en el agua y en la tierra, ese pez que nada y
anda. Arrastrándose con dificultad fue a meterse a la cocha, murmurando
apesadumbrado que no podía soportar la vida en la tierra, pues echaba de menos
el agua. A Tasurinchi, al despertarse, unas lunas después, le habían salido
alas en el sitio de los brazos. Dio un pequeño salto y vieron que se elevaba y
desaparecía sobre los árboles, aleteando como un picaflor. A tasurinchi le crecío
una trompa y sus hijos, desconociéndolo, gritaron desaforados: «Un sajino, comámonoslo.»
Cuando trató de decirles quién era, emitió un ronquido y gruñó.” (pp. 62-63)
Llamativos insectos sobre las hojas, Ceja de selva peruana. Paco Castillo.
No todos
los pasajes desdibujan la realidad (la cognoscible para nosotros) como éste,
pero no son pocos los que se presentan así en lo concerniente a las páginas del
nativo orador, “el hablador”. Por lo demás, un lenguaje que despliega la misma
exuberancia de la selva amazónica. Vargas Llosa hace gala de un dominio
narrativo impresionante, un virtuoso de la lengua castellana, nunca me deja
indiferente.
Por el Callao, Lima. Paco Castillo.
Es curioso
que yo, habiendo transitado aquellos parajes del Amazonas, asista con cierta
dificultad a estas fases del libro, pero no es menos cierto que los
occidentales rompimos la comunicación y el contacto íntimo con la naturaleza
hace siglos, y ahora observamos esto con
perplejidad.
Es una
obra no exenta de complejidad por resultar ambigua, ya que incluso la crítica
duda a la hora de catalogar esta narración;
¿novela? ¿autobiografía con incursiones en la ficción? En definitiva, no llega
a ser del todo ni lo uno ni lo otro.
Los dos
narradores, el hombre que pertenece al mundo “civilizado” (porque de alguna
manera hay que diferenciarlo), a quien Vargas Llosa señaló como su propia
persona, asumiendo las vivencias reales de escritor. Y el indio machiguenga que
ejerce de hablador para su comunidad, que también es una figura real, se intercambian como voces narrativas en cada capítulo.
En ese
sentido es notoria la confrontación de ambos mundos; el de la civilización
y el progreso frente al que permanece estrechamente hermanado con la
naturaleza, un mundo habitado por los mitos ancestrales que pretenden dar
explicación a todas las cosas conocidas y presentidas por los nativos. Un mundo
que va languideciendo, inexorablemente, a medida que gana terreno la civilización.
Vendedoras ambulantes en las calles de Lima, Perú. Paco Castillo.
Vargas
Llosa, conocedor de esta figura del hablador, gracias a sus incursiones en la
selva amazónica y el contacto con varias de sus comunidades, expresó su
fascinación por este contador de historias y, obviamente, trasladarlo a su obra
literaria fue ya un imperativo.
El autor
peruano no disimula el tono de denuncia que ha impuesto. Quiere hacer llegar
al lector la lenta agonía del Amazonas y las primitivas culturas que lo
habitan. Señala la indefensión de estos poblados contra los intereses
económicos de las grandes compañías. Así como el desprecio social con que son
castigados por una buena parte de la ciudadanía pertenecientes a esos mismos
países que comparten el pulmón de la tierra, eso es seguramente lo más lamentable, tanta
incomprensión e indiferencia ante las amenazas que se ciernen sobre estos
clanes ancestrales.
Aunque
Llosa no cae en la complacencia del buen salvaje, y mediante el narrador
del mundo civilizado señala también aspectos controvertidos de estas culturas.
En cualquier caso, son voces
que pedían ser escuchadas, y me ha gustado hacerlo.
Valles andinos, Perú.
No conocía este libro de mi admirado Vargas Llosa. Tomo nota, aunque no sé cuándo podré hacerme con tiempo para todo lo que tengo anotado. Vargas Llosa es siempre una apuesta segura. Espero poder hacerle un hueco sin tardar mucho. Además está publicado el año en que nació mi hijo.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Rosa.
ResponderEliminar"El hablador" no está entre los libros que más me han gustado de Llosa, para ser sinceros, hubo pasajes cuya lectura fue farragosa, pues siete u ocho páginas seguidas en las que el hablador relata las vicisitudes de tal o cual nativo, a caballo entre lo fantástico, el mito y la realidad me dejaron la cabeza embotada, pero coexisten otros aspectos en la "novela" que la hacen muy interesante, como esa confrontación de realidades, la del mito ancestral y la sociedad civilizada. Bonita coincidencia entre el nacimiento de tu hijo y la publicación del libro, me gustan mucho esos lazos que unen.
Un beso.
¡Hola Paco! Son muy curiosos los libros que reseñas..., este pensé que igual estaba descatalogado (en la biblio no lo tenemos), pero veo que no, que La Casa del libro por ejemplo lo vende
ResponderEliminarLas fotos también son curiosas, mostrándonos el mundo peruano. Las dos primeras, la de la selva, y la playa son geniales
SI es que Perú debe de ser una pasada en toda su magnitud, al menos en cuanto monte, campo y paisaje se refiere
Besos
Hola Marian. Entiendo que te refieres a curiosos en el sentido de ser libros un tanto marginales, pues no están de actualidad y todas esas cosas... en ese aspecto, supongo que serán curiosos, aunque a un autor tan conocido como Llosa me cueste verle como una curiosidad, jeje. Pero vamos, que entiendo lo que quieres decir.
EliminarPerú es fascinante, Los Andes tienen paisajes que te dejan mudo, igualmente la selva amazónica... y ciudades como Lima siempre son, en su naturaleza caótica, una caja de sorpresas... ¡¡y se come de maravilla!!
Besos
Y a mí me ha gustado leerte, aunque no estoy muy segura de que llegue a leer este libro. ¿Te puedes creer que aún no he leído nada de Vargas Llosa? Algún día tendré que cubrir esa laguna lectora, pero creo que elegiré otro libro para hacerlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Lorena, a mí no me parece el libro más idóneo para empezar con Llosa, es más recomendable, por ejemplo, "La tía Julia y el escribidor", una novela muy entretenida, autobiográfica, y no muy extensa, ese podría ser un gran comienzo. Después tienes mucho donde elegir con Llosa, anímate algún día ;)
EliminarUn abrazo
Hola Paco me ha gustado leerte y descubrir con tus libros viajeros un poquito de Perú a través de tus fotos.
ResponderEliminarRespecto a Vargas Llosa es de esos autores que, últimamente me cuesta mucho separarlos de la persona y aunque alguna de las últimas lecturas que he hecho de él no me han convencido, lo que es innegable es que es un grandísimo escritor.
Un abrazo
Hola Conxita, ya conocía tus "peros" hacia Vargas Llosa, y entiendo que no es fácil separar la persona del escritor, lo cierto es que hay muchos libros que leer, y cada uno ha de seguir sus impulsos. Me alegra haberte acercado un poquito a Perú ;)
ResponderEliminarUn abrazo
Tengo "La ciudad y los perros" en esa misma edición de bolsillo, todo apretadísimo, pero me gusta. Se ve un libro difícil, pero con alicientes. En esos contadores de historias está el germen de la literatura, así empezó todo. Viajar por aquellas montañas debe ser toda una experiencia, con sus peligros, ¿cómo sería en los tiempos del inca? Una pena el encuentro traumático entre ambos mundos, los gérmenes, aparte de la violencia, no dieron opción a los andinos.
ResponderEliminarUn abrazo.
La ciudad y los perros la leí hace una eternidad, Llosa es un autor al que regreso como el hijo pródigo al terruño familiar. Efectivamente, esos habladores llevaban la semilla literaria, que luego ha germinado y se ha diseminado por la Tierra. Interesante pregunta planteas en relación al inca y su entorno.
EliminarUn abrazo, Gerardo.
Tengo varios de Vargas Llosa esperando, pero no éste, Paco. Parece interesante -o tú lo vuelves interesante-. No obstante, he visto lo que recomiendas a Rosa y quizás me incline por lo mismo.
ResponderEliminarDe igual manera que Conxita, no comulgo con la persona, como tampoco con Maradona fuera de una cancha de fútbol. Se convierten en un ciudadano más, despojados de su talento particular.
Gracias por las fotos, el texto que nos regalas y, como siempre, el rescate de libros que aún valen la pena ser leídos.
Abrazo, compañero!
Es un libro interesante en tanto que muestra una realidad, la Amazonía, que parece hallarse fuera de este mundo, siempre desconocida y misteriosa, cuando no amenazada por intereses ajenos y diversos. Además introduce una figura fascinante y real, "el hablador". Si bien es cierto que la lectura es farragosa, pues hay mucha descripción simbólica.
EliminarYa dije mi opinión respecto a Llosa, lo venero como escritor, discrepo con él en muchas cuestiones al margen de sus libros. Pero no dejaré de leerlo.
Abrazo grande, Marcelo!!