Así de grande (So Big). Edna Ferber (Michigan, Estados Unidos, 1885 — Nueva
York, 1968)
Circulo de Lectores 1965, traducción de Miguel de Hernani, 333 páginas.
Había comenzado la lectura de esta gran novela y
el entusiasmo iba in crescendo, leyendo con una celeridad que, por inusitada,
no deja de sorprenderme últimamente.
Esto lo dice alguien que lee libros titulados “El
elogio de la lentitud” (Karl Honoré) , o “El descubrimiento de la lentitud” (Sten
Nadolny), y los leí despacio, claro.
De todas formas me lo tengo que hacer mirar, la
rapidez. La lentitud no.
Pero todo fue al carajo por un catarrazo
primaveral que sorprendió a la pequeña de mis hijas.
La lectura fue cediendo a los dalsy, visitas a
urgencias, gotas para la otitis y jarabes para la tos… cuya eficacia debe de
considerarse según los dos títulos que hay arriba (el de Honoré y Nadolny). A
buen entendedor (…)
Ya pasó lo peor, a pesar de algún ramalazo de tos mi hija está mucho mejor, y yo tomo menos café para sostenerme en pie.
Dejemos los virus.
Imagino que el nombre de Edna Ferber no dice
mucho por aquí. Lo solucionaremos ahora, ya veréis.
Ciertamente a todos nos suenan películas tan
memorables como Gigante o Cimarrón, y
omito otras menos famosas pero seguramente conocidas por los cinéfilos. Pues
ahí tenéis a E. Ferber. Detrás de esos largometrajes está la mano maestra de
dicha escritora, dramaturga y periodista ocasional.
El séptimo arte, siempre mirando de reojo a la literatura, no dudó en llevar tales títulos a la gran pantalla, habida cuenta del éxito que cosecharon en su anterior existencia como novelas, las de Edna Ferber.
Edna Ferber. Foto www.britannica.com
Por eso es frecuente encontrar archivos fotográficos de ella conversando amistosamente (o no) con los grandes ídolos del celuloide, por aquel entonces. Ahí la podéis ver con James Dean, en la mítica Gigante.
Edna Ferber con James Dean en 'Gigantes' (1955). Warner
Bros / Floyd McCarty. Foto internet.
De esta misma novela, So Big, traducida “Así de
grande” y galardonada con el Pulittzer (1925), se hicieron tres adaptaciones a
la pantalla.
Hoy es posible hacerse con una edición reciente
de este título gracias a la publicación que Nórdica Libros hizo en 2015.
En mi caso se trata de un viejo ejemplar editado por
Circulo de Lectores en 1965, que dormitaba desde ni se sabe por mis estanterías.
Nos adentramos ya en “Así de grande”.
Los primeros años de vida hasta la adolescencia
de Selina Peake fueron cualquier cosa menos convencionales. Su padre, Simeón
Peake, era jugador de póker profesional, a quien la suerte le iba sonriendo y
maldiciendo indistintamente, ya fuera en los salones de Denver, Nueva York, san
Francisco, Milwaukee o Chicago. Una existencia itinerante (aspecto autobiográfico de la infancia de Edna Ferber) que Selina asumía de
buen grado, pues el progenitor no fallaba en lo esencial, el gran afecto que
profesaba hacia su hija.
Era tan buen padre como pueda serlo un jugador de
póker… al menos atento y cariñoso con la niña en los escasos momentos que los
tríos de ases, o las parejas de reinas propiciaban el encuentro. Se intuye que
Selina era huérfana de madre, no hay mención al respecto.
Cuando iba bien en el juego, Simeón agasajaba a
su pequeña con cenas en los mejores hoteles, funciones teatrales, visitas a
museos y actividades similares que ennoblecían el espíritu, tal vez por un
remordimiento paterno inconfesable que trataba de resarcir de modo tan
didáctico, a decir verdad el señor Peake era persona culta. Si venían mal
dadas, tocaba dormir en pensiones de dudoso gusto y comer barato.
Vivir en esa
“montaña rusa” entusiasmaba a la chica. En las largas y solitarias horas Selina llenaba su tiempo
leyendo a los clásicos norteamericanos y europeos que poseía su padre. Incluso
hacía incursiones en los grandes autores griegos.
Ya residiendo en Chicago, cuando no estaba con
los libros se reunía con su única y gran amiga, Julie Hempel, hija de August
Hempel, el carnicero del barrio. Aunque la vida separase sus caminos pronto,
esta amistad se revelaría fundamental para Selina y, especialmente, para su futuro hijo, Dirk DeJong, muchos años después.
La vida de un jugador de póker es eso… puro azar,
y por tal motivo murió Simeón. Ocurrió en un elegante local, una mujer
agraviada en su orgullo sacó una pistola y disparó llena de ira, quiso el
destino que la nerviosa dama errase ligeramente el tiro, suficiente para que la
bala asesina fuese a parar al corazón nómada de Simeón Peake, y no al objetivo
deseado, el hombre sentado junto a él. Ese día S. Peake llevaba una escalera de
color directa al más allá.
Todo se precipita para la joven. Se niega a
instalarse en casa de sus dos tías solteras en Vermont, hermanas de su padre, y
a quienes considera unas puritanas insufribles.
Gracias a la mediación de su amiga Julie y el
padre de ésta, August Hempel, surge la opción de trabajar como maestra en una
comunidad agrícola, High Praire, a media jornada de Chicago, siempre que el
tiro de caballos fuera bueno.
A pesar de la distancia, le agrada la idea de ejercer como maestra, Selina era una chica muy culta para su edad, desde luego
bastante más que Julie.
Y para allá marchará una muchacha veinteañera, sola,
sin conocer a nadie, con mil dudas y preocupaciones atenazándola durante el
trayecto.
Selina se
instalará con una sencilla familia de hortelanos, conocidos de August Hempel,
el matrimonio formado por Klaas y Maartje Pool junto a sus tres vástagos,
austeros como todos en la aldea, de maneras algo rudas y elementales pero
acogedores.
Saldrá adelante, vaya que sí.
En estos pasajes Edna Ferber revela su
virtuosismo describiendo el entorno agrícola, las peculiaridades de las
cosechas y el sin fin de dificultades que plantean al hortelano. Todo narrado
desde la sensibilidad de quien admira los grandes espacios despejados,
transmitiendo la paradójica sensación de libertad y esclavitud de quienes los
habitan y faenan.
Así es High Praire, una comunidad campesina fundada por colonos de procedencia holandesa. Son gentes de una simplicidad
desconcertante para quien, como Selina, procede de la cosmopolita Chicago, la
gran urbe del Medio Oeste norteamericano.
Es esa misma sencillez del campo la que
posibilita al lenguaje utilizar atajos, evitando laberintos retóricos, para
llegar a la sabiduría esencial de las cosas, sin que los propios hortelanos
sean conscientes, muestra de ello son las confesiones entre Selina y Maartje,
en la intimidad de la humilde cocina, después de cenar, ambas conversan sobre
las sensaciones que tenía Maartje previas a la boda con Klaas Pool, algo que, aunque
inocente, seguramente nunca había tenido oportunidad de contar:
¿Tuvo usted miedo… o algo parecido… cuando se
dispuso a casarse con el señor Pool?
Maartje (…). Rió con una risita breve.
-Yo me escapé.
¿Se escapó? ¿Quiere usted decir que huyó? ¿Por qué?
¿Es que Klaas… no le agradaba? (…)
-Sí, me agradaba. Claro que me agradaba.
Pero ¿usted se escapó?
-No muy lejos. Volví. Nadie supo en realidad que
me había escapado. Pero me escapé. Yo sí lo supe.
¿Por qué volvió usted?
Maartje expuso su filosofía sin sospechar ni
remotamente que pudiera merecer nombre tan retumbante.
-No es posible escaparse lo suficientemente
lejos. Como no se deje de vivir, no es posible escapar a la vida (p.106).
Selina se irá adaptando al nuevo entorno, pero
será un proceso largo y laborioso.
Los días se van sucediendo en High Praire al
ritmo de las cosechas y sus diferentes variedades según la estación. La familia
Pool será la base para que Selina aprenda
todos los pormenores de la vida rural, lo que conviene hacer, lo que no.
Un lugar en donde comentar el tiempo que hará,
adquiere una importancia capital… tal vez el único gran tema del que hablar en
High Praire.
Las primeras impresiones que hizo Selina al
conocer a sus caseros, aludían a la hermosura de las incontables huertas clareadas por el día, un caleidoscopio de colores cambiantes, la belleza del campo
en definitiva.
Apreciaciones que se les escapan a estas familias laboriosas. Un sentido de la estética que no logra penetrar en el alma fatigada
de estas gentes, encorvadas sobre la tierra, haga frío o calor, con la cabeza
gacha sobre las hortalizas, sin tiempo ni ánimo para relajarse y apreciar “esa
belleza” que siempre encuentran los foráneos.
Altos ideales alejados de la concepción
utilitaria del campo que gobierna en sus mentes.
Parece una incapacidad universal de los campesinos
exhaustos por las tareas, pues con idéntica negación para empaparse de la
belleza circundante se presentaban los hortelanos extremeños en “El balcón en
invierno” , de Luis Landero.
Y aunque Selina llegará a amar profundamente
estas tierras, vivirá con la obsesión de no desterrar jamás a la belleza de su ser, e intentará que florezca en la de su futuro hijo, Dirk, viendo como ha
sido aniquilada por sus vecinos.
Igualmente, por el gran paralelismo entre las
protagonistas y los escenarios de esta historia, me ha recordado mucho a otra
novela magnífica, leída hace tiempo, “Ethan Frome” de Edith Warthon, contemporánea y vecina de
Edna Ferber (ambas residían en Nueva York, aunque Edith era 21 años mayor).
Dos mujeres protagonistas, jóvenes, cultas y
cosmopolitas que emprenden la incierta aventura de la vida rural, donde todo
parece tan anodino como el rutinario pacer de las ovejas.
Vídeo grabado en Monte del Pilar (Pozuelo-Majadahonda), P. Castillo
Los primeros dos o tres años pasan como una
exalación. Selina es una mujer que, a ojos de estos hortelanos rubicundos,
altos y fornidos, parece inalcanzable. Una mujer educada en la gran Chicago,
culta, de maneras elegantes, con mirada segura y despierta, irradiando un
brillo especial en los ojos… una mujer que, por no ser el tipo de mujer que
conocen, les resulta muy atractiva.
Selina se enamorará de un campesino apuesto, un
rubio mocetón holandés, algo taciturno y solitario, una timidez con tamaña
“planta” provoca un efecto irresistible en las jóvenes del pueblo.
Pero él parece demasiado concentrado en sacar algún beneficio de sus baldíos
terrenos, sin duda no son los mejores de la localidad.
Pervus DeJong trabaja de sol a sol para obtener
una ganancia que no compensa la fatiga sufrida.
Era inevitable que los ojos de Selina se fijaran
en este hombre que rehuye las miradas femeninas, callado, centrado en mantener sus
cosechas. Pero Selina posee un encanto natural, cuyo efecto seductor derriba
cualquier barrera, incluso las del solitario Pervus. Terminará siendo su
esposo.
Selina ayudará sin descanso a su marido, juntos
tratarán de sacar adelante la granja. Lo hace de buena gana, Pervus nunca la
fuerza a nada que ella no quiera, es un hombre de buen corazón, aunque algo
simple, igual que sus vecinos cincelados por la letanía de las estaciones, los
ciclos húmedos y luego los cálidos, ahora remolachas y en dos meses coles… ese
es su mundo, y ya será el de Selina.
Aprenderá a quererlo, aquella chica de ciudad llegará a amar la tierra y
las hortalizas que de ella extraiga. No renegará de Chicago, disfrutará en sus
visitas, pero su lugar está en High Praire… porque así lo sentirá primavera
tras primavera, arruga tras arruga.
La llegada de Dirk DeJong, un bebé sano y risueño
alegrará la dureza de los días, pero también es una presión añadida por la
escasa rentabilidad de sus cosechas. Selina propone introducir técnicas
novedosas, otros productos… ha estado estudiando multitud de manuales agrícolas
a espaldas de Pervus, conocedora de sus reticencias al respecto. Él se resiste
a cualquier novedad, le desagrada profundamente discutir esa cuestión con
Selina, y ésta dejará hibernando sus excelentes ideas de mejora.
La muerte se lleva pronto al bonachón y taciturno
Pervus, cuando el hijo apenas ha cumplido los 8 años. Décadas de ingente
esfuerzo, con sol y humedad, en unas tierras yermas fueron agravando su reuma,
pese a ello estuvo al pie del cañón hasta el último minuto, nunca dejó que la
tierra lo humillara hasta postrarle en una cama.
Selina se echará la granja a sus espaldas, sin la ayuda de hombre alguno, si es
necesario se levantará a las cuatro de la mañana y parará al anochecer, afrontando el mantenimiento de las tierras y el cuidado de su pequeño.
Esta mujer de apariencia frágil, de sonrisa encantadora e inteligencia brillante, aplicará las técnicas de plantación sobre las que tanto ha estudiado a escondidas, introducirá género más apropiado… será una auténtica revolución
que dejará estupefacta a la tranquila High Praire.
La existencia es dura, muchas veces ingrata para esta mujer, pero nunca logra paralizarla, doblegarla. No hay ningún secreto, cuenta con el mejor aliado, su fortaleza de espíritu, tiene a su hijo... y, sobre todo, se tiene a ella misma.
Como ocurre en todas las zonas agrícolas, ya sea
en Illinois o en la Huerta murciana, los agricultores cargan sus hortalizas y
ponen rumbo a los mercadillos de las grandes ciudades, lo mismo que hacen todos
los campesinos de High Praire, y hacía el propio Pervus, dos días por semana.
Que una mujer de High Praire vaya sola al mercado
callejero de Chicago a vender sus cosechas… es un auténtico escándalo, todos lo desaprueban, especialmente las mujeres de los campesinos... ¡qué desfachatez, una mujer sola vendiendo en el mercado! Musitan.
Y eso es exactamente lo que hará Selina, llevando
a su pequeño “Sobig” (unión se So big). Los hombres la observarán con cierto
desdén paternalista, piensan que “la pobre mujer” no sobrevivirá en el rudo mundo
del mercadeo urbano.
Las primeras ventas de Selina, pese a contar con
un genero más que aceptable y bien presentado, son desastrosas. Decide cambiar
de estrategia, irá a la zona rica de Chicago e intentará vender sus hortalizas
puerta por puerta en las mansiones señoriales, aunque se deje la suela de los
zapatos sobre el empedrado, o la miren como a una indigente. Jamás permitirá
que su hijo Dirk sufra penuria alguna mientras viva bajo su techo.
Y aquí sucede el encuentro trascendental, tras la
verja de una enorme mansión asoma una cara conocida, a pesar de los años, es
Julie Hempel, hija August Hempel, magnate del comercio porcino y vacuno, otrora
carnicero de barrio.
El contacto de las amigas se produce en una
profunda emoción, y conmoción por parte de Julie al ver el desastrado aspecto
de su amiga y al sucio aunque risueño hijo... ambas se funden en un abrazo interminable, lloran y ríen ante la atónita mirada de Dirk.
Nunca más se permitirá dejar desasistida a su
amiga Selina, afrontará la educación de Sobig en los mejores colegios, le
propondrá pasar los veranos en la elegante mansión… Selina se siente abrumada,
ni de lejos piensa aceptar el dinero de su amiga, pero está tan fatigada por la
dureza de su vida que se ve bloqueada, con la mente embotada es incapaz de oponer resistencia al entusiasmo de Julie. Pero a lo que no piensa renunciar es a su granja.
Los años pasan rápido.
En los últimos capítulos
del libro, que aún así contienen ciento y pico páginas, el personaje de Dirk va
ganando todo el protagonismo en detrimento de la madre, Selina, pero sus
apariciones siempre tienen un hondo calado… es el alma de esta historia. Lo mismo se puede decir de Chicago, que se alza imponente sobre la humilde High Praire.
Esta es una fase muy interesante de la narración,
pues Edna Ferber nos sitúa ante la confrontación de dos mundos; el sofisticado
y urbano de Chicago que representa Dirk, convertido en un hombre terriblemente seductor y atractivo, cómodamente asentado en su despacho
como alto ejecutivo banquero, después de abandonar su profesión de arquitecto,
convertido en icono de la nueva élite financiera, requerido en todo evento
social de relumbrón. Y por la otra parte el ya casi agonizante reducto rural que lo vio crecer junto a su madre, Selina, que sigue apegada al campo, a sus huertas, a su
granja, que por el prestigio de sus hortalizas es conocida en todo Chicago… no
le ha ido mal a Selina.
Y Edna Ferber, de manera magistral, pone frente
al espejo de los sentimientos genuinos que brotan de la tierra, llenos de
afecto y amor por lo que contemplan los ojos pese al esfuerzo, el reflejo de
unos sentimientos fingidos, una atmósfera de una frivolidad irritante,
exhibicionismo del lujo en los exclusivos clubes privados de Chicago, tal es el
círculo que representa y en el que se mueve Dirk.
Si lo pensamos, es una transición
impresionante, un cambio generacional de madre a hijo; de los espárragos, las
coles, el olor a ganado, las técnicas hortelanas, las fiestas un tanto ridículas
de los agricultores tocando viejos instrumentos, igual que sus “ropas
elegantes” del domingo y demás… de todo eso nos vamos, primero, al ambiente
universitario (magnífico retrato de la vida universitaria y su “fauna” según la
procedencia social), y luego a los barrios elegantes de Chicago, las reuniones
sociales de los potentados, las fiestas de los vástagos en sus inmensas
residencias, los grandes despachos de los magnates, las conversaciones
triviales y vacías de contenido, sus colecciones de coches, los viajes a
Europa… en fin, de los trayectos en destartalados carros hacia el mercadillo de
hortalizas de los campesinos, a los viajes a París, Londres o Roma que hacen
los jóvenes herederos de las grandes fortunas de Chicago.
En medio de esos dos mundos solo queda un enorme
precipicio entre ambos, se profesan un profundo amor, pero el imponente abismo que los separa parece engullirlo.
Sin embargo la brecha se cuenta de una manera tan sutil
por Edna Ferber, que la fractura entre esas dos realidades no se produce
abruptamente, es como la luz estival que se va apagando lentamente con el
avance del otoño.
Aunque pienso que al final de la historia le
falta un pelín más de recorrido, no se trata del consabido final abierto que
los lectores sabemos identificar. Es más bien la impresión de ese final
apresurado que todos conocemos.
Nos quedamos sin esa pizca de condimento que el chef escamotea
del plato elaborado, a última hora ya, cuando después de una larga jornada solo
desea largarse a casa, y sabedor de que va a servir una obra maestra en la mesa
y sus comensales se lo perdonarán, pues el resultado general es magnífico. Un
brindis y a disfrutar… sin problema. En cualquier caso solo es mi apreciación, en otro lector puede variar la opinión.
Una recomendación, me la ha sugerido el libro,
aunque la posibilidad de realizarla parece un tanto descabellada.
Sí alguna vez vais a Illinois hacedlo en octubre:
"Era a fines de octubre, en pleno veranillo de San Martín,. La más bella época del año en Illinois. Una luz dorada y suave parecía bañar todas las cosas. Era como si el mismo aire fuera un oro líquido y tónico. Las calabazas, pegadas a la fértil tierra oscura, devolvían el resplandor del ambiente y las amarillentas hojas de los arces reflejaban luminosas los tonos áureos. Por la campiña, en millas a la redonda, era el espectáculo del esplendor, de la plenitud, de la profecía cumplida, como si una hermosa y fecunda mujer, después de haber criado unos hijos robustos, descansara, serena la mirada, benigna, exuberante, satisfecha (p.218)."
Es imposible no caer rendido a los pies de Selina, enamorado, no tanto por su delicada belleza física, sino por como la propia belleza del mundo que la rodea, esa que se escapa a los ojos del
campesino, se posa en ella.
Es la belleza de las huertas cuidadas con mimo, la que
trae el viento con olor a espárragos, incluso la de sus manos agrietadas, con
manchas de barro y aroma a simientes, la de su enorme fortaleza interior, la de su amor sin condiciones por el hijo. Esa es la belleza que entra a raudales por los ojos de Selina, y que ella refleja ante todos, infundiéndoles serenidad, placer, gratitud... así era Selina, sin saberse dueña de tal hechizo sobre los demás.
Si películas tan inolvidables como Gigante o Cimarrón han quedado grabadas en la retina de millones de espectadores
por el mundo, sepan que todo comenzó en la mente brillante de una mujer...
Edna Ferber
www.gettyimages.es
Hola Paco
ResponderEliminarNo la conocía aunque sí las películas que me encantaron, igual que ahora esta Selina que me ha gustado descubrir en tus letras. Enamora esa mujer fuerte, apegada al amor, al de la tierra y al de su hijo y ese contraste entre dos mundos tan alejados que solo pueden salvarse desde el amor sincero y aún así y casi sin querer pero se alejan.
Buscaré el libro, me ha impactado el fragmento que destacas y especialmente la frase final No es posible escaparse lo suficientemente lejos. Como no se deje de vivir, no es posible escapar a la vida, buff impresionante.
Respecto a la lentitud y qué despacio pasa el tiempo en momentos en que te gustaría que acelerara para que los peques estuvieran mejor, pero todo tiene su tiempo y los virus los marcan muy estrictamente. Espero que ya esté recuperada, el tiempo climatológico tan variable no ayuda.
Y sí sigo comiendo chocolate aunque ahora no me zampo toda la tableta como hacía en mis lecturas de niña, no porque no quiera jajaja pero con los años no se quema tanto ;)
Besos
Hola Conxita
EliminarEdna Ferber es bastante menos conocida aquí que, por ejemplo, su contemporánea y compatriota Edith Wharton. Sigue la senda de otras colegas norteamericanas de su época, retratar a una mujer que tiene el suficiente coraje para valerse por sí misma, sin depender de ningún hombre... en realidad esta obra es un monumento a la mujer, a su capacidad siempre cuestionada en el universo masculino y, en esa época, también por numerosos grupos femeninos surgidos al fragor del puritanismo.
Por eso hay muchos paralelismos en las obras de Ferber, la Wharton, Kate Chopin, Margaret Mitchell, por citar las que no estén demasiado alejadas generacionalmente, en todas esas obras aflora el feminismo que reconoce la valía de las mujeres frente al menosprecio masculino... era una época difícil la suya, recibían muchos improperios por "su osadía".
Y junto a ese tono reivindicativo encontramos a unas magníficas narradoras, con una prosa sugerente, y una asombrosa capacidad de convertir la escritura en un escenario visual que emociona al lector, los pasajes de Edna Ferber narrando el entorno campestre son magníficos, pero a la misma altura está el retrato de una gran urbe como Chicago. Merece mucho la pena leerla, Selina es un personaje de un carisma inmenso, la adoras al instante.
Jaja, el chocolate es un vicio delicado, es muy difícil no caer en la glotonería con una buena tableta ;)
Itziar ya está casi, casi, al cien por cien... un torbellino, vamos!!
Besos Conxita
Rendida y enamorada de esa historia. Aunque soy urbanita cien por cien, soy capaz de apreciar la dureza y la belleza del medio rural y de la naturaleza.
ResponderEliminarMe alegra la derrota del virus y mi solidaridad contigo puesto que he pasado muchos días de esos de cansancio y sueño atendiendo a mis hijos.
Abrazos!!!
Hola Laura
EliminarMuchas gracias ;) así es, cuando los niños son pequeños y además propensos a gripes, otitis y demás lastres, como le ocurre a mi hija pequeña... uff, son meses y meses de estar a medio gas por la falta de descanso, aunque un adulto lo aguanta y punto, pero los niños lo pasan peor, pobres...
Laura, esta escritora es magnífica, el libro lo he disfrutado muchísimo, con unos personajes memorables, Selina me ha resultado fascinante... una de esas mujeres que inician una senda en solitario y su esfuerzo la recompensa con la sensación del deber cumplido, como mujer y como madre... ya quisieran muchos hombres tener el arresto de Selina, tan poca cosa como parece, jaja, ¡¡si hablo de ella como si estuviera a mi lado!!
Tienes que leerla, sin duda Edna Ferber es una escritora que lo merece.
Abrazos!!
Me has convencido totalmente y encima ¡¡Premio Pulitzer!! Esta novela no será difícil de conseguir puesto que está reeditada, pero me temo que conseguir la novela que inspiró "Gigante", será poco menos que imposible. Empezaré por esta. La pediré como regalo del día de la madre. A ver si hay suerte.
ResponderEliminarYo estuve en Illinois en Julio. Chicago, una de las ciudades más bonitas que he conocido. habrá que volver en octubre, que ya tengo ganas.
Reseña profunda y pormenorizada.
Un beso.
Hola Rosa
EliminarLa verdad es que me puse a escribir... y no veía el momento de parar, jaja, a veces creo que debería meter las "tijeras" por aquí y por allá, al menos siempre me lo propongo... ;)
Los premios Pulitzer no suelen defraudar, en un país tan inmenso como los EUA, los candidatos y la competencia deben de ser descomunales, así que hacerse con el premio dice mucho del galardonado.
Esta novela será fácil de conseguir, sin duda, y me consta que la sacarás mucho partido, Rosa, tú que eres gran lectora de literatura norteamericana. El personaje de Selina es de los que dejan huella, te lo aseguro.
Qué bonito regalo para el día de la madre... recibir un libro siempre es emocionante.
Wow! ¡qué envidia me das! estar en Illinois tiene que ser toda una experiencia para los sentidos, y es cierto que Chicago tiene fama de ser una de las ciudades más deslumbrantes de Norteamérica, paradigma de la arquitectura mundial con sus emblemáticos edificios del SXX... tenía algunas asignaturas de arte en la facultad, y recuerdo muy bien las clases sobre la "Escuela de Chicago" y sus edificios (me tocó hacer un examen de ello!), aunque nunca he estado.
Conozco Nueva York y la vecina New Jersey, estuve hace años, una escapada en solitario deambulando unas semanas por los rincones de una y otra... qué gratos recuerdos. Mi mujer tiene familia en Nueva York, también en Miami (uff, y en no sé cuántos sitios, jaja), habrá que volver.
Me alegrará saber tus impresiones si te decides.
Un beso.
Pues solucionado está. El nombre de Edna Ferber ya me dice mucho, y el de Selina, aún más. Menuda heroína y menudo novelón que nos traes.
ResponderEliminarLas pelis que mencionas sé que las he visto de niña en la tele pero no recuerdo mucho más. Eso sí, me ponen en la pista de lo que puede ser esta novela. Su lectura, además, trae a tu memoria 'El balcón en invierno' de Landero y 'Ethan Frome' de Edith Wharton, que para mí son dos cartas de presentación magníficas. Y ya, si también ofrece frases para enmarcar como esa «No es posible escaparse lo suficientemente lejos. Como no se deje de vivir, no es posible escapar a la vida», qué quieres que te diga, que no puedo decirle que no.
Un abrazo
Un libro así comentado en tu blog, Lorena, es un acontecimiento que promete, espero ser testigo de ello ;)
ResponderEliminarGigante y Cimarrón son dos peliculones, creo que serían un buen ejemplo de una transición afortunada de la literatura al cine... aunque siempre se pierde algo por el camino,es inevitable. Si la lees, seguro que te vienen a la memoria pasajes de El balcón en invierno y, sobre todo, de Ethan Frome, las protagonistas tienen muchos puntos de encuentro.
Esa frase es bestial, me recuerda a esos finales memorables de las grandes películas en aquel lejano y glorioso Hollywood de antaño.
Tienes un título muy apetecible en tu reciente entrada ;)
Un abrazo
Como padre de tres hijos, comprendo las emociones y preocupaciones que provocan cuando se hallan afectados por algún problema. Me alegra saber que tu hija pequeña ya está recuperada.
ResponderEliminarMe vas a permitir que haga una referencia al título de la obra que tan bien has reseñado : ASÍ DE GRANDE.
Yo soy de pueblo y recuerdo lo mucho que alardeaban las madres de antaño - no sé las de ahora - de lo grandes y hermosos que eran y se criaban sus hijos. Estar gorditos es sinónimo de salud y de comer bien. No todos los niños han tenido y tienen la fortuna de comer lo que quisieran...
Muy interesante y conmovedor resulta la persona de Selina, que lo sacrificará todo para que su hijo pueda tener la vida que ella hubiese querido tener, una vida dedicada plenamente a la labor creadora...
Un abrazo, Paco
Gracias, Luis Antonio.
EliminarEstoy con dos niñas pequeñas y ya me parece complicado, pero criar a tres hijos como has hecho tú... ¡eso ya es una proeza!
Claro que me acuerdo de esa cantinela... ¡mira que niño más gordito y hermoso! Pero como bien dices eran tiempos de escasez, y a nadie se le ocurría tirar un mendrugo de pan, vamos, desaparecía antes de que tocase el suelo, aparte de la reprimenda.
He tenido muchos amigos que marchaban al pueblo en vacaciones... siempre tuve una enorme envidia de ellos, toda mi familia estaba en Madrid y alrededores y no teníamos un pueblo al que ir. Hace años que mi padre tiene una casa en La Alcarria... y he logrado superar algo el trauma, jaja.
Ha sido enormemente satisfactorio conocer a un personaje como Selina, carismática o, como dicen por aquí, con duende ;)
Otro abrazo, querido Luis Antonio.
Me has dejado sin palabras. Una de mis películas predilectas es Gigante. La tengo en los antiguos DVD. y es una película que siempre me ha gustado ver de cuando en cuando. Nunca pensé que estuviera escrito por una mujer y que ella intentase estar detrás de las cámaras para transmitir a los actores lo que su personaje quería decir. Me encanta. Gracias, mil gracias, porque me has hecho un gran descubrimiento.
ResponderEliminarDesde luego que anoto el libro y su autora. Ya leí a la gran Edith Wharthon en Ethan Frome...y quedé encandilada con el mundo rural de EEUU. Anoto igualmente, la posibilidad, de un viaje en Otoño a Illinois.
Bueno, y Edna Feber con este libro, desde luego es GRANDE. Me gusta como describes a Selina y la fuera del personaje...como elige la vida campestre y lucha por su lugar en un mundo duro, quizá, aún más en aquella época. También me gusta que la escritora, deje que su pluma la guíe y que luego sea Dick el protagonista.
En fin...me quedo ya con un descubrimiento maravilloso, por lo que hoy el día le puedo dar por terminado aunque aún queden horas para que termine...
La foto con los abejarucos es una pasada...por aquí también están apareciendo mucho y además, he notado...que les gusta venir a las mismas horas.
¡¡Qué duro tiene que ser ver a tu hija malita sin hacer mucho más que estar ahí y darle los dalsy y apiretales del mundo!! Espero que la tos haya remitido. El vips vaporus suele funcionar, y también los vahos de eucalipto. Bueno,...aún no soy madre, pero tiene que ser toda una aventura y los libros, como debe ser, se quedan un poco abiertos...quizá durante un tiempo. Lo bueno es que nos esperan siempre.
Un abrazo grande y feliz día de lecturas y paisajes.
Hola, María.
EliminarPues no te imaginas cuánto me alegro de haberte hecho el día más agradable gracias al libro :) eso es lo mejor que puede suceder a quienes transmitimos la pasión por los libros en nuestros blogs.
No me extraña que repitas con una película como Gigante, es realmente impresionante como se desarrollan los acontecimientos... de la nada a tenerlo todo (aunque al final es como si estuviera vacío de las cosas que realmente importan).
Pues sí, nada menos que la mano maestra de una mujer está detrás de esas historias, supongo que muchos se sorprenderán al saberlo. Edna Ferber era todo un personaje, daba unas fiestas fabulosas en su casa de Manhattan... Groucho Marx solía dejarse caer en ellas. Esas narraciones sobre el mundo rural de EEUU cautivan, hay algo de grandeza épica en ellas que me resultan fascinantes, por lo que tiene de desafío salir adelante en esos entornos majestuosos del país.
Pues si tienes oportunidad de vivir el otoño en Illinois... ¡adelante! esas son las oportunidades que nunca hay que dejar escapar, la vida es corta y hay que aprovecharla al máximo.
Sé que este libro lo disfrutarás, María, es una historia que tiene toda la épica de Gigante, espectacular.
Uff, sí, el invierno y mi hija pequeña no se llevan bien :(, su primer invierno fue exactamente igual, con resfriados, bronquiolitis, y demás contratiempos... desde noviembre hasta abril, así los dos inviernos, bueno se irá fortaleciendo (y eso que come muy bien) y todo será más relajado. Precisamente los libros son una buena válvula de escape a tanto resfriado y preocupaciones... qué grandes compañeros son. Jeje, no sabes la de cosas que hemos probado, también los vahos de eucalipto... que son estupendos,la verdad. Igual que el vips vaporus ;) Te agradezco de veras tu interés, querida María.
Que tengas una buena velada.
Por lo que leo, te leo, Selina es el personaje que se crea a sí mismo, el forjador de su propia vida por encima de todo y de todos, de los que la literatura norteamericana ha creado grandes personajes, bueno supongo que muchas literaturas nacionales, pero en especial la de EEUU por su tipo de pensamiento y por su forma de creación. Pero lo que hace excepcional a esta novela es que es mujer. No pueblan las mujeres, los personajes mujeres, los papeles protagonistas de este tipo de libros. Aunque el libro, por lo que cuenta, me atrae. Me gusta mucho la novela de EEUU, pero es la autora la que atrae mi curiosidad. Te explico: siento cierta devoción por los premios Pulitzer de ficción , no recuerdo ninguna novela que haya sido premiada con ese premio, y haya leído, y que no me haya gustado. Así que tengo varios libros que recogen ganadores de premios Pulitzer, y siempre me resultó curioso la gran cantidad de premios a mujeres en la época de Edna, que luego desaparecieron hasta casi ningunearlas, he investigado y no encuentro explicación. Y aunque a Edna no la haya leído sí he leído a alguna de ellas que me han parecido más que buenas. Me gustan todas esas obras. Aunque, permíteme recomendarte una obra -sino no sería yo jajaa-no es de mujer pero es PUlitzer,"El puente de San Luis rey" (que la película no hace justicia de manera denunciable;)).
ResponderEliminarun abrazo
gracias por la reseña
cuidaos
Lo has clavado, Wineruda, aún sin haber leído el libro despliegas una mirada certera sobre él... eres un tío con muchas tablas en esto de la lectura, sin duda ;).
EliminarEste personaje memorable de Selina encaja perfectamente en una frase típicamente norteamericana... "she made herself" (se hizo así misma). Es un personaje con un magnetismo tremendo, la haces tuya, para tu causa, sea la que sea...
No hay muchas mujeres, no, que acaparen el protagonismo de grandes historias, por eso escritoras como Edna Ferber, E. warthon , M. Mitchell, K. Chopin, C. McCullers, etc, se preocuparon de dejar bien alto el listón de la mujer valerosa y capaz de sí misma en buena parte de sus novelas, y además escribían con enorme talento.
Wineruda, hace años me acerqué a Thornton Wilder precisamente por "El puente de San Luis Rey", lo curioso es que su atractivo no me lo motivó el Pulitzer, argumento por lo demás poderoso, sino la historia acontecida en el Perú... lo que para mí fue un imán. Después me leí Los Idus de marzo, aunque me quedo con la primera novela.
Hay que investigar en los Pulitzer... tienen alguna joya por descubrirnos, seguro que tú nos sorprendes cualquier día, conociéndote... jeje.
Gracias a ti, Wineruda.
Cuídate
Hace poco me regalaron un premio Pulitzer, el de 2011 y era también una mujer, Jennifer Egan. Aunque no parecen guardar demasiado parecido, por lo que he podido comprobar. Me encanta esta historia, dos generaciones no enfrentadas, sino imbricándose. Lo que me asombra es la poca extensión de la novela, en comparación. "Al Este del Edén", que también abarca varias generaciones, es con poco el doble.
ResponderEliminarEspero que tu pequeña ya esté al cien por cien, los catarros de primavera son los peores. Yo cruzo los dedos de momento.
Ah, se me olvidaba. Aparte de la estupenda reseña, las fotos son hermosas. El campo está tremendo en este tiempo, el trigo ondulante en una de las cosas que más me relaja del mundo. Muy zen el encuentro con las ovejas, luedo dicen que en Madrid no hay campo.
Un abrazo.
Con todo lo mosqueante que resulta siempre el tinglado que hay detrás de los grandes premios, el Pulitzer aún conserva un merecido prestigio, obras de notable calidad suelen avalar esta consideración.
ResponderEliminarLa historia es sencillamente fascinante, pues es sostenida por uno de esos personajes que calan hondo, como Selina Pervus. La descripción del entorno rural, pero también el retrato de Chicago, es espectacular. Una novela muy recomendable, desde luego.
Mi hija ya está como un torbellino, tirando todas las cosas que pilla por la casa, incluida mi cartera :)
El campo está con un esplendor primaveral que no recordaba en años, estoy paseando todo lo que puedo, pronto llegará el secarral, en la Mancha será más acuciado el cambio, si cabe.
Vivo en la parte noroeste de la Comunidad de Madrid, muy cerquita ya de la Sierra del Guadarrama, todas las localidades de esta zona están rodeadas de monte y campo, por lo que no es extraño toparse con alguna explotación agropecuaria... aunque recuerdo bastantes más en los años de mi niñez. Esa que muestro en el vídeo está como a 20 minutos andando desde mi casa.
Muchas gracias, Gerardo, por tu tiempo, sé que no te sobra.
Un abrazo.
Había dejado un comentario hace varios días, Paco, pero se ve que el duende de la Red no lo publicó. Es más, te decía que esperaba que tus hijas estuvieran mejor...
ResponderEliminarVolviendo al texto, parece un libro interesante por lo que nos narras. Rescato a esta self made woman e intento encontrarla.
Recibe un fuerte abrazo, CAMPEÓN (hoy más que nunca).
Hola, Marcelo.
ResponderEliminarEstamos todos bien, la pequeña aún tiene algún resfriado pero cosas normales de su edad, todo ok, muchas gracias por interesarte ;)
Es un pedazo de historia impresionante, y una escritora con muchísimo oficio. Ojalá puedas encontrar el libro.
Cuídate... campeones a lo grande!!