P. Castillo

Safe Creative #1802170294390

domingo, 15 de abril de 2018


Dios muere a orillas del Nilo. Nawal El Saadawi (Kafr Tahl, Egipto, 1931)

Editorial Herder, 1996. Versión castellana de Juan Andrés Iglesias. 179 páginas.



Con una edad más que respetable, cerca de los 87 años, la escritora Nawal El Saadawi tiene la mirada vivaracha de una niña, el mismo brillo que refulge ante la ansiedad por descubrir el mundo, unos ojos despiertos para registrar todo cuanto ocurre.

Nawal El Saadawi. Foto internet


Pero detrás de esa expresión aniñada y encantadora tenemos a una mujer de armas tomar, sufrida, combativa, incansable, un ejemplo de solidaridad y compromiso con todas las mujeres. Nawal irradia una vitalidad y entusiasmo desbordantes, parece inmune a los estragos del tiempo.

Resulta que la obra de esta mujer menuda ha sido un azote para el gobierno egipcio de  su época, pues ha reflejado, con un enorme talento literario, el desprecio sistemático que han padecido las mujeres en el mundo árabe, pero también las clases desfavorecidas, convirtiéndose así en persona non grata para la oligarquía política, veamos la contraportada:

“Esta nueva novela de Nawal El Saadawi, las más brillante de las novelistas egipcias contemporáneas, ilustra la opresión clasista sobre el régimen de Sadat y la tiranía de los terratenientes en general.

Nacida en la aldea de Kafr Tahla  a orillas del Nilo, Nawal El Saadawi se negó a aceptar las limitaciones que la opresión religiosa y colonial imponía a la mayoría de las mujeres del campo. Se licenció en medicina y llegó a ser directora de Sanidad Pública de Egipto, puesto del cual fue destituida por haber escrito Woman and sex en 1972. 

Sin amilanarse por esta experiencia, ni por el hecho de que sus libros hayan sido prohibidos, y ni siquiera por haber pasado un tiempo en la cárcel durante el gobierno de Sadat, continúa escribiendo sobre los problemas de las mujeres árabes y su lucha por la liberación. Ésta es, sin duda, su novela más importante.”


Nawal ha padecido lo suyo después de superar durísimos traumas. Nada más empezar a leer su biografía ya encontramos un suceso atroz. Este fragmento es de la Wikipedia:

“A los seis años, en 1937, la daya (comadrona) le practicó la ablación del clítoris,​ una tortura que marcó su vida y su obra:

Cuando tenía 6 años la daya (comadrona) vino con una cuchilla en la mano, me sacó el clítoris de entre los muslos y lo cortó. Dijo que era la voluntad de Dios y que ella había cumplido su deseo.

Esto no impidió que se convirtiese en psiquiatra, ocupando relevantes puestos en la sanidad egipcia, durante el gobierno de Nasser.

De 1978 a 1980 fue nombrada consejera del programa de las Naciones Unidas para las mujeres de África (CEP) y de Oriente Medio (CEPA).

Además es una reconocida activista internacional por los derechos de los desfavorecidos. Su capacidad de trabajo y entrega son admirables.

En esta excelente novela se narra la subsistencia diaria de un pequeño clan familiar, campesinos de una aldea a orillas del gran Nilo. Una historia en donde las mujeres toman la palabra. El escenario es uno de tantos poblados carcomidos por la ignorancia y una brutalidad ancestral. Sumidos en la miseria mientras los terratenientes locales y caciques de turno viven a cuerpo de rey.

Si la situación es esa… la vida de las mujeres ya casi roza lo inhumano, sometidas a la violencia secular de una sociedad patriarcal, sobreviven en un ambiente social que las niega sistemáticamente. Si al alcalde del pueblo se le antoja una campesina… más temprano o más tarde caerá en su poder, así son las cosas en su mundo.



Pero Nawal no retrata a una mujer sumisa, los personajes femeninos de esta historia, al menos de esta familia, no se resignan a ser meros objetos sexuales de los hombres. Son mujeres de mirada altiva, dignas en su pobreza, sin perder un ápice de solemnidad frente a la fanfarronería masculina. Son mujeres que sostienen con valentía esa mirada asquerosa de los hombres que las “desnudan” con los ojos, y eso les desconcierta y les confunde, en su entorno están acostumbrados a la mansedumbre de la mujer, a que agache la cabeza y transija en silencio su humillación.

Es impresionante el trazado de la ternura que hace Nawal en la novela, pues si ha sido desterrada de la mirada lasciva de los aldeanos, ignorantes y violentos, habrá que encontrarla en las mujeres, claro, pero también en los ojos de la búfula, que diariamente acompaña en el arado a Zakeya, tía, hermana y madre de un joven perdido en alguna guerra incomprensible para este rincón olvidado del mundo:

"Antes de que los rayos carmesí del alba rozasen las copas de los árboles, antes de que el canto del gallo, el ladrido de un perro o el rebuzno de un asno horadasen la pesada oscuridad, y antes de que la voz del jeque Hamzawi resonase en el silencio haciendo la primera llamada a la oración, la gran puerta de madera se abrió lentamente, chirriando, con el sonido herrumbroso de una antigua noria. Una sombra alta y recta se deslizó por ella, avanzando sobre dos piernas, con paso firme y poderoso. Detrás suyo venía una segunda sombra, de cuatro patas, que parecía curvarse mientras se movía con un andar perezoso y titubeante.

Las dos sombras desaparecieron en la oscuridad para salir otra vez de ella en la orilla del río. La cara de Zakeya destacaba a la pálida luz de la aurora, demacrada, seria, exangüe. Sus labios estaban apretados con fuerza, firmes, como si ninguna palabra fuese a salir jamás de ellos. Sus grandes ojos, muy abiertos, se hallaban fijos en el horizonte y expresaban una actitud de airado desafío. Detrás de ella la cabeza de la búfala se balanceaba arriba y abajo, con una cara demacrada y exangüe, pero amable, con los ojos muy abiertos, humildes, rotos, resignados a cualquier cosa que fuese a ocurrir."

Repetir los mismos adjetivos para la mujer y la búfala responde a la intención de situar a una y otra ante idéntico destino, más aún, como si Zakeya y la búfala fuesen  siamesas unidas por un mismo corazón. Hay más complicidad entre la mujer y su búfala, más verdad en sus miradas, que en las que obtendría de sus encuentros con los hombres de este aldea rivereña.



Toda la existencia de estas gentes, hombres y mujeres, está absolutamente dominada por la religión, la lectura del Corán. Cualquier paso que se de sin estar ajustado a las prerrogativas de Alá… está bajo sospecha.

El ambiente opresivo que se cierne sobre estos campesinos se convierte en una especie de presidio para las mujeres y, a pesar de ello, algunas rompen esos barrotes invisibles, porque no se doblegan, no temen las miradas sombrías que pretenden intimidarlas. Así es la propia Nawal El Saadawi.


http://www.sampsoniaway.org/blog


Otro aspecto destacable es el retrato que hace del cuerpo policial, implacables en el uso de la fuerza sobre unas gentes extenuadas por el trabajo de sol a sol.
Hay un pasaje donde Kafrawi, un campesino apreciado en la aldea, buen hombre, y además hermano de la mencionada Zakeya, es perseguido por un policía, pues tratan de involucrarle en un crimen que no ha cometido:

“Era la cara de un policía que no expresaba alegría, tristeza, temor ni esperanza, una cara sin sentimientos (…)
Su cuerpo también era duro y cobrizo, con brazos y piernas que corrían, (…) o caminaban con movimientos ágiles, ondulantes e infatigables, tan constantes y resistentes que apenas parecían humanos, apenas parecían propios de un cuerpo de carne, huesos y sangre, sino de un robot con miembros y articulaciones de metal."





Apreciamos como Nawal cosifica a estos policías, matones del régimen político. Los despoja de sentimientos humanos, reduciéndolos a algo maquinal, que funcionan por el automatismo que “otros” les han programado. Una crítica feroz a los cuerpos de seguridad, que de “seguridad” tenían poco.

Pasajes como éste, y otros similares en sus obras, han granjeado múltiples problemas a Nawal con el poder establecido, pero la escritora no ha retrocedido ni un paso.



Sí, Dios muere a orillas del Nilo para todas estas mujeres que claman al cielo su padecimiento y solo obtienen el rumor del río.

Pero aquí están las mujeres de Nawal, y no han venido a este mundo para hincarse de rodillas… aunque les cueste lo más preciado.



18 comentarios:

  1. Hace muchos años leí “Mujer en punto cero” una novelita semi-autobiográfica( creo) inolvidable, como es normal en mi ;), cuando algo me gusta , un autor, lo busco nada más acabar de leerlo, pero por aquel entonces no había nada o no se encontraba, así que lo dejé por imposible; sí, de vez en cuando, miraba si había libros , pero no... hasta que se me olvidó, Hace poco en una feria de libro pro pueblo saharauí que suele haber aquí en Eibar habitualmente, encontré “La hija de Isis” por un precio insultante, así que, como es normal, lo compré y busqué nuevos libros de ella por librerías de segunda mano. Así encontré “Dios muere a orillas del Nilo ”, “La caída del Imán” , así que aquí ando, peleándome con enormes libros de poesía (me han regalado el impagable, por bueno y por el precio, “Poesía completa de Robert Frost” de 900 páginas jaja) y con estos 2 libros de ella que me llegaron hace dos semanas, junto con algún que otro libro..
    Nawal, me parece una escritora excepcional, entre lo literario y lo confesional entre la pelea y el orgullo de mujer, es ya un mito. Me recuerda a Eduardo Galeano, que ahora me ha venido a la mente, por su compromiso con el mundo que le rodea, como ella, y por un hecho que me ha ourrido, y es que entre mi colección de cosas grabadas, he encontrado, ya no lo recordaba, una serie de 10 vídeos titulados “El mundo según Galeano”... alucinante... Descubrir vídeos de él como encontrar nuevos libros de ella, que la había abandonado, me han alegrado más este comienzo de año lluvioso...:)
    cuídate mucho Paco
    Gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Apunto ese título, "Mujer en punto cero". Es innegable la veta poética en su novelística, aunque ella no sea poeta propiamente dicho, pero su prosa tiene ese punto de lirismo en la medida justa, de ahí que haya disfrutado esta lectura. Jeje, Wineruda, te imagino como una especie de arqueólogo en busca del "libro perdido"... mira que es difícil que a ti se te escape alguno, tienes muy buen olfato ;)

      Nunca he leído la poesía de Robert Frost... y mucho menos 900 páginas de cualquier poeta, pero sé que tú eres muy capaz de tal proeza... lo mío son pequeñas incursiones, alguna vez una antología entera, pero como mucho ciento y pico páginas, quien sabe si con más recorrido poético me meta con un librazo así. Espero que nos selecciones algunos poemas, de esos que tú sabes idóneos para una buena cata.
      Pues sí, has concretado a la perfección la esencia de Nawal, todo un icono, sin duda.

      Por aquí parece que toca retirada para la lluvia... en cuanto empiece la canícula me acordaré muuucho de estos días lluviosos, creo que leo mejor con el repiqueteo de la lluvia, cosas mías, ya sabes...
      Cuídate Wineruda, y gracias ;)

      Eliminar
    2. Hola Paco
      Pues creo que Robert Frost te gustaría , dicen de él que es el poeta de la naturaleza, yo diría que es el poeta de la naturaleza vista por un hombre de campo. Te pongo dos poemas del sitio donde ahora estoy leyendo.
      A ver si te gustan.

      CASA FANTASMA

      Habito una casa solitaria que sé
      que desapareció hace muchos veranos
      y no dejó más rastro que los muros del sótano,
      y una sótano donde la luz se precipita
      y crecen las frambuesas de morados tallos.

      Sobre las derruidas cercas que las parras ocultan
      el bosque va volviendo a los bosques segados;
      el frutal del huerto dio paso a una arboleda
      de nuevos y viejos árboles donde tala el picapinos,
      se ha cerrado el sendero que desciende hasta el pozo.

      Habito con un raro dolor de corazón,
      en ese desparecido hogar allí apartado
      en ese olvidado y desierto camino
      donde ya no hay polvo para el baño del sapo.
      La noche llega; los negros murciélagos voltean y se lanza;

      el chotacabras ya se acerca para chillar
      y chistar y chascar y revolotear;
      le escucho empezar desde bien lejos
      muchas veces a decir su dicho
      antes de que aquí llegue a decirlo más alto.

      Está bajo la diminuta , tenue, estrella del verano.
      YO ignoro quiénes son estas gentes silenciosas
      que comparten conmigo el apagado hogar;
      esas losas bajo el árbol de ramas alargadas
      sin duda llevan nombres que deteriora el musgo.

      Son gentes incansables, pero lentas y tristes,
      aunque dos, siempre cerca, son muchacho y doncella,
      sin nadie que entre ellos cante nunca,
      y aun así, en vista de tantísimas cosas,
      los más dulces compañeros que pudieran tenerse.

      LA INVITADA DE NOVIEMBRE

      Mi Tristeza, cuando está aquí conmigo,
      piensa en estos oscuros días de lluvias otoñales
      son los días más hermosos que puedan existir:
      ama el desnudo, el maltratado árbol,
      pasea por el sendero encharcado del prado.

      Su complacencia no me deja tranquilo.
      Habla y yo escucho de buen grado;
      se alegra que los pájaros se fueran
      se alegra de que su sencillo gris lana
      la niebla silenciosa la tiñera de plata.

      Los desolados, abandonados, árboles;
      la tierra desvaída , el plomizo cielo,
      las maravillas que de veras ve,
      piensa que no tengo ojos para ellas,
      y me saca de quicio sin motivo.-

      No fue precisamente ayer cuando aprendí
      a apreciar los desnudos días de noviembre
      antes de la llegada de la nieve,
      pero sería inútil explicárselo,
      y es mejor que solo ella los alabe.


      Cuídate

      Eliminar
    3. Hola Wineruda.

      Muchas gracias por compartirnos esta poesía de Robert Frost.

      Árboles frutales, picapinos, chotacabras (me entusiasman esos nombres compuestos de pájaros, rudos y simples, pero con una sonoridad contundente y, además, he tenido un chotacabras en la mano), musgos… cuánto me gusta acercarme a los musgos y posar los dedos, el tacto es delicioso.

      En el segundo poema, ya con este comienzo me arrebata; plena identificación con dicho sentir.

      “Mi Tristeza, cuando está aquí conmigo,
      piensa en estos oscuros días de lluvias otoñales
      son los días más hermosos que puedan existir:”

      Tienes toda la razón, me encantan ;)

      Cuídate, y sigue leyendo poesía, te sienta bien.

      Eliminar
  2. Como bien dices, Nawal El Saadawi esta mujer, escritora y psiquiatra, es muy conocida por su activismo político y social al favor de los derechos de la mujer en el mundo islámico.

    Su feminismo la llevó al encarcelamiento. Posteriormente, debido a amenazas de corte radical, tuvo que exiliarse a EEUU, donde ha dado clases en diferentes universidades.

    No he leído nada de esta autora, pero tomo buena nota, una vez más, del libro que has reseñado.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un claro ejemplo de escritura como compromiso social pero sin perder lo puramente literario, pues si no estaríamos ante una obra sin feeling, Nawal es una magnífica escritora que sabe conjugar los recursos literarios al servicio de su compromiso cívico... ese equilibrio siempre es complicado, ella lo resuelve con maestría.

      Es una mujer admirable por muchas cosas que ha conseguido, a pesar de las enormes dificultades que la vida le ha puesto en el camino. Me resulta muy gratificante leer a escritoras así.

      Haces bien en tomar nota.
      Un abrazo, estimado Luis Antonio

      Eliminar
  3. Nawal es increíble. Es una mujer maravillosa que ha sabido acompañar y ser luz para muchas mujeres que viven en la oscuridad. Fue la voz de Firdaos...una mujer que mató a su proxeneta y que fue ejecutada...Firdaos quería morir...quizá porque quería salir de la oscuridad del mundo...

    Leo "Mujer en punto cero"...aun estoy con él. Hace poco que me lo prestaron, pero es que a pesar de que conozco a Nawal desde hace mucho tiempo...Leerla siempre ha resultado difícil. Escribe de maravilla, y te presenta la realidad de un modo admirable...parece que incluso te ofrece una taza de té, mientras lees. Sin embargo...es tanto el dolor que viven las mujeres...la voz para las que ella escribe, que resulta triste.

    No obstante, ahora mismo, tengo su libro entre manos. Este que nombras, aún no lo he leído, pero queda anotado. No para leerlo seguido...Estas historias, a veces, las escucho de viva voz, y hay que tomar espacio y distancia ante tanto dolor.

    En España hay mucho silencio...pero somos el primer país europeo en trata de mujeres. Hay una esclavitud sexual de la que se habla poco...aunque empieza a resurgir.

    Gracias por tan maravillosa entrada...y reseña...por los paseos con Nawal, porque aunque su mirada ha visto mucho para no querer creer en la humanidad, también brota destellos de esperanza...y veo que la acompañan tus árboles...y el agua...y el cielo,...

    Un abrazo grande. Me ha encantado encontrarme aquí con ella. Muchísimas gracias por la voz que le das, con tus palabras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya, María ;) qué sorpresa, me alegra saber que estás leyendo un libro de Nawal, y además conociéndola desde hace tanto. No era mi caso, supe de ella y su obra hará poco más de un año, y quise empezar por esta novela, considerada su obra maestra, ciertamente ha estado a la altura de mis expectativas, como bien dices escribe de maravilla, no se me ocurre mejor adjetivo que el tuyo.

      Está claro que retrata una realidad ingrata, dolorosa, pero no hay sensación de derrotismo en "sus mujeres", y eso es lo que más me ha seducido de esta historia, Nawal es una mujer admirable, luchadora donde las haya, lo que se refleja en sus personajes femeninos, obviamente hay situaciones trágicas, pero la mujer se mueve con una gran dignidad por estas páginas, sin tener que deber nada al hombre, valerosas, como son las mujeres, como han sido siempre.
      Pues sí, en España queda un enorme camino por andar, quiero pensar que cada vez más hombres son conscientes de la necesidad de remar junto a las mujeres, para conseguir una igualdad cada vez más palpable... yo hago mi pequeña aportación en casa, con mis hijas, trato de ser un ejemplo, a escala particular, de lo que debe ser una convivencia al mismo nivel de igualdad... el tiempo dirá qué tal lo hice..
      Gracias a ti, María. Árboles, agua, tierra, cielo... de todo eso está hecho también este blog.
      Un abrazo enorme :)

      Eliminar
  4. Hola Paco conocía a la autora en su vertiente de defensora de las mujeres pero no he leído nada de ella y a pesar de no parecerme un libro fácil por el dolor que intuyo que provocan esas vivencias narradas y que María con su comentario corrobora, lo apunto porque "a traguitos cortos" creo que puede ser muy interesante. No hace mucho me interrogaba sobre ese destino y la suerte que tenemos de haber nacido en este "primer mundo"(con todos sus defectos que son muchos) porque las cartas no se reparten igual en todo el planeta y hay lugares en los que vivir es complicado y siendo mujer muy pero que muy difícil. Voces valientes como las de la autora me parecen admirables.
    Como siempre una propuesta a la que resulta difícil resistirse. Gracias Paco por estas propuestas y ampliar mi horizonte lector.
    Besos
    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Conxita. Me entusiasma que todos los que habéis comentado ya teníais conocimiento de ella, es buena señal. Es una pequeña-gran novela, sobre todo, a pesar del entorno hostil, transmite la fortaleza que las mujeres muestran ante la adversidad, y además lo hace con una prosa magnífica. No es un libro excesivamente dramático, aunque tampoco complaciente, hay un buen juego de equilibrios, como corresponde a una gran escritora.

      Eso de haber nacido en un lugar y no en otro... es un tema de conversación frecuente con mi mujer, cuando hablamos de nuestras hijas, no puedes tener más razón, Conxita, con ese "reparto de cartas".

      Me alegra despertar tu interés, eres una lectora atenta, no hay más que leer tus relatos ;)
      Un beso, y gracias a ti.

      Eliminar
  5. Hace poco me hice con una novela de Chimamanda Ngozi Adichie, "Americanah" y en muchos sentidos me ha recordado a El Saadawi, aunque centrada en el tema de la inmigración y el desarraigo. Estoy explorando un poco, a raíz de tu post, y he visto un documental sobre ella en Youtube, parece que tiene buena pinta. Admiro a estas mujeres, es increíble su resistencia y capacidad de lucha.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Chimamanda es uno de mis objetivos pendientes, una voz joven y contemporánea que me interesa mucho, esperaré tus impresiones, Gerardo.

      El Saadawi es una mujer admirable, desprende una vitalidad y entusiasmo que me cautivan, además de magnífica escritora.
      Un abrazo ;)

      Eliminar
  6. No es el tipo de libro que yo elegiria ...pero como lo cuentas me ha fascinado
    besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Mucha.
      Tus palabras siempre son alentadoras, se agradece ;)
      Besos

      Eliminar
  7. El que dice las verdades y actúa coherentemente con ello, siempre incomoda y molesta. Nos parecen muy lógicas las reivindicaciones de esta mujer, pero, viviendo en determinados países, hay que tener mucha fuerza y coraje para llevarlas a cabo. Un ejemplo y una inspiración para muchas mujeres. Ya la conocía pero no he leído nada suyo. Ni que decir tiene que me apunto el libro.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ser coherente con tus palabras, introduces una cuestión fundamental, Lorena, la literatura hace una buena aportación en ese sentido. Nawal lo ha tenido muy complicado con sus letras... tanto que incluso fue encarcelada, es admirable su coraje, como bien dices.
      Ojalá te animes con ella y nos lo cuentes como tú sabes hacerlo, me gustará.
      Un abrazo

      Eliminar
  8. Lo llamativo del caso, Paco, es que ambos nos hemos decantado por autores de origen egipcio. Yo anduve por las letras de Al Aswany hace unos días, y mira que tuve la oportunidad de leer 'Mujer en punto cero', pero me tiró más una serie de historias ambientadas en El Cairo.
    Admiro a cualquiera que, como esta mujer, pueden mantener la consecuencia entre lo que escriben y su vida militante.
    Apunto el título, por si lo encuentro por aquí. Gracias por traernos a semejante autora, con tan magnífica reseña.
    Recibe un fuerte abrazo, amigo Merengue!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues me gustan esas coincidencias, amigo Marcelo ;)
      El Cairo también aparece en la novela de Nawal, pero no tiene gran protagonismo, dicho sea. Sin duda es admirable la coherencia entre pensamiento y acción que mantienen personas como esta escritora... creo que deberías buscar algo suyo, a ver si hay suerte. Un espíritu humanista como el tuyo, aunque de formación científica, encontraría solaz en su obra.
      Cuídate campeón!

      Eliminar