Lecho de musgo. Anja Tuckermann.
No sé por qué me he decidido por este libro. Así de claro. No
conocía la novela ni a su autora. Nadie me lo había recomendado. No he visto
reseña alguna en publicaciones
literarias. Ni rastro en la blogosfera. El gran oráculo de nuestros días, San
Google, no tiene mucha más información que la aparecida en la contraportada de
este ejemplar, (Círculo de Lectores, 1989).
Para esta decisión, el único argumento válido que se me ocurre lo
tomo prestado del mítico Mallory, cuando le preguntaron porqué tendría que subir al Everest. “Porque está
ahí”, dijo.
Eso mismo. Estaba ahí, en mi biblioteca. Durante años mis ojos han
pasado de refilón ante su cubierta, hace cuatro días me detuve en el libro, sin
más, lo saqué de su hibernación, soplé la fina capa de polvo que lo
envolvía y empecé a leerlo, de pie, después de unas cuantas páginas me fui
lentamente al sofá y leí muchas más. Luego, ya de noche, me fui a la cama y
continué leyendo. Y lo mismo al día siguiente.
No lo sabía, no podía saberlo. Ahora sé que yo, como hombre, tenía
que leer un libro así. Lo necesitaba para cuando me viese ante el espejo, con
mi cara y cuerpo masculino, y sentir un aguijonazo que escuece.
Anja Tuckermann cuenta lo que le ocurre a Rilka, la protagonista, una
mujer joven, después de haber sido violada por un hombre.
Es extraño que diga todo esto, pues al principio la lectura me
empezó a exasperar. Su estilo narrativo me “descolocaba”. Los párrafos están
formados por una sucesión de frases cortas separadas por los respectivos punto
y seguido. A veces encadena varias palabras aisladas entre coma y coma. Es como
asistir a una proyección de diapositivas, tu cerebro procesa la información
allí contenida y pasa a la siguiente. Una instantánea es un fogonazo. En cada
frase puede haber un pensamiento vago o nítido, una acción, una reflexión, una
expresión de miedo, de felicidad… un universo entero. Es como si esa estructura
fragmentada, o aislada, de narrar reflejase la resquebrajada existencia de Rilka, su vida vida rota en
pedazos, cada trozo de esa vida deshecha es una frase del libro. Pudiera ser la
pretensión de Anja al estructurar el relato así. Conjeturas.
En cuanto a la autora mucho no puedo decir por la escasez de
información en español o inglés. Algunos datos que he encontrado por la red :
Anja
Tuckermann nació en Selb (Baviera) en 1961 y creció en Berlín. De adolescente
ya escribió para una revista femenina y trabajó desde 1980 hasta 1987 con
feministas. Desde 1988 hasta 1997 trabajó como redactora para la RIAS-radio
para niños (hoy llamada Radio Alemania). Desde 1993 organiza talleres y
seminarios de escritura para niños, jóvenes y adultos y trabaja como autora
independiente.
Varios de sus libros infantiles y juveniles fueron premiados.
Vive en Berlín.
Varios de sus libros infantiles y juveniles fueron premiados.
Vive en Berlín.
Y
poco más.
Referente
a lo que comentaba del estilo y los párrafos, un ejemplo en el que se muestra la
narradora en tercera persona, en algún pasaje se intercala la voz propia de la protagonista, son pocos:
“Solo Rinka ha cambiado. Se ha vuelto un animal incapaz de buscar
su propio alimento. Un animal así no sobrevive. Se deja crecer el pelo. Es lo
único que puede dejar que ocurra. Las uñas de los dedos también crecen. Su
periodo llega cada mes como si nada hubiera ocurrido. A Rinka le da igual lo
que hace, ella no es nada. Y a la nada le da igual donde viva.”
Alguno más:
“Rinka ya no tiene miedo, pero no se gusta a sí misma. Es solo
medio ser humano y tiene que dirigir toda una vida con solo una mitad. La mitad
intacta se agota para equilibrar la mitad destruida. No perder el equilibrio y
caer de la vida.”
Mi criterio para leer es variable como el clima. En ocasiones la
historia o la trama es lo de menos y busco la forma de contar en detrimento de
lo que se cuenta. Otras como ahora, el argumento me atrapa al instante, aunque
no tenía idea de lo que me encontraría en este libro.
Si se logra superar la resistencia inicial lo que queda es un
relato brutal que te roba el aliento. Al poco tiempo ya me da igual como está
estructurada la narración, he desautomatizado mi proceso habitual de lectura. Necesito
saber como va a salir adelante, o no, Rilka después de algo tan inmundo. Yo
quiero saberlo, leo y me cabreo, quiero sostener sus manos, hacer algo, piensa
mi cabeza. Y en el siguiente párrafo te escupe a la cara que odia a los putos
hombres… y siento el puñetazo en la mandíbula.
A partir de ahí ¿Qué significa para Rilka la vida? O los hombres,
o las mujeres, el amor, su familia, la amistad. ¿Quiere vivir, puede vivir
levantándose cada mañana atemorizada? ¿Se puede soportar la imagen que te
devuelve el espejo cuando sientes asco de ti misma? ¿Quién te enseña a vivir de
nuevo? ¿Puedo mirar a mi padre y a mi hermano, como lo que son, hombres? ¿No es
mejor cerrar los ojos y no abrirlos más? ¿Estaré mejor así ? La muerte. ¿Vivir? Luchar.
El preludio de la violación:
" Rinka deja la mochila en el suelo. (…)
Mira el gran reloj y el horario de trenes. (…) hace media hora que
salió el último tren hacia Worms. El primero de la mañana sale alrededor de las
seis.
Un barbudo de cabello blanco (…) trata de persuadir a otros tres
de que hagan circular una botella de aguardiente. Rinka (…) Es una chiquilla
extraviada en el bar de la esquina de un lugar extraño.
Rinka no quiere quedarse en esta sala de espera, ni en esta
estación, cerca de esos hombres. (…) Sale al exterior, a la ciudad desconocida,
(…) Finalmente llega a un restaurante de comida rápida. (…)
De repente un hombre pregunta: “¿Puedo sentarme contigo?” y, sin
esperar respuesta, se sienta.
Rinka se revuelve en su silla. No se quiere levantar, él no la
puede echar sin más de su sitio; tampoco quiere hablar con él.
“¿Y qué haces aquí?”
“Estoy de paso (…) quiero ir a Worms, pero el tren no sale hasta
mañana temprano.
“Eres bastanta joven”, dice.
“Seguramente no querrás pasar toda la noche en la estación (…) Solo
hay que ver los tipos que vagan por allí.”
“Estudio sociología”, dice él.
“¿Te puedo invitar a un vino? “ Cerca de aquí hay una tasca
agradable”
Rinka vacila (…) tiene el miedo metido en el estómago; sin embargo
se va con él.
Mi hermana está en casa (…) puedes dejar tu mochila y nos vamos
los tres a la tasca.
(…) En el quinto piso Gerald habre la puerta que lleva a una
habitación. El interior es oscuro, incluso con la luz encendida. Rinka puede
ver un armario con vitrina, una cama, una mesa baja, un sillón macizo. La
hermana no está allí. Naturalmente que no está.
“ Veo que mi hermana se ha retrasado (…) debe estar a punto de
llegar ”, dice él.
(…) Él está nervioso como un animal que vigila a su presa y
observa cada uno de sus movimientos.
Toda la habitación está sucia. Los muebles parecen de hotel, muy
usados: esquinas golpeadas, quemaduras de cigarrillo en la mesa (…)
“Tengo que ir al lavabo”, dice Gerald.
¿Por qué en ese momento Rinka no se levanta y se va? Pronto vuelve
él, cierra con llave la puerta de la habitación, se sienta en la cama y mira
fijamente a Rilka… (…) "
No, el libro no acaba así.
Tampoco de esta manera, pero casi :
“ Rinka va en metro hasta Ruhleben, anda despacio
bordeando el cementerio y se dirige al bosque en el que casi nadie pasea. (…)
Telas de araña rozan su cara pero no se detiene, nadie puede
detenerla.
Rinka extiende el abrigo sobre el follaje. Se quita la falda y la
deja junto al abrigo, se quita los zapatos y las medias, el jersey, la camisa,
las bragas y empieza a mirarse minuciosamente. Soy bonita, piensa, mientras su
vista va de los huesos de la cadera al vientre, sigue por el rubio vello y
descansa en los rizos oscuros de la vulva. (…)
Siente su piel en la punta de los dedos, todo su cuerpo en sus
manos, percibe las manos sobre su cuerpo, los dedos sobre su piel. Nunca nadie
la ha acariciado así, como ella misma lo hace ahora, sin descuidar parte
alguna. Rinka se posee con las manos.
Me curaré.
Rinka quiere tocárselo todo, restablecerse, explorar este cuerpo
que es suyo, encontrar lo que le pertenece. (…) "
En cualquier caso aquí, al contrario de lo que sucedía en el
anterior libro, no he encontrado un deslumbrante final por inesperado, ni falta
que hace. Solo he hallado el principio de una incómoda sensación que me
atosiga, no sabría definirla, pero está. Con seguridad me rondará hasta que
llegue la noche y me vaya a dormir. Es como el zumbido molesto de un mosquito a
tu alrededor, su presencia te desconcierta aún más por el hecho de no verlo.
Mañana, cuando la alarma de las 07:00 a.m acuda a mi rescate, todo se habrá ido
como llegó. Igual que el mosquito.
Yo creo que entre las cosas que más tememos las mujeres está la violación. Me parece que los hombres lo saben.
ResponderEliminarPor fortuna hay pocos hombres violadores, pero los hay y esta novela parece que lo narra de tal manera que se te pega a la piel y no es posible dejar de sentir la amargura de lo que significa una violación.
Respecto a esos libros sobre los que uno pasa la vista durante años sin verlos y, de pronto, los ves, tengo algunas experiencias recientes. Yo siempre digo que los libros me llaman. Y estoy convencida de ello. Leo ahora Vida y destino de Vasili Grossman. Hace tiempo que estaba en mi estantería de libros pendientes de leer, lo vi y lo miré, y pese a que no es el mejor momento para una novela de 1.100 páginas, ahí ando envuelta en una tremenda historia que me está apasionando.
Saludos!!
Hola Laura. Supongo que estás en lo cierto cuando dices que los hombres saben, sabemos, lo que supondría para la mujer una violación, y eso lo hace más terrible aún. Dicho esto, no te imaginas las cosas que los hombres no sabemos de las mujeres, solo hay que echar un vistazo al mundo. No puedo estar más de acuerdo contigo, los libros nos llaman… solo hace falta detenerse un momento y escucharlos. Seguro que muchos de carne, hueso y serrín en el cerebro, no podrían ofrecerte a lo largo de su vida lo que te puede dar Vasili Grossman en 1.100 páginas. Cuídate amiga.
EliminarHola. Llego a tu blog desde el de U-topia. Y qué agradable sorpresa. La sensación que has tenido con este libro me es familiar, encontrar un libro en tu estantería que lleva años ahí, he descrito hace no mucho una sensación similar con un libro (La niña del faro). Años ahí y cuando de repente saltó a mis manos fue casi una revelación. Y un desencadenante de historias...
ResponderEliminarSobre el libro que comentas, este tipo de estilo narrativo lo he visto alguna vez y en cuanto te acompasas, es formidable. También es que yo soy dada a ese estilo. Frases cortas y contundentes. A la mandíbula ;)
Con tu permiso, me quedo por aquí, encantada de haber llegado.
Un abrazo
Hola Ana. Gracias por quedarte por aquí, mira lo que pasó con el jardín del Gigante Egoísta cuando los niños dejaron de visitarlo… se instaló un invierno perpetuo, jaja.
EliminarLo dices muy bien Ana, es formidable cuando te acompasas. Si te soy sincero, no sé si soy más dado a un estilo que a otro… yo me uno a Bruce Lee, “Se agua amigo, si pones agua en una taza, se convierte en la taza, si pones agua en una botella, se convierte en la botella” . Igual que le decía a Laura en su blog, fluyo por la corriente sin saber donde acabaré. Cuídate amiga y, como a todos, siéntete libre para venir cuando te apetezca, serás bienvenida.
Es curioso ver que abordas un tema tan espinoso como el de una violación, a partir de un libro desconocido, al menos para mi, Paco. No recuerdo hallar en mi haber ninguno que siquiera lo bordee. Tampoco se si podré encontrarlo. Pero te agradezco que me apuntes uno que parece interesante.
ResponderEliminarA mi me pasa algo parecido a lo que señalas. Cuando salgo a buscar un libro determinado, resulta que aparece otro que tenía pendiente y me dice 'llévame'. Estoy convencido que ellos eligen a sus lectores, y encuentran el momento oportuno de hacerse ver. Después, es nuestra responsabilidad tener la disposición apropiada para darle el tiempo que merece.
Un abrazo grande!
Hola Marcelo. Lo anecdótico entre el libro y yo es que el primero ni siquiera tenía el estatus de lectura pendiente, más aún, ni siquiera estaba postulado como “eterno pendiente”, en cuya categoría se encuentran un buen número de ejemplares desperdigados por mi biblioteca, ( me consta que esto último nos pasa a la mayoría). Así que solo era una crisálida esperando un renacer que nunca llegaba, hasta hace unos días, por fin.
EliminarSi es cierto que su portada siempre me pareció bonita , recordándome a los dibujos que hacía yo de pequeño. El título también me resultó evocador desde que lo tengo, y eso es todo, durante años no llegué a indagar mucho más allá de esto. Su momento era este, no me preguntes por qué, ni idea. Un abrazo amigo.
Me gusta eso de decir...¿y por qué tú eres el libro elegido? A veces simplemente es que están ahí...pero será por algo. Y en estos tiempos que corren, creo que es fundamental buscar en nuestra librería...seguro que hay reencuentros inexplicables...
ResponderEliminarEn fin...me ha gustado mucho lo que cuentas de Rilka...hay muchas mujeres que pasan por algo así y lo viven en el silencio. Leer sobre ello, incluso cuando escuchas relatos sobre esto, te aseguro que entran ganas de salir corriendo. Es una sensación que te persigue largo rato.
Creo que es la mayor atrocidad que se puede cometer sobre la intimidad de una persona...hay muchas más, pero esa creo que es terrible.
Por eso...quizá, y pesar de lo muy bien que nos lo cuentas...y lo maravillosa que debe ser Rilka tratando de adaptase de nuevo al mundo, de momento, se quedará en la recamara.
Saludos y también saludos a tu biblioteca.
Hola María. Encantado de tenerte una vez más por aquí. No puedo estar más de acuerdo contigo en lo de buscar en nuestra biblioteca y que ello nos depare sorpresas inimaginables, además de lo emocionante que supone husmear entre viejos libros que tenías olvidados entre el polvo.
EliminarLeer este o aquel libro significa tener este o aquel estado de ánimo, es decir, lo que te predispone a afrontar cualquier lectura. No es el momento de este título para ti, buscar la coherencia entre el libro y el ánimo, haces muy bien.Un abrazo.
En una de estas noches de ir de blog en blog enlazando lecturas aquí y allá vengo hasta aquí. No sabría decirte por qué me he parado en esta reseña tuya. Quizá por el comienzo de la entrada. Quizá. Hipnóticamente la he ido leyendo hasta el final. Lo del mosquito me ha descolocado... Bueno, me quedo por aquí con tu permiso y sigo curioseando...
ResponderEliminarSaludos,
Jaja Carmen, no me extraña que te "descoloques", yo mismo me descoloco con las cosas que escribo. Muchas veces pongo las palabras según las capturo y ahí tienes el extraño resultado.
ResponderEliminar"En una de estas noches de ir de blog en blog enlazando lecturas (...) "
¿Qué decir de tu comienzo? A mi también me ha cautivado. Encantado por tu visita, quédate el tiempo que te apetezca. Un saludo.