Narraciones de la España
Renacentista.
Introducción, notas y selección de
Felix Herrero Salgado, Doctor en Filología románica y catedrático de Lengua y
Literatura españolas.
Editorial Magisterio Español, S.A.
1969. 197 páginas.
Por estas festividades, y con
puntualidad británica, suele asomarse por la escena literaria el Cuento de
Navidad del gran Charles Dickens, sin menoscabo del magnífico
cuentista inglés, mi ánimo me sitúa por otros derroteros, unos cuentos y textos
diversos, de tiempos aún más lejanos pero cercanos en la geografía, son los que
aparecen en esta interesante recopilación, selecta y no muy extensa, como toda
antología que se precie.
El ejemplar en cuestión se titula “Narraciones
de la España Renacentista”, y la mención de “Narraciones” explica la
variedad de géneros que hallaremos compilados en los siguientes apartados; apogtema
y anécdota, narraciones curiosas, cuento y novela.
Tal y como se ve en estas dos fotografías de la introducción (páginas 13 y
14).
Nos adentramos en el siglo XVI, el
denominado Siglo de Oro español, abarcando los reinados de Carlos V
y después el de su hijo, Felipe II.
El variopinto paisanaje que
desfila por estas páginas tiene, los más, esa disposición andariega, "tipos trashumantes" que diría el escritor
santanderino José María de Pereda (1833-1906).
Tipos Trashumantes, José María de Pereda. Fotos, Paco Castillo.
Condición que yo mismo me atribuyo, en el
sentido de convertir la caminata en toda una experiencia para la observación y
el sentir.
Por aquí deambulan sorprendentes
escritos de autores como el jurista, poeta épico y bohemio Juan Rufo
(1547-1620), que refleja anécdotas en sus correrías por Europa, es decir,
muchos de estos autores nos narran chismes y observaciones de sus periplos
viajeros.
Fotos, Paco Castillo.
Qué decir de Ginés Pérez de
Hita, solicitado maestro zapatero en Murcia (poseía un reputado taller de
zapatería), iletrado, pues no adquirió su cultura (que sí
poseía) formándose en la Universidad, por ello no conviene confundir iletrado
con analfabeto, son dos conceptos distintos, aunque Pérez de Hita estaba
falto de estudios humanistas en la Universidad, propios de la época, era un voraz lector, por
ejemplo conocía en profundidad Orlando Furioso de Ludovico Ariosto,
su impronta en el Siglo de Oro, sin ser tan relevante como la de otros autores,
tiene su importancia como representante formado en la cultura popular, al
margen de los majestuosos claustros universitarios que acogieron a otros
coetáneos.
O Juan de Timoneda,
zurrador de pieles en Valencia antes que especializarse como librero, lo que a
la postre le haría literato, adaptó al teatro piezas de clásicos como Plauto,
que estrenaba con éxito en las plazas valencianas, y su gran obra, “El
Patrañuelo”, conjunto de piezas (patrañas, según refería él) inspiradas en
los escritos de Bocaccio, Ludovico Ariosto, etc.
Como curiosidad, en Valencia (lo
mismo que en otras ciudades, en Madrid la hay) existe la calle “Zurradores”,
en donde se encontraba el gremio de curtidores, seguramente lugar de
reunión para nuestro amigo Timoneda.
Calle en Valencia. Foto:http://callesyplazasdevalencia.blogspot.com/2016/04/calle-zurradores_12.html
Autores como Juan de Timoneda y
otros no me son extraños, me acompañan hace años en la Colección Clásicos
Españoles, amén de otros ejemplares de la Colección Clásicos Castellanos.
Tengo muy claro que de hacer un expurgo en mi biblioteca, sería prescindible mucha literatura
actual antes que deshacerme de estos libros.
Fotos, Paco Castillo.
A parte de los citados,
son varios los autores que aparecen en esta antología, igualmente interesantes.
Retratan personajes cotidianos de
vida bohemia y licenciosa, estudiantes que se fraguan en la filosofía
tabernaria, aunque todos cortados por el mismo patrón; fervorosos humanistas,
en su mayoría acólitos de Erasmo de Rotterdam.
Hablando de Erasmo de Rotterdam, ya aparecerá por aquí una maravillosa biografía escrita, nada menos, que por Zweig, ¿os imagináis el fruto de esta unión? Impresionante.
Foto, Paco Castillo.
Sigo. Tenemos cortesanos y servidumbre
de condes o duques, los propios nobles, una muy nutrida representación del
Clero, entre frailes, monaguillos u obispos, militares y oficiales patrios
llegados de las campañas de Flandes, Italia, etc.
Pero también, dos breves aunque
jugosos capítulos del “Lazarillo de Tormes”.
Así mismo resulta muy atractivo un fragmento de “El
Crótalon” escrito por el enigmático Cristóbal de Villalón, cuya
senda vital es algo brumosa, los historiadores no tienen muy claro ciertos
datos biográficos sobre él, más allá de haber sido bachiller en Alcalá de
Henares, estudiante en la Universidad de Salamanca, un entusiasta
eramista (seguidor de Erasmo de Rotterdam) y algunas cosas más.
Un apunte, durante un tiempo sonó como el autor original del Lazarillo de
Tormes, pero no existen pruebas determinantes; vamos, todo un misterio el
tal Cristóbal de Villalón.
Hay una descripción en el
libro (Narraciones de la España Renacentista) sobre la novela picaresca, cuando introduce al Lazarillo que me entusiasma:
“Literatura del asco y filosofía
del hambre”
Ahí queda eso.
Cierran el libro las fascinantes
andanzas de los cronistas y expedicionarios de las Indias, tales como Núñez
de Vaca, Garcilaso de la Vega, Hernán Cortés y Francés Zúñiga.
Para ir acabando, me gustó esa
naturaleza caminante de muchos textos. Se dice que Cristóbal de Villalón era de
estilo lucianista, por Luciano de Samosata, de hecho El Crótalon está inspirado ( o directamente imita) en uno de los famosos Diálogos de Luciano Samosata, en concreto El sueño
o el Gallo.
Arriba El Crótalon, aquí con Luciano y sus Diálogos.
El gallo, ave que parece ir de salto en salto por la literatura de los
tiempos; tal vez Ferlosio se cansara del parlanchín animal y lo
redujese a veleta en Alfanhui, aunque tampoco es que se estuviera muy
quieto:
“El gallo de la veleta, recortado
en una chapa de hierro que se cantea al viento sin moverse y que tiene un ojo
solo que se ve por las dos partes, pero es un solo ojo, se bajó una noche de la
casa y se fue a las piedras a cazar lagartos. Hacía luna, y a picotazos de
hierro los mataba.”
Con el Alfanhui de Ferlosio, qué magnífica lectura, Foto, Paco Castillo.
Todo este espíritu caminante
retorna al útero con Luciano de Samosata, oriundo de Siria (nacido en la
antigua ciudad de Samosata), griego de adopción y ateniense de carácter,
pocas simpatías por Roma y los romanos, sofista de profesión,
cuando ser sofista era una profesión, y viajero que vendía sus discursos, como
orador profesional, en las plazas de Italia, Grecia y después la Galia:
(…) aunque solo una minoría
entendiera sus charlas, a todos encantaba por la gracia de sus ademanes, por la
elegancia de sus gestos y por la melodía de sus palabras.”
Diálogos, de Luciano y El Crótalon (C. de Villalón). Foto, Paco Castillo.
De literatura caminante hemos
hablado, o escrito. Y así concluimos este 2019.
Ha sido un viaje entretenido...
Felices Fiestas y buena entrada de
año, amigos.
Con los ejemplares que nos reseñas ya se puede uno ir formando una nutrida biblioteca.
ResponderEliminarDe los apuntados hay alguno que no he leído.
Los tengo ya en acotación. O de segunda mano o a la Biblio, que están bien surtidas.
Gracias y buen año
Salut
Eso pienso yo, Miquel. Suponía que tú conocerías a más de uno y de dos autores que presento por aquí, librerías de viejo y bibliotecas, hay tenemos la solución, claro que sí ;)
EliminarGracias a ti, amigo. Bueno año y salut!
Querido Paco, me paso por tu casa para desearte lo mejor para ti y para la gente que amas. Últimamente dispongo de poco tiempo, me paso por tu blog y algunos pocos más pero no comento (sé que quedo muy mal sobre todo con personas como tú con quien hemos mantenido bonitos intercambios alrededor de los libros, me disculpo).
ResponderEliminarTu entrada y tus fotos son una maravilla, así como tus amplios, y envidiables, conocimientos literarios.
Un inmenso abrazo.
Hola estimada Laura ;) ¡qué alegría tu presencia por aquí!
EliminarSé que a penas tienes tiempo, y no tienes que disculparte, puesto que no tengo nada que reprocharte, huelga decir que siempre leo tus entradas, de hecho estás en mi lista de blogs amigos, y tampoco me detengo a comentar, así que yo también tendría que disculparme por mi anonimato, bueno, a veces se dan estas circunstancias, no hay que dar mayor importancia, al final siento tu cercanía, y no dejo de leerte, siempre me interesa lo que traes y como lo cuentas, querida Laura.
No estoy seguro de la amplitud de mis conocimientos literarios, pienso que en eso tú me superas con creces, ocurre que no leo muchos libros al año... 25, o tal vez 30 libros, precisamente por eso soy muy selecto con mis elecciones, voy muy a lo mío, y procuro leer aquello que me suscite una gran curiosidad, esa discreta cantidad me permite que las lecturas se asienten muy bien en mi cabeza, eso sí es verdad. Las fotos... esas no pueden faltar en mi blog.
Un enorme abrazo para ti, amiga Laura, sabes que mi puerta siempre la tienes abierta, tómate la libertad de comentar cuando desees, faltaría más :) seguimos en el camino.
Tampoco creas que leo gran cantidad de libros (sí lo comparo con las cifras que dan algunas persona por aquí). Tampoco eso me parece relevante, como bien dices el quid está en que sean lecturas bien asimiladas.
EliminarUn abrazo.
Extraordinaria entrada, como siempre.
ResponderEliminarDe chaval tuve acceso a un librito de la Editorial Ebro con la poesía de Garcilaso. Desde aquel entonces soy un amante fiel y entusiasta del Renacimiento y todo lo que conlleva en el aspecto literario y cultural.
Acertados versos los de Alberti:
"Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero;
que buen caballero era...
Un abrazo
También me esperaba tu buena acogida con esta entrada y suponía tu agrado con este periodo y su literatura. Tengo libros de Garcilaso, para mi es un deleite su lectura.
EliminarMagnífica esa conclusión con el poema de Alberti, muchas gracias, amigo Luis Antonio.
Un fuerte abrazo, espero que tengas un año mejor que el que dejamos.
¡Querido Paco!! ¡Cuantas cosas aprendo leyéndote y que curradas están tus entradas. Me han parecido curiosas muchas cosas de las que cuentas (aunque ya sabes que no es un tipo de libro que me anime a leer) como la autoría otorgada durante un tiempo del Lazarillo a Cristóbal de Villalón. Seguro que es interesante la mezcolanza entre Zweig y Erasmo. Me ha hecho gracia la foto donde hay una bota tirada en el barro, jeje
ResponderEliminarBesos y ¡Feliz 2020!!
Gracias, Marian, pues la verdad es que todos aprendemos mutuamente, es lo gratificante de los blogs, y es cierto que me gusta dejar una entrada más o menos pulida, aunque las fotos me dan mucho curro, hay que editarlas el tamaño, copiarlas a otra carpeta, de ahí al blog, etc, pero sarna con gusto no pica, dice el refrán.
EliminarSé que no es el tipo de lectura que te atrae, bueno, está bien que cada uno mantenga sus diferencias lectoras, así es todo más estimulante ;)
Jaja, esa bota lleva allí ni se sabe.
Beso y Feliz 2020, Marian!!!
Es clara tu alusión a El viaje entretenido de Agustin de Rojas que resume magistralmente los distintos tipos de agrupaciones teatrales.
ResponderEliminarEl bululú es un representante solo, que camina a pie y pasa su camino, y entra en el pueblo, habla al cura y dícele que sabe una comedia y alguna loa: que junte al barbero y sacristán y se la dirá porque le den alguna cosa para pasar adelante. Júntanse éstos y él súbese sobre un arca y va diciendo: «agora sale la dama» y dice esto y esto; y va representando, y el cura pidiendo limosna en un sombrero, y junta cuatro o cinco cuartos, algún pedazo de pan y escudilla de caldo que le da el cura, y con esto sigue su estrella y prosigue su camino hasta que halla remedio.
Ñaque es dos hombres (...); éstos hacen un entremés, algún poco de un auto, dicen unas octavas, dos o tres loas, llevan una barba de zamarro, tocan el tamborino y cobran a ochavo y en esotros reinos a dinerillo (que es lo que hacíamos yo y Ríos); viven contentos, duermen vestidos, caminan desnudos, comen hambrientos y espúlganse el verano entre los trigos y en el invierno no sienten con el frío los piojos.
Gangarilla es compañía más gruesa; ya van aquí tres o cuatro hombres, uno que sabe tocar una locura; llevan un muchacho que hace la dama, hacen el auto de La oveja perdida, tienen barba y cabellera, buscan saya y toca prestada (y algunas veces se olvidan de volverla), hacen dos entremeses de bobo, cobran a cuarto, pedazo de pan, huevo y sardina y todo género de zarandaja (que se echa en una talega); éstos comen asado, duermen en el suelo, beben su trago de vino, caminan a menudo, representan en cualquier cortijo y traen siempre los brazos cruzados.
RÍOS.- ¿Por qué razón?
SOLANO.- Porque jamás cae capa sobre sus hombros.
Cambaleo es una mujer que canta y cinco hombres que lloran; éstos traen una comedia, dos autos, tres o cuatro entremeses, un lío de ropa que le puede llevar una araña; llevan a ratos a la mujer a cuestas y otras en silla de manos; representan en los cortijos por hogaza de pan, racimo de uvas y olla de berzas; cobran en los pueblos a seis maravedís, pedazo de longaniza, cerro de lino y todo lo demás que viene aventurero (sin que se deseche ripio); están en los lugares cuatro o seis días, alquilan para la mujer una cama y el que tiene amistad con la huéspeda dale un costal de paja, una manta y duerme en la cocina, y en el invierno el pajar es su habitación eterna. Éstos, a mediodía, comen su olla de vaca y cada uno seis escudillas de caldo; siéntanse todos a una mesa y otras veces sobre la cama. Reparte la mujer la comida, dales el pan por tasa, el vino aguado y por medida, y cada uno se limpia donde halla: porque entre todos tienen una servilleta o los manteles están tan desviados que no alcanzan a la mesa con diez dedos.
Compañía de garnacha son cinco o seis hombres, una mujer que hace la dama primera y un muchacho la segunda; llevan un arca con dos sayos, una ropa, tres pellicos, barbas y cabelleras y algún vestido de la mujer, de tiritaña. Éstos llevan cuatro comedias, tres autos y otros tantos entremeses; el arca en un pollino, la mujer a las ancas gruñendo, y todos los compañeros detrás arreando. Están ocho días en un pueblo, duermen en una cama cuatro, comen olla de vaca y carnero, y algunas noches su menudo muy bien aderezado. Tienen el vino por adarmes, la carne por onzas, el pan por libras y la hambre por arrobas. Hacen particulares a gallina asada, liebre cocida, cuatro reales en la bolsa, dos azumbres de vino en casa y a doce reales una fiesta con otra.
ResponderEliminarEn la bojiganga, van dos mujeres y un muchacho, seis o siete compañeros, y aun suelen ganar muy buenos disgustos, porque nunca falta un hombre necio, un bravo, un mal sufrido, un porfiado, un tierno, un celoso ni un enamorado: y habiendo cualquiera de éstos, no pueden andar seguros, vivir contentos, ni aun tener muchos ducados. Éstos traen seis comedias, tres o cuatro autos, cinco entremeses, dos arcas, una con hato de la comedia y otra de las mujeres. Alquilan cuatro jumentos, uno para las arcas y dos para las hembras, y otro para remudar los compañeros a cuarto de legua (conforme hiciere cada uno la figura y fuere de provecho en la chacota). Suelen traer, entre siete, dos capas, y con éstas van entrando de dos en dos, como frailes. Y sucede muchas veces, llevándosela el mozo, dejarlos a todos en cuerpo. Éstos comen bien, duermen todos en cuatro camas, representan de noche, y las fiestas de día, cenan las más veces ensalada, porque como acaban tarde la comedia, hallan siempre la cena fría. Son grandes hombres de dormir de camino debajo de las chimeneas, por si acaso están entapizadas de morcillas, solomos y longanizas, gozar de ellas con los ojos, tocarlas con las manos y convidar a los amigos, ciñéndose las longanizas al cuerpo, las morcillas al muslo y los solomos, pies de puerco, gallinas y otras menudencias en unos hoyos en los corrales o caballerizas; y si es en ventas en el campo (que es lo más seguro), poniendo su seña para conocer dónde queda enterrado el tal difunto. Este género de bojiganga es peligrosa, porque hay entre ellos más mudanzas que en la luna y más peligros que en frontera (y esto es si no tienen cabeza que los rija).
Farándula es víspera de compañía; traen tres mujeres, ocho y diez comedias, dos arcas de hato; caminan en mulos de arrieros y otras veces en carros, entran en buenos pueblos, comen apartados, tienen buenos vestidos, hacen fiestas de Corpus a doscientos ducados, viven contentos (digo los que no son enamorados). Traen unos plumas en los sombreros, otros veletas en los cascos, y otros en los pies, el mesón de Cristo con todos. Hay Laumedones de «ojos, decídselo vos», que se enamoran por debajo de las faldas de los sombreros, haciendo señas con las manos y visajes con los rostros, torciéndose los mostachos, dando la mano en el aprieto, la capa en el camino, el regalo en el pueblo, y sin hablar palabra en todo el año.
En las compañías hay todo género de gusarapas y baratijas: entrevan cualquiera costura, saben de mucha cortesía; hay gente muy discreta, hombres muy estimados, personas bien nacidas y aun mujeres muy honradas (que donde hay mucho, es fuerza que haya de todo), traen cincuenta comedias, trescientas arrobas de hato, diez y seis personas que representan, treinta que comen, uno que cobra y Dios sabe el que hurta. Unos piden mulas, otros coches, otros literas, otros palafrenes, y ningunos hay que se contenten con carros, porque dicen que tienen malos estómagos. Sobre esto suele haber muchos disgustos. Son sus trabajos excesivos, por ser los estudios tantos, los ensayos tan continuos y los gustos tan diversos, aunque de esto Ríos y Ramírez saben harto, y así es mejor dejarlo en silencio, que a fe que pudiera decir mucho.
RÍOS.- Digo que me habéis espantado.
En todo caso, esta antología es interesantísima y me ha recordado mis tiempos de estudiante de Filología Hispánica. Todos los autores son viejos conocidos míos y dan fe de la riqueza de la narrativa española del siglo de Oro, aunque en muchos sentidos eran seguidora de la italiana, creadora del término novella. Me ha sorprendido que solo hicieras un guiño al libro de Agustín de Rojas que me marcó en mis tiempos de aficionado al teatro en la Barcelona de los años ochenta. ¡Qué vida más azarosa la de los comediantes de aquel tiempo, y qué pasión por la farándula!
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Impresionante aportación la que nos dejas, Joselu, como gran conocedor de nuestra literatura, con tantos años de profesor como te avalan en este campo, y te agradezco mucho la aportación, pues también me regalas conocimientos que no tenía.
EliminarHay registros del castellano antiguo que me encantan, y dan a la narración una vivacidad o locuacidad que en gran medida se ha ido quedando por el camino, de ahí el leer estos textos por otra razón fundamental como es el mero placer estético de la prosa, la trataban con una gracia e ingenio delicioso.
Pues tienes razón, debería de haber concedido algunas líneas a Agustín de Rojas, bien que lo merece, la semblanza que encabeza su capítulo ya me sedujo sobremanera, pero siempre tengo alguno de estos lapsus.
El siglo de Oro fue una ruptura con la literatura anterior, depuró elementos y añadió otros, empezando por la mentalidad de estos nuevos creadores, la literatura actual se ha levantado, sin que la mayoría de lectores seamos conscientes, excepto expertos como tú, con los cimientos que pusieron aquellos autores.
Te dejo con el inicio de este capítulo de Viaje Entretenido:
"Ríos: No se puede hacer a la par comer y rascar; caminar a pie y cargado es negocio muy enfadoso. Dímoslas a un muchacho, perdióse en un pueblo, y quedámonos hechos gentiles hombres del camino."
Un abrazo, Joselu, te deseo un buen año, 2020!
No recuerdo la edad que tenía cuando un tío mío me regaló "Canción de Navidad" (así se titulaba mi ejemplar) de Dickens. Era muy pequeña, en todo caso, para el libro en cuestión. Intenté leerlo y me fue imposible. Cuando más mayor leí a Dickens y me entusiasmó, fui incapaz de leer ese libro aunque volví a intentarlo, ya ganada por el autor. Supe que las cosas tienen que llegar en su momento y nunca antes.
ResponderEliminarEl libro que mencionas no es de lo que más me atrae, pero lo que sí me atrae es esa biografía de Zweig sobre Erasmo de Rotterdam. El autor austriaco me encanta y esa no la conocía.
Un beso y feliz año nuevo.
Entiendo muy bien tu pasión lectora, siempre has estado rodeada de magníficos libros, en una época donde, excepto jugar en la calle y poco más, los libros eran una puerta abierta hacia otro tipo de aventura, una propuesta que un niño o niña curiosa rara vez ignoraba, pues de lo contrario uno se quedaba en casa mirando al techo op por la ventana, pero ahí estaban los libros salvadores, así lo viví yo también.
EliminarImaginaba, por lo que ya te conozco, que no te atraería mucho el libro, es natural que cada uno tenga sus apetencias lectoras, en cambio te gusta la biografía de Zweig sobre E. de Rotterdam, lo que me agrada, sabiendo que eres una lectora con excelente criterio.
Un beso y feliz año nuevo, Rosa!!
No ha estado mal el viaje. Menuda antología nos traes. Aprovecho para desearte un feliz fin de año y un 2020 cuando menos plagado de buenos paseos y buenas lecturas.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Paco.
Gracias, Lorena.
ResponderEliminarEn vuestra compañía ha sido un gran viaje, desde luego.
Feliz 2020!!
Feliz año y que este 2020 nos venga cargadito de buenas vibraciones y consigamos hacer realidad todas nuestras utopías, una a una.
ResponderEliminarBesines utópicos, Irma.-
Muchas gracias, Irma, mis mejores deseos para ti también. Bienvenida y feliz 2020!
EliminarJoselu ya ha puesto el punto erudito, yo solo un poco de asombro por esa cultura añeja. Un gran tesoro nuestros clásicos, no solo por el lenguaje sino por su espíritu humanista a reivindicar. Picaré en ese "presunto" autor del Lazarillo, seguro que aún siendo literatura del hambre saco tuétano.
ResponderEliminarAprovecho para felicitarte el año, nos seguimos leyendo.
Un abrazo.
Mucho tuétano se puede sacar de estos autores, eso sin duda. Además es un periodo fascinante en nuestras letras, su repercusión aún es visible en la litetatura actual, con eso lo decimos todo.
ResponderEliminarClaro que sí, nos seguimos leyendo, Gerardo.
Un abrazo.
Tengo un libro que se llama"introducción a la Literatura Española a través de los textos" de Barroso, Berlanga y Toboso entre otros, y le suelo dar un vistazo de vez en cuando y me ha hecho comprar "el Señor de Bembibre" y "La gaviota", pero no suelen ser de mi agrado esos textos, algo así como los introducciones o prólogos( y ni te cuento los comentarios de venta en la contraportada...) no suelo leerlos nunca. No suelo querer que me cuenten lo que hay y cómo es´, no entiendo así la literatura... Sé que no es lo mismo, pero no suelo hacerlo.
ResponderEliminarfeliz año Paco
cuídate tú y tu familia
Intuía tu parecer. Simplemente es un camino que no te apetece transitar, nada que alegarte,ya caminas por otras sendas sumamente interesantes, amigo Wineruda.
EliminarUn fuerte abrazo y gracias ;)
Cuídate!
Un paseo al que no estoy acostumbrado me has forzado a hacer con todos estos textos, Paco. En verdad, son muy pocos los títulos que alguna vez visité; te diría que la mayoría de ellos en el ámbito de la escuela secundaria. Y no creo que se pueda encontrar existencia de ellos, salvo en bibliotecas.
ResponderEliminarGracias por recordarnos la existencia de todas estas letras que, como buen Rescatador, nos pones frente a la vista tras años de olvido.
Un fuerte abrazo, campeón!