Lluvia (1994). Kirsty Gunn (Nueva Zelanda,
1960).
Muchnik Editores, 1997. Traducción
de Nora Muchnik. 128 páginas.
Tormenta
a finales de septiembre. Foto, Paco Castillo
Hay que ser un espía de John Le
Carré, como el curtido George Smiley, para recabar alguna pista de Kirsty
Gunn por las redes ibéricas. Es poco lo que se averigua de esta excelente
escritora neozelandesa, pero residente en Escocia desde hace tiempo.
Tiene algunos títulos publicados
en España, el primero fue Lluvia, editado por la siempre interesante y ya extinta Muchnik Editores (reconvertida hoy en El Aleph Editores, adquirida por Planeta), obra que supuso su estreno novelístico allá
por 1994, obteniendo una entusiasta acogida entre lectores y críticos del ámbito anglosajón, y no escapó al olfato de sabueso del editor Mario Muchnik.
Kirsty Gunn, https://networthroll.com/
Con ella ganó el London Arts
Board Literature Award en aquel año. No es el único reconocimiento.
Con la novela The boy and the
sea, creo que no ha llegado aquí, también obtuvo el galardón al Libro
del Año 2007 del Sundial Scottish Arts Council, Escocia.
Y el último en caer fue por otra
novela, The Big Music, agraciada con el Libro del Año en los New
Zealand Post Book Awards 2013. Una historia que se adentra en el corazón de
la gaita escocesa y su evocación del paisaje, las Highlands.
Inminente tormenta septembrina, foto de Paco Castillo, 2019
Un lánguido desasosiego ha sido la
sensación predominante mientras leía sus apenas 128 páginas.
Lo de lánguido desasosiego es por
la tenue cadencia narrativa que imprime Kirsty Gunn, haciendo que la historia no suscite reacciones contundentes, que sí profundas, en el lector, hay
pocas acciones vertiginosas, predomina lo descriptivo; todo adquiere ese sereno
fluir de las ondas en la quietud del lago, el mismo que sirve de refugio a dos
hermanos que iremos conociendo en el transcurso del libro, avanzando bajo la
sensación de una calma tensa…
El escenario tiene lugar en una
casa veraniega que Ed y Kate, los progenitores del pequeño Jim,
apenas cinco años, y su hermana, la casi adolescente Janey, principal
protagonista con sus doce años y voz narradora, poseen en algún enclave del
bellísimo litoral neozelandés.
Es un bonito vecindario
residencial ubicado en una bahía, junto al lago como inmejorable atractivo para
los moradores de esta zona. La mayoría son urbanitas que, como la familia de Janey
y Jim, tienen el privilegio de contar con una residencia estival lejos del
mundanal ruido.
El marco temporal abarca uno de
esos veranos con días inacabables y destellos plateados.
El lago es un elemento vertebrador en la narración,
a medida que discurre la novela, Kirsty Gunn va confiriendo al lago una
gran carga simbólica. El lago como algo real y, a la par, metáfora de todas las
sensaciones y emociones que afligen o calman el alma de Janey.
Con estos precedentes podemos
pensar que la vida de Janey es envidiable… nada más lejos.
La prioridad que tienen Ed y
Kate en su retiro vacacional consiste en hacer una fiesta tras otra en la
residencia, al son de la música y entre los efluvios de los cigarrillos, el
whisky, la ginebra y las barbacoas.
Dentro de ese cóctel se agita la
existencia del padre y, sobre todo, la madre. Ella es una mujer bastante
atractiva, como así mismo lo piensa su hija, Janey, en cierto modo
fascinada con la imagen seductora de su madre. La máxima ambición vacacional de
kate es tumbarse en el jardín y disponer de un whisky al alcance de la
mano.
Ed y kate constituyen un
matrimonio que se sostiene con dificultad, aunque no se plantean un divorcio
inminente, todavía se toleran, y no sería exacto tildarles de alcohólicos
desahuciados o recalcitrantes, aunque beban en exceso y esto repercuta en la
dedicación a los hijos.
Son gente educada, incluso amable
con sus críos, nada de modos bruscos. Se llevan bien con los vecinos, a quienes
agasajan con fiestas que empiezan en las primeras horas de la tarde y acaban al
amanecer, un día sí y otro también.
Una existencia que puede resumirse
en Il dolce far niente, el placer de no hacer nada, que dicen los
italianos, y más allá de sucumbir a la bacanal festiva, literalmente es así… no
hacer nada.
Ni siquiera asumir la
responsabilidad de atender y preocuparse de los niños, ya que Ed y Kate
suelen dormir la mona hasta bien entrado el mediodía, y cuando despiertan están
para pocas dedicaciones familiares. A lo sumo pueden ver a los chicos y darles
un abrazo, un beso… ¿Qué tal va eso chicos?, ¿habéis desayunado algo? Janey, cariño, creo que en la nevera
había… no sé, mira a ver.
Se desinhiben de tal modo de sus obligaciones
con los niños, que éstos suelen pasar la jornada totalmente solos, y llenan su
tiempo curioseando por las inmediaciones del lago, en sus rincones favoritos.
Janey se desvive por Jim,
procura cuidarle en todo momento, y lo hace de buen grado y con cariño, pues
adora al pequeño, parece volcar en su hermanito el instinto maternal que no les
prodiga su madre.
Y Jim, a sus cinco años,
busca en los brazos de su hermana la figura materna y la seguridad que no halla
en sus progenitores. Si bien, cuando la madre le reclama para acariciarle el
cabello y hacerle carantoñas, se deja querer, es demasiado pequeño aún para
renunciar a los mimos. Janey no rehuye estos ramalazos de afecto, pero
su actitud es fría, claro está.
Arriba, en su cuarto, nuestra
madre se movió en sueños. (…)
No te preocupes, Jimmy- dije. –Todo
está bien.
Era ya por la mañana pero aún
pasarían horas antes de de que ella se levantara. Las cortinas estaban
corridas, la oscuridad a su alrededor era total. Las tazas de café de nuestro
padre, colocadas junto a ella, solo formaban nata y se enfriaban sin ser
bebidas. Seguiría durmiendo.
De ahora en adelante debemos
cuidar de nosotros mismos. Dije a mi hermano. –Hacer picnics, preparar
sándwiches. Dime tú qué necesitas… (..)
-¿Quieres un vaso de naranjada,
amorcito? ¿Un pastel?
Por la noche yo preparaba su cena,
lavaba su ropa, desenredaba los nudos de su cabello y le metía un jersey por la
cabeza cuando temblaba. Llevaba chocolate en los bolsillos para sobornarlo.
-Es hora de dormir. (…) termina tu
almuerzo (…)
-No lo soporto- me dijo una vez mi
madre.
-Me haces sentirme tan vieja…
Kirsty Gunn ha confesado más de una vez que le
atrae reflejar el núcleo familiar como un ente conflictivo, sobre todo el
impacto que muchos desequilibrios familiares tiene en los hijos. Esto es lo que
nos irá descubriendo la hija, Janey. Ella nos sumergirá en aquel verano
familiar…
Janey y Jim mitigan el desamparo
que sufren con la presencia, a veces idílica, a veces violenta, del lago, en
sus ensenadas y escondrijos que tan bien conocen.
Kirsty Gunn hace del lago un trasunto de Janey
y Jim, convirtiéndolo en una visión relajante para después mostrarlo turbador…
la claridad lacustre en los días soleados da paso a la oscuridad del agua
turbia. Esa es la infancia que recrea Kirsty Gunn, pequeños destellos
soleados que acaban anegándose en las turbulencias fangosas. El balance final es
una infancia despojada de cimientos, oscura.
La psicología de los personajes
aflora con una exquisita sensibilidad y lirismo, la autora muestra su
talento en estas lides, igual sucede con del entorno natural. Sus palabras
irradian sensualidad, resultando una prosa seductora y coqueteando con ese juego
de insinuar sin mostrar.
Una novela en donde la complejidad
y lo sencillo se mezclan sin solución de continuidad, porque así es la vida. Kirsty
Gunn tiene el suficiente dominio narrativo para no recurrir a los clichés
que podrían pulular en una historia como esta.
También me ha parecido una
escritura de trazo impresionista en su manera de captar la belleza, los silencios, lo efímero,
lo sutil del instante. Entrelaza los tonos luminosos y poéticos de un paraje
natural con los pensamientos más profundos de Janey, creando una
conjunción de claroscuros poderosa. Lo del trazo impresionista lo apuntaba
por pasajes así:
(…) la nieve que seguía
derritiéndose al bajar de las montañas regaba los canales azules hasta
oscurecerlos de frío.
(…) Fue una extraña corriente de
agua dulce la que se deslizó sobre la playa y formó el río. (…)
Al acercarte más veías que oscura
era el agua, cuán complicada por sombras de la vegetación saliente, como sus
jades interiores estaban moteados de oro.
Atrapadas debajo de su superficie,
madejas de pálida hierba rubia iban lavándose interminablemente río abajo.
Había tanto silencio que podías oír el agua lamiendo las riberas; tanto
silencio que podías oír como se formaban y se rompían burbujas de aire, el aire
empapado que trataba de respirar.
Un fragmento que me ha trasladado
a los grandes genios descriptivos, los autores japoneses; resuenan en mi cabeza
ecos de kawabata y Mishima. Especialmente me recuerda al último, por esa estela
melancólica cuya pesadumbre se va haciendo cada vez más honda.
Una historia que, desde inusuales
perspectivas, me ha dado mucho que pensar sobre la familia; vivimos inmersos en
su realidad, y eso nos dificulta reparar en lo frágil y extraño que puede
resultar este núcleo, esa madeja de afectos y desafectos. Hay que alejarse de la montaña para apreciarla en toda su magnitud... valga el símil.
Kirsty Gunn no ha tenido ninguna pretensión de erigirse en juez mostrando la situación, ni los progenitores son los condenados ni Janey la víctima inocente, todos tienen luces y sombras, ya he señalado que no cae en arquetipos, simplemente refleja la vida, con toda su complejidad y sencillez, como indiqué. El lector que saque sus conclusiones.
Kirsty Gunn no ha tenido ninguna pretensión de erigirse en juez mostrando la situación, ni los progenitores son los condenados ni Janey la víctima inocente, todos tienen luces y sombras, ya he señalado que no cae en arquetipos, simplemente refleja la vida, con toda su complejidad y sencillez, como indiqué. El lector que saque sus conclusiones.
Es verdad que los temas en
literatura son recurrentes, por eso ha de encontrarse un lenguaje propio para
contarlos. Es ahí donde se marca la diferencia, cuando unos autores se quedan
rezagados y otros, como Kirsty Gunn, ponen tierra de por medio.
Pues a tener en cuenta.
ResponderEliminarGracias.
Salut
El estilo que tiene sobre el tema que trata lo hacen más que interesante.
EliminarGracias, Miquel.
Salut!
No me extraña que leyendo mi reseña de "Goodbye, Berlín" hayas pensado en esta novela. Yo leía tu reseña y no podía dejar de pensar en la novela alemana.
ResponderEliminarme encanta lo que nos cuentas de esta novela. ya sabes que los temas familiares me atrapan sin remedio. Mientras leía tu reseña pensaba en otra novela, "La bofetada", ambientada en Australia y que comienza con una barbacoa. Aunque nada tienen que ver. En esta que te digo, el problema es el contrario, la excesiva preocupación por los niños que terminan siendo unos tiranos en su casa (aunque eso es simplificar mucho una historia bastante compleja). El autor, Christos Tsiolkas, es australiano de origen griego.
Apunto "Lluvia" y pasará por delante de muchas otras novelas de mi lista.
Un beso.
Pasará por delante si consigo encontrarlo, porque, como dices, ni George Smiley sería capaz de dar con él. ¡¡mamma mia!!
EliminarLo tienes en Iberlibro.
EliminarLuego te comentaré con más extensión, Rosa.
Hola de nuevo, Rosa.
EliminarJeje, ahora entiendes ese paralelismo que establecía entre la novela que comentabas, Goodbye Berlín, y la que había leído yo, Luvia, como ves hay varias similitudes.
Kirsty Gunn es una escritora que trabaja muy bien la psicología de los personajes, pero además lo hace con una prosa muy original, sensitiva, como ya has visto en los fragmentos de mi entrada.
No conocía el libro que mencionas ni al tal Christos Tsiolkas, esos intercambios de autores y novelas son un gran atractivo de los blogs, gracias.
Espero que puedas encontrarlo, a pesar de la dificultad.
Un beso.
Las relaciones familiares y el conflicto padres-hijos da para mucho en la literatura y no solo en la literatura. Es un tema sobre el que no me canso de leer. Además parece que la autora merece ser tenida en cuenta: su sutileza, su lenguaje, ese lago metáfora de los hermanos, el contar el día a día en el que pareciera no ocurrir nada pero en el que lo que transcurre es la vida...
ResponderEliminarEstá el mercado de segunda mano, como le comentas a Rosa. También he mirado en el catálogo de la biblio. No lo tienen en ninguna de mi ciudad aunque sí he encontrado un libro de relatos de la autora. Sí lo tienen en cambio en alguna de Asturias, así que siempre me queda el préstamo interbibliotecario.
Una autora cuya existencia desconocía. Gracias por el descubrimiento.
Un abrazo
Así es, Lorena, como ya digo son temas recurrentes, lo son porque son aspectos inherentes a los humanos; la familia, y a partir de ahí todo lo conflictivo que tiene, pero la habilidad del escritor, o escritora en este caso, es encontrar "su lenguaje" para reflejarlo, y el de Kirsty Gunn es un estilo narrativo muy seductor, original, evocador.
EliminarLos grandes escritores siempre están atentos a lo cotidiano, es la mayor inspiración.
La verdad es que resulta algo complicado dar con libros de Kirsty Gunn, pero alguno hay, eso seguro.
Gracias a ti, también gran descubridora ;)
Un abrazo.
Siempre he creído que la literatura contiene al 50 pot ciento fondo y forma; la literatura no deja de ser la expresión de la palabra; eso sí, cada uno lee buscando lo que necesita, sabe o quiere, pero no cambio ninguna de esas frases que has puesto,(me aferro a ellas).
ResponderEliminar(…) la nieve que seguía derritiéndose al bajar de las montañas regaba los canales azules hasta oscurecerlos de frío.
(…) Fue una extraña corriente de agua dulce la que se deslizó sobre la playa y formó el río. (…)
por la obras completas de P. REverte. incluso las del futuro.
gracias
cuídate
Ya hemos compartido más de una vez impresiones sobre la importancia de la forma, y me agrada saber que confluimos en la importancia que tiene, se le da una importancia excesiva a la trama, la historia, en detrimento del lenguaje, y ha de haber un equilibrio, como bien indicas, Wineruda.
EliminarPues sí, son párrafos magníficos, no sé si le gustarían a P. Reverte...
Gracias a ti, cuídate!
Me has seducido con tu ensayo sobre el núcleo que constituye la familia y en el que se dan todos los conflictos que nos acompañarán. La literatura, la verdadera, no establece nunca una verdad inequívoca, deja al lector los resortes suficientes para que pueda ver, considerar y juzgar sin ser nunca conducido a una interpretación. En esa delicadeza reside la esencia literaria. ¡Cómo me gustaría ser capaz de trenzar algo parecido aun siendo una novela de 128 páginas!
ResponderEliminar¡Qué maravilla de novela o de evocación de la misma sin destriparla!
Totalmente de acuerdo, la literatura ha de tener más incertidumbres que certezas, o al menos a mí me resulta más estimulante así, y tiene que implicar al lector dejando que él complete parte del significado o del sentido que posee la obra.
EliminarDiremos que es una pequeña-gran novela, escrita de manera elegante y seductora.
Gracias por tus interesantes matices, Joselu.
Abrazo!
Función estética a través de las palabras y cultural (valores universales)...que no es poco.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco
Buena interpretación, amigo Luis Antonio.
EliminarUn abrazo;)
Uff, Paco, leo tu reseña y me sucede lo mismo que te comenta Rosa que este título pasa poor delante de otros muchos que tengo en mi lista interminable. Me atrae el desasosiego que dices transmite la historia, el estilo impresionista, la inmersión en el núcleo familiar, el sugerir sin mostrar... Vamos, me atrae casi todo lo que señalas en tu fantástica reseña.
ResponderEliminarAhora, como dices tú me convertiré en un Smiley para localizar esta "Lluvia" de Kirsty Gunn.
Un saludo navideño
Pues me alegro, aunque engrose tus pendientes, jeje, de brindarte esta novela en los primeros puestos de tu lista... supongo que tan larga como la mía ;)
EliminarSon varios los atractivos de esta novela, como ya he señalado Kirsty Gunn despliega mucho talento, trabaja muy bien la psicología del personaje, desde una prosa original con mucha sensualidad, tiene varios registros, la verdad. Espero que Smiley te ayuda con la búsqueda, jaja.
Un abrazo navideño, Juan Carlos.
Interesante propuesta Paco.
ResponderEliminarMe gusta esa presencia constante de la naturaleza a través del lago que tan pronto muestra como esconde y el desasosiego se me hacía presente leyéndote, como madre no podía menos que preocuparme con ese laisser faire por sus hijos, esas relaciones con los padres, con los hermanos, esa sustitución de afectos por necesidad y me he quedado con tu reflexión sobre las familias y en que aquello que vemos como habitual en algunas en otras se manifiesta como extraordinario, quizás porque las cosas muchas veces no son solo lo que se ve.
Por lo que comentan los compañeros va a ser complicado encontrar la propuesta que nos has presentado, vamos a tener que organizar un préstamo entre blogueros.
Besos y muy feliz Navidad
Esa presencia de la naturaleza es muy reveladora, el lago y el entorno también configuran la naturaleza del propio personaje, sirven de algún modo para explicarlos, creo haber escuchado que los neozelandeses están muy apegados a su maravillosa naturaleza, así que una escritora como Kirsty Gunn lo transmite con una maestría que asombra, pero siempre hay un tono oscuro,o inquietante, en su manera de contar, la verdad es que me ha gustado mucho descubrir a esta escritora, toda una experiencia.
EliminarLástima que ya sea un libro descatalogado y difícil de encontrar, pero si no es posible házmelo saber y te lo envío, amiga Conxita ;)
Beso y muy feliz Navidad!!
Antes que nada, me he tomado el tiempo de buscarle. Nada. Inhallable por estas costas.
ResponderEliminarLuego, imagino tu deleite con semejante lectura, que combina una naturaleza reveladora en contacto con unas relaciones familiares siempre conflictivas.
Una vez más, nos ofreces tus singulares apreciaciones de un libro y autora que la mayor parte de tus lectores desconocía hasta este momento, Paco.
Sigues siendo el 'sherpa líder' de los Rescatadores.
Un abrazo, amigo!