P. Castillo

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viernes, 31 de mayo de 2019


Lima, a propósito de Julio Ramón Ribeyro.

Limeños buscando su esparcimiento en la costa del Callao, asomados al Pacífico. Por allí estaba, escabullido con Ribeyro.



Aplazo el comentario del libro para la siguiente entrada. Me parecía interesante abordar ciertos aspectos relacionados con Ribeyro.

Desde hace varios años viajo con regularidad a Lima y eso, entre otras cosas, me permite captar con buena precisión el universo que Ribeyro plasmó en sus cuentos. 

Lima alimentó en gran medida el imaginario del escritor, cuya prosa culta y elegante vierte en unos cuentos de impecable factura, sobrios en la forma y profundos en el mensaje. La simbiosis ideal.


Primeras horas del día en el Callao, Lima. Paco Castillo.


Con Ciro Alegría, o José María Arguedas, maestros de la novela indigenista en el Perú del siglo XX, nos vamos a la serranía peruana, al latido ancestral de los andinos, e igualmente, aunque menos, con los cuentos de César Vallejo (no solo existió el poeta).


Pero en Ribeyro, salvando alguna excepción, tenemos una cuentística de ambiente urbano. Lo mismo que Bryce Echenique, o el menos conocido  Carlos Meneses, de quien espero mostraros su “seis y seis”. Sin olvidar a Abraham Valdelomar, con otros cuentos de ambiente costeño, ciudades como Lima, Ica, Chiclayo, etc.


"Los ríos profundos", de José María Arguedas. Paco Castillo


Por Perú con Ciro Alegría. Paco Castillo.

En la serranía andina, Perú, con César Vallejo. Paco Castillo.

Con Bryce Echenique por mis estanterías. Paco Castillo.

Paseando cerca de casa, con Carlos Meneses, “seis y seis”.


Con Abraham Valdelomar en las serranías peruanas. Foto, Paco Castillo



En la costa limeña con Ribeyro, frente al Salto del Fraile.

Obviamente el talento literario de Ribeyro, hace que su escritura sobrevuele por encima de cualquier localismo geográfico, y sus narraciones deleitarán a lectores sin vínculos con Lima o el resto del Perú.

¿Y cómo es Lima?



Desplazándome por Lima. Foto de Paco Castillo, 2015






Avenida limeña. Fotos Paco Castillo, 2015.


Un caos monumental, así es como la contemplo. 

Es una impresión que se deriva, especialmente, del infernal tráfico.  Lima es uno de los peores sitios en Latinoamérica para conducir. Y ya no tanto por los embotellamientos, que los hay morrocotudos, aunque en ciudades como Bogotá o Ciudad de México son más grandes, sino por la peligrosidad, la actitud violenta y anárquica de los conductores limeños. Existe una pésima educación vial, también de los peatones. Esto marca la diferencia con sus vecinos.

Haciendo una instantánea mientras estoy atrapado en un típico atasco, cosas de Lima. Foto Paco Castillo.



He visto más control y fluidez en los coches de choque por las ferias de mi localidad, que en el tráfico limeño.

Subirse a una de las miles de combis (una especie de microbús que transporta pasajeros), es una experiencia… intensa. Eso sí, abstenerse los que tengan problemas cardíacos.


Abraham Valdelomar al paso de una combi. Lima. Foto Paco Castillo, 2015


Las combis no acatan las normas convencionales… se rigen por sus propios códigos de circulación. Todo vale para recoger a los pasajeros, sus ganancias son a destajo, cuántas más veces hagan su ruta al día y más pasajeros transporten, más “plata” embolsan, y suele ser una miseria.

El conductor y su cobrador, siempre están ambos, trabajan en el infierno de atascos desde las 05:am hasta las 23:00 pm, o más. Pensad en esa maraña de carreteras, avenidas y cuadras (calles), unida al estado del chófer a última hora. Da pánico. 


Pasajeros entrando y saliendo de las combis, con la flecha roja señalo (en medio de la foto) a uno de los cobradores, vociferando para atraer a clientes. Foto Paco Castillo, 2018

La guerra entre las combis por arrebatarse a los viandantes es encarnizada, no dudarán en hacer un giro suicida, con gente en sus asientos, cruzando una avenida atiborrada de coches para recoger a un grupo de usuarios, o parar en donde se le antoje al pasajero para finalizar su viaje. 

Un peatón pasando "alegremente" entre dos combis. Foto Paco Castillo, 2018


Vigilada por El viajero de la noche (M. Maggiani), ahí pasa otra combi, se ve claramente al cobrador, jugándose el tipo, ellos van así...

No hay mejor prueba que verlo, sí, mediante un vídeo que hice yo mismo… ¡y viví para contarlo! Jaja. Aunque la bronca de mi mujer fue buena, es una llamada a los ladrones, observándote con un buen celular en la mano. Son cosas que ya sé, pero a veces uno… 

Lo tengo por aquí, en el canal de Youtube en privado, a ver si puedo compartirlo.



Con sonido ambiente incluido, lo que escucháis es la música a toda pastilla en la radio, lo hacen todos los conductores de combi. Esa mezcla de ruido interior y exterior es atronadora.

Esto ocurre en un minuto y medio. Imaginad la aventura durante una hora y pico o dos, tiempo que tardé la última vez para ir desde el distrito de Los Olivos, en el norte de Lima, hasta Surquillo, en el sur metropolitano.

Sucedió en hora punta, periodo que abarca desde las 06:am hasta las 20:00 pm. Durante ese “breve intervalo” de 14 horas, tenemos “tráfico denso” por la ciudad.

Vargas Llosa las mencionaba en sus novelas. Son vehículos muy viejos y en mal estado, pero los billetes son tan baratos que a la gente le trae sin cuidado, y van apretujados como sardinas enlatadas, superando peligrosamente la capacidad estipulada.


Vendedor ambulante de helados, aprovechando para sacarse algo de "platita" en la combi. Es algo habitual, vendedores de cualquier cosa que imaginéis. Foto Paco Castillo, 2015


Por una avenida limeña, con Vargas Llosa, una buena novela para encontrarse con alguna "combi". Foto, Paco Castillo, 2015.



Esta situación endiablada se extiende, como la garúa limeña, a otros aspectos de la convivencia, todo acaba “infectado”; empezando por el desprecio del resto de conductores hacia las normas de circulación.
Una irresponsabilidad que en el fondo nace de la indiferencia de muchos ciudadanos por las reglas cívicas elementales. Es una pescadilla que se muerde la cola. 

Puedes viajar en la combi y ver como el señor, o la señora, que se sienta al lado, he sido testigo, arroja por la ventanilla una bolsa con sobras de comida sin inmutarse, un pañal infantil, o lo que sea, da igual donde caiga, la impunidad es total, pues saben que no serán objeto de recriminación por los demás, forma parte de la cotidianidad, “lo normal” en el día a día. No lo hacen todos, pero tampoco son “cuatro”.


Esto se ve agravado por una ciudad ineficiente en muchas áreas, debido a la escasez de infraestructuras. La delincuencia callejera es un problema serio, también la higiene urbana, colas interminables en los bancos y organismos públicos asfixiados por la burocracia, etc, etc.


Por alguna avenida limeña. La recogida de basuras es otro servicio acuciante por mejorar. Foto Paco Castillo, 2015

Si expongo el lado oscuro de Lima es por remarcar el semblante que tiene la obra de Ribeyro, me toca resaltar la parte amarga para ir entendiendo la personalidad derrumbada de sus personajes, el desencanto que tienen con su propia ciudad, el hastío por sobrellevar una existencia sin horizontes.


Habitar una ciudad a la que no se puede amar va surtiendo, lentamente, un melancólico desafecto hacia uno mismo, te vas queriendo menos. Es un virus silencioso y maligno que te va colonizando.

Y no soy feroz comparado a las críticas de los medios locales, o la que hacen los propios intelectuales limeños, bastante más duros, como ya demostrara el escritor y periodista Sebastián Salazar Bondy (1924-1965),  en sus demoledores artículos sobre el tránsito motorizado y los atrabiliarios modos de sus conciudadanos. 

Hace unos años, en la Feria del Libro de Lima Norte, adquirí un intersantísimo ensayo de Bondy con este inquietante título: “Lima la Horrible”, frase que viene del poeta peruano César Moro.



Saliendo de la Feria del Libro Lima Norte, con mi magnífico ensayo de Salazar Bondy. Foto, Paco Castillo, 2015.






Curioseando las casetas y algunas editoriales peruanas en la Feria del Libro Lima Norte. Foto, Paco Castillo, 2015


El ejemplar en una avenida de Lima, noche inquietante. Foto, Paco Castillo, 2015

A lo que iba. Ese caos también lo es para el limeño, pero él, a fuerza de costumbre, ha aprendido a moverse con sorprendente soltura por el desbarajuste.

Una alianza que parece funcionar cuando no es expuesta al microscopio, pero si la sometemos a la óptica aumentada… flipas en colorines.


Un colegio privado al reclamo de sus futuros colegiales… ¿estarán por ahí? 
Foto Paco Castillo, Lima 2015


Una actividad de alto riesgo en Lima, sortear el tráfico. Foto Paco Castillo.

La sensación de cierto orden y organización puede constatarse en algunos núcleos aislados, pero va desapareciendo a medida que uno se aleja de los barrios acomodados, pitucos que llaman allá, y del centro turístico, muy bello, que no deja de ser una isla minúscula en la enorme metrópoli.

El bello centro turístico de Lima, parte de la Catedral. Foto, Paco Castillo, 2010.

Por el bonito centro de Lima. Foto, Paco Castillo, 2010.

Lejos de allí, la visión es como si fuese una ciudad que se mantiene renqueante tras la hecatombe, con su eterno semblante ajado y polvoriento (Lima, excepto la costa, está cercada por dunas gigantescas).


Extrarradio de Lima. Foto, Paco Castillo, 2015.

A veces solo parece existir el óxido y la herrumbre, sobre todo al adentrarse en las periferias crecidas al libre albedrío de sus inquilinos, gentes llegadas desde todos los rincones del Perú. Mares de chabolas, ausencia de criterio urbanístico, esbozos arquitectónicos del desarraigo, viviendas coronando los colosales cerros arenosos, casuchas feas y ennegrecidas. La lejanía y el polvo las convierten en presencias fantasmagóricas, protuberancias manchadas de hollín. Pero ahí viven miles de familias con sus pequeños, no tienen más. Y ahí mueren.


Extrarradio limeño, por el norte. Foto, Paco Castillo, 2019.

Buena parte de la desolación se adhiere, como ese hollín, al tono que imprime Ribeyro a sus cuentos. Por eso suele señalarse la voz pesimista y desesperanzada en su obra. No faltan quienes lo han considerado un Cioran latinoamericano. No es del todo peregrino, si uno se atiene a los aforismos que también, y tan bien, cultivaba Ribeyro.

No obstante, me parece un molde donde el peruano no termina de encajar. En Cioran no hay resquicio para la salvación, excepto morir. En Ribeyro sigue latente, como una reminiscencia, una suerte de energía vital propia de las gentes andinas, que emana de la Pachamama, la Madre Tierra, por mucho que en sus escritos pululen los perdedores.



Preparándome un café serrano, por el norte andino, Perú. Foto, Paco Castillo, 2018.

Estas incursiones filosóficas no las hago de relleno. Ribeyro era un gran lector de filosofía, especialmente de los antiguos maestros grecolatinos, de quienes atesoraba un profundo conocimiento, como puede inferirse leyendo sus cuentos.


Respecto a ese frenesí que refiero, el ruido ensordecedor de las miles de bocinas, la marabunta humana de aquí para allá, etc, etc, no sé si será porque Lima parece estar en una permanente y desesperada búsqueda de su identidad como ciudad. O al revés, porque se la ve sumida en una frenética huida, también de sí misma. 


La fugacidad de mi mirada en la eterna miseria. Extrarradio Lima. Foto, Paco Castillo, 2019.


Puede que su carácter tendente a la esquizofrenia sea por pretender hacer ambas cosas al unísono. Huir y buscarse como hacen los protagonistas de Ribeyro.
Tal vez, la forma más claro de saberlo sea con las palabras de un gran amigo de Ribeyro, el escritor peruano Luis Loayza, con quien mantuvo una larga relación epistolar:

«El peruano nunca ha sabido dar una imagen exterior satisfactoria de su identidad»

Con Loayza, paseando cerca de casa. hay mucho por descubrir en las letras peruanas. Foto, Paco Castillo.

Estas paradojas suelen ser un nido excelente para cobijar ciertas locuras y hacerlas crecer. En Lima crecen a una velocidad inusitada. De nuevo los personajes de Ribeyro, funambulistas en el limbo que se sitúa entre lo juicioso y lo lunático.



En algún barrio chungo de Lima, más vale que no te pierdas por aquí de noche... Foto, Paco Castillo, 2019.

Lima, en esta gran pócima de ingredientes inverosímiles va cocinando Julio Ramón Ribeyro sus cuentos.

El tono realista de éstos viene reforzado por una peculiaridad. Vivir en Lima es más parecido a un cuento de Ribeyro que a la propia realidad. Ésta a menudo supera las expectativas de las ficciones creadas. Doy fe de ello. Por eso la ciudad me exaspera y fascina a partes iguales.


Lima, escultor callejero moldeando escayola. Foto, Paco Castillo, 2015

Siento la necesidad de escapar de allí para, más adelante, tener un deseo irrefrenable por volver. Huir y retornar.



Lima. Foto, Paco Castillo, 2018

Son estas imponentes paradojas las que van forjando a los personajes Ribeyrianos.


Limeño taciturno. Foto, Paco Castillo, 2019.

Nada hay más cotidiano que un ser humano transitando a cuestas con sus contradicciones. Pensamos en el amor de una manera y amamos de otra. Afrontamos la vida sin apartar el pensamiento de la muerte. Nos toca bregar con el presente y, sin embargo, instalamos nuestra cabeza en el futuro, o en el pasado. Suma y sigue.


Un caminante solitario, soporta sobre su cabeza un imponente enunciado... "porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino". 
Foto, paco Castillo, Lima, 2015.


Lima es la otra figura destacable de Ribeyro, la gran protagonista que no dice ni hace nada pero todo lo puede.

La fisonomía de las ciudades, con su paisaje y paisanaje, condicionan nuestra manera de ser y estar en ellas, en la vida al fin y al cabo.

Grandes conglomerados de acero, cemento, plásticos, cielos enfermizos y latidos humanos. Las metrópolis transfieren de forma sibilina, como callándolo, parte de su idiosincrasia a la ciudadanía. El carácter colectivo está intervenido, en no pocos aspectos, por las manos invisibles de la urbe.


Lima. Foto, Paco Castillo, 2015

Y los ciudadanos devuelven a la ciudad parte de su ser, late con el corazón de sus moradores. Todo se cocina en esa gran olla, ante la mirada de Ribeyro.

Dicho lo dicho sobre Lima, solo hay una cosa razonable que puedes hacer para no sucumbir a su locura.

-Si no puedes con tu enemigo, únete a él. -



Lima. Foto, Paco Castillo, 2019




A mí me ha ido bien.


En la "mototaxi", buen sitio para leer. Norte del Perú. Foto, Paco Castillo, 2015

19 comentarios:

  1. ¡Hola Paco! tus fotos y lo que cuentas sobre el tráfico en Lima y la forma de conducir de la gente de allí me ha recordado mucho a Costa Rica. Allí conducen fatal y hay muchos accidentes de tráfico Y el tráfico en San José.. (su capital), pues similar a tus fotos, un caos.
    No recuerdo que allí hubiesen los Combi (que curioso lo que cuentas sobre ellos y sus conductores)
    Besos

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    1. Aunque no conozco Costa Rica (¡qué afortunada eres si has estado!), el tráfico es uno de los grandes males latinoamericanos, con miles de víctimas en las carreteras, lamentable.
      Besos :)

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  2. Según vi la primera foto que pones de Lima me dije "¡Qué caos, madre mía!". A continuación defines tú la ciudad con esa palabra. Dese luego no es la Lima del Julius o del Manongo Sterne de Bryce Echenique.
    Me parecen geniales tus reflexiones sobre el amarse desquererse por no querer la ciudad en la que vives o por quererla aunque detestes su caos.
    El lugar en que uno se hace influye mucho en cómo se hace y no es lo mismo que te acompañe un ambiente fácil y complaciente a que lo haga la dureza, el caos y el buscarse la vida como se puede. Lo primero es preferible, pero lo segundo con sus contradicciones resulta mejor como motivo literario.
    Interesante tu análisis de Lima.
    Por cierto, me dice que el vídeo no está disponible...
    Un beso.

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    1. Ay, por dios Paco, ¡qué caos! Yo no podría soportar esa mezcla de ruido y ese barullo. El ruido me produce dolor físico. La gente no se lo cree, pero es cierto.
      Aunque, por otra parte es tan estimulante y tan vital todo lo que se ve en el vídeo... Creo que el sitio más similar que he conocido es Estambul, al menos era así en 1994 cuando lo conocí en viaje de preboda (hicimos el viaje antes para aprovechar mejor las vacaciones de Semana Santa y el permiso de la boda).

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    2. ¡Jajaja! Era justo la reacción que me esperaba... y no es el viaje más movido que he hecho en combi, los he tenido más... ¿emocionantes? Dejémoslo ahí ;)

      La verdad es que ha sido una entrada muy trabajosa, me ha llevado muchas horas, repartidas en dos días, pues las fotos y vídeos llevan un buen trabajo detrás, editarlas para adaptar tamaños, seleccionarlas, etc, etc. Pero estoy satisfecho, y sarna con gusto no pica, si os acerco esa otra Lima que no llegan a ver la mayoría de turistas, así que os he puesto una ventana para situaros allí, y apreciar el latido que subyace en muchas obras de los autores peruanos más conocidos, y de los menos.

      Esa Lima, más ingrata y fea, ha sido materia prima en mucha narrativa de allí, bien estaba exponerlo.

      El trasvase de afectos/desafectos entre las ciudades y sus ciudadanos es sutil pero constante, es un fenómeno singular, y en las ciudades donde hay enormes contrastes existe cierta tendencia a la esquizofrenia colectiva... pero sin llegar a la patología enfermiza, excepto en algunos extremos, y así es, una inspiración literaria de primer nivel.

      Gracias por tus palabras, amiga Rosa.
      Un beso.

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  3. Me ha encantado ese parelelismo que haces entre la caótica Lima y los cuentos y personajes de Ribeyro. Creo que me sentiría aplastada en una ciudad así, aunque supongo que una vez que te haces a formar parte de ello terminas también por sentir cierta fascinación. Somos pura contradicción y las ciudades imprimen en nosotros su personalidad al igual que nosotros en ellas.
    Un abrazo

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    1. Gracias Lorena, ese era mi propósito, ver, y mostraros, a los personajes de Ribeyro, transitando, aunque sea virtualmente, por Lima, si lo he transmitido algo, pues me alegro sobremanera.
      Así es, somos pura contradicción, las ciudades lo ilustran continuamente.
      Un abrazo.

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  4. Hola Paco una muy buena entrada llena de contrastes, ese caos de ruido y vida en contraposición con el paisaje ordenado y cuidado del centro de Lima. Si no puedes con tu enemigo únete a él o ese adaptarse o morir en el intento que viendo ese vídeo con una conducción caótica me parece que ha de ser frecuente.
    Te aseguro que mirándolo, con los coches circulando por cualquier pequeño espacio que queda, personas pasando entre medio, la música a todo trapo...jajaja leer en esas condiciones es un pequeño milagro.

    Entiendo perfectamente que la ciudad me exaspera y fascina a partes iguales y ante eso uno tiende a volver y repetir.

    Gracias por compartir la experiencia.

    Besos

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    1. Hola Conxita, gracias por tus elogios. Lima es una ciudad de contrastes brutales, no cabe duda, y es cierto, poco puedes hacer para "sobrevivir" a Lima que no pase por ese lema, sentido común... en una ciudad que de común tiene poco, curioso.
      La circulación en Lima, los peatones de un lado para otro, los bocinazos por doquier... uff, dan ganas de huir a una isla desierta, jaja. Pero hay algo, quizás sea su locura, que te atrae fatalmente,como las sirenas a Ulises. En las combis no leo, hay lo más excitante es observar, nada de pegar la cabeza a un libro.
      Besos.

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  5. De Ribeyro que tengo un tomo grande de cuentos, sin embargo le tengo más ganas, no sé porqué ya que es elogiado cuentista, acaso por el título acaso por la curiosidadm a sus memorias, "la tentación del fracaso" el problema, como siempre, es el precio. Supongo que hay que leer a todos los perús que hay en Perú, sin embargo yo siempre cojeo para el mismo lado, o ¿será que las editoriales cojean para el otro?
    cuídate
    gracias

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    1. Es cierto, Wineruda, los libros de Ribeyro, al menos en España, son bastante caros. Mi ejemplar lo adquirí hace algunos años por internet, Iberlibro... y en una librería de Londres porque, y esto es lo realmente extraño, estaba increíblemente barato, como diez o doce euros más barato que aquí, no sé, son cosas que a veces pasan, jeje.
      El fracaso es una palabra que nunca escatima Ribeyro en sus cuentos, pues buena parte de sus personajes son eso, perdedores, asomados al abismo, pero tremendamente seductores... por ser como son, precisamente.
      Jaja, buena pregunta haces.
      Cuídate, gracias a ti.

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  6. Genial tus líneas sobre Lima y Ribeyro, Paco. Ciudad que aún no he visitado, aunque siempre pienso en hacerme una escapada.
    Lo que dices del tránsito es un mal endémico en toda Latinoamérica. Si cruzas una rodoviaria en Brasil, pues... hasta agradeces el seguir con vida. Los hermanos uruguayos son una excepción. Y aquí no es tan caótico, pero sí es lento en horas punta.
    Gracias por tus fotos y ese paralelismo con Ribeyro.
    Un abrazo, chaval!

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    1. Pues muchas gracias, amigo Marcelo, me halagas. Lima no la tienes demasiado lejos, tengo algún amigo peruano residiendo en Buenos Aires, sé que hay una numerosa colonia en tu país. Sí, el tráfico en Latinoamérica es toda una experiencia, he estado también por Bolivia y Ecuador y es casi lo mismo, digo casi... porque los limeños están un peldaño por encima en descontrol y caos.
      Ribeyro tenía un ambiente sin igual para nutrir a sus cuentos.
      Un fuerte abrazo, pibe!!

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  7. Una vez más gracias por tu crónica sobre Lima. No sé si te harán "hijo predilecto" dela ciudad después de lo que has escrito sobre ella. No olvido que también has dicho que te fascina...

    He visitado algunos países latinoamericanos, pero no Perú. Tu prolija crónica me ha quitado la curiosidad por conocer dicha ciudad. Con lo que yo adoro a Vargas Llosa...Me quedo con su literatura y con la que tú nos sugieres.

    Un fuerte abrazo, Paco

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    1. Vaya... me dejas con una sensación agridulce, un tanto apenado por quitarte las ganas de visitar Lima. Por supuesto que me fascina, Lima es un festín para los sentidos, en realidad uno se siente más vivo aquí que em otros lugares, y me tocará resaltar lo bueno, en cualquier caso Lima solo es una pequeña parte del Perú... a mí me entusiasma Cuzco!!

      Jaja, no, no me nombrarán hijo predilecto. Esa Lima existe, como existe otra más seductora y positiva, pero esa menos amable está sobre todo en la obra de Ribeyro, yo he puesto una ventana para "contemplar" sus cuentos.

      Un fuerte abrazo, Luis Antonio ;)

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  8. Serías un gran escritor de viajes, Paco. Las estampas que describes son tan vívidas y creo que se corresponden con cualquier país en vías de desarrollo. Estoy leyendo una novela de Chimamanda Adichie y al relatar su regreso a Lagos después de vivir en EEUU me ha recordado a tu crónica. El paralelismo con Ribeyro es magistral, otra lectura que me apunto para el verano.
    Un abrazo.

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    1. Vaya, Gerardo, menudo subidón me das con tus palabras iniciales, jeje, muchas gracias ;)
      ES que tienen que ser vívidas... por la sencilla razón de lo trepidante que resulta la experiencia limeña para cualquier foráneo, es una ciudad en constante trasiego de cosas y personas. Pues me dejas intrigado con ese paralelismo del Lagos al que retorna Chimamanda, claro, que llegar allí después de estar viviendo en EEUU... tiene que ser brutal.
      Me encantaría que Ribeyro tuviese un lector como tú, con esa forma tan atractiva que tienes de plasmar las impresiones lectoras, disfrutaría mucho con ese comentario.
      Un fuerte abrazo.

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  9. Llego tarde pero llego a la lectura de la crónica sobre una ciudad endiablada y su relación con la escritura de Ribeyro. Me recuerda una visita reciente que hice a Delhi durante una semana. Fue algo así como Lima pero multiplicado por diez. Hazte idea. No niego que estas ciudades posean una intensísima vida interior ni la riqueza de sus habitantes, pero me puede el caos, el ruido, la suciedad que conforman, como bien dices, una relación no precisamente de amor de los habitantes hacia su ciudad. Me ha parecido una buena crónica de viajes, pero no tanto para atraer a los posibles viajeros hacia Lima sino para contemplar el desdén hacia el paisaje urbano por parte de los limeños. Tal vez la precariedad y la angustia por el día a día explican esa relación morbosa. Ya te he dicho que yo era un buen lector de literatura hispana ambientada en América y que leí a Echenique, Llosa, Vallejo -estuve en su tumba en París, el también había preferido ser enterrado en París antes que en Lima-, pero desconocía a Ribeyro. Uf, me ha dejado conmocionado el recorrido por Lima, pero ya te digo que Delhi es terroríficamente peor, más ruidosa, más caótica y más sucia. Y no por eso deja de ser India un país fascinante, pese a todo ello.

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    1. Lima es una ciudad prototipo de las muchas grandes urbes latinoamericanas, en donde predomina eso que apuntamos, el desafecto de buena parte de la población por su ciudad. A mí también me apabulla toda esa amalgama de ruidos, suciedad, desorden e inseguridad reinantes en estas aglomeraciones urbanas, es interesante para la mirada de un escritor, incluso los poetas y filósofos encontrarían un filón para sus digresiones, pero ¿un simple trabajador, que bastante tiene con un trabajo y existencia precaria? Pues un infierno, claro.

      Uff, sí, Joselu, me consta que Delhi está en otra dimensión, inimaginable para quien no haya puesto los pies ahí, sería una experiencia fascinante vivirla por un momento, estar allí un tiempo para tener una perspectiva de lo que puede dar de sí un lugar y sus habitantes, creo que Delhi es un lugar que te rompe todos los esquemas.
      Te gustaría Ribeyro. Un saludo ;)

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