P. Castillo

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viernes, 7 de junio de 2019


Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951). Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 4 de diciembre de 1927 - Madrid, 1 de abril de 2019)

Salvat Editores, 1970. Prólogo de Juan Benet. Narrativa, 162 pp.



Fotos, Paco Castillo

¿Pero esto no tenía que ir de Ribeyro?


Sí, pero me vais a permitir que cuele disimuladamente a Ferlosio, ahora que nadie nos ve…


Estuve leyendo estos días, releyendo mejor dicho, esta cautivadora narración, e inmersos en plena Feria del Libro en mi ciudad natal, Madrid, estaría bien traeros a este personalísimo escritor fallecido recientemente, muy vinculado a la capital. Y, oye... Alfanhuí pasó por la ciudad, ignoro si atravesó el Retiro

Alfanhuí, trasunto de Ferlosio, solo podía desembocar en una lectura singular se mire por donde se mire. Y, por encima de todo, despliega una belleza impactante.





Reflejo de su singularidad, es el desconcierto que desde su publicación ha generado, me refiero al hecho de no haber consenso de la crítica en cuanto a catalogarla en un movimiento literario al uso. Cada uno sale por peteneras (cante flamenco de origen incierto) en  su afán por situarla en una corriente oficiosa, pero Alfanhuí era como una culebra escurridiza. La verdad es que su aparición pilló con el pie cambiado al gremio literario, dado lo inusitado  y original de la obra.







Se la ha interpretado como un intento de Ferlosio por recuperar la picaresca española, es decir, una historia descendiente del célebre Lazarillo, pero siendo hija de su época, el siglo XX.


Otros han visto un homenaje quijotesco, Alfanhuí desfaciendo entuertos y afrontando situaciones estrambóticas en el camino, emulando al ilustre Don Quijote de la Mancha, pues hay parajes castellanos contemplando el paso del chiquillo.
 
Y ya puestos con esa inercia de fantasía, se la consideró un claro exponente del realismo mágico más tempranero. Y no sé cuántas cosas más.

Me atrevería a decir  que todo lo mencionado confluye en Alfanhuí, a pesar de Ferlosio, o con la intención del autor, vaya usted a saber.


Quien busque un eco poético en esta narración quedará razonablemente satisfecho:

“El Henares es un río terroso que baja por las tierras oscuras y viene de las oscuras montañas. Está hecho con las sobras de las nubes olvidadas por los vericuetos de la serranía.”

Cuando leí “hecho con las sobras de las nubes olvidadas…” era como si yo mismo estuviese flotando.



Y otro fragmento, quizás los niños de antaño, en tantos pueblos perdidos de España, vivían así el despertar primaveral al corretear por las eras:

(…) con el rojo de los troncos y lo verde de las copas y el verde más claro de los retoños de hierba y el gris de las grullas y lo blanco de las piedras y el brillar de las charcas con el azul del cielo, componíase tanta alegría de colores en medio de la mañana, como Alfanhuí no había jamás conocido en otras primaveras.”


Quien piense en un mensaje filosófico de fondo, pues tampoco irá desencaminado, en el sentido de insinuarse la rebelión del hijo contra la figura paterna, o de enfrentar la mirada infantil a la adulta. Valoraciones que a Ferlosio tal vez le traían al pairo, posiblemente.

Quien encuentre en las Andanzas e Industrias un retazo de nuestra historia no habrá errado su juicio, plasmado en el itinerario de una España atávica, primitiva, ensoñada, un viaje, el de Alfanhuí, por escenarios reales de la vieja Castilla, aunque jalonado de acontecimientos fantásticos.

Así es. Poesía, Filosofía e Historia cabalgan por aquellas páginas. Seguro que mi afirmación suena más pretenciosa de lo que estimaba Ferlosio para su Alfanhuí, conociendo como “enfriaba la temperatura” a las opiniones grandilocuentes sobre lo humano y lo divino.

Sin embargo, en connivencia con su sinceridad, lo más relevante que muestra en la novela es la propia esencia de la literatura, partiendo de su concepción más simple y, por ello, más verdadera… o sea, el arte de combinar palabras.

¿Qué es, sino, narrar?


Eso es la literatura en su idea menos contaminada. Es el principio del río, un delicado hilillo de agua prístina, pura, dócil, que fluye serena por las quebradas, mece las hierbas con suavidad y no tiene pretensiones de convertirse aún, o nunca, en un majestuoso caudal, cuna de imponentes civilizaciones y otras grandezas a la sazón.


Alfanhuí es un arroyo que no quiere darse mucha importancia, sin embargo, y a pesar de su aparente insignificancia, es imprescindible para todo el ecosistema que acoge su paso; los valles, la fauna, la flora.



Rafael Sánchez Ferlosio, como un niño que hace figuras de arena en la playa, juega con las palabras, las moldea, intercambia sus significados, las introduce en el cubilete y las lanza como si fueran dados de la suerte, resultando combinaciones siempre agraciadas, manteniendo la curiosidad al acecho del próximo lance.

Aquí, donde se entrelazan la fantasía y la realidad, un Ferlosio que escribió Alfanhuí siendo escritor en ciernes, ya un hombre… acaso tuvo pánico de soltar la mano al niño que fue, no sea que se perdiese en las ciénagas del mundo adulto. 
No, no iba a abandonarlo, tenía que plasmar la perplejidad y el asombro que tienen los ojos de un chiquillo ante la vida. Tenía que escribir Alfanhuí.


Alfanhuí llegó  a Cádiz… foto, Paco Castillo


Pienso sobre aquella decisión que tiempo más tarde tomó; apartarse de la narrativa, renegar de la ficción, y años después, transcurrida toda una trayectoria dedicada a las letras, reconsiderar Alfanhuí hasta el punto de verla como la única novela meritoria en su prolífica carrera. El Jarama no tuvo la misma suerte, últimamente no perdía ocasión de denostarla. Ferlosio en estado puro.

Jerez de la Frontera, Paco Castillo, 2019.

Pero nunca dejó de escribir, se entregó sin descanso al ensayo.

Alfanhuí no es un libro para leer y después ponerse a contar de qué va la historia.

Alfanhuí es para leerlo, por ejemplo, cuando uno se va a dormir, y así encontrarse con una veleta de hierro, esas de los  gallos, coronando los tejados humildes e inmemoriales de los pueblos, siluetas con crestas oxidadas que vigilan tus pasos en el camino, y guardan el secreto de nuestras huellas horadando el tiempo.

Veletas, caminando por el viejo San Juan, Puerto Rico. Foto de Paco Castillo.

Alfanhuí. Foto, Paco Castillo.

Entonces esperas serenamente a que tus ojos se cierren al mundo de la vigilia, una vez te vence el sueño, con el libro escapándose de tus dedos, cuando las últimas palabras leídas resuenen ya en otra realidad… es ahí donde comienza Alfanhuí.


El niño que un día se escapó de su casa, en Alcalá de Henares, cuna de Cervantes, Guadalajara con sabor a miel, mientras su madre separaba las “chinitas” de las lentejas, pasó por Madrid, atravesó la Sierra de Guadarrama, caminó por campos dorados de trigales, bajo las miradas labriegas, llegando finalmente a Palencia, allí donde vivía su abuela,  escuchando a veces el sonido, cada vez más apagado, de un tren perdiéndose en la lejanía.



Aquel chiquillo que llevaba en el bolsillo un viejo lagarto de bronce… como el tesoro más fabuloso que pudiera desearse.





Alfanhuí, fragmentos sobre los tesoros... Fotos, Paco Castillo.


Y yo, barruntando qué diantres voy a contaros de estas aventuras, si pensaba que es un libro para no contarlo. Venía dándole vueltas…



Pero ayer mientras regresaba de la vecina Majadahonda, ya de noche y apunto de llegar a casa, escuchaba música en el coche, puse algo en consonancia con la carretera sin tráfico, tranquila y flanqueada por unas praderas; Nature Boy, en versión cantada por Nat King Cole.


Llegué a mi destino y aparqué el coche… sin dejar de tatarear Nature boy para “mis adentros”.

Y me dije: “ahí está el comentario de las Andanzas de Alfanhuí. Gracias Nat.”



Había un muchacho

Un muchacho extraño y encantador

Dicen que deambulaba en la lejanía,

muy lejos, muy lejos

sobre la tierra y el mar

Un poco tímido
y de ojos tristes
pero muy sabio era él

Y entonces un día,
Un día mágico cruzó por mi camino,

y mientras hablamos de muchas cosas,
tontas o importantes,

esto me dijo:

Lo más grande que jamas aprenderás …

Es solo amar

y ser amado también...




Mirando al mar... foto Paco Castillo 

12 comentarios:

  1. No he leído Alfanhuí. Sí que lo hice con "El Jarama" y no puedo estar menos de acuerdo con el autor que se empeña en renegar de la obra. A mí me parece un hito en la literatura española de la época. también he leído algunas de sus poesías. Una de mis poesías favoritas se debe a él:
    Vendrán más años malos
    y nos harán más ciegos
    vendrán más años ciegos
    y nos harán más malos... etc.
    Me parece preciosa y muy real.
    No sé si me decidiré a leer "Alfanhuí". Otras aficiones me llevan por otro derroteros, pero me ha encantado leerte a ti hablando de este Alfanhuí que no se puede contar y viendo lo precioso que te ha quedado lo que no cuentas.
    Un beso.

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    1. Pues yo no he leído "El Jarama", aunque lo tengo por casa y lo he curioseado muchas veces, tendré que ponerme uno de estos días. Su faceta poética también es brillante, como muestras con ese magnífico poema.
      Gracias por tus palabras, Rosa.
      Un beso.

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  2. A todo lo que escribes no le quito un punto, me encantó hace ya muuucho Alfanhuí, creo recordar que es el primer libro de prosa poética que leí, la pena que me da es que abandonara la ficción Ferlosio, a saber qué nos hubiera regalado.
    cuídate
    gracias

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    1. También me dejó pensativo ese abandono de la ficción, la verdad es que Ferlosio era un tipo muy suyo, muy singular en todos los aspectos, pues sí, a saber de qué hubiera sido capaz el genio de Ferlosio. Gracias a ti.
      Cuídate.

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  3. Te ha quedado muy poética la entrada. Se nota que sigues bajo el influjo de la lectura de Alfanhuí. Adoro los libros y los escritores que desde esa sencillez que no es nada sencilla de conseguir, consiguen (valga la redundancia) cosas pequeñas pero a la vez tan grande. Tomo buena nota, por tanto.
    Un abrazo

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    1. Supongo que el resultado de mi comentario estaba bajo el influjo poderoso de Ferlosio, su alma poética reflejada en Alfanhuí, así lo tenía que transmitir ;). La sencillez literaria es fruto del talento, cuando ya se tienen muchas tablas vas prescindiendo de esto y de lo otro, puliendo la narración de aristas, y salen esos libros.
      Un abrazo, Lorena.

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  4. Durante varios cursos hice leer este libro a los alumnos del antiguo COU. La acogida fue muy buena. Gracias por rememorar lecturas que dejaron una huella muy positiva. La edición que presentas es la misma que tuve entre mis manos.

    Un gran abrazo

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    1. Daba por hecho que tendrías algún entrañable recuerdo de Alfanhuí, pero al leerte me parece estupendo que la relación fuese de esa naturaleza, me gusta lo que cuentas;).
      En nuestras casas siempre están esos libros que sobreviven en silencio al paso del tiempo.
      Un gran abrazo, Luis Antonio.

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  5. Muy interesante. Estoy con ganas de leer algo de Ferlosio. Supe de su existencia por Martín Gaite. Los fragmentos que nos regalas están tan bien narrados...que dan ganas de acercarse a una biblioteca y tratar de pasar un rato con él. Vivo lejos de alguna de ellas...pero cualquier día me escapo. Y eso sí..trataré de leerlo en las noches...entre la vigilia y el sueño.
    Un placer pasear con el libro...con los árboles...las jaras?? O las rosas silvestres?? Todo ello merece la pena. Los libros siguen siendo un alimento intenso para el alma. Un abrazo enorme y buenas lecturas

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    1. Ferlosio fue un escritor singular en muchos aspectos, fíjate que renegó de la ficción, denostó algunas de sus novelas, Alfanhuí entre ellas, y con los años encontró el sentido profundo a algunas de esas novelas despreciadas, caso de Alfanhuí, por la que sentía devoción ya en su vejez... y te aseguro que es una delicia leerla, simplemente por descubrir las posibilidades de las palabras para recrear otras realidades, fantasías, historias que sin embrago tienen un cordón umbilical con la realidad conocida.
      Ya sabes, María... los paseos campestres y mis libros son marca de la casa (jaras son las flores).
      Otro abrazo enorme, amiga.

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  6. Lo tengo apuntado, Paco, pero aún me espera 'El Jarama'. He leído, sin embargo, el libro de Javier Cercas acerca del padre de Ferlosio. Más que interesante!
    Reforzaré mi búsqueda, porque el título no es fácil de hallar por aquí.
    Una vez más, el 'rescatador de libros' ha hecho su tarea. Enhorabuena!
    Un fuerte abrazo, pibe!

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  7. Pues haces bien en apuntar el nombre de Ferlosio, es un escritor e intelectual muy singular. Yo leí hace mucho Alfanhuí, y en esas ocasiones en que releo me apetecía volver a esta magnífica narración. También tengo "El Jarama", aunque no tengo prisa por encararlo, siempre me sedujo más Alfanhuí, su poder evocador me arrebata.
    Muchas gracias, Marcelo, un fuerte abrazo!

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