Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951). Rafael Sánchez Ferlosio (Roma,
4 de diciembre de 1927 - Madrid, 1 de abril de 2019)
Salvat Editores, 1970. Prólogo de Juan Benet. Narrativa, 162 pp.
Fotos, Paco Castillo
¿Pero
esto no tenía que ir de Ribeyro?
Sí, pero
me vais a permitir que cuele disimuladamente a Ferlosio, ahora que nadie nos ve…
Estuve
leyendo estos días, releyendo mejor dicho, esta cautivadora narración, e inmersos en plena Feria del Libro
en mi ciudad natal, Madrid, estaría bien traeros a este personalísimo escritor
fallecido recientemente, muy vinculado a la capital. Y, oye... Alfanhuí pasó por la ciudad, ignoro si atravesó el Retiro.
Alfanhuí,
trasunto de Ferlosio, solo podía desembocar en una lectura singular se mire por
donde se mire. Y, por encima de todo, despliega una belleza impactante.
Reflejo
de su singularidad, es el desconcierto que desde su publicación ha generado, me
refiero al hecho de no haber consenso de la crítica en cuanto a catalogarla en
un movimiento literario al uso. Cada uno sale por peteneras
(cante flamenco de origen incierto) en
su afán por situarla en una corriente oficiosa, pero Alfanhuí era como
una culebra escurridiza. La verdad es que su aparición pilló con el pie
cambiado al gremio literario, dado lo inusitado
y original de la obra.
Se la ha interpretado como un intento
de Ferlosio por recuperar la picaresca española, es decir, una historia
descendiente del célebre Lazarillo, pero siendo hija de su época, el siglo XX.
Otros han visto un homenaje
quijotesco, Alfanhuí desfaciendo entuertos y afrontando situaciones estrambóticas
en el camino, emulando al ilustre Don Quijote de la Mancha, pues hay parajes
castellanos contemplando el paso del chiquillo.
Y ya puestos con esa inercia de
fantasía, se la consideró un claro exponente del realismo mágico más tempranero.
Y no sé cuántas cosas más.
Me atrevería a decir que todo lo mencionado confluye en Alfanhuí, a
pesar de Ferlosio, o con la intención del autor, vaya usted a saber.
“El Henares es un río terroso que
baja por las tierras oscuras y viene de las oscuras montañas. Está hecho con
las sobras de las nubes olvidadas por los vericuetos de la serranía.”
Cuando leí “hecho con las
sobras de las nubes olvidadas…” era como si yo mismo estuviese flotando.
Y otro fragmento, quizás los niños
de antaño, en tantos pueblos perdidos de España, vivían así el despertar
primaveral al corretear por las eras:
(…) con el rojo de los troncos y
lo verde de las copas y el verde más claro de los retoños de hierba y el gris
de las grullas y lo blanco de las piedras y el brillar de las charcas con el
azul del cielo, componíase tanta alegría de colores en medio de la mañana,
como Alfanhuí no había jamás conocido en otras primaveras.”
Quien piense en un mensaje
filosófico de fondo, pues tampoco irá desencaminado, en el sentido de
insinuarse la rebelión del hijo contra la figura paterna, o de enfrentar la
mirada infantil a la adulta. Valoraciones que a Ferlosio tal vez le traían al
pairo, posiblemente.
Quien encuentre en las Andanzas e
Industrias un retazo de nuestra historia no habrá errado su juicio, plasmado en
el itinerario de una España atávica, primitiva, ensoñada, un viaje, el de
Alfanhuí, por escenarios reales de la vieja Castilla, aunque jalonado de
acontecimientos fantásticos.
Así es. Poesía, Filosofía e
Historia cabalgan por aquellas páginas. Seguro que mi afirmación suena más
pretenciosa de lo que estimaba Ferlosio para su Alfanhuí,
conociendo como “enfriaba la temperatura” a las opiniones grandilocuentes sobre
lo humano y lo divino.
Sin embargo, en connivencia con
su sinceridad, lo más relevante que muestra en la novela es la propia esencia
de la literatura, partiendo de su concepción más simple y, por ello, más
verdadera… o sea, el arte de combinar palabras.
¿Qué es, sino, narrar?
Eso es la literatura en su idea
menos contaminada. Es el principio del río, un delicado hilillo de agua prístina,
pura, dócil, que fluye serena por las quebradas, mece las hierbas con suavidad
y no tiene pretensiones de convertirse aún, o nunca, en un majestuoso caudal, cuna
de imponentes civilizaciones y otras grandezas a la sazón.
Alfanhuí es un arroyo que no quiere darse mucha
importancia, sin embargo, y a pesar de su aparente insignificancia, es
imprescindible para todo el ecosistema que acoge su paso; los valles, la fauna,
la flora.
Rafael Sánchez Ferlosio, como un niño que hace figuras de
arena en la playa, juega con las palabras, las moldea, intercambia sus significados, las
introduce en el cubilete y las lanza como si fueran dados de la suerte,
resultando combinaciones siempre agraciadas, manteniendo la curiosidad al acecho
del próximo lance.
Aquí, donde se entrelazan la
fantasía y la realidad, un Ferlosio que escribió Alfanhuí siendo escritor
en ciernes, ya un hombre… acaso tuvo pánico de soltar la mano al niño que fue, no
sea que se perdiese en las ciénagas del mundo adulto.
No, no iba a abandonarlo, tenía que plasmar la perplejidad y el asombro que tienen los ojos de un chiquillo ante la vida. Tenía que escribir Alfanhuí.
No, no iba a abandonarlo, tenía que plasmar la perplejidad y el asombro que tienen los ojos de un chiquillo ante la vida. Tenía que escribir Alfanhuí.
Alfanhuí llegó a Cádiz… foto, Paco Castillo
Pienso sobre aquella decisión que
tiempo más tarde tomó; apartarse de la narrativa, renegar de la ficción, y años
después, transcurrida toda una trayectoria dedicada a las letras, reconsiderar Alfanhuí
hasta el punto de verla como la única novela meritoria en su prolífica carrera.
El Jarama no tuvo la misma suerte, últimamente no perdía ocasión de
denostarla. Ferlosio en estado puro.
Jerez de la Frontera, Paco Castillo, 2019.
Pero nunca dejó de
escribir, se entregó sin descanso al ensayo.
Alfanhuí no es un libro para leer y
después ponerse a contar de qué va la historia.
Alfanhuí es para leerlo, por ejemplo,
cuando uno se va a dormir, y así encontrarse con una veleta de hierro,
esas de los gallos, coronando los
tejados humildes e inmemoriales de los pueblos, siluetas con crestas oxidadas que
vigilan tus pasos en el camino, y guardan el secreto de nuestras huellas
horadando el tiempo.
Entonces esperas serenamente a que
tus ojos se cierren al mundo de la vigilia, una vez te vence el sueño, con el
libro escapándose de tus dedos, cuando las últimas palabras leídas resuenen ya
en otra realidad… es ahí donde comienza Alfanhuí.
El niño que un día se escapó de su
casa, en Alcalá de Henares, cuna de Cervantes, Guadalajara
con sabor a miel, mientras su madre separaba las “chinitas” de las lentejas,
pasó por Madrid, atravesó la Sierra de Guadarrama, caminó por campos
dorados de trigales, bajo las miradas labriegas, llegando finalmente a Palencia,
allí donde vivía su abuela, escuchando a
veces el sonido, cada vez más apagado, de un tren perdiéndose en la lejanía.
Aquel chiquillo que llevaba en el
bolsillo un viejo lagarto de bronce… como el tesoro más fabuloso que pudiera
desearse.
Y yo, barruntando qué diantres voy
a contaros de estas aventuras, si pensaba que es un libro para no contarlo. Venía
dándole vueltas…
Pero ayer mientras regresaba de la
vecina Majadahonda, ya de noche y apunto de llegar a casa, escuchaba música en
el coche, puse algo en consonancia con la carretera sin tráfico, tranquila y
flanqueada por unas praderas; Nature Boy, en versión cantada por Nat
King Cole.
Llegué a mi destino y aparqué el
coche… sin dejar de tatarear Nature boy para “mis adentros”.
Y me dije: “ahí está el
comentario de las Andanzas de Alfanhuí. Gracias Nat.”
Había un muchacho
Un muchacho extraño y encantador
Dicen que deambulaba en la
lejanía,
muy lejos, muy lejos
sobre la tierra y el mar
Un poco tímido
y de ojos tristes
pero muy sabio era él
Y entonces un día,
Un día mágico cruzó por mi camino,
y mientras hablamos de muchas
cosas,
tontas o importantes,
esto me dijo:
Lo más grande que jamas aprenderás
…
Es solo amar
y ser amado también...
Mirando al mar... foto Paco Castillo
No he leído Alfanhuí. Sí que lo hice con "El Jarama" y no puedo estar menos de acuerdo con el autor que se empeña en renegar de la obra. A mí me parece un hito en la literatura española de la época. también he leído algunas de sus poesías. Una de mis poesías favoritas se debe a él:
ResponderEliminarVendrán más años malos
y nos harán más ciegos
vendrán más años ciegos
y nos harán más malos... etc.
Me parece preciosa y muy real.
No sé si me decidiré a leer "Alfanhuí". Otras aficiones me llevan por otro derroteros, pero me ha encantado leerte a ti hablando de este Alfanhuí que no se puede contar y viendo lo precioso que te ha quedado lo que no cuentas.
Un beso.
Pues yo no he leído "El Jarama", aunque lo tengo por casa y lo he curioseado muchas veces, tendré que ponerme uno de estos días. Su faceta poética también es brillante, como muestras con ese magnífico poema.
EliminarGracias por tus palabras, Rosa.
Un beso.
A todo lo que escribes no le quito un punto, me encantó hace ya muuucho Alfanhuí, creo recordar que es el primer libro de prosa poética que leí, la pena que me da es que abandonara la ficción Ferlosio, a saber qué nos hubiera regalado.
ResponderEliminarcuídate
gracias
También me dejó pensativo ese abandono de la ficción, la verdad es que Ferlosio era un tipo muy suyo, muy singular en todos los aspectos, pues sí, a saber de qué hubiera sido capaz el genio de Ferlosio. Gracias a ti.
EliminarCuídate.
Te ha quedado muy poética la entrada. Se nota que sigues bajo el influjo de la lectura de Alfanhuí. Adoro los libros y los escritores que desde esa sencillez que no es nada sencilla de conseguir, consiguen (valga la redundancia) cosas pequeñas pero a la vez tan grande. Tomo buena nota, por tanto.
ResponderEliminarUn abrazo
Supongo que el resultado de mi comentario estaba bajo el influjo poderoso de Ferlosio, su alma poética reflejada en Alfanhuí, así lo tenía que transmitir ;). La sencillez literaria es fruto del talento, cuando ya se tienen muchas tablas vas prescindiendo de esto y de lo otro, puliendo la narración de aristas, y salen esos libros.
EliminarUn abrazo, Lorena.
Durante varios cursos hice leer este libro a los alumnos del antiguo COU. La acogida fue muy buena. Gracias por rememorar lecturas que dejaron una huella muy positiva. La edición que presentas es la misma que tuve entre mis manos.
ResponderEliminarUn gran abrazo
Daba por hecho que tendrías algún entrañable recuerdo de Alfanhuí, pero al leerte me parece estupendo que la relación fuese de esa naturaleza, me gusta lo que cuentas;).
EliminarEn nuestras casas siempre están esos libros que sobreviven en silencio al paso del tiempo.
Un gran abrazo, Luis Antonio.
Muy interesante. Estoy con ganas de leer algo de Ferlosio. Supe de su existencia por Martín Gaite. Los fragmentos que nos regalas están tan bien narrados...que dan ganas de acercarse a una biblioteca y tratar de pasar un rato con él. Vivo lejos de alguna de ellas...pero cualquier día me escapo. Y eso sí..trataré de leerlo en las noches...entre la vigilia y el sueño.
ResponderEliminarUn placer pasear con el libro...con los árboles...las jaras?? O las rosas silvestres?? Todo ello merece la pena. Los libros siguen siendo un alimento intenso para el alma. Un abrazo enorme y buenas lecturas
Ferlosio fue un escritor singular en muchos aspectos, fíjate que renegó de la ficción, denostó algunas de sus novelas, Alfanhuí entre ellas, y con los años encontró el sentido profundo a algunas de esas novelas despreciadas, caso de Alfanhuí, por la que sentía devoción ya en su vejez... y te aseguro que es una delicia leerla, simplemente por descubrir las posibilidades de las palabras para recrear otras realidades, fantasías, historias que sin embrago tienen un cordón umbilical con la realidad conocida.
EliminarYa sabes, María... los paseos campestres y mis libros son marca de la casa (jaras son las flores).
Otro abrazo enorme, amiga.
Lo tengo apuntado, Paco, pero aún me espera 'El Jarama'. He leído, sin embargo, el libro de Javier Cercas acerca del padre de Ferlosio. Más que interesante!
ResponderEliminarReforzaré mi búsqueda, porque el título no es fácil de hallar por aquí.
Una vez más, el 'rescatador de libros' ha hecho su tarea. Enhorabuena!
Un fuerte abrazo, pibe!
Pues haces bien en apuntar el nombre de Ferlosio, es un escritor e intelectual muy singular. Yo leí hace mucho Alfanhuí, y en esas ocasiones en que releo me apetecía volver a esta magnífica narración. También tengo "El Jarama", aunque no tengo prisa por encararlo, siempre me sedujo más Alfanhuí, su poder evocador me arrebata.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marcelo, un fuerte abrazo!