Cuentos.
Julio Ramón Ribeyro (Lima, 1929-1994)
Cátedra.
Edición de Mª. Teresa Pérez, 2008. Ilustración de cubierta, George Grosz, “Escena
en la Kufurstendamm”. 320 páginas.
Por
San Ignacio, Cajamarca, Perú. Foto, Paco Castillo.
Llegó
Ribeyro, y sus Cuentos.
Ribeyro
en París. Archivo internet.
Como
uno de esos pistoleros del celuloide, aquí, en los cuentos, encontramos al
Ribeyro rápido y certero manejando su colt particular; la palabra, esa es su arma
de construcción masiva, con ella dispara una prosa ágil, apoyada en un sentido
del humor sombrío que el peruano dominaba con virtuosismo. Enemigo acérrimo del
exceso descriptivo, defensor de la concisión como todo buen cuentista.
Ejemplo
de lo que digo es este fragmento del prólogo, y aunque alude a otra de sus
obras, “Dichos de Luder” es muy elocuente:
“-Luder
lo expresa sin remilgos:
«-Cuando a Balzac le entra la manía de la descripción –observa un
amigo- puede pasarse cuarenta páginas detallando cada sofá, cada cuadro, cada
cortina, cada lámpara de un salón.
-Ya lo sé -dice Luder-. Por eso no entro al salón. Me voy por el
corredor.»
Dichos de Luder.
Queda
patente el parecer de Ribeyro a través de su célebre personaje, Luder.
El que abre esta antología es sin duda el más famoso de su carrera; “Los gallinazos sin plumas.”
Por Lima, Paco Castillo
Ya
comenté en la entrada preliminar sobre Lima y el autor peruano, esa correspondencia
unívoca entre sus cuentos y su ciudad natal. Así, Lima es tan ficticia como un
cuento de Ribeyro, y éstos son tan “reales” como la “irreal” capital.
La
prosa pulida que pretendía Ribeyro no podía tener aposento más idóneo que el
cuento, actuando como una lupa sobre el desaliento y la cara ingrata de la vida
que Lima no podía esconder, pues siempre se vio sobrepasada por la magnitud y
extensión de sus dolencias.
No
existe mayor gloria, o victoria, para esta caterva de personajes ribeyrianos,
seres doblegados por la vida, acosados sin tregua por el fracaso, que
sobreponerse, un día más, a su mezquina existencia.
Pero
Ribeyro perfila los contornos de estos personajes acentuando su carácter
excéntrico, y por ello nos resultan atrayentes. El propio autor así era visto
por sus colegas, un hombre instalado siempre en la excentricidad.
Por la costa del Pacífico, Perú. Paco Castillo.
Son
las barriadas populares de la clase media el material predominante de estos
cuentos. Es la capa que él conoce mejor.
Y
no tanto aquellos poblados directamente marginados, míseros de solemnidad, como
los cerros y la periferia… de la periferia, aunque fue captada por la retina de
Ribeyro, pero en menor proporción.
Del
mismo modo que la “Lima noble”, de barrios elitistas como San Isidro y
Miraflores, tuvo en Bryce Echenique a su cronista más agudo.
Hay
una atmósfera de tintes kafkianos en muchos de estos cuentos, pues el peruano
era un gran admirador de Kafka, por ejemplo el cuento “Nada que hacer, Monsieur
Baruch” se da cierto aire a “La Metamorfosis”. Sin olvidar también la huella de
Faulkner, Joyce, por supuesto Cervantes, y alguno más. A todos ellos leía y
releía con renovado entusiasmo.
Aunque
muestra un mundo ingrato, conviene señalar que Ribeyro no quiere ejercer de
moralista en sus cuentos, nos muestra las situaciones que conoce, pero elude emitir
juicios de valor sobre la pobreza, la corrupción, la violencia, etc. La toga de
juez se la deja al lector.
Foto, Paco Castillo, Perú.
El
realismo será la corriente predominante en sus cuentos, sin ignorar que todo se
asienta en un fino manto de fantasía, como las cenizas de un volcán adheridas
al entorno, no moldea su geografía pero obtenemos una visión distorsionada del
paisaje.
Él,
con su peculiar ingenio, lo matizó así en uno de sus preceptos acerca de los
rasgos del cuento:
“La historia del cuento debe ser real o inventada. Si es real debe
parecer inventada y si es inventada real.”
Ni
de lejos voy a comentar los dieciséis cuentos de la edición, menuda sobredosis, expondré
algunos representativos del universo ribeyriano.
El que abre esta antología es sin duda el más famoso de su carrera; “Los gallinazos sin plumas.”
Vamos
directos a una situación brutal que afecta a dos niños, hermanos para más
señas, huérfanos y explotados por un pariente sin escrúpulos.
Efraín y Enrique, los hermanitos huérfanos, viven bajo la tutela (la tiranía más bien)
de un abuelo desalmado, éste los muele a golpes y los obliga a husmear entre
montañas de basura, como hacen los gallinazos, ave carroñera muy común
allí, con el único objetivo de encontrar comida putrefacta, y así alimentar al
insaciable chancho (gorrino), que campa a sus anchas por la cochambrosa azotea
de la casa.
El
porcino, como si de un rey se tratara, es el bien más preciado para el abuelo.
Ribeyro nos mete de lleno en un panorama sórdido, mitigado en parte por la fina ironía y ese humor negrísimo suyo tan genuino.
Otro
cuento memorable, o así me lo ha parecido, es “Fénix”.
Perú, Paco Castillo
Nos situamos en el acontecer de un circo itinerante por diversas ciudades peruanas.
Los integrantes y artistas del circo, también sus animales circenses; un oso
luchador, un gorila… de lo más singular, configuran un conglomerado humano y
animal estrafalario, sus excentricidades e incongruencias se convierten en
retratos sublimes, metáforas ingeniosas del paisanaje humano captado por
Ribeyro en las incursiones urbanas.
Traslada esos “apuntes de campo” al circo
itinerante, una suerte de espejo que deforma la realidad. Ribeyro envuelve lo
grotesco en esa atmósfera de romanticismo decadente tan propia de los viejos
circos.
En "Terra Incognita" descubrimos la pasión de Ribeyro por los maestros y poetas
grecolatinos. Los inserta en su cuento desde su particular óptica, apoyada en un maridaje de fino humor y desencanto, encajando todo a la perfección.
Caserío de Cesara, Perú. Paco Castillo.
Aquí
tenemos una narración metaliteraria. Su protagonista es el profesor don Álvaro,
hombre ya retirado, amante de la cultura, la literatura clásica, la filosofía…
un humanista, vaya.
Un día se encuentra deambulando por algún barrio limeño, un
tanto desorientado va recalando en cantinas, parques, callejuelas de fauna
social variopinta e inclasificable. Ribeyro se las arregla para meter por ahí,
como quien no quiere la cosa, a su admirado Platón, Tucídides, Anacreonte, etc,
etc. De ello resulta una historia exquisita, la erudición y el gran
conocimiento que Ribeyro atesoraba de los clásicos, se acopla al ambiente
limeño con asombrosa habilidad.
O "Silvio en el Rosedal", un cuento delicioso sobre la rutina, esa alimaña
silenciosa que va engullendo uno tras otro nuestros sueños de convertirnos en
un ser que, por fin, se ha librado de los grilletes invisibles que nos aferran
a eso… la rutina.
Atrapado en una carretera limeña. Paco Castillo.
Si
alguien se pregunta que buscaba Ribeyro en los cuentos, aquí hay una
pista, pero solo es una pequeña señal, entre los múltiples silencios, que son
como palabras secretas, enterrados en su alma:
“Nunca he podido comprender el
mundo, y me llevaré de él una imagen confusa.”
Parece que todo se confabula para que yo lea cada vez más cuentos y relatos cortos. Acabo de leer "Solo hay una clase de monos que estornudan" y el primero de Pedro Fabelo sobre el Absurdo. Este de Ribeyro me atrae muchísimo. Además hace que no leo nada de Perú y es una literatura que me gusta mucho. Ya sabes de mi preferencia por Bryce Echenique y esa clase alta que retrata. "Un mundo para Julius", "No me esperen en Abril", pero sobre todo las dos novelas sobre Martín Romaña que son lo primero que leí del autor y me encandilaron para siempre.
ResponderEliminarPasar a la clase media me resulta muy interesante y los cuentos que describes son muy tentadores.
“La historia del cuento debe ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada y si es inventada real.”
Una frase para la historia. Creo que eso es lo que les da a los cuentos su magia; esa dualidad que se confunde entre fantasía y realidad.
Una reseña de las que enganchan y obligan.
Un beso.
Hola, Rosa.
EliminarPues me alegro de avivar tu deseo por estos cuentos, eres una lectora fecunda y exigente así que me consta que te acoplarías muy bien al estilo de Ribeyro, certero, mordaz, una prosa muy rica en sus posibilidades de recrear atmósferas ingratas pero siempre desde el sentido del humor, un humor propio de un ser tímido y excéntrico como pocos... una combinación muy sugerente.
Bryce Echenique nació en una familia de muchos posibles, de esas con aire distinguido que tanto sobresalen en una ciudad como Lima, acomodados en los barrios elitistas de la ciudad, y Echenique fue su cronista, pero poco complaciente con ellos, jeje.
Ribeyro provenía también de buena familia... ya venida a menos, pero en su casa se respiraba un ambiente culto, sobre todo por parte del padre, entusiasta de Balzac, Stendhal, Baudelaire, Victor Hugo, Proust, etc, etc, una gran amante de los clásicos franceses, cuyas obras atesoraba en la casa.
Los cuentos del peruano es una muestra excelente de la mejor literatura latinoamericana.
Ribeyro tiene frases memorables, no en vano cultivó los aforismos con brillantez.
Un beso.
Bueno, por fin nos traes a Ribeyro. Destaco al igual que Rosa esa magnífica frase que sintetiza tan bien lo que ha de ser un cuento. Hace varios años que le he cogido el gusto a leer relatos y cada vez los disfruto más, así que me apunto estos para disfrutar de una Lima tan real como inventada.
ResponderEliminarUn abrazo
Lorena, lánzate a por Ribeyro sin paracaídas, vas a tener un aterrizaje seguro y disfrutarás de uno de los mejores cuentistas en nuestra lengua, sus cuentos tienen la virtud de profundizar en nuestros fracasos sin perder nunca de vista una mirada irónica, humor negro si quieres, sobre nuestra condición.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Paco vengo de leer la reseña que justo ha hecho Rosa de un libro de relatos de humor y le comentaba que el humor es uno de los géneros que considero más complicados en la literatura y el humor inteligente, ese que se usa para contar aquello que a veces duele y que usándolo nos permite adentrarnos en mundos muy dolorosos, en los que el escape es ese reírse hasta de uno mismo y de todo aquello que tanto hiere.
ResponderEliminarGracias por la propuesta.
Disculparme porque estoy un poco ausente del blog, demasiado trabajo y poco tiempo y llego a casa muy cansada para volver a ponerme en el ordenador.
Besos y muy buena semana
Empiezo por tu final, no tienes que disculparte de nada, querida amiga, sé de sobra que no puede estirarse el tiempo... soy padre de niñas pequeñas, y apenas me dan respiro, y ahora en vacaciones ni te cuento ;). Uno ha de sentirse libre para visitar los blogs, nada de asumirlo como una obligación, yo mismo voy a salto de mata entre unos y otros, basta que tenga idea de ir a tal o cual blog, para que se me pase por cualquier acontecimiento doméstico... y de repente me doy cuenta que pasaron dos semanas!! jaja.
EliminarEl humor de Ribeyro es sublime, era un escritor muy culto, excéntrico, tímido enfermizo, así que hizo del sarcasmo y el humor negro todo un arte vertido a la literatura, de lo mejorcito que puede encontrarse en su género.
Besos y que tengas una semana sin mucho agobio!!
No me sorprende la devoción que sientes por Ribeyro. De este peruano solo conozco "Prosas apátridas". El adjetivo del título me encanta. Las patrias conllevan confrontación (En Cataluña la estamos sufriendo...)
ResponderEliminarLos temas que aborda nunca pierden vigencia: la memoria, la vejez, la infancia, el sexo, el amor... todo ello expresado con un estilo preciso, elegante y con la ironía con amargo sabor que ponen de manifiesto la gran lucidez de este pensador.
Un abrazo, Paco
El concepto de "patria" nunca está exento de tensiones. Digamos que la patria de Ribeyro, hombre cosmopolita, siempre fue la escritura, la palabra.
EliminarAsí es, un pensador lúcido que conviene visitar de cuando en cuando.
Un fuerte abrazo, Luis Antonio.
Me escribía hoy un amigo mexicano hablando de una escritora amiga suya, cuentista como Ribeyro, que dio un nombre al árbol de su jardín -y junto a él está enterrada-, Esteban lo llamaba, y supongo que eso es lo que son los cuentos, dar nombre a las cosas que pasan en tu jardín, o en tu casa, o en tu mente o... Al menos los cuentos que a mí me gustan.
ResponderEliminarcuídate Paco
gracias
Tienes unas historias de lo más interesantes, amigo Wineruda, admito que me has dejado intrigado con esa escritora cuentista y la anécdota del árbol, seguro que Ribeyro extraería de ello una historia magnífica... o tú mismo ;)
EliminarCuídate amigo, gracias a ti.
No creo traicionar la confidencialidad de la carta de mi amigo si te digo que es una escritora con multitud de libros publicados, muchos de ellos en España,- infantiles muchos, cuentos, ensayos, novela- que se llamaba Maria Luisa Puga.
EliminarCuídate
Pues muchas gracias por la revelación, amigo Wineruda. Miraré ese nombre a ver por cuales caminos me lleva.
EliminarCuídate!!
Acabo de leer a Leo Perutz y Ribeyro parece una buena opción para seguir por la senda del buen relato.
ResponderEliminarEscribir para entender el mundo: al fin y al cabo cuando escribes viertes queriendo o sin querer todo lo visto, vivido y pensado. Casi un psicoanálisis involuntario y me gusta encontrar, bajo el sustrato cultural de cada escritor, cuestiones que son universales.
Un abrazo.
Gerardo, no tengo claro si Ribeyro escribía para entender el mundo o para escapar de él. Pero es evidente lo que dices, verter tu experiencia vital en la escritura. Sea como sea, Ribeyro pasa sus cuitas o incertidumbres por un tamiz de humor siniestro que actúa de gran lupa sobre la vida y nuestra condición. Su prosa es exquisita, no le dejes escapar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aparte de leer 'Prosas apátridas', tengo aún ese volumen extenso que recopila gran parte de la obra de Ribeyro titulado 'La palabra del mudo'.
ResponderEliminarYo he descubierto su prosa gracias a ti, Paco, que lo has mentado muchas veces. Éste de 'Cuentos', por Cátedra no se si será posible de hallar.
Me he dado cuenta hace unos días que, si pegas tu vista y tu oreja a lo que ocurre en derredor, tienes suficiente material para cuentos.
Un abrazo, chaval!
Conozco ese volumen, lo he visto alguna vez por ciertas librerías, es de suponer que vendrán los cuentos más aclamados de Ribeyro. La edición de Cátedra aporta, como de costumbre, un extenso prólogo, magníficamente documentado, profuso en anécdotas personales de Ribeyro y análisis somero de alguna obra más del autor. Muy recomendable, pero para leerlo después de los cuentos, hay que hacerlo con la mente hábida de sorpresa, limpia de "archivos".
EliminarLos blogs es lo que tienen, un intercambio de literatura valioso. Gracias, Marcelo.
Un abrazo!!
Me asombra -hace poco que te conozco pero estoy deslumbrado- tu recorrido por Lima y por Ribeyro a través de sus calles y sus personajes en sus cuentos. ¿Hay mejor recorrido de una ciudad que un recorrido literario? Lima me queda muy lejos pero ¿hay acaso mejor lectura de un país o una ciudad que leer literatura? No he leído nada de Ribeyro pero me atrae tanto su aspecto social como su adscripción clásica. En un tiempo fui un lector ávido de literatura del América hispana y brasileña, pero hace mucho tiempo que no leo sobre este mundo salvo una novela sobresaliente de Giuseppt Caputo titulada Un mundo huérfano. Tomo nota de Julián Ramón Ribeyro para incluirlo en mi canon lector. Muchas gracias.
ResponderEliminarHola Joselu, me complace haberte procurado esta buena acogida por aquí, valoro mucho tu criterio, pues me pareces una persona de pensamiento lúcido, de los que te muestran senderos poco transitados, y eso es de agradecer.
EliminarMis viajes siempre están entrelazados con la literatura, es viajar con una perspectiva más amplia y rica, amigo Joselu, me consta que tú también lo haces. Tomo nota igualmente de Giuseppt Caputo y su Mundo huérfano, tiene muy buena pinta. La literatura latinoamericana es refugio de una legua castellana muy bien tratada, culta y elegante, solo por eso ya es un placer leerla.
Muchas gracias por tus interesantes aportaciones.