P. Castillo

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sábado, 4 de mayo de 2019


Casa de muñecas (1879). Pato salvaje (1884). Henrik Ibsen (Noruega, 1828-1906)



Club Internacional del Libro, 1983. Prólogo de Luis Angel García Melero. Traducción (no hay referencia). 190 páginas. Género teatral.




Tengo un vecino clavado a Henrik Ibsen, no porta esa testa leonina del autor nórdico, pero yo encuentro un parecido más que razonable. Claro, de no haber leído al prestigioso dramaturgo noruego dicha circunstancia me habría pasado desapercibida. El caso es que ahora veo a mi vecino y al esquivo Ibsen como un solo ser.


Foto: https://www.nationaltheatre.org.uk


Da igual que uno fuera noruego y este sea extremeño.

Mi vecino es como aquel escandinavo transido de apatía. Es un tipo ya mayor, como el Ibsen de las fotografías, de carácter agrio, rara vez saluda.

Pasea solitario entre las gentes, pero en vez de acabar en el Grand Cafe de Oslo (lugar que por cierto conozco), como hacía el noruego, el representante patrio concluye en un banco al aire fresco cerca del domicilio, y con una barra de pan en su regazo.


Nasjonalbiblioteket NO https://www.nb.no


Ni siquiera mordisquea el cuscurro tostado (RAE, Cuscurro: Parte del pan más tostada que corresponde a los extremos o al borde), y esto definitivamente me confirma que vive en otro mundo, al margen de sus semejantes. 

Es algo regordete y no muy alto como Ibsen. Así mismo se le advierten pocas muecas risueñas a mi vecino, tal vez quiera ahogar la risa, pues probablemente le duela la cara igual que le pasaba al inolvidable Tristón, la hiena (véase Leoncio y Tristón¡Oh cielos, qué horror! Musitaba nuestro sombrío y moteado amigo).

Si acaso, sentado en su banco habitual, levanta la vista de cuando en cuando al cielo del suroeste tirando hacia Toledo, porque si se atisba encapotado allá, significa que lloverá por aquí. 


En la parte derecha de la imagen, Ibsen, apostado junto a la farola y otra viandante. Observa la hora en el reloj del edificio situado en la karl Johans Gate. https://www.nb.no


En cuento a la lectura, eché mano de mi viejo ejemplar, Editorial Club Internacional del Libro. Tiene un excelente y extenso prólogo de Luis Angel García Melero, pero solo he ojeado dos o tres párrafos.


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Foto, Paco Castillo

De ahí que haya decidido mostraros esta síntesis de Cátedra, que también publicó este título.



Lo escribo por si cuesta leerlo:


“Henrik Ibsen (1828-1906) nació en Noruega, en un medio en el que imperaba una moral estrecha de miras, una vigencia desesperante de la superstición y del miedo. Todo a su alrededor era considerado pecado, todo merecía un reproche, una advertencia sobre el posible mal que podría acarrear cualquier acción que se emprendiera. Por eso sus personajes no se contentan con vivir la vida cotidiana, necesitan un proyecto que realizar aunque éste sobrepase sus fuerzas y les haga sentirse solos, incomprendidos e incluso derrotados, pero orgullosos por haberse aventurado a conseguirlo.


En "Casa de muñecas" y "El pato salvaje" plantea Ibsen la tragedia de la mentira vital. Nora Helmer, en "Casa de muñecas", es una joven que ha sido educada para llevar una venda en los ojos y servir de juguete primero a su padre y luego a su marido. Cuando la venda cae, Nora comienza a ser "alguien". Gregorio Werle, en "El pato salvaje", concibe un proyecto para poner al descubierto a unos seres hipócritas, egoístas e indignos, aunque entre ellos se encuentre su propio padre.”

En este resumen ya tenemos los ingredientes principales para hacernos una primera idea.

A Ibsen se le reconoce un mérito de gran relevancia para la cultura europea; romper con el teatro decimonónico de entonces e inaugurar el teatro contemporáneo, el llamado teatro de ideas, tal y como lo conocemos ahora. Él es el artífice de dicho viraje.


Obtuvo más notoriedad con este drama teatral por el escándalo social provocado en su momento, que por la indiscutible calidad literaria de la obra, lo que tampoco se obvió, huelga decirlo.

Hay que poner en contexto esta creación con la época que la vio nacer, para hacernos un idea de la osadía que supuso escribirla.

Foto, Paco Castillo


El sector más puritano de la sociedad no aceptó el paso adelante del dramaturgo; esto era criticar sin ambigüedades la sumisión que padecía la mujer llegado el matrimonio, permaneciendo a la sombra del hombre, convirtiéndola en una muñeca, un juguete en manos del marido a quien debe obediencia absoluta. Situación que  encarna claramente el personaje de Nora, la esposa protagonista de “Casa de muñecas”

De ahí el título, metáfora perfecta de lo que eran aquellos hogares familiares para las esposas bajo la tutela del patriarcado, consideradas seres incapaces de tomar iniciativas y decisiones importantes. Mujeres como personas de inferior valía respecto a los hombres, y sometidas totalmente a la voluntad de éstos.

Contra esta injusticia se revela Ibsen, escribiendo un drama teatral que no ha dejado de representarse en buena parte del mundo hasta el presente. Y desde su estreno, un 21 de diciembre de 1879, es significativo que aún sea del todo pertinente su representación… lo que viene a decir que todavía queda camino por recorrer en esta cuestión.





Esas gentes de “moral intachable”, educados en la rectitud del luteranismo no perdieron ocasión en atribuir el alumbramiento de la obra al desequilibrio emocional del autor, tratando de que eso ensombreciera su incontestable talento.

Atributo que obviamente reconocerían en su fuero interno, pues el talento es asunto impepinable; se tiene o no se tiene, e Ibsen lo atesoraba a raudales.

Esa rigidez luterana se aprecia muy bien en las novelas de su compatriota y amigo, galardonado con el Nobel en 1903, Bjørnstjerne Bjørnson, narraciones de ambientes provincianos y rurales, caso de Synnöva Solbakken que leí hace tiempo, así sabemos que no había hogar campesino en Noruega sin la Biblia (generalmente el único libro de la familia), uno de sus bienes más sagrados y de obligada lectura en las casas. 




Y tal vez algo consiguieron esos hombres y mujeres “de bien” con el encono que le mostraron, convirtiendo a Ibsen  en un ser más antisocial y huraño de lo que ya era. Aunque finalmente se produjese la reconciliación tras el reconocimiento internacional, lo de siempre, vamos.

Por otra parte, sabido es que Ibsen pasó un periodo extenso de su vida fuera de Noruega, tanto por formación en su carrera como por hastío hacia su tierra, residiendo en varios países europeos en los que cosechó notables éxitos.

Por eso cuesta creer que en 1879 este hombre, cuyo aspecto no desentonaba con el machista más beligerante, se echase a las espaldas el compromiso de exponer el agravio hacia la mujer, además sabiendo la que se le vendría encima.

Uno no se imagina al escritor malhumorado, caminando solitario y taciturno por las calles de Oslo, escribiendo una obra cumbre en cuanto al verdadero lugar de las mujeres. Una historia que el feminismo más madrugador ya abanderó como símbolo de protesta ante la intransigencia del machismo. Y cuando veo las fotos de Ibsen, con esas echuras de Mr. Scrooge, pienso en  esto sorprendido y fascinado.

Foto internet


Tenía que ser una página sobre la española Margarita Xirgu , destacada actriz teatral del siglo XX, el hallazgo que me permite mostraros estas afirmaciones de Ibsen:

<<Existen dos códigos de moral, dos conciencias diferentes, una del hombre y otra de la mujer. Y a la mujer se la juzga según el código de los hombres. [...] Una mujer no puede ser auténticamente ella en la sociedad actual, una sociedad exclusivamente masculina, con leyes exclusivamente masculinas, con jueces y fiscales que la juzgan desde el punto de vista masculino>>

En 1915 Margarita Xirgu representó “Casa de muñecas” en el Teatro Eslava de Madrid.



Guión de “Casa de Muñecas” con la fotografía de Margarita Xirgu. Archivo Xavier Rius Xirgu


Lo significativo de todo lo anterior es que Ibsen reiteró en varias ocasiones que su obra no era feminista, pues se había limitado a reflejar un caso real, ocurrido a una amiga suya, escritora, que vivió una historia similar. De ahí partió la idea del dramaturgo para Casa de muñecas. Si bien, era consciente de la necesidad de reparar el daño que se hacía a la mujer simplemente por el hecho de serlo.

Otro aspecto que mucha gente ignorará, tal era mi caso, es la enorme influencia que tuvo su obra, también la de su amigo Bjørnson, en el movimiento anarquista español, dada la popularidad que tenía el teatro entre la clase obrera:

“La influencia de Ibsen en el anarquismo español fue muy profunda. Ibsen fue aplaudido por el mensaje social de sus obras y se le consideró portavoz del nuevo espíritu progresista. Su ataque a los convencionalismos sociales fue interpretado como un ataque contra la sociedad española de su época.”

Fuente: http://www.aat.es/elkioscoteatral/las-puertas-del-drama


Es probable que muchos  asocien obra teatral con ritmo narrativo poco fluído, Casa de muñecas y, especialmente, Pato Salvaje deshacen todas esas ideas, son textos vibrantes, con unos desarrollos vertiginosos, con una tensión narrativa que no te deja respirar.

Ibsen se cuida de caer en diálogos extensos, en disquisiciones interminables de los protagonistas, incluso predominan las conversaciones triviales, o al menos en un tono distendido, pues uno en su hogar usa el lenguaje coloquial, nada del adjetivo rebuscado, solo la palabra precisa como siempre predicaba Azorín.


De esta manera evita el léxico artificioso, pero ese lenguaje cercano posee afirmaciones, titubeos, opiniones, deseos, verdades y engaños que cargan sobre nosotros todo su poder reflexivo.



Por todo ello, la intensidad narrativa que logra en Casa de muñecas, y que irá in crescendo hasta la conclusión, es espectacular.





Son estas últimas páginas arrebatadoras, configurando uno de esos finales antológicos según la crítica, y no puedo estar más de acuerdo.

Sirvan estas líneas, un diálogo de Nora con su marido, Torvald Helmer, para hacerse una idea de la “temperatura” que adquiere la obra próxima a su término. Añado que Ibsen no ha construido a Helmer como un marido despreciable, ni violento, nada de eso, al contrario, se muestra atento con Nora, solo que desde un rol paternalista, con una visión totalmente sesgada del papel que representa la mujer en la sociedad. Ya os dejo con el fragmento:


"Nora._ Ocho años de vida en común, desde hace aún más tiempo, desde el día que nos conocimos, no hemos intercambiado una palabra seria sobre cosas serias (…) nunca hemos hablado en serio de ninguna cosa.

(…)
Helmer._ Pero querida Nora. ¿Es que te habría gustado eso?
Nora._ Lo ves; nunca me has comprendido, me habéis hecho mucho daño, Torvald. Primero papá y luego tú.
(…)

Helmer._ ¡Qué insensata y desagradecida eres!
(…)

Nora._ Ahora mismo me voy de tu casa. Christine me acogerá por esta noche…
Helmer._ ¡Estás loca! ¡Eso no te lo consiento! ¡Te lo prohíbo!

Nora._ No te servirá de nada prohibirme ya nada. Lo que me pertenece me lo llevo. De ti no quiero nada, ni ahora ni después.
(…)
Helmer._ Eres una criatura obecada y sin experiencia.
(…)
Helmer._ Esto es indignante. ¿Así que te apartas de tus deberes más sagrados?
(…)
Nora._ ¿Cuáles crees tú que son mis deberes más sagrados?

Helmer._ ¿Tengo que decírtelo ahora por primera vez?. Los deberes para con tu marido y para con tus hijos.
Nora._ Tengo otros deberes igualmente sagrados.

Helmer._ No los tienes. ¿Cuáles son, pues?
Nora._ Los deberes para conmigo misma.

Helmer._ Ante todo eres esposa y madre.
Nora._ Eso ya no lo creo. Ante todo soy una persona, creo yo, lo mismo que tú, o al menos intentaré serlo. Sé que la mayoría de las gentes te darán la razón a ti, Torvald (…)
(…)
Helmer._ hablas como una niña. No entiendes la sociedad en la que vives.
Nora._ No, no la comprendo. Pero ahora voy a conocerla. Tengo que convencerme de quien tiene la razón, si la sociedad o yo.
(…)
Nora._ (…) Te devuelvo tu anillo. Dame tú el mío
Helmer._ ¿Hasta eso?
Nora._  Sí, hasta eso."





PATO SALVAJE.

El cónsul Werle celebra una animada velada en su residencia, hay un reducido grupo de amigos, o más bien conocidos, y además acude su hijo, Gregers Werle, a quien hace tiempo que no ve, pues reside en otra localidad. El hijo se encontrará en la fiesta a un buen amigo, el fotógrafo Hjalmar Ekdal, da la casualidad de que el padre de este amigo y el cónsul eran viejos colaboradores, de ahí surgió la amistad entre los hijos.


Gregers Werle tiene una relación difícil con su padre, a quien guarda un gran resentimiento. Nunca le ha perdonado la humillación que sufrió su madre, ya difunta, por las continuas infidelidades y menosprecio del cónsul. Éste, como tantos hombres, consideraba el hecho de tener amantes por aquí y por allá, una especie de “derecho natural” derivado de su condición varonil, actuando con impunidad y ausencia total de remordimientos.



El hijo aprovechará la ocasión para ajustar cuentas con su progenitor, y decirle cuatro verdades a la cara.

Ibsen nos muestra una atmósfera en donde campa la hipocresía, la simpatía impostada entre unos y otros mientras ríen bebiendo su ponche en la fiesta del cónsul. A través de las distendidas conversaciones que mantienen los personajes, nos irá descubriendo la farsa que se esconde tras dichos actos sociales. 

El drama en “El pato salvaje”, o “El pato silvestre” según otras ediciones, se torna más trágico que en “Casa de Muñecas.”

Varios días después de la fiesta, una serie de malentendidos en el hogar de Hjalmar Ekdal, durante la visita  de su amigo, Gregers Werle, en los que se ven involucradas la mujer de Hjalmar y la hija adolescente de ambos, irán precipitando las cosas, como una riada que va creciendo y acaba llevándose todo por delante.




Aquí he percibido ciertas confluencias de estilo con el gran Dostoievski, en las relaciones envenenadas entre padres e hijos (Los hermanos Karamazov, en el caso del escritor ruso), Ibsen, como Dostoievski, escarba en nuestras interioridades y logra una trepidante tensión narrativa hasta la eclosión final.

En el fondo, todos los personajes ibsenianos, igual que los de Dostoievski son seres desubicados del entorno que les rodea, personas que buscan su lugar en el mundo, que luchan por recuperar una dignidad perdida. Y eso les hace sumamente atractivos como apuesta narrativa.

Si algún posible candidato a la lectura de estas obras se desanima por ser género teatral, me atrevería a asegurarle que su recelo se esfumará al poco de empezar. Yo me he quedado literalmente pegado al libro, no siendo capaz de soltarlo hasta acabarlo en un tiempo inusitadamente rápido, dada mi parsimonia lectora.

Aunque siempre nos quedará el cine.


El Séptimo Arte también se llevó a su terreno estas obras de Ibsen. Aparte de las viejas producciones nórdicas, las más recientes que existen ya tienen algunos años, por ejemplo la versión cinematográfica de "Casa de Muñecas" española (las hay anteriores en nuestro país) de 2002, dirigida por José Manuel Armán y protagonizada por Amparo Larrañaga , Pedro Mari Sánchez y Juan Diego entre otros.

Casa de muñecas, escena de la película española con Amparo Larrañaga y Pedro Mari Sánchez.


También la producción inglesa en 1976, de Patrick Garland, con Claire Bloom, Anthony Hopkins y Ralph Richardson encabezando el reparto, magnífico sin duda.

Fotograma de Casa de muñecas en el film británico, con Anthony Hopkins y Claire Bloom en la imagen. http://www.actors-studio.org



Respecto a Pato Salvaje os traigo esta interesante producción australiana de 1983, dirigida por Henri Safran y que cuenta con una pareja de lujo para los papeles principales, nada menos que Liv Ullmann y Jeremy Irons.


Escena de Pato Salvaje. http://history.sffs.org/film

A medida que mediocridad literaria va inundando los escaparates, más marginal se torna la obra de un autor como Ibsen. Una escasa visibilidad que, siendo un autor tan influyente, no deja de sorprenderme.

Pues eso, entre los restos del hundimiento, me aferro a Ibsen como el náufrago al bote salvavidas.




No puedo irme sin dejaros con Edvard Grieg, uno de mis compositores favoritos, y creador de esta bellísima pieza musical que le encargó el propio Ibsen para su drama, Peer Gynt. Ahí va mi movimiento predilecto de esta composición, Morning Mood:




16 comentarios:

  1. No leo teatro y creo que el único motivo de que no lo haga es la falta de costumbre. Alguna vez me he planteado hacerlo, de hecho Casa de muñecas ha figurado siempre como una firme candidata para ello, pero, al final, pues eso, vence la costumbre.
    Pato salvaje no la conocía pero también tiene una pinta estupenda con esos personajes, como comentas, tan desubicados en el mundo en el que viven.
    Me ha parecido muy interesante todo lo que cuentas en tu entrada. A mí me ha animado a leer teatro. A ver si de esta mi propósito se materializa.
    Un abrazo

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    1. El teatro como lectura (también escénico), es un asunto periférico, de minorías, pero basta una primera experiencia, eligiendo bien, para querer seguir explorando ese camino tan poco frecuentado. Ibsen es una apuesta ganadora, como B. Shaw, Chejov, Strindberg, Valle Inclán, Wineruda nos ha puesto unos ejemplos magníficos, hay para escoger y disfrutar. La costumbre es difícil de doblegar, desde luego, pero tú eres una lectora valiente, y exigente, al tiempo, Lorena, te veo con Ibsen, ya verás ;)
      Un abrazo.

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  2. De Ibsen solo he leído "Casa de muñecas" y además he visto varias adaptaciones en teatro y en cine. De "Patos salvajes" solo he visto una adaptación a teatro en televisión. Recuero do poco más allá de que me gustó. Pero fíjate que la obra que más me ha impresionado del autor es "El enemigo del pueblo", de la que vi también una adaptación teatral en televisión que me gustó mucho. Muestra cómo la mayoría, esa masa de la que hablaba yo hace poco en la reseña de "El informe Brodeck" es capaz de acallar las verdades más patentes siempre que sean desfavorables para esa mayoría. El título es muy curioso porque no se sabe exactamente quién es realmente el enemigo del pueblo. Bueno sí se sabe, aunque no todos estarían de acuerdo al señalarlo.
    Desde luego, Ibsen es un valor seguro al que aferrarse. Me queda mucho por conocer de él.
    Un beso.

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    1. Fíjate, Casa de muñecas no está considerada por la crítica como su mejor obra, aunque todos están de acuerdo en que fue la que más lejos llegó, de alguna manera rompió moldes en su país, Noruega, fue un tremendo vendaval literario. Las adaptaciones al cine no las he visto, o si he visto alguna no la recuerdo ahora,pero tienen una pintaza estupenda, todo será sentarse un día en el sofá y disfrutar de una buena sesión ;). El enemigo del pueblo tiene grandes elogios, pero es que Ibsen convierte una historia en un acontencimiento que te deja huella, eso también me sucede con Dostoievski, son dos genios.
      Tienes que volverlo a catar, Rosa.
      Un beso.

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  3. POco adepto como soy al teatro en escenario, leo más o menos frecuentemente obras de teatro, de ellas está que citas la primera, casa de muñecas fue de la priemeras que leí, tuve una hermosa colección ("tuve" porque la presté y...) de la editorial ALFIL, me valían para un roto o un descosido, es decir para leer de un tirón hasta de pie: desde POncela, hasta MIller, pasando por MIhura, Ibsen, Shaw, SAstre, Buero, Strindberg...en fin, que me gusta leer teatro.:)
    un abrazo
    cuídate

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    1. La lectura de teatro puede ser más trepidante que mucha literatura novelada, Ibsen es una buena muestra. Wine, somos unos románticos, esas viejas ediciones tiene un encanto peculiar, con ese olor a tiempo reposado en las páginas, el tacto, en fin... qué te voy a contar a ti! jeje.
      Menuda nómina de autores has dejado, Buero siempre declaró su gran admiración por Ibsen, y reconoció en su teatro la impronta del dramaturgo noruego.
      Un abrazo y cuídate también.

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  4. Extraordinaria entrada, Paco. Enhorabuena.

    Leí esta obra en mis años universitarios y me quedó una idea bastante clara: Ibsen era muy consciente de la sociedad que le tocó en suerte y de que sólo se podía cambiar el mundo actuando y en su caso escribiendo...En aquella época no supe apreciar el contenido feminista que hoy se le atribuye aunque la destreza del autor perfilando la psicología de los personajes femeninos es claramente manifiesta.

    También recuerdo el desenmascaramiento de Nora cuanto exclama. "Me quito el disfraz" encarándose con su marido.

    Ibsen, sin embargo, muestra cierto optimismo respecto a la mejora social que se irá experimentando en el futuro...

    Un abrazo, Paco






    Un abrazo

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    1. Dices muy bien, Luis Antonio, señalando esa mirada atenta de Ibsen sobre la sociedad de su tiempo, pretendiese o no el sentido feminista de la obra, fue un escrito que muchas mujeres acogieron con enorme agradecimiento, su valía es indiscutible, y su lectura una gozada. Nora es un personaje de los que dejan huella.
      Uff, no sé si llamar optimista a Ibsen, siempre mostró un gran pesar por la incomprensión que padecía en aquellos tiempos, era un ser solitario, incluso huraño. Tal vez fuera optimista en su fuero interno, quien sabe...
      Un abrazo, Luis Antonio.

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  5. Ay...me encanta...Ibsen y tu vecino...Quizá es Ibsen en este tiempo y tiene novelas escondidas...Sin duda alguna y desde su banco, con la barra de pan bajo el brazo, seguro que hace un buen escrutinio de la sociedad que se pasea. Eso si no está en sus pensamientos, claro.

    En cuanto a "Casa de muñecas", mira que he visto veces la obra anunciada...pero...¿he ido a verla? No...Sin embargo, tras leerte, tras conocer al Ibsen que dice no ser feminista, pero que escribe sobre las desigualdades que observa,...desde luego que daré oportunidad al libro y la obra. Estaré atenta...Quiero conocer a la Nora de Ibsen, a la que quizá es esa amiga escritora que no podía encontrar tiempo para sí misma, y considera ese lugar y ese tiempo como sagrados. Igual de importantes que amar a sus hijos.

    Dejé de leer a Chesterton cuando supe que se opuso al sufragio femenino y que incluso lo argumentaba. pero quizá, con el tiempo me reconcilie con él. Perdone sus pensamientos, a pesar de todo, porque quizá hoy en día, en este tiempo, pensaría de un modo distinto...o al menos quiero creer esto.

    Y nuestro querido Edward Grieg...visité su casa hace pocos años, relativamente, (2013)...y te aseguro que sentí que de sus fotos se despertaban quienes allí permanecían aparentemente quietos e inmóviles...celebrando una especie de picnic veraniego...Fue lo que más me impresionó...También vi donde componía y donde está enterrado junto a su esposa...muy lindo lugar...una roca mirando al mar.
    No sabía que Ibsen le pidió esta composición...qué maravilla.
    Gracias a los anuncios, no puedo dejar de asociar esta melodía con la miel y los ricos desayunos.

    Gracias por presentarme a este Ibsen de largas patillas, que parecen estar presentes de nuevo...y observar que las apariencias engañan mucho.

    Felices lecturas y un abrazo grande,

    María.

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    1. Pues en ese caso me alegro de traer a Ibsen por aquí ;)
      Mi vecino tiene ese caminar taciturno de Ibsen, su mutismo, su rostro severo. No sé mucho de él, salvo que estuvo trabajando muchos años en Australia, de emigrante, pues fueron muchos los españoles que recalaron allá.

      "Casa de muñecas" es una obra que todos conocemos, pero es uno de esos clásicos para los que parece que nunca hay tiempo, a pesar de ser una magnífica lectura.
      No te culpo por dejar de leer a Chesterton, a veces resulta complicado separar vida y obra del escritor, yo suelo separar ambas cosas, y he disfrutado de magníficas novelas, pero si que cuesta a veces... fíjate en Pablo Neruda, tiene una poesía bellísima, pero fue un auténtico cabronazo, renegó de su pequeña hija, Malva Marina, por tener una enfermedad rara, hidrocefalia, una deformidad craneal, abandonó a la pequeña (de la que se avergonzaba) y a su mujer, mamá de la niña. Se desentendió absolutamente de las dos, la pequeña murió con ocho años, desde que fue abandonada por Neruda, nunca vio más a su padre. Hace poco leía un poema suyo en la biblioteca, muy bello... pero me dieron ganas de mandarlo al carajo!!
      También conozco la casa de Edvard Grieg, estuve hace años recorriendo Noruega en bici, y en Bergen decidí parar unos cuantos días para reponer fuerzas y relajarme descubriendo cosas muy interesantes. Me encanta Grieg, y los compositores nórdicos de música clásica, siempre inspirados en la naturaleza, si tienes ocasión escucha a Sibelius ;)
      Un fuerte abrazo, María.

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    2. Sibelius está en casa...y es increíble. Viaje en bici por noruega...el nuestro fue en tren...coche...avión...pero no descarto hacerlo algún día en bici
      Mi padre y tú vecino tienen algo en común; Australia...curiosamente mi padre también puede parecer taciturno en ocasiones...aunque tiene mucho sentido del humor. Abrazos

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    3. La verdad es que te pega mucho la música de Sibelius, María, una mujer amante del campo, los placeres sencillos de la vida, detener el paso ante os pequeños acontecimientos que se nos presentan... todo eso está también en la música de Sibelius, no me extraña que esté por tu casa. Wow, me has dejado sorprendido con esa coincidencia entre tu padre y mi vecino, afortunadamente no le falta sentido del humor a tu padre.
      Abrazos.

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  6. Al igual que Lorena, no suelo leer teatro, por más que tenga varias obras -la edición que has presentado de Cátedra, entre ellas-. No he leído ésta, pero sí he ido a ver al teatro 'El enemigo del pueblo'. Su denuncia social está a la altura de lo que nos cuentas respecto del rol de la mujer en la sociedad de su tiempo.
    Será cuestión de darle una oportunidad, Paco.
    Un fuerte abrazo, campeón!

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  7. Yo tampoco suelo leerlo, y sin embargo tenemos auténticas maravillas, como éstas de Ibsen. Es un género marginal, y eso también le confiere su atractivo, sin duda. Veo que Ibsen no es del todo desconocido para ti, amigo Marcelo, y viniendo de ti no me sorprende ;).
    Desde luego merece una oportunidad.
    Un fuerte abrazo, pibe!

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  8. Tienes una vecindad interesante, como te hablara de la mía..."La casa de muñecas" es lectura obligatoria en bachillerato y les gusta hasta que llega el día del examen y entonces ya sabes. Supongo que es de esas obras que han aguantado bien el paso del tiempo.
    Se lee poco teatro, es verdad. Si no recuerdo mal, fue a Juan Mayorga el último que leí y hace tiempo. Fue "El chico de la última fila" y porque había visto antes la peli francesa ("En la casa"), me gustó mucho y creo que repetiré, ya que estamos. Una lectura lleva a la otra.
    Me encanta la foto de las ovejas.
    Un abrazo.

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    1. Lo extraordinario de la vida muchas veces se encuentra observando lo más trivial, por ejemplo el vecindario de todos los días, no hay que irse a La Quinta Avenida de Nueva York, en la frutería de tu barrio puede haber escenas dignas de aparecer una película de Woody Allen... no digo de Almodóvar porque ya lo ha hecho, jeje.
      Así es, se lee poco teatro, pero desde hace muchos años es una expresión cultural marginal, no es algo reciente. Sin embargo, yo que lo he leído poco, siempre he disfrutado con los libros de este género, es fácil acertar, hay tan poco que lo publicado suele ser muy bueno, de gran calidad literaria, pues casi todo son clásicos reeditados, valores seguros para el lector, caso de Ibsen. De Juan Mayorga leí una entrevista en El Cultural, una persona joven con una lucidez intelectual impresionante... los dramaturgos parecen portar siempre esa aureola de erudición, como si hubiese algo de Shakespeare en ellos, lo habrá, seguro.
      Las ovejas suelen ser compañeras de mis paseos, las encuentro a menudo, eso sí, antes de verlas uno escucha sus cencerros lejanos, una música evocadora donde las haya.
      Un abrazo.

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