P. Castillo

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miércoles, 14 de noviembre de 2018


Al oeste con la noche. Beryl Markham (Reino Unido, 1902 – Kenia, África, 1986)

Salvat Grandes Mujeres, 1995. Traducción Liliana Piastra. 284 páginas.






“Cuando una de esas grandes sequías que castigan periódicamente África acabó con la fortuna y la granja que su padre había conquistado al desierto, Beryl Markham decidió permanecer en el continente negro. África ya la había hechizado para siempre.


Beryl Markham hizo cosas insólitas para una dama de su época: pasó la infancia cazando descalza con los nandi (una tribu nilótica), aprendió swahili y otros dialectos africanos, amaestró caballos de carreras, sabía como domar a un potro levantisco, conocía bien los vientos, la brújula y el timón de su avioneta, y fue la primera persona que atravesó el Atlántico volando en solitario de este a oeste.

Aquella mujer a quien Londres le parecía un aburrimiento, que a los dieciocho años obtuvo la licencia de entrenadora de caballos de carreras, entrenó a seis caballos ganadores del Derby de kenia, más tarde aprendió a volar, se convirtió en piloto comercial y en 1936 realizó el vuelo histórico de cruzar el Atlántico en solitario, huyó de la maldición del aburrimiento como del mismísimo diablo.”


Estas líneas de la contraportada ya nos anuncian que vamos a encontrar algo fuera de lo común. 



Beryl Markham. Fotos internet


Así, para situarnos. No dejéis de leer este libro por nada del mundo.

Con una narración exquisita, que te lleva en volandas a lo largo y ancho del libro, Beryl  nos relata, no ya su vida en África, sino como late ésta dentro del corazón de una niña, cuya infancia transcurre en una hacienda desperdigada por las llanuras de Kenia, para dar paso a la mujer ya adulta que deslumbró a su tiempo, siendo protagonista de unos acontecimientos que realzaron la épica y el esplendor de toda una época.

Una hacienda que su padre, soñador como ella, ha levantado con ingente esfuerzo, creando un fructífero negocio agrícola y maderero… aunque en el fondo su gran deseo es dedicarse a la crianza y preparación de caballos, con la ambición de convertirlos en ganadores de carreras, pues en la región, y más allá, existe un fervor desmedido con estos eventos. Un sueño que se cumplirá para volver a extinguirse con la sequía y la ruina.

La madre de Beryl, incapaz de adaptarse al aislamiento de aquel escenario, regresó a Inglaterra al poco de llegar a Njoro, en kenia.




Esa pasión paterna, los equinos, también la heredará Beryl, protagonizando unas páginas memorables de lo que significa la relación de una persona, Beryl, con su caballo.
Un tratado sobre el conocimiento que posee un caballo… del hombre, y que éste ni siquiera llega a sospechar. Unas páginas que me han impresionado.


Afirmar que Al oeste con la noche y Memorias de África son, como tales obras, dos almas gemelas no es una frase efectista para exacerbar el interés de la primera, es simple y llanamente la verdad.

Los nexos entre ambas narraciones traspasan lo literario y se estrechan en el plano personal.

Pero incluso en la calidad narrativa no seré yo quien destaque una sobre otra… lo que no deja de ser alucinante.

Beryl (ya como piloto comercial) y Karen Blixen pertenecían al mismo círculo de amistades. Más aún, existían rumores sobre los encuentros amorosos entre Denys Finch Hatton y Beryl, aunque según cuentan las crónicas, esto ocurrió cuando la relación sentimental entre Denys y Karen Blixen ya había acabado, quedando la excelente amistad que hubiera al principio.

Sea como sea, Beryl y Hatton fueron grandes amigos y compartieron no pocas vivencias. 




Pero más cercana aún fue su amistad (sin ser una pareja sentimental) con el barón  von Blixen, el esposo de Karen, pues juntos emprendieron innumerables expediciones y safaris dirigidos por el barón, Beryl siempre contratada como piloto para avistar lugares de acampada y manadas de elefantes, búfalos, etc, etc.

Sin duda alguna, von Blixen es merecedor de una profunda admiración por parte de Beryl, correspondida igualmente por von Blixen. 

Beryl lo refleja como un hombre cuya personalidad encaja perfectamente con la idea que ella tiene de África, una tierra sabia que todo y a todos observa y siempre, siempre, siendo la gran desconocida, incluso para los africanos. Tal es el espíritu que Beryl captó del continente negro:


“África nunca es igual para quien la abandona y vuelve otra vez. No es una tierra de cambios, sino una tierra de caprichos y sus caprichos son innumerables. No es veleidosa, pero puesto que ha dado a luz no solo a hombres sino a razas y ha acunado no solo a ciudades sino a civilizaciones –y las ha visto morir y ha visto otras nacer de nuevo- África puede ser desapasionada, indiferente, afectuosa o cínica, con el cansancio de la excesiva sabiduría.

El África de hoy puede parecer la tierra siempre prometida, casi alcanzada; pero mañana puede ser de nuevo una tierra oscura, ensimismada, desdeñosa e impaciente por la inutilidad de hombres ansiosos que han peleado en ella desde el experimento del Edén. En la familia de los continentes, África es la silenciosa, la hermana meditativa, cortejada durante siglos por imperios de caballeros errantes a los cuales rechaza uno a uno y con severidad porque es demasiado sabia y está un poco harta de la inoportunidad de todo esto. (…)

Todas las naciones tienen pretensiones de posesión sobre África, pero todavía ninguna la ha poseído por completo. Será tomada en su momento, rindiéndose no a la conquista de nazis o fascistas, sino a una integridad igual a la suya propia y a una sabiduría capaz de comprender su sabiduría y de discernir entre la riqueza y la satisfacción. África no es tanto un desierto como un depósito de los valores primitivos y fundamentales, y no es tanto una tierra bárbara como una voz poco conocida. El barbarismo, por muy brillantes que sean sus adornos, sigue siendo extraño para su corazón.” 
(p. 264)




Y este es uno de los grandes tesoros del libro, como Beryl establece la semblanza de sus amigos y personas relevantes que frecuentó a través de su mirada sobre África, de sus intensas descripciones, ya sea para detenerse en lo hermoso y complaciente que emana de aquellos parajes o en el escenario más trágico.

Porque de esa esencia africana que Beryl logra aislar con una escritura de sutil clarividencia, va desgranando la personalidad de sus conocidos.

Una civilización puede esculpir la fisonomía de un país, de un continente, incluso hacerlo a su medida, caso de Los Estados Unidos de América, pero en África es al revés. Es el vasto continente, con su fauna salvaje, su naturaleza bella y violenta, y los secretos que guarda sobre la propia humanidad, el que siempre te va “haciendo” a ti.

Es África la que te va moldeando a su medida, aquí el etnocentrismo del hombre es engullido por la noche insondable de la sabana, o aplastado sin piedad bajo un sol de justicia.

África te ayuda a recordar que eres una animal más, cuando el estremecimiento por el miedo y el olor a muerte primitiva anulan toda soberbia.

África te despoja de cualquier “material sobrante”, a cambio afina tus sentidos. Mejor que así sea, pues bajo tu brillante inteligencia humana subyace un animal asustadizo… una presa fácil para un grupo de leonas, o para un enorme y viejo león, incapaz de doblegar una pieza de mayor... categoría.




Todo esto nos lo muestra Beryl, y también sus amigos nativos, colaboradores infatigables, como su inseparable “escudero” Arab Ruta. Gente de pocas palabras, pero muy sabiamente escogidas. Están acostumbrados a observar y escuchar a la naturaleza, solo dicen lo pertinente en cada momento. Por eso les aturde la verborrea de los blancos. Consideran los nativos que los occidentales, o extranjeros, dicen mucho más de lo que pueden escuchar y observar, y esas dos últimas cosas las cultivan poco y mal.

Mención especial merece también Buller, el perro de Beryl y su gran compañero de correrías en la infancia, protagonista de algún encuentro violento con un leopardo. Un compañero, Buller, que no dudaba ni un segundo en defender la vida de Beryl, ya tuviese enfrente a un León de 250 kilos.

El padre de Beryl tampoco lo tuvo fácil. Es un colono inglés que procede de una familia sin relumbrón nobiliario, y lo mucho o poco que posee en la llanuras keniatas es fruto de su tesón y sudor.

Padre e hija irán forjando su espíritu a través de la dura, fascinante e imprevisible experiencia africana.

No esperaba a estas alturas del año que una lectura me sumiese en una emoción más sentida que la que ya me provocaran Edna Ferber con “Así de grande” y Toni Morrison en "La canción de Salomón".

Hasta que llegó Beryl Markham y su Al oeste con la noche y las desbancó, así de claro. Hasta ahora, junto a la Llanura de fuego de Fernando Namora, es el que más me ha impactado.

Una increíble narración surgida desde las entrañas mismas de África, de sus planicies sin fin, en donde la fauna salvaje representa a diario la incierta aventura de vivir y la certidumbre de morir.




África tiene múltiples voces, pero hay que saber escucharlas, lo que resulta posible si uno es africano, o ha pasado buena parte de su vida allí.

Esa tierra africana a la que me he asomado con Beryl Markham es parte de la que también me mostró Karen Blixen en Memorias de África.

Beryl es una narradora a la altura de Blixen… y en algunos lances del libro me atrevería a decir que incluso más.

No creo exagerar. Ernest Hemingway admitió su envidia por no superar la destreza narrativa de Beryl, aunque también aprovechó, dada su misoginia, para dedicarla algún adjetivo malsonante:


"¿Leíste el libro de Beryl Markham, West With The Night? ...Ha escrito tan bien, tan maravillosamente bien, que me siento totalmente avergonzado de mí como escritor.

Siento que no fui más que un carpintero con las palabras, que recogía cualquier cosa que sirviera para el trabajo y la ensamblaba junto con las demás para llegar a hacer un bolígrafo mediocre. Pero esta chica, quien en mi opinión es muy antipática e incluso diría que es una zorra de gran nivel, puede hacer círculos alrededor de los que nos consideramos escritores... Es en realidad un libro condenadamente maravilloso." (Wikipedia)




Incluso el escritor norteamericano sugirió que Beryl no podía ser la autora de un libro tan excelso… un “run run” que siempre acompaña al libro. Hasta que no se demuestre lo contrario, Beryl es su autora.

Otra nota del diario El Mundo, sobre la Casa Museo de karen Blixen en kenia, en donde se menciona a Beryl Markham:


“En los jardines de la casa Blixen hay tractores oxidados, carros para llevar sacos y un camaleón que se sube a tu brazo y cambia de color. Al fondo se extiende la pista de aterrizaje donde acaba de posar su avioneta otro fantasma exquisito, el de Beryl Markham, la primera piloto de la British East Africa y autora de Al oeste con la noche, el mejor libro del África colonial.”

https://www.elmundo.es/cultura.


La prosa sutil, elegante y evocadora de Beryl no enmascara la muerte africana, que se sucede en las llanuras de Njoro rebosantes de depredadores y sus víctimas, se muestra a cara descubierta bajo la idílica bóveda de su cielo presagiando la tormenta, cuando tal visión parece el ocaso del mundo en su momento más perfecto.



En ese espectáculo de inenarrables tonalidades celestes la muerte representa a diario su función, puede que de manera sumamente cruel, una crudeza que ignora el hermoso esplendor de un crepúsculo. 

Y un masai que rompe a caminar en el alba, pastoreando lanza en ristre, escruta el horizonte en busca de alguna figura que se mueva con sigilo felino. Su mirada altiva de guerrero, y los pasos tranquilos y seguros, son una suerte de  desprecio a la muerte que siempre acecha. África los hace así.

Si algo me ha enseñado este libro, la voz de Beryl, como ya lo hiciera la de karen Blixen, es que ambas han sabido contar, porque estuvieron allí, algo que en realidad ya portamos en los genes, pues África ha guardado sus secretos en cada uno de nosotros.

Los llevamos desde aquel remoto día en que unos cuantos hombres, mujeres y niños echaron a caminar dejando el Kilimanjaro a sus espaldas, u otros valles, hacia la conquista del mundo, sin más certeza que la de observar como la lejanía iba empequeñeciendo la imponente montaña, cada vez más, hasta diluirse en ese azul mortecino donde las miradas acaban su viaje y empieza el de los sueños. 




Los sueños huyen de la vida, los ojos de un leopardo adquieren su máxima belleza ante la inminencia de una muerte.

África es morir y renacer a cada instante. No existe un relato más extraordinario que ese.

Beryl escribe mirando al alma de África, son palabras que surcan las noches de kenia, cuando vuela con su avioneta en la oscuridad hostil y sus palabras flotan en el silencio, como suspendidas en un mundo que ha dejado de existir.




Pero el silencio que inunda a Beryl solo es ausencia de ruido civilizado. Los sonidos primigenios en las llanuras del Serengueti llenan los vacíos, y escriben todas las historias posibles sin una sola palabra.

El África de la fauna salvaje está escrito en los ojos de un leopardo, en el inquietante rugido del león, haciendo que la noche sea esa oscuridad temible que nos ha inquietado desde el principio de los tiempos.

Y esa África salvaje es una madre sabia, lo ha sido para Beryl Markham.

Por eso Beryl Markaham sabía (igual que Karen Blixen) que ni la novela más extraordinaria sobre África es comparable a la belleza que uno descubre en los ojos de un leopardo, solo basta un segundo para saberlo, sintiendo como sus pupilas inundan tus ojos… ese destello hermoso e imposible de sus pupilas rasgando la noche africana.


Foto Leopardo, National Geographic.


Jamás se podrá contar esta África … pero hay obras cuyas historias se reflejan en esos impresionantes ojos  salvajes, y una parte de esa belleza penetra en algunos libros, igual que los rayos de sol atraviesan la penumbra selvática.

Al oeste de la noche es un libro maravilloso porque una parte de África ha traspasado sus páginas y, de alguna manera, atravesó el alma de Beryl Markham.








13 comentarios:

  1. De ella tengo "el magnífico poscrito" que lo cierto es que lo compré por mi inveterada costumbre de comprar libros con títulos raros o bonítos, son una serie de cuentos sobre Africa que por lo que cuentas beben, claro, de la misma fuente. Lo leí hace mucho, así que tengo un recuerdo difuso, pero si recuerdo una cosa que leí en otro blog o en wikipedia o en los dos, no lo sé,:) que hablaba de la influencia de Saint Exupery en su prosa, y pensé que tenía razón.
    un abrazo
    gracias por la pasión en tus escritos
    cuídate

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    1. Sin duda es una manera curiosa esa de comprar libros por tener títulos curiosos o bonitos, seguro que alguna vez ha sido mi caso, pero no como costumbre, jeje.
      Desconocía ese título que mencionas, pero miraré, ya sabes que me gustan los cuentos. Si tiene influencias de Exupery... no pinta nada mal.

      Ha sido una lectura maravillosa, imposible reflejarla sin pasión!!
      Gracias a ti, Wineruda!
      Cuídate

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  2. Ni que decir tiene que me has conquistado para este libro. ¿Mejor que Edna Ferber y Toni Morison? No me lo puedo perder. ¿Mejor que las maravillosas "Memorias de África"? Tengo que leerlo.
    Según iba empezando a leerte, me venía a la mente "Memorias...", no la película sino el libro. Yo soy de las que separan libros de películas, y la película sobre la vida de Karen Blixen es una de mis favoritas de todos los tiempos. El otro día se lo decía a Miguel Pina en el blog de Paloma (Kirke). Pero el libro cuenta la historia de una manera totalmente distinta y me resultó mucho más interesante que la película. Cuando los has comparado con ventaja para "Al oeste de la noche", la tentación ha sido excesiva.
    Lo leo seguro.
    Un beso.

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    1. No, no te lo puedes perder, Rosa. Me alegra ponerte en la senda de otro gran libro, como ya sucediera con "Así de grande" de Edna Ferber, tengo el convencimiento de que te entusiasmarás con Beryl Markham, si puedes hazte con la edición de Acantilado de 2012, es la más actualizada, y está prologada por la esritora Martha Gellhorn, a la sazón tercera esposa de Hemingway (todo queda en el mismo círculo, jeje). No será difícil de conseguir.

      Me fascina Memorias de África, que leí hace... uff, cuando lo publicó Círculo de Lectores, por ahí lo tengo, además estuve en la casa danesa de karen Blixen, en las afueras de Copenhague. La película también es una pasada, la tengo en DVD, por supuesto, pero nada como el libro, opinamos lo mismo.

      Supongo que es muy tentador el resultado de esa comparación con Edna Ferber y Tony Morrison... pero más claro no he podido ser, es que ahí, en esa historia me he encontrado una narración, unas descripciones... uff, todavía estoy en sock! Había apuntado muchas frases, pero me he tenido que frenar, he comentado sobre todo su relación con África, pero en el libro hay mucho más, lo tendréis que descubrir... algunas frases son de una belleza que te dejan sin habla, no me extraña ese elogio de Hemingway a la escritura de Beryl.

      Sí, sé que lo vas a leer seguro ;)
      Un beso.

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  3. Y se ve claramente que ese África que atravesó el alma de Beryl Markham ha traspasado las páginas de su libro y ha calado profundamente en ti. Recuerdo tus reseñas de los libros que mencionas de Edna Ferber y Toni Morrison como dos de las más entusiastas que te he leído. Así que dice mucho a favor de este libro que su lectura haya desbancado en tu palmarés a ambos. Qué tendrá ese continente que seduce a todo aquel que tiene la oportunidad de vivir bajo su cielo. Será una llamada ancestral o qué se yo. Y desde luego la vida de esta mujer parece de lo más interesante. Me quedo con su nombre y con el título de este libro.
    Un abrazo

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    1. Lorena, es que el libro es un festín literario desde la primera página a la última, no en vano dicen que es el mejor libro sobre el África colonial que se ha escrito, casi nada...
      Te digo lo que a Rosa, Acantilado tiene una edición más actual, y será fácil de conseguir, la verdad es que encantaría saber la impresión que os causa, a cualquiera de los que me comentáis... o aunque me lean y no me comenten, leed este libro por favor!! jaja.
      África nos toca la fibra porque algo de ella sigue en nosotros, la que dejaron atrás nuestros antepasados, como digo en el comentario, África ha ido guardando sus secretos en cada uno de nosotros, sus hijos, que un día abandonaron el hogar materno para ver mundo.
      No pierdas de vista a Beryl Markham, te dejará huella, Lorena.
      Un abrazo

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  4. Vaya reseña Paco, genial, se nota que lo has disfrutado y me has hecho disfrutar leyéndote. No sé el libro pero tu reseña ha sido fantástica, emocionante con esa defensa apasionada de la tierra, de lo que África conquista y que es para siempre.

    Ni la novela más extraordinaria sobre África es comparable a la belleza que uno descubre en los ojos de un leopardo, solo basta un segundo para saberlo, sintiendo como sus pupilas inundan tus ojos… ese destello hermoso e imposible de sus pupilas rasgando la noche africana, sobrecogedor imaginarlo y es algo que he podido hacer leyéndote.
    Por supuesto lo apunto.
    Besos

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    1. Por cierto, bonita selección en tu cabecera.

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    2. Muchas gracias Conxita, suponía que te ganaría para la causa, porque tú siempre has interpretado magistralmente mis sensaciones. Si has disfrutado leyéndome... imagínate lo que será leyendo "Al oeste con la noche", mis palabras son pecata minuta comparado con lo que encontrarás en libro, es una maravilla, hay descripciones de una belleza abrumadora, impresiona el portento de Beryl.

      Te recomiendo lo mismo que a Rosa y Lorena, sé que disfrutaras mucho su lectura, Conxita.

      No ha quedado mal la cabecera ;) ¿Cuánto durara? jaja
      Besos!

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  5. Ya me he descargado de Kindle tus propuestas de lecturas.

    Tienes mucho y buen criterio para seleccionarlas y contagiar tus afinidades.

    Muchas gracias, estimado bibliófilo

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  6. Hola amigo Luis Antonio, muchas gracias por tus alentadoras palabras. Procuro atinar bien con los libros, ya sabes... tanto que leer para tampoco tiempo, aún así uno es consciente de todo aquello que dejará sin leer, es inevitable.

    Un abrazo fuerte!

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  7. Qué brillante idea has tenido, Paco, de rescatar del olvido semejante libro, del que no tenía noticia tanto como de su autora. Llegar a ésta, tu casa, es siempre salir con algo nuevo e interesante.
    Tengo el libro de Blixen por algún lado pero, habiendo tanto para leer, parece haber quedado postergado in aeternum.
    Gracias por tan buena reseña, amigo. Lo apunto para ver si consigo dónde hallarlo.
    Un gran abrazo, pibe!

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    1. Me alegra darte estas satisfacciones lectoras, tú no me lo pones nunca fácil, jaja has leído mucho y bueno ;)
      Sería estupendo dar con un libro así, es una lectura memorable.
      Gracias, Marcelo.

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