P. Castillo

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domingo, 16 de febrero de 2020


Países imaginarios (1976). Ursula K. Le Guin (Estados Unidos, 1929-2018).

Edhasa, primera edición, 1985. Traducción de Carlos Gardini. Revisión de Eduardo Sierra. Narrativa, 254 páginas.




"Países imaginarios", U. K. Le Guin. Foto, Paco Castillo.

He perdido, o eliminado por error (aún no lo tengo claro), el word que había trabajado para esta obra de Ursula K. Le Guin, y elaborar estas entradas de libros y las fotografías que incluyo me lleva, por lo general, varias horas, ya que hago y deshago hasta definir esa personalidad que persigo para la entrada, y el aspecto con el que a mí me gustaría leerla, la misma fórmula que escuché una vez al escritor Ignacio Aldecoa:

“Escribo los libros que a mí, como lector, me gustaría leer”.

Ese es mi modus operandi.

En fin, repuesto del cabreo, no queda otra que empezar de nuevo, dejando atrás detalles importantes que quedaron en el limbo, eso es lo que hay.


Recordando la entrada que hice sobre un cuento de Gorki, “Samovar”, señalé su encuentro en un contenedor de papel, y pensé que había mencionado este libro de Ursula K. Le Guin… pues era otro de los abandonados junto al del ruso, pero revisando aquella entrada compruebo que no.








Pues así fue mi primera cita con la escritora, nos vimos en un contenedor de papel.

Bien mirado, ese depósito tenía mucho de País imaginario, al menos aquel día del hallazgo, empezando por el hecho de que hacía honor a su nombre; contenedor, pero en el mejor sentido que cabría esperar; contenedor de historias y, como ya contara a propósito de Gorki, allí habían recalado estos libros mezclados con numerosos folletos turísticos de la República Dominicana, Cancún y alguno más, configurando un cuadro estrafalario, casi de estética kistch.

Esas estampas caribeñas paridisíacas pretendían imponerse como la realidad de aquellos lugares… y la otra realidad, la dolorosa de todos los días, solo eran Países imaginarios observados desde aquí, obnubilados por el azul turquesa de las fotografías.


Un contenedor de papel se convierte en observatorio del mundo en que vivimos. 



Dicho esto, la experiencia lectora con Ursula K. Le Guin no podía haber sido más afortunada, he descubierto a una narradora portentosa.

Ese impacto era esperable. Ha sido considerada por la crítica una de las escritoras fundamentales del siglo XX estadounidense, y los numerosos y prestigiosos premios literarios a lo largo de su carrera avalan esa consideración de críticos y lectores.




Ciertamente, transita por las letras con admirable destreza, pertenece a ese tipo de escritores que logran exprimir al máximo el potencial de las palabras, porque una sola palabra es un mundo de posibilidades si es escrita por una mente que aúna inteligencia, sensibilidad y vasta  cultura, que siempre plantea un debate filosófico, o existencial, pero poniendo también todo su talento al servicio de la forma, mimando el valor estético de la escritura.


Ella misma se ha declarado como una acérrima valedora del estilo, del elemento estético de su obra. En ese sentido fija sus influencias, no en otros insignes de la ciencia ficción, sino en Victor Hugo, Tolstói, Dickens o Borges, por nombrar algunos.

Y no nos engañemos, por muchas historias que pueblen la mente del escritor, al final lo que importa es mantener afinada y manejar con soltura una herramienta como el lenguaje para verterlo a la narración, aprehender con las palabras justas el significado complejo de una realidad, de una acción, una idea, lo que fuere, mediante una frase original que no renuncia a la simplicidad de su exposición; recurso propio de autores que juegan, como decía arriba, en la división de honor. 




Un escritor mediocre puede arruinar una historia con enorme potencial, del mismo modo que un escritor con muchas tablas puede convertir unos acontecimientos triviales, cotidianos o insulsos en una excelente obra literaria; leed al irlandés James Stephens (el gran amigo de James Joyce) en su novela “La hija de la mujer de la limpieza” (publicada en 1912), y veréis como un anodino, sucio y mísero suburbio dublinés de entonces, del cual apenas salimos, en donde no pasa nada, excepto el mero subsistir de una madre y su hija… torna en una narración fascinante.

"La hija de la mujer de la limpieza", James Stephens. Foto, Paco Castillo.

Es lo que sucede con estos escritores, a partir de su profundo conocimiento del lenguaje, meten las palabras en la chistera de un mago, y lo que sale de ahí, aún siendo el viejo y conocido mundo de siempre, está contenido en un relato apasionante, que muestra ese mundo predecible desde una atalaya a la que no habíamos subido antes, y todo lo observamos de un modo renovado.


“Kereth (…) resuelto y consciente, con todos sus sentidos alerta como quien acaba de robar algo de un mostrador –una piña, un monedero, una hogaza de pan- y lo tiene oculto bajo el abrigo, volvió hacia el atardecer y se metió entre los árboles (…) lo protegían con su oscuridad, esa oscuridad cómplice y taciturna de todos los bosques que amparan a los fugitivos” (p. 10).

Por ello Ursula K. Le Guin juega en esa división, en la cúspide.

Estamos ante una prosa de sutil lirismo, muy elegante en su aparente sencillez, y con resonancias filosóficas a partir de las acuciantes preguntas que hacen los personajes en los diversos cuentos. Diferentes piezas de un engranaje perfectamente encajado, sin fricciones, redundando en una experiencia lectora muy gratificante.




La Gran Maestra de la Ciencia Ficción, como se la suele citar, es en realidad una escritora que trasciende cualquier etiqueta, también ha incursionado con éxito campos como la poesía y el ensayo.



En este libro reune una serie de relatos ubicados, como indica su título; Países imaginarios, en lugares ficticios. Sin embargo estos relatos no pertenecen al género de la ciencia ficción como tal. Más allá de la invención geográfica, todo lo demás, personajes y tramas, son de tono tan realista como puedan serlo las historias, hechos y personajes en una novela de Virginia Woolf, por ejemplo.

Y no son tanto países como pequeñas poblaciones en su mayoría, ciudades rústicas y provincianas en donde se encuadran estos magníficos relatos, en una atmósfera de reminiscencias centroeuropeas. Muchas de estas poblaciones poseen nombres que parecen húngaros, o eslavos, tales como Karantay, Krasnoy, Brailava, etc.




Así mismo, existen diferentes marcos históricos, unas narraciones se sitúan a principios del siglo XX, otras a lo largo del siglo XIX, y alguna nos lleva hasta la época medieval, tal es el caso de un relato soberbio; “La dama de Mogue”, una pequeña obra maestra de aires shakesperianos, o así me lo parece.

Un drama de linajes reales, castillos, alianzas amorosas, relaciones sentimentales entre los vástagos de familias rivales y batallas entre los clanes nobiliarios, todo ello con una escritura de muy bella factura, y recordándome mucho a “El rey Lear” de Shakespeare, a la postre uno de los libros más bellamente escritos e intensos que he leído nunca, de hecho lo habré releído tres o cuatro veces.

Y es este cuento o relato al que dedicaré unas líneas, por ser representativo de K. Le Guin y su cosmovisión.


Pero antes quisiera apuntar alguna circunstancia que me gustó sobremanera.

La presencia y el paso de las estaciones, las inclemencias del tiempo, se inmiscuyen de continuo en los relatos, y eso me encanta, pues logra en los cuentos el mismo efecto que la profundidad de campo en las fotografías; esto es captar la escena y los elementos que la integran con la mayor perspectiva posible. A la vez se erigen como ese acontecimiento imperturbable, indiferente a nuestro existir, que nos da la medida exacta de nuestra pequeñez.

“Hacia el oeste, donde la gran planicie se despeñaba en la oscuridad, persistía el frío. Hacia el este un largo nubarrón se disolvió lentamente en una neblina rosada, y el borde del sol, como la boca de un caldero de acero líquido, se inclinó sobre el mundo para verter la luz del día.”

No sé si notáis ese efecto de profundidad de campo que atribuyo, la sensación de amplitud que adquiere la escena, lo pequeños que nos hace su contemplación, porque, más que leerla, estamos contemplándola.




Y ya me voy a ese cuento, “La dama de Mogue”.

Exquisitamente narrado, supone la constatación de como toda una vida, en apariencia triunfadora y rodeada de laureles, ha sido entregada a una causa perdida que, sin embargo, solo ha podido descubrirse en el ocaso de la existencia. 



De tal suerte que, una vez leído el cuento, te suelta a la cara: He aquí, lector, la grandeza y la miseria de la vida, el dilema de Hamlet, “ser o no ser” en toda su magnitud, en una sucesión de infancias, amores, victorias, fracasos, reencuentros, desencuentros y, finalmente, el declive. 

El gran espejo en el que habremos de contemplar, en esos ojos que nos miran, los propios… el paso de toda una vida.



21 comentarios:

  1. En un tiempo fui aficionado a la SF y leí bastante (años ochenta y noventa), y, por supuesto, leí de Ursula K. Leguin su espléndida novela La mano izquierda de la oscuridad -la he leído un par de veces-, y no descarto volverla a leer, tal impresión me causó. No conozco este libro ni he leído la tetralogía de Terramar -se la recomendaba a mis alumnos pero no la leí-. He leído recientemente en un blog dedicado a la SF que en este género el noventa por ciento de lo que se escribe es basura, de ahí su desprestigio. Los lectores de este género suelen ser personas peculiares e incluso poco sociales. Entre mis alumnos los aficionados a la SF eran siempre los más especiales de la clase. Eso cuando yo era profesor de literatura antes de la LOGSE. Sin duda Ursula K. Leguin es una buena escritora, en el género abunda el estilo plano sin matices, puramente denotativo. Hay pocos escritores que escriban bien.

    Por otra parte, navegando entre blogs literarios, observo que a pesar de pasarme la vida leyendo soy un absoluto desconocedor de la mayoría de libros de que se habla. Este es el caso. Buscaré el cuento que comentas. Me ha llamado la atención y me ha interesado. He visto que te asaltó la noche en tu caminata literaria. Yo hago una cada viernes, quiero acostumbrarme a hacerlo, pero lo cierto es que voy tan pendiente del camino que no se me ocurre que pueda leer durante el mismo.

    He leído esta semana tres libros: uno excelente del género de horror de Ramsey Cambell, Influencia. Y otro, de Tobias Wolff, titulado Vida de este chico del que se hizo una película. Luego he leído Alta fidelidad de Nick Hornby. Ahora estoy en uno más denso de Cioran como habrás visto si has pasado por el blog. Alterno lecturas ligeras con otras más densas.

    Es siempre un placer pasarme por tu casa.

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    1. Hola, amigo Joselu.

      Aprovecho (iba a escribirte un email) para manifestarte mi alegría al ver que tu blog vuelve al camino, y esas decisiones que tomas al respecto de su nueva andadura, son coherentes con lo que pretendes que sea tu blog a partir de ahora, de un modo u otro seguiré disfrutando y aprendiendo contigo, así que gracias.

      Es muy interesante ese perfil de alumno lector de SF que destacas, es más que plausible, me consta que son gente buscando, como muy bien señala Wineruda por abajo, más allá de lo evidente.

      Si bien no estamos ante un trabajo de ciencia ficción en este libro de relatos, son de corte realista, pero la poderosa escritura de Ursala K. Le Guin trasciende cualquier género, y al final solo queda deleitarse con el buen hacer de la autora, escribe muy, muy bien.

      No soy un gran lector de SF, pero cuando me acerco soy muy selectivo y la experiencia siempre fue gratificante, hay autores que te generan un verdadero debate mental con sus novelas, que te hacen reflexionar desde perspectivas inusuales, y eso es un ejercicio mental impagable.
      Sí, a veces me pilla la noche en el camino, y me gusta esa sensación, sentir el final del día y regresar tras mis pasos a casa, hacer balance del día... o simplemte divagar con lo que sea, eso son mis caminatas, un modo filosófico sui géneris de entender y entenderme algo más. Hay que entenderse algo para entender lo exógeno a uno. Cuando camino leo a "pequeños sorbos", no es continuado, prefiero en primera estancia observar, que es otro tipo de lectura igual o incluso más fascinante para mí.

      Atractivos esos libros que estás leyendo, como siempre, a Cioran lo releo, está cerquita en mi escritorio.

      El placer es tenerte por aquí, nos vemos en la "caminata".
      Cuídate.

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  2. He escrito mal el nombre de la autora Ursula K. Le Guin, lo recordaba mal.

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  3. He apuntado tres de los que no tenía idea.
    Gracias
    salut

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    1. Me hace una tremenda ilusión cuando alguien se lleva apuntados unos libros que no conocía, magnífico amigo Miquel.
      Gracias a ti y salut!

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  4. Conocía a la autora de nombre y como escritora de ciencia ficción por lo que nunca le he dado mucha bola. Aunque me voy reconciliando con el género (no se puede negar que tiene verdaderas obras maestras) no suele ser lo que más me apetece leer en un momento dado.
    Lo que cuentas me atrae por eso de ser historias cotidianas que solo el talento de un buen escritor es capaz de convertir en buena literatura. Justo lo que sucede con muchos escritores estadounidenses y con el último que ha venido a mi blog, Richard Stern, que, por cierto escribió su novela tres años antes que estos relatos que nos traes tú.
    Tomo nota, aunque no de manera prioritaria porque se me están acumulando las lecturas (y alguna relectura) que querría para ya mismo y no doy abasto.
    Un beso.

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    1. Entiendo tus reticencias porque es algo que muchas veces me ha pasado a mí, si bien es cierto que siempre he leído a maestros del género, por eso de no arriesgarme a perder el tiempo y apostar a caballo ganador.

      En cualquier caso, esta recopilación de relatos no se encuadran en la ciencia ficción, son relatos acerca de las relaciones humanas en diferentes situaciones, y Ursula K. Le Guin saca petróleo en el desierto en cada una de ellas, escribe "requetebien".
      Harás bien teniéndolo en cuenta, Rosa.
      Beso.

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  5. Hola Paco, he borrado el anterior por mi absoluta incapacidad de escribir bien a la primera por el móvil.
    Uno que nació con Verne y con Wells, no podía sino seguir por el camino de la ciencia ficción, y con ella he crecido, y el discurrir de esas lecturas es síntoma de lo que he cambiado leyendo: de aquellos viajes a la luna o al centro de la tierra, siendo o no invisible, pasé a la traidora facilidad de "1984” o de " Un mundo feliz" o de" Rebelión en la granja" o la grandeza de "Crónicas marcianas" o "Galaxias como granos de arena" o "Farenheit 451" o los relatos de LEM. Eso fue en mi adolescencia/ juventud, Y con ellos aprendí a buscar más allá de lo evidente.
    Con la edad reconocí a unos de los mejores escritores europeos del siglo XX de todo tipo de literatura como Stanislaw Lem, su “Solaris” (entre otros) son magníficas obras de arte. También conocí a Vonnegut y su "MATADERO 5" o la alucinantemente cruel "Sirenas de Titán" o “Cuna de gato”, cruel para este mundo. O a Walter Miller y su ¨CÁNTICO POR LEIBOWITZ¨´, y al buenísimo "FLORES PARA ALGERNÓN" de Keyes, o la más que buena (que, como con Solaris, Tarkovsky hizo una película sobrecogedora) que es "Picnic extraterrestre” (o Picnic junto al camino) de los hermanos Strugatsky. Y aquí entra Úrsula K Le Guin, y sin ser "La mano izquierda de la oscuridad" el que más me gusta, es muy buena.
    Gracias por la entrada
    un placer

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    1. Yo me lo pienso dos veces antes de comentar por el móvil, salvo causa de fuerza mayor lo evito.

      A estas alturas, amigo Wineruda, sé bien los magníficos momentos que te han brindado los grandes maestros de la ciencia ficción, porque acercándote a ellos lo que has leído es, sin duda, literatura de altos vuelos, solo viendo la nómina de autores que citas son de los que quitan el hipo.

      "Y con ellos aprendí a buscar más allá de lo evidente." Me encanta tu definición, es perfecta para explicar lo que supone la buena literatura de ciencia ficción, justo es eso, nada más y nada menos. Conservo la lista que me enviaste tiempo ha ;).

      Seguiré, a mi ritmo eso sí, explorando esta senda, reflexionando sobre los debates o dilemas que plantean estas historias, en esta época de catástrofe medioambiental cercana... la buena ciencia ficción tendría mucho que decir.

      Gracias siempre a ti.
      Cuídate amigo.

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  6. No he leído a Ursula K. Le Guin, pero he buscado mucho "Los desposeidos" sin encontrarla. Gracias a tu texto tengo la garantía de que otras obras pueden ser también interesantes. Voy a reemprender la búsqueda de otras obras suyas.

    Muy interesante tu reflexión (sé que me repito pero me encantan tus fotos)

    Un abrazo!!

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    1. No he leído tampoco los desposeídos, éste es el primero que leo y me ha parecido excelente, K. Le Guin es una escritora de muchos quilates. Espero que caiga en tus manos, Laura.

      Gracias, y me encanta que te encanten mis fotos.
      Un abrazo!!

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  7. Apenas leo ciencia-ficción y eso que de niño me gustaba mucho. Era entonces un soñador y con los años ese rasgo ha derivado en un carácter melancólico y proclive a otras prosas. Sorprende que la autora en este libro de relatos opte por un marco más realista. Los buenos escritores son verdaderos anfibios, se mueven entre géneros con naturalidad. Quizá la verdadera cuestión es esa "profundidad de campo", la mirada que distingue a todo artista. Sumo otro más a mi lista interminable.
    Un abrazo.

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    1. Yo tampoco me considero lector de ciencia ficción, pero sé que me animaré con alguna cosa interesante, hay muy buenas obras por ahí. Pues espero que no hayas perdido del todo ese ser soñador que eras, es muy buena materia para escribir... aunque viendo lo bien que te desenvuelves en esa faceta, sé que no has perdido ese soñador que eras, que aún eres, Gerardo.
      Razón llevas, los buenos escritores son camaleónicos. Cuando se domina la profundidad de campo en la fotografía, empiezas a controlar de veras, aplíquese eso a la literatura. Ayy, las listas, nadie se libra... jeje.
      Un abrazo

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  8. No soy devoto de la ciencia ficción, pero sí de los que escriben bien. Por lo tanto, tomo nota de tus recomendaciones, Paco, porque tu criterio es fiable 100 x 100

    Un abrazo

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    1. Tampoco yo me prodigo mucho en la ciencia ficción. Pero estos relatos no pertenecen al género, son de estilo realista, magníficamente escritos.

      Gracias por tu confianza, Luis Antonio.
      Un abrazo.

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  9. Hola Paco menuda faena cuando uno pierde aquello en lo que llevaba unas horitas trabajando, entiendo el cabreo y después esa sensación de intentar reescribir aquello que tan bien te había quedado, en fin superado ese obstáculo decirte que la entrada ha quedado deliciosa, se notan las ganas y el trabajo que hay detrás de ella que permite a tus lectores disfrutarla. Me he anotado la frase de Ignacio Aldecoa porque me ha parecido fantástica: Escribo los libros que a mí, como lector, me gustaría leer. Ya me he enrollado sin entrar en la propuesta literaria que nos descubres y me ha hecho pensar en la capacidad que tienen los grandes escritores para llevarnos a su mundo, sea real o de ficción y justo esa es la magia que yo veo como parecen cogernos de la mano y adentrarnos en sus mundos literarios y conseguir hacernos creíbles cualquier cosa que allí pase.
    Todos los temas están ya tratados desde los griegos y justo es ese conseguir que una historia sea una historia, que queramos quedarnos en ese libro, querer saber y seguir allí dedicando tiempo a lo que allí está pasando,eso me parece que lo consiguen los grandes escritores.
    Buscaré alguno de los libros de Ursula K. Le Guin. Gracias por la recomendación, he disfrutado leyéndote.
    Un beso y muy feliz finde semana

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    1. Mis disculpas, era fin de semana.
      Besos

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    2. Pues sí, la verdad es que da rabia perder el trabajo de varias horas, pero son cosas que bien nos pueden suceder a quienes escribimos... no queda otra que comenzar ;)
      A mí también me pareció magnífica esa frase de Aldecoa, se la escuché en un documental; "Imprescindibles", una serie de documentales, emitidos por la 2 TV muy atractivos.

      Es la primera vez que leo a K. Le Guin, y sabe sacar el máximo partido, mediante el lenguaje, a la historia que se proponga, además lo hace con una prosa muy elegante y evocadora. Este ejemplar es una buena manera de iniciarse con ella, amiga Conxita.

      Gracias por tus palabras, siempre se agradecen ;)
      Beso.

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  10. La primera entrada que escribí en el blog la borré por error y no sabes la rabia que me dio. Yo utilizo el procedimiento contrario al tuyo. Escribo directamente en el blog con borrador y luego copio y pego en un documento de word por si acaso. Pero entiendo tu cabreo. Se invierten muchas horas escribiendo, releyendo, puliendo para que todo quede como a nosotros nos gustaría leerlo, para trasmitir esa historia nuestra con el libro en cuestión.
    No he leído nada de Ursula K. Leguin aunque sé quién es y lo bien valorado que está. No suele atraerme la ciencia ficción, aunque algo he leído, pero considero que en manos de un buen autor es un estupendo recurso para plasmar la realidad. Los grandes escritores trascienden los géneros y todo lo que tocan lo hacen oro.
    Menuda frase te has marcado con eso de que un contenedor de papel se convierte en observatorio del mundo en que vivimos.
    Un abrazo

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    1. Jeje, entonces ya conoces bien mis sensaciones... cara de tonto se me quedó, desde luego.
      No está mal tu método, será cuestión de probar, aunque nunca me había pasado antes una cosa así.

      Reitero que estos no son relatos enmarcados en la ciencia ficción, son de estilo realista, así que ninguna reticencia habrás de tener en ese sentido, amiga Lorena, verás que descubres a una excelente narradora.

      Jaja, sí, lo del contenedor de papel me pareció una buena manera de reflexionar sobre el mundo en que vivimos ;)
      Un abrazo!

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