P. Castillo

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domingo, 17 de febrero de 2019


Ya ves tú que chorrada…


Ayer caí en la cuenta, y digo caer en la cuenta porque no suelo enterarme de estas cosas, de una efemérides;  me refiero al “cumpleblog”, cuya andadura comenzó un 15 de febrero de 2015… ya ves tú que chorrada.

Fue el pasado viernes. Por la tarde, como de costumbre, me había “escapado” un ratillo a la biblioteca de mi localidad. Habitualmente voy solo, excepto en determinadas ocasiones que me acompaña mi hija mayor. Cuando es así, me aprovisiono de algunas lecturas y permanezco con ella en el área infantil. Entonces adopto un semblante de rigurosa atención en lo que estoy leyendo, es para que mi hija no me interrumpa, al menos durante cinco minutos. 






Mi estrategia acaba en estrepitoso fracaso una y otra vez. No pasa nada, una hija en la biblioteca es un triunfo que bien merece unas pequeñas derrotas...






Además de los libros, estábamos los de siempre a las 19:30 h.




Un hombre bastante alto de unos cuarenta y tantos años, de calva incipiente y gafas graduadas, con su inseparable traje y corbata. No deja de escrutar las secciones económicas y financieras de los periódicos. Sí, suena a cliché, pero no me invento nada, la realidad ya lo inventa todo.








Otro hombre, éste de unos sesenta años. Es un ciudadano rumano que suele estar en las inmediaciones del ayuntamiento, sentado en un banco orientado hacia el amable sol matutino de un febrero cualquiera. Se  sienta sobre el periódico gratuito Veinte Minutos, el banco es de granito e igualmente gratuito como las noticias aprisionadas bajo las posaderas.





Por las tardes se va a la biblioteca, a veces curiosea revistas de historia, es lo que he visto, y en cinco minutos se queda roque, dormitando como un lirón mientras los ejércitos de Hitler avanzan entre las páginas. No se inmuta, el ambiente de la biblioteca es mucho más cálido y acogedor que aquel invierno asesino de Leningrado, devastando a los nazis y a quien pillara por medio. 







En ocasiones al observarlo, también me empieza a invadir una modorra de órdago, inmediatamente me centro en la lectura para no caer en los brazos de Morfeo.







Una chica que debe rondar los cuarenta, suele llevar unas viejas y bonitas zapatillas deportivas, un modelo que hacía furor en los 80 y que a mí me encantaba. Acude con carpetas de apuntes. 






Un señor con sombrero, ya en edad respetable. Se quita el sombreo, ojea libros, lo último me pareció una portada de Anagrama, por el color amarillo pálido y otros detalles, sin embargo no lo afirmo con rotundidad, a ver si me fijo en la siguiente oportunidad.






Un chico en la treintena, sé que es conductor de autobús en una línea local, también lo veo con carpetas llenas de apuntes. Me pregunto si preparará oposiciones. Tengo curiosidad.






Hay un matrimonio que acude ciertas veces. Ambos en edad de jubilación, nunca se sientan hombro con hombro, sino de frente, no diré enfrentados, bueno ya lo he dicho.




Creo que son más de revistas temáticas, tipo Muy Interesante, al menos recuerdo haberla visto en las manos de ella.


Él tiene una elegante cabellera cana, daría el pego en una fotografía de archivo junto a los intelectuales del 98. 







Ella tiene un rostro simpático, como si se tomase la vida menos en serio que su pareja, su expresión tiene la serenidad de un viejo sabio oriental, bien podría ser una protagonista de los cuentos de Monterroso. Mejor aún, los dos.







El guardia jurado de la biblioteca no tiene grandes desafíos aquí para imponer el silencio. Es un lugar tranquilo, lo que parece obvio estando donde estamos, pero ojo, he frecuentado bibliotecas que parecían un patio de recreo.




Este guardia jurado es un tipo sumamente educado, muy agradable. Es bajito y algo rechoncho, eso ayuda bastante a la hora de caerme fenomenal, ha traicionado al gremio, una caterva de “armarios empotrados”, dos metros de largo por dos de ancho. Y eso ya lo convierte en un ser tan marginal como los "cuatro gatos" que estamos aposentados por la dependencia. Es uno más.






Alguna vez hemos coincido para entrar en la sala, yo intento cederle el paso amablemente, él responde:

“Por favor, caballero, pase usted.”


Tal cortesía, y no me preguntéis la razón (que tampoco la sé) siempre me conmina a leer Letras Libres. Siento la ausencia de una foto con la revista, no se me ocurrió hacerla, lástima.








Este blog lo he llamado La metáfora del viento.

¿Por qué?

Porque suena bien, jaja, ¿qué esperabais?

Sin embargo, Galeano me ha proporcionado una explicación más currada

Lo leo en una revista señera, Litoral, que es una bonita palabra casi idéntica a Literal. 

Digo que Litoral es una revista honorable de nuestras letras, fundada nada menos que en 1926 por los poetas Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Me espera en la biblioteca sin faltar nunca a la cita.






Veamos que tiene que decir Galeano sobre La metáfora del viento...







"Según los cuentos de la antigua marinería, la mar era quieta, un inmenso lago sin olas ni olitas, y sólo a remo se podía navegar.

Entonces una canoa, perdida en el tiempo, llegó al otro lado del mundo y encontró la isla donde vivían los vientos. Los marineros los capturaron, se los llevaron y los obligaron a soplar. La canoa se deslizó, empujada por los vientos prisioneros, y los marineros, que llevaban siglos remando y remando, por fin pudieron echarse a dormir.
No despertaron nunca.

La canoa se estrelló contra un peñón.

Desde entonces, los vientos andan en busca de la isla perdida que había sido su casa. En vano deambulan por los siete mares del mundo los alisios y los monzones y los ciclones. Por venganza de aquel secuestro, a veces echan a pique los barcos que se les cruzan en el camino."

Eduardo Galeano.


Y poco más en cuanto a visitantes.

La planta superior es más concurrida, la copan jóvenes estudiantes. No nos llega el ruido, si es que lo hay. La biblioteca está bien echa.

Yo me quedo abajo, en mi reducto  con “mis colegas”.





Cuando estoy allí sentado y levanto la vista del libro o revista que se trate, curioseo alrededor y pienso; todo está bien hecho. Los pocos que estamos ahí, junto a los libros.

Y el silencio.

Ensimismados en nuestro mundo.

Cada uno es una Isla Escrita.




Entonces miro a esa familia extraña de la que formo parte. Y musito…


Está bien hecho.

Y el cielo, que es la totalidad de nuestros corazones, o eso cantaba Richard Butler...





21 comentarios:

  1. Esto lo escribí ayer, el sábado 16, no he podido publicarlo hasta hoy.

    Me voy a tomar un vino. Hace una mañana muy agradable ;)

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  2. Hola Paco a mi me gustan estos cumpleblogs y sobre todo porque me ha permitido encontrar blogs en los que se escribe de literatura, de libros y de emociones y eso es un gran placer, así que por muchos más cumpleblogs.

    Me he sentido identificada en esa extraña familia de la biblioteca y también he sentido añoranza. He recordado cuando mis chicos eran peques y los llevaba a la biblioteca, nos pasábamos un buen rato, cada uno de ellos escogía los libros que luego íbamos a leer antes de ir a dormir. Después me tocaba cargar con los libros y ¡cómo pesan! pero esos momentos leyendo los tres por la noche me parecen tan preciosos, tan tiernos aunque ni las visitas a la biblioteca, ni verme a mi leer ni disfrutar de esas lecturas han conseguido hacerlos lectores habituales pero yo no me rindo y cada Sant Jordi sigo regalando a cada uno su libro y me encanta cuando acierto y los veo leer.
    Ahora voy mucho menos a la biblioteca pero siempre que entro en una tengo la sensación de estar en casa.
    Besos

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    1. Hola Conxita.
      Si te soy muy sincero, en lo que respecta a mi blog no tengo muy en cuenta lo del cumpleblog, creo que otra vez también lo recordé, pero lo dejé estar sin más, son manías de cada uno, supongo. Aunque siempre es grato encontrárselo en otros blogs, jeje, de alguna manera eres testigo de esa experiencia compartida por una amigo, aunque sea en la distancia virtual.

      Me ha gustado leer esos recuerdos con tus hijos, son muy bonitos, una madre leyendo cuentos a sus pequeños es uno de los mejores acontecimientos que puede hacer una persona, yo también lo hago con la mayor, y así mismo con la peque, que me mira con cara de asombro y entusiasmo a sus casi tres años, jaja.

      La sensación de estar en casa en la biblio de tu localidad... no añadiré más.
      Besos, amiga!

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  3. Ayyyy Paco que mientras te iba leyendo y viendo las fotos, me surgía en la cabeza la idea de que esa biblioteca la conozco yo. Vamos que estoy segura de que es una que pertenece a la red donde trabajo (mi biblioteca no es esa exactamente, pero de vez en cuando me mandan para allá si falta algún compi). De hecho conozco al tipo trajeado, alto con calva incipiente que ojea las secciones de economía de los periódicos y he visto varias veces dormitar al otro usuario. Y por supuesto que conozco al guarda de seguridad, es majo
    En fin, como suele decirse, ¡el mundo es un pañuelo! jaja. A ver si nos vemos por ahí, o podrías venir a visitarme a la mía algún día

    Besos

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    1. ¡Anda, qué curioso! Esta biblioteca es la Miguel Cervantes, una de las dos municipales que hay en Pozuelo de Alarcón, donde resido. La otra es Rosalía de Castro, a esta voy menos, pues me pilla más lejos.

      Me has dejado boquiabierto, Marian, cuando te has acordado de estos usuarios con los que me encuentro, casi a diario... alucino con estas cosas, jaja.
      El mundo es un pañuelo... uyy, lo que no consigan los libros, es extraordinario.

      Eso, a ver si nos veamos, sería estupendo, Marian :) Y si puedo iré a tu biblio, claro, aunque eso ya dependa de la disponibilidad que te dejan los quehaceres, jiji.

      Besos

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  4. Paco, iba a escribirte por email, pero no he visto ninguna dirección de contacto en tu blog. Si te apetece mándame tú un email (dirección de contacto en mi blog) y te cuento donde estoy exactamente
    Besos

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  5. Qué bonita la metáfora del viento de Galeano.
    Me has recordado con tu entrada que el 28 de este mes es mi cumpleblog: cinco añitos ya. También se me suele pasar. Y me has recordado más cosas.
    Trabajé durante un año en una biblioteca pública. Cada una diferente pero cómo se parecen todas, supongo que pasa un poco como con las personas. Me has recordado con tu descripción a los 'habituales' de 'mi' biblioteca: los sin techo buscando dónde guarecerse cuando afuera está frío o arrecia la lluvia; los papás (también mamás pero a mí me encanta cuando vienen los padres y hay muchos) con los niños en la sección infantil (un hijo o hija en una biblioteca es un triunfo, como bien dices); los estudiantes copando las mesas en época de exámenes (algunos de mis compañeros, que llevaban años allí, habían visto a unos cuantos crecer), vemos a través de ellos las modas que van y vienen; el matrimonio de cierta edad que acude a menudo en busca de nuevos préstamos; los habituales de la prensa, pelándose incluso por ella; caras conocidas de otros lugares que te sorprende y alegra encontrar allí,... Solo ha faltado en tu relato los habituales de la mediateca pidiendo minutos extra o que les cambie de ordenador. En fin, qué recuerdos.
    Bueno, feliz cumpleblog y que sean muchos más.
    Un abrazo

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    1. Pues sí, Galeano tiene mucho talento para decir lo que quiera, a mi también me encantó la metáfora.
      ¡Anda qué bien! Pues cinco años ya de blog está genial, tienes un espacio que a mí me encanta, libros muy interesantes, que no son fáciles de ver, y además comentados con tu personalísima visión de los mismos.

      A la biblio donde voy también se ven esos papás (como yo) con sus retoños, es una de las mejores cosas que puedes hacer una tarde cualquiera con tus hijos, un ratito a la biblio y luego a jugar. En mi caso es mi hija, ella me dice: !!papaaa si vas a la biblio llévame porfaaaa!! jaja.
      Habiendo trabajado en una habrás sido testigo de toda esa variopinta comunidad que se congrega en la biblio, incuso puede que le cojas cariño a más de uno, es bonito verlo así.
      Me alegra haberte despertado algún recuerdo entrañable.
      Un abrazo, Lorena, y gracias ;)

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  6. Yo nunca he frecuentado las bibliotecas. Cuando más he ido ha sido cuando mi hijo era pequeño, pero pronto me dijo que no quería sacar libros de la biblioteca, que quería comprarlos, luego llegó a los quince, dejó de leer y...
    Yo empecé leyendo la biblioteca juvenil de mi padre, luego pasé a los préstamos de amigas y a los regalos que me hacían (pronto todos mis regalos se limitaron a libros), después ya empecé a comprar y tengo una prima que compra muchísimo y me presta. Vamos que nunca he sido de utilizar bibliotecas,pero hace poco me hice socia de la biblioteca de Santander para conseguir un libro del que hace mil años que tenía ganas y que no hay otra manera de encontrar. Lo conseguí por préstamo interbibliotecario, algo que no sabía que existía, pero que está genial.
    Y menos rollo, que me olvidaré de felicitarte por tus cuatro años de blog. Por cierto esa metáfora del viento de Galeano, es preciosa.
    Un beso.

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    1. Es extraño, imaginaba que sí eras usuaria frecuente de las bibliotecas. También resulta curioso lo de tu hijo, en mi caso mi hija mayor es la que siempre me pide sacar libros de cuentos, le chiflan... ya veremos dentro de unos años si sigue con el entusiasmo o la cosa se desinfla, nunca se sabe.
      me gusta de la biblioteca la atmósfera serena que se respira, el silencio rodeado de libros... me produce una gran sensación de bienestar, si alguna vez me enfado con el mundo, me voy a la bilio y logro reconciliarme con él, jeje.

      Preciosa metáfora de Galeano. Muchas gracias, Rosa.

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  7. Poco después empecé yo, en mayo de 2015. En la biblioteca de mi ciudad, a las 19.30 ya están diciéndote que vayas acabando. Me ha gustado la descripción de ese ambiente, antes iba a menudo, cada vez menos. El motivo es que me empacho de libros porque luego no tengo tanto tiempo de leer, es un poco agobiante y también me enfada que gasten dinero en literatura comercial, cuando son libros que están en todos sitios y sea imposible encontrar lecturas independientes (hablo de mi ciudad, claro). Pero sin duda he sido animal de biblioteca, me encantan. A mis hijos les gusta, pero tenerlos quietos es un problema, así que las visitas son ocasionales.
    Un abrazo.

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    1. Hola Gerardo. Vidas paralelas, que escribía Plutarco, en la andadura del blog y como papás de inquietos retoños.

      Necesito ir a la biblioteca, no solo por la lectura, sino como terapia, jaja. Soy yo el que paso más tiempo con mis hijas, muchas horas al día... y eso conlleva un desgaste mental y físico inevitable. Cuando regresa mi mujer del trabajo, conversamos, tomamos un té, comentamos las incidencias del día, después me voy a la biblio, aunque sea una horita, o media, por las tardes, es mi válvula de escape. Necesito ese momento para desconectar de llantos, regañinas entre las niñas, etc, etc. Encontrarme ese silencio reinante en la biblio... joder (con perdón), es maravilloso!!

      No tengo queja en la biblio de mi localidad, está bien surtida, aunque la literatura comercial siempre amenaza con imponerse de forma impertinente. Tengo suerte con mi hija mayor, disfruta leyendo sus cuentos y suele quedarse tranquilita, aunque me hace dos mil preguntas sobre lo que lee, jaja.
      Un abrazo

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  8. ¡Vaya! Paco, estoy en una época que oígo en bucle a los psychedelic, en especial una canción titulada heartbreak beat, que la uso para leer poesía,(alguna) me da ritmo y concentración. EN eso coincido, en la Biblioteca no, soy un tipo raro, y no me gustan las bibliotecas, creo que pocas veces he leído libros de una blblioteca, lejos ya los años de estudio. ¿La razón? ni idea, algún trauma infantil, jajja, Eso sí el grupo que describes es una buena razón para ir.
    Cuídate
    gracias

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    1. Hola Wineruda, viendo lo que lees, pues te pega, claro que sí, escuchar a un grupo como Psychedelic Furs, a mí me gustan mucho.
      En la respuesta a Gerardo tienes un motivo muy importante de mi asistencia a la biblio, después de horas con ruidos, dibujos animados, peleas entre la niñas por aquí y por allá... la biblio es un maná caído del cielo. Es un grupillo peculiar el que me encuentro, es cierto ;).

      Gracias a ti, cuídate.

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  9. Paco...Felicidades por este rincón que ya lleva un tiempo cerca de nosotros...Me ha encantado esta entrada. Tengo que decir que he disfrutado mucho leyéndola. "Además de los libros estábamos los de siempre a las 19:40"...me chifla...es genial. Y luego la descripción de los visitantes, los libros entre medias que escoges, un fragmento de Galeano con el título de tu blog...en fin...qué más se puede pedir...Una niña que lee...eso es genial...y sí, yo también he practicado la técnica del silencio mientras leo (aparentemente concentrada) pero tratando de evitar que me entretengan. Ver leer es lo que hace que los peques lean. Estoy convencida.
    Yo también soy de bus. Y del interurbano y a veces, el local...en fin...es genial, poder verse en esas...con libros, y descubriendo que quien conduce también lee...aunque sean apuntes de oposición.
    Un abrazo grande

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    1. Hola María. Muchas gracias ;)
      Jeje, pues no soy mucho de bus, pero hace unos días tuve que utilizarlo y, claro está, no desperdicié la ocasión para sacar mi libro y leerlo.
      Voy con asiduidad a la biblioteca municipal de mi localidad, casi todos los días, un ratillo, lo que me permiten mis ocupaciones paternas. Pero necesito ese momento de calma, el silencio con los libros de compañía me hace bien ;)
      Se me ocurrió ese pequeño homenaje a la biblio el día del cumpleblog. Me alegro de haberte hecho pasar un ratito agradable.
      Un abrazo grande :)

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  10. Hace muchos años que no piso una biblioteca, Paco. Ni siquiera conozco la Biblioteca Nacional. Creo más que por pereza que otro argumento de fuste. Lo cierto es que en las bibliotecas populares sólo se encuentran libros muy viejos que, si bien pueden brindarte más de una sorpresa, son ediciones que datan de tiempos inmemoriales. Y muchas de ellas no cuentan con novedades.
    Pero prometo visitar alguna de las cercanas para ver el estado en que se encuentran. Me parece una idea brillante que Izas y tú compartan la visita; una excusa para fortalecer el vínculo.
    Recibe un fuerte abrazo, pibe!

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    1. Es curioso, Marcelo, entre quienes me comentáis los hay que incluso trabajaron/trabajan en bibliotecas y otros que, por diversas razones, a penas las frecuentan, de un extremo a otro.

      La biblio municipal de mi localidad (hay dos), es muy familiar para mí, desde mis tiempos de estudiante hasta el presente, que acudo con mi hija mayor. Aunque no pierdo oportunidad de ir también solo, simplemente por desconectar algo.

      Fuerte abrazo campeón!

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  11. Frecuenté mucho las bibliotecas de Barcelona cuando preparé la Tesis de Licenciatura hace ya bastantes años. Las recuerdo bastante ocupadas sobre todo por universitarios que iban, más que para consultar libros, para estudiar sus libros de texto y apuntes.

    Actualmente tengo el cargo honorífico de bibliotecario del Centro Aragonés de Barcelona aunque la que está al pie del cañón es la bibliotecaria real que está contratada para realizar los menesteres que conlleva ese trabajo. La presencia de personas es mínima y la razón hay que buscarla en que la inmensa mayoría de los socios tienen ya una edad considerable. Apena ver estos espacios tan alejados de los intereses de las personas. Todas las campañas que hemos llevado a cabo para atraer a los socios han sido baldías...

    Un abrazo

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  12. Vayan de la manera que vayan, una biblioteca sin universitarios es un lugar sin alma.
    Qué interesante lo que me cuentas, respecto a tu cargo honorífico de bibliotecario. Pero que pena también esa desolación que presentan muchas bibliotecas, así nos va, luego exigimos esto y lo otro sin mirarnos al ombligo...
    Un abrazo, Luis Antonio.

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