P. Castillo

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sábado, 23 de febrero de 2019


El tungsteno (1931) / Paco Yunque (1951). César Vallejo (Perú, 1892 – París, 1938)

Editorial PEISA, Lima, Perú. Edición de 2016. Novela / Cuento. 126 pp.






Valles andinos, Perú. Paco Castillo.



Ya estaba familiarizado con César Vallejo a través de su poesía; Los heraldos negros, Trilce, España, aparta de mí este cáliz, son obras que tengo y cuya lectura he ido saboreando por catas, es como suelo degustar la poesía, igual que el chocolate negro.





Un ejemplo de entropía universal a escala doméstica, mi biblioteca. Pero no hay caos, los libros, igual que los planetas, están donde les corresponde.



Mientras esperaba en la Estación Central de Autobuses, en el rutilante edificio Plaza Norte de Lima, para dirigirnos a San Ignacio, el norte del Perú, me acerqué a la librería de la terminal (Entre páginas, se llama), como hago cada vez que estoy allí.


Terminal Plaza Norte de Lima. Foto internet.

Librería en la estación. Foto internet.

Foto internet.


En el establecimiento siempre curioseo la tentadora selección de autores peruanos como de los países vecinos y, claro está, acabo llevándome algún ejemplar que otro para leer durante el largísimo viaje, pues San Ignacio queda a unos 1180 kms de Lima.


Llegada a San Ignacio, acompañado de César Vallejo. Foto, P. Castillo. 

El librito de César Vallejo captó mi atención por una peculiaridad, se adentra en géneros como la novela y el cuento, nada habituales en lo que yo conozco del autor.


También, como en ocasiones anteriores, me hice con algún autor peruano por descubrir. En este caso fue el joven Jerónimo Pimentel (1978), escritor y periodista limeño. El argumento de la contraportada me convenció sobre otros candidatos.


Por el norte peruano. Paco Castillo

Lo presumible en los poetas, y César Vallejo está en el Olimpo, es que se dejen llevar por el estilo poético cuando escriben novela o cuento, por eso, a priori, me ha sorprendido la prosa descarnada, huérfana de lirismo, en estas escuetas obras.

Pero pronto entendemos tal negación; Vallejo quiere que su  tono acusador permanezca aislado de cualquier aditamento que desvirtúe la intención reivindicativa.

Pretende que el lector se enfrente sin cortapisas a la violenta realidad social de las comunidades humildes (campesinos, obreros y desfavorecidos en general). Desea situarnos sin velos ante la ingratitud clasista y/o caciquil de la que ha sido testigo.

Y a fe que lo consigue.


Hacienda cafetera de la familia en San Ignacio, Perú. Paco Castillo


Incluso, en referencia a la novela Tungsteno,  hay pasajes de naturaleza más informativa, periodística cabría señalar, que literaria.
Esto no ha restado mi interés por la lectura, más bien al contrario, consigue un equilibrio perfecto entre la acción y la descripción, la intensidad narrativa y el dinamismo nunca decaen. Es extraño como lo logra, pero un gran escritor hace que lo difícil parezca fácil.

Tampoco vamos a encontrar al Vallejo más osado estilísticamente; señalo esto por el afán innovador que le caracterizaba, una osadía que le empujaba a explorar las posibilidades del lenguaje, avanzando donde muchos ya eran incapaces de continuar. Libertad expresiva que Vallejo se ha permitido, fundamentalmente, en la poesía, ejerciendo una influencia considerable.

Pero aquí tenemos un escritor más comedido, el argumento y el carácter de las historias, más el formato de novela, lo demanda.

Mientras leía estas historias me sentía acuciado por la rabia (indudablemente uno de los propósitos de Vallejo con el lector), ante el caciquismo local que explota y saquea sin escrúpulos al campesino pobre y analfabeto. Del mismo modo que la ingenuidad de las muchachas aldeanas es utilizada por estos hombres abyectos para convertirlas en sus concubinas. Dichos individuos eran gerentes de las minas, jefes de peonadas, alcaldes comarcales, comisarios de policía… todos forman la misma turba en estas páginas de Tungsteno. Y esa misma humillación hacia las clases más desfavorecidas la encontramos en el cuento “Paco Yunque”.


Cesara, Perú. Paco Castillo.

La ignorancia de los míseros allana el camino a las tropelías de quienes ostentan algún tipo de poder sobre los más vulnerables.

Una situación que dista mucho de haber desaparecido en Latinoamérica. Cualquiera que pase un tiempo razonable por allí (yo tengo el privilegio de hacerlo), constatará como la desigualdad lastra el desarrollo de aquellos países, en el sentido más amplio.

En Tungsteno, Vallejo pone sobre el tapete problemas bien latentes de su época, pero tristemente vigentes en la actualidad.

El escenario es un pueblo imaginario, cercano a Cuzco, y habitado por una comunidad indígena de campesinos, lugar que será el enclave de un gran consorcio minero norteamericano.


Por el bosque de Cesara, Perú. Paco Castillo.

Asistimos a la descontrolada extensión de la minería, actividad de grave impacto medioambiental, y cuya dinámica productiva somete al serrano andino a una brutal explotación y desgaste físico. Observamos una mano de obra barata que es continuamente denigrada por los patronos locales. Iremos asomándonos al racismo lacerante, una grieta que irrumpe con brusquedad entre unos y otros, más dolorosa aún cuando es entre compatriotas.

Y me detengo en el punto mencionado, ya que es una situación que yo mismo he comprobado allá; la inquina de los costeños peruanos, que son los habitantes urbanos, hacia sus vecinos del interior, el cholo, el indio, el campesino serrano que es visto como una bestia de carga, un bruto sin más, presto a los trabajos que nadie quiere. Y, ya digo, esto es así ahora, a pesar de que muchos de esos "ciudadanos" hunden sus raíces en la sierra, origen del que reniegan por el qué dirán.

Dichos aspectos sitúan a la novela en la llamada literatura social y de protesta, muy extendida en Latinoamérica, razones y argumentos no faltan.

Paseando por Cesara, Perú. Paco Castillo.


Otra característica relevante, posee inequívocos rasgos de la narrativa indigenista, pues existe un pueblo nativo, los Soras, cuya bohonomía e ingenuidad los hace víctimas fáciles para la codicia de los poderosos. Un magnífico ejemplo de este género es “Los perros hambrientos”, escrita por Ciro Alegría, de reciente aparición en este blog.

Apuntaba al sentimiento de rabia que me embargó leyendo varios pasajes de la novela (y del cuento), pues los hay de enorme injusticia social, donde la tensión emocional es palpable.

Cuando lo caciques de turno observan al “populacho” clamando justicia por el abuso de autoridad sufrido, la respuesta no se hace esperar; la gendarmería, fusil en mano, acribilla al campesinado congregado ante el consistorio, bajo la acusación de rebelión inminente, a pesar de que esas gentes griten sin más armas que sus voces, ya casi rotas.

Tras unos segundos de locura, griterío y confusión, cuerpos de hombres, mujeres y niños yacen destrozados e inertes por toda la plaza.

Las autoridades locales se congratulan después de la matanza. Se ha instaurado el orden. Se ha hecho justicia:

“(…) el alcalde Parga ofreció una copa de coñac a los circunstantes, pronunciando un breve discurso.

¡Señores! –dijo, con su copa en la mano-. En nombre del Concejo Municipal, que tengo el honor de presidir, lamento los desgraciados acontecimientos de esta tarde y felicito al señor subprefecto de la provincia por la corrección, justicia y energía con que ha devuelto a  Colca el orden, la libertad y las garantías ciudadanas. Así mismo, interpretando los sentimientos e ideas de todos los señores presentes –dignos representantes (…) de la administración pública-, pido al señor Luna reprima con toda severidad a los autores y responsables del levantamiento (…)

¡Señores: por nuestro libertador, el subprefecto señor Luna, salud!

Una salva de aplausos premió el discurso del viejo Parga y se apuró el coñac. El subprefecto contestó en estos términos:

-Señor alcalde: Muy emocionado por los inmerecidos elogios que me habéis brindado, yo no tengo sino que agradeceros. Verdaderamente, yo no he hecho sino cumplir con mi deber. He salvado a la provincia de los desmanes y crímenes del populacho enfurecido, ignorante e inconsciente.

(…) Lo que ha hecho la gendarmería no es nada. Yo les haré comprender a estos indios brutos y salvajes que así nomás no se falta a las autoridades.” (p. 84)


Por consiguiente, el anuncio es claro; que nadie busque aquí el lenguaje poético que no ha querido Vallejo.
Así tenía que ser.

Cesara, en la tienda del pueblo.



Paco Yunque.

Estamos ante un cuento de estilo realista, por momentos enternecedor hasta que, poco a poco, la narración te va sumiendo en la tristeza y el pesar. Y esa es la sensación predominante tras la lectura.

Valles peruanos. Paco Castillo

Paco Yunque es un niño de siete u ocho años. Vive con su madre en una elegante casa señorial, en donde ella trabaja de sirvienta. La propiedad pertenece a un acaudalado matrimonio. Residen en un pueblo andino, ya que el señor, de origen inglés, posee allí intereses económicos relacionados con el sector ferroviario.

El rico matrimonio también tiene un hijo, Humberto Gieve, de la misma edad que Paco Yunque, aunque más corpulento que el humilde muchacho.

Se ha acordado que Paco Yunque sea compañero de juegos al servicio de Humberto. Sin embargo, la realidad oculta de Paco Yunque dista mucho de esa función.

Humberto es un auténtico déspota con el hijo de la criada. Cuando están a solas le somete a continuas humillaciones. Lo trata de forma vejatoria, recordándole a cada instante su condición de mísero sirviente. Para colmo le golpea con frecuencia.

Paco Yunque sufre calladamente esta violencia verbal y física. Su indefensión es total. El lector asiste con verdadera angustia a la penosa existencia del pobre niño.



El maltrato continúa en la única escuela del pueblo, en donde ambos chicos comparten aula.

Los otros compañeros se irritan ante las vejaciones y porrazos que Humberto propina a Paco, y se encaran con el malcriado colegial. Les apena ver a Paco llorando a cada rato.
Pero Humberto se muestra desafiante con los demás niños, sabedor de la privilegiada posición que tiene su familia en el pueblo. Nadie osaría contrariar a unos vecinos tan distinguidos y poderosos.

En cualquier caso los compañeros lo denuncian ante el profesor… y éste se las arregla para hacer la vista gorda.

No solo evita recriminar a Humberto, sino que amonesta a Paco Yunque por situaciones problemáticas que siempre provoca Humberto, al fin de que su “sirviente” parezca el único culpable.

La aún corta vida de Paco Yunque es un auténtico infierno.

Pero nada cambiará. Así han de seguir las cosas para que, un mes más, la escuela vuelva a recibir un generoso donativo del distinguido papá de Humberto

Y uno cierra el libro enrojecido de ira. Es lo que quería Vallejo.

C´est la vié… ¡hay que joderse!



20 comentarios:

  1. ¡Hola! Está genial todo lo que nos cuentas, tus impresiones sobre estas lecturas de autores peruanos (aunque yo sinceramente creo que nunca me animaría a leer, me atraen más otro tipo de novelas), porque entre los argumentos de estos libros, las fotos que vemos (por cierto me recuerdan tanto a mi viaje por Costa Rica...., los paisaje, el entorno) y lo que tú nos vas contando, podemos entender mejor, hacernos una idea de cómo es la sociedad peruana, su cultura, sus problemas y reivindicaciones
    Besos

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    1. Hola, Marian.

      Todos tenemos nuestras querencias literarias, está bien que sea así. La trayectoria lectora está forjada, entre otras cosas, por nuestras propias experiencias vitales, que nos llevan a unos tipos de novelas u otros. Mi vínculo con Sudamérica es fuerte, desde hace muchos años, por eso entiendo nítidamente muchos aspectos en las novelas que leo de allí, son situaciones que he vivido in situ, eso hace que la conexión con la historia narrada, y el escritor, sea muy profunda. Leerlos es rememorar experiencias que he vivido, es decir, vivo estas lecturas, que es lo mejor que me puede suceder con un libro, desde mi particular manera de entender la lectura, claro.
      En todo caso, al margen de que no sean tus novelas preferidas, siempre me gustará verte por aquí. Los blogs también ofrecen intercambio de reflexiones, pareceres, vivencias que son valiosas para compartir, al margen de que uno no lea éste o aquel libro.
      Más allá del libro hay camino que explorar.

      Un abrazo, Marian!!

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  2. Vergüenza me da, pero no he leído nada de César Vallejo. El Vallejo de mi lista de libros leídos lo acapara por completo Antonio Buero Vallejo.
    Y no lo he leído por la poca narrativa que tiene, pero apunto estos dos títulos porque me gusta mucho esa literatura que pretende indignarte con la explotación y la injusticia y en esos países, ha habido mucha, primero por parte de los españoles y luego, por parte de los caciques y poderosos que copiaron las mismas formas.
    No sé por qué, al leer tu reseña, iba rememorando "Lituma en los Andes" que me gustó muchísimo.
    ¿1180 kilómetros? ¿En autobús o en avión? No sé qué me da más miedo, Andes mediante. ¿O no están en medio?
    Después de este tercer grado, un beso.

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    1. Amiga Rosa, es imposible leer todo, ni te cuento mis lagunas, uff, la de autores impresionantes que no he leído, en fin, asumamos la imposibilidad.
      Es cierto que César Vallejo apenas se prodigó en la narrativa, su devoción fue la poesía y ahí está el mejor Vallejo, está claro, pero en novela seguimos teniendo un magnífico escritor.
      No es extraño que te recuerde a "Lituma en los Andes", gran novela de Llosa que también me entusiasmó, ambas narraciones; (Tungsteno) reflejan la dureza de la minería, la sórdida atmósfera que desprende ese mundo de oscuridad y extenuación física.
      Sí, en autobús lo recorrimos, son bus-cama, prácticamente puedes ir tumbado... pero es un viaje muy largo. El problema es que el avión no nos permite el equipaje que solemos llevar, y Araceli no se fía de enviarlo por agencia, allí las cosas funcionan de aquella manera...
      Así es, muchos modos y usos que dejamos por allá los españoles dejan mucho que desear, las cosas como son. Y muchos peruanos también se apuntaron a carro.
      Ha sido una estupenda lectura, Vallejo me encanta.

      Sí, claro, vamos atravesando los Andes, es impresionante lo que ves desde el bus, aunque algunos prefieran no mirar, jeje.
      Ha sido una gran lectura, Vallejo me encanta.
      Besos.

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  3. Bueno, qué bien acompañado, como siempre...Y desconocidos para mí...Cesar Vallejo, no conocía nada de él. Pero las historias de que nos cuentas, muy bien contadas, me transmiten tristeza. Me quedaría con Tugsteno, con la que quizá más me apetece ahondar...cambio climático y demás. Las fotos que acompañan a los libros, son maravillosas...Me quedaría dentro de alguna...con la hacienda cafetera y quizá, también la de la librería...¿te dieron a probar en la hacienda algo de ese rico café?
    Me han entrado ganas de irme con la Primavera silenciosa de Carson y darme contra la pared...¿estamos ciegos? ¿No vemos el daño que hacemos a la vida? En fin...
    Me voy a leer poesía y algo de chocolate negro...en dosis ínfimas.
    Un abrazo grande.

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    1. César Vallejo es un magnífico escritor... además el poeta preferido de Joaquín Sabina, jeje. Estuvo por España en tiempos de la II República, afincado un tiempo en Madrid, en donde se afilió al partido comunista. De hecho, estas dos obras que traigo las escribió mientras residía en Madrid, y rememoraba sus vivencias peruanas. Pero su sede la estableció en París, en donde convivió con toda la Bohemia parisina.
      La hacienda cafetera es de nuestra familia, hay una en Cesara y otra en San Ignacio, la familia de mi mujer se dedica al cultivo y venta del café, son cafetaleros... así que imagínate si probaré café, jeje, todo el que me apetezca, y además el de esta región es uno de los mejores del mundo, casi nada.

      Los parajes son maravillosos, son valles de las alturas andinas, pero ya en zona de ceja de selva, es decir con vegetación casi amazónica, uff, espectacular, María. De hecho, Cesara, el pueblo de Araceli, está en una reserva natural de impresionante belleza, el Parque Natural de Tabaconas, de los escasísimos enclaves en Perú ( y en Sudamérica) en donde puedes encontrarte con un osos de anteojos, el oso andino.
      Rachel Carson merece releerse siempre. Haces bien en leer poesía, alimenta al alma... y el chocolate negro, ni te cuento!
      Abrazo Grande.

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  4. Qué terrible lo de latinoamérica, tanta desigualdad y explotación en países con tanta riqueza en tantos sentidos. Parece que estas dos obras de César Vallejo lo reflejan muy bien en el caso de Perú. La primera de ellas en un plano más social; la segunda, más íntimo a través de los dos niños. Y en ambos casos, cómo bien dices, cuánta indignación se debe sentir al leerlas más sabiendo que lo que narra la ficción es tan real.
    Un abrazo

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    1. Pues sí, Lorena, yo lo veo de primera mano cada vez que estoy por allí, y eso con toda la riqueza que atesoran, como bien apuntas.
      No podía evitar cabrearme mientras leía estas breves obras, uff, me ponía de una mala leche que "pa qué".
      Ha sido una experiencia enriquecedora acometer la narrativa de Vallejo, lástima que apenas se dedicara a la novela, bueno, nos ha legado magnífica poesía ;)
      Un abrazo

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  5. Hola Paco justo hace un ratito leía en el blog de otro compañero una reseña que hablaba sobre una novela de Noviolet Bulawayo y en sus primeras líneas ya me impresionaba una frase que hablaba de una niña de diez años, la protagonista, cuya máxima aspiración como la de tantos compatriotas era abandonar el país, me interrogaba sobre qué presente y futuro espera a un país en el que muchos de los suyos solo esperan abandonarlo para huir de la miseria y llego aquí y me encuentro con esas desigualdades, ese abuso de poder, esa justicia de pacotilla siempre al servicio de intereses y ya me indigna. Me gusta aunque me duele cuando un libro me "exige" remover mi conciencia aunque como dices acabo muy enfadada porque siento impotencia y confío en la educación y en la literatura para que vaya cambiando. Seguramente soy un poco ilusa pero me gusta pensar que sí se puede cambiar.
    Las fotografías me han parecido preciosas y el nombre de la librería genial. Desde luego 1000 km dan para mucha lectura.
    Besos

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  6. La ideología de Vallejo es siempre patente en su obra, hasta en sus más bellas poesías. De tierras sudamericanas he leído numerosos libros que hablan de esos temas, pero parece que el tiempo los ha dejado de literatura, más que como literatura comprometida que es lo que es. EL mundo lo maneja quien lo maneja, en los pueblos los caciques y los alcaldes, en el mundo los mismos, menos evidentes pero con el mismo patrón cortados.
    REcuerdo de este mismo tema al maravilloso escritor peruano Scorza, luego ya están los otros, los...

    un abrazo
    gracias

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    1. Sí, Wineruda, era un hombre de fuertes convicciones políticas, muy dolido ante la injusticia social, su militancia en el comunismo fue intensa.
      Scorza tiene historias fascinantes, en donde también refleja la opresión de los poderosos, o caciques, hacia los débiles... y escribe de maravilla.
      Un abrazo, gracias a ti, amigo ;)

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  7. Cuánto aprecio a César Vallejo, para mí uno de los grandes de la literatura americana y universal. Tengo en gran estima sus Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz, siempre tan hondos. NO sé cómo llegó a mis manos hace bastantes años una edición de ambos en Las Américas Publishing Co, de New York, en castellano.Es de los mejores intérpretes de la barbarie del crimen de 1936/1939. Mue emotivo, muy directo, muy revelador. Se agradece ver que aún hay gente que habla del autor y su obra. Saludo.

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    1. Pues muchas gracias, Fackel, por tus palabras. Me agrada sobremanera observar que Vallejo no ha caído del todo en el olvido, gracias a estimulantes comentarios como el tuyo.
      Pues esa edición parece magnífica, afortunado ;)

      Y estoy de acuerdo, es uno de los grandes literatos a nivel mundial, un escritor osado, con el lenguaje, un renovador, y además muy comprometido socialmente con su época.

      Bienvenido por aquí y un saludo.

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  8. Recuerdo una estrofa de este autor que sigue haciéndome pensar:

    "Yo nací un día
    que Dios estuvo enfermo,
    grave"


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  9. Gracias, amigo Paco, por refrescarnos la memoria a los que un día, ya lejano, estudiamos y disfrutamos la poesía de César Vallejo en la Facultad de Filología Hispánica de la U. B. Tuve un profesor, cuyo nombre ha pasado al olvido, que sentía auténtica pasión `por este ilustre peruano...Nos contagió, bendita epidemia, algo de su "calentura poética"...

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  10. Dios, si es como dicen, a imagen y semejanza de los hombres... es un enfermo crónico. Magnífica frase nos dejas del amigo Vallejo.

    Si eres, como se deduce de tu comentario, filólogo, aún más entiendo tu amor por las palabras, amigo Luis Antonio. Hay profesores que por unas cosas u otras nunca olvidamos, no es nada extraño que un profesor de filología sienta pasión por este poeta peruano, un virtuoso del lenguaje, un osado innovador del estilo poético.

    Me alegro por refrescarte gratos recuerdos.
    Un abrazo!

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  11. Ese racismo "interior" me recuerda a la dicotomía campo-ciudad en España, donde lo rural era mal visto (ahora se idealiza, lo que tampoco es justo) y la figura del "paleto". La relación entre caciques y campesinos me recuerda a esos conflictos que vivió España en el primer tercio del siglo XX y que desembocaron en la trágica guerra civil. En fin, se nota que Vallejo era un hombre de su tiempo, nada ajeno a sus dramas e injusticias y que España y América comparten muchas cosas.
    Me encanta como poeta, lo leí mucho, muchísimo. Espero que sea fácil conseguir estos relatos, solo suele reeditarse su poesía.
    Un abrazo.

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  12. Me agrada saber que Vallejo es leído por gente como tú, aún jóvenes, aunque ya con un respetable recorrido lector.
    Muy pertinente ese recuerdo al paleto, figura que el cine patrio explotó sin piedad. La literatura también, pero bastante más alejada de la caricatura.
    A Vallejo apetece regresar siempre ;)
    Abrazo, Gerardo!

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  13. Perdona mi retraso lector, Paco, pero ando atareado.
    De Vallejo sólo he leído 'Trilce'; ninguno de estos que nos traes. Coincido con Wineruda: es una literatura de protesta. Lo interesante del caso es su aparición, mucho antes que los '70, donde la literatura era de 'barricada'.
    Gracias por rescatarnos a otro autor y sus títulos; el traje de rescatador te va que ni pintado.
    Un fuerte abrazo, chaval!

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    1. El Vallejo novelista es una rara avis, resulta difícil dar con él, Yo tuve la suerte de comprar el libro en el Perú, ahí tienes un extenso catálogo de toda su producción. En cualquier caso, el Vallejo poeta es insuperable.
      Gracias a ti, querido amigo ;)

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