La canción de Salomón. Tony Morrison (Ohio, Estados
Unidos, 1931)
Libro. Editorial Debolsillo 2004. Traducción de
Carmen Criado. 431 páginas.
Concluida
“La canción de Salomón”, el primer libro que leo de la norteamericana Tony Morrison, mi comienzo es rotundo; he descubierto una
escritora prodigiosa, un portento literario que deslumbra.
La
lista de galardones, por ejemplo el Premio Nobel de Literatura (1993), el
National Books Critic´s Circle o el Pulitzer (1988), es interminable.
Tony Morrison
No
sobra ni una coma en esta emocionante y tensa historia, es más, uno toma
resuello en cada “hito” de la escritura, resoplando admirado por lo que acaba
de leer y expectante ante lo que está por llegar.
Es
alucinante las sensaciones que te puede arrancar un libro, como si fuera la
vida misma. Es eso, la vida, y es lo que pretendo exponer, pero antes voy con la sinopsis de
contraportada:
“A
medio camino entre la fantasía mítica y la cruda realidad de los guetos negros
en los años sesenta, La canción de Salomón narra la historia familiar de un
próspero hombre de negocios que ha tratado de ocultar sus orígenes para
integrarse en la sociedad blanca.
Pese a todos sus esfuerzos, su hijo decide
tomar el camino opuesto. Lejos de rehuir a sus iguales como hizo su padre,
entrará en un círculo de gente dispuesta a reaccionar contra la violencia de
los blancos y emprenderá un viaje en busca de un tesoro que habrá de conducirle
a los orígenes de su raza.
Una
magnífica saga a lo largo de tres generaciones, que le valió a la futura
ganadora del Premio Nobel de Literatura 1993 el Premio Book Critic´s Circle
1978.”
Macon
Muerto (sí, ese es el nombre y apellido del hijo rebelde) reniega de todo lo
que supone su familia, empezando por su padre, siguiendo por su madre y
terminando por sus dos hermanas mayores.
La
falsedad e impostura que ha imperado siempre en el ambiente familiar, llegan a
un punto que se le hacen insoportables, necesita huir de un lugar que tiene
poco de hogareño, ahora que ya es un hombre adulto.
Su
padre también se llama Macon Muerto, y lo mismo fue para el abuelo paterno.
¿Dónde
puede ir alguien que se llama Macon Muerto?
El
origen de ese nombre es el siguiente; cuando el abuelo, siendo joven, acudió al
registro civil en los estados norteños, quiso la mala suerte que le tocase un
funcionario borracho, un yanqui blanco con tal
cogorza que escribió en la casilla del nombre las primeras palabras que
se le pasaron por la cabeza: Macon Muerto. No hubo lugar a la protesta. El
analfabetismo del abuelo dejó impune la tropelía del funcionario.
Y así
cargó con el nombre, que traspasó a su futuro hijo, y éste al suyo. Si el
abuelo y el padre tuvieron arrestos para soportar las consecuencias de un
apelativo tan siniestro… el pequeño de la saga no se iba a ir de rositas. Ajo y
agua.
Empezaba
jodido el pequeño Macon Muerto, a la sazón el gran protagonista de esta
historia.
Menos
mal que alguien tuvo la ocurrencia de ponerle al niño el mote de “Lechero”, por
lo tardío de su destete, mejor así, sonaba más agradable.
Bueno,
pues aquí tenemos a esta familia negra viviendo en algún condado irrelevante de
Michigan.
Tienen
una posición económica muy desahogada, tanto que concita la admiración y la
inquina, sin tener claro que sobresale más, del resto del vecindario negro,
pues con los vecinos blancos la relación, sin ser idílica, resulta correcta por
la escasez del trato.
Lechero
crecerá despreciando todo lo que significa su familia, es decir, su padre, su
madre y sus dos hermanas mayores.
Un
padre que siempre está renegando de su piel negra, que no parece considerar
suya… y vaya, el oprobio sufrido tuvo ese efecto maligno en muchos negros, no
era algo infrecuente por aquellos tiempos, como nos hace ver Tony Morrison.
Un
patriarca con amaneramientos de blanco, que quiere ser como los blancos,
adoptar sus modos, que mira a los negros, siéndolo él mismo, de igual manera
que si fuera blanco, que restriega su dinero ante sus vecinos negros con la
grosería de los blancos.
Una
madre que no parece saber, si quiera, su lugar, al menos el padre no tiene
dudas al respecto.
Unas
hermanas con la voluntad tan machacada por la violencia verbal del padre,
humilladas desde que tienen uso de razón, que son incapaces de decir esta voz
es mía, tan pusilánimes que a Lechero le exaspera la complacencia que tienen
con todo. Un padre que se empeña en destrozar la convivencia diaria.
“Duro,
violento, dispuesto siempre a estallar sin previo aviso, Macon mantenía a todos
los miembros de su familia sumidos en el temor. El odio que sentía por su mujer
fulgía y centelleaba en cada palabra que le dirigía. El desencanto que le
producían sus hijas se cernía sobre ellas como ceniza, empañando su tez
lustrosa y ahogando el tono alegre que de otro modo habría animado aquellas
voces infantiles.
Bajo
el gélido calor de su mirada (¡me encanta esa expresión!) Sus hijas tropezaban
en los umbrales de las puertas y vaciaban el salero entero en las yemas de los
huevos escalfados. El modo en que su padre mutilaba su gracia, su ingenio, su
propia estima, constituía el único acontecimiento de sus vidas. (…) mientras
que su esposa, Ruth, despertaba sumida en la quietud provocada por el odio de
su marido y se acostaba consumida totalmente por esa pasión.”
Una
familia que el padre siempre ha exhibido
como exponente del éxito, especialmente las hijas y el hijo. Mostrados como
trofeos, luciendo sus vestidos caros frente a los vecinos negros, unos hijos
expuestos como bienes financieros que hablan de su envidiable posición económica.
Macon
padre posee varias propiedades, pequeños locales y parcelas que revende y
alquila. Puede permitirse comprarse un coche nuevo cada año, y modelos de alta gama. Macon luce a sus
hijos con el mismo interés que pone en los coches. Le mueven las apariencias,
no los afectos. Un hombre que puede permitirse de todo, excepto una cosa, ser
blanco, porque es negro.
Al
hijo le revienta observar esa actitud en su familia, y cuanto más le desagrada,
con más orgullo busca sus raíces, y se larga a buscarlas al profundo sur
norteamericano, o al oeste, o a donde haga falta.
Y
escucha canciones… como La canción de Salomón, hay que leerlas, porque ahí está
todo, aunque solo sean unas pocas palabras perdidas entre cuatrocientas y pico
páginas, por ahí merodean los secretos…
He
referido al principio que pretendía mostrar, no la lectura de un libro, sino la
vida que atesora uno como éste.
Escribir
y leer una historia de ficción, cuando hablamos de recrear la realidad, debería
parecerse poco a escribir y leer una historia de ficción, y sí asemejarse, todo
lo posible, a transitar la vida, que es mucho más que escribir, y mucho más que
leer.
Bajo
esta premisa podría afirmarse que crear una novela como ésta supone el anhelo,
muchas veces desesperado, de trasladar la existencia tal cual, palpable, a ese
otro plano de la realidad, la hoja en
blanco, si hablamos de literatura.
Como
si desde ese estadio análogo a la realidad, se pudiera desentrañar algo más la
complejidad de ser y estar aquí, ahora. Cualquiera que sea la época y el lugar
en las que han tenido cabida ese “aquí” y “ahora” para tantos autores habidos y
por haber.
Es
obvio que Tony Morrison ha escrito una novela, como se escriben y publican
centenares todos lo días. Se cierra el libro, y ya está, ahí se queda todo.
Punto
final. No hay más.
Pero
eso no me vale, sí sucediera así, hoy mismo dejaba la lectura.
Desde
la consideración que me tengo como lector, no puedo quedarme ahí, y ya está.
Necesito
extraer la vida de ese libro, saber que, de alguna forma, la vida está apresada
entre las páginas, yo la busco, leo para buscar la vida, sea pasada, presente o
futura, de esta manera o de aquella otra, me da igual. La vida.
Y
cuando la encuentro allí, pues ya veré lo que hago… reír, llorar, salir
corriendo para estar solo, o no… si lo que deseo es besar a mi mujer, tumbarme
y cerrar los ojos, abrazar a mis hijas, pensar, o solo divagar, soñar, mirar a
las nubes, mirar a la gente, no querer ver a nadie… tal vez a las hormigas,
dudar, afirmarme, amar, quizás odiar, asustarme de mí, congraciarme de ser como
soy… conversar, callar, escuchar, o simplemente el silencio…
Si la
lectura no es nada de todo eso, o muy poco, hoy es el último día que abro un
libro.
Así
que voy a contar como Tony Morrison ha arrastrado la vida a estas páginas de
“La canción de Salomón”, como ha empujado la vida hasta aquí, al libro, como la
ha traído a golpe de riñón, de talento, inteligencia, imaginación, emoción,
indignación, satisfacción, sensibilidad, puede que gritando, desde luego
escribiendo, o puede que en silencio.
Sí, seguramente el silencio es lo mejor
para una escritora, pero la vida es mucho más que silencio, puede que la haya
lanzado hasta el libro soñando, incluso
dudando de sí misma, o no, reafirmada en lo que es…
Este libro tiene todo eso que es la vida, algo que parece un jodido lío y a
continuación se hace de lo más elemental.
Es
como si atraviesas una gran avenida atestada de tráfico, flanqueada por
escaparates comerciales, andar caótico de ciudadanos pendientes, o no, de sus
móviles, oficinas ocupadas por empleados que cumplen su misión como las hormigas
en el hormiguero, imponentes edificios acristalados, el estruendo de un avión
atravesando el cielo contaminado… el ruido de la civilización.
Y
doblas una esquina para dar con un solar abandonado, yermo, con dos yerbajos,
unos pocos cascotes y un gato durmiendo al sol, junto a un zapato roído que ya
no pertenece a nadie, más que al silencio… todo el vértigo de la civilización
engullido por ese silencio elemental y roído, un mundo flamante y vertiginoso
ignorado con desdén gatuno.
Decía
que la vida es mucho más que leer un libro, es verdad. Y sin embargo, también
es cierto que la vida es mucho menos sin los libros.
Tony
Morrison logra esa sensación palpitante, de letra transfigurada en vida, porque
tiene un dominio extraordinario de la situación narrativa, del ritmo, de la
tensión y la distensión, con una prosa que se agarra a la existencia como los
tentáculos de un pulpo a su presa.
La
perfección de sus personajes consiste en la imperfección que transmiten, en sus
incongruencias, en su excelsa humanidad aliñada con las miserias que arrastran.
Porque
hoy eres todo bonhomía y mañana tienes un pensamiento que te hace mascullar,
acusándote para tus adentros, de ser un cabrón… Todos somos así, divididos por la
luz del día y la oscuridad de la noche.
Tony
Morrison perfila a sus personajes de tal manera que, cuando crees que los vas
viendo previsibles, dejándote ellos ciertos señuelos… ¡zass! pasas un par de
páginas y te descoloca ese automatismo que te empuja a encajar tal o cual
personaje en este o aquel perfil.
Se ríe
de tu mirada viciada… pensará que lo previsible no es su escritura, sino tu
mirada.
Hay
que empezar cada libro con los ojos renovados, hay que esforzarse en esa
actitud.
Abordar
cada libro diferente con la misma mirada previsible… es perverso
Así
que Tony Morrison no escribe para que leas, sino para que presencies y sientas.
Cada
frase no es una posibilidad que te ofrece el libro, sino una posibilidad que te
ofrece la vida.
La
mejor literatura que he leído no es la me hace pensar en tal o cual técnica
narrativa, sino la que hace olvidar eso mientras lees…
Luego,
una vez concluido, si a uno le apetece estará muy bien comentar la construcción
del personaje, el punto de vista del narrador, si la elipsis está así o asá, o
lo que sea, pero mientras estoy inmerso en la historia, todo eso… me importa un
carajo.
En mi
caso, pues ya he señalado más arriba algunos aspectos narrativos, claro, está
bien así, del mismo modo que procedo ahora.
Su
escritura tiene mucho magnetismo. Por ejemplo, leo un fragmento en el que se
pone a describir, mediante un personaje magnífico, la tía Pilatos, la clave
para conseguir dos huevos pasados por agua perfectos… y logra mantenerte pegado
a la lectura como sí en esas líneas culinarias te fuera la vida, como si
estuviera revelando un momento fundamental
de la novela en la cocción de dos simples huevos.
Reviste
todo con una intensidad que se hace palpable para el lector, realmente
impresiona el dominio que tiene para mover de un terreno a otro las emociones,
para tensar y destensar la intriga, para inquietarte o apaciguarte.
Termino
con Lechero, con esa previsibilidad engañosa que deja deslizar Morrison en las
vicisitudes del protagonista.
Constatará
Lechero que las cosas son más complejas que un simple querer y no poder (ser
blanco).
La
vida es algo más que un color de piel.
Es
muchísimo más…
Toni Morrison es una escritora pendiente para mí. Alguna vez he indagado sobre sus libros pero no he terminado de decidirme. Te diría que ahora mismo me lanzaría sobre este que reseñas pero creo que en realidad lo haría sobre cualquiera de la autora. Su argumento, que me parece muy interesante no solo por los personajes sino por ser retrato social de un lugar y una época, ha quedado eclipsado por la segunda parte de tu reseña. Estoy segura de que te has quedado con muchas frases de esta novela pero puedes estar seguro de que yo me he quedado con muchas frases de esta entrada. Cuánta pasión. Pasión que no me parece exagerada y que comprendo, pues ahora mismo estoy leyendo un libro en el que ni pienso ni dejo de pensar en la previsibilidad, simplemente me dejo llevar por donde quiera llevarme su autora (Carmen Martín Gaite), pues estoy tan absorta en cada recoveco, en cada bifurcación, todo me parece tan necesario y tan imprescindible que poco me importa cómo avanza la trama e incluso me olvido de que la hay y de que estoy leyendo una novela. Bueno, te agradezco que vuelvas a poner a Toni Morrison en mi punto de mira. A cambio solo te pido una cosa: si alguna vez no encuentras vida en alguna de tus lecturas no se te ocurra no volver a abrir un libro, prométeme que cerrarás ese y que buscarás la vida en otro. Y si dejas de encontrarla en la lectura en general, tan solo date o dale un tiempo, la vida volverá a fluir.
ResponderEliminarUn abrazo
Un abrazo
Conociéndote con las lecturas que te motivan, no tengo duda de que llegarás a Tony Morrison en el momento oportuno, y de que la vas a disfrutar plenamente. Algunos críticos dicen que esta es su mejor obra, pero ya sabes que para gustos...
EliminarMe alegro de haberte transmitido esa pasión que me ha arrancado Tony Morrison con su libro, es justo lo que pretendía, si eso es lo que me ha provocado el libro, eso es lo que siento que debo reflejar con mis impresiones, dejarme llevar por esas sensaciones y plasmarlas en mis líneas como van fluyendo.
Habrá otros libros que me inciten a exponerlos con otra disposición, pero con este no podía ser de otro modo. Todo lo que expreso es lo que ansío de una narración de este tipo, si leo un libro de cuentos fantásticos serán otras corrientes y sensaciones las que me arrastren y así trataré de transmitirlo, con peor o mejor tino.
No he leído a Carmen Martín Gaite, pero siempre estoy tentado de hacerlo pues tengo varias obras por casa, de momento esperaré expectante tu mirada, que siempre me descubre muchas parcelas poco exploradas, y se detiene en esos recovecos y bifurcaciones, que apuntas, no siempre muy visibles, excepto para las miradas atentas, como la tuya, Lorena.
Sabes que te haré caso cono los libros... jeje.
Un abrazo ;)
ResponderEliminarHola Paco
He regalado varios libros de Toni Morrison, tengo un par o tres, pero no la he leído-¿Por qué? pues no lo sé, la verdad... tuve una época de lecturas afroamericanas, relacionadas con el racismo (cierto es que mucha de la buena literatura afroamericana viene relacionada con el racismo por su componente biográfico, al menos en lo que he leído): ZOra Neale Hurston( mis ojos miraban a Dios), Richard Wright( mi vida de negro, black boy) James Baldwin (otro país, el cuarto de giovanni, nadie sabe mi nombre,) Amiri Baraka-LeRoi Jones- ( cuentos y poesías), Maya angelou (yo sé porque canta....)la inconmensurable: EL hombre invisible de Ralph Ellison, Leí eso y otros que ya no recuerdo, pero dejé dos autores sin leer, A Toni Morrison, (creo que fue porque por aquel entonces sus libros se cotizaban a precio caro, y la dejé de lado) y dejé de lado un par de libros de Chester Himes, que empecé a leerlos y , fíjate que leí cosa duras en los otros, pero me turbaron especialmente, (quizá fue el momento simplemente) pero los tengo ahí guardados para cuando me llamen (son los dos libros de la autobiografía de HImes: La cualidad del sufrimiento y El absurdo de mi vida)
Ahora tengo esos tres, que son tres no dos, ;) (lo he mirado) de Toni MOrrison, por su forma de escribir ( que es lo que ahora leyendo lo que más me importa) que me has enseñado aquí, y por tu opinión más que favorable, la colaré unos puestos más arriba en la lista de espera:)
cuidaos
un abrazo
"Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado" de Maya, no.. yo sé porque.. :)
Eliminarperdón
Sí, Wineruda, me consta que tienes muy en cuenta la forma de escribir (y yo también), por eso tienes que acercarte a la obra de Morrison, es una prosa adictiva, cortante como la realidad y, a la vez, evocadora como los sueños. No es este título que traigo especialmente duro con el tema del racismo, y la tensión se deriva más entre los propios negros que entre éstos y los blancos.
EliminarCitas varios nombres que no he leído, algunos los conozco, otros no, así que tomo nota, desde luego eres todo un filón, como suelo decirte, jeje ;)
Los libros de Tony Morrison, excepto alguno por ahí, nunca han sido de los más baratos, se cotizan al alza, bueno, tú eres un magnífico explorador literario, y si no están por tu casa (parece que sí), encontrarás algo meritorio.
Gracias, Wineruda, y cuídate!
He leído varias novelas de Toni Morrison. Esta que reseñas precisamente, no. Es maravillosa y aún me quedan varias por leer, lo que es agradable. Creo que de lo mejor que tiene es "Ojos azules" (por si te interesa, tengo reseña https://elblogdelafabula.blogspot.com/search?q=Morrison), aunque todo lo que he leído me ha gustado mucho y tengo un par de ellas más compradas en el estante de pendientes.
ResponderEliminarTambién he leído el que recomienda Wineruda, "Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado", de Maya Angelou por cierto. Genial también. Los escritores americanos del sur, tano negros como blancos (William Faulkner), tienen un mundo común que me fascina.
Un beso.
Daba por hecho que has leído bastante a Tony Morrison, incluso pensaba que esta novela también, así que me complace traerte algo sin leer.
EliminarEl libro es realmente bueno, literatura de altos vuelos, y como le decía a Lorena, esta obra es considera por algunos críticos la mejor, aunque con Tony Morrison no debe ser fácil establecer ese juicio en sus trabajos. Wineruda siempre aparece con sugerencias exquisitas.
Así es, Rosa, la literatura sureña norteamericana a fascinado a varias generaciones de lectores y escritores, entre ellos nuestro común admirado Llosa.
Un beso!
¡¡Qué descubrimiento Paco!! No había leído nada de Tony Morrison. Ahora ya no hay excusa, y tras tan maravillosa presentación, sin duda que algún día me encontraré con ella.
ResponderEliminarY qué bonito es lo que dices acerca de la lectura y si no abres más libros. Eso mismo siento...y alzo mi taza de té, por las palabras que nombras, por las que no dices y las dice Morrison, por los paisajes y por todo lo bueno que hay en este mundo y parece que las personas nos empeñamos en hablar más de lo peor...Y con esto no quiero decir que andemos ciegos, que también hay que estar cercanos a la realidad...pero ¿qué realidad? ¿La que nos cuentan? Sigo prefiriendo historias como esta que nos traes, que aunque parece hablar de épocas pasadas, seguro que es presente para muchos y se trata de una historia...con más de una vida en ellas...A veces las noticias están más cerca en los libros...
Muchas gracias porque esta mañana, he descubierto a una gran escritora, que aunque tal vez la tuve delante en alguna ocasión,...por lo que fuera o fuese, no me quedé con ella a tomar un té calentito.
Un abrazo y feliz verano,
Por cierto, la foto con las amapolas blancas y el libro...muy simbólica...además es curioso porque este año he visto más amapolas blancas que en toda mi vida...antes eran unas pocas, pero ahora...hay casi campos llenos...casí tantas como las rojas...¿será que necesitamos opio en nuestra vida?
También yo recién he descubierto a esta magnífica escritora, unos personajes memorables en esta historia, que desprenden un crudo realismo con toda la complejidad, y a veces simplicidad, inherentes a las personas, tal cual somos, y unos diálogos que, sin perderse en profundas disquisiciones, tienen una vertiente filosófica muy interesante,pero apegada a la cotidianeidad. Harás muy bien en encontrarte con Tony Morrison.
EliminarLas amapolas blancas son muy bonitas... y codiciadas por algunos, jeje. Como vivo en una localidad rodeada por campos, hay grandes extensiones inundadas de flores diversas, entre ellas las amapolas. Es curioso, ayer estuve paseando por el campo, a última hora de la tarde, y aún quedan muchas margaritas y algunas amapolas, entre otras flores, lo que no había visto en muchos años por estas fechas.
De momento la lectura es mi opio particular ;)
Un fuerte abrazo, María, y gracias por estar ahí.
En este caso hablas de una escritora conocida y admirada por mi desde hace mucho tiempo, he leído dos novelas que te recomiendo: "Jazz" y "Sula" y tengo pendiente de leer "La noche de los niños". Me apunto esta que comentas también.
ResponderEliminarTu forma de leer es estupenda, cada libro te aporta algo, unos mucho, otros poco, algunos simplemente te entretienen. Cada libro tiene su momento y según cuando y en qué circunstancias lo lees te aporta más o menos. Hay una frase que no sé de quién es pero que me encanta: "si no lees no pasa nada, pero si lees pasan muchas cosas"... pues eso...
Las fotos acompañan muy bien al libro y tus reflexiones.
Un gran abrazo.
Hola, Laura.
EliminarPues tomo nota de esas recomendaciones, la prosa de Tony Morrison ha sido para mí todo un descubrimiento, me ha impactado el pulso de su escritura, por eso volveré a encontrarme con ella, seguro.
Así es, cada libro tiene su momento, cuando hay comunión entre momento y libro la recompensa de la lectura es gratificante y enriquecedora, es lo que me ha ocurrido con éste.
Unas fotos que lucen mucho al libro, el campo esta primavera tenía una cantidad de flores espectacular, lo he disfrutado mucho.
Gracias por tus palabras. Un gran abrazo :)
Resulta sorprendente la relevancia que están alcanzando los afroamericanos en la cultura de los EEUU.
ResponderEliminarMe encanta, de esta escritora, la importancia que da a la brevedad como norma. Según dice ella misma no quiere que la gente se distraiga ni un instante. Otro elemento que atrapa de sus obras es el protagonismo que da a los principios y finales. No en vano es seguidora de Dickens y Víctor Hugo...
He leído, y las recomiendo, dos obras de esta escritora: Una bendición (esclavitud y cultura afroamericana) y Volver (mujeres sencillas, símbolo de la amistad desinteresada)
Ahora me toca leer el libro que tan extraordinariamente bien has glosado: La canción de Salomón.
Un abrazo
Ya he comprobado, por los comentarios de quienes la habéis leído, que Tony Morrison levanta mucho entusiasmo, algo que no me extraña, después de leerla.
EliminarEs como ejemplificas, Luis Antonio, concisión lingüística pero con palabras muy evocadoras, y magnífico principio y final... sin duda!!
Tomo nota de tus recomendaciones ;)
Un abrazo!
Wow, Paco, vaya entradón. Te juro que me has hecho llorar y todo. De esa forma de sentir lo que se lee. De reconocer que la vida está ahí dentro y que, en cierta forma, te la han trasvasado...
ResponderEliminarDecirte que tengo Ojos azules y Beloved en casa, sin leer aún, porque soy así: acumulo libros, como para que me protegan mientras esperan a ser leídos, algunos de ellos con la certeza de lo que contienen aún sin leerlos (aunque echo muchos vistazos al interior de los libros que tengo sin leer). Ni que decirte tiene que amplio la estantería con La canción de Salomon.
Abrazo agradecido y emocionado.
Uyy, pues tus palabras son muy motivadoras, y también emocionan, querida Ana :)
EliminarLa verdad es que son líneas que han surgido de forma muy espontánea, como a borbotones, por que las escribí con las sensaciones a flor de piel.
Suponía que tendrías algo de Tony Morrison, una lectora como tú siempre tendrá cerca a una escritora como ésta.
Me encanta eso que dices de acumular libros para que te protejan mientras esperan su momento... no había pensado en esa sensación de protección junto a los libros, y me resulta acertadísimo!!
Gracias por tu forma de leer, Ana.
Abrazos!!!
Tengo éste y otro póker de títulos de Morrison, aún esperando por allí, en medio de la multitud que clama una oportunidad.
ResponderEliminarDespués de N. Gardiner y otras autoras de origen africano, creo haber cumplido un ciclo. No obstante, tengo en mente leer otro libro de esta autora -al menos, para el año en curso-.
Tus líneas no dejan de reforzar esa decisión, a ver qué tal me va con sus letras.
Gracias por la reseña, campeón!
Un fuerte abrazo.
Me gustará conocer una opinión como la tuya, siempre bien ponderadas y concisas, algo que muchas veces me falta a mí, amigo Marcelo.
EliminarMe ha parecido una grandísima escritora, en este caso un Nobel más que merecido.
Mientras tanto disfrutaré con los comentarios que nos dejes de otras lecturas, tu blog es de los imprescindibles para mí.
Cuídate, maestro!