P. Castillo

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jueves, 24 de mayo de 2018


Diversos asuntos extraliterarios hacen que tenga que desconectar una y otra vez del libro que tengo entre manos, con tanta interrupción os dejaré con un breve texto que publiqué en un antiguo blog, hacia finales del 2005 o principios del 2006, creo recordar, y ahora lo rescato, tal cual lo escribí, para vosotros.

Estas lineas son un breve retazo de sensaciones a raíz de un viaje que hice en solitario a Nueva York… llegué nada menos que un 11 de septiembre, siniestra fecha en la historia reciente, del año 2004, se conmemoraba el tercer aniversario del trágico suceso. No fui por tal motivo, simplemente coincidió así. 

Durante algo más de dos semanas deambulé sin itinerario previsto por la ciudad de los rascacielos, y alguna escapada a New Jersey. 

Nada más llegar España, fui directo a un pequeñísimo pueblo de la Alcarria, en Guadalajara… ¿os imagináis el contraste?


Canciones sobre Nueva York hay varias, os dejo con una más o menos moderna , Empire State of mind, cantada por la deslumbrante voz de una neoyorquina de pura cepa, nacida en Manhattan,  Alicia Keys

Una ambientación ideal para estas líneas. Y unas poquitas fotos de mi autoría.








No hay cucos en Nueva York…


Nueva York, foto Paco Castillo 


Recién llegado de la metrópoli por excelencia... New York City, que dirían los neoyorquinos, viví una experiencia extraña, al día siguiente ya en España, aún con la inercia viajera, me fui directo a un pequeño, muy pequeño, pueblecito de Guadalajara llamado Pajares, en plena Alcarria. Ahí tiene mi padre una acogedora casita, este pueblo está arropado por un valle y rodeado de suaves montañas.

Caminando por un sendero que sale de la parte norte del pueblo se asciende hasta lo alto del valle, en donde los escasos vecinos tienen construidas una especie de cuevas-bodega pegadas a la ladera. De tal modo que llegas, vas a tu cueva-bodega-cabaña y te puedes sentar tranquilamente en tu sillita de madera, en el porche, y contemplar relajado el valle, los viñedos diminutos allá abajo... eso fue exactamente lo que hice.

Qué extraña sensación, hacía apenas unas horas, yo estaba atrapado en la vorágine de la “Big Apple”, perdido en una marea humana, deambulando de Broadway Avenue a Madison Avenue, pasando por Columbus Av. para llegar a mi morada en el 103 de Amsterdam Av. muy cerca ya del Harlem... y esta cercanía al célebre distrito, con resonancias de música góspel en cada esquina, se hacía notar, vaya que sí. 

Estaba rodeado de áreas populares, lejos de la sofisticación del centro financiero de Manhattan, en medio de esos barrios populosos, todos con sus canchas de baloncesto y grupos de jóvenes, la mayoría negros, jugando sus partidillos y gesticulando cosas en la jerga ininteligible que se gastan, era idéntico a las películas... jamás me he sentido más pequeño que paseando junto a esos tíos... descomunales y altísimos, como los propios rascacielos, verdaderamente me sentí una hormiguita al lado de esas moles musculosas de dos metros.

Y de repente ahí estoy yo sentado en lo alto del valle, rodeado de un silencio casi absoluto sino fuera por el sonido acompasado, aunque débil, de un cuco escondido en la lejanía del valle... cucu... cucu... y ahí estaba, ubicando de nuevo la perspectiva horizontal, después de unas semanas viviendo en un mundo vertical, aprisionado entre enormes rascacielos, ahogado sin la sensación de plenitud y libertad que te proporciona la visión de un horizonte nítido e inabarcable.

Estar ahí en lo alto del valle alcarreño, sentado al borde de la cabañita, admirar el horizonte… qué maravillosa sensación.



Pedanía de Pajares, valle de la Alcarria, Guadalajara. Paco Castillo


6000 kms separan los cantos del cuco de las sirenas de los bomberos y la policía de Nueva York. El canto del cuco se oía débil y sin embargo inundaba todo el valle, de hecho llenaba todo el espacio que abarcaba mi vista, lo escucho, lo siento...

Los ruidos de sirenas en NY son mucho más potentes…. pero nadie los oye.

NY engulle, como si de un agujero negro se tratase,  el gigantesco barullo, el cerebro registra miles de sonidos y estridencias en instantes tan fugaces como el parpadeo de los ojos. El tiempo siempre muere nada más nacer, pero en la gran metrópoli esa percepción es, si cabe, más efímera. Allí, en un escenario tan colosal que parece un desafío a la finitud,  todo está condenado a la fugacidad.

Estoy solo ahí arriba, sentado en la sillita de madera contemplando el valle y los viñedos, y el precioso zorro que merodea cauteloso en busca de algún bocado. El tiempo no existe en esta quietud y el canto del cuco queda atrapado en momento eterno... cucu... cucu...



Cerca de casa, en la Alcarria. Paco Castillo


Es curioso, escuchando la llamada lejana del cuco flotando en el  silencio, no tengo la impresión de estar solo.

Hace unas horas estaba deambulando por las inmensas avenidas neoyorquinas entre miles de seres... me sentía solo. De hecho eso es lo que fuí a buscar a un sitio como Nueva York, sentir la soledad rodeado de millones de personas.



Volveré a Nueva York... la vida es algo muy extraño.



Nueva YorK, alguien caminando. Foto Paco Castillo

 

21 comentarios:

  1. Sí que es extraña la vida. Nueva York es una ciudad grande, populosa, ruidosa y, sin embargo. pasear por sus avenidas relaja, uno se siente seguro, sabe que no se va a perder, cada calle tiene esquinas con las sucesivas avenidas y solo hay que ir contando; creo que es la ciudad en la que menos he utilizado el callejero. Una ciudad donde lo que más se habla aparte de inglés es español (y en algunos barrios, más español que inglés); hay que ir a Estados Unidos para ver carteles en español: no se ven en Francia, Alemania, Italia, Reino Unido; Estados Unidos está lleno.
    Sé que tiene sus luces y sus sombras, su miseria, su crueldad, se delincuencia, sus injusticias (como el resto del país), pero me fascina por ello, por sus contrastes y sus contradicciones (como el resto del país), aunque no haya cucos.
    Hermosa entrada. Muchas gracias por atender mi insinuación.
    Un beso.

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    1. Sí, Rosa, una ciudad es un espejo de la humanidad que la habita, con sus contradicciones, sus grandezas y sus miserias. En un lugar como Nueva York, todos esos matices se significan de manera exponencial.

      Lo del idioma español allí es algo que te deja impactado, podrías moverte por cualquier rincón sin hablar inglés, impresiona. Así como la facilidad para orientarte, como bien señalas. Los neoyorquinos son gente muy educada y servicial, siempre estuvieron prestos a ayudarme con cualquier duda, ya fueran anglosajones, latinos o afroamericanos, nunca tuve problema en ese sentido.

      Uff, habría que dedicar más de una entrada a tamaña experiencia... rescato la visita que hice a una comisaría del Bronx, nada menos que a la que sirvió de escenario real para la serie policíaca "Canción triste de Hill", Street", fue alucinante hablar con los agentes, y hasta el comisario... que no dejaba de mascar su chicle!! Jaja, muy neoyorquino todo ;)

      Gracias a ti, tu última entrada ha sido determinante para rescatar este recuerdo.
      Un beso.

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    2. ¿Estuviste en la comisaría de Hill Street? Me encantaba esa serie. No sabía que existe la comisaría. Siempre pensé que estaba rodada solo en estudios. Estuve en el Bronx, pero solo una tarde. En una semana no da tiempo para tanto mito literario y cinematográfico.
      En todo el país se habla mucho español. En los estados del Sur y en California, más aún. En Miami hay más hispanos que anglosajones.
      Me alegro de haber provocado esta entrada.

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    3. Así es, Rosa. Yo estaba alojado en un Youth Hostelling, uno de esos sitios para mochileros, siempre estrambóticos, y ahí suelen ponerte en contacto con gente peculiar, en este caso era un colombiano jubilado que hacía visitas guiadas a grupos reducidos, gratuitas y generalmente al Bronx, que conocía al dedillo, amén de toda "su fauna" con la que estaba bien relacionado, un tipo curioso. La excursión era gratuita!!! Aunque lógicamente se le daba una propina al hombre... al final todos acabábamos en Queens tomando un refresco en una cafetería, junto a su casa! Genial, ¿no? Además el tío ponía su furgoneta, una enorme Ford, algo vieja pero muy chula... son cosas de Nueva York, jeje :)
      Un abrazo!

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  2. Es curioso, mi abuelo paterno vino de Guadalajara ya hace más de un siglo, aquí se quedó enterrado en zonas más verdes pero con menos horizonte.
    Me gusta mucho tu manera de comparar tus mundos: la tranquilidad y el orden;con el ruido y el desconcierto, el mundo en la mano con el mundo en la mirada; el mundo hacia lo alto y el mundo a lo largo, pero supongo que, como todo, existen, o los buscas o los admiras, porque que hay ese otro, y es el que te hace mirarlo de otra manera. Yo soy un poco extraño, -los bárbaros somos así: en palabras de Obelix:)- y me gusta el mundo de una manera pero no en contraposición: quiero la lluvia y la niebla pero no por el solo, y la soledad pero no por la muchedumbre, la música pero no por el silencio. Yo no iría nunca a Nueva York, (ni lo haré) pero sí iría a Guadalajara...
    ya ves, querido Paco, los bárbaros somo así...:)
    cuidaos mucho

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    1. Caramba que sorpresa! Saber que parte de tus raíces están en Guadalajara me agrada ;)

      Resaltar un mundo mostrando el contrario produce cierto vértigo, me gusta la sensación.

      La verdad es que eres "un bárbaro" muy leído... no sé si también lo dijo el gran Obelix.

      Cuídate, querido Wineruda, de esos que se dicen civilizados y son incapaces de abrir un libro.

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  3. Andamos a contrapié ambos con esto de las conexiones/desconexiones...

    Yo conozco Pajares, pero no el mismo pueblo que tú. No conozco NY, no sé si es un lugar que quiero conocer, aunque me provoca curiosidad. Creo que es una ciudad que me devoraría en cero coma. Sin duda me quedo con el Pajares de la Alcarria, en valles así nunca se está solo en realidad... aunque a la vez tomes conciencia de esa esencia de soledad que está en el ADN humano.

    Un abrazo enorme

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    1. Sea donde sea, un sitio que se llame Pajares no puede ser mal lugar. A mí me encantó NY porque fui sin mucho entusiasmo por conocerlo, suena raro, pero tiene su historia...

      Haces bien en quedarte con el Pajares de la Alcarria,yo también ;)
      Abrazo grande!

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  4. Me ocurre como a Ana, tampoco creo que durase mucho en una urbe así. Además, conforme pasa el tiempo y me amoldo al escaso kilómetro donde paso casi todo el tiempo, más ansiedad tengo de visitar sitios populosos y con ruido. La sensación de soledad y aislamiento es compleja y a menudo sobreviene rodeado de gente.
    Buena idea rescatar este texto, yo también estoy algo descuidado con mis asuntos lectores, de momento.
    Un abrazo.

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    1. Entiendo bien esas reticencias, en cualquier caso la llanura manchega tiene ese "no sé que" místico que me fascina, es lo que tienen los lugares curtidos por varios siglos de historia... la poderosa Nueva York no puede competir con eso, aunque tiene sus encantos, desde luego.
      Con el blog mejor no agobiarse ;)
      Un abrazo

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  5. Me gustan los dos ambientes que describes. Vivir en uno puede hacerte añorar el otro y viceversa. Ambos se complementan.

    Quizás la urbe te ayuden a conocer más a los demás y el pueblecito a encontrarte contigo mismo. Ambos conocimientos nos enriquecen. En modo alguno pienso confrontarlos.

    Un abrazo

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    1. Estoy de acuerdo, amigo Luis Antonio, lo mejor es aunar en una sola visión lo mejor de cada mundo.

      El sonido de la civilización y el silencio de la naturaleza pueden ser dos refugios igual de valiosos en el momento propicio.

      Un abrazo

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  6. Vaya contraste Paco y creo que justo lo bueno es poder disfrutar de ambos. Nueva York me gustó, mucho más de lo que esperaba. Me gustó esa ciudad de tantos contrastes, esa sensación de poder hacer lo que se quiera porque a nadie le sorprende, esa sensación de que todo es posible y también la dureza de una ciudad que no parece dormir nunca y a la que a veces no parece importarle nada más que ella misma. En mi caso los contrastes los encontré volando hacía una pequeña ciudad del estado de Virginia. Me sorprendió ese contraste de la gran urbe con la belleza rural de los pueblitos que visité, la naturaleza en estado puro que pude vislumbrar, aún recuerdo el vuelo de un pequeño colibrí que me emocionó porque era la primera vez que veía uno, los ciervos que se paseaban por el jardín del lugar en el que me hospedaba, el cielo, los olores...
    Contrastes y saber disfrutar de cada lugar y en cada momento.
    Besos

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    1. A mí me pasó lo mismo, Conxita, Nueva York me gustó más de lo que esperaba, es una ciudad que tiene mucho carisma, y los neoyorquinos muy simpáticos. Aunque las ciudades las "hacen" los ciudadanos, algunas parecen que tienen entidad propia al margen de ellos, como ocurre con París, o la propia NY, esa simbiosis peculiar entre ciudadano y ciudad la reflejaba en sentido alegórico un espléndido libro, "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino.

      ¿Sabes, Conxita? en el pueblo peruano de Araceli, mi mujer, se pueden ver también el colibrí con frecuencia, el tucán, etc, etc. Qué bonita tu anécdota de Virginia ;)
      Besos

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  7. Contradictorio lo del sentimiento de soledad, pero entiendo lo que quieres decir. Creo que el sentir cerca la naturaleza nos hace sentirnos más en comunión con todo. Supongo que Nueva York es como una jungla, un tipo de 'naturaleza' distinto. Aún así es una ciudad que sin conocerla me atrae pero solo para conocer esa jungla, no para vivir en ella.
    Espero que puedas retomar pronto tu lectura.
    Un abrazo

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    1. Ciertamente NY tiene mucho de jungla, la variedad de especímenes humanos, a cada cual más estrafalario, es extensa. Coincido contigo, Lorena, NY es espectacular para visitarla, pero no viviría ahí, uff, que agobio, si cuando voy a Madrid a recoger a mi mujer del trabajo... ya estoy deseando salir, y eso que vivimos a las puertas de Madrid, en Pozuelo, pero estamos rodeados de montes y campos... y Madrid parece estar en otro continente.

      Ya he acabado el libro, ahora buscaré momentos de tranquilad y a escribir.
      Un abrazo!!

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  8. Paco, disfruta mucho de ese nuevo viaje a NY. No lo conozco, pero debe ser maravilloso el contraste. Tengo pendiente ir...Guadalajara me pilla más cerca y aunque en concreto no he estado en Pajares, si que puedo decir, que andando, puedo llegar a pisar tierras alcarreñas.
    Ambos contrastes son maravillosos...y aunque si me dieran a elegir tengo claro de cual creo que no me podría despegar, si que es cierto que una gran ciudad, tan interesante como NY tiene mucho más que dar d de lo que a primera vista podríamos imaginar...Sé muy bien donde iría...uno de mis sitios predilectos, sería el edificio donde vivía Helen Hanff, con vistas a Central Park...el buzón que visitaría para recoger paquetes desde Londres,...pasearía por las calles que Woody Allen retrata en sus películas, haciéndolas un poco nuestras...y por su puesto iría a ver un Gospell al natural...en todo su apogeo. Sin avisar ni nada...sin pensar que me lo voy a encontrar. Y por su puesto, Central Park...pulmón de la ciudad que echa humo por las alcantarillas...
    Imagino lo que muchas personas debieron de sentir al llegar a NY...tierra de nuevas oportunidades, de sueños e ilusiones...a veces rotos, y otras veces, conseguidos...
    Bueno, ambos, hemos hablado de viajes en nuestras últimas entradas,...y muy distintos. Pero recogiendo lo mejor de ambos.
    Lo dicho Paco, que disfrutes de este próximo viaje...esperamos tus crónicas.
    Un abrazo

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    1. Hola, María.

      Jeje, es un viaje que hice... hace 14 años!! Lo indico al principio, un viaje realizado en el 2004 y llegué un 11 de septiembre, justo en el segundo aniversario de los atentados en NY.

      Y reflejo mis impresiones nada más llegar a España cuando, procedente de Nueva York, me fui directo a un pueblito aislado y casi despoblado de la Alcarria, Pajares.

      Bueno, supongo que no me importaría volver a NY, estuve algo más de dos semanas y pude ver bastantes cosas y lugares, creo que nunca he pateado tanto una ciudad como NY, un día me recorrí la avenida de Broadway entera, que son veintitantos kms. Estaba alojado muy cerquita del Central Park, de la parte norte del parque, a 10 o 15 minutos caminando, de hecho muchos días almorzaba por ahí, como hacen cientos de neoyorquinos, un ambiente fantástico. Al contrario que tú, nunca sabía muy bien a donde iría al levantarme en NY, era todo muy a lo que salga... jaja.
      Un abrazo grande, querida María.

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    2. Si, si...ya sabia que era 14 años antes, pero pensé que volvías...de nuevo, como decía, a NY. En mi lista de lugares por descubrir lo tengo anotado, aunque muy al final...muy lejos...antes visitaría Alaska, o la Antártida, o Australia...o Costa Rica...eso hablando de viajes lejanos...Por eso creo que d momento NY, se queda donde está,...con lo que quisiera ver...aunque si fuera, también me gustaría dejarme sorprender por la ciudad de las luces....

      Justo ayer estuve recorriendo la Alcarria y pasé por pueblos pequeños como Pareja, cerca del embalse de Entrepeñas, y recordé esta entrada tuya...y aquí estoy, recordando que lo mejor de la vida, lo tenemos más cerca de lo que imaginamos.

      Un abrazo y felices días de verano

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  9. Rescato los contrastes entre el Pajares de Guadalajara con la populosa NY, que tan bien nos describes.
    No he estado en ninguna de ambas. Muchos de mis amigos, pareja incluida, me azuzan para que visite NY por su panorama cultural, etc. Pero no soy muy cosmopolita, por más que sigo viviendo en una ciudad como Buenos Aires -aunque espero poder corregir esto en un tiempo-.
    Creo que antes visitaría España, para encontrarme con muchos de vosotros, fruto de una pasión lectora compartida y de una raíz cultural común.
    Gracias por regalarnos tantos recuerdos, Paco!
    Un fuerte abrazo, chaval!

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    1. Entonces te gustaría la Alcarria, amigo Marcelo, una región que fue muy inspiradora para Cela, y otros autores.
      Si vienes acá, tienes una casa. Un fuerte abrazo, y gracias! ;)

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