La necesidad del arte. Ernst Fischer (Austria, 1899-1972)
Ediciones Península, 1973. Traducción de Jordi Solé Tura.
Arte, ensayo, 270 pp.
“Todo arte verdadero ha invocado siempre una humanidad que
todavía no existía.”
Más adelante regresaré a este fragmento.
La reflexión del pensador austriaco Ernst Fischer en torno
a la cuestión que abre el ensayo “La necesidad del arte”, me ha resultado
apasionante.
Ya el propio autor, marxista convencido, fue un intelectual
deslumbrante. No hay más que repasar la red; “filósofo, político, escritor y
periodista bohemio-checo de expresión alemana que vivió en Austria”.
Ministro de Educación en Austria, con el gobierno de Karl
Renner. Figura destacada del Partido Comunista, que lo acabaría expulsando por
oponerse a la invasión de Checoslovaquia perpetrada por la URSS.
Como doctor en filosofía fue un prestigioso teórico en el
estudio de la Estética. Sus ensayos sobre arte, sobre todo pintura, música, cine,
poesía y novela, fueron un referente en su época, de gran influencia no solo
entre sus contemporáneos, también en escritores más recientes. Por ejemplo John
Berger, afirmando que en parte debe su libro “Fama y soledad de Picasso” a la
obra de Fischer, de quien se considera un entusiasta lector. Ratifico que el
pintor malagueño tiene una presencia importante en este ensayo que presento,
magníficas las palabras de Fischer sobre el Guernica.
Es innegable el peso de la utopía en su pensamiento, pues se
ha curtido con las enseñanzas del socialismo utópico de Marx; es decir, la
visión de una sociedad realmente libre sin la dominación de clases.
Bajo el ideal de esta visión final, Fischer va analizando
y penetrando en el significado del arte. Su viaje comienza en el pasado más
remoto, entre sonidos rítmicos de la naturaleza, piedras, unas manos hábiles
para trabajarlas y, sobre todo, unos ojos ávidos de curiosidad por registrar el
mundo y convertirlo en palabra, en figura, en imagen y en música, como hacía su
adorado Mozart.
Y va pasando revista en una serie de capítulos, por citar
algunos:
-Los instrumentos
-El lenguaje
-El poder de la magia
-El arte y la sociedad de clases
-El romanticismo
-El impresionismo
-El naturalismo
-Simbolismo y misticismo
-Giotto
-Brueghel
-Alienación
-El nihilismo
-El realismo socialista
-El mundo y el lenguaje de la poesía
-La música
-La deshumanización
Y omito varios igual de interesantes.
Dicho esto, el concepto de alienación marxista: «el proletario, desde el punto de vista capitalista, no es
una persona en sí misma sino una mercancía», es una problemática que Fischer
también traslada al arte de su tiempo. El arte ha perdido su sentido de unidad
con el mundo para convertirse en objeto comercial producido en masa.
¿Necesitamos el arte?
Es evidente que quien sí lo necesita, en primera
instancia, es el propio artista, pues sin tal necesidad no hay creación que
valga.
Además es una pregunta que abre un debate de plena
actualidad. Todos habremos asistido estos días a la polémica suscitada por determinados
colectivos que, al fragor del movimiento “Me Too” y necesario donde los haya,
exigen la revisión y retirada de algunas obras de arte, no ya modernas, sino de
cualquier periodo, por considerarlas denigrantes hacia la mujer. Y esto último me
parece un auténtico disparate abanderado por un puritanismo trasnochado, no
conviene mezclar las cosas.
Regreso a la pregunta. Supongo que para todos los que
estamos leyendo esto, la tentación de decir SÍ a las primeras de cambio es
grande. Pero el arte siempre fue asunto escurridizo, una de esas viejas
incognitas cuya definición nunca se termina de consensuar en su ya larga
historia. Intuimos la necesidad de algo (el arte) sin saber muy bien qué es
eso, lo que tiene su miga…
Dichas impresiones conectan con las primeras líneas del
libro:
“ «La poesía es indispensable, pero me gustaría saber para
qué.» Con esta encantadora paradoja Jean Cocteau resumió la necesidad del arte
y, a la vez, su dudosa función en el mundo burgués contemporáneo.» ”
Quizás nuestro reparo inicial para responder con seguridad
tenga que ver con el halo mágico, por tanto volátil, que ha envuelto al arte
desde sus inicios. Esa “magia” es la fuente original, formada por la particular
visión de los brujos y chamanes que pretendían aplacar el miedo de la tribu y
dar un sentido de unidad y cohesión a su clan, cuando afuera de la cueva todo
era caos, viviendo en el desafío de comer y ser comidos. Terrible dualidad.
El arte, por supuesto, expone y nos sitúa frente a
nuestras paradojas. Vamos con una buena. El sentido de unidad tribal que
conseguía el brujo mediante lo ritual, y demás parafernalia e invocaciones a
vaya usted a saber qué… (todo ello es la “primera magia”), pertenece a la
esencia inicial del impulso artístico, un incitador remoto a modo de “gen
creador” que ha permanecido inalterable en el tiempo.
Un primitivo e íntimo deseo de unidad que no deja de estar
ahí, y sin embargo vemos hoy, cuando ya no hacen falta brujos para calmarnos en
el estruendo de la tormenta, como el artista y su trabajo son también la
expresión del individualismo más radical, la soledad del creador encumbrada a
los altares. El artista hace muchísimo que huyó de la tribu. Pero es el clan quien
alimenta su íntimo deseo de crear.
En el fondo pinta un cuadro, o escribe un poema para ser
uno con el mundo, aunque la idea se presente como una posibilidad de abandonarlo,
habitar otra realidad.
Una fijación que el filósofo austriaco nos ilustra con la
actitud de Flaubert para afrontar su obra:
(…) en realidad, su aparente imparcialidad equivalía a un
odio colosal contra la sociedad burguesa en general. (…)
El resultado fue una desilusión total sobre los seres
humanos, sobre la humanidad:
«La inmutable barbarie de los hombres me produce un
tremendo dolor… la inmensa aversión que siento por mis contemporáneos me lleva
hacia el pasado…»
Lo único que queda es esto:
«Para el artista no hay más que una cosa: sacrificarlo todo
al arte. Debe ver la vida como un medio y nada más, y la primera persona que
debe rechazar es él mismo… La tierra tiene límites, pero la estupidez de la
gente es ilimitada.»
La consecuencia de esta actitud es la desesperanza, la profunda desesperación de madame Bovary: intenta refugiarse en un mundo soñado de histeria romántica, pero el medio en que vive se niega a concederle la libertad y la estrangula con una cruel determinación."
La consecuencia de esta actitud es la desesperanza, la profunda desesperación de madame Bovary: intenta refugiarse en un mundo soñado de histeria romántica, pero el medio en que vive se niega a concederle la libertad y la estrangula con una cruel determinación."
No puede escapar, el artista lleva sellado en el alma un
pacto de armonía, igual que lo tenían sus hermanos de la caverna, con todo lo
bello y lo atroz que ofrece, ofrecía, la vida fuera de la cueva. Eso está ahí.
El argumento de la huida en la obra del artista nos lo
deja Fischer en varios lances del ensayo, por ejemplo:
"El tema de la huida reaparece constantemente en este
proceso de desocialización del arte y la literatura. (…)
Hemingway revela la técnica de esta huida de la realidad
con especial claridad en las quince narraciones de In Our Time.
Entre las diversas narraciones intercala breves párrafos
en los que recoge los acontecimientos catastróficos de nuestra época –guerra,
asesinatos, torturas, sangre, terror, crueldad, todo lo que los oscurantistas
modernos intentan apartar diciendo que «la historia no tiene sentido»; las
narraciones consisten en una serie de incidentes sin importancia ni contenido,
que ocurren al margen de lo que realmente mueve al mundo; al mismo tiempo, este
«AL MARGEN», este «MÁS ALLÁ», se considera la única existencia real.
Una de las narraciones, de gran contenido poético presenta
al personaje, Nick, plantando su tienda de campaña, solo en la noche:
«Arregló su campamento. Ya estaba instalado. Quedaba lejos
de todo. Era un buen sitio para acampar. Había encontrado el lugar preciso. Allí
estaba su hogar… Afuera estaba muy oscuro, había más luz en la tienda.»
En cierto sentido (…) refleja también la filosofía del
hombre que huye de la sociedad. Enciérrate en tu tienda de campaña, lejos del
mundo. Ninguna otra salida vale la pena. El mundo es oscuro. Entra en la tienda.
Hay más luz dentro."
¿Y qué dice Fischer sobre la gran pregunta? pero antes veamos como expone la situación de su época (y la de ahora…):
Ulrich, el «hombre sin atributos» (novela de R. Musil),
señala que en el pasado «era más fácil que hoy tener conciencia de ser hombre».
Cree que en la actualidad la responsabilidad «tiene su centro de gravedad no en
el ser humano sino en las relaciones entre objetos…» Y en otro lugar habla de:
«… La sequedad interior, la pavorosa mezcla de atención por los detalles y de
indiferencia por el todo, el inmenso abandono del ser humano en un desierto de
detalles…»
Un fantasmagórico anonimato lo envuelve todo. Los nombres
abreviados de las grandes empresas y organizaciones son como jeroglíficos
utilizados por alguna fuerza misteriosa. El individuo se enfrenta con máquinas
enormes, incomprensibles, impersonales cuyo tamaño y poder le revelan toda su
impotencia. ¿Quién decide? ¿Quién está a cargo de todo? ¿A quién podemos
dirigirnos en busca de justicia y ayuda? Éstas son las preguntas que se
plantean una y otra vez en El proceso y El castillo, las grandes
obras de kafka. (…)
La burocracia es un elemento esencial en la alienación del
hombre respecto a la sociedad. Para el burócrata no hay relaciones humanas;
solo hay archivos, es decir, objetos. El hombre se convierte en una ficha. Un
hombre muerto se identifica con un número de índice. Ni siquiera cuando el
hombre es personalmente acusado y juzgado pasa a ser persona, no es más que un
«caso».
Y entonces Fischer afirma lo siguiente para decir; sí,
claro que lo necesitamos:
En un mundo en que la concentración del poder es tan
enorme y en que el funcionamiento de este poder es tan oscuro, muchas personas
se inclinan a creer que su decisión personal no cuenta para nada, y capitulan,
por tanto, ante el «destino». (…)
Si la salvaguarda de la paz es la gran tarea común –y todo
parece indicarlo-, el arte socialista no debe concentrar su atención únicamente
en los países socialistas, sino que debe hablar al mundo entero y aportar así
una contribución esencial al arte universal. Las obras de Gorki, Maiakovski,
Isaac Bábel, Tolstoi, Eisenstein y Pudovkin tienen una significación inmensa
para un vasto público no socialista, y viceversa, Chaplin, De Sica, Faulkner,
Hemingway, García Lorca y Yeats, son muy apreciados en los países socialistas.
Pertenecemos a sistemas sociales diferentes, nuestros objetivos y nuestras
ideas son distintos, pero vivimos, en definitiva, en el mismo mundo. Y nuestro
mundo tiene necesidad de de literatura rusa y de la norteamericana, de la
música rusa y de la francesa y la austríaca, de las películas japonesas y de
las italianas, británicas y soviéticas. Tiene necesidad de los modernos
pintores mexicanos y de henry Moore, de Bretch y de O´Casey, de Chagall y de
Picasso. La lucha política entre los dos sistemas continuará. Pero la condición
es que se desarrolle en la paz y no en la guerra. Una de las grandes funciones
de la literatura y el arte contemporáneo consiste en que los hombres de uno y
otro lado no hablen ya en el vacío sino que comprendan los problemas, los fines
y los deseos recíprocos. (…)
«De acuerdo –puede decir mi invisible oponente- Usted ha
dicho que la misión del arte consiste en ayudarnos a nosotros, criaturas
semihumanas, fragmentarias, miserables (…) a ser personas. Pero ¿qué ocurre
cuando la sociedad garantiza por sí misma una vida verdaderamente humana? Todo
arte verdadero ha invocado siempre una humanidad que todavía no existía. Cuando
la hayamos alcanzado, ¿de qué servirá la magia fáustica?»
Las preguntas de este tipo están inspiradas por la
esperanza ingenua -o por el temor- de que el progreso humano alcanzará algún
día su objetivo final: la felicidad universal, la realización de todos los
sueños, el cierre del ciclo de la historia. Pero cuando se llegue a esta fase
no habrá terminado más que la prehistoria de la humanidad; el hombre no será
condenado jamás a la inmovilidad sino que seguirá desarrollándose. Siempre
querrá ser más de lo que puede ser, siempre se revelará contra los límites de
su naturaleza, siempre luchará por superarse, siempre aspirará a la
inmortalidad. Si el deseo de ser omnisciente, omnipotente, universal llegase a
desaparecer algún día, el hombre dejará de ser hombre. Siempre tendrá, pues,
necesidad de la ciencia para arrancar a la naturaleza el máximo número de
secretos y de privilegios. Y siempre tendrá necesidad del arte para sentirse
bien no solo en su propia vida sino en aquel sector de la realidad que su
imaginación le dice que todavía no domina. (…)
El arte no desaparecerá mientras no desaparezca la
humanidad.”
Y a mí me surgen preguntas.
¿Quién necesita entender el mundo?
¿Por qué uno quiere volar a millones de años luz de aquí?
¿Acaso no están los mismos brujos en otra estrella lejana?
¿Tratando de calmar a su clan en esa oscuridad infinita donde flotan los
planetas?
Bien mirado desde donde estoy, a ras del suelo, aquello lejano y
extraño de allá arriba es un grandiosa obra de arte, pero esa se ha fugado
incluso del tiempo, la luz de las estrellas viaja sin nuestro pasado, presente
y futuro. Viaja.
Quizás no haya más sentido en todo esto que buscar un sitio
con la mirada a donde escapar, y a su vez nosotros seamos mirados como
posibilidad habitable por algún artista sideral. Todos sueñan con un mundo que
no les pertenece, y se lanzan poesías al viento para que vuelen lo más lejos
posible, elevándose hacia una inmensidad tan extraña que todos sus
astros podrían caber en un poema, y gravitan en un espacio sin formas sobre el
fondo, y sin fondo sobre las formas.
Aunque yo leí otro libro que decía no haber huida más remota
y solitaria que al interior de uno mismo…
Hola Paco
ResponderEliminarNo he leído a Fischer, pero será interesante leerlo, si ha sido ejemplo para Berger, del que he leído dos libros de ensayos que son “Modos de Ver” y “Mirar” que son una auténtico lujo para el que quiere aprender sobre arte, él será un escritor que debe leerse.
Sin embargo, la distancia del tiempo que ha sido escrito me hace pensar en que Fischer hubiera actualizado su visión: el arte como alimento del pueblo, como tranquilizador , como opio sugestivo, como elemento aglomerante de la sociedad o simplemente como exposición de un carácter o de un análisis propio nacional, de clase, de forma de ver el mundo, ha sido cambiado por cosas como el deporte o la televisión ( y todo lo que la rodea e influye, arte bastardo al servicio del poder mediático), todo estos elementos han sustituido a las antiguas artes para ser exponente de la “cultura”( que proviene del latín cultus, hace referencia al cultivo del espíritu humano y de la facultad intelectual del hombre) o de la personalidad o del destino o de la esperanzas del pueblo, todo lo que antes era teatro o música o lecturas han sido cambiados por el fútbol o la televisión. En mi ciudad, Eibar, de 27000 habitantes, había en mi infancia 7 cines, un teatro enorme, ahora no queda más que uno de propiedad municipal. EL opio del pueblo, el circo, ha sido llevado como siempre a lo que puede controlar el poder, llevado a lo masivo, y lo masivo ha invadido todo, hasta el arte.
No es posible que la gente `piense que la literatura o la filosofa o el arte en la escuela sean inútiles (como me lo dicen todos los días, no solo hijos sino también padres-mis amigos-continuamente), no ven que la medida de las cosas, hasta la acción del arquitecto o la del experto en robótica, hasta del funcionario, debe ser situada en la medida humana; el humanismo es el que debe regir la acción de los hombres, y sin aquellas asignaturas , no existe nada que consiga enseñar a nadie que el mundo no se convierte en un apretar botones y irte a casa sin pensar en las repercusiones de lo hecho.
Y así nos va... el arte se ha confundido con el dinero:, vas al Guggenheim y ves un cuadro completamente azul, y no son capaces de ver que ese cuadro no es nada, que para explicarlo deberían haber comprado toda la creación del autor hasta ese cuadro, comprender su evolución, si no lo haces se convierte en una pintura azul...firmada, y eso es lo que vale en el arte actual, la firma, podrían hacer una exposición de firmas y evitarse los cuadros.
Dinero, poder, estupidez..eso domina gran parte del denominado arte actual, en casi todas sus facetas..
perdón por el tocho
cuídate Paco
Hola Wineruda.
EliminarObviamente el análisis que hoy haría Fischer sobre la cuestión artística sería bastante agorero. Él ya introducía a los medios de comunicación de masas, entre ellos la televisión, como somníferos que van amodorrando y aplanando el pensamiento de la ciudadanía, pero ni de lejos se podría imaginar hasta qué punto hoy esto es así.
Lo cierto es que la banalidad y la incultura se han adueñado de la televisión, en menor medida de la radio, y también alcanza a los libros, con todas esas chorradas de la "enzima prodigiosa", tertulianos del reallity metidos a escritores, etc, etc.
"la medida de las cosas (...) debe ser situada en la medida humana; el humanismo". Cuánta razón tienes con esta apreciación, amigo Wineruda, pero como bien señalas, la medida de las cosas, incluido el arte, la establece el dinero, algo sobre lo que reflexiona, y mucho, Fischer.
Sí, deberías leerlo, alguien como tú exprimiría todo el jugo a este ensayo, que es de una sabiduría admirable.
Por cierto, está lloviendo mucho por Eibar, ¿no?
Cuídate, y agénciate un buen paraguas ;)
Hola Paco interesantes reflexiones que dan para pensar.
ResponderEliminarMe planteaba ¿qué es para mi el arte, para qué sirve, se necesita? y antes de escribir ya me estaba contestando que es necesario para vivir, que es una expresión de algo que está muy dentro, que conecta y nace directamente de nuestras emociones y se expresa en forma de pintura, de arquitectura, de dibujo, de poesía, de literatura, de música o cualquieras de las múltiples expresiones que puede tener el arte.
Y entonces me preguntaba los motivos por los que parece que arte en general se considera casi un artículo de lujo, ¿qué le hemos hecho? Algo falla cuando la cultura no pasa por sus mejores momentos y los museos, los teatros, los auditorios, las bibliotecas... se sostienen por escasos fondos públicos que no se eliminan porque quedaría muy mal. De acuerdo con Wineruda se considera algo inútil, que no aporta, que se pierde el tiempo y mientras nos vamos reduciendo a la mínima expresión, incapaces de pensar diferente, siendo cada vez más grises e incapaces de salir de la uniformidad de la masa que es como se nos quiere, sin recursos para pensar críticamente, sin ni siquiera ver que lo necesitamos, que disfrutar del arte en toda su expresión nunca puede ser una pérdida de tiempo porque nos ayuda a ser.
Besos
Hola Conxita.
EliminarMás que nacer directamente de nuestras emociones, el arte surge por la necesidad del hombre antiguo de interpretar un mundo que era, y es, en gran medida incertidumbre, y en su origen es un acto que adquiere sentido en la colectividad, en el grupo, aunque hoy el artista es la expresión de la individualidad creadora. Lo que sí es cierto, y supongo que éste era el sentido de tu parecer, es la reacción que provoca en el receptor, el arte siempre despierta emociones, sin duda, ya sean de agrado o de rechazo.
Sí, algo pasa cuando existe este desprecio por la cultura que muestran la mayoría de nuestros políticos... "La utilidad de lo inútil" que decía N. Ordine en su excelente ensayo.
El historiador Eric Hobsbawm afirmaba en otro gran ensayo, "Guerra y Paz En el Siglo XXI" (lo releí las pasadas navidades), que el poder siempre ha hecho lo posible por gobernar a una "masa acrítica"... y parece que lo consiguen.
Besos.
Si no recuerdo mal, la capacidad de realizar una obra creativa (arte) fue uno de los rasgos que diferenció al ser humano de otros seres vivos cercanos en su evolución.
ResponderEliminarA partir de ahí podríamos entrar en una larga discusión sobre qué consideramos arte y que no lo es, qué es belleza y qué no lo es, etc. No hay nada objetivo y los gustos son muy variables.
En todo caso coincido contigo en la necesidad de las manifestaciones artística para la vida del ser humano. otro tema es la comercialización del arte (el capitalismo no deja pasar esa posible fuente de ingresos).
Una entrada que puede dar mucho de si para pensar y para intercambiar opiniones.
Preciosas fotos.
Un abrazo.
Así es, Laura, ese fue uno de los rasgos diferenciadores con otros parientes evolutivos.
EliminarComo decía en mi entrada, la eterna discusión sobre lo que es o no es arte. Tienes razón la subjetividad artística determina la variabilidad en el gusto.
El arte, entre otras cosas, ayuda ha entender nuestra naturaleza humana y también nos da claves para interpretar la realidad que se cierne sobre el artista y la sociedad, no es poca cosa.
El concepto de belleza, ya que lo introduces, es muy interesante, mucha gente hace una asociación instantánea entre arte y belleza, pero el arte no se subordina solamente a la belleza, similar unión se hace entre estética y belleza, pero en el arte existe una estética de la fealdad y la disonancia, y no por ello deja de ser arte.
Gracias Laura.
Un abrazo.
¿Qué es el arte? O mejor: ¿qué considerar arte y qué no? y ¿cómo ponernos de acuerdo sobre ello? Para mí el arte tiene que provocar y no lo digo en el sentido de la acepción que se le suele dar a esa palabra, sino en el sentido de que tiene que transmitir algo. Claro que lo que a mí me transmite tal vez a ti no y viceversa, supongo que de ahí la dificultad de ponernos de acuerdo.
ResponderEliminarLa primera frase que nos dejas es brutal, solo por ella ya leería el libro. Luego te sigo leyendo y veo que hay muchas más cosas sobre las que reflexionar en este libro aparte de sobre el arte. Una de las citas que nos dejas me ha hecho acordarme de Marina Tsvietáieva y de uno de sus ensayos, además. Sin duda una lectura muy a tener en cuenta esta que nos traes, Paco.
Un abrazo
El valor intrínseco del arte siempre se percibe difuso, pues cada uno lo interioriza según sus experiencias, su estado anímico, sus ideales... así que, más que ponerse de acuerdo en su interpretación, mejor vivir el arte dejándote embargar por las sensaciones, sin más, igual que sucede con la música. Luego habrá manifestaciones artísticas que te gusten, otras que no, etc, etc.
EliminarLorena, Fischer era un intelectual con una clarividencia asombrosa, es fascinante leer la obra de una persona con tal altura de miras, tremendamente enriquecedor, te gustaría, seguro.
Un abrazo ;)
Hola, Paco
ResponderEliminarAntes que nada, me has sorprendido -gratamente- con un texto que reflexiona sobre el arte al que creo haber leído hace ya muchos años -lo tengo en la colección de Planeta - Agostini, en cartoné-.
Respecto de tus preguntas, algunas posibles respuestas sobre nuestra mirada del universo las puedes encontrar en 'Solaris' de S. Lem, quien se ha formulado los mismos interrogantes.
En el arte, como en todo bien mercantil, existen modas que tienden a renovar la mirada acerca de las cosas, pero muchas de ellas son interesadas; redundan en beneficio de unos pocos.
Coincido con Wine; hoy todo lo que es comerciable está contaminado por los medios de comunicación masivos, que terminan imponiendo determinados artistas, cualquiera sea el área que aborden. Y son de una mediocridad rayana en la incultura la mayoría de las veces.
Gracias por rescatar un libro que recuerdo con mucho cariño.
Un fuerte abrazo, pibe!
Marcelo, siendo un lector tan avezado como eres no me extraña que lo hayas leído.
EliminarFischer es un intelectual en el sentido más humanista del término, tiene una amplitud de miras que posibilita a quien lo lee, reflexionar sobre el sentido de la cultura y nuestra entidad como sociedad desde múltiples perspectivas, algo muy enriquecedor sin duda.
Sí, el Solaris de Lem a buen seguro que proporciona un rato muy gratificante a cualquier mente curiosa, que se cuestione lo que somos en este mundo.
El imperativo de las modas es uno de los grandes triunfos de la industria comercial sobre el ciudadano... devenido en mero consumidor.
Hay que acercarse más a la buena literatura y desconfiar de los medios de comunicación masiva.
Gracias a ti, querido Marcelo.
Un fuerte abrazo campeón!