París no se acaba nunca.
Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948)
Anagrama, 2003. 233 pp.
Ilustración portada, Pont des Arts, París, 1927. Foto André Kertesz.
Contraportada:
“París no se acaba nunca es
una revisión irónica de los días de aprendizaje literario del narrador en el
París de los años setenta. Fundiendo magistralmente autobiografía, ficción y
ensayo, nos va contando la aventura en la que se adentró cuando, en su
buhardilla de París, redacto su primer libro. Y nos desvela, por ejemplo, cómo
en parte escribió ese libro gracias a los consejos para escribir una novela que
le dio, resumidos en una breve cuartilla, Marguerite Duras, su muy atípica
casera.”
Leí las últimas paginas del
libro en plena calle andando hacia mi casa, en una tranquila mañana de sábado, mientras
me cruzaba con algunos vecinos procedentes del mercadillo semanal (la última
vez compré unos suculentos melocotones ahí, y también aceitunas de Cornicabra,
oriundas de los montes toledanos, las suele escoger mi hija, son deliciosas).
Me reconforta la sensación de
caminar a la intemperie, que diría Jesús Carrasco, acompañado de un libro, ese
es el matiz diferenciador, un paraguas en la mano no te hace compañía, un libro
sí. Bienestar que se acrecienta cuando lo llevas bajo un cielo de nubes preciosas,
unos magníficos estratos lenticulares.
Me pregunto por qué, ahí arriba, las
nubes se obcecan en poner un colofón tan hermoso al grotesco espectáculo que se
dirime a ras del suelo. Y encima, en compensación, les enviamos toneladas de
tóxica y densa fealdad. Nunca os agradeceré lo bastante vuestra tenacidad para embellecer los pensamientos, al menos los míos, gracias queridas nubes..
Hay muchos alicientes para leer
a un gran escritor como Vila-Matas.
Me bastaron dos; estrenarme
con un autor largamente postergado, la otra, no menos importante, se revela en el
título; París.
Sin olvidar el acicate que
supuso encontrar mismo autor y obra en un excelente blog amigo, U-topia,
dirigido por Laura.
Ignoro si París no se acaba
nunca, pero al menos no se extingue en mi memoria. Estuve hace 9 o 10 años
junto a Araceli, mi mujer. Fue gracias a una de esas decisiones relámpago que,
respecto a determinadas cosas, toma ella con desconcertante tranquilidad:
“He visto un vuelo baratísimo
a París, sale el lunes que viene, como hoy es jueves tenemos todo el tiempo del
mundo para prepararlo, voy a sacar las maletas del canapé”
¿Todo el tiempo del mundo?
Es el pensamiento que
adivinaba Araceli en mi semblante.
A contrareloj buscaba yo en
internet un alojamiento razonable para unos cuantos días.
En aquella ocasión
encontramos un coqueto hostal, muy bien de precio, en una bonita avenida frente
al famosísimo cementerio del Père-Lachaise, de hecho veía una parte desde la
ventana, (y lo visitamos, por supuesto).
Empiezo así porque Vila-Matas
cuenta de esa guisa sus vicisitudes parisinas, y tengo sus palabras clavadas por
todo mi cuerpo, como si fueran flechas que unos arqueros me lanzaron desde su castillo medieval. Obviamente él lo expresa con muchísimo más talento que un
servidor.
Un libro de Vila-Matas es un
cajón de sastre en donde cabe casi cualquier cosa que tenga que ver con la
escritura; ensayo, narrativa, historia, filosofía, poesía, metaliteratura… en
definitiva la realidad y la ficción son vasos comunicantes.
Por eso, adentrarse
en su obra es como explorar un espléndido jardín botánico, uno va admirando los
diferentes hábitats naturales; las palmeras y bromelias tropicales se suceden
con las coníferas boreales, el espliego meridional con los cedros orientales,
pero todo se contempla como un paisaje armonioso, todos los especímenes, por
variados que sean, pertenecen al mismo género; el reino vegetal.
Y eso mismo es asomarse a sus
textos, es indagar en sus diversas experiencias vitales, hasta que confluyen en
una existencia inseparable de la palabra escrita. Tal vez se entregue a la
escritura de una forma febril y apasionada, encajonado en ese cuchitril
parisino como si mañana fuese el fin del mundo. Se palpa la devoción que tiene
por el oficio de escribir, sin esperar más premio que el deleite de capturar,
mediante la palabra, esos pensamientos plenos de ingenio, cuya estela brillante
desaparece veloz como el viaje de una estrella fugaz en la noche… sublime
visión, doy fe.
No descubro nada si afirmo
que acercarse a la obra del barcelonés es degustar todo un festín literario.
La lista de autores y libros que
menciona en este título es extensa, empezando por Hemingway, los poetas
simbolistas, Perec, Borges, Julio Ramón Ribeyro, la propia Duras, en fin, hay muchos más.
Todo eso que cuento del libro
significa que leer a Vila-Matas es entregarse a un juego, es decir, el reto de
dilucidar cuánto de caricatura hay en lo
real, y cuánto de real en la caricatura, algo muy cortazariano. Y un sentido
del humor elevado a cotas geniales en su potencial de reírse de uno mismo… no
le quedaba otra al descorazonado escritor, como comprenderéis en las siguientes
líneas.
Uno puede contemplar a un
Vila-Matas errante por las páginas de este libro, que tiene forma de París, y
advertir que el andar indeciso del escritor no es otra cosa que deambular
entre la soledad más desgarradora.
"Para qué la vida, para qué
escribir sobre una asesina, para qué los ojos de Adjani, para qué mis padres,
para qué Hemingway, para qué París, para qué todo.
Dios mío, para qué. Recuerdo que muchos días andaba por el barrio con pasos veloces simulando que iba a alguna parte, cuando en realidad no había un solo lugar en el mundo en el que me esperara alguien. (…)
Dios mío, para qué. Recuerdo que muchos días andaba por el barrio con pasos veloces simulando que iba a alguna parte, cuando en realidad no había un solo lugar en el mundo en el que me esperara alguien. (…)
Unos minutos después, al
regresar a la buhardilla, el sonido de la puerta al cerrarse –herméticamente como
siempre- me pareció ese día idéntico al de la fría losa de una tumba al caer
eternamente sobre el muerto. (…)"
Menos mal, sí, menos mal, que
siempre tenía un libro, ya fuera en la mano, como en la mía, o en el bolsillo
dado de sí de una chaqueta. Como la mía, también. ¿Y esa silueta errante, se
fijaría en las nubes, como hago yo? Seguramente... todavía sigue aquí.
“Los sueños nunca se hacen
mayores”. Eso lo escribí para un cuento, hace ya años. Por eso me alegró
encontrar este párrafo:
"Nueva York es un deseo que
viene de lejos. Durante muchos años tuve un sueño recurrente en el que me veía
a mí mismo de niño en los años cincuenta en el amplio patio de la casa de mis
padres, en ese entresuelo de la calle Rosellón de Barcelona, frente al cine Chile.
(…)
Ya en Nueva York, recién
llegado a la ciudad, de noche en la soledad de mi cuarto de hotel y con la
maleta sin deshacer todavía, miré por la ventana y contemplé los rascacielos
(…). Visualmente era como en el sueño del patio, pero nada especial sucedía. Me
encontraba yo dentro de mi sueño y al mismo tiempo el sueño era real. Pero,
como por otra parte era de esperar, no había aumentado en nada mi sensación de
plenitud o de de felicidad por estar allí. Me encontraba en Nueva York, y eso
era todo. Me acosté, me dormí y entonces soñé que estaba jugando en un patio de
Nueva York, rodeado de casas de Barcelona. Y de pronto descubrí que el duende
del sueño no había sido nunca la ciudad de Nueva York, sino el niño que jugaba
dentro de ese sueño."
Es curioso porque siempre me ha gustado este tipo de literatura que mezcla órdenes y modos y capas literarias; quiero, más que me gusta, a Sebald, los hombres famosos de Agee son parte de mi vida literaria de la que no puedo separarme, Handke es un escritor al que admiro, o el propio Petterson o el soberbio John Berger o... Todos ellos escritores donde se cruza lo real y lo fingido, es decir lo creado y lo recordado, sin embargo, a Vila-Matas , a pesar de haber leído tres libros suyos, no le tengo presente, no recuerdo su técnica, he tenido que levantarme para mirar en la biblioteca los libros que leí y solo aparece"historia de la literatura portátil" . No lo recuerdo con desagrado, ni mucho menos, pero no lo centro en algún lado. A saber...Puede que sea porque hace muchos, muchos, pero es que muchos años :):) , en una web que pululaba me dijeron que querían hacer una entrevista a Vila-Matas, y que preparara preguntas, y lo cierto es que hice 4 preguntas tontas (incluso estúpidas) porque no vi muy claro que fuera él y porque era yo muy idiota, así que me he quedado con la impresión de que no sé si existe mi Vila-Matas o no -Lo olvido o no- -Me tenía que haber callado o no- -Tenía que haberme metido las preguntas por donde me cupieran o no--,así y todo, el que fuera, me respondió muy larga y educadamente jaja
ResponderEliminarun abrazo
cuídate
Caramba, Wineruda, no dejas de sorprenderme, qué anécdota más curiosa eso de la entrevista y preguntas al “supuesto” Vila-Matas. Podría tratarse de él… ¿por qué no?
ResponderEliminarSi no centras a Vila-Matas, es de suponer que hubo otras magníficas lecturas y autores que lograron desplazarle de ese centro, es ley natural, principio de selección cuando la mente necesita reubicar aquello que la colma sensitiva e intelectualmente... y con todo lo que tu lees, tu mente debe de ser un almacén de letras, jeje.
Es mi primera incursión a Vila-Matas y me ha parecido un magnífico escritor. Su prosa tiene una virtud que aprecio, es una escritura apegada a la cotidianidad, a la “normalidad” (valga la expresión) de la vida, porque él nos cuenta sobre su vida, que aunque en muchos aspectos pueda parecer excepcional (por ejemplo irse a la bohemia de París para hacerse escritor), en lo esencial es como la de todos; sus ambiciones, sus amigos, sus temores, sus frustraciones, sus compensaciones, etc. Sin embargo cuando lo lees, sientes que sus palabras se elevan a una altura considerable de la vulgaridad instalada, precisamente, en el “normal” discurrir de los días. Sus fragmentos te obligan a pensar, reflexionar en una especie de viaje que logra arrancarte de tu tiempo y lugar. Eso es siempre lo que te ofrece la buena literatura, y no digamos ya la poesía.
Handke, Berger o Sebald son eternos pendientes, que llevan apuntados en mi libreta hace la tira de años, soy todo cáos con esos apuntes de libreta :). Incluso tengo algún título de Sebald que me dio a conocer Laura (U-topia), en fin, no les pierdo nunca la pista.
Wineruda, tú no te calles, nunca.
Cuídate, un fuerte abrazo!!
No te olvides de Agee, un autor diferente, "Elogiemos ahora a hombres famosos" es una mezcla de fotos ( de Walker Evans) de poesía, de periodismo, de ideas, de viajes, de pensamientos; una genialidad. Pero, no puedo olvidar que bajo un título un poco estresante, existe una maravillosa novela: "Una muerte en la familia" que no tiene que ver con lo que hablamos, pero como es una novela que pocos han leído y hay que reivindicarla, y creo recordar que una de mis "horriblesreseñasviejas" solo puse una frase: "si se pudiera definir la ternura con un libro sería este" o algo así :)(Por cierto mi apología de Agee acaba citando que es el guionista de "la reina de África" jaja :)
Eliminarcuídate
Tampoco he leído nada de James Agee, así que nuevamente agradecido por tus recomendaciones, que yo valoro mucho. Tengo en casa La reina de África, película que me gusta mucho. Y ya que estamos con cine y literatura, te diré, querido Wineruda, que no hace mucho me hice con un libro que me apetecía mucho, del escritor, editor y guionista norteamericano John Berendt, "Medianoche en el jardín del bien y del mal". Novela que Clint Eastwood llevó al cine y dirigió.
EliminarCuídate!
Uy, Vila-Matas. Lo leí hace muchísimos años, cuando no era tan conocido, y ahora que todo el mundo habla de él yo lo tengo abandonadito. Lo tengo muy asociado a lo literario y a lo metaliterario.
ResponderEliminarEstoy segura de que sobre lo incierto ya tenías muchas certezas, Paco.
Un largo abrazo
Fíjate, Ana, todo el tiempo que me he tomado para leer a Vila-Matas, bueno, todos los libros tienen su momento... qué te voy a contar a ti :)
EliminarEs verdad, ahora el nombre de Vila-Matas está en el candelero, supongo que al haber publicado nuevo libro en el recién acabado año, se ha hecho el pertinente trabajo de promoción, que todo escritor relevante ha de asumir.
Pues sí, Ana, pocas certezas más grandes que la incertidumbre de vivir.
Un abrazo, muy largo también ;)
Qué bonito Paco, los sueños nunca se hacen mayores me encanta por todo lo que sugiere y la anécdota del libro lo ilustra perfectamente.
ResponderEliminarMe gusta como unes literatura y vida cotidiana y es que leer es eso, ¡vida! y está tan dentro de nosotros mismos. Me he sentido identificada en esa impaciencia por empezar un libro nuevo, ojeandolo en la calle, en ese viajar con ellos y compartir tantas anécdotas, ahora es París, el de Vila-Matas y también el vuestro, el de Araceli y tú y es que la literatura acaba formando parte de uno.
A mi me encanta mirar las nubes, me alegran esas formas caprichosas o cuando se van juntando poquito a poco, me relaja mirarlas y es que la naturaleza es tan generosa con nosotros.
Besos
Los sueños nunca se hacen mayores, fue el encabezamiento a un texto que escribí, recuerdo que al regresar de la Universidad, y tenía más de un examen al día siguiente, pero ya me los había preparado con anterioridad, así que esa tarde, no sé si temerariamente, me puse a escribir como terapia relajante jeje, pasé olímpicamente de repasar apuntes... y saqué buena nota en las pruebas, (si mi hija me hiciera lo mismo, me da un patatús jaja).
EliminarA quien le apasiona la lectura, como a nosotros, libros y vida forman parte de lo cotidiano... nada hay más cotidiano que buscar a los hijos al colegio, y yo siempre lo hago con un libro en la mano, hay algunos minutos muy aprovechables para leer. Está claro que eso se refleja en mi manera de comentar los libros, me alegro que te guste, Conxita, muchas veces creo que me salgo por peteneras, jaja, pero soy así ;)
Uyys, París, mi mujer y yo queremos repetir el viaje con las niñas, a mí me encanta viajar con toda la familia... ya he viajado mucho por ahí a mi aire.
Que te guste mirar las nubes, amiga Conxita, habla muy bien de ti.
Besos
Que bonito que las nubes sean dibujadas para una/o mismo/a...y que inviten a pensar diferente...o ser contempladas simplemente...o que acompañen en ese caminar, similar al de Amelie, por un mercado de sábados, donde la fruta siempre suele estar más suculenta...y qué bien sabe cuando encima caminas con Vila-Matas...¡¡qué maravilla!! Estoy deacuerdísimo con él...los sueños se hacen realidad, y dejan de tener la magia de ser sueños, por lo que los vives...pero no es igual que cuando los soñaste. Me gusta ese intercalar del libro con paseos, con el viaje al Paris de Matas, y al vuestro...porque al fin y al cabo, nos solemos encontrar en los libros...Y que bien que un libro te deje esa sensación de que está escrito en la piel que llevamos...que se nos clava y que nos hace vivirlo...
ResponderEliminarEsa sensación impide en ocasiones, irse corriendo a por otro libro,...aún llevamos mucho de aquél que leímos y nos dejó.
Que los libros nos sigan haciendo viajar, soñar...y vivirlo en el presente...
Un abrazo y feliz tarde de lluvia
Se puede decir que siempre me ando por las nubes, jeje. Bromas aparte, soy un gran observador del cielo, y cuando paseo con mi hija mayor la suelo mostrar las nubes que hay; "mira esos cúmulos, o aquellos nimbos", soy tan cansino que ya se sabe los nombres, jaja, pero sé que le parecen bonitas.
EliminarAlgunos sueños se hacen realidad, desde luego, otros han de ser lo que son, sueños, y han quedarse en ese mágico limbo entre la fantasía y la realidad, ocupar su lugar idílico. Vila-Matas también te hace soñar despierto, lo que desemboca en una lectura muy estimulante, es un magnífico escritor, tiene mucho de ese humanismo renacentista que tanto me fascina.
Feliz día, María, en espera de la lluvia...
Un abrazo :)
Me encanta Vila Matas-Matas y también he disfrutado con el libro que comentas, PARÍS NO SE ACABA NUNCA. Novela imprescindible para quien quiera conocer a este autor y sus gustos literarios y sobre todo su pasión por Hemingway, personaje referente al que quisiera parecerse, incluso, físicamente...
ResponderEliminarHace tiempo que no me tropiezo con él, pero tiempo atrás sí lo vi alguna que otra vez en el restaurante Il Giardinetto, centro de operaciones de este autor y de otros escritores barceloneses. Allí se presentó hace unos años Los detectives salvajes de Roberto Bolaña. Estuve presencialmente y disfruté de compartir el acto con escritores muy conocidos: Martínez de Pisón, Javier Cercás, Jorge Edwards, Milena Busquets y alguno más que se me ha olvidado.Una auténtica gozada...
Gracias por traernos buenos recuerdos, Paco
Un abrazo
La obsesión de Vila-Matas con Hemingway es muy peculiar, el barcelonés lo expresa con grandes dosis de ironía y, sobre todo, con el saludable humor de quien se ríe de sí mismo, esa mezcla me ha recordado mucho a Augusto Monterroso, hombre de letras que eleva el humor a cotas geniales (lo releo muchas veces).
EliminarNo me extraña nada que te entusiasme Vila-Matas, tú eres un valedor de la palabra bien dicha y escrita, y este escritor es un orfebre con las palabras.
Qué bonita experiencia, Luis Antonio, haber compartido ese acto con escritores tan magníficos, veo que lo recuerdas bien y eso es significativo.
Gracias a ti por compartir tus vivencias e impresiones.
Un fuerte abrazo, amigo.
¿Puedes creer, chaval, que tengo varios títulos de Vila-Matas -éste entre ellos, en la colección Compactos- y no he leído uno solo? Hasta creo haber visitado su espacio en busca de recomendaciones... y nada, no se me ha dado por su obra. Estoy peor que Wine, pues él al menos lo ha leído, aunque no lo recuerde especialmente. Debo ser descendiente de Platero...
ResponderEliminarComparto la apreciación de Conxita: me agrada mucho cómo ensamblas la literatura y tu vida cotidiana. Y esas fotos que siempre nos regalas, claro.
Espero hacerle un lugar en este 2018.
Gracias por recordarme que Vila-Matas existe, Paco!
Un abrazo muy grande, campeón!
Hola Marcelo.
EliminarPues en este 2018 te invito a que le des una oportunidad, Vila-Matas sí que sabe entrelazar su vida con la literatura, yo soy un simple aficionado, jeje. Creo que "París no se acaba nunca" es una excelente opción para iniciarse en ese Vila-Matas como escritor ya consagrado. Será muy interesante contrastar tu opinión, considerando el gran lector que eres.
Gracias a ti, querido Marcelo... del Madrid mejor ni hablamos, ainnss.
Abrazos!!
Yo también hice mi estreno vila-matiano con ese libro. Lo leí a lo largo de varias noches de verano, estación donde ni nubes ni nada. Como mucho la calima de la tarde. Recuerdo una cosa curiosa, durante el sueño la novela seguía en mi cabeza. Es decir, se iba desarrollando y seguía la voz de Vila-Matas erre que erre. Me pasó también con Juan Marsé, yo creo que el estilo tiene mucho que ver. O yo, que soy así de impresionable. En cualquier caso, hubo algo que me llamó la atención y es lo aburrido que puede llegar a ser París. El propio título alude a una sensación de hastío, porque ni grandes aventuras, ni nada, especialmente en comparación con Hemingway. Solo literatura dentro de literatura y vida entremezclada, todo deliberado por parte de Vila-Matas.
ResponderEliminarUn libro grandioso, como esas nubes lenticulares. Aunque prefiera los cúmulonimbos.
Un abrazo desde la nevada meseta.
Un libro en las noches de verano, si tienes el canto de un grillo como música de fondo, es un momento sublime para que la lectura se vaya posando en tu pensamiento con sutileza... será por eso que te acompañaba durante el sueño ;).
EliminarGerardo, ser impresionable significa vivir la lectura con intensidad, no concibo mejor disposición para entregarse a la literatura, en eso coincidimos.
Jaja, París no es aburrido, solo el ánimo de quien la transita, a mí me entusiasmó, ya sabes, soy impresionable.
La gran aventura, con esa evocación romántica, está sobrevalorada, no existe mayor aventura que sobreponerse, día tras día, a la previsibilidad de la rutina.
Así es, un libro grandioso.
Los cúmulonimbos son magníficos :)
Otro abrazo, nevado también.
Me encantan los libros sobre libros, ese ejercicio de reflexión literaria que aparece en la propia obra literaria y aporta luz a la misma. Me gusta, si se hace bien, cuando ficción y realidad se entremezclan y la línea que las separa es muy fina. El amor a los libros es protagonista y para mi eso es un regalo como bien dices.
ResponderEliminarMe gusta también su fina ironía, reírse suavemente de sí mismo y de los demás.
Y París es la ciudad que más veces he visitado y en estancias largas, así que siempre recordaré con gusto este libro (gracias por citarme, Paco).
Huelga decir que comparto tu opinión sobre el libro, el gusto por las nubes o mantener los sueños vivos.
Un abrazo.
Me sucede lo mismo, esos libros sobre libros se nos hacen irresistibles a muchos lectores, y además Vila-Matas va más allá de lo metaliterario, porque escarba en sus propias vivencias y recuerdos como incipiente escritor, mezclando la ironía y la reflexión filosófica en un ejercicio narrativo extraordinario.
EliminarA París siempre apetece volver, tiene un encanto difícil de olvidar, espero regresar algún día, seguro.
Con nubes así... es fácil soñar despierto :)
Gracias a ti, Laura, faltaría más.
Un abrazo.
Cada vez me gustan más esos libros mezcla de memorias y pensamientos, de lo leído y de lo escrito. Como tú mezclas en tu reseña lo que ha sido la lectura de este libro con ese pasear bajo las nubes con un libro, las compras en el mercado, tu viaje relámpago a París, o esos sueños que no crecen pero que solo cuando nosotros crecemos sabemos interpretar. Yo nunca he estado en París, pero veo la palabra París en una portada de Anagrama y me traslado al París de Chirbes de su 'Paris-Austerlitz'. Y leo Marguerite Duras y salto y palmeo de felicidad al recordar el único libro suyo que de momento he leído. A Vila-Matas aún no me he acercado. Quién sabe si en mi caso sea también el empujoncito de un blog amigo el que consiga que lo haga y sigamos añadiendo momentos a esta cadena interminable de recuerdo personales y literarios.
ResponderEliminarLa literatura y la incertidumbre, ese binomio indisoluble.
Un abrazo
Esos libros que son un compendio de memoria, vida y pensamiento del escritor son lecturas muy gratificantes. La verdad es que casi siempre salgo a la calle con un libro, ya es como si formase parte de mi cuerpo, jaja, por eso suelo hacer fotos del libro en el exterior, creo que el libro en sí es un bonito objeto para fotografiar... ¡mira que somos "frikis" de la lectura!
EliminarVoy a tener que leer a Chirbes, todo el mundo coincide en considerarle un gran escritor.
Lorena, sé que tú le ibas a sacar mucho partido a este libro de Vila-Matas.
Sí, la literatura tiene mucho de intento para esclarecer la incertidumbre que se cierne sobre nosotros.
Otro abrazo para ti, y encantado de tenerte otra vez por aquí
Tu entrada me gusta y mi decisión es leer a Vila-Matas .Me quedo con: " que el andar indeciso del escritor no es otra cosa que deambular entre la soledad más desgarradora"
ResponderEliminarHoy he tenido un día de coincidencias y todas tienen que ver con París.Un programa de radio,un viaje y tu recomendación.
Un abrazo
Tomas una buena decisión, Vila-Matas, como todo gran escritor, nos descubre mucho de nosotros mismos. La soledad en la gran ciudad es despiadada. Vaya, lo de París, no pierdas ese señuelo...
ResponderEliminarUn abrazo, Clara.