Cuentos de orillas del Rin.
Erckmann-Chatrian (Émile Erckmann, Phalsbourg, 1822-Lunéville, 1899. Y
Alexandre Chatrian (Abreschiller, 1826-Villemomble, 1890)
Austral 1963. Segunda
edición. 152 pp.
Aunque sean libros destinados
al público adulto, si en sus solapas aparece la palabra Cuento, esa
puerta que da acceso a un mundo fascinante no termina de abrirse para muchos
lectores. Renuncia que les impide adentrarse en otras sendas literarias que
conducen hacia desenlaces insospechados, plenos de ingenio e imaginación y,
siempre, sorprendentes en la manera de situarnos frente al misterio que supone
estar aquí, al reto de afrontar la vida, tal y como acontece en estos cuentos
de Erckmann-Chatrian.
Ya lo hagan mezclando
ensoñaciones, fantasía y realidad, un
cuento es la coctelera perfecta para juntar dichos ingredientes con una desconcertante, y muy estimulante, sensación
de armonía en nuestra mente, pues aquellos escritores y escritoras eran como
alquimistas de palabras.
Émile Erckmann y Alexander Chatrian
Además, en los cuentos memorables, la fantasía nunca
es mero aditamento, algo que gira en torno a sí mismo de forma absurda, recupero estas
palabras de Cortázar:
“No acepto nunca ese tipo de fantasía, de
ficción o de imaginación que gira en torno así misma y nada más (…)
La fantasía, lo
fantástico, lo imaginable que yo amo y con lo cual he tratado de hacer mi
propia obra es todo lo que en el fondo sirve para proyectar con más claridad y
con más fuerza la realidad que nos rodea.”
Por eso tengo una fe ciega en
estos libros de cuentos y relatos (y con ellos me refiero a la mejor
literatura) para salvarse del “naufragio”, si es que alguien se viera a la
deriva lectora por causas varias; hastío, saturación, crisis existenciales…
vaya usted a saber.
Sin que ello me afecte ahora, no he sido inmune a tales
lapsus. Tampoco lo considero tiempo infructuoso… tras un largo periodo lector,
ese parón sirve para asimilar todo lo leído, dejando un poso más fecundo… en
fin, cosas mías.
Es más, de existir alguna
ciencia que permitiese sanar a través de los libros, yo recetaría ipso facto
estos “Cuentos del Rin” para combatir el
síndrome de la abulia lectora, y recuperar la pasión por la literatura mediante
el puro deleite de leer por leer, pues aquí las palabras no son, stricto
sensu, asideros de la realidad, sino inquilinas de paso entre lo real y lo
fantástico, moradoras de ese paraje brumoso que se cierne entre el mundo y el
intramundo.
Aunque me gusta el relato
actual, testigo de nuestra época, confieso mi predilección por los grandes
cuentistas del pasado.
Zola, Maupassant, Gogol,
Chejov, Dickens, Poe, Hawthorne… uff, no citaré a todos los autores de cuentos que
tengo por ahí, pero nombraré a Hoffmann y Auerbach, dos de los que más influyeron (sobre todo el
primero) a estos alsacianos que os presento.
Otro atractivo que nos ofrece
el libro reside en ese raro fenómeno literario de las obras creadas al
alimón.
Se trata de los escritores Émile
Erckmann y Alexandre Chatrian, oriundos de Alsacia (Alsacia-Lorena), región
histórica y cultural incrustada entre el noroeste de Francia y el noreste de
Alemania. Un territorio que se extiende por el margen occidental del Valle Alto
del Rin, constituyendo el marco de estas
narraciones. De ahí su título, “Cuentos de orillas del Rin”.
Su estilo narrativo parte de
la gran tradición cuentista de la Selva Negra alemana, con un folclore tan rico
como antiguo y que plasmó magistralmente el ya mencionado Auerbach en sus “Cuentos
rústicos de la Selva Negra”.
La ambientación y
descripciones de esos pueblecitos y pequeñas ciudades asomadas al Rin, los
fríos y oscuros inviernos que las asolan, la lluvia repiqueteando en el
carcomido ventanuco de la taberna… son destellos literarios cuyo brillo no
decae pasen años o siglos.
Así como la arrolladora
imaginación con la que los autores van desdibujando la realidad, magnífico
exponente es el cuento “Mi ilustre amigo Selsam”, en donde se mezclan elementos
tan dispares como la ciencia, primitivos instrumentos musicales africanos y
europeos, un grupo estrafalario de amigos, una honorable dama de “supuesta mala
salud”, los Oratorios de Haendel, música de Haydn, todo ello aderezado con un
genial humor negro, pues la muerte siempre ronda al acecho.
Y claro, los protagonistas en
cada relato, guarecidos en la inquietante penumbra de las tabernas (en este libro no hay
cuento sin su taberna con nombre), también se hacen preguntas mientras miran al
vacío, ¿por qué los hombres hacen lo que hacen? Y ¿qué sentido tiene desear lo
que se desea? Preguntas atrapadas en el ambiente viciado de aquellos antros que
siguen flotando en el aire de nuestros días.
Mi vieja edición de Austral
no tiene la mejor de las traducciones, suele pasar con muchos de estos viejos
libros, y solo reúne seis cuentos:
El tesoro del viejo hidalgo
Mi ilustre amigo Selsam
La pesca milagrosa
La ladrona de niños
El blanco y el negro
El ciudadano Schneider
Por suerte este título se ha
reeditado recientemente con una traducción excelente y prólogo de Javier Marías,
un apasionado de esta obra, (también lo ha publicado él en su editorial Reino
de Redonda).
Estas nuevas tiradas han
añadido otros dos cuentos a los que ya había. Son El réquiem del cuervo y El
canto del vino.
Os muestro una imagen de este
ejemplar (que no tardaré en adquirir, pues son cuentos ideales para releer). Y
luego una breve introducción de Marías.
"Cuentos de las orillas del
Rin es uno de los libros menos conocidos de Émile Erckmann y Alexandre
Chatrian. Su propuesta es un viaje en el tiempo, al mundo rural de las dos
márgenes del gran río del norte de Europa, a las ciudades que durante
generaciones amalgamaron lo alemán y lo francés, a regiones donde el vino
empieza a no ser blanco y la cerveza se elabora con nuevas recetas. Si bien el
dúo Erckmann-Chatrian cosechó en su época más fortuna con historias macabras o
directamente fantásticas, los ocho relatos que forman este volumen no dejan de
poseer un elemento misterioso y siniestro, así como cierto matiz ambiguamente
sobrenatural."
Poco más que decir... No sé por qué, pero en las
riberas del Rin suelen ocurrir cosas muy extrañas, inquietantes si se prefiere. Mejor lean estos cuentos alumbrados al quinqué de una taberna alsaciana, en
alguno de sus lúgubres rincones la mente de un escritor trabaja en estado de éxtasis…
A veces pienso que leo en los esquinas de la literatura, esas donde se esconden tipos embozados y esquinas oscuras, lóbregas, a veces pienso que me gusta esa oscura sensación de la literatura donde nada es claro, y parece oculto en una neblina que enseña y oculta, que oscurece y da luz en los pequeños espacios por donde puede penetrar la luz, en este caso el entendimiento del lector. Y esas veces me digo si no sería posible leer novelas o cuentos o filosofía o lo que fueses por ese placer del que hablar , Paco, del leer por el puro placer por leer, de no rebuscar palabras recónditas e imágenes empañadas en espejos y que la luz diera diáfana en el papel. Esas veces me digo que necesito alguien, en el que confíe, me diga que algo es literatura8 sin escondites), y que es bello y que merece la pena, y así aparece gente como tú, que creo que tiene la sensibilidad para ver cosas bellas por encima del puro entendimiento engañoso (para explicar esta definición debo recordar -explicar-hace un par de meses en el “corte inglés” del pueblo donde vivo, apareció una sección de poesía que no existía en la librería, pero dicha sección se componía de textos de lo que parecía poesía de auto ayuda y poesía de anuncios de coca cola o ikea) en ese momento es donde apareció, decía, ese entendimiento engañoso en los que me decían mis amigos que leyera tamañas cosas, que en cuanto leí 4 textos me dije: esto no es para mí. no.
ResponderEliminarPOR nada especial, simplemente no soporto lo superficial disfrazado de profundo.
Una persona de confianza como tú Paco, es impagable.
Un abrazo cuídate
Muchas gracias, Wineruda. La verdad es que me siento abrumado por tus palabras, por el recorrido que llevamos juntos sé que no buscan el halago, sino que son fruto de la honestidad con la que siempre expones tus impresiones sobre la literatura, o de la vida, y por eso aprecio y te agradezco lo que dices.
ResponderEliminarCon frecuencia leo expresiones tuyas que me resultan atractivas, muy gráficas y visuales, se nota tu devoción por la poesía, me ha encantado esta:
“A veces pienso que leo en los esquinas de la literatura (…)”
Y lo que continúa las siguientes dos líneas. Das en el clavo.
Creo que fue a Ana (Blasfuemia), a quien comentaba esa misma sensación, pienso en muchos libros que leo (no en todos, claro) como si fuesen carreteras secundarias por las que transito, sin apenas cruzarme con nadie, al margen de las veloces y grandes autopistas, siempre colapsadas de tráfico, atestadas de conductores en las que todos quieren llegar RÁPIDO al mismo sitio (libro). Y yo sigo por esas carreteras solitarias en las que, de cuando en cuando, adviertes el bello vuelo de un águila, u oyes el ladrido lejano de un perro, u observas las formas de las nubes, o te detienes a contemplar a un simpático mochuelo (como el del blog) que hace lo propio contigo desde un viejo tejado, de algún pueblo olvidado, porque en esas vías no hay prisa por llegar a ningún sitio. Así me muevo con los libros, y así entiendo la lectura. Igual que tú, amigo Wineruda.
Como te conté el otro día, gracias por mostrarnos con tu mirada las cosas que otros no supimos ver. Eso también es impagable ;)
Un abrazo, Wineruda, y mantén alejado el entendimiento engañoso, sé que eso lo tienes controlado… en cuanto a tus amigos, diles que beban coca cola con precaución, que eso desatasca tuberías.
Cuídate amigo ;)
¿Me puedes explicar cómo encuentras estos textos, Paco?
ResponderEliminarLa verdad, como dice Wine, caminas por las esquinas de la literatura iluminándolas con tus líneas. No tenía idea de la existencia de estos señores como de su obra, así que aumento mi deuda para contigo. Y la edición que tienes entre manos no parece nada costosa... nada menos que de la Colección Austral. Si habré leído algunos títulos de la misma!
En fin, sigues aumentando mi asombro.
Gracias por tus descubrimientos!
Un gran abrazo!
Bueno, Marcelo, varios de estos libros llevan años conmigo, muchos están leídos, pero otros simplemente se quedaron esperando, y esperando...
EliminarÉste de la pareja Erckmann-Chatrian fue una de esas lecturas juveniles, o de mis tiempos escolares, ya casi ni recuerdo. A veces me pongo a rebuscar un libro y doy, casualmente, con otro que me aviva bonitos recuerdos Los libros de cuentos, los buenos, son de lectura fluida, así que me puse a leerlos y dejé de rebuscar el primero ;)
Genial que Austral sea accesible por allá, tiene excelentes títulos, escritores y escritoras que en su época gozaron del entusiasmo de un gran número de lectores, y hoy nadie recuerda, o conoce. Vendrán más de Austral (ya lo hice con Pío Baroja y Walter Starkey) y me consta que alguno que otro prácticamente desconocidos.
Marcelo, tú también eres una caja de sorpresas literarias con tus entradas. Gracias a ti por lo mismo.
Un gran Abrazo!
Me apasiona la lectura, pero tu entrada bibliográfica de hoy, me demuestra las muchas carencias que tengo, sobre todo en este género literario.
ResponderEliminarEn un cuaderno digital anoto tus sugerencias y otras. No caen en saco roto. A medida que puedo voy adquiriendo o pirateando esas propuestas. Muchas gracias, una vez más, Paco.
Un abrazo
Luis Antonio, eso de las carencias es un hecho del que yo tampoco me libro, a mí me sucede no pocas veces al descubrir otros libros en diferentes blogs, en una entrevista, etc.
EliminarMe resulta muy agradable dar a conocer un libro a otra persona, así que me alegra leerte eso. ;)
Muchas gracias a ti, querido Luis Antonio, es un placer tenerte por aquí y visitar tu espacio.
Un abrazo.
Querido Paco visitarte es descubrir, siempre me llevo lecturas y a autores interesantes, descubiertos por tu mirada de explorador de la literatura. Es un auténtico placer leerte y ver cómo disfrutas con la lectura y transmitiendo esas sensaciones a aquellos que tenemos la suerte de leerte.
ResponderEliminarMe pregunto por qué los cuentos se asocian con literatura infantil o para niños, es cierto lo que comentas que muchas personas al ver "cuento" dejan el libro y algunos de esos cuentos, como la propuesta que nos haces, nos dejan con una agradable sensación y ganas de seguir leyendo. Cuando acabo un libro y me quedo con ganas de más me parece fantástico, es como si hubiera viajado a otros mundos y el escritor me ha contagiado su emoción. Y esos contagios me encantan. Es una diferencia enorme con aquellos libros que estoy deseando terminar porque no me aportan, no me emocionan, no me hacen vibrar que al final es lo que busco en un libro.
Besos
Muchísimas gracias, Conxita ;)
EliminarComo comentaba a Luis Antonio, me resulta muy gratificante situar en el mapa "esos otros libros" y darles una nueva oportunidad de ser conocidos, de llegar a algún lector. Uno siempre se siente en deuda con aquellos libros que te han marcado y forjado como lector. Y es cierto, explorador es una palabra que a veces me ha venido a la cabeza, en cuanto a los caminos literarios que sigo.
También es verdad que no ignoro una novedad per se, eso me parece ridículo, hay que tener amplitud de miras y saber que no todo lo nuevo es mediocre, ni todo lo pasado meritorio, esto en el ámbito de la literatura... y en otros.
Esas reticencias del lector adulto con los cuentos literarios, en este país (el lector escandinavo es un apasionado del cuento y del relato), es digna de una investigación sociológica... y seguro que en esa resistencia encontramos alguna clave interesante sobre nuestra idiosincrasia, algo que nos sorprendería, vamos, segurísimo, el prejuicio sobre una cuestión nos sitúa frente al espejo de otras irregularidades.
Ayy, sí, esa sensación de plenitud que te deja un libro que te ha fascinado... y la extraña soledad que sientes al acabarlo, como si te despidieras de un buen amigo.
Como sé que la vida es corta para tanto libro... no suelo meterme en "zonas" (libros) donde presiento el patinazo, no estoy para perder el tiempo, con tanta experiencia de explorador, como dices ;), ya tengo cierto olfato ;)
Besos, querida Conxita.
Es curioso, tengo localizado en la biblioteca donde trabajo un tomo suyo que se titula "Waterloo", también en una edición de Austrial de los 60. Mañana echaré un vistazo por si estuviera el de cuentos. En cualquier caso, supongo que merece más la pena leer la nueva edición. Más a mano tengo los cuentos de E.T.A. Hoffmann, junto a una novela oscura, increíble, también de ese autor: "Los elixires del diablo". ¡Qué ansia por releer! Pero por ahora tendrán que esperar.
ResponderEliminarEl tema de los libros escritos al alimón daría para un buen post. Yo siempre me acuerdo del pobre Auguste Maquet, que debería figurar a la par con Alejandro Dumas. En casa, aparte, creo que solo tengo "En busca del fuego", escrito por los hermanos Rosny. Debe ser raro y todo un reto, embarcarse en pareja en una aventura tan solitaria e individualista como es la escritura.
Un abrazo.
Tengo varios ejemplares de la Colección Austral (serie azul, roja, verde, etc) y sorprende encontrar autores cuya importancia y calidad fueron muy relevantes en su época, algunas obras, verdaderas joyas, y ahora pocos recuerdan y muchos directamente desconocen. Por aquí seguirán apareciendo, esa es mi intención.
EliminarAsí es, Gerardo, conviene leer una edición reciente, las traducciones son mucho mejores. Me gusta releer cuentos, sobre todo clásicos, pues es una manera de rememorar los años de mi infancia, leyendo fascinado los cuentos de Wilde, Dickens, Poe, J. London, Verne, Perrault, Andersen... etc, etc.
También tengo los cuentos de Hoffmann, y me entusiasman, así como "En busca del fuego" de los hermanos Rosny.
La verdad es que sería un tema interesante sobre el que escribir, los libros escritos a dúo, ¡a ver si, con tu buen hacer, te animas un día! ¿quién no se acuerda de los hermanos Grimm? Interesante equilibrio de egos.
Un abrazo, Gerardo, gracias por tu visita ;)
Al final el libro de Eckermann-Chatrian era "Historia de un quinto de 1813" traducción del francés de Manuel Azaña, nada menos.
EliminarSaludos.
Qué grandes sorpresas descubre uno en estas viejas ediciones. Según leo en internet, ese libro "es un alegato antibelicista que rehúye el entusiasmo" sobe las campañas de Napoleón, especialmente Waterloo, muy crítico con sus ínfulas imperialistas. Unos acontecimientos que reflejaron no pocos de los grandes novelistas de la época; Stendhal, Conan Doyle, V. Hugo, Tolstoi, etc.
EliminarSi tienes tiempo, echa un vistazo:
http://www.eldiario.es/cultura/historia/Waterloo-sangre-tinta-batalla-napoleon-europa-prusia-rusos-wellington-wilson_0_398960378.html
Saludos!
¿Por qué asociamos "cuentos" a la infancia, como si eso excluyera a los adultos? En fin, a mí me siguen gustando los cuentos y las historias en general, pero es verdad que no recurro ya a los clásicos en este sentido, que son valor seguro, pero la verdad que he encontrado cuentos y relatos de gran calidad en la literatura contemporánea.
ResponderEliminarTambién en su momento acudía a ellos cuando se creaban agujeros negros en los que no parecía caber ningún libro, pero ahora ya leo este tipo de libros cuando les toca, como los demás, o sea, cuando ellos deciden.
También tengo muchos libros de esos que ahora eres consciente que la traducción chirría por todos los lados, pero mira, ahora el panorama editorial es extenso y muchas pequeñas (y no tan pequeñas) editoriales reeditan esas pequeñas joyas con una letra más amable a la vista y una traducción más precisa.
Un abrazo grande.
Esa es una buena pregunta, Ana. Creo que muchos lectores se atrincheran en sus corazas de adultos, impermeables a la capacidad de sorprenderse que atesora la infancia, crean resistencias a un hecho literario (el cuento), que por su menor recorrido lo consideran poco capaz de colmar sus expectativas intelectuales... las que sí creen hallar en la novela.
EliminarMe gusta también el cuento actual, pero su estilo, salvo excepciones, es mucho más intrincado que el
de lo grandes cultivadores del género en el pasado, por eso el cuento de aquellos tiempos me proporciona el deleite de leer, por el simple atractivo de la lectura que te eleva la imaginación, sin forzados rodeos intelectuales... pero no dejando aislado al intelecto, matiz importante.
La alternancia de sensaciones en la lectura, hora el cuento, hora la narrativa como indagación personal, hora el ensayo...etc, es ese nomadismo lector lo que alimenta mi entusiasmo, independientemente de que uno tiene siempre sus querencias, claro.
Sin duda, es una suerte de que en este país, caso singular con índices lectores malos, tengamos tal muestrario de editoriales, muchas excelentes, que anteponen la calidad a lo puramente comercial y destinado al escaparate del supermercado.
Un abrazo grande :)
Me gustan los cuentos, aunque suelo optar por la novela. Nunca descarto las buenas narraciones breves, así que tomo nota de estos textos que nos descubres hoy (tampoco los conocía, así que confieso mis lagunas lectoras). Sobre los clásicos y los contemporáneos, aunque reconozco que últimamente soy desconfiada con las novedades, los clásicos también lo fueron en su momento, la cosa es encontrar la calidad.
ResponderEliminarGracias por descubrirme nuevas posibilidades lectoras.
Un abrazo.
Me sucede igual, Laura, me gustan los cuentos pero la novela me ocupa más tiempo lector, eso sí, de un tiempo a esta parte me atraen mucho los cuentos y relatos de determinadas épocas, especialmente de autores que disfruté en mi temprana juventud, y ya que en mi casa tengo donde elegir, pues estupendo. ;)
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con tu apreciación sobre los clásicos y los contemporáneos, no es sensato ensalzar ésto o aquello a ultranza, de todo hay...
Gracias a ti, por lo mismo :)
Abrazo!