P. Castillo

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jueves, 23 de marzo de 2017

El sentido del asombro (Continuación):


Fotos realizadas por Paco Castillo







Atendiendo a la petición de Raquel Neves (responsable de comunicación de Ediciones Encuentro), desestimo la idea de publicar el texto íntegro del libro, como no puede ser de otra manera.

Eso sí, apelando a su temple y cortesía, no puedo dejar de exponeros un fragmento que ya tenía "sacado del horno", y esto en modo alguno supone una acción ilegal, y mucho menos una afrenta personal hacia ella, que de forma tan respetuosa ha expuesto la situación. 

Lo que si vais a tener con total disposición son las fotografías que he realizado para la ocasión, ya sabéis que me gusta recibiros como os merecéis. Éstas de algún modo se trasladan de tiempo y lugar, poniendo imágenes donde iban a estar las palabras de Rachel Carson.

Vayamos al libro.










Es cierto que antes de R. Carson ya hubo escritores que alertaron sobre el irreparable error que suponía para las sociedades su desapego de la tierra, perder el contacto y la relación con lo natural. Baste el lejano ejemplo del diplomático, escritor y filólogo George Marsh Perkins (EUA, 1801 – Italia, 1882), considerado por algunos como el primer ecologista norteamericano, quien noventa y ocho años antes de publicarse “La primavera silenciosa”, ya planteara en su libro “Hombre y naturaleza” (1862) la nefasta influencia que sobre el medioambiente tendría la manera de entender el progreso que él observaba.

Sin embargo la mencionada obra de G. M. Perkins, incluso las de algún célebre contemporáneo suyo como Henry David Thoreau, padecieron la carencias mediáticas de su época, y en aquellos años pasaron sin pena ni gloria.

Justo lo contrario que ocurrió con el libro de R. Carson, llegando al gran público. La televisión y parte de la prensa metieron su mensaje dentro de cada hogar norteamericano. “La primavera silenciosa” se tradujo en varios miles de ejemplares vendidos, y la presión por modificar esa dañina praxis industrial se trasladó al gobierno, éste no tuvo más remedio que actuar legislando en aras de una mayor protección medioambiental.

Al cerrar este espléndido libro he tenido la sensación de haber acompañado a la buena de Rachel y su sobrino en uno de sus paseos por esa silueta agreste que configura la costa de Maine, una naturaleza esculpida a golpes de viento y lluvia, frente a la grandiosidad del Océano Atlántico.

Paseaban embargados de emoción, ya fuera al alba, cuando los rayos del sol, si los hay, solo son un suave beso en la cara, o en la sinuosa noche, momentos ambos en los que Rachel no dudaba en salir con el risueño Roger, para aspirar el penetrante aroma de helechos y líquines, o dejarse seducir por los incontables ritmos musicales que nos regala la naturaleza, que lejos de mezclarse con estridencias se combinan en perfecta armonía.








Sí, me parece encontrarme con la asombrada mirada del pequeño ante un mundo por descubrir.




Y la no menos asombrada de la ya madura Rachel, porque en la luz de sus ojos se adivina lo mismo, que el relato de la naturaleza se renueva cada día, uno nunca deja de descubrir la belleza, o lo trágico, en lo más colosal o minúsculo que acontece bajo el sol.














Otra cosa, R. Carson desprende esa gran sabiduría que brota desde la humildad, el tipo de personas que así mismo se asombran al ser consideras sabias por otros, entendiendo tal sabiduría no como la acumulación de un saber enciclopédico, sino por hacernos ver lo que hay de sencillo en la enorme complejidad de este equilibrio que todo sostiene. Mirar más allá de lo aparente es una enseñanza que la naturaleza ofrece para cada uno de nosotros.











Está claro que R. Carson halló el sentido del asombro, podría decirse de su vida, a través del íntimo contacto con sus amados bosques atlánticos, sintiendo los latidos de la tierra y el mar, igual que otros lo hacen componiendo música… o escalando cumbres de 8.000 mts hasta llegar a la extenuación, incluso la muerte.





Hay siete mil millones de personas, sí, 7.000.000.000, en este planeta buscando un sentido a su existencia, o huyendo de eso mismo, quien sabe, es tan complejo esto… o tan sencillo como contemplar una tela de araña al amanecer, brillante de rocío, en esos momentos en donde la belleza del mundo aún está intacta y todo, Todo, es de una sencillez sobrecogedora, desconcertante, fascinante… Sí, tan compleja.





Ya os he dicho que mis palabras son insuficientes para transmitir la belleza de este libro. 

R. Carson:

"Para la mayoría de nosotros, el conocimiento de nuestro mundo viene en gran medida a través de la vista, miramos alrededor con tales ojos que no ven que somos particularmente ciegos. Una manera de abrir tus ojos a la belleza inapreciada es preguntarte a ti mismo: ¿Qué pasaría si nunca lo hubiera visto? ¿Qué pasaría si supiera que no lo veré nunca más?




Recuerdo una noche de verano cuando este pensamiento me vino con fuerza. Era una noche clara sin luna. Con un amigo, fuimos a un cabo que era casi una isla pequeña, estando todo rodeado por el agua de la bahía. Allí el horizonte está remoto y lejana la frontera del borde del espacio. Nos tendimos y miramos al cielo y al millón de estrellas que brillaban en la oscuridad.

La noche estaba tan en calma que podíamos oír el ruido de las boyas sobre el acantilado más allá de la boca de la bahía. Una o dos veces una palabra dicha por alguien en la lejana orilla de la playa era traída por el aire despejado. Unas pocas luces ardían en las cabañas. Aparte de eso no había nada  que nos recordara una presencia humana; mi acompañante y yo estábamos solos con las estrellas. Nunca las había visto tan hermosas: el río brumoso de la Vía Láctea fluyendo a través del cielo, los dibujos de las constelaciones, brillantes y nítidas, un planeta centelleante más abajo en el horizonte. Una o dos veces un meteorito se consumió en su camino hacia la atmósfera de la Tierra." (p. 31-32)



Estas últimas semanas paseando por el campo, al amanecer en algunos días con niebla (lo habréis visto en ciertas fotos con libros, además de éste), me quedaba pasmado con el resplandor del rocío sobre las telas de araña, las diminutas gotitas de agua prendidas de los hilos, descubiertos a cierta distancia, eran como collares de perlas flotando en el aire, así que me acercaba despacio y la atención me ofrecía otra belleza distinta de la anterior, arquitecturas fascinantes hechas de filamentos de seda, igualmente con las gotas de rocío adheridas, y aunque en pocos meses tendré medio siglo, mi hija de cinco años seguramente contemplaría lo mismo que yo… eran como inverosímiles iluminaciones navideñas en unas ciudadelas de hilos.




Parece que hay un período de nuestra vida adulta en donde nos empeñamos en mantener fuerzas contrapuestas con todo aquello que daba sentido, y enriquecía, nuestra niñez… la capacidad de asombro, emocionarse, observar, ese dejar que todo fluya cuando somos niños y niñas, y que convertimos en diques de contención cuando ya no lo somos.

Todo el tiempo que estoy fuera paseando se lo resto al blog, es cierto, incluso a una gran pasión como la lectura... pero yo "leo" mucho en cada suceso que capta mi mirada, observando lo que hay por encima y por debajo de mi cabeza mientras camino en los parajes que frecuento.

Siempre acabo "hablando" de todo, no lo puedo evitar, como le comentaba al amigo Wineruda hace poco: " Al fin y al cabo los libros están dentro de la vida... y la vida dentro de los libros"










Concluidos los últimos libros, me iba a caminar dándole vueltas a la cuestión del asombro, en lo que a mí concierne pienso que nunca la he dejado de lado. Suelo contar un cuento a mi hija Izaskun todas las noches, cuando se mete en la cama… Me los invento; y son muchos.






Al "Príncipe" de Ib Michael... le faltaba la "Princesa Izaskun"


“El oso y la ardilla” por ejemplo… jaja, no, no lo voy a contar, simplemente resumiré que ambos se ayudan, aunque al principio el oso despreciase a la ardilla, un animal tan poderoso y respetado como el oso no quiere perder su valioso tiempo en solucionar los problemillas de un pequeño animalillo… pero la ardilla tiene sus bazas, la persuasión, la…

Terminará ayudando a la ardilla, ésta necesita cruzar a la otra orilla de un gran río… La ardilla lo recompensará con un lugar, recóndito y difícil de encontrar, donde zampar suculenta miel. El oso también necesitaba comer.

Bien, hay más en el cuento, claro. Mi hija Izaskun me escucha ojiplática, yo gesticulo, entono, abro los ojos incluso más que ella…

¡Qué Carajo! ¡Termino igual o más asombrado que mi hija!

¿Os dais cuenta?

Y la miro, veo una expresión feliz. Y veo sus ojillos, vencidos por un día larguísimo, entornándose poco a poco, llevándose con ella, a ese lugar mágico, todo el asombro del mundo… es decir, el que ha sido capaz de regalarle su papá. Cada vez que regreso del campo, lo hago con un libro repleto de asombro, aunque es invisible, el libro.





Mi hija, en la plenitud de su asombro...




20 comentarios:

  1. Veo que al final lo has conseguido y has encontrado tus propias palabras.
    Me ha encantado tu descripción del amanecer en la que la belleza del mundo está intacta y también lo de "Al "Príncipe" de Ib Michael... le faltaba la "Princesa Izaskun"".
    Y por supuesto que se puede leer también fuera de los libros. Sólo hay que abrirse y saber mirar. No es tiempo restado a la lectura, es tiempo sumado.
    Un abrazo

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  2. Hola Lorena.
    Es verdad, al final siempre acabas encontrando tus palabras, podría decir que a mí mismo en este libro, pues me identifico mucho con todo lo que contiene, y su forma de exponerlo.
    Jaja, la "Princesa Izaskun" fue una idea "in extremis", cuando estaba apunto de cerrar el post y publicarlo.
    Totalmente de acuerdo con tu certero comentario final... Es tiempo sumado.
    Un abrazo.

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  3. Pues querido Paco las palabras de R. Carson son preciosas pero estas que has escrito tú no tienen nada que envidiarles, igual que ese cuento que nace del amor y de disfrutar con las expresiones y el asombro que las palabras producen en la princesa Izaskun, es tan bonito imaginar su ilusión y sus ganas mientras papá inventa un cuento para ella, muy bonito Paco.

    La naturaleza con frecuencia nos ofrece tantas muestras para extasiarnos ante ella, a mi me encantan esas gotas de rosada en una telaraña como lagrimitas que deja la noche para que la recuerden y ese caminar disfrutando de todo aquello que está allñi para que lo disfrutemos con la calma, alejadas las prisas y con ese mirar con ojos de niños que nos permite ver un mundo tan puro. Disfrutar la vida intensamente.
    Un beso

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    1. Gracias Conxita, como le comentaba a Lorena, al final uno acaba encontrando las palabras que mejor se ajustan a tus sensaciones, ese dejar que las cosas fluyan... :)

      Ayy los cuentos, creo que desde el principio me los inventé, ahora, unos pocos años más tarde, he perdido la cuenta de todos los que habrán sido, pero mi hija Izaskun tiene sus preferidos... aunque nunca cuento igual el mismo, es imposible acordarme de cada detallito, tal vez ese sea el secreto del éxito :)

      Así es, la naturaleza siempre tiene la capacidad de sorprenderte, y se aprende muchísimo de la vida, como no puede ser de otra manera, observándola. También tiene su lado siniestro, sin duda.

      Adoro caminar por el campo, me gusta hacerlo solo, y en sitios solitarios, es la única forma en la que percibo esa sensación de plena comunión con la naturaleza.
      Un beso, Conxita.

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  4. Hola Paco
    El sentido del arte y de la belleza no se aprende, se tiene o no se tiene, y, no puede haber menor duda, tú lo tienes. A quintales.

    un abrazo
    cuídate

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    1. Hola Wineruda. Muchas gracias amigo, tal vez, más que tener esos dones, lo que hago es no dejar de perseguirlos, y eso no deja de tener sus alicientes... el "oficio" de buscar sensaciones es muy motivador :)
      Un gran abrazo para ti, y te me cuidas por supuesto :)

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  5. No creo que cuando pasees restes tiempo al blog. Lo sumas. Porque observas, te asombras, sientes... y luego nos lo cuentas. Y eso, querido Paco, es un privilegio para quienes nos asomamos por aquí. No sabes la de paseos que me doy contigo :)

    Un abrazo fuerte.

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    1. Hola Ana, es verdad, se suma, como en la teoría de los juegos, estamos en la variante de "suma positiva", la ganancia de una parte no es a costa de la pérdida de la otra. Pasear, de la forma que sea, es una terapia impagable.
      El privilegio es mio por contar con presencias como la tuya ;)
      Un abrazo fuerte!!

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  6. Tiempo restado, pero no perdido: todo es alimento. Y el alma lo agradece, por eso al escribir se nota. ¿No es la capacidad de asombro la esencia de nuestra naturaleza humana? Yo lo imagino así, especialmente cuando pienso en los primeros hombres; viendo por ejemplo a mi hijo jugar con una cáscara de nuez durante la merienda: seguro que un niño de hace veinte mil años, artesano en potencia, concibió de este modo la primera embarcación.
    Maravillosas fotos, qué capacidad para captar el detalle.
    Por cierto, me quedo con la idea del oso y la ardilla y la incorporo a mi repertorio.
    Un abrazo.

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    1. Todo es alimento, gran verdad Gerardo, a quienes gustamos de la lectura y la escritura esa afirmación es un axioma. Muy ilustrativo el ejemplo de nuestros ancestros y tu hijo con la cáscara de nuez, recuerdo bien un pasaje en la Ilíada de Homero, cuando se narra la escena de un niño de dos o tres años jugando y haciendo figuras en la arena de la playa, pienso en ello cuando contemplo a mi hija haciéndolo, esa misma estampa cotidiana y playera, que igualmente lo era para Homero hace más de 2800 años.

      Me gusta plasmar esos pequeños acontecimientos con la cámara, son el complemento ideal de lo más majestuoso... como los cielos, una gran montaña, etc, los contrastes de la vida son estimulantes.

      Gerardo, se aceptan intercambios de cuentos... No viene mal para relajar un poco las neuronas, jaja.
      Un abrazo amigo :)

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  7. Querido Paco, Carson y yo nos conocimos gracias al neoliberalismo, y esta semana, tuve el privilegio de volverla encontrar en una de mis librerías predilectas. Estaba leyendo la Primavera Silenciosa, cuando vino a buscarme con su capacidad del asombro. Y acabo de escribir sobre ella, cuando me encuentro con tu entrada. Siento que me perdí la anterior, pero ahora mismo voy a remediarlo.
    Quién mejor que tus fotos para retratar esa capacidad del asombro...solo los más pequeños pueden superarlo...Ellos saben a veces de forma casi innata lo maravilloso que es conocer la lluvia, la nieve, el crecer de los árboles y las flores, las despedidas de las hojas...en fin...ya sabes.
    Gracias por escribir sobre este librito que creí que se quedaría olvidado...ella quiso que a pesar de los datos tan desastrosos del DDT y del consumo de sustancias tóxicas, había otras alternativas de investigación que no habían probado.
    Libro en el que nos podemos quedar largo rato a pesar de lo corto que es...¡¡qué curiosa es la capacidad del asombro, verdad?!!
    Un abrazo y que sigas asombrándote de lo pequeño junto a tu preciosa familia. Las personas que nos rodean también son un asombroso regalo.

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    1. Buenoo María, qué deliciosa coincidencia recalar en esta gran autora, viniendo de ti no me extraña, te veo muy apegada a la naturaleza, sé que eres una gran observadora y que tu sentido del asombro está bien despierto, tus pasos te tenían que llevar a unos libros como estos, algo natural :)

      Soy padre de dos niñas, la mayor que cumplirá 6 años en junio, y la pequeñita que hará un añito en mayo, todo en estas etapas se capta con asombro, se aprende cosas valiosas gracias al asombro... y claro, yo no dejo de asombrarme :)) Ya lo hacía antes de ser papá, pero ahora con mayor ímpetu.

      No sé muy bien como doy con estos libros... o sí, seguro que por todo lo que he comentado acerca de ti más arriba.

      Hay libros pequeñitos que atesoran enormes hallazgos.

      Muchas gracias por tus palabras María, tener por aquí a personas como tú también es un regalo.
      Cuídate mucho :)

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  8. He tenido unos minutos de tiempo en mi diario trajín para darme un paseo contigo por todos estos paisajes que nos regalas, al igual que con las líneas sobre Carson y tu rol de padre.
    Rescatar el contacto con la naturaleza; concientizar sobre la necesidad de no dañarla y fomentar el asombro en los niños son tareas propias de quien está comprometido con la vida, querido Paco. Y tú lo estás, sin dudas.
    Un fuerte abrazo, campeón!

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    1. Gracias Marcelo :)
      La verdad es que ser papá te conmina a tomar conciencia de muchos aspectos... Aunque también tiene sus momentos de agobio, jeje. ¡Pero no puedo quejarme!

      Quería exponer las fotos apropiadas para reflejar el mensaje del libro... Espero haberlo conseguido :)
      Estar comprometido con los libros me parece también una postura muy noble, sin duda, y tú eres un gran ejemplo en ese sentido, eres uno de esos puertos seguros a los que siempre voy.

      Otro fuerte abrazo para ti, pibe!!

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  9. La capacidad de asombro, el disfrute de la naturaleza, de la soledad, de lo sencillo, son todas ellas cualidades que deberíamos conservar puesto que nos unen a lo más auténtico. Tú derrochas esas capacidades y tu hija debe asombrarse con tus historias a su medida.

    Las fotos son preciosas todas. Thoreau me encanta, tiene una obra pequeña que si no recuerdo mal se llama Caminar, supongo que la habrás leído, disfruté mucho con ella.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Hola Laura.

      Gracias por tus palabras. Bueno, al menos intento que así sea, trato de ser coherente en esos aspectos, no siempre es fácil, pero uno ha de dirigir sus pasos hacia el destino que se ha propuesto.

      No he leído esa obra de Thoreau, al menos no me suena... lo revisaré, te agradezco la mención. Con los niños pequeños tienes asegurada la capacidad del asombro durante una buena temporada, jaja.

      Un fuerte abrazo!

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  10. Tus palabras y tus imágenes son tremendamente motivadoras para aproximarse a esas lecturas que nos propones. Muchas gracias

    Un abrazo

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    1. Gracias Luis Antonio.
      Esa es mi idea, contagiar entusiasmo por aquello que a mi juicio merece la pena ser tenido en cuenta, y creo que esta lectura tiene mucho que ofrecer a cada lector, mucho sobre lo que reflexionar, eso es algo que siempre hemos de agradecer.

      Un abrazo amigo!

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  11. hola paco! un placer enorme , enorme poder leer tu blog, llegamos de manos de lorena, que tambien tiene maravilloso blog, y el tuyo me encanto, mezclaste naturaleza, con letras e imagenes, tal cual lo sentimos nosotras!!!!!!!!con tu permiso te comparto y volveremos muy seguido. un abrazobuho desde argentina!

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    1. Hola.
      Muchas gracias, por vuestras palabras y la mención. Si venís desde el blog de Lorena, lo hacéis desde un estupendo sitio, sin duda.
      Un abrazo para Argentina, desde España ;)

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