Hace poco más de un año, por enero de 2014, uno de mis propósitos literarios para iniciar aquella andadura, fue adentrarme en la lectura de esta obra, referente indiscutible de la cultura occidental y cuyo autor, Homero, así como los restantes autores del periodo antiguo y clásico de Grecia y Roma, han sido contemplados, desde mi ánimo lector, como seres alzados sobre un pedestal a considerable altura sobre mi cabeza, de tal suerte que iniciar el ascenso hasta "tocarlos" con mi mano se me antojaba un itinerario arduo, no ha sido así.
Antes de empezar consideré pertinente hacer un pequeño trabajo de documentación sobre la obra, el autor y el periodo histórico en el que se circunscriben.Tratándose de la Ilíada es casi una obligación.
Yo tengo dos ediciones,un precioso ejemplar del Club Internacional del Libro, y otro de la Editorial Gredos. Recomendaría este último, las notas a pie de página resultan útiles para entender el contexto, y Carlos García Gual, el supervisor de la colección, es uno de los filólogos clásicos más laureados.
La Ilíada era, en realidad, una gesta recitada y cantada por las gentes desde tiempos mucho más remotos que la época de Homero, que vivió allá por el año 800 a. C. , así que hay que remontarse al año 1200 a. C. , como posible origen de este poema épico, según los expertos.
Ni puedo ni pretendo hacer aquí un comentario erudito, eso para los especialistas en filología clásica. Para eso ya hay magníficos blogs.
Los acontecimientos de la narración se centran solo en unos pocos días antes del asalto y destrucción definitiva de Troya, teniendo en cuenta que el asedio duró diez años, según las narraciones.
El narrador omnisciente parece, de hecho, un dios más del Olimpo que contempla el devenir de los acontecimientos entre griegos y troyanos, sometidos al vaivén caprichoso de las divinidades, que en su soberbia inmortalidad se dignan en compadecerse de unos y de otros indistintamente.
Aquiles y, en menor medida, Héctor son los personajes centrales de la obra pero su presencia no es inmediata,hay que leer muchas páginas antes de verles entrar en acción verdaderamente.
La Ilíada es profusa en metáforas y símiles de bella factura, muchos inspirados en animales y los elementos naturales, que se entrelazan con pasajes de una enorme violencia. El envoltorio de lo trágico son escenas que resaltan la dimensión idílica de la naturaleza. La muerte se cuenta sin escatimar detalles, sirva este párrafo en alusión a la muerte de un guerrero:
" Y Penelao le alcanzó en el fondo del ojo, bajo el párpado, desprendiéndole la pupila. Y atravesando el ojo, salió la lanza por detrás de la cabeza, e Ilioneo cayó con las manos extendidas. "
"Ifidamas Antenórida...aquel joven guerrero abandonó su morada nupcial y llegó con doce naves...Y Agamenón,el que de lejos manda,rápido como un león,asió la lanza por el asta, arrebatándosela al contrario,e hirió con su espada en el cuello al Antenórida, y le mató. Así este desdichado, por querer socorrer a los suyos, durmió un sueño de bronce lejos de su joven esposa, de quien no llegó a gustar el fruto de amor apetecido. "
En ese ejemplo una bella metáfora de un hecho funesto, morir :
"durmió un sueño de bronce"
Uno de los muchos símiles inspirados en escenas de la vida animal:
" Cual las aladas multitudes de ocas, grullas y cisnes de esbelto cuello vuelan en las praderas de Asia junto al Caistrio, estremeciendo con sus gritos el aire, corrían las innumerables tribus aqueas como un torrente por la planicie que baña el Escamandro, lejos de las tierras y las naves, y bajo sus plantas y la de sus caballos retumbaba la tierra horriblemente. "
No pocas veces, esa sutil descripción de la naturaleza dota de grandiosidad a los actos de los guerreros, pero también es el preludio de escenas donde la muerte y la violencia se muestran implacables. La muerte es un final glorioso para hombres como Aquiles, Héctor y cualquier guerrero valeroso. Si los dioses, en su inmortalidad, miran con cierta compasión a los miserables hombres que no pueden eludir su trágico final, éstos, lejos de rehuir su destino, se enfrentan a el con la convicción de que la verdadera gloria no pertenece a los dioses, sino a los hombres que eligen morir por su tierra, por sus hijos, por sus esposas, por sus amigos. No puede existir la gloria en la inmortalidad de los dioses.
Siendo un poema épico, la exaltación de la gloria, el poder, el honor, la valentía, la lealtad, la amistad, el amor o la compasión, entre otros, es exhibida continuamente por los personajes, pero que nadie busque la hondura psicológica de cada uno de ellos, son meros transmisores de estos valores universales, del mismo modo que lo son Don Quijote y Sancho Panza, portadores del ser y el sentir en una época. Así pues, que nadie espere ver a Dostoyevski dentro de la Ilíada.
Hay fases del libro que pueden resultar confusas, por ejemplo cuando se entremezclan las vicisitudes de los dioses y los hombres,pero no hasta el punto de perder el hilo de la narración. Es cierto que la considerable cantidad de nombres en alusión a diferentes personajes, ciudades y dioses puede desorientar por momentos, pero al acabar la lectura, uno se da cuenta que no ha llegado a perder el sentido de unicidad en todo el relato.
Intenté viajar al año 800 a. C. desde el S. XXI lo más "descontaminado" que pude de condicionantes, automatismos, etc. Sabía que encajar esta obra de 2800 años de antigüedad en clichés tales como; "es una obra muy lenta" y otras consideraciones propias de la inmediatez de nuestros tiempos era un sinsentido. Había que llevar la maleta vacía para traerla cargada al regreso.
En definitiva, la Ilíada es una invitación a surcar los mares en las naves aqueas, a compartir el vino en una noche estrellada sobre la arena de la playa, es posible que el valeroso Aquiles se digne en compartir su carro de briosos caballos contigo. Leyendo es posible casi todo. Y dicen que es aburrido. Ahí lo dejamos.
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