Letras indecisas...
Disculpad si me extiendo, pero me
vence el deseo de contaros algunas cosas, y concluido este escrito puede que me
vuelva a recluir como un erizo en su madriguera.
Aprovecho pues.
Acabo de venir del campo, ansiaba
su serenidad después del trajín navideño. El viento se ha hecho notar. Pasando
junto a unos viejos olmos cerré los ojos para escuchar el crujir de las ramas,
luego de rebasarlos los volví a cerrar dejando que el viento anegase las
praderas enteras, abriéndose paso entre retamas, meciendo juncos y deslizándose
entre brotes de hierba tierna, esta vez la voz del viento era más grave. Me
pareció que esa era la voz misma del tiempo alejándose de mí.
Nada más sorprenderte el viento
emigra con la misma celeridad, agitando en lontananza otros árboles, acaso
observados por otro caminante, quien sabe.
Esa voz grave del viento siempre me supo a despedida. Debe ser eso, que el sonido del viento es la voz del tiempo diciendo… Adiós.
El Principito ha sido el primer libro que he abierto en este incierto 2022. Lo he abierto otras veces, en otros años, no recuerdo si al principio o final de los mismos, da igual, una vez que empiezo sé que lo acabaré.
La unión que crea Saint-Exupéry entre su cautivador estilo poético y el hondo calado filosófico de la narración, me sigue pareciendo prodigiosa, uno de esos grandes logros literarios que permanecen en la retina del lector, sin duda.
Ya dije en un blog amigo que Saint-Exupéry no escribió El Principito pensando en una obra infantil o juvenil, lo hizo para los adultos, esencialmente para aquellos que desterraron al niño que fueron. El Principito merece una entrada para el solito.
Ahora voy con otro asunto. En la página 97 de un libro; “Sobre la felicidad”, de Alain (seudónimo que utilizó el filósofo francés Émile Auguste Chartier, 1868-1951), asomaba un trozo de cuartilla a modo de marcapáginas. A veces extravío el que tenía y uso lo que vea por mi escritorio, y cuartillas de mis hijas no faltan, o sus pedazos cual restos de una batalla.
Ahí se leía a duras
penas el nombre de PAPA (sin acento), con trazo indeciso y ya borrado, señal
inequívoca de la autoría de Itziar (5 años), la pequeña de mis hijas.
Me quedé absorto frente a las letras
agonizantes, y me puse a escribir tirando de ese hilo...
Mi hija borró sus palabras escritas a lápiz,
palabras que yacen desangradas
por las esquirlas de goma,
quizás no sean esquirlas, sino pájaros oscuros
huyendo de la tormenta, como esos cuervos
que pintó van Gogh en Auvers poco antes de morir.
Sobre la hoja irrumpen ráfagas negruzcas, manchones
grisáceos
semejantes
al horizonte contaminado de Madrid.
Pero el deshecho de estas palabras infantiles es
inocuo,
el trazo irregular de las letras procede de una
energía limpia; unas pequeñas manos manchadas de
acuarelas,
son palabras sin CO2, solo cargadas de aires
ingenuos y cándidos…
“MI MAMÁ ME MIMA”; “PAPÁ COME PERA”.
Pasarán los años
y la vida irá emponzoñando
corazones, mimos y peras.
Nuestro aliento enturbiará el cielo,
y nadie se asomará al balcón
esperando a las golondrinas,
marcharon a Auvers en busca de
un pintor melancólico.
Escribiremos y escupiremos palabras
venenosas como Boris Vian,
dejando alguna que otra alma
ennegrecida sobre su tumba.
No habrá gomas blancas para borrarlas,
y esos pájaros oscuros querrán regresar
a la hoja amarillenta, buscando consuelo
en aquellos tiempos
de letras imprecisas,
que con tanta precisión custodia la memoria.
Y con la inocencia ya desterrada contemplaremos
un cuadro de José Gutiérrez Solana
retratando la sordidez humana,
y desde la mirada maleada de adulto pensaremos;
¡hermosa composición!
Aventuro la pregunta de mi hija
ante un cuadro del artista:
¿Por qué no ha pintado árboles y el cielo, papá?
Cariño, pues…
Este arrebato elegíaco, por llamarlo de algún modo, responde a mis últimas lecturas poéticas. Sigo en la antología de poesía china con el gran Li Po a la cabeza, modelo de exquisita sensibilidad, páginas trenzadas de pesar por nuestra fugaz existencia. También otra antología de la poeta finosueca Solveig von Schouldtz (1907-1996), en donde la naturaleza femenina se funde con la Naturaleza, además continuo releyendo Crónica, breve pero intenso ejemplar de Joan Margarit.
Poesía china: Del siglo XXII A.C.
a las canciones de la Revolución Cultural. Selección de Marcela de Juan.
Alianza editorial.
Solveig von Schoultz. Antología Poética.
Endymion. Traducción y prólogo de Jesús Pardo.
Joan Margarit. Crónica. Barral
editorial.
Por último, Saint-John Perse, leo su poesía en “Anábasis y otros poemas”. Aquí penetro en un gruta inhóspita, los destellos luminosos de los anteriores se ahogan en la gélida penumbra de Saint-John Perse, pero existe una belleza inherente a esta decadencia poética, aunque no sepa definirla, lo percibo en “La ciudad” uno de sus poemas que más me gustan. Es justo lo que me sucede ante un cuadro de José Gutiérrez Solana, tan fúnebre, y que concretaré más abajo. Toda una fascinante mezcolanza poética.
"La noche desciende, entre el vaho de los hombres..." (me maravilla esa línea).
La relectura de poesía es muy reveladora de nuestro ser cambiante, pues esos mismos poemas siempre irrumpen con nuevos hallazgos, alumbrando matices diferentes en cada lectura de los mismos, y lo inédito que descubre de mí toda vez que lo lea resulta muy estimulante.
La mención de los cuervos
pintados por van Gogh no tiene ningún misterio; Alain y su “Sobre
la felicidad” reposan encima de una biografía de van Gogh (“VAN GOGH o el entierro de los trigales”, de Viviane Forrester), y dicho esto,
resulta irónico que la Felicidad (de Alain) encuentre su apoyo en van
Gogh, tan infeliz…
Sobre la contaminación madrileña,
fácil también, desde mi localidad puedo divisar el horizonte capitalino, a unos 14
kilómetros, ¿y cual es la estampa más común? Pues eso.
En cuanto a Boris Vian ("Escupiré
sobre tu tumba", es la novela que poseo), no estaba junto a los
citados, pero me cruzaría con el libro y el subconsciente hizo el resto…
Respecto al tremebundo pintor, José Gutiérrez Solana, lo tengo a la vista en un libro magnífico; “El arte en el noventa y ocho”, del profesor Arturo Colorado Castellary, a quien tuve en la universidad, guardando muy grato recuerdo.
En los cuadros de Solana hay algo de escalofriante, como el estertor de un moribundo. Lo siniestro es distintivo en su peculiar obra. Fijaros en éste; Garrote vil.
La escena está basada en la última ejecución acontecida en la localidad castellana de Alba de Tormes, hacia 1897, aunque Solana la pintó en 1931. Estamos en un paisaje castellano de sobrecogedora penumbra, un ambiente sombrío que nos oprime el alma, y esos rostros severísimos ante la inminente ejecución del condenado; no hay lugar para la compasión, parece decirnos Solana.
Yo, que me reconcilio con la vida en los días azules del campo, y por ello tendría que perderme en la idílica luz mediterránea de Joaquín Sorolla, me siento, sin embargo, misteriosamente atraído hacia la oscuridad interior, castellana, de Solana, como si el hallazgo de la belleza en lo tenebroso me pareciese más seductor que en la luminosidad de Sorolla. Será por la eterna dualidad de la vida (los pares opuestos; el día y la noche, el mar y el desierto…) que acaban uniéndose en una equidistante armonía y nos sumen en un embeleso extraño.
Es paradójico, pero ambos pintores captan la esencia que nos configura como pueblo; la luz y la oscuridad que anida en nuestro ser. Somos entes en continuo conflicto por sus contradicciones y, a la vez, conviviendo en un extraño equilibrio. Por tanto, es inútil huir de la oscuridad hacia la luz, porque no se puede huir de uno mismo, la luz, como única posibilidad, acaba cegándonos, y la oscuridad nos marchitaría la vida, mejor que convivan juntas; un aprendizaje elemental en el Budismo.
¿Y por qué tenía un trocito de papel escrito por Itziar en la página 97 de ese libro?
Por un tren con su viajante, ante cuya mirada va desfilando el paisaje y su paisanaje. El filósofo Alain, quien fuera profesor de la célebre Simone Weil y a la que tanto influyó, nos lo cuenta así…
“En ninguna parte se está mejor que en un vagón del
tren; (…).
A través de amplias ventanillas se ven pasar ríos,
valles, colinas, pueblos y ciudades; la mirada sigue las carretas que flanquean
los ribazos, los coches que ruedan por ellas, las barcas que navegan por los
ríos; todas las riquezas del país se despliegan ante nosotros; campos de trigo,
de centeno, de remolacha, una refinería, montes bellísimos, pastizales, bueyes,
caballos. Las zanjas nos muestran las capas del terreno. He ahí un maravilloso álbum de geografía que ojeamos sin esfuerzo y que cambia cada día según las
estaciones y el tiempo. Vemos asomar la tormenta por detrás de las colinas y
cómo los carros de heno apresuran su marcha por los caminos. Otras veces,
contemplamos a los segadores envueltos en polvo dorado y en aura vibrante de
sol. ¿Qué espectáculo hay capaz de igualar a éste?
Pero el viajero lee el periódico, trata de poner
interés en malísimos grabados, saca el reloj, bosteza, abre la maleta, la
cierra. Apenas llega a su destino, cuando para un coche y sale disparado como
si ardiera su casa. Por la noche le encontraremos en el teatro; admirará
árboles de cartón pintado, escenas de siega y un campanario simulado; falsos
segadores le atronarán los oídos y él dirá mientras se frota las rodillas,
magulladas por la especie de cajón en que se halla aprisionado: «Los segadores
desafinan; pero el decorado no está mal»
2 de julio de 1908
Así es, Alain, mi hija también me preguntaría por qué admiro esos cuadros de Solana en donde los árboles y el cielo no existen.
Supongo que Itziar lo irá descubriendo, y otras cuestiones afines, a medida que su lapicero vaya dejando de escribir… "MI MAMÁ ME MIMA".
Mientras tanto, me consta que seguirá construyéndose un planeta a su medida, como El Principito (como hacemos todos…), para ver una puesta de sol cada hora (incluso menos), tal cual hace el pequeño protagonista.
Yo me he quedado merodeando por unos cuantos planetas del libro. Hay uno, también minúsculo, en donde su rey quiere nombrar ministro de justicia al Principito (a ver si así logra que el muchacho le haga un poco de compañía). Pero están ellos dos solos; ¿a quién juzgar?
"-Te juzgarás a ti mismo –le respondió el rey-. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse así mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio."
El Principito, Antoine de Saint-Exupéry
Pasad una buena tarde de domingo.
He releído tu entrada. Es densa y explica mucho más de lo que se ve en primera línea.
ResponderEliminarTodo lo que nos rodea forma parte de nuestra vida. Juan Eduardo Cirlot, del que soy ávido lector, decía que todo lo que le había sucedido en su vida, para bien o para mal, siempre le acompañaba.
Y para bien has encontrado el escrito de tu hija que compartes con nosotros.
Compartes otros libros, y compartes el campo. Compartes la luz de Sorolla y el tremendismo de Solana.
Te parece poco?
Gracias por tu compañia, por tus entradas y por tu sensibilidad.
Un abrazo. Salut
Gracias a ti, apreciado Miquel, por dedicarme tu tiempo y atención, que no es poco.
EliminarMe despiertas mucha curiosidad con Juan Eduardo Cirlot, pues ya le has nombrado alguna vez, voy a buscar algo suyo, sé que en las bibliotecas de mi localidad lo conseguiré.
Ya sabes, me gusta llegar a la profundidad de las cosas a partir de hechos cotidianos, de elementos sencillos, hay puentes entre las dos realidades que a veces cuesta ver, pero están ahí para que alguien los cruce y cuente.
Estamos hechos con trazos de Sorolla y Solana; la penumbra y la luz meridional, encuentro que somos una mezcla fascinante.
Un fuerte abrazo, Salut!
Yo encantada de que te extiendas, ya sabes que me encanta esa vena filosófica y a veces mística que sacas en algunas, casi todas tus entradas, que con tanto cuidado y mimo nos ofreces.
ResponderEliminarDecirte que leí El principito ante la insistencia de una tía mía que ya no está a la que quería mucho (y echo muchísimo de menos) y que además era buena lectora, como yo (creo que tanto ella como mi madre me inculcaron el amor por los libros). Estuvo un tiempo detrás de mi insistiéndome con que tenía que leerlo, que era una obra excepcional, hasta que le hice caso, la leí ya de adulta y me sorprendió tanto...
Tengo que volver a leerla, porque como tú dices, a veces en segunda lecturas se perciben cosas que no se perciben la primera vez.
Me pasa como a ti, que me reconcilio con la vida, con el mundo, en mi caso en mis rutas ciclistas por el campo, me hacen tanto bien a nivel físico como mental... Es genial que compartas por aquí tus paseos campestres observándolo todo tan minuciosamente, se disfruta casi como si estuvieras ahí.
Mil besos, Paco
Muchas gracias, querida Marian.
EliminarPues sí, mis entradas responden al estado de ánimo que me embarga, y a las lecturas que reposan en mi cabeza, todo eso (y alguna cosa más... que decía Rajoy), dan la entidad a mis entradas.
El Principito es una lectura de hondo calado, yo lo leí por primera vez bastante joven... pero había cuestiones que no llegaba a captar, me faltaba experiencia de la vida para entender la hondura de lo que se narraba, bueno, seguramente me quedé con otras cosas igualmente valiosas desde la mirada de un joven, porque además está escrito de un modo maravilloso, cautivador.
Un paseo en bicicleta, rodeada de árboles, campo, pájaros... no nos hace falta más para despejar la mente, y sentirnos plenos, ¿verdad?
Mientras no decaiga el entusiasmo, aunque me recluya un poco, aquí seguiremos, en vuestra estupenda compañía.
Besos mil, Marian!
No me cabe duda de que El principito es un libro para adultos formados y, aun así, resulta enigmático. Lo he leído varias veces, y con mis hijas cuando eran pequeñitas. Es un libro transparente aparentemente pero lleno de misterio. Una vez me encontré en que algún profesor ignoró había puesto de lectura este libro a un grupo adaptado y me di cuenta de que era imposible que penetraran en él y, desde luego, no les gustó nada. Saint-Exupery tiene otros libros que me fascinan como Vuelo nocturno o Piloto de guerra, entre otros. En la estela del existencialismo más fecundo.
ResponderEliminarSabes de sobra que comparto totalmente tus reflexiones sobre Sorolla y Solana, entre la luz y la sombra, y además la luz no es totalmente luminosa y la sombra no es totalmente oscura. Ese es el juego profundo en la realidad de las cosas. En realidad uno no puede escapar a su destino pero todo destino es múltiple, está lleno de senderos que se bifurcan constantemente y el caminante sabe de antemano inconscientemente qué sendero ha de coger. Lo más sabio es no pedir a la vida lo que esta no puede dar. Tus caminos son una entidad en que tú eres tanto el camino y el caminante, el libro, los pasos, las pajarillos, el cielo y las nubes… Sabes en tu psique profunda a dónde vas y nos traes en este zigzag reflexivo otro camino simbólico que nosotros leemos y es como si participáramos de tu andadura. Pocas vocaciones más fructíferas como el caminar…
Un abrazo de otro caminante.
Donde el corrector ha escrito “ignoró”, quería decir “ignaro”.
ResponderEliminarSin duda, Joselu, El Principito es un libro o enigmático, también lo he leído con mi hija mayor, y lógicamente me hacía preguntas porque no llegaba a captar muchas cosas, pero a mí también me hacía replantearme no pocas cuestiones. Recuerdo ese otro título de Saint-Exupéry que ya mencionaste en otra ocasión, tengo que hacerme con él, desde luego.
EliminarEs cierto, transitamos por caminos que presentan sus encrucijadas, nuestro devenir es un zigzag, como señalas, a veces el camino más corto te hace llegar con más demora a tu propósito, todo es contingencia, desde que te levantas hasta que vuelves a acostarte, en medio de esas dos circunstancias la vida puede dar un vuelco.
Es atractiva esa idea de ser camino y caminante al unísono, aunque ciertamente yo me sienta un simple caminante, eso sí, muy receptivo a lo que me rodea.
Jeje, Joselu, no creas que en mi psique profunda tengo claro a dónde voy, allí todo es volcánico, en ebullición, tal es mi mente caótica, pero cuando el panorama se despeja todo fluye con pasmosa facilidad… y entonces no pierdo un segundo en escribir.
Caminar es otra suerte de escritura para mí, tendría que ser una escuela filosófica, ¿no crees?, igual que están los estoicos, o los epicúreos… pues los caminantes, jaja., Nietzsche seguro que se lo planteó cuando escribió “El viajero y su sombra”.
Un abrazo de caminante
También he leído El principito varias veces y también pienso que es una obra para adultos. Algunos niños la pueden disfrutar (a mi hijo le encantaba y tiene una edición preciosa que le regaló su tía), pero el verdadero provecho solo se saca si se es adulto. Es una historia que admite varios niveles de lectura y cada lector se sumerge hasta donde puede.
ResponderEliminarYo leo poca poesía como sabes, pero me encanta leer tus entradas sobre el género y ver las asociaciones que haces con el paisaje, el estado de ánimo o, como en este caso, la pintura.
Puedes alargarte todo lo que quieras. Disfruto mucho con tus escritos y lo que siento es que no te prodigues con más frecuencia.
Un beso.
Sí, el verdadero provecho de El Principito se obtiene de adulto, no solo eso, es que con cada lectura se adquiere un nuevo aprendizaje, una concepción de la realidad diferente, pues la misma realidad es cambiante.
EliminarAtravieso un momento en que leo menos novela en favor de la poesía, son estados de ánimo que me llevan por esos derroteros, ya sabes, Rosa, cada uno somos un mundo…
Es un aliciente saber que te gustan mis escritos, apreciada Rosa. La verdad es que me he distanciado de mi blog, llevo ya un recorrido amplio en blogger, desde enero del 2006 que abrí el primer blog (muy similar en planteamiento a este), y atravieso fases de cierto distanciamiento, cuando mi cabeza está también en otras cosas.
Un beso, gracias Rosa.
La luz no existiría sin la oscuridad y viceversa. Tal vez la verdadera belleza esté en los claroscuros.
ResponderEliminarToda relectura es reveladora de nuestra ser cambiante, pero también pienso que la poesía lo es más.
Maravilloso El principito, al que sin duda se le saca mucho más partido leyéndolo de adulto.
Me recuerdas con tu entrada que tengo pendiente desde hace demasiado tiempo el libro de Boris Vian Escupiré sobre tu tumba.
La extensión está disculpada, Paco. No hay que cortar las alas a las reflexiones ni a sus variopintas asociaciones.
Un abrazo
En los claroscuros hay belleza, eso lo tengo claro, por ejemplo un cielo de claroscuros (antes o después de la tormenta) tiene una belleza tremenda y poderosa, además los claroscuros son una excelente metáfora de nosotros mismos, somos eso, parte de Solana y parte de Sorolla.
EliminarEl Principito ha marcado a muchas generaciones, y lo seguirá haciendo, es lo que tiene una obra maestra. La poesía, como bien apuntas, es sumamente reveladora de nuestra evolución personal, más que ningún género, y eso me interesa mucho.
Pues me encantará saber tus impresiones sobre Boris Vian, tú le sacas mucho partido a las lecturas, Lorena, solo hay que leer tus impresiones para comprobarlo.
Gracias, Lorena, un abrazo.
Hay algo¿Metafísica? Que nos une, porque podría haber yo escrito algo parecidoa esto, seguro que de otra forma y menos atractivo, pero igual. Porque Solana me atrae desde siempre, hasta sus sufridos textos, su obra pictórica me reconcome y atrae a partes iguales. Sorolla es para dias libres...Alain...tengo todos los libros de Alain publicados en castellano, incluyendo ese que muestras en la fotografía, ( te recomiendo un librito que él rechaza pero a mí.me encanta dedicado a Spinoza) creo que la felicidad que en ese libro busca está tan lejos como la memoria de sus escritos en España(yo lo conocí por Conte-Sponville)Tengo ese preciso y precioso librito del arte del 98 por recomendacion tuya hace mucho. Resumiendo....tengo todos.menos Solveig y el libro de Van Gogh...Pero te va
ResponderEliminara enfadar una cosa: nunca he soportado el Principito, razones no tengo pero soy un tío raro.Lo sé. Pero no sé la razón ,pero, no es broma siempre me viene a la cabeza la cara de Macaulay Culkin.. horror cuidate
Jolín, Wineruda, ¿El Principito y Macaulay Culkin? Jaja, eres tremendo, no me extraña que le tengas manía al Principito si le ves con la cara de Macaulay.
ResponderEliminarSé que nos unen muchas cosas, a lo largo de este camino en mutua compañía lo he comprobado, y algunas coincidencias sorprendentes.
Tomaré nota de ese título de Alain, desde luego, no me sorprende que conozcas al autor. Solveig es una poeta muy... finesa, hecha con silencios, tierra, insectos, pájaros y un apego a la naturaleza, desde la suya femenina, muy notorio.
Solana y su ambiente tenebroso es inquietante y seductor a la par, ese librito de arte es una joya, ¿verdad?
Cuídate, querido amigo.
Me ha gustado todo, Paco. Las fotografías, todas esas ideas enlazadas, la nota de Itziar. Es natural que de pie a escribir un poema, aunque la verdad es que yo también pienso que el paso del tiempo arroja su ponzoña y ahora percibo, al observar a mis hijos, lo luminosa que es la infancia y la pena de perder la inocencia. Y lo importante que es ser feliz esos años.
ResponderEliminarImagino que Solana y Sorolla son las dos caras de la moneda, siempre me han parecido muy evocadores de la España que fue y en eso reside el poder del arte. Hace unos días pusieron en la radio la famosa canción de Boris Vian, "El desertor" y fue emocionante porque estaba sepultada en mi subconsciente y brotó nota a nota. De no haber sintonizado la radio quizá no la hubiera vuelto a escuchar, nunca. Después la busqué en YouTube, alguien había hecho el esfuerzo de ponerle subtítulos en castellano y apenas tenía 10.000 reproducciones. En clase, les hablé de la canción y no les sonaba ni de oídas. Qué pena que se pierda algo así. En fin, sigo el hilo de tus reflexiones, como puedes comprobar.
Aprovecho para desearte un feliz 2022.
Un abrazo.
Gracias, Gerardo.
EliminarLos que tenemos peques sabemos que vivimos en una montaña rusa, en todos los sentidos, y es verdad que pueden inspirarnos incontables historias, pero también provocarnos un bloqueo inspirador de campeonato... por saturación mental, jaja. Y por supuesto, sabemos que lo principal en la infancia es procurarle a nuestros hijos un entorno razonablemente feliz, pues esos primeros años te marcarán para el resto de tu vida, ahí es nada.
La vida siempre está aderezada con esos "chispazos" imprevistos que te devuelven a un momento olvidado de tu vida, como ese que cuentas de Boris Vian y su canción, es emocionante cuando ocurre, sin duda.
También aprovecho para desearte un feliz 2022, apreciado Gerardo.
Un abrazo
Envidia sana la que siento al leer tu referencia "al campo con los olmos, praderas, juncos" aliñada con alguna que otra reflexión de corte existencial...
ResponderEliminarEl Principito, uno de los pocos libros que he leído hasta en tres ocasiones distintas. Creo que es una obra para todos los lectores, tengan una u otra edad.
Otros libros: Sobre la felicidad hacen referencia al horizonte contaminado de Madrid que nada tiene que ver con esa cuartilla infantil. Tu hija se merece una "enhorabuena" cuando pregunta sobre la ausencia de árboles y cielo. ¡Vaya sensibilidad que pone de manifiesto! Ojalá los adultos pudieran imitar a tu hija "construyendo un planeta a su medida"
Un abrazo, Paco
Las preguntas de los pequeños son inocentes en su espontaneidad y profundas en su significación.
EliminarNo me extraña que hayas leído El Principito tres veces, siempre tiene algo nuevo que decirte.
El campo no me ha de faltar, querido Luis Antonio.
Un abrazo.
Querido Paco, siempre me ha maravillado tu capacidad para ir enlazando tus reflexiones con libros y con situaciones cotidianas (tus paseos, tus hijas...). Da gusto ir saltando de un tema a otro acompañada además por tus fotos.
ResponderEliminarA mi también me gusta El principito.
Un abrazo.
Hola, Laura, muchas gracias.
EliminarMe siento agusto haciendo este tipo de entradas, porque aúnan algunas de las cosas que más disfruto.
El principito es un libro que conviene tener cerca, siempre.
Un abrazo
Los dioses se han confabulado, querido amigo, para que sea éste el momento en que pueda volver a leeros, tras larga ausencia.
ResponderEliminarPienso cuánto tiempo ha pasado -a sabiendas que Itziar ya cuenta con cinco años- de la última vez que he hecho un comentario en éste, tu espacio. Parece ayer, pero no, me confundo. Solo sé que pudo haber un disparo de nieve o un eclipse de mar, pero nada ha cambiado en el sentir de tus letras. Si me permites, se ha plateado tu sien, fruto de la madurez no solo de la edad sino de tus lecturas.
A juzgar por todos esos títulos que nos aportas -y que tan bien se han reflejado SIEMPRE en tus fotografías-, hay algo de 'flaneur' literario en ti que nos cautiva y despierta nuestra curiosidad.
He leído El Principito como regalo de mi primer amor de adolescente. El resto de lo que aportas casi, al decir de Joseph Brodsky, 'menos que uno'.
Aprovecho para confesar(te) que amo a Sorolla.
Suscribo ese aura personal, mística al decir de Marian, que impregna cada uno de tus escritos. Veré si puedo conseguir algo de ese aluvión que nos has propuesto.
Gracias por seguir siendo Paco.
Un abrazo, chaval!
Hola, apreciado Marcelo.
EliminarLos viejos amigos siempre tienen las puertas abiertas y no han de pedírseles explicaciones, son bienvenidos en cualquier momento.
Así es, los hijos crecen rápido, el tiempo se nos escapa de las manos.
Es posible que tenga algo de flaneur, como Robert Walser.
El Principito es un libro sin edad, es uno de los mejores elogios para un libro.
Es curioso, Marcelo, tengo ese libro de Joseph Brodsky, "Menos que uno" (E. Versal).
No sé si he madurado en mis lecturas, creo que me sigo moviendo en los mismos planteamientos lectores, eso sí, ahora más inclinado a la poesía (y la filosofía).
Sorolla y Gutiérrez Solana son una buena definición de lo que soy.
Gracias a ti por tu compañía, siempre agradable y esperada.
Un fuerte abrazo, pibe!!
Sorolla pintaba en plein air.
ResponderEliminar¿Qué invento permitió a los artistas pintar al aire libre, así surge el impresionismo, el color, el cambio del color, sabías que el color no es una magnitud?
Nunca pude pasar de la 1era. página del El principito, prefería a Swift en sus viajes de Gulliver y desde luego a Kipling.
Pasarlo bien.
Nada que objetar en su rechazo al Principito, Swift y Kipling también valen su peso en oro.
EliminarSorolla gusta mucho, su luz es cautivadora, a mí me gusta, así como "el instante" del impresionismo.
Que tengas un buen día, amiga Selva.
Abrazo.
Acabo de seguir tus pasos,...de ver esconderse al erizo, de encontrarme con el zorro del Principito, que tan bien vas enlazando entre los otros libros que nos presentas...todos ellos, como no puede ser de otra manera, y si no este no sería el blog que busco, entre las ramas de los árboles, o en una valla de alambre con una Mafalda maravillosa...en fin...Me ha encantado seguirte, aunque me perdí un poco entre los libros. Me gustó esa nota a mano, que sirvió de marca páginas, y lo que surgió de ella...precioso Paco. Supongo que tu hija lo tendrá ya guardado para el futuro o te encargarás de que esas palabras la acompañen.
ResponderEliminarMe gusta mucho Simone Weill así que anoto a su profesor, Alain. Gracias.
Me alegro que estén bien, dentro de toda esta vida incierta y a veces, maravillosa. Cuídense. Un abrazo grande y nos leemos, aunque sea de tarde en tarde.
El Principito tiene gran valor como mensaje filosófico, con el atractivo de estar narrado desde una sensibilidad poética que seduce.
EliminarEl graffiti de Mafalda es mi magnífico, ahí estaba perdido en una callejuela del gran Madrid, escondido a tantas miradas, pero tan revelador a las pocas que la descubran.
Uno puede perderse con ese desfile de libros, sin duda... Aunque tiene encanto perderse de esta manera, entre poesías y libros, ¿verdad?.
La nota de Itziar fue muy oportuna e inspiradora, tirar del hilo enredado en los pequeños acontecimientos es un camino estimulante. Alain también lo es (estimulante).
Estamos bien, querida María, y lo mismo espero para vosotros.
Más vale tarde que nunca...
Abrazos.
Hola Paco un placer tener un ratito y venir a leerte, disculpa porque ando un poco ausente y siento que mis visitas se espacian demasiado pero estoy en un momento en el que leo más que escribo, que paso todo el tiempo que puedo en contacto con la naturaleza y eso me aleja de los blogs.
ResponderEliminarLees poesía y escribes poesía amigo, y es un placer ver esa sensibilidad en cada una de tus líneas y en cómo nos guias por tus fotografías, por tus lecturas y por tus reflexiones, un gusto leerte.
Pienso que El principito es un libro más para adultos y que, quizás han sido sus dibujos los que llevan a engaño respecto a que sea para niños pero sin duda sus reflexiones, sus ideas, su mundo...Personalmente lo he disfrutado más de adulta que de niña y lo he releído y releo en diferentes ocasiones.
Me encanta encontrar notas de mis hijos cuando eran pequeños, me producen tanta ternura y me recuerdan momentos mágicos, así que he sonreído con tu nota de Iziar que tiene la doble función de marcar la lectura y hacerte sonreír.
Un beso enorme
Hola, apreciada Conxita. No te disculpes por la tardanza, ya ves que también es mi caso, el tiempo y las prioridades son exigentes con cada uno, y tu opción de desconectar con la naturaleza es igualmente una prioridad para mí, muy por delante del blog.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, viniendo de alguien que disfruta escribiendo y lo hace muy bien, me resultan muy estimulantes.
Eso le ha pasado a muchos con El Principito, lo han disfrutado más siendo adultos que cuando eran niños; aunque considero provechosa su lectura en toda ocasión y edad.
Mis hijas dejan sus papeles pintarrajeados en todos los rincones de casa... así que marcapáginas no me han de faltar, jeje.
Un beso grande, amiga Conxita.
Estimado Paco, hoy leí algo que trajo a mi memoria "la metáfora del viento". Apurimac, el "Dios que habla", así llamaron los nativos al río que desde siempre conduce agua limpia y clara a buena parte del Perú. Ahí hay poesía, una sola palabra que tiene la capacidad de expresar un sentimiento común.
ResponderEliminarEstá muy bien.
Estimada Selva, muy bien traído el río Apurimac, lo conozco, es más, lo he atravesado caminando por alguna de sus pasarelas en el Cuzco, y tiene mucha razón... hay poesía en ese encuentro y visión.
EliminarQué tengas un buen fin de semana. Abrazo, Selva.
https://m.youtube.com/watch?v=nXNcc1sdHMA
ResponderEliminarNuestro compatriota a propósito de la guerra, Eduardo Galeano
Es bueno tenerle presente por si las moscas.
Sdos.
Comparto esa apreciación sobre Galeano.
EliminarGracias Selva. Saludos!
Leyéndote me viene a la cabeza la belleza de la mirada ingenua de la niñez, la sorpresa ante el viento que susurra, o ante el poeta y su sentir, el pintor y el escritor que muestran algo... . Dejarnos sorprender es bien difícil cuando sumamos años y tenemos la cabeza llena de ideas preconcebidas, en algún momento dejamos de ver el mundo como un lugar lleno de posibilidades. A veces pienso que los hijos son nuestros maestros en muchos aspectos, e igual su falta de referencias hace que su apreciación sea más objetiva que el mejor tratado que haya escrito un adulto.
ResponderEliminarEs un placer leerte y además la segunda fotografía que nos pones la encuentro cautivadora, me ha gustado mucho.
Besos.
Perder la capacidad de sorprenderte con las pequeñas y grandes cosas que nos rodean en el día a día, me parece una clara señal de decadencia, de restar alicientes a la vida. Lógicamente al ir cumpliendo años vamos perdiendo algunas facultades, pero el entusiasmo por las cosas no tendría por que decaer. Muy acertado ese pensamiento de considerar a los hijos nuestros maestros en no pocos aspectos, creo que ahí hay un enriquecimiento mutuo, un trasvase de experiencias y miradas que puede ser muy provechoso.
EliminarMuchas gracias, Ana, el placer es mío por tu compañía y atenta lectura.
Besos.