P. Castillo

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domingo, 6 de octubre de 2019


Iconografía romántica del mar. W. H. Auden (York, Inglaterra, 21 de febrero, 1907 – Viena, Austria, 29 de septiembre, 1973).

Universidad Nacional Autónoma de México, primera edición, 1996. Traducción de Ignacio Quirarte. 178 páginas. Ensayo.


La noche cae sobre el puerto de Cudillero. Foto de Paco Castillo, 2019.




Si hemos tenido oportunidad, la primera contemplación del mar siendo niños suele ser un recuerdo imborrable.

Yo lo viví en compañía de mi hermano menor, en una visita a Barcelona para reunirnos con unos parientes de mi abuela materna que residían allí.

Por entonces tendría casi 6 años, dos más que mi hermano, nuestra hermana aún estaba por llegar.

Recuerdo nítidamente una escena un tanto extravagante… sentados los dos en la arena, muy cerca de donde rompían unas mansas olas, divisamos una gaviota muerta, el suave oleaje la dejaba en tierra y al siguiente embate regresaba al mar, moviéndose con la cadencia de un vals macabro. Era  como si la tierra y el mar no acabasen de decidirse sobre la reclamación del cadáver.

Mi hermano y yo asistíamos al episodio con enorme curiosidad, ajenos a ese litigio entre ambos elementos.

Así que mi primer recuerdo del mar está anclado a una gaviota muerta que, desterrada ya de los cielos que surcaba, no sabía bien si desaparecer para siempre en la vastedad del mar, o entre los finísimos granos de arena.

Cielo, Mar y Tierra, que sea esa la patria eterna de la desafortunada ave.

Por la costa asturiana. Foto, Paco Castillo, 2019.

Mi hermano y yo nos aburrimos de mirar a la muerte, porque, pasado un rato, estar viendo un pájaro muerto no tiene nada de emocionante para un niño… nos levantamos y corrimos riendo hacia las olas, desdeñando el fúnebre vaivén a nuestras espaldas.


Sirva esta anécdota personal para abrir el comentario de Auden y el mar, o la mar, acogiéndome a su enigmática ambigüedad, los marineros y pescadores dicen la mar, igual que Alberti.


Litoral asturiano. Foto, Paco Castillo, 2019.


Nuestro poeta inglés, el señor Auden, nos invita a observar el mar, posando la mirada en su dimensión como gran metáfora literaria que ha sido y es, aparte de su simbolismo en todos los aspectos de la vida.

No hay que despistarse con el título del libro.

No es tanto el planteamiento de Auden sobre el mar transformado en escenario romántico, como la visión de los poetas románticos sobre el mismo, y que desfilan por el ensayo. Matiz que constituye un brusco viraje de timón, habida cuenta de la naturaleza trágica de Coleridge, Baudelaire, Rimbaud, Tennyson y otros.





Contraportada. Fotos, Paco Castillo.

Sin duda que el mar puede ofrecer una estampa romántica, y al mismo tiempo tornarse mortal.

En el fondo, apropiada palabra, el mar es cobijo de cualquier adjetivo, pues de todos ellos es metáfora. La razón es clara, nosotros somos la metáfora del mar… nacimos en él, evolucionamos de él, emergimos de su oscuridad.

Ciertamente, si la humanidad iniciase el camino inverso, su involución, llegaríamos allí, a sus profundidades silenciosas y primigenias, flotando entre el kril y las medusas.

El mar.

Contemplando el mar con Auden. Foto, Paco Castillo, 2019.

Todo aquello que nos sobrepasa, situándonos frente a nuestra insignificancia, nos atrae y seduce sobremanera; los cielos, que son las ventanas hacia el Universo, el ya mencionado mar o los desiertos, pues Auden surca los mares para también penetrar en los desiertos, dada su analogía al mar, y así nos lo muestra:

"Como lugares de libertad y soledad, el mar y el desierto son simbólicamente lo mismo. Sin embargo, en otros aspectos son opuestos. (...) el desierto es el lugar desecado, el lugar donde la vida ha terminado (...) nada se mueve.

En tanto que el mar (...) es el símbolo de la potencialidad. (...) es perpetuo movimiento, la violencia del oleaje como tempestad, (...) puede ser devastadora, pero a diferencia de la que posee el desierto, se trata de una fuerza positiva. Otra característica es la abundante vida que yace bajo la superficie (...).

El mar es entonces el símbolo de una potencial fuerza primitiva en oposición al desierto de rotunda trivialidad, de un barbarismo pleno de vida en contraste con una decadencia exánime." (p.33)



Foto, Paco Castillo, 2019.

Son grandes exponentes  de lo que a nuestros ojos parece insondable. Entornos repletos de misterio que resguardan algún remoto secreto, claves que podrían despejar incognitas de nuestro existir.

Auden despliega el mar como acontecimiento/recurso narrativo que han reflejado no pocas celebridades de la literatura. Aunque sus textos se detienen especialmente en los escritores y poetas románticos, pero sin olvidar referencias a Shakespeare o Dante, entre otros insignes. También nos hace partícipes de sus atractivas reflexiones como las expuestas arriba.


Acercándonos al mar era ineludible que el poeta refiriese  la obra cumbre de Melville; Moby Dick; el mar como escenario de enfrentamiento entre el hombre y la naturaleza. En Moby Dick asistimos a la metáfora por antonomasia. Se escenifica la humillante derrota de la soberbia humana cuando en su prepotencia desafía a las fuerzas de la Naturaleza. 


Por los senderos cantábricos hacia el mar. Foto, Paco Castillo, 2019.




Mar y Desierto.

Si Auden nos traslada al mar con Moby Dick, resulta igualmente significativo que nos lleve a las soledades desérticas, figuradas eso sí, con… ¿Don Quijote? Pues sí, para un poeta, que además anduvo por estos lares ibéricos, los páramos castellanos que recorrió el ingenioso hidalgo y Sancho Panza, debieron ser una transfiguración perfecta del desierto, aunque sobre todo le interesa del héroe cervantino su dimensión romántica, es decir, de personaje que intentando vivir en un sueño, es abatido por la realidad. Pero también nos presenta reflexiones literarias, o filosóficas más bien, sobre el desierto real, un océano arenoso.

Veamos una de tantas convergencias y divergencias que Auden establece entre Ismael, el narrador de Moby Dick, y Don Quijote:

-ISMAEL COMPARADO CON DON QUIJOTE-


Foto, Paco Castillo, 2019.

Bueno empecé con el mar y una gaviota muerta, acabaré de un modo menos sombrío.

Hay otra cosa que me gusta mucho del mar. Todos los niños del mundo han  dibujado las estrellas del cielo con la silueta de una estrella de mar… sencillas formas que utilizan los niños para zafarse de toda la complejidad que los rodea.

Y los arcoíris… nada de descomposición de la luz solar ni bagatelas, son esos maravillosos toboganes de colores, te subes al cielo y te deslizas vertiginoso hasta la tierra, esta vez sin mar a la vista.

Auden y yo sorprendidos por un espléndido arcoíris. Foto, Paco Castillo, 2019.



Cielo, Tierra, Mar.

Palabras que son sencillas para los niños... y llenas de complejidad para los adultos.



Foto, Paco Castillo, 2019.

21 comentarios:

  1. Antes de comentarte con mis palabras, quiero dejarte este fragmento que he leído recientemente:

    El sentido trágico de la vida, descubierto por Unamuno en Don Quijote, es también la fe de Moby Dick. Ahab es un monomaníaco; también don Quijote, personaje más amable, pero los dos son idealistas atormentados que buscan la justicia en términos humanos, no hombres teocéntricos, sino hombres divinos, impíos. Ahab sólo pretende la destrucción de Moby Dick; la fama no es nada para el capitán cuáquero, y la venganza es todo.

    Bloom, Harold. El canon Occidental (Compactos) (Spanish Edition) . Editorial Anagrama. Edición de Kindle.

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  2. Es curioso que Bloom compare a Don Quijote con el capitán Ahab, el verdadero héroe oscuro de Moby Dick, mientras que Auden lo hace con el protagonista testigo Ismael. Cuando he leído tu comparación me he quedado sorprendido porque veo mucha mayor afinidad en cuanto a héroes trágicos entre el capitan y el hidalgo manchego. Ismael es un personaje de menor envergadura literaria que el tenebroso capitán Ahab.

    Por otra parte, el texto -hoy menos lisérgico y más lineal- me ha seducido. Yo también descubrí el mar en Barcelona, creo que a los cuatro o cinco años, pero no recuerdo la impresión que me produjo. Es algo extraño porque recuerdo esta etapa bastante bien en otros sentidos. Me ha gustado la idea del mar como metáfora y la comparación con el desierto para mí todavía más fascinante que el mar pero todavía no he podido hacer un viaje al desierto profundo como me hubiera gustado. Pienso que el desierto tiene movimiento y tiene vida, no lo veo tan inerte como plantea Auden. Anhelo algún día poder experimentar eso de lo que he leído tanto: el silencio del desierto. Absoluto. Me atrae especialmente la conjunción entre el mar y el desierto como se da en el exSahara español o en Mauritania. Me ha parecido un post bellísimo y me ha llevado a aproximarme a Auden del que no he leído nada. Estos días he estado leyendo El canon occidental centrado en esos escritores cenitales de la historia de la literatura que son eje de multitud de referencias para sus coetáneos y sucesores. ¡Qué increíble riqueza la literatura inglesa! El único escritor español que entra en el canon es Cervantes, tan mal conocido o totalmente desconocido para los españoles y tan apreciado por los británicos. Un post azul sobre esa criatura innumerable que es el mar. ;-)

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    1. El canon Occidental de Bloom es un libro que curioseo con cierta frecuencia en la biblioteca de mi localidad, junto con el Lucernario de Goytisolo, que no tiene nada que ver con el primero, pero tengo la manía de ojearlos repetidas veces cuando voy a la biblio, en esos momentos en que estoy indeciso sobre lo que leer, hay tengo a los dos. Y sí, al canon occidental habría que llamarlo el canon anglosajón, Bloom tira para los suyos.

      También me llamó la atención que Auden estableciese el paralelismo de Don Quijote con Ismael, en vez de Ahab… pero los poetas son así de raros ;)

      Tampoco yo conozco el desierto profundo, sí estuve en una amplia zona desértica del Perú, que comprende la región de Nazca (en donde están las famosas líneas) y se extiende más allá, es un lugar que he transitado y tiene un encanto extraño, aunque no es comparable a los grandes desiertos que todos tenemos en mente.

      Creo que cuando Auden opone el estatismo del desierto al movimiento del mar, con su afirmación del desierto como escenario inerme, frente al mar como lugar vivo, es más una impresión poética que una certeza científica, es evidente que el desierto es un lugar con vida, pero su visión literaria suele ser la nada, la muerte.

      Joselu, te voy a sugerir una interesante y bella narración con un hermosísimo desierto de escenario, y cuyas descripciones paisajísticas son una delicia, además de personaje/escenario poderoso sobre los protagonistas humanos que lo habitan; se trata de "La montaña del León", del tunecino Mustapha Tlili (ya fallecido). En realidad los desiertos tunecinos son las puertas del Sahara, desde allí empezó su extensión, según afirman. Tengo al autor por mi lista, también en ese post se puede encontrar un enlace a otra de mis lecturas, enclavada nada menos que en el bellísimo desierto del Hoggar (el escritor es Maurizio Maggiani).

      Gracias por tus palabras, Joselu, un abrazo!

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  3. Creo haber comentado alguna otra vez que no recuerdo cuándo conocí el mar y me hubiera encantado ser consciente de tal prodigio. Yo tenía un año recién cumplido cuando empecé a veranear en Gijón. El mar ha sido algo conocido para mí desde el principio. Y de verdad que me da pena. Conocerlo con plena consciencia tiene que ser, como digo, un prodigio.
    A W. H. Auden lo conozco de una novela maravillosa, "Yo te quise más" de Tom Spanbauer. Los protagonistas leían una placa situada en Nueva York en el número 77 de Saint Mark’s Place, donde había vivido el poeta. Ese poema que tiene que ver con el título de la novela, tiene importancia en la relación de la pareja protagonista.
    Me ha encantado encontrarme a Auden en tu entrada, aunque no sé si es un libro que me apetezca leer. Casi prefiero pasar directamente a "Moby Dick" que también se me resiste.
    Un beso.

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    1. En tu caso no es extraño, pues siendo tan pequeñita ya ibas con frecuencia y es difícil determinar esa primera vez, pero lo importante es que tienes muchos recuerdos de tu niñez ahí.

      Conozco, aunque no lo he leído nada suyo, a Tom Spanbauer, tomo nota de ese libro que tanto te gustó, así que gracias por el apunte.

      Auden, aunque inglés, tenía la nacionalidad estadounidense y, como señala Gerardo más abajo, estuvo en España durante la Guerra Civil, fue uno de tantos alistados en las brigadas internacionales para combatir a los tropas de Franco.

      Hay tanto que leer, Rosa, Moby Dick es una elección magnífica.
      Un beso.

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    2. Al principio me refiero que no es extraño que no tengas un recuerdo nítido del mar, ya que no pronuncio la palabra mar. ;

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    3. Me imaginé que te referías al mar, pero no a la primera, ja,ja. No tenía idea de Auden en la Guerra Civil. Respecto a Moby Dick... a ver si por fin me atrevo.

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  4. Mi primer recuerdo del mar fue en Valencia, en la playa de la Malvarrosa. Y es curioso, pero me sigue evocando lo mismo: una sensación abrumadora, por su magnitud y a la vez de sosiego. Me gusta el análisis de Auden sobre nuestro hidalgo, el escritor británico estuvo en España durante la guerra civil, que yo recuerde. Entrañable post, Paco, me gusta que acabe con ese aliento tan positivo. Las palabras en boca de un niño son más que palabras, son mundos.
    Un abrazo.

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    1. El mar siempre abruma en su enormidad, imagínate siendo niño, uff, casi nada...
      Auden era un apasionado del héroe cervantino, Don Quijote ha sido, y es, muy admirado fuera de nuestras fronteras, me complace saberlo, se lo merece. Así es Gerardo, Auden estuvo alistado para combatir al ejercito franquista, como indico a Rosa.
      Gracias Gerardo, a mí también me ha gustado acabar así, con palabras de niño... que son un mundo.
      Un abrazo.

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  5. https://es.wikisource.org/wiki/El_viaje_hacia_el_mar

    Juan José Morosoli (1899 - 1959)

    Qué nunca falte el mar!

    PD El desierto no es silencioso, tampoco el mar. En ambos está el viento. En el primero es el responsable de cambiar la ondulación del paisaje, de despistarnos sin el apoyo de un cielo estrellado. En el segundo Eolo ayudará o no al navegante a alcanzar el destino deseado. Lo que sí es común a ambos es la ausencia casi permanente de ruido animal, no hay pájaros, salvo la cosa se complique en el 1ero. o denuncia la cercanía de costa en el segundo (gaviotas, grullas incluso alguien habló de una paloma blanca). Donde sí no hay ruido es un vuelo de planeador, ese debe ser el único lugar dueño del silencio natural absoluto. Quizás por eso los pájaros disfrutan del planear.

    Vale la pena ese cuento Morosoli, también está en película.

    Hay gente que nunca conoce el mar, muere sin conocer el mar, terrible.

    En el cuento son adultos que van en busca de eso que les contaron y tal parece que solo uno de ellos está preparado para darse cuenta de lo que trata, y el perro, claro, el perro, me fascinan los perros. En mi país, enseñanza gratuita, obligatoria y laica incluyendo la Universidad, uno de los paseos curriculares en las escuelas es llevar a los niños a conocer el mar, a mojarse "las patitas", a correr en las arenas finas y blancas. Quizás es así gracias a este cuento de Morosoli, vaya uno a saber.

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    1. Gracias, Selva, es una delicia ese cuento (me lo guardo en el word) de Juan José Morosoli, al que no conocía, pero a uno le queda tanto por descubrir…

      Ya lo creo, es una tragedia no haber contemplado el mar en vivo. Bonita acción esa de acercar a los pequeños escolares al mar, allí está todo.

      Tal vez deba profundizar un poco más sobre esa idea del desierto silencioso que expone Auden.

      Auden alude al silencio desértico desde una concepción poética, la que registraron los autores románticos, el desierto como antítesis de las ciudades, las aglomeraciones, es un espacio vacío, ausente del “ruido de la civilización”, del “ruído de la ciudad”, en ese sentido es la “nada” en oposición al “todo” de las ciudades. Por tanto, no hay que tomar las frases de Auden desde la fenomenología científica porque, como bien afirmas, Selva, el desierto tiene su acústica, su sonido, bien perceptible; el del viento es muy reconocible sin duda, pero hay otro que yo desconocía, y que descubrí no hace mucho en un documental sobre desiertos… es el que hacen las dunas en sus desplazamientos, unas vibraciones que producen una “sintonía” muy particular, incluso bonita, realmente sorprendente, es un tono extrañísimo y parece artificial, pero nada de eso.

      Recomiendo escuchar estas dunas cantoras, es fascinante:

      https://www.youtube.com/watch?v=r_yCCNAhnhk&t=35s

      Gracias por el aporte Selva, un abrazo ;)


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    2. Joselu, muy interesante ese artículo sobre el desierto de Erg Chebbi, y el silencio que por fin pudo conocer el autor, cuando atardece sobre las dunas interminables... es bello.
      Gracias!

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  6. Los que tenemos el privilegio de nacer y crecer en una ciudad con mar somos privados del privilegio de recordar nuestro primer encuentro con él. Siempre recordaré el relato de Marina Tsvietáieva de la noche previa a su encuentro con el mar que para ella era el mar de Pushkin. También el relato de Mircea Cartarescu sobre su primer viaje a un lugar con mar.
    He leído muy poco a W. H. Auden pero su Funeral Blues es uno de mis poemas favoritos.
    Un abrazo

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    1. Es muy interesante esa perspectiva que expones; los que habéis nacido junto al mar no tenéis tan definido ese momento, el primer encuentro con él. Lo que está claro es que es un acontecimiento poderoso para los que han interiorizado esa primera vez y, como oportunamente señalas, la literatura ha registrado ese momento, con algunas descripciones memorables, desde luego.

      No conocía ese poema de Auden que citas, gracias por la mención, echaré un vistazo, Lorena.
      Un abrazo!!

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  7. Supongo que soy nacido en lo más verde las montañas más suaves, redondas, pero no me gusta -no me atrae, que no me gusta es fuerte, todo es relativo, todo cambia cada día- no me gustan el vacio del desierto ni el vacio del mar, ambos, en su superficie, son similares, llanuras que se alteran y se mueven, pero en esencia, llanuras desnudas (en apariencia), lo infinito se hace mayor en ambas, el horizonte está vacío, la nada aparente... No, no me suelen gustar, me gusta la opulencia de Mozart más que el silencio de una mañana de madrugada.
    Auden, era un tipo poco común como su poesía que es lo único que he leído de él.
    Gracias Paco

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    1. Wineruda, pues en ese sentido, tú y yo somos divergentes, me gusta y me atrae la visión del mar y el desierto, aún con su "vacío aparente" o precisamente por ello, lo opulento, en cuanto a sensaciones, me obnubila, me confunde, necesito algo más diáfano... Lo que no quiere decir que no disfrute, en su debido momento, con la opulencia de Mozart también. Pero el silecio de una mañana de madrugada... Es uno de mis refugios ;)

      Gracias a ti, cuídate.

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  8. En la Tierra existen 5 grandes océanos y 113 mares. Representan el 72 x 100 de la superficie del globo y juntos han sido una fuente inagotable de inspiración para la humanidad. Tú, estimado Paco, lo corroboras una vez más.

    Nací en la España profunda del interior. Descubrí el mar a los 9 años cuando fui a un campamento de la OJE en la playa Malvarrosa de Valencia. Quedé agradablemente impactado. El destino acabó trayéndome a Barcelona donde cada pocos días puedo contemplarlo. Cuando vuelvo al interior, la añoranza se agudiza...

    Un abrazo

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    1. Así es, Luis Antonio, como exponía contestando a Lorena, la literatura se ha hecho eco de esa fuente de inspiración que es el mar, y hay ejemplos sublimes, ya desde los clásicos griegos.

      Los que somos de interior quedamos impactados ante el encuentro, no cabe la indiferencia ante lo que era desconocido y misterioso.
      Bonito recuerdo el tuyo en Malvarrosa. Ahora vives junto al mar, es relajante poderlo contemplar...
      Un abrazo.

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  9. Paco,
    Me encanta ese primer encuentro con el mar...¡muy divertido! En mi caso, conocí primero el mar Mediterráneo y por la noche...y de niña, sentí algo de miedo. Nada del romanticismo de Tennyson. Y pasó mucho tiempo hasta que me reconcilié con él en Asturias. Sin embargo, vengo ahora del Pacífico...aún se sostiene su imagen en mis retinas, y he de decir, que me he vuelto a enamorar del mar...de su ruido (bravo, nada pacífico)...y de todo lo que debe estar escondido en él.

    No he leído este libro que nos traes, pero anoto rauda y veloz el título. En casa tengo uno de W.H.Auden. Le tengo en casa, consumiendo el polvo. En concreto uno de relatos..."El arte de leer", lo titularon...En su día lo ojee, y fue un regalo. Me gustó...porque son introducciones a otros libros...uno de poemas, precisamente de Tennyson y hay también de Cavafis. No sé, me resultó curioso, aunque después dejé de leerlo.

    Tomo nota de algunas de las frases que rescatas del libro:"Como lugares de libertad y soledad, el mar y el desierto son simbólicamente lo mismo. Sin embargo, en otros aspectos son opuestos. (...) el desierto es el lugar desecado, el lugar donde la vida ha terminado (...) nada se mueve.

    Todos los lugares donde la mirada se pueda llegar a perder, creo que nos dicen muchas cosas... el cielo, la Antártida, el desierto...el mar...y a pesar de que nos pueda pasar como a Movie Dick. Aventureras con poca práctica...o Mary Read, la mujer Pirata que ahondaba los mares...supongo que ella, con su amiga Anne, recorrería el mar de un modo diferente al de otras mujeres.

    Me ha encantado esta entrada. Buscaré el libro.

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    1. Bueno, la verdad es que fue un primer encuentro un tanto... asquerosillo por la rata, jaja, pero enseguida nos animamos mi hermano y yo a disfrutar de la imponente visión del mar. Es curioso tener un primer encuentro con el mar por la noche, siendo pequeña, María, es normal tu temor. Me encanta que esa reconciliación tuviese lugar en Asturias, la verdad es que no se me ocurre mejor sitio, a mí me pasó parecido, fue la costa asturiana, en mi niñez, la que verdaderamente me deslumbró.

      Este libro, escrito como ensayo, recoge una serie de conferencias sobre el mar y su incursión en la literatura, pero de los poetas románticos... a veces despista lo de "románticos", pero luego diserta sobre otros temas, algunos más interesantes que otros, bueno, al ser ensayo puedes centrarte en lo que más te atraiga.
      Auden deja reflexiones muy potentes.

      Gracias, María, un abrazo!

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