Asomado
a una ventana meridional
Desde la ventana en un barrio de Jerez. Paco Castillo, abril de 2019
Entrada la tarde del Viernes Santo, estaba leyendo “Un invierno en Lisboa”
en un barrio de Jerez, ciudad tan musical como la portuguesa narrada por Muñoz
Molina, y a veces lo alternaba con la lectura de “Alfanhuí” junto a
una ventana iluminada por el sol meridional.
Paseando por las inmediaciones del Teatro Villamarta, Jerez, abril de 2019
El astro rey se dejaba ver a
regañadientes, regalándonos un hermoso resplandor vespertino que irrumpió rasgando
el cielo enlutado de gris, desafiando la amenaza de lluvia, tal y como se presiente en esta fotografía que tomé varios minutos antes que la de arriba.
Alfanhuí, tan andarín él, estará contento.
Ha llegado más lejos en sus andanzas, pues Rafael Sánchez Ferlosio lo
llevó desde Alcalá de Henares hasta Palencia, un interesante periplo sin duda.
Yo lo he desplazado desde Madrid, pasando por Extremadura, hasta recalar en
Jerez de la Frontera, e incluso Cádiz, con el lomo del libro acariciado por dos
brisas, la del Atlántico y la del Mediterráneo.
Ya es un kilometraje
respetable, suficiente para que el chiquillo, Alfanhuí, contase otros gallos de veleta, y
no solo el de su pueblo, apostados a lo largo y ancho de la ruta.
Hablaba
de la ventana. Esta es la ventana de un vencindario humilde, situado enfrente
de la Universidad de Jerez. Las fachadas tienen ese blanco encalado tan
andaluz, cuyo fulgor al recibir la luz natural es visible desde varios kilómetros,
como la dentadura que ahora exhibe Cristiano Ronaldo.
Al
escuchar el característico trino lastimero de unas gaviotas me asomé a ver si
las divisaba, y ahí estaban, una pareja volando en círculos concéntricos
alrededor del patio comunal, mientras dos tipos de piel curtida se afanaban
allí abajo en revisar el motor de un “cuatro latas”, flanqueados por sábanas,
leotardos infantiles y variopinta ropa interior ondeando por el viento del
Levante. Por aquí saben mucho de vientos.
Cuando
quise sacar la cámara y fotografiarlas ya se habían esfumado entre las nubes.
Las gaviotas, claro.
Ese trozo
rectangular de cielo, cada barriada tiene uno en propiedad, ahora lo ocupaban algunas
golondrinas con sus cabriolas imposibles.
La verdad
es que fue contemplar los destellos albos salpicando el horizonte lejano y dejé
la lectura. Entonces propuse a mi hija mayor, Izaskun, dar un paseíto por
“Jeré”… en realidad fueron los alrededores, circunvalando las barriadas
colindantes.
Nos
distanciamos de la casa unos dos kilómetros y medio, calculando algo asequible para
mi campeona, teniendo en cuenta que hay que regresar, pero según ella fue poca
cosa.
En
nuestra breve incursión vimos cosas interesantes.
Pasamos
al lado de un edificio que acaparó mi atención, lleno de pintadas y
cochambroso, el estado de abandono era notorio. Cuando me fijé más
detenidamente advertí un cartel, lo que antes sería un luminoso, con dos
palabras en cursiva de un tono amarillo mortecino:
“Cine
Delicias”
En la
fachada del edificio, justo encima del letrero, había una enorme pintada:
"Adelante
Andalucía"
Hice una
fotografía. En el momento exacto de hacerla se abrió un pequeño claro en el
cielo sobre el tejado a dos aguas. Se dejó ver un tímido azul, suficiente para
realzar la decrepitud de todo el conjunto.
Restos del Cine Delicias, Jerez. Abril de 2019, Paco Castillo.
Rip...
rip,
rip, rip, rip… así
me sonaban los trinos de los vencejos sobre el cadáver de ladrillos.
Antiguo Cine Delicias, Paco Castillo, abril de 2019.
Tuve la
sensación de estar ante una vieja osamenta, los restos de un esqueleto. Me dije
que habría de investigar por internet sobre la existencia de esta sala en
ruinas.
Así que
llegado a mi barrio sureño, me dirijo a la habitación de la ventana desde la
cual han brotado estas líneas, y ante el ordenador pongo en Google -cine
delicias jerez-. A los propietarios de la casa, amigos íntimos nuestros, no
les pude preguntar por mi descubrimiento, ya que estaban por el centro urbano
entregados a los pasos de una de tantas procesiones en estas fechas.
Mis pasos
van por otros derroteros, otras ruinas. Sin embargo confieso que asistí a una,
movido por la curiosidad y aquello de no resultar talibán a mis amigos. Aunque mi acercamiento fue más antropológico que religioso, admito que no
estuvo mal.
Eso sí, me lleve un libro, por si se terciaba leer. Cualquier
ocasión puede convertirse en un estímulo para abrirlo al azar y combinar lectura con visión, ¡anda qué no!
Jerez, en una procesión de Semana Santa. Yo a lo mío...
Bueno,
prosigo con lo de internet. Los resultados saltan al instante en el buscador;
el primer enlace pertenece al Diario de Jerez, aunque es una noticia del 2010, y ya tiene un título inquietante:
-La
peor proyección del cine Delicias-
“La
que fuera una de las más emblemáticas salas de Jerez se ha convertido en un
punto insano de basuras y drogadicción l Está abandonado desde su cierre hace
ahora trece años.”
Eso reza
la cabecera que precede al resto de la información. En resumidas cuentas leemos
como se ha convertido en un antro donde se refugian los yonquis… para
proyectarse ellos también en otra película, ésta de suspense y con incierto
final.
Y creo
pertinente mi apreciación. No en vano la última película visionada, leo en la noticia, fue en 1997 y era una de la Saga de Star
Trek.
Star
Trek significa Viaje
a las estrellas.
Pues sí,
aún siguen asistiendo algunos “espectadores desubicados” por las rendijas,
jeringuilla en mano, para adentrarse en el Viaje a las Estrellas…
Fue la
cinta que cerró una etapa dorada hasta el ocaso actual. En realidad la
proyección no ha terminado para unos cuantos desgraciados. Inmersos en un
largo, largísimo, viaje interestelar sin atisbar el retorno.
Después
salto a La Voz de Cádiz . Es una crónica igualmente pretérita, del mismo
2010. Me quedo con este fragmento:
"Después
de cientos de tiroteos, peleas, persecuciones policiales y fascinantes
historias de amor vividas a través de su enorme pantalla, el Cine Delicias está
perdiendo estos últimos años su batalla contra el abandono."
Minutos
más tarde nos cruzamos con otra singular edificación. Un chalet decorado con
unos grafitis (según la RAE mejor con una f) muy llamativos en cada
pared. Dalí, Rafael Alberti, Einstein y alguno más.
Paco Castillo, Jerez, abril de 2019
Izaskun me dijo que le
sonaba ese señor del bigote raro, pero no sabía como se llamaba y tenía una
vaga idea de lo que hacía, ya que lo vieron un día en clase, bueno con siete años
la cabeza es un carrusel de imágenes…
-Es Dalí-,
le aclaré a mi pequeña.
«Papá,
Dalí no me gusta, es un poco feo y tiene unos ojos muy grandes»
-Pues si
tú lo dices, hija…-
Luego me
quedé pensativo. No sé, tal vez tenga una belleza picassiana, más cubista que surrealista.
Si yo
hubiera sido el grafitero, creo que habría exprimido la vena creativa inspirado
en esos ojos inmensos del pintor, el resultado no podría ser otro… dibujar a Marty Feldman en la misma pared, en un duelo de miradas, la del artista frente
a la del actor. Dos pares de ojos similares a extraños planetas en alguna
galaxia lejana.
Marty
Feldman, foto internet
Proseguimos
la caminata. Nos cruzamos con varios parroquianos de punta en blanco, ellos bien
pertrechados en sus trajes de corbata , y en elegantes y sobrios vestidos
ellas. Iban de camino hacia las procesiones, toda una liturgia por aquí.
Observar
a estas gentes engalanadas, con mucho estilo ciertamente, es una escena que no
tiene nada de extraordinario en Semana Santa… excepto que acto seguido se
crucen, entre los efluvios de chaneles y armanis aún flotando en
la calzada, una pandilla de moteros germánicos llenos de tatuajes y dejando
tras de sí una estela aromática todavía más potente que la anterior… una
mezcla indescriptible de finos
embotellados en las célebres bodegas jerezanas, aderezados con cerveza local y
todo ello adobado con intenso olor de la marihuana fosilizada en los chalecos
de cuero. Son estampas de Jerez que uno va coleccionando en la retina.
Fotos, Paco Castillo, podrían haber sido la últimas, uff...
Tenía que
acabar haciendo un tributo a mi hija, pues también hubo cosas para ella.
Foto, Paco Castillo.
Ignoro
que pintaba Bob Esponja por aquí, huelga decir que primero lo vio mi hija. Pero tampoco sé que pintaba un descreído
como yo en una procesión jerezana, al tiempo que leía unas frases de Alfanhuí al paso del Cristo. Lo dicho por arriba, son cosas que ocurren en Jerez.
¿Nos
despedimos con música? Venga.
En una
ciudad tan flamenca como Jerez, hay un personaje al que se le profesa tanta
veneración como a la Semana Santa, Camarón de la Isla.
No soy entusiasta del
flamenco, bueno rescato a Paco de Lucía, pues me encanta. Sin embargo Camarón me
cautiva, es difícil precisar la razón… hay algo enigmático y salvaje en su
pose, su presencia , en su voz que me golpea de alguna manera, tal vez sea
eso.
A García Lorca,
tan amante del cante jondo, le habría fascinado escuchar a Camarón cantar una
de sus más bellas poesías. La Leyenda del Tiempo. De nuevo Camarón.
El sueño
va sobre el tiempo
Flotando
como un velero
Nadie
puede abrir semillas
En el
corazón del sueño
El tiempo
va sobre el sueño
Hundido
hasta los cabellos
Ayer y mañana
comen
Oscuras
flores de duelo
El sueño
va sobre el tiempo
Flotando
como un velero
Nadie
puede abrir semillas
En el
corazón del sueño
Sobre la
misma columna
Abrazados
sueño y tiempo
Cruza el
gemido del niño
La lengua
rota del viejo
El sueño
va sobre el tiempo
Flotando
como un velero
Nadie
puede abrir semillas
En el
corazón del sueño
Y si el
sueño finge muros
En la
llanura del tiempo
El tiempo
le hace creer
Que nace
en aquel momento
El sueño
va sobre el tiempo
Flotando
como un velero
Nadie
puede abrir semillas
En el
corazón del sueño
El sueño
va sobre el tiempo
Flotando
como un velero
Nadie
puede abrir semillas
En el
corazón del sueño
¡Hola Paco! Pues sí que dio de sí tu paseo por el barrio meridional, ¿verdad? (eres de los que van por la vida fijándose en todo, no se te escapa una y eso me encanta). Yo también soy de las que me llevo el libro a todas partes, por si acaso, que nunca se puede saber si surgirá la ocasión de adelantar unas páginas. Mi bolso sabe lo que es cargar siempre con libros y cuando son finos..., ¡vale!, pero a veces llevo verdaderos tochos dentro.
ResponderEliminarNo me extraña que a tu hija no le guste la cara de Dalí, y esos ojos... que parecen desvariar. Tampoco soy de ir a procesiones ni me va mucho el flamenquito, pero Camarón es Camarón.
Besos
Hola Marian. Tengo la suerte de tener unos magníficos amigos jerezanos que nos suelen invitar a su casa de vez en cuando, algunas veces coincide que venimos de Asturias, pues siempre vamos allí en vacaciones, paramos lo justo en casa, Madrid, para organizar cosas, y acto seguido nos bajamos hacia Jerez, entonces suelo hacer una foto al Cabo Vidio en Asturias, nos alojamos muy cerquita de ahí, y luego hago otra foto al Cabo de Trafalgar, en la otra punta sur de España, pues también nos pilla muy cerca cuando vamos a Jerez... ¡¡no veas como mola hacer eso!! jaja. Y eso que también nos sucede al revés, de Jerez para Asturias, uff, los contrastes son enormes.
EliminarGracias por lo de observador, creo que así es, siempre estoy atento a la situación. Los que adoramos los libros los llevamos a cualquier sitio... mira, no me vendría mal un bolso como el tuyo, jeje, ¡algún tocho metería seguro!
A mí no me van mucho las procesiones, pero me gustó probar la experiencia en un sitio tan fervoroso como Jerez.
Dalí era... muy suyo, ¿no? por decir algo, mi hija no dejaba de mirar el grafiti.
Tú lo has dicho, Camarón es mucho Camarón.
Besos
Precioso tu paseo por Jerez en recuerdos, ruinas y reflexiones.
ResponderEliminarMe ha encantado y entristecido, como siempr consigue ese tema, esa comparación de los yonquis con una proyección del viaje a las estrellas. Tú dices que es una proyección con incierto final. Yo, más pesimista, creo que el final está bastante predeterminado. Siempre me han provocado los yonquis una lástima más respetuosa que compasiva. Pienso que cualquiera de nosotros pudo terminar de igual manera.
Respecto a las procesiones, tuve años que me gustaron, aun no siendo nada religiosa, pero actualmente, no sé si es porque los años me hacen más cascarrabias e intolerante, no soporto esa toma de las calles que te impide pasear y desplazarte por la ciudad. Me causa verdadero mal humor lo de querer ir de un sitio a otro y tener que planear el itinerario según el de la procesión de turno.
Veo que estás leyendo "El invierno en Lisboa". tengo mucha curiosidad por saber tu opinión.
Un beso.
Gracias, Rosa, me agrada haberte transmitido sensaciones con estas líneas que, es muy cierto, dejan un sabor agridulce. Por un lado todo ese paroxismo religioso, la emoción y el entusiasmos en las procesiones, el gentío... y por el otro la soledad del yonqui, perdido entre los desechos de un cine en ruinas, viajando hacia las estrellas, en su película... joder, es muy fuerte esa escena y a unos centenares de metros la gente gritando vítores, exultantes ante el Cristo, qué caprichosa es la vida, de verdad...
EliminarCreo que esta es la segunda procesión a la que voy en mi vida, no me espanta la muchedumbre, me siento agobiado... pero bueno, aguanto con estoicismo y al final la cosa es soportable... e incluso atractiva, me llevo buenas anécdotas y aprendizajes de la variopinta especie humana, jaja. Eso sí, soy tremendamente respetuoso con los fieles, faltaría más. También detesto esa usurpación de la vía pública, bueno hay que ceder algunas veces, "fair play", que dicen los anglosajones.
Hemos empezado bien con El invierno en Lisboa, espero que siga en esa línea.
Un beso.
Menudo final nos dejas: Camaron cantando a Lorca.
ResponderEliminarMe gusta mucho Jerez y me ha gustado mucho tu paseo y tu mirada. Casi parecíais tu hija y tú unos solitarios en una ciudad que debía de estar atestada dado el fervor con el que se vive la Semana Santa por allí. Me ha encantado lo del trocito de cielo que tiene en propiedad cada comunidad. Genial también la comparación de miradas entre Dalí y Mrty Feldman. Tremendo lo del cine Delicias. Desgraciadamente creo que cada ciudad podría tener su equivalente. Tanto turismo que se hace en estas fechas, tantos monumentos que tantos turistas buscarán, e inmuebles en decadencia como este, que seguro que a muchos les gustaría mantener ocultos a ojos de esos turistas, y que a la vez son muestra de otro tipo de decadencia, cuentan también a su manera la historia de un lugar. Hasta Bob Esponja, si permanece en esa fachada, tendrá algún día algo que contar.
Está muy bien también lo de llevar a los libros de viaje, ya que ellos nos hacen viajar tanto.
Un abrazo
¿Verdad, Lorena? Un final guapo ;)
EliminarEntonces... ¿conoces Jerez? Sí es así me parece estupendo, la verdad es que no me tira mucho el sur, pero Jerez, bueno toda la provincia de Cádiz en realidad, me entusiasma. Soy más de tu tierra, Asturias, pues la he disfrutado desde pequeño... y eso deja huella :)
Ahora que lo comentas, creo muy acertada tu impresión, esa ciudad atestada de devotos, y dos paseantes solitarios, mi hija y yo, explorando los alrededores desiertos, marginados sin procesión, fue muy gratificante andar con esa sensación junto a mi hija, otra gran andarina como su papá, jeje..
La comparación entre Dalí y Marty Feldman surgió como un "flashazo", valga la expresión, fue ver los ojos de Dalí y se dibujó ante mi el rostro fascinante de Feldman... cuando puse las fotos en la entrada del blog tenías que haber visto mi cara, flipaba de mi ocurrencia, jajaja.
Lo del cine Delicias me impactó, fue una visión que me causó tristeza,y después de leer parte de su historia, más todavía. En Pozuelo, donde vivo, existe su equivalente, no te equivocas, aunque no se ha convertido en ningún antro, solo permanece cerrado desde hace muchos años, el Cine Dalia, se llamaba.
Para gente como nosotros, lectores, sería inconcebible viajar sin un libro, ¿verdad?
Un abrazo, amiga Lorena.
Alfanhuí fue una iluminación para mí. ERan días en las que devoraba todo lo que no fuera literatura española, habiendo quedado saciado con todo lo clasico, iluos de mí supuse que lo conocia todo, o que no había nada que descubrir. Y apareció FErlosio, y sus prosa poética y su imaginación,y sus industrias y andanzas que, por lo que veo, aún, y espero que siempre, siguen volando en ti y en tu familia.
ResponderEliminargracias
cuidaos
Alfanhui es una maravilla, la palabra y su poder evocador como latido de la narración, la imaginación al servicio de la historia, la oralidad de su escritura... es un festín literario. Me ha gustado que cada uno de los que comentáis rescate para sí una cosa diferente de mis impresiones, me resulta estimulante ese pequeño logro.
EliminarGracias a ti, amigo Wineruda ;)
Hola Paco vaya bonito el paseo que hiciste y que nos has contado, me ha parecido veros con ese saber mirar y es que cuando uno mira ve las ciudades de otra manera.
ResponderEliminarMe ha parecido un espectáculo precioso ese cielo y sus cambios y tonalidades yprecioso como tú lo has reflejado con ese trozo rectangular de cielo, cada barriada tiene uno en propiedad, ahora lo ocupaban algunas golondrinas con sus cabriolas imposibles, ha sido tan gráfico, me encanta ver a las golondrinas.
Y qué decir de esa comparativa de un edificio en ruinas que alberga a aquellos que lo están haciendo con sus vidas o para escapar de sus vidas.
Vamos que me ha gustado mucho ese paseo y encontrar hasta a Bob esponja, esperando que lo descubrierais encaramado en el edificio.
Y qué decir de Dali, no hace mucho me acerqué hasta su museo, una auténtica maravilla y es que como tantos genios el hombre era un rato excéntrico.
Besos
El casco antiguo de Jerez es muy bello, muy bien conservado con sus balconadas de rancio abolengo, habida cuenta de la opulencia que antaño tenía la ciudad, aún conserva gran elegancia y las enormes bodegas jerezanas son museos en sí mismas, muy bellas arquitecturas. La periferia si está más degradada, se nota mucho en las barriadas humildes, azotadas por las crisis... en suma, una ciudad de enormes contrastes, interesantísima para recorrerla cámara y libro en mano, y si es acompañado de mi hija, pues una maravilla, querida Conxita. Fue gracioso toparnos con Bob Esponja, jaja.
EliminarMe encanta Dalí, menuda envidia me das por haber estado en su museo, nunca lo he visitado.
Besos, amiga.
Qué bonita entrada, Paco. Jerez me recuerda a Talavera de la Reina, su decadente centro urbano es un emblema de la España vacía. Mi hermana vive allí desde hace siete años, justo a pocos metros hay un cine abandonado cuya explanada sirve de lugar de aparcamiento. Me gusta que cierres con Camarón, tampoco soy muy flamenco, pero hay algo en su forma de cantar inigualable. Después de ver la película de Isaki Lacuesta, también llamada "La leyenda del tiempo", estuve buscando versiones del tema y nadie logra acercarse. Me hizo ver el valor del intérprete sobre la idea.
ResponderEliminarPor cierto, estás criando una buena andarina, jaja. A mi hijo mayor le pasa igual, pero el pequeño dice que andes tú.
Feliz domingo.
Gracias, Gerardo. Jerez es una gran fuente de inspiración para quien, libreta en mano, disfrute recorriendo sus rincones, tiene lugares encantadores, pero también se muestra la decadencia en muchos barrios humildes de la ciudad, aquí el desempleo es un azote severo.
EliminarConocí Talavera de la Reina hace años... pero de lo que más me acuerdo es de su deliciosa plaza, cuando estuve con mi mujer y unos amigos tomando un vino, jeje. Viviendo tu hermana ahí, en Jerez, doy por hecho que has pateado sus calles, la verdad es que hay sitios muy chulos, la catedral al anochecer es muy bella.
Camarón tenía mucho carisma, "duende", magia... algo salvaje que te cautiva, y eso que tampoco soy muy flamenco. La verdad es que esa fusión entre Lorca y Camarón es espectacular.
Jaja, pues nada, tendrás que salir con el mayor... hasta que el pequeño se anime ;)
Un abrazo.
Qué buen paseo te has dado, Paco! Has recorrido las calles y observado a las gentes de Jerez con tu particular mirada, y le has permitido a este sudaca periférico viajar contigo.
ResponderEliminarNo estoy muy al tanto de Camarón, pero si encaran a Lorca se ganan mi adhesión.
Demás está decir que no he pisado tierra ibérica ninguna, así que bienvenido el viaje y tus líneas.
Un fuerte abrazo, chaval!
Así es, Marcelo, Jerez es una delicia para el caminante observador. No suelo viajar mucho al sur de mi país, pero ahí tenemos unos grandes amigos, casi de la familia, y nos invitan de vez en cuando unos días en su casa, además estamos pegados a Cádiz, otra ciudad maravillosa y con mucha historia a cuestas.
EliminarCamarón y Lorca son una combinación muy potente. Pues ya sabes, si alguna vez recalas por aquí, tienes tu casa, cuenta con ello.
Cuídate pibe!!!