P. Castillo

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miércoles, 20 de diciembre de 2017

Historia universal de los hombres gato. Josu Arteaga (Arrasate-Ergüin, País Vasco, 1971)
Editorial Alberdania, 2010. Doscientas páginas.




Cada vez que un escritor, o escritora, cercano a mi generación protagoniza algún evento literario destacable, por ejemplo Ray Lóriga galardonado con el último Alfaguara, o Andrés Barba recién premiado con el Herralde, pienso en la escasa atención que presto a mis coetáneos.

Azuzado por esas inquietudes fui a mis estanterías. He aquí el resultado.

La compra de este libro no fue por una decisión previa, me explico; hay una gran cadena de librerías (Books Center) con varios establecimientos en Madrid, suelen tener ofertas atractivas del tipo “3 libros a 6 euros” . Son ejemplares nuevos que llevan tiempo sin venderse (un año, tres, cuatro…), apilados en el siempre escaso espacio del almacén, hay que finiquitarlos rápido.

Hace ya un  tiempo, sabedor del asunto, estaba en una de esas librerías y me llevé "tres libros a 6 euros". No tenía dudas sobre los dos primeros, el tercero no terminaba de verlo. Al final fue éste, por no desconectar con la narrativa actual…

Leerlo ha sido una experiencia más interesante de lo que esperaba, eso sí, la minuciosidad de ciertos pasajes explayándose en el onanismo adolescente de dos personajes centrales… me ha parecido prescindible. Pero mi pequeña subjetividad no es óbice para ensombrecer al conjunto, que aprueba con muy buena nota.

Olariz, reducto rural de la aldea vasca, es un mundo ya casi extinto. Nada hay de idílico en este lugar, solo la brutalidad y violencia de una manera primitiva de entender la vida. “La ley del monte” que refiere la narración.



Sirvan estas palabras de Patxi Irurzun en su excelente prólogo:

“En Olariz, el pueblo en el que transcurre esta novela, lo saben muy bien: La vida es violencia, dolor, soledad… La vida es muerte”
“Olariz es solo un pueblico de Navarra, en el que el espacio y tiempo reales están desdibujados, y, sin embargo, ese territorio mítico e imaginario alberga el mundo entero (…)

La elección del medio rural en Navarra (…) no es aleatoria, Josu opta –creo- a conciencia por un escenario tradicionalmente poblado por furtivos sin otra licencia de caza que el hambre, por contrabandistas, por chaqueteros, por chiquiteros, por gente que calla y por gente a la que obligan  a callar o decir lo que otros quieren oír, por asesinos en el nombre de Dios y asesinos en el nombre de una bandera… Un escenario en el que perdura el odio y el enfrentamiento, el rencor, las carlistadas, la guerra civil… Un escenario, en suma, perfecto para abrir en canal cuerpos y existencias a las que hacer la autopsia de la condición humana (…)

Sobre ese atavismo montaraz se sustenta la dura existencia de los aldeanos, sin concesiones a la ternura o la candidez, en donde los animales son buenos mientras sirven para su trabajo, y cuando no valen se les quita de en medio sin sentimentalismos. Porque esas gentes entienden de idéntico modo sus propias vidas.




El lenguaje utilizado por Josu Arteaga se fragua en esa atmósfera lúgubre, una narración que nos va engullendo como la bruma de aquellas montañas.

Frases cortas y contundentes. Narradas en primera persona. Una serie de relatos con su título gatuno cada uno, formando un todo homogéneo.

Así, los habitantes significativos del pueblo tienen su envés en la vida de un gato, o en relación al felino. Un gato pardo, gato montés, gato sietemesino, ojo de gato, gato ladrón gato muerto, la lengua de los gatos…



Un gato sin siete vidas. Un gato de una sola vida instalada en el corazón indómito de los hombres y mujeres de Olariz:



“Olariz ya nunca ha sido lo que fue. Nuestro mundo murió. (…)
La gente mayor va cerrando los ojos. Las casas acompañan a sus dueños muertos. Cierran sus portones y contraventanas. Nada nos queda. Nada nos pertenece.
El tiempo de Olariz murió.”

Con tal estructura narrativa, la percepción de su cadencia me sugiere una visión peculiar. Es como presenciar un antiguo reloj de pared, mostrando orgulloso su porte de madera noble, lustrosa aún. Sus manecillas siguen maracando el ritmo, “su ritmo”, al son decimonónico del TIC, TAC… TIC, TAC.

Letanía que va robando, incansable, los segundos, los minutos y las horas de la vida… TIC, TAC.

Esa escritura de J. Arteaga se desliza por las páginas con idéntico fluir, TIC, TAC.

Frases lacónicas, sin ambages en la interpretación, nítidas en su mensaje:

“Aquí (en Olariz) las cosas son lo que son, no nos perdemos en palabrejas”.

Sentencia corta y punto. Punto como signo ortográfico y, todavía más, como expresión de autosuficiencia.

El pasado, el presente y el futuro conviven en el continente de cada frase.

Y si te duele el pasado, te acomodas en el presente. Y si te angustia el presente… sueñas con el futuro. Cada un@ que se sienta interpelado por la dimensión temporal que provoque su huida, o su permanencia.



En ese microcosmos de la aldea, salvaje, al uso de la vieja ley del monte, transcurren los días del narrador, Fernando, el otrora aldeano mocete, hecho ya hombre de mirada pétrea en la violencia de su entorno. 

Y, sin embargo, esa mirada primitiva de Fernando se pliega sobre el otro mundo, “el civilizado”  que surge más allá de los montes. En su sabiduría ancestral tiene claro que el “otro mundo”, moderno y civilizado, es aún más brutal que el suyo:

"También le llegará la hora a ese mundo que triunfa. El fin del perfume, el vestido, los ademanes de marqués y el refinamiento. De la gente zafia y vaga que no merece el aire que respira. (…)

Vemos el anticipo por la misma televisión que hoy enseña nuestras vergüenzas. Con la guerra de Yugoslavia, las Torres Gemelas y las matanzas de Iraq y Palestina. Con viejos sepultados entre basura sin que nadie sepa de su muerte en meses. Con moceticas violadas y estranguladas en el fondo de un pantano. Extranjeros a los que explotan por cuatro perras y obligan a malvivir entre cartones. Hombres que apuñalan a sus mujeres delante de sus propios  hijos. Bombas y niños muertos en Gaza. Aquí y allá. Famosos viciosos y sinvergüenzas ejemplos de virtud. Mocetas que son esqueleto y pellejo. Que se dejan morir para estar flacas.”


Hay palabras que hunden sus raíces en la oscuridad de nuestro ser, dentro de una espesura que solo el brillo de unos ojos felinos puede romper.




Historia Universal de los hombres gato. Un zarpazo a los ojos del mundo. Novela, dicen algunos…”


12 comentarios:

  1. Hola Paco.

    No conocía a este escritor que, por cierto, ha nacido a 15 minutos de mi pueblo, en fin, decía, que tiene buena pinta, es más es atractivo, pero también, de alguna forma, siempre encadeno a estos autores(vascos) que se rodean en un ambiente o pueblo concreto con Obabakoak de Atxaga, que no es mal padre, sin embargo no termina de ser un recurso útil y factible usar un lugar único para crear una atmósfera única y un, digamos, olor único que impere en el libro, aunque no sea una novedad porque viene de de Macondo , o Región de Benet y pasa por Murania de Hidalgo Bayal o, de alguna forma, de Paniceiros de Xuan Bello. Todos lugares hermosos, pero el peligro al final es crear lago tan concreto y exacto como estos, y ahí empieza el problema al hacerlo, Si Josu lo ha conseguido, lo leeré.
    un abrazo
    cuídate

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    1. Hola Wineruda.

      Josu Arteaga no es un autor muy conocido y, además, tengo la impresión de que le incomoda sobremanera toda la parafernalia mediática , en la que tan a gusto se mueven otros. También colaboraba (no sé si seguirá) en una publicación anarquista, es una revista libertaria llamada Ekintza Zuzena, por si te suena de algo.

      Aunque la conozco de oídas por haberme llamado la atención, no he leído Obabakoak de Atxaga… tiene buena pinta. De Atxaga tengo “Memorias de una vaca”, es un librito de esa bonita colección de literatura infantil y juvenil, “El barco de vapor” que compré para mi hija, tengo varios de esa serie… y me los he leído todos, jaja, ¡¡me lo paso pipa!!

      En relación a lo que dices, bueno, Olariz es un lugar único, con una atmósfera propia aunque no se sabe muy bien que parte de ficción predomina sobre la realidad, y viceversa. Supongo que el lugar donde uno nace y crece es materia prima fundamental que muchos autores utilizan para construir el andamiaje de su obra, pero el escritor talentoso sabe extraer de lo local lo universal. Esa querencia por la raíz está, también, muy presente en la literatura sureña de los EUA, apreciable en Faulkner, Carson MacCullers, Eudora Welty, Sherwood Anderson, Steinbeck, etc. Y si nos vamos a México, ahí tenemos Comala, esa aldea de mala muerte (nunca mejor dicho) con la que se recrea Juan Rulfo en la impresionante “Pedro Páramo”. Y, por supuesto los que tú citas con tu excelente conocimiento literario.

      Aunque ya te dan esa vocación universal de la historia en el prólogo, cuya parte final de este fragmento yo había omitido:

      “Un escenario, en suma, perfecto para abrir en canal cuerpos y existencias a las que hacer la autopsia de la condición humana, que al final es la misma en Olariz que en Sillycon Valley”

      Pienso, Wineruda, que Josu Arteaga lo ha conseguido sobradamente. Creo que te gustará su libro :)
      Un placer tenerte por aquí, amigo, cuídate.

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  2. Por cierto , he puesto :" de alguna forma , de Paniceiros de Xuan Bello" porque-a diferencia de los otros- Paniceiros es real y sus historias son casi recorridos por la memoria a diferencia de Hidalago Bayal o el Mequinenza de Jesús Moncada.
    Por cierto recordar que el libro más conicido de Xuan Bello es " La historia universal de Paniceiros" :)
    Perdón por la rectificación
    Cuídate

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    1. Recuerdo muy bien leer sobre "La historia universal de Paniceiros" de Xuan Bello en tu blog, de hecho me la descubriste tú... y la tengo apuntadísima, caerá seguro.
      Hidalgo Bayal también es un escritor que me apetece leer... espero que me recomiendes algún título suyo, sí es que te ha gustado alguno especialmente.
      Nada que perdonar, contigo siempre se aprende :)
      Cuídate.

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    2. DE Hidalgo Bayal, sobre todo, "El espíritu áspero", fantástico, y "Camino de SIrga" de Jesús Moncada, muy muy bueno (este no me has pedido, pero insisto jajaj)
      Un abrazo

      Pd "Ekintza Zuzena" la conocí, ahora no la tengo al alcance, digo que la conocí hace ya tanto que probablemente aquellos números solo estarán en alguna caja fuerte como reliquias
      históricas :)
      cuídate

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    3. Hola Wineruda.
      Apunto en mi libreta de imprescindibles esos títulos, el de Jesús Moncada también me seduce mucho.
      Cuida bien las cajas fuertes... sobre todo las que tengan libros.
      Muchas gracias ;)

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  3. Hola Paco me has hecho preguntarme sobre ese mundo supuestamente civilizado en el que vivimos, en el que se enmascaran detrás de bonitas palabras, actitudes y comportamientos mucho más dañinos que aquellos que se muestran con toda su crudeza en otros mundos. A veces es mejor llamar a las cosas por su nombre y ser más sensible a las necesidades de otros, el hambre es hambre en todos los mundos.
    Desconocía al autor y la propuesta que presentas.

    Te deseo lo mejor en estas fechas que se acercan, feliz Navidad y que tengas unos días muy felices en compañía de los tuyos. La Navidad con los niños siempre es muy tierna.
    Besos

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    1. Hola Conxita.

      Has utilizado la palabra exacta, "enmascaran". Esa es la especialidad de nuestra moderna sociedad, enmascarar. Enmascarar la precariedad, enmascarar la degradación medioambiental bajo el argumento del "progreso". Enmascarar tantas cosas...

      Los mismos deseos para ti y tu gente. Así es, los niños se lo pasan genial, y tú con ellos :)
      Besos

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  4. Es curioso que Wineruda haya mencionado a Obabakoak porque curiosamente yo también recordé a Atxaga a leer tu entrada.

    Me parece interesante lo que cuentas de este libro, especialmente por el correlato en la vida de un gato. No estoy segura de si llegaré a leerlo algún día, demasiado pendiente, pero ya sabes que pienso que si un libro tiene que ser leído, llegará a mí casi por sí mismo.

    Un abrazo largo.

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    1. No he leído Obabakoak pero es segurísimo que habrá tenido una gran influencia en autores noveles del País Vasco.
      Tiene aspectos muy interesantes, y esos correlatos, como bien señalas, con las vidas de gatos es un planteamiento original y atractivo.

      Sí, sé que los libros te buscan, así que nunca se sabe, Ana ;)

      Un largo abrazo y te deseo un buen año, con salud.

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  5. Nada de nada; ni autor ni libro. Lo que cuentas de Olariz me recordó a una recomendación tuya: 'La lluvia amarilla', y su pueblo, Ainielle. Tengo el libro de Atxaga entre los pendientes.
    Lo apunto. No sé si podré encontrarlo, pero averiguaré.
    Gracias por traérnoslo, Paco.
    Espero que tú y tu familia hayan comenzado de la mejor manera el tránsito por este 2018.
    Un fuerte abrazo, pibe!

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    1. Marcelo, el recuerdo de "La lluvia amarilla" estuvo también presente en mi lectura, hay aspectos del libro que inevitablemente me llevan al otro, aunque presentan profundas diferencias.
      Parece un libro con pocas posibilidades de llegar allá, ojalá me equivoque.
      Buenísimo 2018 y mucha salud!!

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