Historia universal de los hombres gato. Josu
Arteaga (Arrasate-Ergüin, País Vasco, 1971)
Editorial Alberdania, 2010. Doscientas páginas.
Cada vez que un escritor, o escritora, cercano a
mi generación protagoniza algún evento literario destacable, por ejemplo Ray
Lóriga galardonado con el último Alfaguara, o Andrés Barba recién premiado con
el Herralde, pienso en la escasa atención que presto a mis coetáneos.
Azuzado por esas inquietudes fui a mis
estanterías. He aquí el resultado.
La compra de este libro no fue por una decisión
previa, me explico; hay una gran cadena de librerías (Books Center) con varios
establecimientos en Madrid, suelen tener ofertas atractivas del tipo “3 libros
a 6 euros” . Son ejemplares nuevos que llevan tiempo sin venderse (un año,
tres, cuatro…), apilados en el siempre escaso espacio del almacén, hay que
finiquitarlos rápido.
Hace ya un
tiempo, sabedor del asunto, estaba en una de esas librerías y me llevé "tres libros a 6 euros". No tenía dudas sobre los dos primeros, el tercero no
terminaba de verlo. Al final fue éste, por no desconectar con la narrativa
actual…
Leerlo ha sido una experiencia más interesante de
lo que esperaba, eso sí, la minuciosidad de ciertos pasajes explayándose en el
onanismo adolescente de dos personajes centrales… me ha parecido prescindible.
Pero mi pequeña subjetividad no es óbice para ensombrecer al conjunto, que
aprueba con muy buena nota.
Olariz, reducto rural de la aldea vasca, es un
mundo ya casi extinto. Nada hay de idílico en este lugar, solo la brutalidad y
violencia de una manera primitiva de entender la vida. “La ley del monte” que
refiere la narración.
Sirvan estas palabras de Patxi Irurzun en su
excelente prólogo:
“En Olariz, el pueblo en el que transcurre esta
novela, lo saben muy bien: La vida es violencia, dolor, soledad… La vida es
muerte”
“Olariz es solo un pueblico de Navarra, en el que
el espacio y tiempo reales están desdibujados, y, sin embargo, ese territorio
mítico e imaginario alberga el mundo entero (…)
La elección del medio rural en Navarra (…) no es
aleatoria, Josu opta –creo- a conciencia por un escenario tradicionalmente
poblado por furtivos sin otra licencia de caza que el hambre, por
contrabandistas, por chaqueteros, por chiquiteros, por gente que calla y por
gente a la que obligan a callar o decir
lo que otros quieren oír, por asesinos en el nombre de Dios y asesinos en el
nombre de una bandera… Un escenario en el que perdura el odio y el
enfrentamiento, el rencor, las carlistadas, la guerra civil… Un escenario, en
suma, perfecto para abrir en canal cuerpos y existencias a las que hacer la
autopsia de la condición humana (…)
Sobre ese atavismo montaraz se sustenta la dura
existencia de los aldeanos, sin concesiones a la ternura o la candidez, en
donde los animales son buenos mientras sirven para su trabajo, y cuando no
valen se les quita de en medio sin sentimentalismos. Porque esas gentes
entienden de idéntico modo sus propias vidas.
El lenguaje utilizado por Josu Arteaga se fragua
en esa atmósfera lúgubre, una narración que nos va engullendo como la bruma de
aquellas montañas.
Frases cortas y contundentes. Narradas en primera
persona. Una serie de relatos con su título gatuno cada uno, formando un todo
homogéneo.
Así, los habitantes significativos del pueblo
tienen su envés en la vida de un gato, o en relación al felino. Un gato pardo,
gato montés, gato sietemesino, ojo de gato, gato ladrón gato muerto, la lengua
de los gatos…
Un gato sin siete vidas. Un gato de una sola vida
instalada en el corazón indómito de los hombres y mujeres de Olariz:
“Olariz ya nunca ha sido lo que fue. Nuestro
mundo murió. (…)
La gente mayor va cerrando los ojos. Las casas
acompañan a sus dueños muertos. Cierran sus portones y contraventanas. Nada nos
queda. Nada nos pertenece.
El tiempo de Olariz murió.”
Con tal estructura narrativa, la percepción de su
cadencia me sugiere una visión peculiar. Es como presenciar un antiguo reloj de
pared, mostrando orgulloso su porte de madera noble, lustrosa aún. Sus
manecillas siguen maracando el ritmo, “su ritmo”, al son decimonónico del TIC,
TAC… TIC, TAC.
Letanía que va robando, incansable, los segundos,
los minutos y las horas de la vida… TIC, TAC.
Esa escritura de J. Arteaga se desliza por las
páginas con idéntico fluir, TIC, TAC.
Frases lacónicas, sin ambages en la
interpretación, nítidas en su mensaje:
“Aquí (en Olariz) las cosas son lo que son, no
nos perdemos en palabrejas”.
Sentencia corta y punto. Punto como signo
ortográfico y, todavía más, como expresión de autosuficiencia.
El pasado, el presente y el futuro conviven en el
continente de cada frase.
Y si te duele el pasado, te acomodas en el
presente. Y si te angustia el presente… sueñas con el futuro. Cada un@ que se
sienta interpelado por la dimensión temporal que provoque su huida, o su
permanencia.
En ese microcosmos de la aldea, salvaje, al uso
de la vieja ley del monte, transcurren los días del narrador, Fernando, el
otrora aldeano mocete, hecho ya hombre de mirada pétrea en la violencia de su
entorno.
Y, sin embargo, esa mirada primitiva de Fernando se pliega sobre el
otro mundo, “el civilizado” que surge más
allá de los montes. En su sabiduría ancestral tiene claro que el “otro mundo”,
moderno y civilizado, es aún más brutal que el suyo:
"También le llegará la hora a ese mundo que
triunfa. El fin del perfume, el vestido, los ademanes de marqués y el
refinamiento. De la gente zafia y vaga que no merece el aire que respira. (…)
Vemos el anticipo por la misma televisión que hoy
enseña nuestras vergüenzas. Con la guerra de Yugoslavia, las Torres Gemelas y
las matanzas de Iraq y Palestina. Con viejos sepultados entre basura sin que
nadie sepa de su muerte en meses. Con moceticas violadas y estranguladas en el
fondo de un pantano. Extranjeros a los que explotan por cuatro perras y obligan
a malvivir entre cartones. Hombres que apuñalan a sus mujeres delante de sus
propios hijos. Bombas y niños muertos en
Gaza. Aquí y allá. Famosos viciosos y sinvergüenzas ejemplos de virtud.
Mocetas que son esqueleto y pellejo. Que se dejan morir para estar flacas.”
Hay palabras que hunden sus raíces en la
oscuridad de nuestro ser, dentro de una espesura que solo el brillo de unos
ojos felinos puede romper.
“Historia Universal de los hombres gato.
Un zarpazo a los ojos del mundo. Novela, dicen algunos…”
Hola Paco.
ResponderEliminarNo conocía a este escritor que, por cierto, ha nacido a 15 minutos de mi pueblo, en fin, decía, que tiene buena pinta, es más es atractivo, pero también, de alguna forma, siempre encadeno a estos autores(vascos) que se rodean en un ambiente o pueblo concreto con Obabakoak de Atxaga, que no es mal padre, sin embargo no termina de ser un recurso útil y factible usar un lugar único para crear una atmósfera única y un, digamos, olor único que impere en el libro, aunque no sea una novedad porque viene de de Macondo , o Región de Benet y pasa por Murania de Hidalgo Bayal o, de alguna forma, de Paniceiros de Xuan Bello. Todos lugares hermosos, pero el peligro al final es crear lago tan concreto y exacto como estos, y ahí empieza el problema al hacerlo, Si Josu lo ha conseguido, lo leeré.
un abrazo
cuídate
Hola Wineruda.
EliminarJosu Arteaga no es un autor muy conocido y, además, tengo la impresión de que le incomoda sobremanera toda la parafernalia mediática , en la que tan a gusto se mueven otros. También colaboraba (no sé si seguirá) en una publicación anarquista, es una revista libertaria llamada Ekintza Zuzena, por si te suena de algo.
Aunque la conozco de oídas por haberme llamado la atención, no he leído Obabakoak de Atxaga… tiene buena pinta. De Atxaga tengo “Memorias de una vaca”, es un librito de esa bonita colección de literatura infantil y juvenil, “El barco de vapor” que compré para mi hija, tengo varios de esa serie… y me los he leído todos, jaja, ¡¡me lo paso pipa!!
En relación a lo que dices, bueno, Olariz es un lugar único, con una atmósfera propia aunque no se sabe muy bien que parte de ficción predomina sobre la realidad, y viceversa. Supongo que el lugar donde uno nace y crece es materia prima fundamental que muchos autores utilizan para construir el andamiaje de su obra, pero el escritor talentoso sabe extraer de lo local lo universal. Esa querencia por la raíz está, también, muy presente en la literatura sureña de los EUA, apreciable en Faulkner, Carson MacCullers, Eudora Welty, Sherwood Anderson, Steinbeck, etc. Y si nos vamos a México, ahí tenemos Comala, esa aldea de mala muerte (nunca mejor dicho) con la que se recrea Juan Rulfo en la impresionante “Pedro Páramo”. Y, por supuesto los que tú citas con tu excelente conocimiento literario.
Aunque ya te dan esa vocación universal de la historia en el prólogo, cuya parte final de este fragmento yo había omitido:
“Un escenario, en suma, perfecto para abrir en canal cuerpos y existencias a las que hacer la autopsia de la condición humana, que al final es la misma en Olariz que en Sillycon Valley”
Pienso, Wineruda, que Josu Arteaga lo ha conseguido sobradamente. Creo que te gustará su libro :)
Un placer tenerte por aquí, amigo, cuídate.
Por cierto , he puesto :" de alguna forma , de Paniceiros de Xuan Bello" porque-a diferencia de los otros- Paniceiros es real y sus historias son casi recorridos por la memoria a diferencia de Hidalago Bayal o el Mequinenza de Jesús Moncada.
ResponderEliminarPor cierto recordar que el libro más conicido de Xuan Bello es " La historia universal de Paniceiros" :)
Perdón por la rectificación
Cuídate
Recuerdo muy bien leer sobre "La historia universal de Paniceiros" de Xuan Bello en tu blog, de hecho me la descubriste tú... y la tengo apuntadísima, caerá seguro.
EliminarHidalgo Bayal también es un escritor que me apetece leer... espero que me recomiendes algún título suyo, sí es que te ha gustado alguno especialmente.
Nada que perdonar, contigo siempre se aprende :)
Cuídate.
DE Hidalgo Bayal, sobre todo, "El espíritu áspero", fantástico, y "Camino de SIrga" de Jesús Moncada, muy muy bueno (este no me has pedido, pero insisto jajaj)
EliminarUn abrazo
Pd "Ekintza Zuzena" la conocí, ahora no la tengo al alcance, digo que la conocí hace ya tanto que probablemente aquellos números solo estarán en alguna caja fuerte como reliquias
históricas :)
cuídate
Hola Wineruda.
EliminarApunto en mi libreta de imprescindibles esos títulos, el de Jesús Moncada también me seduce mucho.
Cuida bien las cajas fuertes... sobre todo las que tengan libros.
Muchas gracias ;)
Hola Paco me has hecho preguntarme sobre ese mundo supuestamente civilizado en el que vivimos, en el que se enmascaran detrás de bonitas palabras, actitudes y comportamientos mucho más dañinos que aquellos que se muestran con toda su crudeza en otros mundos. A veces es mejor llamar a las cosas por su nombre y ser más sensible a las necesidades de otros, el hambre es hambre en todos los mundos.
ResponderEliminarDesconocía al autor y la propuesta que presentas.
Te deseo lo mejor en estas fechas que se acercan, feliz Navidad y que tengas unos días muy felices en compañía de los tuyos. La Navidad con los niños siempre es muy tierna.
Besos
Hola Conxita.
EliminarHas utilizado la palabra exacta, "enmascaran". Esa es la especialidad de nuestra moderna sociedad, enmascarar. Enmascarar la precariedad, enmascarar la degradación medioambiental bajo el argumento del "progreso". Enmascarar tantas cosas...
Los mismos deseos para ti y tu gente. Así es, los niños se lo pasan genial, y tú con ellos :)
Besos
Es curioso que Wineruda haya mencionado a Obabakoak porque curiosamente yo también recordé a Atxaga a leer tu entrada.
ResponderEliminarMe parece interesante lo que cuentas de este libro, especialmente por el correlato en la vida de un gato. No estoy segura de si llegaré a leerlo algún día, demasiado pendiente, pero ya sabes que pienso que si un libro tiene que ser leído, llegará a mí casi por sí mismo.
Un abrazo largo.
No he leído Obabakoak pero es segurísimo que habrá tenido una gran influencia en autores noveles del País Vasco.
EliminarTiene aspectos muy interesantes, y esos correlatos, como bien señalas, con las vidas de gatos es un planteamiento original y atractivo.
Sí, sé que los libros te buscan, así que nunca se sabe, Ana ;)
Un largo abrazo y te deseo un buen año, con salud.
Nada de nada; ni autor ni libro. Lo que cuentas de Olariz me recordó a una recomendación tuya: 'La lluvia amarilla', y su pueblo, Ainielle. Tengo el libro de Atxaga entre los pendientes.
ResponderEliminarLo apunto. No sé si podré encontrarlo, pero averiguaré.
Gracias por traérnoslo, Paco.
Espero que tú y tu familia hayan comenzado de la mejor manera el tránsito por este 2018.
Un fuerte abrazo, pibe!
Marcelo, el recuerdo de "La lluvia amarilla" estuvo también presente en mi lectura, hay aspectos del libro que inevitablemente me llevan al otro, aunque presentan profundas diferencias.
EliminarParece un libro con pocas posibilidades de llegar allá, ojalá me equivoque.
Buenísimo 2018 y mucha salud!!