Diario de un demente. La auténtica historia de AH Q. Lu Xun
(China, 1881-1936)
Libro. Kailas Editorial, 2014. Traducción de Néstor Cabrera y
Puerto Barruetabeña. 144 páginas.
De entrada Lu Xun me rompe los esquemas. A pesar de que la
contraportada nos pone en la senda de lo que vamos a encontrar:
“Dos obras maestras de Lu Xun, gran renovador de la
literatura china, sobre la condición humana (…)
Diario de un demente es uno de los relatos cumbre de la
literatura del siglo XX. Escrito en forma de diario, refleja las impresiones de
un loco que, curado en teoría de su paranoia, percibe la realidad con más
claridad que los que le rodean.
La auténtica historia de Ah Q está considerada uno de los
textos clave de la literatura china moderna. Narra las andanzas de un campesino
que se burla de aquellos menos afortunados que él, pero que se empequeñece ante
otros más poderosos.”
“Lu Xun
(1881-1936) fue un escritor, ensayista y crítico literario,
líder del Movimiento 4 de Mayo, se le considera el padre de la literatura china
moderna. Su figura y sus obras siguen siendo admiradas y leídas en la China
actual.” (solapa de portada)
He acabado intrigado con este librito, algo más de 140
páginas, perfecto para leerlo entre el café de sobremesa y la caída de la
tarde, mientras apuro el último sorbo de té blanco.
Me cuesta abordar su comentario, una lectura tan atractiva
como difícil de clasificar, pero eso, más que una contrariedad, es un estímulo.
El caos intelectual me viene de perlas… así puedo expresar lo
que me viene en gana, como si estuviese inmerso en un brainstorming, o
en castellano que es más bonito, una lluvia de ideas en la que se caza
el primer concepto que se cruce por la cabeza, por peregrino que sea, y con él
se hilvana todo un relato dotándolo de sentido y coherencia… Eso parece haber
hecho el propio Lu Xun.
Empezar a leerlo es enfrentarse al desafío de una ilusión
óptica, igual que esas imágenes, retratos o dibujos camuflados en otro dibujo,
como el rostro de una mujer oculto tras la cabeza poderosa de un león.
Diario de un demente y La auténtica historia de Ah Q
tienen una exposición narrativa tan sencilla y un planteamiento argumental tan
claro, alejado de la grandilocuencia, el halo trascendental y la profundidad
que se suscita en la lectura de los grandes clásicos europeos, pongamos por
ejemplo cualquier título de los célebres Thomas Mann, o Marcel Proust, que uno,
llevado por vagas sospechas, se pregunta cual es la “otra lectura” que discurre
paralela.
Nuestra mente es enrevesada, resaviada por mil lecturas tiende
a pensar que esa sencilla ficción son triquiñuelas para exponer la inquietante realidad
social, política, etc. Y no vamos descaminados.
Aunque Lu Xun no pone fácil convertir la suposición en
evidencia, al menos en el libro. Siempre queda el recurso de leer sobre su vida
para comprender su obra, y buscar del dato clave, revelador.
Refiero esta dificultad, no por la escritura, que es sencilla
y concisa, sino por la complejidad de abarcar la idiosincrasia china, un país
de proporciones y números descomunales.
Pero ya digo que Lu Xun despliega una narración sencilla, con
el propósito de hacerla legible a todos sus paisanos, excluyendo el lenguaje
excesivamente culto y rebuscado que imperaba entre sus colegas chinos, siempre
fue un revolucionario en todos los sentidos.
Vayamos al primer texto.
Un hombre, de retorno a su antiguo hogar tras una larga
ausencia, se encuentra por el camino a un viejo amigo, cuyo hermano también lo
era. Ese hermano se encuentra lejos, después de recuperarse de un largo y
problemático trastorno mental. Ante la imposibilidad de visitarlo, el hermano
visible le entrega al retornado, su amigo, un diario que escribió el otro
hermano durante su convalecencia, pues considera que, como amigo, tiene el
legítimo derecho a leerlo y saber lo acontecido, que en resumidas cuentas era
una locura transitoria, llevándolo a pensar que estaba rodeado de personas que
tenían como único objetivo comer a otras personas, familias que comen a otras
familias, o entre ellos, aunque todo de una manera nada histriónica, sino muy
civilizada, sin sobresaltos ni escenas dantescas. Ni hay fragmentos truculentos
ni se da pábulo al morbo. Lu Xun quiere
exponer unas cuestiones escribiendo sobre otras.
El diario empieza así:
“Esta noche la luna está muy brillante.
No me había fijado en ella en más de treinta años, por lo que
cuando la vi hoy me sentí extrañamente emocionado. Comencé a darme cuenta de
que en los últimos treinta años he estado en la oscuridad, pero ahora debo ser
extremadamente cuidadoso. Si no, ¿por qué el perro de Zaho me ha mirado dos
veces?
Tengo motivos para temer.”
Fijaos que fuerza tiene un comienzo así, irradia tal
magnetismo (¿será por la luna?) que uno ya no puede dejar la lectura hasta la
última página.
Ya nos centramos en el segundo.
Desde luego, Ah Q es el paradigma del antihéroe en versión
asiática, en China para ser exactos.
Pero si el antihéroe tiene un arresto de grandeza dentro de
su infortunio, los de Lu Xun son el antihéroe total, ni siquiera permite un
asomo de dignidad en su ruin andadura. Es un borrachín, fanfarrón y pendenciero
sin remisión. Sobre todo, es un perdedor. No recuerdo un personaje tan patético
como éste.
Por parte de Lu Xun es magistral la originalidad con la que
reviste de patetismo a este protagonista, pues Ah Q siempre busca un vuelta de
tuerca imposible para convertir su fracaso en una victoria, hasta el punto de
creérselo con un convencimiento absoluto.
En un juego de apuestas consigue un buen puñado de plata,
pero la mala suerte es compañera inseparable del antihéroe, le roban su botín,
le dan una paliza y queda maltrecho por ahí.
Una tragedia, ¿verdad? Pues no, tranquilos, Ah Q trastorna
la realidad a su antojo, cuando le robaban, casi siempre lo que él a su vez
robó, se consolaba pensando que le sisó su hijo, aunque no tenía vástago
alguno, se reconfortaba pensando que todo quedaba en familia, u otros dislates
más grotescos si cabe, la narración es una sucesión de despropósitos como este:
“¡Qué brillante y qué bonito era su montón de plata! Así era…
pero había desaparecido. Ni siquiera pensar que era como si le hubiera robado
su propio hijo le reconfortó. Tampoco le sirvió de consuelo considerarse un
insecto. Esta vez si llegó a saborear un poco la amargura de la derrota.
Pero en un momento cambió la derrota por victoria. Levantó la
mano derecha y se dio dos bofetadas en la cara con fuerza; un segundo después
le escocía el sitio que se había golpeado. Tras las bofetadas se sintió mucho
mejor, porque se dijo que si había sido él quien dio las bofetadas, quien las
recibió tuvo que ser otra persona, y en un abrir y cerrar de ojos fue como si
le hubiera dado dos buenos golpes a otra persona (a pesar de que seguía
escociéndole la cara). Se tumbó satisfecho por haber logrado esa victoria.
Y muy pronto se durmió.”
Ahí es nada… Tela con el Ah Q
Pues sí Paco, tela con el Ah Q. No consigo que me guste mucho la literatura oriental, no sé si es por un tema de desconocimiento de su cultura o su manera de entender la vida es distinta, no lo sé, el caso es que me cuesta mucho adentrarme en autores orientales.
ResponderEliminarNi siquiera con el afamado Murakami lo consigo, empiezo sus libros y no consigo engancharme, así que a pesar de que la propuesta es muy interesante esta vez solo me quedo con tu reseña y el libro, de momento, lo aparco. Igual de aquí un tiempo me coge la pasión por lo oriental, no sería la primera vez que me pasa, me pasó con los clásicos, luego con los rusos... Ya veremos.
Un placer leer la reseña.
He pasado esta mañana pero no me daba tiempo de dejarte el comentario.
Saludos y buen finde
Hola Conxita.
EliminarTodos tenemos nuestras filias y fobias literarias, es normal. Mi pretensión, puede que también la vuestra, no es tanto recomendar leer una obra, como la necesidad de manifestar mi entusiasmo ante un libro, compartirlo, y el blog es ideal para ello, a veces se da la feliz circunstancia de otro lector ávido por leerlo, y otras no.
Recogiendo un pensamiento de Chirbes, que me aplico, cuántos más libros leídos voy acumulando a mis espaldas, menos entiendo qué es la literatura, literatura germana, literatura oriental, esta corriente, aquella otra… Está bien saber algo de estas cosas, por supuesto, pero al final solo me importa si me gusta o no, si me parece un buen libro o uno malo.
Por otra parte, Lu Xun, escritor oriental de China se puede parecer tan poco a Mishima, escritor oriental de Japón, como Luis Landero, escritor europeo de España a Karl Ove Knausgård, escritor europeo de Noruega.
También es significativo que Lu Xun leía mucha literatura germánica… en alemán, pues conocía la lengua, además su estilo se asemejaba, según los críticos, al de Gogol, de quien fue traductor, fue un ferviente admirador del escritor ruso.
Hmm, Murakami, no lo he leído ni tampoco me atrae, esa sobreexposición que ha tenido en todos los medios me mantiene alejado de sus libros… y eso que me regalaron hace tiempo “De qué hablo cuando hablo de correr”. Tal vez más adelante. Y me consta que su estilo es más “occidental” que “oriental”.
Al hilo del párrafo anterior, hoy en plena era de la “aldea global” los escritores contemporáneos, sean de donde sean, se diferencian cada vez menos, las fronteras literarias son muy difusas en la era internet. Para apreciar claramente esos matices diferenciadores entre la literatura de un continente u otro hay que retroceder bastantes décadas.
Después del rollo que te he soltado, solo puedo decirte que… hay tan poco tiempo para tantos libros, cada uno/a que decida.
¡Gracias y abrazos!
Coincido con las apreciaciones de Conxita. Tengo un problema de conexión con la literatura oriental. Me gusta su lírica, me transmite mucha serenidad y calma pero, a la vez, hay algo ahí que impide que me llegue del todo. Dejo aparcado a Lu Xun pero quién sabe si algún día vuelva a por él. No es la primera vez que caigo sabiendo lo que me pasa. Espero algún día ser capaz de apreciar la literatura de estos países pues siento que me estoy perdiendo algo realmente bueno.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Lorena.
EliminarValga lo que he comentado a Conxita aquí también. Eso sí, Lu Xun está del todo alejado del lenguaje lírico, preciosista y sereno que te atrae, y puedes encontrar en Kawabata, que por lo demás era japonés, y ahí también había diferencias con sus homólogos chinos, aunque compartían otros aspectos.
Lu Xun fue un innovador porque usó la lengua franca, de la calle... o de la aldea, y eso marcó la diferencia con sus colegas chinos.
Está claro que hay características específicas de los clásicos orientales, (en los contemporáneos es otro asunto) en este caso japoneses y chinos, pues la filosofía budista transmite una percepción de la realidad, de observar las cosas, que se traslada a la literatura. Igual que la literatura europea se ha nutrido, en gran medida, de la cultura grecolatina, perdurando algunos vestigios de ese influjo.
Al final tiendo a simplificar la ecuación a su mínima expresión, el libro me ha gustado o no, y ya no pienso si era chino o nigeriano (este último gentilicio por el gran Chinua Acheve, escritor que me fascina).
Dicho todo esto, y voy acabando, sean de donde sean los escritores, están igualados y se parecen en lo esencial, pues todos estamos concernidos por los mismos dilemas humanos.
Ayy Lorena, hay tan poco tiempo y tantos libros por leer, que perderse algo bueno es inevitable. lo mejor es reparar esa pérdida con un hallazgo igualmente valioso... En eso estamos todos.
Un abrazo :)
Hola Paco
ResponderEliminarYo creo que los libros sencillos, incluso los que además de sencillos son cortos, son, si están escritos por escritores que merecen la pena, los más difíciles y profundos que he leído.
Un ejemplo: hace poco el hijo de un amigo me pidió que le dejara un libro para leer en la escuela, él había decidido, claro, por uno cortito que leería en seguida y se olvidaría, y , torpe de él, había elegido, “el coronel no tiene quien le escriba” de Márquez, le dejé el libro, no le dije nada, pero a cambio me prometió dejarme leer su comentario recension o como ahora se llame ajja. Lo cierto es que no entendió nada de lo que quiso contar Márquez,. Porque bajo su apariencia chiquitita te habla de muchas cosas, y así debe ser.
Por lo que dices habla de la misma manera Lu Xun, escondido entre sus letras hay más voces de las que a simple vista aparecen.
Muy interesante
un abrazo
cuídate
Hola Wineruda.
EliminarCorroboro absolutamente tu impresión inicial, enfrentarme a algún libro de esa índole ha sido como encontrarme solo en el desierto... ¿Y hacia dónde voy ahora ? ¿Qué hago? Así que... toca agudizar los sentidos.
Los buenos cuentos son excelentes exponentes de esto, pues tuve similar impresión con uno de Isak Dinesen, "Ehrengard". Los de Lu Xun también son cuentos, y en su aparente sencillez sabes que siempre hay "algo" que se nos escapa... esa especie de misterio que no termina de cerrarse ha sido una arteria vital de la literatura, siglo tras siglo.
La simplicidad de los cuentos siempre ha reclamado a los lectores profundos. Tú eres buen lector de cuentos :)
Un abrazo.
Esos libros aparentemente sencillos y breves pueden esconder sorpresa y eso me encanta. Para que una historia sea excelente no necesita exceso de páginas ni dificultades para entenderlo, solo necesita ser un buen libro :)). En alguna ocasión he tenido que hacer marcha atrás porque he empezado a leer sin toda mi atención por pensar que no la requería la historia y he tenido que retroceder y empezar de nuevo con toda la atención. Es posible que este libro que comentas sea de ese tipo: un falso fácil.
ResponderEliminarHe leído algunos autores chinos que me han gustado, incluyo este por si se tercia leerlo.
Abrazos!!
No lo dudes Laura, algunos de los grandes novelistas han dado lo mejor de sí mismos, como ellos han reconocido, en los cuentos.
EliminarHay algo que me fascina en estos de Lu Xun, por esa habilidad que tienen los dotados de gran talento; dar la vuelta a los asuntos más complejos hasta reducirlos a lo simple, abrir ventanas para que entre toda la claridad.
Me encanta esa expresión, que desconocía, "un falso fácil", me la apunto.
Abrazos!!
Las he leído de arriba a abajo y comento de abajo a arriba, jaja. Con este título me descolocas, desde luego. Los fragmentos son un tanto desconcertantes, pero supongo que así es la lógica de un loco, por contradictorio que pueda sonar. La edición está muy bien pensada, el propio título y el formato con un solo color, además rosa ácido. ¿Cómo eliges tus lecturas? Mira que esta se sale de lo convencional. Me lo anotaré.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jaja Gerardo :) Yo también estaba descolocado tras leerlo... ¿Qué voy a contar de esto? Me decía. Busco estos estímulos lectores, que leer no se convierta en un "encefalograma plano", porque entonces deja de ser una pasión y se convierte en rutina.
EliminarEres un gran observador, veo que no se te escapan "esos otros detalles" del libro, en cuanto a su formato, estética, coincido con tus apreciaciones.
"¿Cómo eliges tus lecturas?"
Gran pregunta, muchas veces se me escapa como llego a tal o cual libro, son laberintos que me llevan hasta ahí, como en este de Lu Xun, y no soy capaz de esclarecer el camino, en ese caso, digo yo, serán los libros los que decidan llegar hasta mí... a veces lo he pensado, es más, lo creo.
Otras veces es más fácil, en algún blog, amigos, revistas, etc.
Un abrazo!
Me gusta la literatura oriental, para despuntar de tanto en tanto. Éste que nos traes me desconcierta bastante, porque no se asemeja a nada de lo que he leído anteriormente de ese origen. Será cuestión de hacer experiencia, Paco. A ver si lo encuentro por algún lado.
ResponderEliminarRecibe un fuerte abrazo, campeón!
Hola Marcelo.
EliminarDesconcierto es una buena palabra para definir la impresión de esta lectura, sí, muy diferente a la narrativa que solemos frecuentar, eso ya la hace atractiva. Además, Lu Xun era en sí mismo todo un personaje.
Sería estupendo si te haces con él :)
Un abrazo.
En su día llevé a cabo la lectura de LA VERDADERA HISTORIA DE A Q. Sólo me viene a la memoria que A Q regresa a su pueblo con una pequeña fortuna y que, por esa razón, fue respetado hasta que la perdió o se la robaron, como aclaras tú, y entones pasó a ser ignorado y desconsiderado por sus vecinos.
ResponderEliminarCansado de su vida y de sus fracasos, sueña con la revolución, que parece estar a la vuelta de la esquina, pero cuando esta llega, sueña con la contrarrevolución...Un personaje inestable, ¿no?, y que no acaba de encontrar su norte...
Salvo algo de literatura japonesa, de la oriental en general tengo poco bagaje. Visitar tu espacio resulta muy grato.
Un abrazo, Paco
Tienes una memoria excelente, Luis Antonio, eso sí, el respeto que se ganó era una farsa mantenida por los vecinos, antes y después de su fortuna ya era despreciado.
EliminarSí, los vientos revolucionarios agitan las páginas de este libro, no hay que olvidar el protagonismo de Lu Xun en el Movimiento del Cuatro de Mayo.
Fíjate Luis Antonio, Ah Q se considera a sí mismo como el único medianamente cuerdo de su vecindario, y ese convencimiento te obliga a repensar la situación...
Gracias por tus palabras, otro abrazo para ti.