P. Castillo

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lunes, 13 de septiembre de 2021

 

Luces distantes…




Allá están, esas luces en la lejanía arropadas por la noche y las montañas, podrían ser luciérnagas del campo, pero no, dentro de esas luces hay personas, vidas, historias, lo sé, cualquiera que las mire desde la distancia lo sabe.




Allí adentro hay gente, existiendo en los remotos puntos dorados.

Camino, y mis ojos se dirigen hacia aquellas vidas que mi mente intuye, esas vidas a las que imagino historias.

Es verdad que la lejanía confiere a esas llamaradas suspendidas en la oscuridad una dimensión de irrealidad, fijando los ojos en aquellas luces, ves una cosa pero miras otra, y acaba imponiéndose esa que no ves… 



 

Viene a ser eso que está por encima y por debajo de la “banda media”; tal cual manifiesta el genial Edgar Morin:

Caminando con Edgar Morin hacia las luces lejanas...


LA BANDA MEDIA

"Todo mi trabajo, mis artículos, mis libros, mis verdades tienen que ver con la banda media, el sector intermedio de la existencia, digamos el campo antropológico-histórico-sociológico-político. Digamos también que es el campo de la verificación empírica, en el que el conocimiento se basa en la percepción.

Pero lo que se sitúa encima o debajo de la banda media, el «resto» -ahí donde la percepción casi no tiene sentido, la parte metafísica de las filosofías, la parte poética de las literaturas, la parte musical, secreta, insensata de la existencia-, ese «resto», apenas si lo he evocado en mis prefacios y conclusiones.

El «resto» vive en mis angustias (y como les sucede a muchas otras personas, la angustia es el leimotiv más constante en mi vida). El resto me sobrecoge cuando camino por la ciudad, cuando camino por la noche, cuando me voy a dormir o me despierto. Me cuestiona desesperadamente (lo que significa sin desesperar nunca). No hay noche estrellada en la que no suplique, mirando al cielo, empezar otra vez desde cero, hacer todo lo posible para intentar comprender. Y agito mis sueños, cosmogónicos, hasta dormirme. Aunque sepa que es una locura, a menudo me invade de nuevo la sensación de que es necesario que me decida a tratar de descifrar el enigma de mundo."

Edgar Morin. “En carne viva. Meditación”

 





Tal vez, en aquella luz situada más a la izquierda, una chica de veintitrés o veinticuatro años está escribiendo un WhatsApp en el grupo de amigas, las dice que llegará una hora más tarde al parque, quiere ver su serie de Netflix, el capítulo de hoy promete, pueden empezar el botellón sin ella.

Los botellones están llenos de universitarios. Ella acaba de licenciarse brillantemente en Ingeniería de Sistemas, nada menos, el cuerpo le pide desenfreno…


Entre la luces de más abajo, hay una en la que vive un chico de unos cuarenta y tantos años, solo, quizás divorciado.




Es profesor de secundaria, habla por el móvil con una colega; mañana todos se reunirán con la directora, deben repasar el protocolo sanitario, dichoso covid, y no dejar un cabo suelto ante el comienzo del curso.

Han quedado un rato antes para tomarse un café y ponerse al día.

Acaba la conversación y se va a la cocina, rellena el cuenco con pienso para su gata, ella maúlla agradecida y él le acaricia la nuca.

Se mete en la cama amagando con encender la televisión… finalmente aparta el mando y abre un libro que lleva por la mitad; “La delicadeza” de David FoenkinosHace tres semanas que su doctora le ha retirado el Lormetazepan para dormir, en vista de que su crisis de ansiedad ha remitido considerablemente. Se ha mantenido firme y no ha vuelto a la pastilla, está satisfecho… aunque todavía le imponga un poco acostarse y apagar la luz. De ahí que vaya de la mano de un libro hacia el tránsito onírico, benditos libros. Y bendita gata ronroneando a sus pies...




En una lucecita de arriba vive un matrimonio ya anciano. Estarán viendo el telediario.

Entre ellos flota un silencio que, de vez en cuando, es alterado por un “Ayyy, señor”.

O posiblemente vean uno de esos programas del corazón, con todos los tertulianos desgañitándose a la vez en un galimatías esperpéntico.

En el mueble de la televisión reposan varios retratos de los hijos y de los nietos. En la cima de ese mueble hay una enciclopedia; Enciclopedia Universal Sopena, que compraron, no sin esfuerzo, allá por los 70 para sus hijos.

Y junto a los libros una estatuilla con el símbolo de Nueva York, La Estatua de la Libertad. Jamás han pisado la Ciudad de los Rascacielos, fue un detallito de la hija pequeña cuando estuvo por allá con el novio. La benjamina ya se casó hace 16 años.

El telecotilleo continúa, cumple su función para los dos ancianos… matar el tiempo (aunque siempre sucede al revés), y llenar la casa silenciosa con el vocerío, de jaleo.

Hace mucho que el abuelo no les cuenta a los nietos sus historias, siempre se lo pedían, sobre todo cuando faenó como pastor con cientos de ovejas por tierras extremeñas, siendo muy joven, 17 o 18 años. Luego él y su prometida (la que ahora es su esposa), huirían a los madriles en busca de una vida más cómoda. Entró de aprendiz en un taller de cerrajería donde se jubiló.

Aún se acuerda claramente de sus perros pastores; Rastro, Rubio y Bruja, de eso han pasado nada menos que 66 primaveras, ya ha llovido… pero el recuerdo de estar al raso con sus fieles compañeros se mantiene con una intensidad inextinguible, bastante más vivo que lo acontecido hace unas semanas, digamos.

“Viajar” hacia aquellos momentos le otorga una sensación de plenitud. Su mujer no sabe, nunca se lo contó, que antes de cerrar los ojos doblegado por el sueño… él ya no está en la cama, sino en las enormes dehesas extremeñas, mientras Bruja descansa la cabeza apoyada en su regazo, y él la mima contemplando sus ovejas en lontananza.




Claro, él también ignora los secretos en los que se acurruca su mujer cada noche. Uno y otra hacen su “viaje”. Necesitan huir a su lugar escondido, ese que nadie más conoce. Así ha de ser.




Y yo, por supuesto, también estoy ahora dentro de una luz, viviendo ahí, existiendo en la mirada de alguien tal vez, en esta noche ya dominante.



Me pregunto desde donde me habrá hecho existir mi observador distante. Es posible que desde un avión, o desde un tren, o vagando sin destino. Da igual, en cualquier caso muy lejos de mí.

Ese observador se imagina (me imagina) a un hombre maduro, pasados los cincuenta, escribiendo en el ordenador, seguramente un padre de familia. Y aventurándose todavía más, imagina que esa persona deja de escribir y se asoma al balcón, cuando la noche profunda lo inunda todo, y su mirada se pierde en las minúsculas y temblorosas luces, allá lejísimos, mirando aquello que no ve. Quién sabe lo que pensará…




Sigur Rós - Varúð




23 comentarios:

  1. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, todo es producto de mi invención.

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  2. Nadie es dueño de sus pensamientos, y así como el pastor le asalta el pensamiento del rebaño que tuvo, a todos indiscutiblemente, nos asaltan los nuestros sin poder remediarlo.
    En ocasiones son sueños, si, y estos son buscados, pero los otros, los otros no, y nos dormimos casi siempre con esa sensación de que podríamos haber hecho las cosas de otra manera, aunque esa otra, seguramente, también hubiera tenido sus errores.
    Un abrazo
    Salut

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  3. Es interesante tu interpretación a mi escrito, cada uno lo lleva al territorio de su intimidad, de su pensamiento.
    Siempre seremos prisioneros de nuestras angustias, como señala Edgar Morin. Cuando miro a esas luces en la lejanía... no puedo dejar de preguntarme quien habitará tras esa lucecilla, qué estará haciendo en esos momentos, como si allí lejos, en ese punto luminoso, existiese otra verdad del mundo ajena a la mía.

    Un abrazo. Salut.

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  4. Estimado Paco, TS Eliot escribió:

    Tiempo presente y tiempo pasado
    Están ambos quizá presentes en el tiempo futuro,
    Y el tiempo futuro contenido en el tiempo pasado.
    Si todo tiempo es eternamente presente
    Todo tiempo es irredimible.
    Lo que podía haber sido es una abstracción
    Y permanece como posibilidad perpetua
    Sólo en un mundo de especulación.
    Lo que podía haber sido y lo que ha sido
    Apuntan a un fin, que es siempre presente.
    Las pisadas resuenan en la memoria
    Bajando el pasillo que no tomamos
    Hacia la puerta que nunca abrimos.

    y luego El jardín de los senderos que se bifurcan, JLB.

    Muy lindo leerte, pasarlo bien.

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    1. Estimada Selva.
      El tiempo es una fuente de incertidumbre para la humanidad, así lo han expresado tantos y tantos literatos; excepto en una verdad irrefutable; nos ganará la partida.

      Gracias por visitarme, cuídate, Selva.

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  5. Vivimos en la banda media, pero reflexionamos y soñamos en "el resto". Es por eso (aparte de lo mucho que me gusta) por lo que yo también me voy con un libro a la cama, como el profesor que nos cuentas, y también hay noches que tengo que acudir al lormetazepán para conseguir dormir sin caer en la angustia de ese "resto", esa metafísica de la vida que lleva sin remedio al estupor.
    A mí también me gusta imaginar historias en las escenas que veo y en las personas que las interpretan.
    Un beso.

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    1. Haces una reflexión inicial muy atinada. Los libros también tienen su parte de refugio, no es solo leer para conocer una propuesta literaria, siempre hay algo más, algo íntimo con los libros que está hecho a medida de cada lector, algo intransferible.
      Imaginar nos permite, durante unos momentos, desanclarnos de la realidad, ejercicio sanador...

      Un beso, Rosa.

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  6. Siento tres cosas al leer tu texto. creo que las tres me acercan a ti: una de ellas es la sensación que me da de , mientras te leo, oír en Calle Mayor a Fernando Rey contando las verdades y las cuitas de las personas que pasean por su celuloide y sus aceras, me encanta esa película, me encanta ese recurso cinematográfico. El segundo que me une es que las veces que escribo, en especial cuando escribo poesía, es uno de mis temas obsesivos, la noche y las luces de las casas, los fuegos fatuos, las linternas de mineros de los rascacielos, la lumbre de los cigarros que se muestran por los cristales de las casas me hacen pensar en sus mundo y en el mío,, el paso rápido de una figura tras las cortinas acrecienta la sensación de vida que no conozco ni conoceré. Dicha sensación se acrecienta por el paso de los coches por las carreteras, las autopistas, esas filas de luces que pasan en la oscuridad, me obsesiona el paso rápido de la gente y el tiempo, la sensación de que nada se controla, y que el coche es la casa apunto de desparecer, apunto de irse a la nada para siempre. POr último hablo de la utilidad de la poesía, cuando desnudas a la realidad de todo significante útil, de toda sensación de que cuesta algo, nos cuesta algo y lo hacemos con un fin utilitario, o lo hacemos para cumplir, no sé una deuda o explicar una razón o , acaso, para demostrar una teoría o medir tu mundo, cuando lo que hacemos no es eso, no es nada de eso, como lo haces tú, Paco, al final, eso que escribes es poesía, porque cuando quitas la realidad, quitas la pesadez de las botas y los suelos, quitas el peso de lo momentáneo, de lo diario, quedan los sueños, lo etéreo, lo que desborda de la copa de la realidad, queda ...la poesía , acaso la más inútil de las artes, la más innecesaria, por lo tanto más bella, porque, que yo sepa, solo cuando lo necesario llega a la perfección es cuando se hace innecesario.
    gracias Paco
    cuídate y cuida tus sombras.

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    1. Pues me complece sobremanera tener esos puntos de unión contigo, Wineruda. Desde pequeño, cuando viajaba a veces en el tren con mi padre y mi madre, me fijaba fascinado en las lucecitas lejanas de los pueblos y ciudades que el tren circundaba velozmente, yo trataba de imaginarme vidas e historias tras esas luces, xreo que yo divago desde que tengo uso de razón! Jaja.
      Igual que me fascina tu impresión sobre mi eacrito, llevándolo al terreno de la poesía... La verdad es que no lo había visto así, pero es una visión profunda la tuya, y la verdad ea que mis palabras también surgen de mis profundidades, pues como dices, no discurren por la superficie de la realidad. Tu forma de mirar, Wineruda, siempre es novedosa, con lo difícil que es eso!
      Gracias a ti, cuidate, mis sombras andan animadas, saben q3uw el otoño está al caer. ;)

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  7. ¡Hola Paco! me encanta la imaginación que tienes para idear otras vidas, es curioso este post que has escrito. Habría que decirle a tu profesor de secundaria que eligió buen libro para leer, “La delicadeza” de David Foenkinos, un libro bastante especial. Fíjate que para mi no hay mejor Lormetazepan que leer un poco antes de dormirme, en la cama, me encanta y aunque el libro me tenga muy enganchada, creo que solo duro media hora leyendo porque enseguida se me cierran los ojos y se me cae el libro de la mano, jeje. Al día siguiente tengo que releer lo último, porque se quedó en el limbo
    Besos

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    1. Hola Marian, pues también encantado por tu entusiasta acogida siempre, eres un estímulo.
      Como le conento a Wineruda, esto de divagar con las luces lejanas ya me viene de niño, me resulta extraño explicarlo, así que la imaginación resulta una excelente manera de abordarlo.
      Sí te digo la verdad... Nunca he leído ese libro ni a Foenkinos, pero mientras escribía esa entrada tenía el libro en mis estanterías, a golpe de vista, y me dije; voilà, este pongo, jaja.
      Dormirse con un libro es infinitamente mejor que dormirse con disgustos, simple, ¿no?
      Respecto a la CDC ya te cuento.
      Besos.

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  8. Un auténtico placer tus textos. Estoy convencido de que también producen efectos terapéuticos en el espíritu o como quiera llamarse...

    Un abrazo, poeta

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    1. Un placer igualmente tu compañía, que te agrade lo que escribo anima lo suyo. Gracias Luis Antonio.
      Un abrazo fuerte.

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  9. Yo también imagino las vidas detras de las luces que veo a lo lejos o no tan lejos, detras de ventanas que pocas veces se ven abiertas. La imaginación también salva a veces de la realidad más cercana, igual que los libros, para esas noches de insomnio donde la cabeza va a mil y sólo necesita algo que la pare y la centre en una historia. Me encanta leerte. Un abrazo

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    1. Sí, supongo que esa visión nos provoca la ensoñación, y nos hacemos preguntas...
      Leer por la noche, antes de que te atrape Morfeo, es un buen colofón para acabar el día y deshacerse de algunos pensamientos tóxicos.
      Un abrazo, Esther, gracias por tu compañía ;)

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  10. Hay un hermoso libro -¿qué libro suyo no hay que sea hermoso?- de Antoine de Saint Exupery, creo que "Vuelo nocturno" en que el piloto en medio de la noche ve a lo lejos una lucecita roja que le lleva a pensar en las vidas que existen allí. Es un momento de honda reflexión existencial algo que es consustancial en sus libros que recogen su vida como piloto. Reflexión existencial y ahondamiento humano en una búsqueda del sentido y de la trascendencia. Siempre lo he leído maravillado. Tu texto en cuanto lo leí me evocó rápidamente ese momento que no he olvidado a pesar de que han pasado más de veinte años que lo leí.

    Leí no hace mucho La delicadeza de Foenkinos y me defraudó seriamente tras haber leído otro suyo que sí que me gustó, Hacia la belleza. La delicadeza me resultó muy al gusto de lo políticamente correcto y lleno de una sentimentalidad suave que me desagradó. Un producto redondo sin aristas. Quería leer Charlotte pero esta última lectura me reveló un escritor sin demasiada mordiente y estereotipado.

    Un gato aparece en tu texto. Un gato solitario en un hogar es un producto adaptado al bienestar de los humanos que se humaniza y pierde buena parte de su instinto felino. Si se le da un compañero, especialmente de cachorro, tiene que sacar su naturaleza y entrar en conflicto más allá de la blandura que reclaman los humanos.

    Un texto, en definitiva, evocador. Supongo que los has leído pero tanto Piloto de guerra como Vuelo nocturno de Saint Exupery son sobresalientes, existencialmente profundos.

    Un cálido abrazo.

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    1. La verdad es que nuca he leído a Foenkinos, tengo ese título por mi estantería y así, a bote pronto, se lo adjudiqué a ese profesor imaginario, pero ha sido muy interesante conocer tu opinión sobre el libro. De Saint-Exupéry solo he leído "El Principito", unas cuantas veces porque también se lo he leído a mis hijas, y me encanta, pero anoto con sumo interés sus otros títulos que citas, me has despertado una gran curiosidad con tus palabras al respecto.

      Los gatos y los perros hace miles de años que establecieron su alianza con los humanos, unos y otros obtienen sus beneficios, una relación de simbiosis, tan frecuente en la naturaleza.

      No sabes lo que me alegra verte por aquí, amigo Joselu, hace días que tengo pensado escribirte.

      Cuidaros mucho.

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  11. Que reflexión tan bella Paco. Como has ido abriendo paso a lo que puede haber tras las luces que indican la presencia humana, miles de historias diferentes en las que tú estás también incluido.

    Las fotos ilustran muy bien lo que cuentas, como siempre.

    Abrazos.

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    1. Gracias, Laura.
      La vida se aprovecha mucho más cuando uno se detiene a reflexionar, pero hoy a la gente le cuesta pararse, todos van con unas prisas endiabladas. Escribir es una variante reflexiva que encuentro estimulante.
      Abrazos!

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  12. Pues te imagina muy bien tu observador distante. Y ahí te deja a ti mismo observando y con tus pensamientos. Un cierre perfecto para esta bella entrada.
    El juego de imaginar vidas es fascinante, bien sea como haces en tu relato con las luces en la distancia o como podríamos hacer con cualquier desconocido con quien nos cruzáramos. Lo curioso es lo poco que nos da por observar e imaginar de los que tenemos más cerca, como esa pareja de ancianos cada uno refugiándose en su lugar escondido e ignorando el del cónyuge.
    Una entrada muy sugerente, Paco.
    Un abrazo

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    1. Ayy, esa imaginación que nos refugia de la tediosa, y muchas veces violenta, realidad. Lo cercano actúa como fuerzas que tienden a repelerse, y las lejanías se atraen mutuamente.
      La vida tiene su parte de juego, y hay que aceptar la partida.
      Gracias, Lorena.
      Un abrazo.

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  13. Me ha gustado esa especie de ventana indiscreta imaginaria que te sugieren las luciérnagas urbanas. La historia del pastor especialmente y quién sabe, a lo mejor como dices tú mismo eres al mismo tiempo observador y observado y alguien te imagina en este momento. Pienso como Lorena, cada vez ignoramos más al prójimo, pocas veces se para una a pensar en la cantidad de vidas que comparten espacio con nosotros y sus recovecos, no sé si es consecuencia de mercantilizarlo todo.

    Un abrazo.

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    1. De cuando en cuando hay que abrir ventanas a la realidad, y mirar aquello que no se ve.

      Está claro que impera el individualismo a ultranza, eso nos impide ver más allá de nosotros mismos, ignorando al prójimo como señaláis.

      Un fuerte abrazo, Gerardo.

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