“Sobre el gran espejo de la Tierra”
Estamos viviendo unos momentos de enorme inquietud por todo lo ocurrido en Cataluña…
Me
siento atosigado entre banderas de una parte y de la otra que ondean a ver cual
luce más grande y vistosa.
Uno quisiera abstraerse de todo esto, ya me gustaría, pero
ante hechos de tal naturaleza resulta imposible.
Hay que repensar tantas cosas… cartas, discursos, credos, símbolos, etc, etc. Incluso revisar el
significado y el sentido de ciertas palabras, o las palabras mismas, que sirven
para reflejar una realidad que tal vez ya no represente lo que somos, y lo que
no somos.
Y qué decir de los políticos que nos dirigen,
continuamente caen en la incongruencia, peligrosa e insensata, de solucionar problemas
creando otros mayores, lo acabamos de ver con esas escenas de violencia, venga
de quien venga, que solo hacen abrir más la herida.
En los últimos años, este país ha destinado millones de
euros al cemento y el ladrillo, para satisfacer la megalomanía de unos cuantos
políticos; aeropuertos vacíos, super circuitos de fórmula uno, flamantes
“ciudades de la justicia” cuyos únicos moradores son conejos y matojos, y el
catálogo de despropósitos suma y sigue.
Sobran ladrillos, paraguas perfecto de la corrupción, y
falta cultura.
Lo buenos pensadores se nos están yendo, y los que vienen
detrás lo hacen formados en un sistema educativo empobrecido hasta la vergüenza,
ya que nuestros políticos consideran más necesario recortar presupuesto en
cultura, cercenar los estudios de humanidades, y gastar millonadas de euros en
autopistas de peaje por las que nadie circula.
Así que este
mediodía venía caminando por una calle de Madrid, con un libro de poesía en la
mano (una autora cubana de raíces gallegas llamada Rita Geada).
Solo he leído
el primer poema, mientras andaba, y me doy cuenta de la asombrosa capacidad que
tiene la poesía para transformar el “negativo” en “positivo”, como si fuera una
fotografía en blanco y negro que al revelarse va mostrando la imagen hasta
hacerla reconocible.
Y leía el poema rodeado de banderas asomadas a balcones y
ventanas de la capital, pero sin signos de vida interior en las casas… ventanas
cerradas, balcones vacíos.
Al terminar de leer el poema, pensaba… no son las banderas
las que tiene que hablar, sino las personas.
Leed con atención este poema escrito en el año 2001…
porque nos cuenta a todos nosotros, ahora y siempre, y no cuenta ninguna
frontera.
Espejo de la tierra
En el juego de las formas cambiantes
Aparecemos y desaparecemos
Sobre el gran espejo de la Tierra.
Contempladores y (o) contemplados,
amantes y (o) amados,
deseantes y (o) deseados
según la trama esté dispuesta.
Con los ojos vendados buscamos afanosamente
la otra parte, la mitad original
perdida en las tinieblas.
Las imágenes se doblan y desdoblan.
Se encuentran o, a veces, creen encontrarse
para desaparecer luego.
Los espejos se multiplican
Como en las corresopondencias gnósticas,
“lo que es arriba es abajo”
o “así en la tierra como en el cielo”.
Lo que “es” rechaza siempre lo que no “es”.
Así, lúcidos o ciegos,
avanzamos por los días y las noches
respirando el aire
de las variadas formas y colores,
integrándonos al proteico juego de las metamorfosis.
Andamos,
volamos,
giramos,
nadamos
y lanzados somos
sobre el inmenso espejo de la Tierra
que señala la aventura humana
persiguiendo siempre la unidad perdida.Mucho ánimo, para todos.
Hola, Paco
ResponderEliminarUn gran poema, que resulta más que oportuno para estos tiempos de desencuentros. Pareciera que nos esforzamos todo el tiempo en encontrarnos las diferencias y usarlas para alejarnos, cuando esas diferencias nos deben enriquecer, ampliando nuestra mirada con vistas a una diversidad indispensable, ecuménica; que nos incluya, nos integre como género humano.
Tú hablas de una herida; nosotros, de una grieta, pero el significado es el mismo: desencuentro. Y lo que expresas sobre el deterioro cultural en aras de supuestas mejoras -aunque siempre menos necesarias- es una realidad no solo de España sino de toda la América Latina.
Me solidarizo con tu desánimo, claro en tus líneas.
Gracias por traernos otra autora, desconocida para quien escribe.
Recibe un fuerte abrazo, campeón!
Hola, Marcelo.
ResponderEliminarLa verdad es que cuesta centrar la atención en otra cosa que no sea este descomunal jaleo que se ha armado aquí... estoy estupefacto ante todo este sinsentido de banderas por aquí, banderas por allá, agresiones, insultos, amenazas, incompetencia de unos y de otros, etc, etc... Joder, menuda imagen estamos dando en todo el mundo desde el domingo pasado.
Así es, amigo, ponemos toda nuestra intensidad en resaltar las diferencias para vapulearnos, triste espectáculo, tristísimo. Pero, como bien dices, parece ser un mal universal.
Este libro de poesía lo adquirí ayer en una librería, fui a recoger dos libros que tenía encargados, vi este librillo, lo curioseé por encima... y aquí está conmigo.
Cuánto se agradece tener siempre un libro al lado, querido Marcelo.
Gracias a ti, otro gran abrazo!
Oscilo entre no parar de pensar y hablar sobre el tema y el silencio total cuando la desesperanza me invade. Otras emociones llegan y se van, no me da pena que lo hagan porque no son buenas. Y así andamos quienes no somos de banderas ni de patrias, en tierra de nadie, en tierra vacía, yerma. Y más solos que la una.
ResponderEliminarEl poema es bello y da que pensar.
Abrazos.
Así es, Laura, estos momentos te someten a una purga emocional, te invaden unas emociones y, a la vez, es necesario desprenderse de otras.
EliminarEstar "más solos que la una" es una sensación de congoja como hay pocas. Bien es cierto que los libros, como pueden, te hacen compañía, pero somos seres humanos y por tanto necesitados, en mayor o menor medida, de relaciones con nuestros semejantes.
Necesitamos lo que el sociólogo y politólogo norteamericano Robert Putnam (fue lectura en la facultad) denominó "Capital Puente", crear vínculos y tender puentes con las gentes distintas a ti, en pensamiento, ideología, etc, para crear sociedades pacíficas, lo que parece utópico.
Veremos en que desemboca todo este asunto...
Un poema sugerente y bello :)
ABRAZOS!
La historia interminable...
EliminarLos libros y unas pocas personas son mi refugio, pero me falta la compañía colectiva en la que siempre he confiado.
Abrazos.
Me produce mucha tristeza todo lo que está ocurriendo. No aprendemos como humanidad, repetimos los mismos errores una y otra vez. Me atrevería incluso a decir que hay quienes son conscientes de ello y lo utilizan en su beneficio. Puede que cada conflicto tenga sus propias características particulares pero todos siguen en su desarrollo un mismo patrón, es como seguir un manual. Provocar, azuzar, no reflexionar, dejarse arrastrar.
ResponderEliminarUna feliz o infeliz coincidencia quiso que la publicación de mi entrada sobre «El mundo de ayer» de Stefan Zweig coincidiera con el día de los atentados en Barcelona. La terminaba con la reflexión de que esa caída del mundo de ayer de Zweig me recordaba a la situación actual y vaticiné en una respuesta a un comentario que en unos días Cataluña y España volveríamos a estar a la gresca (no me podía imaginar por aquel entonces que llegaríamos a este nivel de enfrentamiento). Otra casualidad quiso que, precisamente el pasado 1 de octubre, releyera para su programación la próxima reseña que publicaré. Se trata de «En la belleza ajena» de Adam Zagajewski, en la que el autor cuenta que eligió como patria la poesía, un poco en línea de lo que tú propones en esta entrada. La verdad que dan ganas de mudarse a esa patria sin fronteras ni banderas.
Un abrazo
Ha irrumpido de forma violenta, imponente, una especie de grieta social partiendo en dos un sentimiento de hermandad que parecía más sólido de lo que, en realidad, se ha demostrado que es. Y eso desde luego nos sume en una sensación de tristeza honda.
EliminarSupongo que te quedarías "helada" ante la materialización de tu vaticinio sobre Cataluña y España, pero como bien apuntas a superado todas las expectativas en cuanto a nivel de confrontación, todo es muy lamentable.
Zweig es uno de esos escritores cuyas impresiones sobre las personas, y el mundo que nos rodea, son un fogonazo de luz en la oscuridad impenetrable, que se cierne sobre muchos de nuestros actos.
Pues estaré muy atento a tu propuesta sobre Adam Zagajewski, hacer de la poesía un refugio es una buena opción para salvaguardarte de tanta insensatez.
Un abrazo, Lorena
Hola Paco,
ResponderEliminarCuánta razón hay en tus palabras y cuánto despropósito que sigue aumentando día detrás de día por culpa de unos políticos que no saben hacer su trabajo y solo juegan a enfrentar a las personas y a los pueblos.
¿Qué es una bandera? ¿Acaso eso es lo único que importa? Un país se construye con y para las personas y eso es lo único que siempre ha de importar. Un país se enriquece sumando y nunca dividiendo ni enfrentando. Las diferencias nunca han de ser un inconveniente sino una riqueza. Jugar a menospreciar, a atiar el odio de unos contra otros me parece un despropósito y una gravísima incompetencia política que ha dejado y dejará heridas que ya veremos cómo se solucionan.
Creo que no nos merecemos a estos políticos o quizás sí viendo a tantos que se contagian de la misma estupidez y se dedican a insultar gritando a por ellos, en lugar de no repetir errores y darnos cuenta de cómo nos usan y nos distraen para que no veamos su incompetencia y su corrupción. Eso que no deberíamos haber permitido, por eso que teníamos que haber defendido porque era dinero de nuestra educación, de nuestra sanidad, de nuestros ancianos, de nuestros jóvenes... y para eso no hemos dicho ni hecho nada. Triste panorama, pero qué se puede esperar de un país que recorta en cultura y en educación, que expulsa a sus jóvenes, a sus investigadores, a sus científicos, que no aprende de sus errores, que premia el no esfuerzo, y jalea las gracias de los incultos? Triste, muy triste.
Siempre las personas, por encima de todo.
Besos
Hola Conxita.
EliminarQueda fuera de toda duda la ineptitud de los políticos, pero los ciudadanos también tenemos parte de responsabilidad en la marcha de un país.
El otro día comentaba que impera en la sociedad la cultura del mínimo esfuerzo, y yo resalto el mínimo esfuerzo intelectual. La gente va por ahí adquiriendo "ideas de segunda mano" a los charlatanes ambulantes (los antiguos vendedores de crecepelo, reconvertidos en políticos) de turno, una retórica estudiada que apela a las emociones y sentimientos de la ciudadanía, porque, lo digo claro, muchos prefieren que les den el relatito ya formado para discutir sobre el bien y el mal, mejor eso que te lo dan hecho, que el esfuerzo de construirse un pensamiento propio, siempre partiendo de la autocrítica, para eso hay que leer y tener curiosidad intelectual, apreciar las humanidades, etc, cuestiones que concitan poco fervor en un amplio elenco de la ciudadanía.
Así que, amiga Conxita, vas por buena dirección cuando señalas la misma estupidez en buena parte de la sociedad.
¿Tenemos lo que nos merecemos? Pues hombre, en parte sí... un país lo hacemos todos, no solo los políticos.
Cuídate amiga :)
Sobre quienes tengan la culpa - espero que se clarifique con el tiempo - recaiga la responsabilidad y el castigo de la fragmentación de la sociedad catalana en dos mitades confrontadas. Los gobernantes no son ajenos a este conflicto. Espero y deseo que, antes de que sea demasiado tarde, sean capaces de afrontar la realidad mediante el uso de la palabra y el deseo de ver lo que está más allá de sus "ombligos" e intereses partidistas.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco
Amigo Luis Antonio, la mayoría de nuestros políticos hacen del uso de la palabra una vacuidad. Aún así me sumo a tus deseos, por supuesto, la fractura social es un hecho que pesará sobre sus conciencias.
ResponderEliminarCuídate amigo :)