Maldito
amor. Rosario Ferré (Puerto
Rico, septiembre de 1938 – febrero de 2016)
Libro. Editorial Emecé, 1998. Primera edición en 1986. 253 páginas.
Fortaleza, Viejo San Juan. Puerto Rico.
El
gran compositor Hector Berlioz refería esto: “Se dice que el tiempo es un gran
maestro; lo malo es que va matando a sus discípulos.”
En un
sentido menos siniestro puedo decir que estoy sometido a una seria hambruna de
tiempo, aunque no me matará de inanición. Lo que explica mi escasa presencia en
el blog. A decir verdad, algunas horas
sueltas siempre acuden a tu rescate, pero esas las dedico, después de la
familia, a leer y pasear, así que no había más remedio que robárselas al blog.
Sin embargo otro contratiempo de impredecibles consecuencias está ya al caer,
estamos inmersos en plena fase de mudanza domiciliaria, por fortuna la
distancia no va más allá de unas cuantas calles, pero es un incordio
considerable y la conexión a internet, en la nueva casa, ha de pasar por una
fase burocrática y logística inevitable, así que seré un vagabundo virtual
durante algunas semanas. Esperaremos.
Maldito
amor. Rosario Ferré.
Algo
que siempre tengo que agradecer a mucha, y excelente, literatura latinoamericana,
en este caso caribeña, es la riqueza léxica que despliegan en sus historias.
Esto se comprueba rápido cuando el viajero de acá (España), aterriza allá y
constata que hasta la persona de más humilde condición, habla un castellano con
tal pulcritud y corrección que causa mi desconcierto al pensar que a este idioma hermoso se le degrade
tanto en su propia cuna.
Si
tuviese que definir con una palabra la prosa de esta escritora escogería
“exuberancia”.
Puerto Rico es una isla caribeña, y aunque eso
implica varios matices, hay un impacto inicial que provoca en el visitante, la
admiración por eso mismo, la generosidad de su naturaleza, una orografía muy
heterogénea; llanos, cadenas montañosas, litoral con escarpados acantilados, o
de apacibles e idílicas playas. Después las lluvias, haciendo del cielo un acto
de contemplación que alienta en cualquiera el deseo de ser poeta. El agua suele
caer como si fuera “El diluvio universal”, para luego dar paso a una plomiza “calma chicha”.
Miles
de especies vegetales, árboles impresionantes que se adentran en el mismo San
Juan, ahí está el imponente Jagüey Colorado, un sinfín de aves y fauna exótica,
por ejemplo las impresionantes iguanas que sueles encontrar a cada rato, ya sea
en la ciudad o en pleno campo.
La geografía humana es igual de variopinta, en definitiva un peculiar cóctel (son los inventores de la piña colada), del que acaba bebiendo el imaginario colectivo de sus habitantes, ¿y qué es la buena escritura sin la base de un imaginario individual, y por añadidura colectivo, rico y extenso?
El
cruce, la mezcla, todo aquello que sea antítesis de la endogamia intelectual,
debería “parir” excelente literatura, y este es un buen ejemplo, como en el
mismo sentido lo fue si hablamos de Gabo, Cortázar, Cabrera Infante, Llosa,
etc, etc.
Rosario
Ferré hace una fotografía social de esas que solo la literatura puede reflejar,
poniendo el foco en la cotidianidad y otros gestos desapercibidos en los
grandes tratados. Tiene un evidente interés histórico, pues las familias
terratenientes de origen español, quedan perfectamente retratadas en sus usos y
costumbres de ricos azucareros, tabaqueros, cafeteros y productores de ron. Y
en un aspecto más crudo de lo que muchas veces por
aquí nos ha llegado, exhiben sin reparos el racismo verbal y social
hacia todos aquellos peones, sirvientes o simples convecinos de piel oscura o
“moracha”.
Tiene
mérito esta excelente escritora en plasmar sin titubeos el ambiente real de
aquella época, lo aclararé.
R.
Ferré es hija de una ilustre familia puertorriqueña descendientes de aquella
estirpe, “honorables familias españolas”, influyentes hacendados aposentados en
sus elegantes mansiones coloniales , siempre con el estigma hacia el bracero, esa mano de obra con la
piel oscura, el pueblo llano en definitiva, a quien consideraban descaradamente
inferior e indigno de formar familias con aquellos “hidalgos hispanos”, cual
Quijote, afectados de ínfulas nobiliarias.
Si
bien ninguno pertenecía a la vieja nobleza española, no tardaron en cuanto llegaron a la
isla e hicieron fortuna, en representar una burda, grotesca y patética
imitación del rancio abolengo y noble latifundista que siempre les ninguneó en
la Madre Patria. Cuando no atribuirse falsamente unos antiquísimos y señoriales
orígenes.
La
sucesión de acontecimientos, sobre todo trifulcas, entre los miembros de una
misma familia, y de éstas con otros clanes rivales es trepidante, lo que
redunda en un ritmo narrativo muy vigoroso, una lectura muy viva, impactante que
no atropellada, de estímulos visuales, olfativos, táctiles a flor de piel...
Una
narración que se disfruta porque apela a los sentidos, y aunque parece
escamotear el acto reflexivo también otorga la posibilidad, pero no siempre te
lo brinda en bandeja, porque estás apabullado con esos aromas y tonalidades,
acaloramientos verbales, reacciones viscerales… es decir, un léxico que cae
sobre el lector como los chaparrones tropicales, cuando el cielo caribeño
literalmente se resquebraja sobre todo lo que hay debajo.
Después
llega la calma aplatanada en la isla, que es como decir en el libro, y ese
masticar lento de las palabras, ese acto rumiante que el lector hace con los conceptos,
preludio de la reflexión en obras más… ¿abstractas? aquí también ha lugar.
Y te
deleita con su exquisita escritura en otros aspectos, como la muerte:
“La
muerte de mi padre me enseñó una lección terrible, don Hermenegildo: nuestro
amor por los muertos, como los témpanos, solo puede medirse por el tamaño de
nuestro resentimiento. En la superficie todo anda bien, navegamos la mar, la
mar en calma, pero con el tiempo los recuerdos de las injurias que hemos
sufrido a manos de nuestros muertos queridos se van depositando, adhiriéndose
unos a otros al fondo insondable de nuestras conciencias, como un sedimento
turbio y mortal. Comenzamos a pensar entonces en todo lo que, por pudor o
respeto, nos callamos y no les dijimos en vida, y esas verdades comienzan
entonces a enconarse al fondo de nuestros corazones, a formar lentas pústulas
de odio, o, lo que es lo mismo, llagas que supuran un amor mortal. Los vivos
tenemos entonces que comenzar a desembarazarnos de nuestro muertos, que
comenzar a olvidarlos; tenemos que empujarlos tiernamente a un lado, o
arrancarnos con violencia ese abrazo de hielo con el que intentan hundirnos, (…)”
Así escribe Rosario Ferré. Magistral.
El torrente te arrastra, la lectura se
desarrolla con la furia de un aguacero caribeño (son impresionantes), y hay que
dejarse empapar. Ahí nadie usa paraguas para las lluvias, solo para protegerse
del sol mientras acuden a la iglesia.
Me
gusta “algo” que entreveo en esto último que cuento, puede ser una bonita
metáfora, como en el chaparrón, también con los libros hay que “dejarse
empapar” , que las gotas (las palabras) penetren por los poros, ser permeable a la lluvia y a las palabras
que nos aguardan en los libros. A veces leer es como dejar que la lluvia empape
todo tu cuerpo y sentir a las gotas surcando tu piel.
Volveré por aquí, no dejaré de visitaros, también sois como esa lluvia vivificante que, por escasa y preciada, nunca dejo de buscar.
Ciertamente, la literatura latinamerica es rica, elegante, llena de matices, transmisora de sensaciones, olores,... Lástima que aquí en España cada vez seamos más descuidados y a veces incluso maltratadores con nuestro propio idioma. Y la mezcla por supuesto siempre es buena, siempre se gana con ella porque suma, aunque desgraciadamente hay quien no lo vea así.
ResponderEliminarA Rosario Ferré en concreto no la he leído pero no me importaría dejarme empapar por su letras.
Un abrazo y ánimo con la mudanza.
Así es Lorena, la literatura latinoamericana siempre nos ha deleitado por el uso y dominio de los recursos lingüísticos, más allá de la trama del relato, me complace descubrir lo sorprendente o fascinante que puede ser el mundo por cómo se ha narrado.
ResponderEliminarLa mezcla, en cuanto a la especie humana, es garantía de supervivencia.
Seguro que Rosario Ferré satisface tus exigencias.
Un abrazo y muchas gracias!
El tiempo...
ResponderEliminarHace unos días a raíz de un comentario sobre la falta de tiempo me dijeron una frase que decía una persona afincada en un país africano En Europa tienen relojes, en África tenemos el tiempo, me dio por pensar en que a veces tanta prisa no nos deja disfrutar del momento y de las pequeñas cosas del día a día, que toca parar y llegar a lo que se llegue, así que vaya por adelantado que espero tengas una buena mudanza sin mucho estrés.
El uso del lenguaje que hacen los escritores latinoamericanos es una maravilla, te descubren un léxico tan rico y tan vívido, lleno de colorido e imágenes visuales que dibujan con sus palabras.
No conozco a la escritora pero el fragmento que nos has dejado es de los que no te dejan indiferentes, será cuestión de apuntarla en mi lista de escritores para descubrir.
Y me ha gustado ese dejarse empapar por las palabras.
Un abrazo
Hola Conxita.
EliminarEn lo esencial, en las cosas que importan, África nos puede dar alguna lección.
El libro de Rosario Ferré está repleto de fragmentos como ese, tiene la difícil habilidad de lograr una narración sugerente y evocadora con una prosa sencilla, aparentemente.
Una autora que tú disfrutarías, sin duda.
Gracias Conxita :)
La cita de Berlioz es macabra, pero lo cierto es que me ha hecho sonreír.
ResponderEliminarÚltimamente conozco a mucha gente que se ha mudado o está en ello. Como todo lo interpreto en términos de señales presiento que dentro de no mucho yo también tendré que mudarme :)
El libro, para variar, no lo conocía pero sabes cómo me atrae la escritura de lo cotidiano. Y si el lenguaje es exuberante y bello pues ya es un regalo. Me quedo pensando en cómo en los países latinoamericanos se trata mejor al castellano que en nuestro propio país, descuidando un idioma tan rico y lleno de recursos como el nuestro. Qué mal nos tratamos a nosotros mismos.
Me ha alegrado "verte" porque te veía poco, sí. Pero intuía que no había peligro detrás ;)
Un abrazo fuerte
Esa cita de Berlioz define bien nuestra vana pretensión de ganarle la carrera al tiempo.
EliminarUna mudanza también implica una ruptura abrupta con la rutina, en ese sentido hay que saber ver lo estimulante que nos aguarda tras la experiencia, tú seguro que lo harás desde el minuto uno.
Me ha gustado mucho el estilo de Ferré, sé que es una autora para un paladar fino como el tuyo.
Por aquí ando, Ana, no me voy :)
Un fuerte abrazo.
Es vox populi que en TV, 'el tiempo es tirano'. Creo que el tiempo es un tirano no sólo en la TV. Y lo que tú haces de quitarle a unos para destinarlo a otros lo hacemos todos un poco, llámese blog, lectura, hobbies, etc.
ResponderEliminarNo conocía ni autora ni libro y tampoco he andado por Puerto Rico. Pero es interesante lo que señalas respecto del idioma. Podría asegurarte que el uso adecuado es casi propiedad exclusiva de Centroamérica y el norte de Sudamérica. Salvando modismos locales, costarricenses (ticos), colombianos, venezolanos y ecuatorianos hacen un uso cabal de él.
Tus líneas -y tus fotos, Paco-, despiertan la curiosidad sobre esa geografía y sus gentes.
Ánimo con el traslado, que no dudo en que es para mejor.
Un gran abrazo, pibe!
Cierto, Marcelo, el tiempo nos plantea una ecuación que nunca terminamos de resolver con exactitud.
EliminarIntersante tu aporte sobre el castellano a ese lado del mar que tú habitas, personalmente me gusta escuchar a un colombiano cuando habla, pir lo que comentamos y la musicalidad de su acento.
Es un libro muy bien escrito, Rosario Ferré ha sido un grato descubrimiento.
Un gran abrazo y disfruta lo que puedas.
Interesante reseña que motiva para conocer ese país singular. Comparto lo que manifiestas sobre la literatura latinoamericana y las maneras de hablar nuestra lengua: "habla un castellano con tal pulcritud y corrección que causa mi desconcierto al pensar que a este idioma hermoso se le degrade tanto en su propia cuna". Conozco algunos de aquellos países y solo en Cuba encontré menos atractiva la manera de hablarla...Por supuesto, mi impresión no es nada rigurosa.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí Luis Antonio, tal vez en el Caribe el castellano esté un peldaño por debajo del expresado en el resto del continente, esa es mi impresión también.
EliminarEl Viejo San Juan es un lugar muy bello, de esos que te dejan impactado. Yo lo primero que hice fue dirigirme a las librerías con más solera, en preciosos edificios coloniales.
Rosario Ferré tiene ese toque elegante y distinguido del Viejo San Juan.
Un abrazo Luis Antonio :)
Tener dos niños pequeños (niña y niño si no recuerdo mal) hace muy difícil todo lo que requiera tiempo, más porque tu segundo hijo no debe tener ni un año ¿verdad? Si a eso le añades una mudanza, bufff, aunque sean unas calles, la mudanza es exactamente igual.
ResponderEliminarNo conozco a la autora y me la llevo apuntada. Hay varias cosas interesantes en lo que nos cuentas, una ya la han resaltado varios comentaristas: el habla correcta de una lengua cuando la escuchas sabe a música y es un placer escucharla (imagina cómo se habla el castellano en Cataluña...), a mi ya me sorprende cuando la escucho fuera de aquí con que imagina.
Y la otra cosa que me ha encantado es esa imagen de dejarse empapar por las palabras, cuando haces lectura lenta porque te lo pide el libro y dejas que las palabras entren casi sílaba a sílaba es una compenetración perfecta con la historia.
Me han gustado las fotos como siempre y tu manera de tejer la reseña.
Abrazos!!
Hola Laura.
EliminarSon dos niñas, Izaskun de 5 años e Itziar de 7 meses :)
Si que me dan trabajo, la verdad, pero la mayor ya tiene mucha autonomía y eso me deja algo de margen.
Una mudanza, cuando se tienen tantos libros como yo, es un proceso delicado y estresante, los libros son parte de mi vida, y donde voy yo van ellos, eso es innegociable.
Laura, Rosario Ferré tiene una enorme solvencia como escritora, domina el oficio con una maestría admirable, escritoras así te hacen disfrutar con la lectura, su escritura transita desde lo sensitivo y visceral a lo más psicológico y racional con una naturalidad pasmosa. Volveré a ella.
Gracias por tus palabras amiga, disfruta estas vacaciones con un buen libro :)
Abrazos!!
Hola Paco
ResponderEliminarSiempre te llevas mi atención en lo que cuentas y en cómo lo cuentas..:)
Tenía a Rosario Ferré en mi lista de buscados desde hace años, lo que significa que no la he buscado con mucho ahínco, lo digo porque tengo otros que llegan y los busco, supongo que tendrá que ver con el hecho de que tuve un ligero bajón en la lectura de literatura en castellano directamente. Saciado -hastiado- me aparté años, sin embargo pequeños momentos de lucidez me han llevado a encontrar nuevas letras y nuevas formas en la literatura en español, poco a poco entro en sus líneas de nuevo, Y Rosario Ferré es una, por lo que te leo, que merecen la pena. (Añado otro que estoy acabando de leer al furioso Fernando Vallejo y su “Virgen de los sicarios”, o nuevas entradas como Carlos Maria Dominguez, o Evelio Rosero, o Piedad Bonnet, cuyos libros me han producido muchas curiosidad.)
gracias Paco
cuídate y cuida tu prole :)
Gracias Wineruda.
EliminarIgual efecto de atención me provocas tú a mí, exáctamente por lo mismo :)
No me extraña que un lector como tú haya buscado, y por tanto conozca, a una escritora como Rosario Ferré.
Eres un lector fecundo y exigente, así que puedes tener algún momento de saturación como comentas, pero ya veo que descubres nuevas vetas en la vieja mina, eso es estimulante. Rosario Ferré te gustaría, seguro.
Apunto esos nombres que mencionas, eres un proveedor de diamantes literarios que vale su peso en oro :)
Cuídate amigo, aquí tienes tu casa. Disfruta de buenos libros.
Hola, Paco. Estoy más o menos como tú (quitando lo de la mudanza, Dios me libre). Últimamente trato de concentrar mi tiempo de ocio en una sola cosa, estoy leyendo bastante y además sobre seguro, grandes lecturas. Me llevo anotado un nuevo autor(autora) de esta visita. Respecto al español de Latinoamérica coincido contigo, me pasó a finales del verano con la primera parte de "Los detectives salvajes", más que la historia disfruté sobre todo con la lengua.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo sé Gerardo, me consta que estamos cortados por el mismo patrón en cuanto a arañar horas y minutos al día, bueno, siempre hay alguna la limosna :)
EliminarQue eres un lector con solera, por lo que lees y lo bien que lo ilustres, lo confirmo siempre que visito tu blog, lugar apreciado para mí.
Me gustaría que Rosario Ferré llegase algún día a tus manos.
Disfruta con tu familia, Gerardo. Un abrazo!
Tomo nota del libro y de todo lo que cuentas sobre él. Parece que merece la pena muchísimo. Ahora estoy con muchos otros libros, y con las fiestas que se acercan dudo que me acerque a este libro, pero lo anoto en mi libreta.
ResponderEliminarFeliz Navidad para ti y los tuyos, y que sigas rodeado de todo lo bueno y bello que hay en este mundo. Siempre he pensado que la vida es un viaje, con mucho que aprender, pero depende de nosotros como lo vivimos...
La frase del tiempo, la llevé conmigo mucho tiempo en un cuaderno...y era reveladora...a la vez que evidente...jajaja...
Todo lo mejor, Paco y que sigas escribiendo por aquí, que se echa de menos (te lo dice la que parece que el tiempo se le escapa).
Abrazos grandes
Hola Maria.
EliminarUno de los grandes referentes de R. Ferré era una escritora que tú admiras mucho, Virginia Woolf, además era una profunda conocedora de la literatura inglesa. Sus otras influencias significativas fueron Simone de Beauvoir y Anaïs Nin, buen gusto no le faltaba. Hay mucho que leer, ya encontrarás el momento.
Te digo lo mismo María, espero que sigas escribiendo, la blogosfera necesita una presencia como la tuya.
Cuídate amiga :) y Feliz Navidad