P. Castillo

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sábado, 5 de marzo de 2016

Mujeres Medievales. Eileen Power (Inglaterra, 1889 – ibídem, 1940)
Libro. Ediciones Encuentro 1979. Traducción: Carlos Graves. En cubierta : La Ciudad de las damas. Cristina de Pisan. ¡28 páginas. Ensayo.





Afinad el oído, vamos a viajar en el tiempo con el gran Jordi Savall…




Ha sido una semana caótica, las meigas se han confabulado para robarme tiempo de lectura, a cambio me han dejado un indeseable virus gripal galopando por toda la casa, yo lo he esquivado milagrosamente, pero el resto de la familia ha sido arrasada.

El flanco abierto entre mi dormitorio y la biblioteca se ha erigido como un duro campo de batalla. Por suerte contaba con mi fiel guardia personal en la mesilla de noche, una pila de libros que en ningún instante se han planteado la retirada. Y con un libro en las manos me siento poderoso.

A pesar de esta desoladora contienda, las noches, aprovechando la frágil tregua que otorgaba la oscuridad, han sido escenario de fugaces citas con Eileen Power y sus mujeres medievales… En su libro, claro.



Eileen Power en 1922. Wikipedia




Entre mis ejemplares de Historia, los que versan sobre el Medievo ocupan un lugar destacado, es un período que siempre me ha interesado.

En mi mesilla, como digo, me aguardaba este libro. Leyéndolo en los instantes finales del día, hasta que el sueño, poco a poco, me iba sometiendo a ese dulce estado de la nada absoluta, se iban cerrando los párpados lentamente, como las compuertas de una fortaleza, y ahí quedaban atrapados trovadores, frailes, feudales, cortesanas, artesanas  castillos, abadías o aldeas, y al son de cántigas acompañadas por la melodía de un salterio  rendía el último tributo a la vigilia.
Con esos ecos y reminiscencias me adentraba en el mundo del subconsciente, no es mala manera.




Antes de abordar el libro, una obra breve, sería bueno presentaros a su autora, Eileen Power.

Esta intelectual inglesa (8 de enero de 1889, Altrincham- 8 de agosto de 1940, Londres), fue catedrática de Historia Económica en la Universidad de Cambridge.
Además fue una prestigiosa medievalista, prueba de ello es que en pleno siglo XXI se siguen consultando sus estudios sobre dicha cuestión (así lo he comprobado).
Y argumentos no les faltan a los presentes investigadores, pues ella se propuso desarrollar la obra más completa y fidedigna hasta entonces sobre ese campo. Su fallecimiento, cuando apenas contaba cincuenta años, dejó el proyecto inacabado.

De hecho, este libro no lo llegó a ver en vida la autora, fue su marido, el también historiador Michael Postan, quien se propuso reunir el valioso material sobre las conferencias populares que dio su esposa por Europa y Estados Unidos, más algunos estudios conjuntos del matrimonio pero siempre tamizados por la personal escritura de ella, para reunirlo todo en este interesante libro.

Lo primero que me llama la atención; no estamos ante una historiadora de estilo frío y analítico que nos va detallando acontecimientos. Su mirada no es la de una investigadora impasible ante los hechos.
Y todo ello sin que la información histórica pierda un ápice de rigor, eso permanece inalterable. Otra cosa es como se posicione para contarlo, y ella, desde su condición de mujer e intelectual de altura, pone el dedo sobre la llaga, tanto para advertir que había situaciones bastante menos amables de lo que muchos tratados e historiadores de la época transmitían, como, en dirección opuesta, revelar que había otras no tan negativas como cabría suponer.


Ya por el año 1926 la autora desmitificaba ciertos tópicos sobre la mujer medieval que estaban muy arraigados en el imaginario colectivo, pero, y esto es significativo, en el año 2016 siguen establecidas, por lo menos entre el común de la gente, muchas de esas mismas ideas denostadas hace casi cien años por Eileen Power.

El libro está estructurado en cinco capítulos:

  1. Las ideas medievales acerca de las mujeres.
  2. La Dama.
  3. La mujer trabajadora en la ciudad y el campo.
  4. La educación de las mujeres.
  5. Los conventos.




El libro hace acopio de varios escritos medievales (epístolas, testamentos, notas judiciales, actas municipales, escritos privados y documentos similares) pertenecientes a estamentos y personas de toda clase y condición. Lo que le añade un valor especial sin olvidar el estilo diáfano y alejado del academicismo que despliega la escritora. La mayor parte de estos documentos nos hablan de la situación en Inglaterra, pero también tenemos ciertas aproximaciones a Francia y algún que otro país europeo.

En las primeras páginas pone de manifiesto una evidencia contundente, y tal afirmación será una de las claves para entender porqué la imagen de la mujer es la que es, la que se ha ido transmitiendo desde las pasadas centurias, aunque en la actualidad, afortunadamente, se han despojado muchas patrañas respecto al ser femenino, pero queda mucho por limar:

“La opinión expresada de una época depende de las personas y de las clases que la articulan; por ese motivo representan –a menudo– la visión de una minoría pequeña pero con voz. En la temprana Edad Media, lo que aparecía como opinión contemporánea surgía de dos fuentes: la Iglesia y la aristocracia. En otras palabras, las ideas sobre la mujer se formaron, de una parte, por los clérigos –normalmente célibes- y, de otra, por una pequeña casta que tenía medios económicos para poder considerar a sus mujeres como un objeto de adorno, en tanto que las subordinaban estrictamente al primer objeto de su interés: la tierra. Efectivamente, puede decirse con entera verdad que la teoría aceptada acerca de la naturaleza y el mundo de las mujeres se debía a las clases menos familiarizadas con la gran masa del sexo femenino.
Fueron estas clases las que determinaron el concepto de matrimonio que prevaleció hasta bien entrado el siglo XIX, y establecieron el estatuto de la mujer en la ley" (p. 14).



Eileen Power. Wikipedia

De aquellos barros, estos lodos.

Acercándonos a estas mujeres medievales pronto aparecen ilustres figuras femeninas, que Eileen Power expone como excepciones al soterramiento que padecían la mayoría.
Christine de Pisan será la que más protagonismo acapare, aunque desfilarán otras también relevantes, por ejemplo Juana de Arco
Me ha extrañado no ver a Hildegarda de Bingen, mujer fundamental en la Baja Edad Media, y que sin duda Eileen Power estudiaría, aunque dada su prematura muerte habría varios aspectos que se quedarían en el tintero.



Ahora veamos algunos aspectos que señala la escritora sobre el ambiente social en la Edad Media. Os pongo el fragmento tal como está en el libro, con el texto en inglés (por algunas diferencias con el actual, supongo que inglés medieval) y la traducción literal al castellano:

“Innecesario es decir que las mujeres estaban completamente desorganizadas. Rara vez oímos algo respecto a la visión que las mujeres tenían de sí mismas. Como la Mujer de Bath deploraba, todos los libros estaban escritos por hombres:
                                                         
Who peyntede the leoun, tel me who?
By god, if women hadde written stories
As clerkes han with – inne hir oratories,
They wolde han written of men more wikkednesse
Than all the mark of Adam may redresse.

Es decir:

¿Quién pinto el león, dime quién?
Dios mío, si las mujeres hubiesen escrito historias historias
Como los eruditos han hecho con sus oratorios,
Hubiesen escrito de los hombres más maldades
Que todas las que pueda revestir el signo de Adán” (p.18)





Matizo que La Mujer de Bath (Alison de Bath) forma parte de “Los cuentos de Canterbury”, cuyo relato se titula “Prólogo de la mujer de Bath” y el autor, Geoffrey Chaucer, se sirve de este personaje femenino para vilipendiar el mito de la virginidad. Algo escandaloso en aquellos tiempos.
Precisamente tengo dicha obra de G. Chaucer, así que acudir al libro y leer el cuento ha sido todo uno.

Algo más adelante prosigue el libro retomando a Christine de Pisan:

“Hasta fines del siglo del siglo XIV no aparece una escritora dispuesta y capaz de clamar por su sexo y tomar la palabra en contra de la denigración de la mujer que predomina. Esa mujer fue la gran Christine de Pisan (…)” (p. 18)


Imaginad la determinación de esta mujer para ponerse en contra de toda una sociedad masculina, profundamente misógina y violenta, y no amilanarse. De hecho, al enviudar joven, vivió de su pluma sin apuros y logró sustentar a su prole. 






Una célebre obra de C. de Pisan que ha quedado para la posteridad es “La ciudad de las damas” , obra que se enfrentaba sin titubeos a esa misoginia campante. Siruela la ha reeditado más de una vez.

También es reseñable su Epístola al Dios de Amores (Epitre au Dieu d'Amour) (1399) y su Dicho de la Rosa (1402), pues ambos escritos fueron un contundente ataque a la segunda parte del Roman de la Rose, escrita por Jean de Meung bajo la influencia de la animadversión predominante hacia las mujeres.
En alusión a esto, podemos leer este revelador fragmento que muestra la wikipedia:

Simone de Beauvoir escribió en 1949, en su libro «El segundo sexo», que en el Epitre au Dieu d'Amour era "la primera vez que vemos a una mujer tomar su pluma en defensa de su sexo"

Al abordar el capítulo de la mujer trabajadora, no puedo dejar de expresar mi asombro cuando sitúo aquella vida frente a ese lema despectivo que tanto se ha perpetuado en el tiempo, aunque ya en retroceso, me refiero a la mujer como “el sexo débil”.


Resulta que la mujer, ahora me refiero a la esposa feudal o de la burguesía acomodada medieval, no solo afrontaba el mantenimiento de la hacienda, aunque estuviese ayudada por sirvientes tenían que estar al pie del cañón, no solo eso, no, debido a las continuas y prolongadas ausencias de los maridos en contiendas, viajes o partidas de caza, además tenían que mantener los negocios del esposo y dominarlos tanto como él, saber de finanzas, de agricultura, de administración, contabilidad, medicina rudimentaria, contratación de empleados y distribución de jornadas y salarios (labor de capataz), representación de sus maridos y un sinfín de quehaceres que se echaban a las espaldas sin actitud quejumbrosa.


Amén de otra puntualización, en las ciudades del Medievo un número importante de mujeres trabajaban fuera del hogar (además de las tareas de la casa). Así que esa imagen de la mujer semi recluida en los lóbregos muros de la casa familiar retrataba una parte de la realidad, pero ni de lejos toda.

 “La aparición de la mujer en el mercado de trabajo en la Edad Media  se debió a las mismas razones que hoy en día (nótese que ese “hoy en día” de Eileen es hacia 1920, más o menos), es decir, era necesario para la mujer casada ganar dinero suplementario y para la soltera ganarse la vida” (p.66)





“La industria medieval se hallaba abierta a la mujer y ésta ocupaba un lugar en ella que no puede considerarse despreciable en ningún caso. Casi no existe oficio en el que no encontramos mujeres. Ejercían de carniceras, tenderas, ferrateras, fabricantes de redes, zapateras, guanteras, fajeras, camiseras, fabricantes de carteras, sombrereras, desolladoras, encuandernadoras, doradoras, pintoras, hiladoras de seda y bordadoras, así como saladoras, forjadoras y orfebres, entre otros muchos oficios” (p.74)

Si bien es cierto que había no pocos gremios ingleses contrarios a la contratación de mujeres, caso diferente al de Francia, bastante más permisivo. Otro aspecto que parece sacado del siglo XXI, cuánto queda aún…

“A veces se esgrimía como razón para prohibir el empleo de las mujeres el que un oficio, en particular, podía ser demasiado duro para ellas; sin embargo, la razón principal era la misma que avala la hostilidad hacia el trabajo femenino hoy en día (1920). El jornal de las mujeres era mucho más bajo, aun para el mismo trabajo, y los hombres temían verse menospreciados por el trabajo barato” (p.75)

Un dato curioso, en Inglaterra había un Tribunal de la Cerveza y un Tribunal de Pan, que se encargaban de dirimir asuntos y dictaminar sentencias exclusivas para estos sectores, habida cuenta de su importancia y número de empleados que tenían.

¿Y las mujeres del campo?




Las mujeres de las clases humildes, sin adquirir tantos compromisos, trabajaban aún más duro, pues tenían que faenar, con frecuencia, en  severas condiciones climáticas, con esfuerzos físicos ingentes, la mayor de las veces, por hacerlo sin ayuda de los esposos, cuya vida solía truncarse antes. Después de esas jornadas, exhaustas, tenían que atender la casa y a su prole, a menudo numerosa. Es fácil imaginar las escasísimas horas que tenían para dormir.

Hay en el libro algunos fragmentos, escritos recuperados de aquel período que dan una idea, como este de la Early English Text Society, que nos presenta una mujer laborando en la campiña inglesa con su esposo:

“Su abrigo de tela llamada nupcial
su capucha llena de agujeros con los pelos saliendo por ellos
sus zapatos torpemente amarrados y mal remendados
entre los que aparecían sus dedos mientras caminaba,
Sus calzas colgando de lado a lado
salpicaban los charcos a medida que los araba
dos miserables medias hechas de tiras viejas
Los dedos gastados y la mugre cubriéndolas
Bañada en barro hasta los tobillos
Y frente a él cuatro  bueyes, tan cansados y débiles que se podían contar sus costillas, tan lastimosos eran.
Su esposa junto a él con una larga vara para azuzar a los bueyes
Y una chaqueta remendada cortada por la rodilla
Envuelta en una sábana para cuidarse del tiempo (p.91)

Impresionante fragmento.




Al cerrar el libro, se me ha ocurrido escuchar música sacra medieval, ya sea una composición bizantina, rusa o castellana, todas son bellas.
Pero concluida la escucha, esfumada la placentera sensación, solo quedamos el libro y yo en medio del silencio.
Apuro la taza de té verde, a penas tiene dos sorbos, ojeo la portada del libro, ya cerrado, y solo me queda esperar una primera reflexión, que será la antesala de otras tantas…

Cuando la estupidez campa a sus anchas por el poder puede ocurrir, ocurre, que en su soberbia escriba el discurso sobre el que ha de asentarse la visión del resto, es decir, la gran mayoría que sustenta, por ignorancia o indolencia, a esa minoría poderosa.

Hasta aquí llego, con el primer brote reflexivo.
¿Y para qué más? Si ahora lo único que me apetece ir a pasear por el campo.
He visto que hay unas nubes preciosas, y esas son las que más rápido se van…





Para no dejaros de sopetón, acompañaros de esta cántiga galaico-portuguesa que os brindo, con traducción incluida. A mí me encanta.




Alfonso X. Come Deus fez vynno d'agua (CSM 23):

Esta es cómo Santa María acecentó el vino en un tonel,
por amor a la buena dama de Bretaña.

Como Dios hizo vino del agua ante el antetriclinio,
así después su Madre acrecentó bien el vino."

De esto diré un milagro que hizo en Bretaña,
por una dueña muy sin malicia, que Dios
había dotado de buenas costumbres y de habilidades,
y que quiso ser de ella como un buen vecino.

Sobre todas las bondades que tenía,
resaltaba que confiaba mucho en Santa María,
y con eso, le evitó el avergonzarse ante el rey,
que de camino, paraba en su casa.

La dueña, por servirlo, anduvo muy ajetreada,
y le dio carne y pescado, y pan, y cebada,
pero de buen vino, para él, estaba muy escasa,
porque no tenía sino un poco en un barrilillo.

Se le doblaba la cuita, que aunque quisiese tenerlo,
no era tierra aquella en cual lo hubiese,
ni por dinero ni por otra cosa que diera (ni lo hubiera),
sino fuese por la Madre del Viejo y Niño

Y con esta esperanza se fue a la iglesia
y dijo: "Ay, Santa María; tu merced hace
que me saques de esta vergüenza tan grande,
si no ya no podré vestir ni lana ni lino."

De inmediato la oración de la dueña fue oída
y el rey, con toda su compañía,
fue servido de buen vino, y en la bodega no faltó,
que lo hallaron en abundancia, el rico y el pobre.

16 comentarios:

  1. ¡Uff! Paco, ¡Qué bueno! hace algunos -bastantes- incluso muchos jajaja yo terminé mis estudios de historia y aunque no conservo el interés intacto; si que el gusto por ella. Sobre todo, como este caso, me seduce y me ha seducido siempre la intrahistoria y la microhistoria. La historia oficial, conocida, la conoce todo el mundo, pero la de las mujeres es la de de un mundo opaco y desconocido por que las fuentes siempre han sido masculinas: El libro no lo conocía, la autora tampoco, y ¡mira por donde! sí tengo libros de su marido, supongo que es un reflejo de lo mismo que cuentas del libro que... Postam es el famoso no su mujer y eso que el libro por lo que pones es de 1979... Así que un marca más en mi archivo doc.de libros a buscar, puesto que por lo que cuentas es más que interesante. De la historia de las mujeres siempre he querido tener la de dirige Duby pero es “grannnnde” y carísima, así que empezaré con ésta que no es mal comienzo.
    Por cierto, una delicia la música que has puesto...
    un abrazo y los mejores deseos para tu familia en el combate desigual contra la gripe

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    1. Hola Wineruda.
      Pues tienes unos estudios, Historia, que siempre fue una de mis opciones favoritas, junto a Filosofía, aunque al final acabé en la facultad de Ciencias de la Información (cuando me licencié si pude quitarme el gusanillo, me matriculé un semestre en Filosofía, en asignaturas de libre elección, y también en Ciencias Políticas, una asignatura, no pude en Historia por cuestiones de logística, horarios de clases, etc)
      Das en el clavo, Wineruda, "las fuentes siempre han sido masculinas" cuando Eileen Power escribió sus obras un porcentaje altísimo de los temas que ella investigaba y sobre los que escribía, Historia Medieval, Historia Política, eran materias copadas por hombres, de hecho la Historia está repleta de ilustres hombres, pero hay que coger la lupa para saber sobre ilustres mujeres, y vaya si las hubo.
      Qué curioso que tengas libros... de su marido!
      Me gusta este libro porque incluye fragmentos de actas, sentencias, notas y documentos por el estilo que le dan un valor de "libro vivo", y los textos de Eileen Power que se incluyen en este libro están escritos sin la retórica academicista que tanto gusta a los eruditos británicos, y se agradece.
      Oh... La música, nada más que añadir a lo que has dicho, deliciosa.
      Vamos conquistando feudos a la gripe...
      Gracias Wineruda :)
      Cuídate y un abrazo!!

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  2. ¡Qué interesante! Me han entrado las ganas de releer "La historia de la vida privada" y, como no, salir a buscar "Mujeres medievales". Saludos

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    1. Hola Agnieszka.
      Desde luego es un libro interesante, descubrir a estas mujeres a través de la mirada de Eileen Power no tiene desperdicio.
      Saludos :)

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  3. Al igual que a Agnieszka, tus líneas me han recordado en gran medida la 'Historia de la vida privada'. Resulta muy interesante lo que nos comentas, Paco. De hecho, yo mismo tengo un ejemplar de 'La ciudad de las damas', de Cristine de Pizán, en la edición de Siruela -creo- esperando ser leído.
    Gracias por compartirnos semejante libro. No se si podré hallarlo, pero lo apunto.
    Aprovecho para comentarte que me he hecho de una versión digital de 'Mefisto', por si no aparece en papel.
    Un abrazo grande, amigo. Cuídate!

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    1. Hola Marcelo.

      No he leído "Historia de la vida privada", pero vuestras alusiones han despertado mi curiosidad. Tampoco me he puesto con "La ciudad de las damas", y este es un asunto que me propongo remediar, por suerte no es un ejemplar difícil de conseguir aquí. Ojalá tengas fortuna, es una faena no poder hacerte con un libro apetecible.
      Qué bueno que al menos tengas una versión digital de Mefisto, siempre será mejor que nada : )
      A ver si nos cuentas.

      Cuídate, querido Marcelo!!

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  4. Interesante reflexión acerca de este libro que conozco pero no he leído. Algunos aspectos relevantes que se deducen de tu texto: que hay épocas que nos llegan determinadas por un juicio de valor que se descubre falso, la Edad Media, siempre ha sido considerada como una etapa de violencia, invasiones, retroceso y oscurantismo, sin embargo cuando vamos a lo concreto no es así en muchos aspectos, uno de ellos la situación de la mujer. Otro elemento importante: épocas consideradas de avance para la humanidad, no lo son si atendemos a la mitad de la población (las mujeres) y al contrario. La historia ha sido, y en parte es, androcéntrica, no seá hasta la década de 1960 cuando empieza a aparecer una historiografía que incorpora a la mujer a sus estudios y construye conceptos nuevos como el de género que han ayudado a un mejor entendimiento de la historia (Eileen Power es una pionera).

    Estudié con minuciosidad a Cristine de Pizan y su obra La ciudad de la damas, además de la llamada "Cuestión de las mujeres", un movimiento intelectual reivindicativo y de debate literario en el que participaron hombres y mujeres y que existió hasta el siglo XVIII. Isabel de villena, María de Zayas y otras muchas mujeres argumentaron en contra de la misoginia que se constituyó desde el siglo XIII con la redacción de la primera parte del Roman de la Rose de Guillaume de Lorris (1225) y en la segunda parte escrita por Jean de Meun (1277).

    En fin, un tema muy interesante y muy apropiado para hoy.
    Feliz 8 de marzo y abrazos!!

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    1. Hola Laura.

      Te confesaré algo, días atrás cuando empecé a leer este libro, no recordaba ni remotamente que hoy, 8 de marzo, es el día de la mujer, de hecho no fue hasta ayer, lunes 7, cuando me enteré. No sé si tendría que entonar el “mea culpa”, tal vez, aunque no es desinterés por esta cuestión, ni mucho menos, lo que ocurre es que soy un despistado irremediable e incluso me cuesta recordar el cumpleaños de mi madre, o de mi padre…
      La verdad es que, por decirlo de alguna manera, no suelo “anclar” las lecturas a fechas conmemorativas o celebraciones de índole similar, pero si coincide tal conjunción, bueno, pues estupendo.
      Muchas veces ni yo mismo tengo del todo claro el porqué de tal o cual elección en cuanto a una lectura, supongo que si profundizo sobre ello aparecerá alguna pista clara, por supuesto.

      Así es Laura, Eileen Power aporta datos sobre la mujer medieval que nos hablan de algunas situaciones mucho más “normalizadas” de lo que cabría pensar desde nuestro siglo XXI, por ejemplo la presencia de muchas mujeres trabajando en las ciudades del Medievo, codo a codo con los hombres, en muchas factorías (textiles, cerveceras, pesqueras, etc, etc.) y otras tantas ocupaciones, como si viésemos, salvando las distancias, una imagen actual de nuestras ciudades. Y matizaciones en ese sentido hay varias, igual que en sentido contrario.

      Sí, el libro menciona las dos partes del "Roman de la rose", la primera de G. Lorris y la segunda de J. de Meun, pero fue la última la que desató mayores iras, por abrir más la herida, ya que la de Lorris aún conservaba parte del espíritu cortesano (imagen más idealizada y romántica de la mujer) que se iría perdiendo al llegar a J. de Meun, que fue "un ataque brillante y brutal hacia todo el sexo femenino", palabras textuales de Eileen Power.

      Después de leerme este libro tengo muchas ganas de hacerme con un ejemplar de “La ciudad de las damas” de C. de Pisan.

      Feliz día y abrazos!!

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  5. Viajar en el tiempo y otros viajes interiores siempre es posible cuando vengo aquí, ya lo hago casí con ritual incluído, té en mano y esa disposición de "voy a leer despacio, con calma a babor y a estribor).

    Confieso sin rubor: creo no conocer a la autora y el libro, aunque ambos me "resuenan". Despistada empedernida como soy, cualquier cosa es posible. Reflexiono mucho últimamente sobre mi condición de mujer, no porque hoy sea el día que es, sino porque me he dado cuenta que estoy leyendo a muchas mujeres escritoras, que aunque tengo hombres escritores en un pedestal, sin embargo son ellas las que me agitan, con las que conecto de una forma más intima y personal. Y hace tiempo que le doy vueltas al tema, porque en el fondo sé que si leo un libro sin saber quién lo ha escrito, es más que probable que no sepa si lo ha hecho un hombre o una mujer. Pero el caso es que se me acumulan lecturas y libros por leer escritos por mujeres.

    La historia está ahí, incluso mucha que desconocemos. Y lo que la historia nos dice es que las mujeres han sido menospeciadas, maltratadas, ignoradas, de forma constante e incluso violenta. Nunca valoraremos lo suficiente la lucha de tantas mujeres que se reivindicaron y con ello lo hicieron incluso por las mujeres que aun no existian. De algunas ha quedado constancia pero de muchas otras no sabemos nada, y sin embargo han sido también necesarias. Ojalá algún día estas distinciones de género sean innecesarias. Pero la verdad es que miras alrededor y hay tanto machismo sutil y continuado. Queda por hacer, pero si hay algo que me agrada sobremanera es ver cada vez más hombres con mujeres en esta lucha. Sin distinciones.

    La cántiga es una delicia, Paco. Gracias por ella y por tanto que nos regalas.

    Un abrazo

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    1. Hola Ana.
      Agradecido por tus palabras, las gracias te las doy yo a ti, por tener esa mirada tan genuina sobre las cosas. Me resultaría extraño decirte; "bienvenida de nuevo" ya que sentía tu presencia adherida a mis escritos, igual que el liquen a los árboles.

      Si supieras la cantidad de autores que yo voy descubriendo... y sin rubor alguno, jaja.
      Soy testigo de las escritoras que vas "invitando" a tu espacio, circunstancia que aplaudo, voy tomando buena nota de las mismas, es imposible entender el mundo sin saber lo que de él tienen que decir las mujeres, eso es indiscutible, y a mí me gusta estar muy pendiente de sus voces, sus palabras.

      Así es, Ana, aún hay mucho chapapote social, manchas (machismo sutil) que se han incrustado en el tejido social y resulta muy difícil eliminarlas, a no ser el paso del tiempo que va alisando el camino.
      ¡Bonita la cántiga! ¿Verdad?

      Un fuerte abrazo, Ana : )

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  6. Magnífico artículo, Paco.Siempre más que una reseña. El mundo del libro y tu mundo. Y ese libro, compartiendo vida por las ramas de arboles en flor o el horizonte de los campos. ¡Y la música!, para trasladarnos en el tiempo.
    Sin duda, difícil situación, siempre, la de la mujer. Pero aquí seguimos...
    Lo compartiré hoy por Internet.
    Un abrazo.

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  7. Hola, Pilar.
    Muchas gracias por tus palabras, los libros son parte de mi vida, y las fotos, en ese sentido, hacen honor a tal sentimiento. La música, ayy... Cuánto nos emociona, necesitamos embriagarnos de emociones positivas : )
    Así es, Pilar, la vida nunca ha sido fácil para la mujer y, sin embargo, ahí seguís...
    Un abrazo.

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  8. Me ha sorprendido la extensa entrada Paco, el libro y a la autora que no conocía y todo lo que nos has explicado, me he dado cuenta de que realmente desconozco a la mujer del medievo, que solo tengo recuerdos de películas que seguramente están muy alejadas de la vida que realmente tenían.

    Me encantan estos libros que añaden ese conocimiento, encima sobre las mujeres que muchas veces son unas grandes desconocidas sobre todo en la Edad Media, me apunto esta recomendación de lectura.

    Y gracias he disfrutado con la música de Jordi Savall, mientras te leía.
    Un saludo

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    1. Hola, Conxita.
      Al margen de la historiografía especializada y algunos apasionados, el desconocimiento hacia la mujer medieval es algo que nos ocurre a la mayoría, incluido yo... Eso sí, ahora un poquito menos.
      Estos libros siempre te descubren aspectos que te sorprenden, así que son lecturas que no defraudan, y está escrito con un estilo personal y atractivo, sin perder la rigurosidad.
      Maravilloso Savall...
      Saludo y gracias por tu visita :)

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  9. Preciosa entrada...¡¡este libro va a lista en primeros puestos!! A mí también me habría extrañado no ver a Hildegarda, con lo mucho que hizo por la mujer, aunque se ha sabido muy a posteriori. Pizan...mmm tengo sus libros y son maravillosos. Leerla es quedarse un poco hipnotizada y a veces, siento que vive la vida de un modo envidiable. Supo sortear su destino y estar por encima de la situación que por género, se le estaba viniendo encima.
    Una entrada deliciosa. Soy gran perseguidora de historias de mujeres de otras épocas...y este libro lo buscaré.
    Saludos y buena noche

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    1. Hola María!
      Aunque tú no lo sepas, hace unos minutos te acabo de contestar en la entrada de Llamazares... Bueno, qué carajo, te lo vuelvo a decir...Encantado de verte por aquí!!!
      Tengo muchísimas ganas de leer a Pizan, espero ponerle remedio antes de que acabe este año. De Hildegarda tengo una biografía escrita por Régine Pernoud, lo que constituye una garantía innegable, pero confieso que aún no lo he leído, a pesar del tiempo que lleva en mis estantes, he ojeado algunas páginas, a sorbos como un buen vino (o té).

      Esta obra de Eileen Power fue, en su momento... de eso ya hace, todo un descubrimiento, nadie me lo recomendó y no conocía a la autora, lo vi en una librería de lance y supe que este libro era para mí, así, sin más. Búscalo,creo que estáis destinados a encontraros, un libro necesita caer en buenas manos, como las tuyas.

      Abrazo!

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